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Capitulo 9


"¿Vanessa?" dijo Ash mientras entraba al living, buscando desesperadamente por todos lados. Miró arriba, abajo, y alrededor del lugar, intentando encontrar aunque sea un rastro de la vaporeon. Después de que él y Aria vinieran a avisarle que iban a estar fuera un rato, se dieron cuenta de que no estaba en ningún lado de la casa.

No estaba en el baño, en ninguno de los cuartos ni en el depósito. No tenían patio, y con la herida que tenía, era imposible que hubiera salido. Tendría que haber estado acostada descansando, o al menos haciendo algo tranquilo adentro. Pero no había ni una sola señal de dónde se podría haber metido.

"A-Aria, no puedo encontrar a Vanessa. ¡Revisé toda la casa y no hay nada!" dijo Ash, cada vez más ansioso.

Aria, que estaba esperando en la entrada sentada en los escalones, lo miró con una ceja levantada y las patas en la cintura, impasible.

"¿No se te ocurrió pensar que capaz está, no sé, afuera, boludeando como cualquier otro Pokémon? Ya sé que no es la más sociable, pero por ahí..."

"¡No! ¡No entendés!" lo interrumpió Ash, claramente alterado. "¿Te acordás que te dije que estaba herida? ¡Es como 'no salgas de casa' herida! Como 'quedate en la cama y tomá medicamentos' herida."

Aria, aunque seguía intentando mantener la calma, sintió que el comentario la sacudió un poco. Sin embargo, como siempre, se esforzó en no perder la compostura, a pesar de que Ash la interrumpiera, lo cual le rompía las pelotas a más no poder.

"¿Y por qué no me la trajiste si estaba tan mal?" preguntó, tratando de no alzar la voz. "Me dijiste que se había lastimado, pero si era tan grave…"

"No sé… estaba tan hecho mierda que dije 'lo hago después', y después me metí en este quilombo del jolteon y se me pasó completamente…"

Antes de que Ash pudiera terminar, Aria le puso una pata en la boca para callarlo. Sus ojos celestes, ahora más serios que nunca, se clavaron en los ojos azul oscuro de Ash. Él cerró la boca al instante, casi por instinto, cruzando los ojos para mirar la pata de Aria mientras ella la retiraba lentamente y respiraba hondo.

"Escuchame bien, Ash. Siempre que uno de ustedes esté herido, vení a buscarme. ¿Entendiste? No importa si es en medio de la noche o si estoy de mal humor, siempre voy a hacer tiempo para ustedes dos. Además, no cuidar a tu hermana porque estabas cansado te hace quedar como un pelotudo, ¿sabías?"

Ash asintió lentamente, sin poder despegar la mirada de los ojos de Aria, sintiendo cómo la culpa lo aplastaba. Y sí, ahora que lo pensaba, quedaba para el culo. Pero en su momento, Vanessa no parecía necesitar ayuda urgente. Igual, eso no cambiaba el hecho de que podría haber tomado mejores decisiones, y eso le pesaba.

"Bueno, volviendo al tema. Si tu hermana está desaparecida, ¿a dónde iría?"

Ash inhaló profundamente, tratando de despejar su mente nublada mientras exprimía lo poco que le quedaba de cerebro para pensar. Aria casi podía escuchar los engranajes oxidados girando en su cabeza hasta que, de repente, sus ojos brillaron. Recordó un lugar. No estaba seguro de cuánto tiempo pasaba Vanessa ahí, pero era lo único que tenía.

"Bueno… hay un estanque en el bosque al que le gusta ir. Nadie más va para allá, así que tiene privacidad. Además, hay una cueva cerca por si necesita esconderse o pasar la noche si se complica todo."

Aria movió la cola, asintiendo con la cabeza mientras procesaba la información. Ella no sabía dónde estaba ese lugar, así que Ash tendría que guiarla. Cerraron la casa y, sin perder tiempo, salieron hacia la entrada del bosque, con la esperanza de que Ash tuviera razón, aunque la preocupación no dejaba de rondarlos.

No llegaron muy lejos. Apenas el portón estuvo a la vista, para su sorpresa, vieron a Vanessa corriendo hacia ellos con una bolsa enorme al hombro. La cara de Ash se iluminó de alegría, y enseguida quiso salir corriendo a llamarla, pero Aria lo frenó, cubriéndole la boca y reteniéndolo con sus patas.

