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Capítulo 3


Tempest se quedó mirando, sorprendido, hacia el borde del claro en el que estaba sentado. Había escuchado cómo una rama se quebraba, y encima fuerte. Podría jurar que vio un par de ojos en los arbustos antes de que desaparecieran de golpe.

"¿Me están siguiendo...? ¿O será algún pokémon del bosque chusmeando nomás?"

Se levantó, acomodándose la guitarra en la espalda. Sentía la ansiedad carcomiéndole el cuello mientras se acercaba lentamente al arbusto donde creyó haber visto a alguien. Trataba de no parecer ni amenazante ni amistoso. Era nuevo en la zona, así que no tenía idea de si lo que encontraría sería un aliado o un enemigo, pero no quería que su nueva aventura se fuera al carajo antes de empezar.

"¿H-hay alguien ahí? ¿Hola?"

Tempest preguntó en voz alta mientras asomaba la cabeza entre las hojas del arbusto, separándolas con cuidado para buscar esos misteriosos ojos de nuevo. Sin suerte; tal vez ya se habían ido más adentro del bosque.

Para su frustración, al darse vuelta, notó que el suelo del bosque estaba lleno de escondites fáciles. Soltó un suspiro bajito, sintiéndose una mezcla de incómodo y molesto.

"¿¡Cómo mierda se supone que voy a encontrar un solo pokémon entre todo esto!? ¡Capaz ya se rajó!"

A pesar de sus intentos de convencerse de que no era más que un pokémon cualquiera pasando por ahí, y que debía dejar de buscar como un boludo para seguir con lo suyo, una parte de su cabeza no lo dejaba en paz. Quería saber quién era.

Llevaba tanto tiempo solo. Ver a otro pokémon sería increíble. Podría preguntarle sobre los cambios en los últimos años, si había algún pueblo cerca... ¡y quizás hasta hacer un amigo! Pero claro, si en lugar de un amigo era un enemigo y lo dejaba escapar así nomás, sería un problema. Si era un houndour, probablemente volvería con su manada y les diría dónde estaba, y tendría que salir cagando de nuevo. O, peor, podría ser un explorador solitario que lo emboscara mientras dormía. No, no se podía confiar.

Con otro suspiro frustrado, Tempest empezó a revisar los arbustos, uno por uno. Su velocidad fue útil, recortando bastante el tiempo que hubiera tardado caminando y buscando a ciegas. Saltó de arbusto en arbusto, de árbol en árbol, y siempre con las manos vacías. Poco a poco, la motivación se le iba al tacho.

Cuando ya estaba por darse por vencido y volver al claro donde había dejado su bolso, sus orejas captaron un sollozo suave, casi imperceptible. ¿Venía... de abajo suyo? Tempest miró hacia abajo y solo vio un arbusto muy bajo. Bueno, sería solo un arbusto bajo... si no fuera porque también asomaba una cola grande y azul por el otro lado. En medio de su apuro, simplemente no la había notado antes.

"Capaz mis sentidos no son tan buenos como pensaba..."

Se agachó junto al arbusto, apartando suavemente unas hojas. Su mirada se encontró con los mismos ojos que había visto antes. No había duda: eran de un amarillo brillante, casi eléctrico. Por un momento pensó que brillaban, pero eso sería ridículo.

Detrás de esos ojos había una criatura grande y azul, lo que lo hizo sentirse aún más tonto por no haberla visto antes. Tenía escamas blandas y azules, y aletas por todos lados. Si no se equivocaba, era otro pokémon de la familia de los eevee: un vaporeon.

"¡Guau, mirá vos! El primer pokémon que encuentro es como yo."

Tempest aclaró su garganta al notar que el vaporeon temblaba, intentando esconder su rostro mientras parecía al borde de las lágrimas. Pobrecito, debía estar muerto de miedo.

"¿Es-estás bien? ¿Te caíste o algo?"

