Capítulo 2
"¡Vanessaaaa! ¡El almuerzo está listo!"
Se oyeron golpes desde una habitación lejana, seguidos del sonido de una puerta siendo destrabada y abierta de golpe, mientras unas patas comenzaban a avanzar por el pasillo. Quien había llamado no pudo evitar sonreír al escuchar que su hermana finalmente salía de su cuarto. Llevó una cuchara de madera a su hocico, probando un líquido de colores algo extraños. No era nada complicado, solo sopa de bayas. Simplemente se trataba de triturar bayas para extraer su jugo en una olla, agregar algunos ingredientes para espesar un poco la mezcla y calentarla. Si querías, podías cortar otra baya y añadir trozos para darle algo de textura, pero era el típico plato de un día perezoso.
Se giró hacia el final del pasillo que desembocaba en un agradable espacio de una sola habitación, con una pequeña cocina ocupando la mitad del lugar y una sala de estar llenando la otra mitad. Tenían la suerte de contar con una ventana. No todos en el área podían tener algo así sin hacer un esfuerzo considerable, algo que ninguno de los dos realmente estaba en condiciones de hacer.
Del pasillo emergió un Pokémon azul. En lugar de pelaje, su cuerpo parecía blando y brillante al reflejar la luz. De cerca, se podía notar que estaba cubierto de pequeñas escamas flexibles que casi se fundían entre sí. En la parte superior de su cabeza tenía tres aletas que apuntaban hacia los lados y hacia arriba. Llevaba un collar blanco y fruncido alrededor de su cuello, y su rasgo más llamativo era, sin duda, su cola. Era absolutamente enorme, adornada con suaves espinas en la parte superior y casi del tamaño de su cuerpo.
"Buen día…"
Dijo la Vaporeon, frotándose los ojos mientras su cola se arrastraba por el suelo. Avanzó somnolienta hacia la mesa, sacó una silla y se subió para sentarse frente a su hermano. Él, ya tomando su sopa, tenía un pelaje de un profundo color naranja que hacía juego con el crema amarillento de la melena en su cuello y cola, los cuales se movían elegantemente con la más mínima brisa, pareciendo casi una llama de colores extraños. Vanessa, la Vaporeon, alargó una pata y acercó el segundo cuenco de sopa de bayas hacia ella. El aroma era tan dulzón que casi resultaba empalagoso.
"¿Q-qué bayas le pusiste a esto…?"
"Pecha, Mago y Grepa. ¿Por qué?"
Vanessa se llevó las patas al rostro. A pesar de que su hermano era generoso al cocinar cuando ella no estaba, todavía le quedaba mucho por aprender. No era que la mezcla de sabores fuera inherentemente mala, pero definitivamente no era para todos. De hecho, parecía algo que un crío diría: "¡Cuando sea grande voy a comer esto todos los días!".
"Ash… es demasiado dulce. Tenés que tratar de equilibrar los sabores. Una Rawst o una Aguav habrían funcionado, porque tienden a ser más amargas, o incluso una Nanab, que tiene un perfil dulce más balanceado. Elegiste tres bayas que son extremadamente dulces"
El Flareon ladeó la cabeza con una expresión completamente inocente y vacía, como si no hubiera entendido ni una palabra de lo que la Vaporeon le decía.
"¿No te gustan las cosas dulces? ¡Las bayas Pecha son tus favoritas!"
Vanessa se rió entre dientes y llevó una cucharada de la dulce sopa a sus labios. La verdad, no estaba tan mal, pero definitivamente era más un postre que un almuerzo. Teniendo en cuenta que el sabor dulce de las bayas generalmente se derivaba del azúcar que contenían, esto era como comer helado al mediodía.
"Me encantan las cosas dulces, pero ¡esto es demasiado! Además, son las bayas Pecha específicamente las que me gustan… Son suaves, ligeras, jugosas, se derriten en la boca y tienen un aroma tan, tan bueno…"
Ash, el Flareon, puso los ojos en blanco y sonrió, tomando otro sorbo. No parecía molestarle en lo absoluto la dulzura intensa de la sopa, lo cual era raro considerando sus preferencias de sabor.