Ash la miró con cara de pocos amigos, listo para decirle algo, pero Aria lo calló de nuevo poniéndole la pata en la boca. Después, le señaló con la otra en dirección hacia donde Vanessa estaba corriendo.

Cuando Ash miró, vio que su hermana iba directo hacia otro Pokémon. De hecho, justo hacia el jolteon que ellos dos iban a buscar antes de darse cuenta de que Vanessa no estaba en casa. El jolteon, con su guitarra colgando en la espalda, acababa de salir de su guarida y miraba a Vanessa mientras ella corría hacia él, acercándose con algo de duda.

...

Tempest saludó a los dos guardias que estaban en la entrada al pasar, y ellos le devolvieron el gesto con un leve movimiento de cabeza. El floatzel todavía no parecía tenerle mucha onda, pero al menos ya no era deliberadamente forro con él, lo cual Tempest consideraba un avance.

Había vuelto al pueblo después de tomarse un rato a la mañana para despejarse y calmar los nervios. Lo había despertado de forma bastante brusca una pesadilla que lo dejó sacudido. Así que decidió ir hasta un claro para estar un rato solo y tocar algo de música. Eso realmente le había hecho bien.

Ahora, Tempest caminaba hacia su guarida con una sonrisa y un paso más ligero. Abrió la puerta de un empujón, respirando hondo una vez dentro. El lugar tenía un agradable aroma a madera fresca.

No estaba seguro de cuánto tiempo había estado afuera, pero todavía faltaba para la tarde, así que tenía un buen rato de luz por delante para hacer… lo que fuera, realmente. Ese era el problema: no tenía idea de qué hacer. Apenas conocía una parte del pueblo.

Pensó que quizás hoy sería un buen día para explorar las instalaciones de Moonshine, ya que planeaba quedarse ahí por un tiempo. Todavía quería recorrer el mundo, pero antes era mejor ubicarse y tener un punto de partida.

Se sentía emocionado al imaginarse caminando por el lugar y explorando, lo cual a otros les parecería raro. Los puestos de venta, los Pokémon paseando, el bullicio de las conversaciones… a muchos les parecería monótono o incluso molesto, pero para Tempest era nostálgico. Le daba una sensación de hogar que casi le resultaba ajena.

Siguiendo su impulso, Tempest fue directo a la puerta de su guarida con el pecho lleno de entusiasmo, pero lo agarró por sorpresa el rugido de su estómago. El hambre le pegó como un puñal, recordándole que no había comido nada en todo el día. Probablemente también tenía pinta de desastre después de caminar por el bosque.

"Ugh… supongo que necesito desayuno y una ducha…" gruñó para sí mismo.

De mala gana, Tempest fue al baño, decidido a probar su nueva ducha. Era bastante impaciente, así que se apuró un poco, pero quedó conforme con el resultado. Su pelaje quedó suave y liso, y las púas mucho menos ásperas gracias a los productos básicos que ya estaban en el baño, aparentemente como regalo de bienvenida.

A pesar de las ganas que tenía, Tempest había pasado un buen rato intentando descifrar cómo funcionaba la ducha, y para cuando terminó, el sol ya estaba bien alto. Refunfuñó para sí mismo, pero su estómago rugió todavía más fuerte, como si le estuviera respondiendo, exigiéndole que se apurara.

Salió del baño y fue directo al depósito, buscando algo que pudiera servirle de comida. Pero, claro... estaba completamente vacío.

"Y sí, obvio... Si no puse nada acá. No sé qué mierda esperaba. Lo único que tengo para comer está en mi mochila... ahora, ¿dónde la metí?" gruñó.

Se dirigió al lugar donde había dejado su guitarra al entrar, pensando que probablemente su mochila estaría ahí. Pero no. Y cada vez se sentía más frustrado con todo el tiempo que estaba perdiendo en estas pavadas, desperdiciando las horas que tanto valoraba.

Buscó por todos lados, en estantes, mesas, su mesa de noche, apoyada contra algún mueble, o en el sillón... nada.

"No tengo idea de dónde carajo está… Lo último que recuerdo es haberla tenido en el estanque. ¡La puta madre, ¿¡la dejé ahí?!" exclamó, golpeando una mesa con la pata.

Cuanto más lo pensaba, más dudas le surgían. La única manera de saberlo era volver al estanque y rezar para que estuviera ahí. Si no estaba, ya no sabría qué hacer. Esa mochila, y sobre todo lo que llevaba adentro, era demasiado importante para él.

