Capítulo 14
Era un día nuevo, y encima uno hermoso. Tempest no quería desperdiciar la oportunidad, por más que supiera que debería estar descansando. Ya hacía rato que se había levantado de un salto y había hecho toda su rutina matutina, ahora con su guitarra de siempre y su bolso al hombro, cosas que jamás dejaba en casa. Bueno, casi nunca.
Ash y Vanessa le habían dicho que con gusto le mostrarían el pueblo hoy, y él ya estaba re cebado con la idea. Sin embargo, había otra cosa que no paraba de darle vueltas en la cabeza. El día anterior, los hermanos habían salido con él a juntar bayas, y Ash encontró varias que nadie pudo reconocer, diciendo que después se las llevarían a Aria.
Pero resulta que Ash nunca se llevó la bolsa a su casa, lo que llevó a que Tempest ahora anduviera cargando un saco de hojas extra, con la esperanza de poder dejárselo para que pudieran revisar esas bayas más tarde. Después de chequear por última vez que tenía todo lo que necesitaba, salió de un salto por la puerta, rumbo a la casa de Ash y Vanessa.
Había un problemita que se hizo demasiado evidente en cuanto llegó a la calle donde sabía que vivían. Ya había estado en su madriguera antes, pero el quilombo era que ninguna de las casas tenía algo que las hiciera destacar demasiado, y no podía recordar cuál era la suya.
"¿Era la segunda de acá? No, un poquito más adelante... ¿Tal vez esa que está en la curva? No, no, estaban mucho más cerca... Creo que la suya tenía una ventana... no, todas tienen la ventana en el mismo lugar…"
Otra vez su sentido de la orientación estaba hecho mierda, perdiéndose con cada nuevo pensamiento, cayendo en una espiral de pánico silencioso pero igual de ansioso. ¿Qué carajo iba a hacer si no podía recordar dónde vivían?
Las casas parecían hacerse más altas y amenazantes, todas iguales, la calle retorciéndose y deformándose mientras ni siquiera podía recordar de qué dirección había venido. Era un pueblito de mierda, y aun así sentía que lo estaba tragando la propia calle de ladrillos, el frío calándole los huesos a través de las almohadillas de sus patas.
"¿Tempest…?"
Todo volvió a la normalidad en un abrir y cerrar de ojos. Mirando alrededor, Tempest vio una figura lila moviendo la cola de un lado a otro con tranquilidad, levantando una ceja como si lo hubiera visto tener un colapso en plena calle. De alguna manera, su mirada era más fulminante que la de los extraños que lo observaban.
"O-oh, e-em… h-hola, Aria, qué casualidad verte por acá…"
El Jolteon sintió la cara arderle de vergüenza, la lengua pesada y torpe en su boca. La expresión confundida de Aria lentamente se transformó en una sonrisa relajada, divertida por el comportamiento extraño de Tempest. Mientras tanto, él no podía estar más aliviado de ver a alguien conocido que lo trajera de vuelta a la realidad.
"Vivo cerca, así que no es tanta casualidad. Vos, en cambio, estás un poco más lejos. ¿Qué hacés por acá?"
"Bueno, no estoy tan lejos en realidad… aunque ya que estás, estaba buscando la madriguera de los hermanos. No presté mucha atención a dónde quedaba exactamente…"
Tempest juraría que vio a la Espeon esbozar una sonrisa fugaz antes de levantar una pata y señalar una de las madrigueras por las que ya había pasado.
"Ahí, la tercera en la cuadra. Justo estoy yendo para allá, así que asumo que venís conmigo."
Era bastante directa, pero no estaba equivocada. Tempest asintió y empezó a seguirla mientras avanzaba. El aire entre ellos se volvió incómodamente silencioso. Aria no era de hablar mucho, y él tampoco sabía bien qué decir, pero igual quería intentar conectar con ella de alguna manera.
"Esto en realidad me viene de diez, porque de todas formas íbamos a ir a buscarte."
Aria frunció el ceño y lo miró de reojo.
"¿Ah, sí? ¿Para qué?"
Tempest levantó el saco de hojas extra que tenía, donde estaban todas las bayas misteriosas. Aria lo miró con curiosidad, moviendo una de sus orejas cuando ambas se alzaron.