"Lo que sea. Entonces, ¿qué vas a hacer con el resto de tu día, ya que te pasaste la primera mitad durmiendo, dormilona?"
Vanessa le lanzó una mirada fulminante al tono burlón de su hermano. Era cierto que había estado dormida hasta hacía apenas unos minutos, pero tampoco tenía muchas razones para estar despierta.
"N-no me levanté tan tarde, vos simplemente te levantás demasiado temprano…"
"Vanessa, no sé cómo decirte esto, pero es el mediodía. El sol ya está en su punto más alto."
Los ojos de la Vaporeon se abrieron de par en par antes de dejarse caer en la silla, suspirando frustrada. Claro que se había quedado dormida otra vez. Este era el tercer día consecutivo. Dio otro sorbo a su sopa, tomándose un momento para reflexionar sobre la pregunta de su hermano en lugar de pasarse toda la tarde discutiendo.
"Bueno… No sé, tal vez salga al bosque y practique mi natación otra vez…"
Ash frunció el ceño, empujando su cuenco vacío mientras terminaba su almuerzo. Era un año mayor que su hermana, lo que lo hacía el mayor, aunque ella solía parecer la más madura la mayoría del tiempo gracias a las actitudes infantiles del Flareon. Sin embargo, eso no cambiaba el hecho de que compartía la típica preocupación de un hermano mayor.
"¿Por qué siempre vas al bosque sola a practicar en lugar de, no sé, ir a alguno de los lugares para nadar por acá? Hay ríos, estanques, piscinas… Seguro que podrías pedirle ayuda a alguien, ¡hasta podrías hacer amigos ahí!"
Vanessa bajó la mirada a la mesa, dejando caer sus aletas. Ash sabía que pensar en hacer algo tan extrovertido la ponía nerviosa, pero realmente quería empujarla a intentar abrirse un poco. Desde pequeña, la mayoría de los Pokémon solo se burlaban de ella por ser una llorona. Parecía que él era el único con quien la pequeña Vaporeon se sentía cómoda. Con cualquiera más, ella simplemente miraba al suelo, tartamudeaba al hablar y movía ansiosamente su cola de un lado a otro.
"No quiero que me miren. Es vergonzoso. Soy una Vaporeon, se supone que debería saber nadar, pero ahí estoy, todos riéndose mientras me quedo parada en el agua sin hacer nada o flotando como un tronco. Probablemente debería haberme convertido en un Umbreon o algo así, así podría quedarme en las sombras…"
Ash extendió su pata sobre la mesa y la apoyó en el hombro de la Vaporeon. Odiaba cuando ella empezaba a hablar así. Lo que más le preocupaba era que últimamente lo hacía cada vez más seguido. Dibujó una débil sonrisa, revolviendo el collar fruncido de su hermana para captar su atención, mientras sus ojos se cruzaban.
"Eh, no digas eso. Pronto vas a aprender a nadar. ¡Al fin y al cabo, sos una Vaporeon! El agua es tu elemento. ¡Solo necesitás seguir intentándolo!"
Vanessa levantó la mirada, aunque todavía sentía un peso en el corazón. Su hermano era de las pocas cosas que evitaban que estuviera miserable todos los días, pero incluso eso la hacía sentirse una carga. No sabía qué hacer consigo misma más allá de encerrarse en su habitación o esconderse de la sociedad en el bosque. A pesar de todo, le devolvió la sonrisa a su hermano, agradeciendo su esfuerzo por animarla.
"Gracias... Me alegra que al menos alguien crea en mí."
Vanessa suspiró, colocando sus patas alrededor del cuenco. Lo levantó con ambas hasta su hocico, tragándose todo el contenido de una sola vez, como un borracho apurando el último trago. Golpeó el cuenco contra la mesa con un jadeo, seguido de un ruido seco de madera. Miró hacia Ash, que se cubría la boca con una pata para contener la risa.