El vaporeon lo miró fijamente, inmóvil. Tras unos segundos de intenso contacto visual, pareció relajarse un poco, se empujó hacia arriba y se sentó, aunque todavía temblaba. Su respiración se estabilizó, y le dedicó una sonrisa nerviosa que llenó de esperanza a Tempest. ¡Por una vez alguien no quería matarlo!

No pudo evitar sonreír de vuelta, extendiendo su pata para ayudar al vaporeon a levantarse. Se esforzó por parecer abierto y amigable, pero sin invadir su espacio personal.

El vaporeon dudó, pero lentamente extendió su pata para encontrarse con la suya. Sin embargo, apenas se tocaron, se escuchó un pequeño chispazo y Tempest sintió un cosquilleo. Solo era una descarga estática, probablemente algo de energía acumulada mientras andaba por el bosque.

El vaporeon, sin embargo, no lo tomó muy bien. Retiró su pata de golpe, con los ojos como platos, como si hubiera visto un fantasma.

"O-oíme, no te preocupes, solo fue..."

Pero era tarde. Antes de que pudiera explicarse, el vaporeon ya estaba en sus patas y corriendo hacia el bosque, tropezando apenas con las raíces del suelo. Tempest sintió un vacío en el pecho, una incomodidad que le pinchaba el corazón. ¿De verdad era tan aterrador? Ahora que lo pensaba, todo su esfuerzo por parecer más accesible se había arruinado con aquel encuentro con los houndoom.

Capaz ni siquiera era por su apariencia. No había hablado con nadie más que consigo mismo en más de una década; probablemente a cualquiera le parecería un chiflado. Los únicos pokémon que había conocido querían matarlo, y ahora era casi como una bestia salvaje.

"Capaz no debería haber salido de casa. Capaz estoy destinado a ser un pobre tipo solitario..."

Ahogando el sentimiento en su pecho mientras dudaba de todas sus decisiones hasta ahora, Tempest se dio vuelta para volver al claro, recoger su bolso y tratar de armar un refugio en la pequeña cueva que había visto en el saliente de roca. No era mucho, pero al menos sería un buen lugar para pasar la noche y prepararse para seguir su camino por el bosque.

O al menos eso pensaba.

Apenas había pasado un minuto cuando un rugido que te hacía cagar las patas, seguido de un grito desgarrador, rompió la calma del bosque, captando su atención de inmediato. Venía de la misma dirección hacia donde había salido corriendo el vaporeon.

"¡La puta madre! ¡Esto puede salir para el orto!" soltó.

Preparándose, Tempest inhaló profundo y comenzó a correr por el bosque, con el corazón latiéndole como si fuera a salirle del pecho. Rogaba que, fuera lo que fuera que estaba pasando, no llegara demasiado tarde.

Por un rato, no vio nada mientras esquivaba árboles, saltaba sobre troncos caídos y se agachaba bajo las ramas que se cruzaban en su camino. Dio unas cuantas vueltas hasta que otro rugido lo obligó a girar la cabeza hacia la izquierda.

Ahí, en el suelo, estaba el mismo vaporeon, agarrándose el costado mientras lloraba sobre la hojarasca. Frente a ella, con los brazos extendidos, se erguía un ursaring, uno de los más enormes que había visto en su vida. Todavía estaba viva, lo cual significaba que no había llegado tarde, pero...¿y ahora qué mierda iba a hacer?

"Ni en pedo estoy al nivel de esa cosa... pero.."

Tempest apretó los dientes, cerrando sus patas en puños mientras su pelaje comenzaba a erizarse y chisporrotear, sintiendo el cosquilleo familiar de la energía almacenada recorriendo su cuerpo. Canalizando toda su fuerza en sus piernas, usó agilidad para lanzarse a toda velocidad, intentando reducir la distancia entre él y el oso salvaje antes de que este pudiera darle el golpe final al pobre vaporeon.

