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CAPÍTULO 22: TE ENCONTRÉ

— ¿Bella?— escuché a Jake apenas bajé del taxi, estaba llegando con algunas refacciones.

—Jake, estoy de vuelta— le sonreí.

—Por Dios, la mujer más buscada del planeta— dejó algo que parecía un neumático muy delgado y corrió a abrazarme. Me dio una vuelta completa ocasionando que me maree un poco.

— ¿Buscada yo? No inventes. Disculpa por no haber llamado para contarte, fui a vivir con mi abuelo— dije soltándome apenas puse los pies en el suelo.

— ¿En dónde, en alguna aldea perdida de África?— me hizo señas para que lo siguiera.

—No, ni siquiera salí del país, estuve en Seatlle en la península de Olimpic— le revelé.

—Espera un momento, le diré a Sam que saldré. Espérame, no te vayas— lo vi correr a la administración. Caminé unos pasos por el lugar, parecía que les iba bien el negocio, eso me alegraba, Emily todavía debía seguir su tratamiento para borrar esas terribles cicatrices.

— ¡Ey Bella!— escuché llamarme. Era Seth, el primo de Emily.

—Seth, qué gusto verte— lo abracé en cuanto llegó.

—Estás bien Bella, creí que estabas en problemas, cuando te fuiste de casa vino mucha gente a buscarte. Policías, abogados, tipos raros, hasta uno que a Leah no le cae bien— me sorprendí al escuchar eso.

— ¿Si? Que raro— tal vez estaba exagerando, todavía era un niño, aunque dicen que ellos no mienten.

—Es cierto. ¿Leah, no es verdad que le gritaste a un joven que vino a buscar a Bella en un auto plateado?— gritó Seth, a unos metros estaba su hermana recostada contra la pared, mirándome como si yo fuera un trozo de estiércol.

¿En serio que le pasaba a esa mujer? Vivir así de resentida con el mundo debe hacerle daño. Me asusté cuando nombró el auto plateado, quizás fuera Edward o alguien que tenga un carro de ese color. ¿Por qué siempre pienso que es Edward? ¿Tal vez porque me está buscando?

—Ese idiota es amigo de Emily. No nos habías dicho que huías Bella, hasta se metieron un par de matones al motel. Nos llegaron notificaciones, citatorios y todo por tu culpa— Leah parecía tan enfadada. Si no la conociera pensaría que me odiaba. Pero ella era así con todo el mundo. Ahora sabía que efectivamente Edward había estado en el motel buscándome. ¿Cuándo habría sido eso?

—Lo siento. Discúlpame con tu mamá Seth— el jovencito sonrió. Su hermana en cambio ladeó la cabeza como si ya no quisiera hablarme.

—Sube Bella, vámonos— llamó Jake desde un auto azul. Me despedí de Seth pero Leah no volvió a mirarme.

—No me cuentes nada, quiero tener una larga conversación contigo, tengo tantas dudas y si te escucho ahora voy a chocar— Jake soltó una fuerte carcajada.

Tan curioso como siempre, dudaba si contarle algo, pero moría por compartir lo que me pasó en el juzgado. Era algo que debía decírselo a alguien que en verdad lo disfrute, tanto como yo.

Llegamos a la fuente de soda en la que una vez también conversamos.

—Ahora si, soy todo oídos, primero dime… ¿Ya estás divorciada?— preguntó tan impaciente como un niño esperando su helado favorito.

—Si— dije sonriendo.

— ¿En serio? ¿Aceptas salir a cenar conmigo?— lo miré haciéndome la ofendida.

—Apenas me quedo libre y los lobos me acechan— me burlé, recordando el nombre de su pandilla, que estaba conformada por sus amigos y familiares.

—Es que yo soy rápido, veo la presa y salto sobre ella, no me ando con rodeos— rió. –Primero que nada… ¿Dónde dices que te metiste?— preguntó.

—Seattle. Un pueblito llamado Forks, allí vive mi abuelo. Estuve trabajando mientras me reponía de todo. Me fue bien pero no tanto como hoy— empecé a contarle.

—Tu hablas primero y luego yo ¿Vale? Porque te vas a morir con lo que tengo que decirte— eso me asustó un poco. No quería perder mi alegría así que le narré todo lo que pasó, desde la citación que me llegó a Forks, hasta el veredicto del juez, Jake disfrutó de cada palabra.

— ¿Entonces, recibiste indemnización porque a tu marido no se le para?— lo dijo de forma tan graciosa que no me ofendí por su falta de tacto.

—Si. 50 mil dólares— estaba feliz y Jake rió conmigo.

— ¿Qué vas a hacer con tantas cosas Bella? – preguntó aún sonriendo.