Rápidamente se colgó la guitarra otra vez, revisó una última vez la sala principal de su guarida, esperando que su tesoro apareciera de la nada y le ahorrara el viaje. Pero, para su decepción, no había ni rastro de la mochila.

Suspirando para sí mismo, con su pelaje empezando a chisporrotear por la mezcla de frustración y preocupación, abrió la puerta de un tirón y se aseguró de cerrarla bien antes de empezar a caminar hacia la entrada del pueblo, listo para correr hasta el estanque si hacía falta.

Pero para su absoluta sorpresa, apenas dio un paso, vio a un Pokémon que jamás pensó volver a ver. Era esa vaporeon, o... al menos creía que era ella. Si este era un pueblo acuático, podría haber fácilmente uno o dos vaporeon entre sus habitantes.

No, no había dudas. Esos ojos enormes e inocentes eran inconfundibles: un amarillo eléctrico que casi chisporroteaba como su propia electricidad. Aunque solo los había visto una vez, no podía olvidarlos. Además, todavía tenía el parche de hojas en su torso. Se alegró de ver que no tenía problemas para moverse. Y no solo eso, la vaporeon lo estaba mirando directamente, y sobre su hombro llevaba la mismísima mochila por la que él tanto se estaba volviendo loco.

Se quedó helado. Al principio, estaba por correr hacia ella, pero se detuvo, pensando mejor las cosas. Aunque la reconociera, no podía actuar como si la conociera. Recordó lo nerviosa que había estado la última vez que lo vio y no quería volver a asustarla, especialmente ahora, estando en un lugar donde todos miraban. Eso solo traería problemas.

Aun así, Tempest dio unos pasos hacia adelante, observándola mientras ella trotaba a través del portón, sus patas golpeando torpemente el camino de ladrillos mientras cargaba la mochila hacia él. Tempest no pudo evitar sonreír al verla. Había algo gracioso en cómo la llevaba; era un poco grande para su cuerpo más pequeño, y esa imagen lo hizo sentirse un poco más tranquilo.

"¿E-esperá... por qué carajo la tiene ella?" murmuró Tempest, confundido.

La vaporeon aminoró el paso a medida que se acercaba, primero trotando, después caminando lentamente, hasta que finalmente ambos se detuvieron a apenas unos metros de distancia. Tempest se quedó mirándola, medio incómodo, esperando que ella dijera algo o hiciera algún movimiento. La vaporeon parecía un poco agitada, inclinada hacia adelante mientras intentaba recuperar el aliento, aunque hacía lo posible por disimularlo.

Vanessa levantó la vista hacia el jolteon, sintiendo que los nervios le quemaban por dentro. Parte de ella estaba contenta, re contenta. No lo podía creer: había tenido suerte. Justo al cruzar las puertas del pueblo, lo había visto, ahorrándose el quilombo de tener que buscarlo para devolverle la mochila y agradecerle.

Pero la otra parte de Vanessa estaba cagada de miedo. Aunque ya se habían cruzado antes, realmente no conocía a ese Pokémon. Solo sabía que había sido bueno con ella, pero incluso eso podría haber sido una fachada. Aun así, ya no podía echarse atrás; estaban cara a cara, y sentía que se estaba convirtiendo en un manojo de nervios.

"E-este... vos sos... ese j-jolteon... ¿te a-acordás de mí...?" balbuceó, con un tono tembloroso.

Tempest asintió despacio, asegurándose de mantener cierta distancia para no intimidarla sin querer. Casi podía sentir los nervios que irradiaba mientras ella se movía inquieta, cambiando de postura una y otra vez, todavía sosteniendo su mochila.

"B-bueno, yo... yo fui a ese estanque, a-al bosque, y e-encontré esta m-mochila... y l-la reconocí, y q-quise devolvértela, porque e-escuché que un jolteon se había mudado acá, y pensé que d-debía ser tuya..."

Tempest la escuchó con paciencia, notando cómo Vanessa tomaba aire de manera frenética entre palabra y palabra. Su voz era suave, aunque claramente estaba haciendo un esfuerzo por mantenerse tranquila. Sonrió al escuchar que había querido hacer algo bueno por él, lo que le ayudó a relajarse un poco. Tal vez no era tan intimidante después de todo.

"De hecho, justo iba a salir a buscar esa mochila, así que me acabás de alegrar el día al encontrarla. Y no tenía idea de que vivías acá, así que es una linda sorpresa verte otra vez. Parece que tu herida está mejorando, ¿no?"