Justo cuando las garras del ursaring bajaban en dirección al Pokémon acuático acorralado, Tempest saltó al aire, usando el impulso para lanzar una doble patada al hombro del ursaring, desequilibrándolo y haciéndolo tambalear, sorprendido por el ataque repentino.

"¡Ahora es mi chance!"

Tempest planeaba agarrar al vaporeon, que ya estaba inconsciente, con la esperanza de sacarla de ahí antes de que se desangrara. Sin embargo, antes de que pudiera recogerla, incluso con su velocidad, el ursaring lanzó un manotazo ciego y furioso, obligándolo a esquivar y manteniéndolo lejos de ella.

Con un simple salto hacia atrás, logró evitar el ataque. Aunque el bestia salvaje no era lo más rápido del mundo, el tiempo seguía corriendo, y el ursaring se interponía entre él y la vaporeon herida.

El enorme oso retrocedió su otra pata, preparándose para otro zarpazo, pero Tempest saltó por encima una vez más. Mientras estaba en el aire, formó dos esferas chispeantes en sus patas, girando su cuerpo para lanzarlas con la máxima velocidad. La velocidad iba a ser su mejor aliada en esta pelea. Las esferas estallaron en pequeñas chispas al impactar, pero, para frustración del jolteon, el ursaring apenas se inmutó. El daño era mínimo, pero la furia del oso era evidente.

El oso respondió con un sorprendentemente rápido golpe de martillo, tomándolo desprevenido. Aunque Tempest fue lo bastante rápido para minimizar el daño, recibiendo el golpe con los brazos y dejando que lo empujara hacia atrás, igual dolió como la mierda. A pesar de eso, se dijo a sí mismo que un moretón era un precio razonable.

Antes de que pudiera contraatacar ahora que tenía algo de espacio, el ursaring cargó hacia él, agitando los brazos como loco, arañando el suelo y todo lo que estuviera a su paso. Con cada paso gigante, el suelo temblaba. Tempest frunció el ceño, canalizando la corriente eléctrica que recorría su pelaje, cada cabello dirigiéndose en una sola dirección como si fuera un río. Un manchón oscuro comenzó a formarse en el cielo, y un bajo retumbar recorrió el bosque. Era arriesgado intentar usar trueno, considerando lo difícil que era que el ataque lento acertara, pero no había forma de que esa bestia se inmutara ante un simple impactrueno.

Con las nubes ya formándose, Tempest creó otra esfera eléctrica en su pata, lanzándola como si fuera un disco, apuntando a las patas del ursaring para inmovilizarlo. Lamentablemente, la esfera solo golpeó el suelo frente al Pokémon salvaje, pero eso fue suficiente para detenerlo. El oso se paró en dos patas y lanzó otro rugido hacia el cielo.

"¡Perfecto! ¡Si lo mantengo ahí, esto puede funcionar!"

Usando su velocidad una vez más, comenzó a correr en círculos alrededor del ursaring, lanzándole pequeños ataques débiles. Impactrueno tras impactrueno, primero en el muslo, luego en el hombro y después en el estómago Una y otra vez. El ursaring, frustrado, empezó a dar manotazos al aire, intentando golpear el borrón amarillo que lo rodeaba, pero Tempest seguía moviéndose. El oso gruñó y golpeó el suelo con sus patas, haciendo temblar todo alrededor. El impacto hizo que Tempest tropezara y cayera de cara al suelo, soltando un gruñido. Pero no importaba, su plan había funcionado. 

Un segundo después, el aire zumbó y el cielo estalló con un trueno que cayó sobre el ursaring, arrancándole un grito de dolor. Tempest no sabía si eso sería suficiente para derribar al oso, pero era su mejor oportunidad de salvar al vaporeon.