"¿Q-qué es tan gracioso? ¡Dejá de reírte!"
Ash respiró hondo, dejando escapar unas risitas más antes de calmarse por completo. Se recostó en su silla, mirando a su hermana, que lo fulminaba con la mirada, los brazos cruzados y resoplando. Por más enojada que intentara parecer, siempre sería su adorable hermanita. El Flareon se levantó de la silla y recogió ambos cuencos vacíos. Mientras lo hacía, rodeó la mesa y colocó una pata sobre la cabeza de Vanessa, quien lo miró confundida.
"Solo quería decirte que, por supuesto, creo en vos. No importa qué pase, hermanita, entre frío y calor, seco o mojado, tu hermano mayor siempre va a estar a tu lado. Lo prometo."
Ash guiñó un ojo y vio cómo los labios de su hermana se curvaban en una sonrisa mientras lo observaba caminar hacia la cocina con los cuencos. Su cola empezó a moverse de un lado a otro mientras ella, con tono burlón, le respondía:
"¿En serio? ¿Vos, mojado?"
"¡El hecho de que sea un Flareon no significa que no pueda mojarme! Solo que... no me gusta, y descontrola mi temperatura corporal. ¡Pero mi punto sigue en pie!"
Ash pisoteó ligeramente el suelo con una pata y agitó la otra mientras se defendía, ganándose una risa de Vanessa. Al darse cuenta de que ella solo quería molestarlo, rodó los ojos y volvió a limpiar el almuerzo, bufando.
"No puedo creer que estés dejando que tu hermanita te saque de tus casillas tan fácil, Ash~."
"¡Solo sos un año menor que yo! ¡Eso no es nada!"
"Lo que digas~. Me voy al bosque un rato. Vuelvo para la cena, ¿sí?"
La frustración de Ash por la discusión desapareció rápidamente. Miró a su hermana con una gran sonrisa, con un humor completamente opuesto al enojo infantil que había tenido segundos atrás. La saludó con la mano mientras ella salía por la puerta de su guarida.
"Tené cuidado ahí afuera. Hoy escuché que alguien reportó aullidos en ese bosque abandonado al norte."
"No te preocupes, no voy a ir lejos. Nos vemos después, Ash."
"¡Chauuu!"
Con un suave clic, Vanessa cerró la puerta detrás de ella y comenzó a caminar por la ruta que había recorrido muchas veces recientemente. Intentó hacerse lo más pequeña posible, deseando evitar las miradas de todos si podía. Odiaba llamar la atención.
Vanessa y Ash vivían en un pequeño y pintoresco pueblo. Según su historia, había sido construido y habitado únicamente por Pokémon de tipo agua, lo que explicaba la atmósfera del lugar. Las calles estaban pavimentadas con ladrillos grises y había arroyos a los costados de los caminos principales, con pequeños puentes cubriendo los cruces hacia las calles secundarias. También había varias piscinas, estanques e incluso una gran fuente en el centro del pueblo. Encima de la fuente, en la plaza central, se encontraba una estatua de Kyogre, el deidad del mar. Se decía que cuidaba el pueblo día y noche, manteniendo a salvo a sus habitantes.
Aunque todavía era un pueblo de tipos agua, claramente había otros tipos presentes. Ash era un ejemplo claro. Como tipo fuego, sorprendentemente, lo aceptaban, probablemente debido a la desventaja de su tipo. La mayoría de los tipos eran bienvenidos, siendo los más comunes agua, seguidos por planta y volador.
Había un único tipo que no estaba permitido dentro de los muros: el tipo eléctrico. Esto se debía a complicaciones recientes con residentes del sur, donde había un gran punto de concentración de tipos eléctricos. Además, con una población mayormente de agua, los tipos eléctricos eran abiertamente temidos y considerados peligrosos. Incluso Vanessa había tenido un par de terribles encuentros con Pokémon eléctricos. Aunque no solía guiarse por estereotipos, aún le tenía un miedo muy real a ser atacada por uno. Incluso pensarlo la hacía estremecer.
