CAPÍTULO 19: LA VIDA TIENE SUS PROPIOS PLANES
Lloré casi todo el camino a la estación de televisión. No podía evitarlo, el desprecio de Edward me dolía en el alma. Jacob volteaba cada tanto a verme.
—E Bella, no sé cómo consolarte. Yo… se me parte el corazón ver llorar a una mujer, en serio— traté de contener un poco mis lágrimas.
—Lo… lo siento Jake— suspiré. –Es que, me siento tan mal.
—No lo imagino, a mí nunca me han botado así… ay, disculpa que burro soy— se disculpó.
—No hay cuidado, debo parecerte patética, ahora mismo quiero echarme a llorar unas cuantas horas— me soné la nariz y limpié mi rostro.
— ¿Horas? No entiendo como no se secan las mujeres de tanto llorar. Mi hermana Rachel era una llorona. Mamá decía que es sentimental— me sonrió.
— ¿Cuántos hermanos tienes Jake?— pregunté, quizás conversar con él me haga olvidar por un rato mi dolor.
—Dos hermanas, son gemelas. Una está casada con un amigo del taller, a ella la veo seguido, está esperando un bebé, voy a ser tío, no lo puedo creer. Y la otra se fue a Hawai, todavía estoy esperando que me envíe el pasaje que me prometió para ir a visitarla— sonrió. –Y tu Bella ¿Cuántos hermanos tienes?— parece que esta conversación de familia tampoco me iba a ayudar.
—Ninguno. Mamá murió cuando tenía 8 años y papá hace tres años. No tengo a nadie— casi empiezo a chillar otra vez.
—Ah, yo también soy huérfano— sonrió, como si encontrara eso divertido. –Tenemos algo en común— su forma de alentarme era un tanto floja.
—Lo siento por ti— dije.
—Ah no te preocupes, ya me acostumbré. Mamá murió en un accidente, papá quedó en silla de ruedas. Toda mi adolescencia tuve que encargarme de él, no me quejo del trabajo pero mi viejo quedó más muerto que vivo. Se deprimió tanto que un día no resistió y se fue— empezó a contarme su vida.
— ¿Se fue?— Jake sonrió por mi cara de duda.
—Como te digo para que no aparezca tan dramático. Acabó con su vida, eso es, el viejo se fue por cuenta propia— abrí los ojos sorprendida. Pobre chico y parece que con todos sus problemas es feliz.
—Debió ser duro para ti— le dije.
—Sí. Pero aprendí que la vida es corta y no sabemos cuánto tiempo tendremos a nuestro lado a los que amamos. Por eso vivo siempre sonriendo, soy un tipo feliz y sin problemas— encendió la radio y empezó a tararear la música.
—Me gustaría poder hacer eso— le confesé. –Dime ¿quién es Leah?— le había escuchado mencionar ese nombre hacía mucho rato.
— ¿La conoces?— me dijo algo asustado.
—No— sonreí. Había logrado quitarle su tan famosa alegría. –Tú la mencionaste cuando estábamos tomando la bebida. Dijiste que si querías insultos llamarías a Leah— Jake silbó.
—Oh, Leah es la persona más agria que conozco. Es la versión femenina de Cullen. Lo siento Bella, soy una bestia— la pequeña sonrisa que había logrado mostrar se hizo humo al oír el apellido de Edward.
—Continúa, sigue hablando, quiero pensar en otras cosas— lo animé.
—Ella era la novia de Sam, el dueño del taller. Es más, ese taller lo pusieron juntos. Iban a casarse, pero entonces apareció Emily— creo que un poco de chisme podría ayudarme. Le presté toda mi atención.
— ¿Quién es Emily?—
—Es la prima de Leah. Muy bonita, pero Sam se enamoró de ella porque es una dulzura de mujer. De esas que ya no hay, como las abuelitas. Cocina delicioso, hornea unos pasteles y hace unos dulces— dijo relamiéndose.