Miró rápidamente a su alrededor y vio al Pokémon herido, todavía tirado de costado, con el suelo teñido de rojo. Corrió lo más rápido que pudo hacia ella, inclinándose para recogerla entre sus patas. Su mejor opción era llevarla al claro, a esa pequeña cueva cerca del estanque, lo suficientemente lejos como para estar fuera del territorio del ursaring.

Antes de irse, lanzó una mirada al lugar donde el rayo había golpeado. Su corazón latía con fuerza. Había un círculo negro chamuscado en el suelo, y el ursaring seguía ahí, cubierto de hollín, pero intentando levantarse. Lo miró con ojos llenos de odio y, aunque era extraño, parecía estar inflando las mejillas... Pero Tempest no tenía tiempo para preocuparse por eso. 

Corriendo más lento por el peso del vaporeon y su cola, que era un verdadero quilombo de manejar, avanzó lo más rápido que pudo entre la maleza. Unos momentos después, el suelo volvió a temblar. El ursaring los estaba siguiendo.

Tempest miró hacia atrás mientras corría, viendo que el Ursaring, chamuscado y furioso, lo estaba siguiendo el ritmo. Era increíblemente preocupante, considerando que el tipo le llevaba por lo menos cinco veces el tamaño Además, notó algo raro: parecía estar llevando algo en la boca. ¿Qué mierda podía estar sosteniendo?

Fue en ese momento cuando el Ursaring abrió la boca.

No estaba sosteniendo nada. Estaba cargando algo. En el segundo que el Pokémon abrió la boca, a Tempest se le heló la sangre. Reconoció esa luz brillante y sin color, y ese ruido raro y escalofriante que lo acompañaba. No era su primera vez enfrentándose a ese ataque.

"¿H-Hiperrayo? ¡La concha de la lora!"

Se sintió un pelotudo. Todo este tiempo el Ursaring había planeado eso: dos blancos en el mismo lugar, el disparo perfecto. Ahora estaba directamente en la línea de fuego, y con lo ancho que era el ataque, probablemente no tendría tiempo para esquivarlo. Miró al Vaporeon en sus brazos y se estremeció al imaginarse a los dos hechos cenizas por el ataque. 

En un último intento desesperado, se agachó, estirando las patas para girar sobre sí mismo, y con todas sus fuerzas se lanzó hacia un costado. Sus piernas protestaron con calambres por la presión, pero el torrente de adrenalina lo mantuvo en movimiento, un sentimiento que se renovaba cada vez que veía al Pokémon inconsciente que llevaba en brazos.

No sabía si lo hacía por principios, porque ya estaba demasiado metido en el quilombo como para rendirse, o porque algo en su interior simplemente no quería ver morir a otro más. Nunca mataría a los Pokémon que lo atacaban en el Bosque Maldito, ni siquiera a los Houndour o Houndoom. Se negaba rotundamente a defenderse de forma letal.

Él no era como ellos.

Sus pensamientos se esfumaron de golpe al sentir un calor abrasador en la mitad trasera de su cuerpo desviando el ángulo de su salto. Mientras los dos Eeveelutions volaban por el aire, se acurrucó alrededor del Vaporeon para protegerla lo mejor que podía, girando y rodando en el suelo. Ella estaba en mucho más peligro que él. Ya estaba cubierto en su sangre con solo llevarla, y probablemente no le quedaba mucho más. Tempest tenía que llegar a esa cueva cuanto antes.

El Hiperrayo no lo alcanzó de lleno, pero le había rozado la cintura hacia abajo, y dolía como la puta madre. Miró hacia abajo y vio su pelaje hecho pedazos: quemado, chamuscado, y en algunos lugares directamente desaparecido. Era extraño cómo un ataque que no era de fuego podía hacer eso, pero no era momento para ponerse a pensar en la lógica de la batalla.