Vanessa asintió, una tímida sonrisa asomando en su cara mientras lo miraba. Sus mejillas se ruborizaron levemente. Estaba muy feliz de escuchar que había podido ayudar a su misterioso salvador, que ya no parecía tan misterioso. Ahora que lo miraba de frente, simplemente se veía como un Pokémon común, genuinamente amable.

"S-sí... e-este... yo quería agradecerte... por salvarme la vida. N-no sé bien qué podría hacer para... para devolverte el favor, pero... t-te debo un montón..." dijo, su voz temblando mientras bajaba la mirada.

Parecía que ninguno de los dos había olvidado al otro. Tempest sonrió aún más amplio, soltando una risita nerviosa. Podía sentir cómo sus propias mejillas se calentaban, sin saber bien cómo manejar el agradecimiento. Comenzó a moverse incómodo, tratando de procesar esa felicidad inesperada.

"No podría pedirte nada, no hace falta que me agradezcas así. Me basta con saber que estás bien. Me habría torturado si no lo hubieras logrado."

Ambos charlaron un rato, intercambiando palabras mientras sus ojos brillaban. Finalmente, podían conocerse de verdad, aunque estaban siendo observados desde lejos. Un flareon y un espeon los espiaban curiosos, asomándose desde un callejón entre las guaridas.

Eventualmente, la conversación llegó a una pausa incómoda cuando se quedaron sin temas de qué hablar. La atención de Tempest cambió rápidamente hacia la mochila que colgaba del hombro de Vanessa. Ella siguió su mirada y abrió los ojos de par en par al recordar el motivo principal por el que había buscado al jolteon en primer lugar.

Rápidamente intentó disimular su vergüenza mientras luchaba por levantar la correa de la mochila y pasarla por encima de su cabeza. El peso parecía ser un poco difícil de manejar para ella, pero igual logró quitársela y sostenerla entre sus patas. Luego levantó la vista hacia Tempest, todavía algo nerviosa.

"E-este... eh... creo que debería d-devolvértela... p-perdón por hacerte perder el tiempo así..." murmuró Vanessa, nerviosa

Tempest negó con la cabeza mientras soltaba una risa suave, dedicándole una sonrisa cálida.

"¿De qué hablás? Me encantó cada
minuto de esto. Aunque sí, agradecería que me devolvieras la mochila"

Vanessa extendió los brazos, sosteniendo la mochila para entregársela. Tempest se acercó para
tomarla, pero, sin querer, rozó su pata con la de ella al intentar levantarla. Su pelaje, cargado de electricidad estática por sus emociones revueltas, le dio un pequeño chispazo a la vaporeon. Ella retiró la pata de golpe, dejando escapar un gritito de sorpresa mientras retrocedía, casi soltando la mochila.

Tempest la agarró antes de que cayera pero no le prestó mucha atención. Su foco estaba completamente en Vanessa maldiciéndose mentalmente por no haber sido más cuidadoso. Debería haber sabido que algo así podría volver a pasar si la tocaba sin pensarlo. Su pelaje comenzó a chispear más con electricidad mientras sus emociones se descontrolaban. Temeroso de que ella saliera corriendo otra vez, rápidamente trató de calmarla

"P-perdón, ¡re perdón! ¿Estás bien? No quise hacerlo, e-es algo que pasa a veces si no presto atención.... mi pelaje, este.. se carga de electricidad sin que me dé cuenta..."

Vanessa se quedó mirándolo en silencio mientras contenía el aliento. Bajó la mirada hacia su pata, procesando lo que acababa de pasar. No veía ninguna herida, ni siquiera le dolía. El shock inicial no había sido nada más que inesperado, solo la había asustado. Además, el jolteon parecía realmente preocupado, preguntándole una y otra vez si estaba bien. Finalmente, exhaló y asintió, aunque todavía temblaba un poco por el susto.

Tempest estaba a punto de soltar un
suspiro de alivio cuando escuchó un
grito. Giró rápidamente la cabeza hacia su izquierda, solo para encontrarse con la mirada encendida de un flareon que volaba hacia él, con las patas envueltas en llamas y los colmillos al descubierto
rugiendo con furia.

"¡¡HIJO DE PUTA!!"