— ¿Y dejó a Leah por ella?—
—Sí. Ya te imaginarás como se puso Leah y toda su familia. Sam se casó con Emily y pidió un préstamo para devolver el dinero a Leah para que los dejaran en paz. Pero los bancos le sacaron los ojos a Sam y hace unos meses tuvo que pedir ayuda. A nosotros, su familia, todos tenemos participación en el taller, todos menos yo— dijo algo fastidiado.
— ¿Por qué?— pregunté.
—Porque todos aportaron, sus ahorros y su trabajo. Yo no tenía ahorros, solo trabajo, así que soy un empleado más— parecía resignado. No me había dado cuenta que llegamos, Jake detuvo el auto. Pero no estábamos delante de ningún estudio de televisión.
— ¿Dónde estamos?— me alarmé.
—En un callejón, en la parte trasera del estudio. No creerás que iba a estacionarme en frente del canal. Ya pasaron tres horas desde que salimos de tu casa, tu marido debe estar enterado. Si tienes una sola amiga es lógico que venga aquí a preguntar por ti— que precavido era.
—Rosalie no trabaja aquí, sino su novio… Emmett Cullen— confesé.
— ¿El hermano de Edward? No manches Bella. ¿Por qué no vamos de frente a la casa de tu amiga?— preguntó.
—Ella vive con Emmett. Él es buena persona, no me va a echar.
—Eso dices tú. Mira Bella, me marcharé tranquilo si te dejo en buenas manos. Quédate aquí un momento déjame ir a ver— salió del auto y esperé un buen rato. Me impacienté porque Jacob no llegaba. Salí de allí hasta la esquina, había un market. Entré y miré por la ventana. Había una patrulla enfrente de canal de televisión, varios hombres alrededor. Reconocí a Demetri entre ellos.
Mi corazón se disparó, no me perdonaría si atrapaban a Jake. Era mi culpa por inmiscuirlo en mis problemas. ¿Qué iba a hacer ahora? Tal vez si me entregaba y confesaba, dejaban ir a Jake. Pero Mike me tendría en su poder y me encerraría otra vez.
—Buuu— escuché detrás de mí. Sentí que me tomaban de la cintura. Pegué un grito. — ¡Calma!— Jake era quien me había asustado y se contenía para no reír.
—Idiota, me asustaste— le di un coscorrón. — ¿Por qué tardabas tanto?— pregunté.
—Estoy hace rato aquí, espiando igual que tu. ¿No me viste cuando entraste?—
—No. Tenía miedo.
—Debemos regresar al auto. Tu amiga ya no es una opción para que te quedes— me tomó de la mano y salimos detrás de un grupo de gente. Tomamos el camino hacia el callejón pero vimos un par de tipos altos allí. Dimos vuelta rápidamente y regresamos al market. Yo temblaba como una hoja.
—Bella ¿Tienes otro lugar a dónde ir?— preguntó.
—No. No sé qué hacer— otra vez las lágrimas llegaron. Todo en mi vida estaba jodido. Nada de esto hubiera pasado si no fuera tan débil. Me casé con un hombre que no conocía y me enamoré de otro que no confiaba en mí. Yo sola me había metido en este embrollo. Debía irme lejos de aquí, a un lugar donde nadie me encuentre para que todos se olviden de mí.
—Yo sé dónde puedes esconderte. Vamos a la guarida— caminamos varias calles, tomamos un autobús y media hora después llegamos a la salida de la ciudad.
— ¿Dónde estamos Jake?— le pregunté con miedo.
—No temas. Ven, ella va a cuidarte— Jake se veía muy feliz. Eso me daba confianza.
— ¿Ella?— pregunté.
—Emily. Vamos, ven— caminamos hasta llegar a una linda casita, parecía salida de un cuento. –Este… sólo una cosa… no las hagas sentir mal…— en el tono de su voz podía captar algo que no me había dicho y que era importante.
