El día llego, mis padres no salieron de casa y se pusieron a dormir, por lo que junto con el pequeño salí de casa solamente para ir al colegio sin hablar con nadie mas, ni siquiera me moleste en saludar a los chicos, me importaba poco si me hablan o no, no quería que vieran al muñeco pues decía que le molestaba que estén criticándolo a sus espaldas, en toda la clase no respondí cuando me preguntaban por el, en receso solo iba a zonas apartadas para hablar con el.

Así pasaron los días hasta que ya no suele importarme más nada que mi pequeño conejo, deje a mis amigos de lado y al resto de todos para estar con el, mis padres no aprobaron esto e intentaron llevarme a un psicólogo para buscarles ayuda, que bueno que me encargue de ello yo mismo sino de lo contrario no volvería a verlo nunca más, entonces antes de que mis padres regresaran en el primer día tras preguntarme por el señor solo en acorte de hombros.

"No lo se, no ha salido del baño."

Eso me hizo regresar a casa, me la pase encerrado en mi habitación, no me gustaba mucho salir ni aunque mis molestos padres me lo pidieran, no quiero alejarme mucho tiempo del pequeño pues algo podría suceder le o estaría demasiado solo para ponerse muy asustado... Que suerte, que he aprendido a llevar esto con mis propias manos, hasta entonces mi casa, no, nuestra casa, esta solamente apta para los dos solamente, recuperando el tiempo que se ha perdido... No puedo hablar con nadie, no puedo salir, no puedo siquiera tan solo soltar al peluche porque seguramente se asustara y se pondrá en contra de todo lo que le este causando tanto miedo... Eso me incluye... Por eso me tengo al tanto y eliminare a quienes osen a dañarle.