Ash estaba fuera de sí. Incluso Aria
parecía molesta. Había visto a Su
hermana retroceder, gritar como si le hubieran hecho dao, y su visión se
volvió completamente roja. Lo que pasó después fue un borrón; lo único que le importaba era proteger a su hermana y hacer pagar al culpable

Se lanzó hacia adelante con un golpe
listo, apuntando directo a la cabeza del jolteon, pero había sido demasiado ruidoso, alertando a su objetivo. Tempest soltó la mochila y se inclinó hacia atrás justo a tiempo para esquivar la pata ardiente del flareon, que pasó a centímetros de su cara.

Tempest dio un par de pasos atrás
mientras el flareon se recuperaba de su ataque fallido, ahora parado justo donde él estaba hace unos segundos. Parecía que estaba a punto de explotar, con las venas marcándosele en el rostro. La tensión en el aire era sofocante, como si todo a su alrededor estuviera a punto de estallar. Además, la temperatura subía con cada segundo que pasaba, producto
de las emociones descontroladas del
flareon. Cada respiración que exhalaba provocaba que su cuerpo emitiera olas de calor.

"Ehm... yo... ¿perdón? ¿Te conozco...?" preguntó Tempest, todavía confundido.

El flareon abrió su postura mientras las llamas envolvían sus patas nuevamente dejando claro que estaba en modo defensivo, pero listo para atacar si Tempest hacía un movimiento en falso. Lo que Tempest no entendía era por qué lo estaban atacando de repente

"¡Vas a desear no haberlo hecho nunca cuando termine con vos! iNo te vas volver a acercar a mi hermana ni a lastimar a nadie más en tu vida!" rugió el flareon, lleno de furia.

De repente, a Tempest le hizo click en la cabeza lo que estaba pasando, y empezó a mover la cabeza rápidamente, como si quisiera sacarse el pensamiento de encima. Vanessa también se dio cuenta al mismo tiempo, pero estaba totalmente inmóvil, salvo por el temblor que no paraba de sacudirla, abrumada por todo lo que estaba pasando. Además, había levantado la mochila del jolteon del suelo para evitar que la pisaran. Hacía mucho, pero mucho tiempo que no veía a su hermano de esa forma.

"¡E-Espera, Ash, no...!"

Vanessa fue interrumpida cuando Aria de repente la abrazó y la tiró para alejarla de la escena, acariciándole la cabeza como si intentara calmarla, pero no servía de nada.

"No te preocupes, V, Ashie y yo lo tenemos controlado, ¿dale?"

Vanessa negó con la cabeza, abriendo la boca para hablar, pero Aria ya estaba caminando hacia su compañero furioso, la gema roja en la cabeza de la espeon brillando con intensidad, y sus ojos también brillando un poquito, aunque costaba ver bien por el sol. Tempest, por su parte, seguía más confundido que otra cosa, mirando a la espeon que ahora se había unido a su otro atacante.

"¿Le hiciste algo a tu hermana? ¿A-esa vaporeon?"

Antes de que pudiera responder como se debía, el flareon ya estaba cargando de nuevo, las llamas que lo rodeaban se alargaban para crear una especie de escudo que cubría todo su cuerpo, lanzándose hacia él a una velocidad impresionante que casi lo agarra desprevenido.

"¡No me hagas el boludo! ¡Te vi hacerlo!"

Pero Tempest era más rápido. Se movió justo a un lado de la carga de fuego en el último segundo, sintiendo cómo las llamas rozaban las puntas de su pelaje.

Sin embargo, no tuvo tiempo para descansar. Antes de siquiera mirar para ver qué le había pasado al flareon, sintió un dolor insoportable en el hombro, como si le hubieran pegado con un mazo gigante. Miró hacia un costado justo a tiempo para ver cómo una piedra caía al suelo con un crujido, rodeada de una energía rosa que se desintegraba hasta desaparecer.

"La puta madre, ¿eso lo tiraron con un ataque psíquico?"

No le costó mucho conectar los puntos cuando volvió a mirar a la espeon, que estaba justo entre él y la vaporeon. El flareon ya estaba atrás de él, y lo más probable es que lo atacaran desde los dos lados, lo que aumentaba su desventaja de manera drástica.

"Escuchame, no sé de qué estás hablando, no se me ocurriría lastimar a esa vaporeon ni a nadie, ¡ni sé de dónde sacaste todo esto!"