—Dudo mucho que pueda ver eso pronto. Mike va a apelar pero no dejaré que me deje sin mi indemnización que des interesadamente donaré para el tratamiento de la impotencia— Jake soltó otra risotada, varias personas voltearon a mirarnos.

—Esa es buena Bella. Eres increíble, en serio, la mujer más… linda que he conocido— me dijo entre risas. No puedo negar que me gustó el halago.

—Bien, ahora te toca a ti. Ya te dije todo lo que hice y lo que he vivido— me miró menos emocionado.

—Ya va. A ver, por dónde comienzo. Ya, el día que te dejé en el motel de la tía Sue. Edward vino a buscarme a la mecánica— me sobresalté. –Calma, no hablé con él esa vez. Sam lo hizo, Emily llegó después y se encerraron en su oficina. El pobre Cullen salió tan deprimido que parecía que se arrojaría a las ruedas del primer coche que pasara— así que Emily le había contado.

— ¿Cuándo hablaste con Edward?— le pregunté.

—Creo que una semana después. Fue al motel pero Leah lo corrió. Es que al motel llegaron también dos matones de esos que tu marido, perdón, ex marido, contrató. Fueron a buscarte dos días después que te fuiste y Leah casi los echa a golpes— me sorprendí la escuchar eso, pobre Sue, tantos problemas que le dí.

—Discúlpame con tu tía Jake, en verdad me siento fatal por todo lo que les hice pasar— se me caía la cara de vergüenza.

—No te preocupes, mi tía ni se enteró. Bueno, me encontré con Cullen allí, saliendo del motel. Le dije de todo, cobarde, idiota, cabezotas… y no se ofendió. Es que estaba deprimido todavía. Le conté cómo te rescaté de casa de tu marido, cómo huimos de los matones y te quedaste donde Emily. Y que luego te fuiste sin decir a dónde— se encogió de hombros.

Ya no se veía tan feliz, ni yo tampoco lo estaba. Así que Edward se enteró de la verdad y había estado buscándome. Lástima que para cuando se arrepintió de haberme echado yo ya estaba lejos.

—Hoy lo vi— confesé. No le había dicho a Jake todavía eso.

— ¿Viste a Cullen? ¿Dónde?— preguntó.

—Saliendo del juzgado, estaba abordando el taxi y lo escuché llamarme desde el tercer piso, donde fue la audiencia— Jake silbó.

—Sigue buscándote. ¿Qué vas a hacer? Ese tipo no va a parar hasta dar contigo. ¿Lo vas a perdonar?— me sorprendió escuchar eso.

— ¿Perdonar?— pregunté sin saber a qué se refería.

—Bella, yo estuve allí cuando te botó. Escuché cada palabra que te dijo y soporté todo tu llanto— me recordó.

Todo este tiempo había tratado de no recordar lo que pasó ese día. Concentrándome únicamente en recordar a Edward sonriente. Incluso quise bloquear los recuerdos de nosotros en la cama para quedarme únicamente con la nostalgia de su sonrisa. Escuchar hablar de la forma en que nos separamos me hizo daño. "No deseo saber más de ti. No te quiero. Vete" todavía retumbaba en mi cabeza.

Vaya que dolía. Jake tenía razón ¿Lo perdonaría por no querer siquiera oírme? Era raro pero dentro de mí no había ningún tipo de odio o resentimiento contra él. Sólo mucha tristeza.

—No sé. Quizás se canse de buscarme— traté de sonreír pero ya no pude.

—No se va a cansar, lo último que supe es que había contratado a alguien para buscarte— lo miré asombrada. ¿Buscarme? ¿Un investigador?

— ¿Qué? Espera… ¿Cómo supiste eso?— pregunté casi sabiendo su respuesta.

—Es que…— pareció abochornado. –Tanya me llamó un par de meses después. Tú sabes, tenemos nuestras debilidades— trató de defenderse.

— ¿Sigues con Tanya?— fue más un reproche que una pregunta.

—No. Ya no. Me buscó sólo para saber de ti, creía que yo sabía donde estabas— confesó.

— ¿Y para qué Tanya quería saber de mí?— le pregunté.

—Para nada bueno seguro, no tenía pinta que querer ayudar a su primo, debe ser que es muy curiosa— recordé entonces que la había visto en el aeropuerto.

—Me encontré con ella ayer, cuando llegué— le dije. –Tropecé con Tanya en el aeropuerto— Los ojos de mi amigo se abrieron de repente.

—Te apuesto que estaba con Cullen o por encargo de él— dijo muy seguro.

— ¿Tu crees? Pero entonces porqué no me dijo nada.

—Qué ilusa eres. Tú eres la competencia, estoy seguro que ella dice que le ayuda a buscarte y lo único que hace es entorpecerle todo. Si no la conociera— terminó su bebida.