— ¿Cómo podría? Por lo que me has dicho, ella es una buena mujer.
—No es eso. Es que ella… hace un par de años sufrió un accidente. En el taller, una polea se rompió y pues… bueno ya vas a ver, no la mires feo— Jake me abrió la reja de enfrente. Saltó los dos escalones de la entrada y llamó a la puerta tocando cinco veces de un modo particular. Luego abrió la puerta y me invitó a pasar.
— ¡Emy!— gritó Jake a voz en cuello.
—Jake ¿Te mandó Sam?— una mujer muy bonita salió. Llevaba un gran delantal puesto. De pronto cuando giró su rostro para mirarme pude ver el motivo por el que Jake me advirtió. Grandes cicatrices surcaban su mejilla derecha.
—Emy, te presento a Bella— le sonreí.
— ¿Bella?— dijo mi nombre como si recordara algo.
—Hola. Mucho gusto, Jake me ha hablado de ti— le sonreí.
—Seguramente hasta te dijo como murió mi perro, Este Jake nunca se calla nada, un consejo, nunca le cuentes un secreto a este chico a menos que quieras que todo mundo lo sepa— miré a Jake asustada.
—Te doy mi palabra de lobo que no abriré la boca esta vez— me juró. –Emily, Bella está huyendo de su marido, la tenía encerrada... yo la rescaté— se pavoneó. Emily soltó una suave y dulce carcajada.
—Si claro, Jake el héroe— volvió a reírse. Pero cuando vio mi mortificado rostro se le fue la alegría. — ¿En serio Bella? ¿Estás huyendo?— preguntó.
—Sí. No tengo a dónde ir, no quiero molestar. Tengo que irme de esta ciudad cuanto antes, te prometo que no me quedo más de un día— con un movimiento me invitó a sentarme.
—Claro que te puedes quedar, no te preocupes, estarás a salvo aquí, ya ves que está lejos del centro de la ciudad. Espérame un momento, tengo que sacar unos pasteles. Regreso enseguida— salió rápidamente.
— ¿Ya ves que es un amor de mujer? Ay, ojalá yo encontrara una así, ya no las fabrican— suspiró.
—Sí, es muy linda. Gracias Jake— le sonreí.
—Bueno, yo debo ir a trabajar, antes le voy a llamar a Sam para decirle, no vaya a ser que le caiga la policía o peor, tu marido con sus matones— salió con su celular en la mano.
Miré a mí alrededor. Había muchas fotos de Emily al lado de un hombre alto y fornido, seguramente Sam. Me agradaba el ambiente cálido y hogareño. Cuando niña, teníamos una casita así. Sin lujos ni decoraciones refinadas. Pero era un hogar.
— ¿Jake se fue?— Emily regresó con dos vasos de refresco.
—Le he quitado mucho tiempo— me sentí mal por causar tantas molestias.
— ¿Tu eres Bella… de… Edward?— la miré sorprendida. ¿Acaso Jake también le fue con el chisme a Emily? Ese "amigo" me iba a oír.
— ¿Cómo sabes?... ¿Jake te dijo algo?— le pregunté.
—No. Fue Sam En realidad no me dijo eso exactamente, lo deduje. Escucho cosas aquí y allá, de los chicos, de Sam Todos somos como una gran familia y casi no nos guardamos secretos como podrás ver— me sonrió.
—Me doy cuenta. Si, Edward y yo manteníamos una relación. Pero yo estoy casada, mi marido se enteró y me encerró. Antes le hizo creer a Edward que sabía todo y que yo acostumbro… a… coleccionar amantes— sollocé. Por fin le contaba a alguien que ponía atención a lo que me pasaba.
—Tranquila. ¿Edward sabe que tu marido te encerró? ¿Sabe que estás aquí?— preguntó.
—No. Fui a buscarlo y me echó. No quiere verme, dijo que ya no me quiere— me limpié las lágrimas y ella me acercó una cajita de pañuelitos.