Vanessa salió del pueblo por una gran puerta cercana a su guarida, saludando alegremente a los guardias que estaban de turno mientras se internaba en los espesos arbustos y árboles altos, siguiendo su ruta hacia su lugar favorito. Era un pequeño y hermoso claro en medio del bosque, no muy lejos del sendero principal. En el centro, había un estanque con agua tan clara como el cristal, que se calentaba por la tarde cuando el sol estaba alto. Era allí donde elegía practicar natación en privado. Incluso si no nadaba, era un lugar perfecto para reflexionar un rato.
Mientras vagaba, sus aletas se movieron repentinamente, haciéndola detenerse. Miró a su alrededor, con una expresión que se torcía en confusión y casi horror. Estaba segura de haber oído una voz, ¿allá en el bosque? Se estremeció mientras recordaba lo que Ash le había dicho sobre la actividad en ese bosque supuestamente abandonado. Se quedó quieta, escuchando de nuevo la voz. No era solo una voz; ¡era alguien cantando!
"¿Es... es alguien cantando en medio del bosque? No reconozco esa voz... aunque tampoco reconocería muchas, excepto la de mi hermano. ¿Eso siquiera es cantar?"
Vanessa siguió avanzando hacia su lugar especial, y el canto se hacía cada vez más fuerte. A medida que se acercaba a la fuente del sonido, comenzó a escuchar un instrumento que acompañaba la voz. El sonido era hermoso. Notó cómo la luz se filtraba con más intensidad entre los árboles, lo que le indicó que estaba llegando al borde del claro. Se mantuvo baja, arrastrándose hasta el límite, escondida tras un arbusto grueso, ignorando las ramas y ramitas que le rozaban las escamas.
Era un claro hermoso. Un espacio amplio, redondo y abierto, con un estanque justo en el medio. Los bordes del estanque estaban decorados con todo tipo de juncos, hierba y lirios de agua, algunos incluso lucían flores coloridas sobre sus hojas flotantes que se deslizaban perezosamente en el agua tranquila. En un extremo del estanque, había una formación de rocas extraña. De vez en cuando, Vanessa saltaba sobre ellas para tomar sol, ya que la parte superior de las rocas se calentaba durante los meses de verano.
En el extremo opuesto del claro, sobresalía lo que podría describirse como una pequeña montaña. Había una entrada de cueva en ese pequeño saliente rocoso, que era un buen refugio cuando el clima se volvía hostil o la luz comenzaba a escasear. Había pasado un par de noches ahí, así que sabía que no estaba ocupada por nadie más.
Y sin embargo, allí estaba ella, al borde del claro, con sus aletas erguidas mientras miraba a un Pokémon que nunca había visto antes. Desde esa distancia, solo podía distinguir que el Pokémon era amarillo con un poco de blanco y que tenía algo sobre su regazo. Incluso cuando entornaba los ojos, era difícil distinguirlo. Manteniéndose al borde del claro para asegurarse de no ser vista, se movió lentamente por los alrededores, tratando de acercarse al extraño Pokémon.
Logró acercarse lo suficiente para verlo con más detalle. Su pelaje era puntiagudo, pero se veía suave, y estaba increíblemente desordenado. Tenía manchas de tierra por todo el cuerpo y algunas hojas pegadas a su pelaje de alguna forma. Ahora también podía escucharlo mejor, aunque todavía no lo suficiente para entender las letras. Su voz no era la más entrenada, pero sonaba agradable. Sin embargo, lo que realmente destacaba era la música.
Ahora podía ver que en el regazo del Pokémon descansaba una guitarra, que tocaba con una habilidad impresionante, mejor de lo que Vanessa había escuchado en toda su vida. Bueno, salvo por una vez, pero estaba dispuesta a achacarlo a una anomalía o a un recuerdo poco fiable de cuando era más joven.