—Jake… En la audiencia, escuché que Mike decía que Edward lo había golpeado ¿Sabes algo?— pregunté.

— ¿Que si sé? ¡Si salió en todos los periódicos! Ok exagero, sólo fue una nota pequeña en dos diarios— sonrió. –Tanya me contó. Fue en el edifico dónde vivías. Mike llegó a insultar a Edward, a reclamarle porque creía que te escapaste para ir con él. Le aventó unas fotos que les tomó ese otro conserje, un tal James, que trabajaba para tu ex esposo. Hasta habían fotos de nosotros, de esa vez que coincidimos en la farmacia, acá traigo una— sacó de su billetera un trozo de fotografía dónde estábamos los dos, en el preciso momento en que yo me estampé contra él. Recuerdo que me dolió la frente con el trompazo que me di.

— ¿James me seguía?— apenas me enteraba, ya me parecía raro ese hombre, tenía pinta de psicópata. Pero Mike era más detestable, con razón supo lo mío con Edward. –Y ¿Cómo es que tienes esa foto?— le pregunté a Jake.

—Tanya las tomó de Edward para reclamarme y pues yo me la quedé, la corté y sólo dejé esta parte, es que no tenía ninguna foto tuya y acá parece que estamos brazados— me sonrió. Lo miré molesta. –Ah por cierto, ese día se armó un escándalo en el edificio, Mike quería que echaran a Edward, ya imaginarás que pasó, si Cullen era el dueño del edificio, al final al que echaron fue a tu ex marido, golpeado y con vergüenza— Jake volvió a reír. Ya me imaginaba a Mike reclamando que despidieran a Edward. Pobre Mike, al final ya no le guardaba rencor, sólo me inspiraba lástima. Nunca pudo hacer nada bien.

La conversación fue muy divertida pero era hora de irme. No me había dado cuenta que pronto terminaría el día y apenas había probado bocado.

—Hazme un favor. Entrégale esto a Emily— dije sacando un fajo de billetes. No quería ir a visitarla. Prefería irme lo más rápido que pudiera.

—Otra vez te vas y no vamos a poder cenar— se quejó.

—Bueno, vamos a cenar pero yo invito. ¿Te molestaría que sea en el aeropuerto?— recordé que había un vuelo que salía a media noche para Seattle.

—Acepto— dijo feliz.

Me dejó en el hotel y fue a cambiarse. Reservé un boleto a la aerolínea por teléfono, hice mi maleta con algo de pena. Me hubiera gustado tanto poder conversar con Edward.

Jake pasó por mí dos horas después. Cenamos y me acompañó a abordar. Él me hacía sonreír, era un buen amigo.

—Búscame cuando regreses Bella, te acompañaré a donar los 50 mil dólares a la asociación de "pájaros caídos"— bromeó. Solté una carcajada al escucharlo. Jake era único.

—Te prometo que apenas tenga el dinero te busco— lo abracé. –Discúlpame con Emily y con Leah por todo— le di un beso en la mejilla y nos despedimos.

Abordé el avión satisfecha. El asunto que vine a resolver estaba terminado. Era libre, Isabella Swan otra vez.

Busqué mi lugar en el avión, esperaba que fuera un viaje rápido y estar en Forks mañana temprano. Debía hacer un trasbordo en Seattle y tomar una avioneta a Port Ángeles.

No le llamé al abuelo. Ni siquiera me compré un celular nuevo. Ojalá aquí me permitieran usar el teléfono del avión, todavía faltaba un poco para el despegue.

Busqué si tenía cambio, rebusqué mi bolso y al tratar de sacarlo el monedero se me fue de las manos. Suspiré ¿Algún día dejaré de ser tan torpe?

Me levanté tan rápido a recogerlo que no me fijé que alguien caminaba apresuradamente por el pasillo, me enredé con su abrigo y caímos estrepitosamente al piso.

¡Madre santa que vergüenza! Mis mejillas se encendieron, podía sentirlo.

Pero al tratar de incorporarme un olor demasiado conocido me envolvió. Ese aroma me era tan querido, cuántas veces me dejé seducir por él.

No podía moverme, quería creer que era Edward. Aunque tal vez sólo era el perfume que él usaba. Traté de levantarme pero unos brazos de atraparon.

—Soy muy feliz cada vez que caes sobre mí ¿Lo sabías?— elevé los ojos para encontrarme con dos luceros verdes, bajo unas hermosas pestañas.

Su cabello era el mismo rebelde de siempre, alborotado e indomable. Mis dedos querían tocarlos nuevamente, abrazarme a su espalda y hacer de cuenta que nunca nos separamos.

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