Lo único que Tempest escuchó fue un desprecio detrás de él. No importaba lo que dijera, no lo iban a creer en ese estado; sus emociones estaban fuera de control. Miró a la vaporeon, viéndola intentar llamar la atención de la espeon, pero no había caso. Al menos parecía que ella también entendía que todo esto era un malentendido.

Lo único que podía hacer ahora era intentar desgastarlos. Normalmente, se habría defendido, pero la situación estaba complicada. Si contraatacaba, con su tipo y los Pokémon de Moonshine, lo más probable es que pareciera que él había empezado todo ese lío. Además, realmente no quería lastimar a esos Pokémon si estaban cerca de la vaporeon.

Tempest escuchó un pisotón detrás de él, sus orejas se movieron como alerta mientras se preparaba para esquivar lo que fuera que viniera, girando al menos la mitad de su cuerpo. El flareon lo estaba atacando de nuevo, pero esta vez no estaba tirando golpes al azar.

El flareon hizo una finta con un embiste al hombro, deteniéndose de golpe, a pocos centímetros de chocar con Tempest, para luego cambiar a un golpe de fuego, lanzando un jab rápido al estómago de Tempest. Ya había reaccionado a la finta, lo que lo dejó solo con la opción de bloquear lo que pudiera, deteniendo el puño del flareon con su pata.

A pesar de sus esfuerzos, retrocedió un poco, aunque la mayoría del daño que recibió fue por el fuego alrededor de la pata del flareon, que lo quemó cuando la agarró.

El flareon intentó continuar con un uppercut al mentón, pero Tempest no iba a quedarse ahí parado. Se echó para atrás, aprovechando la pequeña ventana de oportunidad para saltar y alejarse, sus patas raspando dolorosamente contra los ladrillos de piedra cuando aterrizó.

El flareon ni se molestó en seguirlo, respiró profundamente antes de escupir una brasa encendida directamente hacia el jolteon, que la esquivó fácilmente inclinándose a un lado, pero eso estaba bien.

Ash no estaba preocupado de que la brasa lo alcanzara, era solo más presión para su oponente. Los tipos eléctricos generalmente seguían el arquetipo de frágiles, pero muy rápidos y mortales. Si le daba al jolteon aunque sea una ventana para contraatacar, sería un problema, así que no podía aflojar.

Además, cuanto más distracción le generaba al jolteon, más oportunidades le daba a Aria para sorprenderlo. El plan de ella era quedarse entre la pelea y Vanessa, para evitar que se metiera en el medio de todo esto.

También brindaba apoyo con varios movimientos psíquicos y de estado, aunque su principal ofensiva era psyshock, ya que los ataques psíquicos eran demasiado complicados para acertar. Podía terminar pegándole a Ash si lo intentaba. Ella era sanadora, no luchadora, así que su puntería no estaba tan entrenada.

"A-Aria, ¿por qué no me escuchás? ¡No me ignores! ¡Hacé que Ash pare!"

La espeon volvió su atención hacia Vanessa, que había corrido hacia ella y la abrazaba por atrás, sollozando desesperada.

"¿De qué estás hablando, V? ¡Ese mon te lastimó! Entiendo que tenés un corazón bondadoso, pero este no es el tipo de mon en el que podés confiar. ¿Ves ese ojo? Podría significar que está relacionado con una tribu del desierto."

Aria señaló al jolteon, y Vanessa siguió su mirada. Admitió que nunca había visto el ojo rojo del jolteon antes, y él parecía bastante consciente de ello. Había estado escondiendo esa parte de su cara todo el tiempo que estuvieron juntos en la cueva, pero eso no cambiaba el hecho de que él le había salvado la vida.

"¡Él no es un mal Pokémon, por favor! ¡Solo dejame explicar!"

Aria negó con la cabeza, intentando concentrarse en Ash y buscando cualquier ventana para ayudar. El jolteon no estaba contraatacando, ya que estaba siendo constantemente bombardeado por ataque tras ataque, esquivando y sorteando cada golpe con destreza.

Se inclinaba hacia un lado para esquivar cada gancho, se agachaba bajo cada golpe alto y saltaba sobre cada barrido. Estadísticamente, tenía sentido. Los flareon no eran mon de combate cuerpo a cuerpo, tenían un gran poder de fuego, pero poco de cualquier otra cosa. Ash era particularmente único, y le encantaba pelear a corta distancia.