Vanessa se quedó en silencio, escuchando, hasta que el misterioso Pokémon terminó la canción que estaba tocando. Casi aplaude con sus patas, disfrutando la presentación, pero hacerlo mientras estaba escondida en un arbusto habría sido bastante extraño, además de que tenía muchas otras buenas razones para permanecer oculta.
Tampoco estaba segura de querer interrumpir. Por mucho que quisiera practicar su nado en la paz y la tranquilidad del lugar, no quería ahuyentar al extraño. No tenía el valor para hacerlo. Además, por hermosa que fuese la canción, sonaba casi triste.
Vanessa decidió dejar al Pokémon en paz y encontrar otra cosa con la que ocupar su día para mantener en secreto lo que acababa de presenciar. Ni siquiera sabía cómo podría empezar a explicarlo. Salió del arbusto en el que estaba escondida, permaneciendo fuera del claro y evitando mover demasiado las cosas a su alrededor. Avanzaba con mucho cuidado, pisando por encima de las raíces de los árboles para no tropezarse.
CRACK.
Vanessa se quedó petrificada, el miedo recorriendo su cuerpo inmóvil mientras miraba lentamente hacia abajo. Había pisado una rama grande que se había partido en dos, produciendo un sonido que rompió la atmósfera silenciosa. Giró la cabeza rápidamente hacia atrás.
El misterioso Pokémon que tocaba música ahora estaba mirando directamente en su dirección, con las orejas erguidas y en alerta. De hecho, estaba mirándola directamente, apenas visible sobre uno de los arbustos más altos que los separaban.
Lo primero que notó inmediatamente fueron sus ojos, que eran de dos colores diferentes. Uno era un verde menta brillante y electrizante, mientras que el otro tenía un tono rojo terroso, lo que le pareció una combinación extraña. ¿Qué tipo de Pokémon tenía ojos de colores diferentes como esos?
Vanessa se agachó rápidamente, arrastrándose por el suelo para encontrar otro arbusto en el que esconderse, esperando encontrar uno que el extraño no revisara si decidía acercarse. ¡Solo porque tocara música bonita no significaba que no pudiera devorarla viva!
La temblorosa Vaporeon se mantuvo tan cerca del suelo como su cuerpo le permitía, acurrucada en un pequeño arbusto rodeado de otros, lejos del lugar donde se habían cruzado las miradas. Como había temido, escuchó pasos suaves acercándose mientras el misterioso Pokémon parecía buscarla.
"¿H-Hay alguien ahí? ¿Hola?"
Dijo una voz masculina joven, llena de energía, pero con un toque de... algo que no podía identificar. No sabía por qué estaba analizando la voz de alguien que probablemente la iba a devorar, y se cubrió el rostro con sus patas mientras se encogía aún más contra el suelo. Los pasos se acercaban, cada vez más.
Era demasiado tarde. Escuchó el sonido de las hojas moviéndose y vio cómo la luz se filtraba a través de los espacios entre los dedos de sus patas. ¡Era su fin! Vanessa pensó que al menos debería echar un vistazo a su verdugo antes de morir, solo para quedarse atónita.
Ahí estaba él, apartando las ramas del arbusto, y su rostro no tenía nada de malvado o demente. Al contrario, tenía una expresión amable y curiosa. Se veía, incluso, más asustado que ella. Ahora que lo pensaba, este extraño chico le recordaba un poco a su hermano: forma similar de cuerpo, mismas orejas puntiagudas...
"¿Estás... estás bien ahí abajo? ¿Te caíste?" preguntó el Pokémon.
Vanessa sintió cómo un poco de tensión se desvanecía. Aunque seguía siendo un completo extraño, y podría estar fingiendo con su acto amable, si este Pokémon hubiera querido hacerle daño, ya lo habría hecho, considerando lo vulnerable que estaba sentada en el suelo. Aún no podía identificar qué tipo de Pokémon era.
Sin decir nada, Vanessa se levantó del suelo y se sentó sobre su trasero, mirando tímidamente desde el arbusto. Ladeó la cabeza, saludando al extraño con una sonrisa débil y nerviosa. El gesto fue rápidamente devuelto, mientras los labios del Pokémon amarillo se curvaban en una sonrisa, como si internamente acabara de suspirar aliviado.