—Su orgullo malherido debe haberlo ofuscado. Los hombres reaccionan así. Tranquila, cuando sepa la verdad estoy segura que correrá a buscarte— me tranquilizó.
— ¿Tú conoces a Edward?— pregunté.
—Sí. Gracias a él estoy viva. Hace tiempo fui al taller a dejarles el almuerzo a los chicos. Sam trabajaba en un Jeep enorme del hermano de Edward. Una de las poleas que sostenía el capó cedió, Sam estaba debajo. ME acerqué demasiado y parte de la carrocería me dio en la cara. Edward estaba allí, me subió en su auto y me llevó al hospital donde trabaja su papá. Mi rostro estaba destrozado, me hicieron varias cirugías. Aún sigo en tratamiento. Pero en ese entonces no nos iba bien en el negocio, Edward amablemente nos prestó el dinero para cubrir los costos— Emily hablaba de él como si le tuviera gran cariño. Creo que nadie que conozca verdaderamente a Edward podría pensar que es una mala persona.
—No lo sabía— le contesté. No sabía tantas cosas de Edward. Creo que conocía más su cuerpo que sus sentimientos.
—Porque Edward no se vanagloria de sus buenos actos—
—Pero tampoco confió en mí. Yo no sabía por ejemplo que él era dueño del edifico donde vivía. Siempre pensé que era un conserje— me dolía mucho que a pesar de decirme tantas veces que me amaba no hubiera confiado en mí.
—Habrá tenido sus razones.
—Y no quiso contarme el problema de Jake y su prima Tanya— tal vez Edward en realidad no pensaba que lo nuestro fuera a ser algo duradero. Me mantenía al margen de sus cosas.
— ¿No te parece que los problemas personales deben tratarse con mucha discreción? No es de caballeros ventila la vida intima de los demás— Emily tener mucha confianza en Edward. Más que yo.
— ¿Entonces no crees que él quiso tener simplemente una aventura conmigo? ¿Por eso ya no quiere verme, ni me quiere cerca?
—Claro que no. Él no actuaría de ese modo. Edward es una persona singular. Es bueno, algo muy raro de encontrar.
—Pero con Jake se porta de un modo terrible. Lo odia.
—Jake y él no se llevan porque Black es muy inmaduro todavía. Al lado de Edward Jake es un cachorro— Emily no se veía mayor que yo pero parecía tener una gran sabiduría. Ahora entendía lo que Jake dijo de ella. Que era una mujer como las que ya no hay.
— ¿No te traerá problemas que me quede aquí?— le pregunté.
—Claro que no. Hablaré con Sam Él entenderá— me sonrió.
—No será mucho tiempo. Sólo necesito reunir algo de dinero para regresar a Philadelfia. Tengo una departamento que era de mi padre, podré vivir allí.
Pasé el resto del día ayudando a Emily a hornear, a hacer conserva y a limpiar. Ella vendía lo que preparaba a un supermercado, tenía bastantes pedidos. Me di cuenta porque cuando probé uno de sus pastelillos.
Pronto el día se fue y tuve una extraña sensación, Sam no volvía, Emily también estaba algo extraña, cada tanto corría a la puerta.
—Bella, Sam no regresa, tiene el celular apagado, hace dos horas debía estar aquí, él no es de los que se van sin avisar. Algo le ha pasado. Sólo por si acaso, ten este dinero. No te preocupes, eres mi amiga ahora y debes aceptarlo, ya me lo devolverás más adelante— me sonrió. Pero podía ver que seguía intranquila.
— ¿Quieres que me vaya?— pregunté.
—Claro que no pero tengo un presentimiento. Aquí tienes la llave de mi auto. Es algo viejo pero podrá sacarte de aquí hasta la estación o al otro Estado. Los papeles están en la guantera. El tanque está casi lleno. Escúchame, no es seguro para ti quedarte esta noche— me alarmé, imaginé que en cualquier momento Mike y varios hombres armados entrarían por esa puerta. El sólo pensar en eso me hacía temblar.