Gracias a sus ambiciones fuera de lo común, había aprendido movimientos que los flareon típicamente no usarían, pero eso no cambiaba el hecho de que no podía competir con la velocidad de un jolteon. Cada vez que Ash intentaba
sorprenderlo, el jolteon de alguna
manera se escabullía, tratando de crear toda la distancia posible. Era como si ni siquiera intentara devolver el golpe.

"¿¡Dale, qué pasa? ¿Te cagás de miedo para pegar, ratón eléctrico gigante de mierda?!"

Ash había comenzado a entender los movimientos de su oponente, agachándose rápidamente hacia la dirección en la que predecía que el
jolteon iba a esquivar, siendo
recompensado con un puño de fuego
libre en su costado descubierto.

Tempest no tuvo tiempo de redirigir su impulso, gruñendo mientras recibía el golpe completo, la marca de quemadura ahora impresa en el pelaje de su costado. Su pelaje se erizaba como agujas, la electricidad chisporroteando mientras sentía una ola de frustración invadirlo, deseando con desesperación poder aclarar las cosas.

No había lastimado a nadie, no quería lastimar a nadie, solo quería hacer un amigo y vivir su propia vida. ¿Por qué nadie le daba la oportunidad de explicarse sin escupirle primero en la cara?

"¡Si me escucharas, entenderías que no quiero pelear! ¡Esto es un gran
malentendido!"

El flareon solo gruñó, cerrando la
distancia como lo había hecho
innumerables veces hasta ahora, harto de ver al jolteon constantemente en retirada. Lanzó todo lo que tenía en su arsenal de combate cercano: puño de fuego, cabezazo, cola de hierro, doble
patada, carga de llama, ataque rápido, tajo, cualquier cosa que estuviera a su disposición.

Tempest esquivó o bloqueó cada ataque de la ráfaga lo mejor que pudo, aunque su energía se iba agotando poco a poco mientras algunos se colaban a través de su defensa. Se estaba cansando de
esquivar, comenzaba a respirar pesado, sus movimientos eran cada vez más torpes, y las ganas de contraatacar no dejaban de crecer.

"Yo creo que es un malentendido
cuando lo veo con mis propios ojos, ¡así que por qué no te sentás y te callás de una vez!

Ash se lanzó hacia adelante con un
directo obvio, que Tempest intentó
detener con su pata, con la idea de
redirigir el impulso del ataque de
flareon. Sin embargo, lo que no había tenido en cuenta era que Ash tenía un as bajo la manga.

En vez de dar un golpe, abrió su pata, agarrando al jolteon del brazo en su intento de bloquear. Con un gruñido y un grito, giró sobre sí mismo, atrayendo al jolteon hacia él y comenzando a ganar impulso. Dio vueltas en círculo, levantando al jolteon del suelo y sobre su cabeza, antes de saltar por el aire, bajando sus brazos con toda su fuerza, su cuerpo entero siguiéndolo mientras
tiraba a Tempest al suelo.

Tempest sintió todo su mundo dar
vueltas mientras el dolor recorría su
cuerpo entero. Definitivamente había roto algo al caer sobre el camino de ladrillos, pero no tenía tiempo de preocuparse por eso. El flareon estaba usando el impulso de su caída para seguir con una carga de llama, apuntando a aterrizar justo donde él estaba tirado en el suelo.

"Este pokémon da miedo, ¿qué carajo fue eso?! ¿Era superpoder?! ¿Acaso puede aprender ese movimiento?"

Tempest gruñó mientras rápidamente se tiraba a un costado para esquivar al flareon que caía, sintiendo un dolor agudo subiendo por su brazo hasta el hombro. Eso lo iba a sentir por un buen rato, especialmente si no podía tratárselo.

La mirada del flareon quemaba, atravesando el alma de Tempest, su cuerpo echando vapor mientras se acercaba lentamente al jolteon caído. El espeon ni siquiera tuvo que hacer nada, solo mirar. Si el suelo hubiera sido más suave, tal vez Tempest habría tenido una chance, pero tal como estaban las cosas, ya estaba demasiado fatigado y desgastado.

"¡ASH, PARÁ! ¡POR FAVOR!"

Vanessa logró esquivar a Aria, que estaba tan asombrada por la fuerza impresionante de Ash que se olvidó por completo de que estaba tratando de mantener a Vanessa a salvo, ya que por alguna razón, estaba siendo increíblemente terca.