Temblando, se puso de pie como pudo, con las rodillas flojas. Levantó al Vaporeon otra vez, gruñendo mientras tensaba todo su cuerpo. Una leve corriente eléctrica recorrió su piel, y las agujas blancas alrededor de su cuello empezaron a brillar en verde. De repente, los pinchos de su pelaje se dispararon como espinas de luz, zumbando en el aire antes de dirigirse en dirección general al Ursaring.

El ataque de Pin Missile impactó al enorme oso, levantando una nube de polvo y explosiones que bloqueaban su visión, justo lo que Tempest necesitaba. Con lo último de sus fuerzas, empujó sus piernas hacia adelante y corrió lo más lejos que pudo de esa parte del bosque. Se juró a sí mismo nunca, pero nunca más acercarse a ese lugar.

Después de cinco minutos corriendo como un loco por su vida y la de otro, Tempest se desplomó en un claro. Toda la adrenalina se había desvanecido, y quedó retorciéndose en el suelo. Cada hueso y músculo de su cuerpo dolían como mil demonios. No parecía que se hubiera roto nada, pero en ese momento deseaba cortarse las piernas. El Hiperrayo realmente lo había dejado en la lona, además de haber exigido a su cuerpo mucho más de lo que podía manejar.

A pesar de todo, logró colocar al Vaporeon a un lado del lago antes de rendirse ante el dolor, pero ella seguía gravemente herida. A este punto, sería un milagro que pudiera salvarla después de todo el tiempo que el Ursaring les había hecho perder. Aun así, tenía que intentarlo.

"D-Dale, cuerpo de mierda... aguantá lo suficiente para agarrar la mochila...y después podés tirarte todo lo que quieras..."

Tempest se arrastró desesperadamente hacia la entrada de la cueva, donde su mochila
descansaba apoyada. Con esfuerzo, atrapó la correa con los dientes y la arrastró de vuelta al borde del lago Una vez allí, su cuerpo colapsó sobre el pasto suave, todo sintiéndose el doble de pesado, incluyendo sus párpados.

Con un esfuerzo titánico, logró enderezarse, sacudiendo la cabeza y golpeándose las mejillas con las patas. 

¡Dale, Tempest! ¡No hay tiempo para dormir, carajo!" 

Regañándose a sí mismo, se puso manos a la obra. No era un experto médico ni ahí, pero varios libros de supervivencia que había leído en el taller detallaban técnicas útiles para el campo. Rebuscó en su mochila y sacó algunas cosas esenciales: hojas de emergencia que había guardado al costado, ideales para usarlas como vendajes, y unas bayas tanto para él como para el Vaporeon, que ayudarían a acelerar la recuperación. 

Se tragó una Baya Zidra, esperando que le diera la energía suficiente para ayudar al Vaporeon. Luego tomó una de las hojas, doblándola en forma de una taza improvisada con sus patas, algo que había aprendido en el Bosque Maldito. Exprimió tres Bayas Zidra encima de la hoja, sacándole hasta la última gota del jugo curativo.

Antes de hacer nada más, Tempest se acercó al lago y juntó agua en sus patas, con cuidado de no derramar mucho al girarse hacia el Vaporeon. Limpió la herida con el agua tratando de prevenir infecciones, y luego vertió el jugo de las bayas sobre el corte. El Vaporeon se estremeció al contacto con el jugo ácido, pero Tempest sabía que era necesario. 

"Dale, aguantá un poco más..." pensó, mientras seguía trabajando, rezando para que fuera suficiente.

Después de aplicar el jugo de las bayas sobre la herida, Tempest utilizó el resto para cubrir las zonas más comprometidas, asegurándose de no desperdiciar ni una gota. Finalmente, tomó las hojas y las colocó sobre el corte, presionándolas con cuidado para que actuaran como una especie de vendaje improvisado. Sabía que esto no iba a salvarla completamente, pero al menos podía estabilizarla lo suficiente como para ganar tiempo.