"¿Un golpe estático? P-pero cómo..."
Los ojos de Vanessa se abrieron de
par en par, Ilenos de terror, mientras fijaba la mirada en el Pokémon amarillo frente a ella. Este no parecía entender por qué actuaba de una manera tan extraña. Rápidamente, Vanessa retiró su pata, la sostuvo contra su costado y se alejó apresuradamente del extraño,
intentando ponerse de pie con
torpeza. Luego, dio un salto fuera del arbusto y, usando cada pizca de
fuerza que tenía, corrió hacia el
bosque como si su vida dependiera
de ello. Tropezó con raíces y
arbustos mientras escapaba, pero nc
se detuvo.
Esa descarga le recordó qué tipo de
Pokémon tenía frente a ella. Era otra
evolución de Eevee, como ella y su
hermano, pero del tipo eléctrico: un
Jolteon. Nunca había visto uno en
persona, pero siempre le habian
parecido aterradores. A pesar de su
rostro amable, su cuerpo estaba
cubierto de espinas desde la cabeza
hasta la cola,y muchas de sus
características eran angulosas y
filosas, aunque el pelaje más suave
ayudaba a suavizarlas un poco
Lo que realmente despertó su miedo
fue sentir la descarga eléctrica
recorriendo su cuerpo, recordándole
un incidente traumático de cuando
era una cría. Desde aquel día
Vanessa había desarrollado un fuerte rechazo hacia los Pokémon eléctricos, aunque sabía que no debía juzgar a nadie solo por su tipo.
Mientras recuerdos y escenas
aterradoras inundaban su mente
Vanessa no dejó de correr. Perdió
completamente la noción de dónde
estaba en el bosque, cometiendo su
primer error. Ei segundo error quedó claro cuando, de repente, chocó contra algo y cayó al suelo. Ese "algo" era otro Pokémon, uno al que hubiera preferido no cruzarse jamás.
Frente a ella, un Ursaring se alzó
sobre sus patas traseras, rugiendo
con furia mientras levantaba ambas
garras en el aire, listo para atacar.
Vanessa quedó paralizada temblando de miedo con los ojos
abiertos como platos. Su corazón
latía con fuerza, su mente le gritaba
que se moviera, que se levantara y
escapara, pero sus piernas eran
como gelatina y no respondian.
El Ursaring rugió nuevamente, esta
vez con más agresividad, mientras
bajaba su cuerpo imponente hacia el
suelo. Vanessa, al darse cuenta del peligro, logró ponerse de pie
tambaleándose y retrocedió unos
pasos, pero el peso del Ursaring
sacudió el suelo al caer, haciéndola perder el equilibrio y volver a caer de bruces. Entre lágrimas y sollozos
trató desesperadamente de
levantarse, pero el miedo la tenía
completamente descontrolada
Antes de que pudiera reaccionar,
sintió un dolor punzante y ardiente
en su costado. El mundo pareció
girar mientras su cuerpo era lanzado por el aire. Vanessa aterrizó
bruscamente, rodando y deslizándose por el suelo, gritando
de agonía. El Ursaring la había
golpeado con sus garras, dejando
una herida profunda y desordenada
que se extendía desde su cadera
hasta su hombro, con sangre
brotando sin parar.
Desde donde estaba, levantó la vista
con dificultad y vio la sombra del
Ursaring acercándose nuevamente,
bloqueando la luz del sol entre los
árboles. El dolor en su costado era insoportable, cada segundo que
pasaba la hacía sentirse más débil y
mareada, perdiendo sangre
alarmantemente rápido. Lo último
que alcanzó a distinguir con su
visión borrosa, antes de que la
inconsciencia la venciera, fue la silueta del Ursaring cayendo al suelo.
"L-lo siento, Ash... Lo siento tanto." susurró, antes de que todo se volviera negro.
Continuará...
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