— ¿Qué rumbo tomo?— pregunté, mientras caminábamos hacia su auto.
—A la derecha. A cinco kilómetros hay un motel. Puedes pasar la noche allí, es de mi tía Sue. Llamaré para avisarle. No le diré a nadie más que vas para allá— me alcanzó un paquete dónde habían varios pasteles. Subí al auto y salí. Estaba tan asustada que quería correr y sobrepasar el límite de velocidad pero me contuve porque podría seguirme la policía y yo no tenía documentos propios.
Llegué en pocos minutos, ya era de noche. Me estacioné, fuera había un jovencito que lanzaba una pelota al aro. Al ver el auto corrió hacia mí.
—Emy, Emy— se detuvo en seco cuando me vio bajar del auto.
—Hola— le sonreí. –Emily me envió. Soy Bella— lo saludé.
—Hola soy Seth— me dio la mano.
—Estoy buscando a la señora Sue, voy a quedarme aquí esta noche— dije tímidamente.
—Mi mamá está adentro. Ven yo te llevo, debes ser una buena amiga de Emily— entramos por otra puerta, no por el acceso principal del motel.
— ¿A qué te dedicas Bella?— preguntó Seth.
—Soy diseñadora de interiores— respondí.
— ¿Diseñadora de interiores? ¿Eso para qué sirve?— me preguntó.
—Casi para nada— escuché una voz detrás de nosotros. Una joven de morena y de cabellos cortos estaba mirándonos. –Contratamos a un diseñador el año pasado, dinero tirado— me miró de arriba abajo con desconfianza.
—Ella es mi hermana Leah. Leah, ella es Bella, es amiga de Emily— así que ella era la famosa Leah. Según Jake era la persona más agria que conocía. Su rostro tenso evidenciaba que tenía muy poca práctica para sonreír.
—Hola— le dije apenas. Me miró con desprecio.
—Si eres amiga de esa, mejor mantente lejos de mí— nos dio la espalda y se marchó.
—No le hagas caso, siempre está de mal humor. ¡Mamá! ¡Mami hay visita!— una mujer también de piel oscura salió a recibirnos.
—Debes ser Bella. Emily me llamó. Seth, ve a estacionar el auto tu prima dentro de la casa— le di la llave y Seth salió corriendo muy contento.
—Mucho gusto señora. Sólo me quedaré esta noche— le sonreí.
—Quédate cuanto quieras, aquí estarás bien. Incluso si vinieran a buscarte tengo dónde esconderte y mis muchachos te pueden proteger— me llevó a la cocina y sirvió un humeante plato. Olía bien.
— ¿Tiene varios hijos?— pregunté.
—Sólo Leah y Seth. Pero considero mis hijos a todos los demás. Los hijos de mis hermanos y mis primos— me alcanzó un trozo de pan. Comí con avidez, me alegraba tener compañía, al menos así no recordaba mi problema.
— ¿Leah le contó?— pregunté con algo de temor.
—Sólo me dijo que estás huyendo de tu marido. Yo sé cómo es eso mi amor, he visto en toda mi vida cientos de casos. Jovencitas ingenuas como tú que se casan por amor y terminan viviendo con mounstros. Hiciste bien en abandonarlo ¿Te pegaba?— preguntó.
—No. Pero me encerró y no me dejaba salir, ahora debe buscarme con esos matones que contrató— pensar en eso me daba miedo. Me sentía tan insegura.
—Tranquila. Te preparé una habitación arriba junto a las nuestras— me alcanzó una bata para dormir. Me duché y me metí a la cama. Quería llamar a Jake, a Emily o a Rosalie para saber si Mike me estaba buscando, si los había amenazado o peor si los lastimó.