Mientras trabajaba, su mente iba a mil por hora. Se preguntaba cómo había llegado a esta situación, cómo un simple operativo lo había llevado a enfrentarse con un Ursaring fuera de control y a casi perder la vida junto con otra criatura que ni siquiera conocía bien. Pero había algo en ese Vaporeon que lo hacía seguir adelante, algo que no podía ignorar.

"¿Qué carajo te pasa, Tempest? Esto no es solo por el deber, ¿no?" pensó para sí mismo, mientras terminaba de acomodar el improvisado vendaje.

Finalmente, dejó escapar un suspiro tembloroso y se dejó caer junto al lago, su cuerpo gritando por descanso. Pero no podía permitírselo, no todavía. Miró al Vaporeon, que ahora parecía respirar un poco más tranquilo, aunque todavía estaba lejos de estar fuera de peligro.

"Dale, aguantá vos también... No me hagas perder todo este quilombo al pedo," murmuró, mientras su cuerpo lentamente cedía al cansancio. Sus ojos se cerraban, pero su mente seguía activa, repitiéndose una y otra vez que debía mantenerse alerta. Sin embargo, el agotamiento era demasiado, y poco a poco fue quedándose dormido junto al borde del lago, esperando que ambos pudieran superar esta pesadilla juntos.

Después de eso, dejó la taza, arrancando algunas hojas médicas grandes que encontró entre el montón de emergencia que guardaba en su bolso. Usando otra baya oran triturada como adhesivo, Tempest presionó cuidadosamente las hojas sobre la herida para cubrirla, lo que le llevó a usar unas tres hojas en total. Una vez que estuvo seguro de que se pegarían, sentó muy cuidadosamente a la vaporeon de manera vertical, poniéndole un brazo alrededor de los hombros para que no se cayera. Con su otra pata libre, Tempest vertió el jugo restante de sitrus en su boca, inclinándole la cabeza hacia atrás para que le fuera más fácil tragar.

Ella seguía inconsciente, así que no había forma de que realmente pudiera preguntarle cómo se sentía. Lo mejor que podía hacer ahora era dejarla descansar, y esperar que no hubiera perdido demasiado tiempo para empezar a tratar a la pokémon. Decidió que ahora podía dejar que su cuerpo pesado descansara, acostándose de espaldas junto al borde del lago con la mon inconsciente.

Mientras miraba al cielo, empezaba a tornarse en un naranja-violáceo. No era exactamente el atardecer, pero no faltaba mucho. Jugando con lo mal que estaban las heridas, la vaporeon probablemente no se despertaría hasta el día siguiente, si es que lo hacía. Cuándo volvería a moverse, eso ya no era cosa suya.

"Esto no es para nada cómo esperaba que fuera mi primer día... si algo, esperaba ser el que estuviera en peligro, no salvar a alguien más..."

Tempest recordó que, poco después de haber cruzado el campo para escapar del houndoom, se había sentado a descansar un rato donde se había estrellado. Algo de ver tantos colores brillantes y vivos a la vez era abrumador, pero también refrescante.

No estaba seguro de cuánto tiempo había estado sentado ahí, pero cuando su cuerpo dolorido estuvo lo suficientemente bien como para ponerse de pie, decidió adentrarse más en el bosque. Así fue como acabó en este pequeño claro en el que se encontraba ahora, con esta vaporeon inconsciente.

Tempest miró nuevamente a la mon, pensando en qué haría ahora. Nunca había hecho muchos planes después de cruzar el campo, ya que no esperaba llegar tan rápido al otro lado en primer lugar.

Sus piernas estaban bastante mal por el ryperbeam, así que tendría que esperar hasta al menos mañana para ponerse en movimiento otra vez. Incluso entonces, ¿a dónde iría? No tenía dirección, meta, ni nada. Tampoco podía dejar a esta pobre vaporeon sola, así que tendría que esperar hasta que ella pudiera moverse o encontrar ayuda de alguna manera.