El vaporeon corrió hacia su hermano, tratando de ignorar el calor mientras saltaba hacia él y lo abrazaba por la cintura para tirarlo hacia atrás, lo que lo sorprendió. Ash se congeló en su lugar, saliendo de su trance de ira, y miró a Vanessa. Ella estaba llorando desconsolada en su pelaje, las mejillas manchadas de lágrimas y los ojos llenos de emociones encontradas, siendo la más dominante, la rabia.

"V-Vanessa... ¿Qué estás—?"

"Por favor, pará... e-está todo mal."

Ash estaba por girarse y abrazar a su hermana, pero antes de que pudiera hacerlo, de repente sintió que se caía hacia adelante, tambaleándose para evitar que la gravedad lo tirara al suelo. Vanessa lo empujó de su lado y lo alejó del abrazo, ahora mirándolo fijamente, con lágrimas aún en los ojos.

Ash estaba en shock. Había visto a su hermana sentir muchas emociones, pero probablemente esta era solo la segunda o tercera vez que veía al vaporeon realmente enojada, y mucho menos enojada con él, de todos los pokémons. Tartamudeó, tratando de encontrar algo que decir, pero ella lo cortó antes de que pudiera.

"Ya estoy harta de esto... estoy harta de vos... en los últimos días, y, honestamente, incluso más que eso, no has hecho más que darme vueltas... entiendo que te preocupes, que quieras ser un buen hermano mayor y todo eso, pero ¿no pensás que me siento un poco sofocada? ¡Probablemente ni siquiera podría haber salido hoy si no hubieras salido de casa...! ¡Me hubieras dado alguna excusa para que me quede! ¿¡No es así!?"

Ash la miraba incrédulo, con la expresión rota, de pie, tartamudeando, tratando de decir, bueno, lo que fuera. Sentía un vacío frío extraño devorándolo por dentro mientras la regañaban, haciendo lo posible por mantener la compostura.

"Yo... no... o sea, tal vez, pero... solo me preocupaba. Ya no me hablas más... siempre te veo molesta y ahora estás lastimada y... supongo que me metí en mi propia cabeza."

Vanessa negó con la cabeza, frotándose los ojos para ver un poco mejor. Se sentía mal, pero ya no podía guardarse todo. Estaba molesta, preocupada por muchas cosas que ni siquiera había notado hasta ahora, y ver a Ash llegar tan lejos solo por paranoia, además de estar observándola a la distancia, había cruzado el límite.

"¿¡Pensás!? ¿¡No creés que ya es tarde para darte cuenta!? Fuiste y atacaste a otro pokémon, Ash. ¡Estás tratando de "protegerme" de un pokémon que me salvó la vida del ursaring! ¿¡Todo por qué!? ¿¡Porque el tipo eléctrico me dio un toque de electricidad por accidente y tiene un ojo raro!? ¡¡Sos un enfermo!!"

Ash no podía ni responder. Solo se quedó ahí, vacío, rechazado. Cada centímetro de él estaba abrumado por la culpa y la vergüenza. Pensó en todas las veces que había hablado con su hermana, solo para escuchar 'ya no soy un bebé' o 'no te preocupes por eso', y otras cosas similares. Las señales estaban ahí, solo que él había sido demasiado tonto para verlas.

"La razón por la que no te cuento lo que me molesta, por qué estoy enojada o por qué oculto mis emociones frente a vos es porque sé que vas a perder el sueño hasta que hagas algo al respecto, y no quiero que hagas eso. No quiero que te pongas a ser el héroe de la noche, no quiero que resuelvas todos mis problemas... quiero que alguien los enfrente conmigo... quiero a mi hermano mayor de vuelta."

Ash apenas podía evitar que las lágrimas se le subieran a los ojos, dando un paso hacia adelante, con la expresión ansiosa y su voz llena de desesperación.

"Yo... sigo siendo Ash, sigo siendo tu hermano mayor... solo quiero que estés... a-salva y feliz, y..."

"No... lo siento, pero no sos. Mi hermano no atacaría a otro pokémon por una superstición. Él es inteligente, astuto, gracioso, a veces tiene la cabeza llena de piedras, pero eso es lo que lo hace encantador. Mi Ash no es un bruto sobreprotector... no como vos."

Sin decir una palabra más, Vanessa dio media vuelta y comenzó a caminar hacia la puerta. Salió al bosque, dejando a los demás sentados mirando, mientras Ash caía de rodillas al suelo, observando sin esperanza cómo su hermana le daba la espalda, sintiendo su corazón destrozado en pedazos.

Ella se había ido.


Continuara...

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