—
Desperté porque alguien corrió las cortinas de la ventana, el sol me dio de lleno en la cara, ya debía ser tarde, espero que la señora Sue no piense que soy dormilona.
—Mamá dice que bajes a desayunar— era Leah. Apenas me miró.
Bajé lo más rápido que pude, Jake me esperaba en la cocina.
—Ey Bella ¿Qué tal dormiste?— preguntó.
—Bien, ¿Qué pasó? Pensé que…— empecé a hablar atropelladamente.
—Tranquis… no pasó nada. Al menos a mí. La policía llegó ayer al taller. Tu marido me demandó por secuestro— soltó una carcajada.
— ¿En serio?— casi grité. Estaba indignada.
—Sí. Yo por supuesto no di la cara, Sam les dijo que no fui a trabajar. Pero al rato llegaron esos tipos, los matones de tu marido, quiseron revisar el taller a la fuerza— a Jake todo esto parecía divertirlo mucho.
— ¿Quisieron?
—Les dimos su merecido, ya estábamos preparados. Se armó tal alboroto que llegaron hasta los noticieros— me asusté mucho.
— ¿Alguien salió lastimado?— pregunté espantada.
—Claro. Los molimos a golpes. La policía se los llevó, estoy seguro que van a cantar— me quitaba un peso de encima.
—Así que por tu culpa fue todo ese lío. Debes estar contenta, salió en el periódico de hoy— Leah me aventó un diario. Lo tomé para leerlo. –Página tres, la de policiales— se fue muy molesta.
—Caray, allí estamos nosotros— Jake estaba tan feliz que parecía que hubiera ganado un premio.
— ¿Qué hace el auto de Edward allí?— mi corazón dio un vuelco al ver el volvo plateado detrás de la imagen de tres hombres esposados.
—Calma. Cullen apareció por allí cuando la policía llegó. Después del escándalo ya no estaba. Seguramente fue a buscarme, no lo sé— se cruzó de brazos.
—Bueno. Espero que esos tipos confiesen. Creo que debería ir a la policía a decirles que no me has secuestrado, antes de irme de aquí— anoche había tenido tiempo de pensar. Lo mejor era irme. Poner tiempo y distancia de por medio de todos estos problemas. Y aunque me duela, también de Edward.
— ¿Siempre sí te vas? Qué pena— dijo terminando su jugo.
—Sí. Es lo mejor.
Jake se marchó a trabajar. A pesar de todo, la vida seguía su ritmo. Y yo debía seguir también. Si vivía con miedo, nunca volvería a ser libre. Me armé de valor, sabía que podía encontrarme a Mike pero si él estaba sólo no me podría hacer daño.
Fui a la policía a declarar. Liberé a Jake de toda culpa, levanté una demanda contra mi esposo por mantenerme cautiva y dejé un atestado de abandono por agresión. Con eso esperaba no tener problemas para obtener el divorcio.
Luego, tramité un documento de identidad provisional, regresé al motel de Sue para despedirme. Ella trató de convencerme que me quedara. Pero yo no tenía lugar aquí.
Antes de marcharme pasé por la casa de Emily pero había salido. Le dejé su auto, ya le debía bastante con lo que me prestó en efectivo. Apenas pueda trabajar y reunir el dinero, se lo enviaría.
Pedí un taxi al aeropuerto. Me apenaba no poder despedirme de Rose, pero si hablaba con ella le confesaría a dónde iba. Y no quería que nadie lo supiera.
Pensaba al principio ir a Philadelfia pero cambié de idea. Tomé un avión esa misma tarde, con el corazón triste y apesadumbrado. No debía olvidar que a pesar de todo y en medio de tanto sinsabor fui inmensamente feliz el tiempo que duró lo mío con Edward. Incluso había llegado a creer que duraría para siempre, que envejeceríamos juntos el uno al lado del otro.
Pero la vida tiene sus propios planes y no nos consulta si estamos de acuerdo.
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