El sol seguía deslizándose por el cielo, bajando más y más por detrás de los árboles hacia el horizonte mientras el manto de estrellas se extendía por el cielo en todos sus hermosos tonos. Ya estaba comenzando el crepúsculo, y la noche no tardaría en llegar.

Tempest decidió que lo mejor que podía hacer era esperar a que la vaporeon despertara, y preguntarle de dónde venía. Si vivía cerca, podría intentar llevarla a su casa.

Hasta entonces, tendrían que esconderse en el pequeño refugio rocoso. Afortunadamente, meterse los dos ahí no sería ningún problema. Haciendo lo mejor que podía para ignorar el dolor en sus piernas, Tempest levantó a la vaporeon floja y la cargó en sus brazos una vez más, dando vueltas por el borde del lago con mucho cuidado de no dejarla caer. Dado que apenas tenía energía para moverse él mismo y a otra mon, no había forma de que Tempest pudiera conseguir hojas para hacer una cama. Tenía algunas hojas de emergencia en su bolso del taller, pero a pesar de que esta definitivamente calificaba como una emergencia, no estaba seguro de cómo se sentía al usar toda su provisión en el primer día.

El jolteon, ansioso, meditó un rato en su mente y en su estómago, antes de llegar a una decisión. Al final, pensó que al menos debería asegurarse de que la vaporeon estuviera calentita durante la noche con una manta, mientras él se las arreglaba con el suelo roto de la cueva. Estaba frío y áspero, pero no moriría por dormir allí durante la noche, si eso significaba que podría salvar su vida otro día.

"No es que no haya dormido en peores condiciones...", dijo Tempest sacudiendo la cabeza antes de que cualquiera de sus pensamientos fríos lo atrapara, enfocándose en la tarea que tenía entre las patas. Sacó una de las hojas desmesuradamente grandes de su bolso, la dobló en un cuadrado prolijo, y la extendió sobre la vaporeon. Dado que su cola era tan grande, no había mucho que pudiera hacer para cubrir todo su cuerpo, pero al menos no se congelaría después de escapar por poco de un ataque de ursaring.

Como medida extra, Tempest sacó un par de bayas sitrus de su bolso y las dejó sobre el suelo junto a la vaporeon. Era probable que despertara antes que él, y probablemente estaría muerta de hambre después de que su cuerpo hubiera estado trabajando tanto para sanarse durante toda la noche.

Finalmente, completamente agotado, se arrastró hasta el otro lado de la cueva, y dejó su guitarra en el suelo junto a la pared para no rodar sobre ella mientras dormía. Quería estar en el lado opuesto de la vaporeon dormida, ya que no quería asustarla más de lo que probablemente ya lo había hecho. Recordar la mirada de miedo en esos ojos dorados le dolía lo suficiente, dado que era su primera interacción real con otro pokémon en mucho tiempo.

El jolteon se desplomó sobre el suelo, moviendo su cuerpo hasta estar lo más cómodo que podía en el frío suelo de la cueva. Por más cansado que estuviera, no se desmayó de inmediato, su mente zumbando con los eventos de hoy. Si fuera otro, probablemente habría considerado que este día fue un desastre total. Ser emboscado y perseguido, asustar a alguien y hacer que se escape, y luego tener que pelear con un oso mientras llevabas una mon inconsciente en la espalda, casi parecía una historia para contar junto al fuego. Para Tempest, sin embargo, hoy fue exhilarante, lo hizo sentirse vivo. Fue increíble hacer algo nuevo, ver lugares nuevos, respirar aire nuevo.

Sus últimos pensamientos fueron sobre qué tipo de emoción traería el día de mañana, mientras el sueño comenzaba a nublar su mente, arrastrándolo a un sueño profundo.

Continuara...

(Perdón por todas las puteadas, no me resistí ya el próximo capitulo no va a tener tantas puteadas)

(Creo que mi hermano, yo y un amigo mío hicimos un gran trabajo no? :V)

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