"Esto. Ash y Vanessa me ayudaron a juntar bayas ayer, pero Ash no paraba de encontrar estas rarísimas. Ninguno las pudo reconocer, pero él dijo que vos sí ibas a poder."
"¿Oh? Admito que me da bastante curiosidad ver esas bayas raras. Tengo unas cosas que hacer esta mañana, pero si me das un rato, con gusto las reviso… con una condición."
Aria se llevó una pata al mentón, pensativa. Tempest inclinó levemente la cabeza, algo nervioso por lo que fuera a pedirle, instándola a continuar. Esperaba que no fuera nada ridículo.
"Si encuentro alguna baya interesante, me la quedo. Supongo que sabés que muchas bayas tienen propiedades medicinales. Algunas ayudan a que el cuerpo se recupere más rápido. Hay una cura para casi cualquier estado que conocemos. Algunas de estas bayas son mucho más potentes, pero a cambio son rarísimas y difíciles de encontrar. Incluso hay rumores de que algunas te hacen más fuerte al comerlas, aunque nunca vi una de esas en mi vida."
Tempest escuchaba a Aria con curiosidad, sorprendiéndose de lo mucho que le estaba interesando el tema. Nunca pensó que las bayas podían ser tan fascinantes, pero ahí estaba, completamente enganchado.
"Jamás me imaginé que existían bayas mejores que otras..."
"Y sí. La mayoría de los mons ni se calientan con las bayas porque conseguirlas es un quilombo, así que prefieren usar hierbas. Son mucho más potentes que cualquier baya, pero son tan amargas que te dejan sin gusto por, mínimo, seis horas. Encima, si las mezclás, se vuelven re inestables…"
Tempest se estremeció de solo imaginar lo que eso significaba. Sonaba peligroso, pero al mismo tiempo le generaba más preguntas que respuestas.
"Si las hierbas son mejores, ¿por qué te interesa tanto esto de las bayas?"
Aria movió una oreja, caminando en silencio unos segundos antes de soltar un suspiro. Se debatía cuánta información debía darle a un Pokémon que, en realidad, no conocía tanto.
"Hmph. Para ser sincera, soy una pendeja caprichosa que odia el gusto de las hierbas… y por eso descubrí que, a diferencia de las hierbas, las bayas pueden mezclarse sin perder ni su sabor ni sus propiedades, siempre y cuando se las trate como corresponde."
"¿Tratarlas como corresponde?" preguntó Tempest, cada vez más metido en la charla. La Espeon asintió, tan entusiasmada con su propia explicación que hasta empezó a gesticular con las patas.
"Exacto. La mayoría de las veces, cuando cocinás bayas en una comida, pierden los nutrientes que les dan sus efectos curativos. Pero si se hace bien, podés mantener esos nutrientes sin sacrificar el sabor. Por ejemplo, podrías hacer una tarta de Pecha y Cheri. Rica como postre y útil para eliminar toxinas y relajar músculos paralizados."
Tempest jamás había pensado en usar las bayas de esa manera. Claro, tampoco es que había tenido muchas opciones además de comerlas crudas hasta hacía poco. Pero la idea de poder combinarlas para potenciar sus efectos le voló la cabeza.
"¡Nunca se me ocurrió eso! ¡Es genial, Aria!"
Tempest sonrió de oreja a oreja, transmitiendo su entusiasmo en cada palabra. Aria resopló con orgullo, intentando disimular su propia sonrisa mientras levantaba un poco la cabeza, justo cuando llegaban a la madriguera de los hermanos.
Aria levantó una pata para golpear la puerta. No tardaron en oírse ruidos de algo golpeando el suelo, hasta que la puerta se abrió de golpe. Del otro lado apareció un Flareon con cara de emoción, mirando a Tempest y a Aria con sorpresa.
"¡Bueno, esto sí que es inesperado! Parece que la doc está en casa… y encontró un callejerito en el camino, ¿eh?"
Tempest odiaba lo acertado que era ese comentario, considerando que literalmente había estado dando vueltas como un boludo sin saber a dónde ir. Aria tampoco parecía muy contenta con la analogía, aunque probablemente más por lo ridículamente cursi que era. Optó por ignorarlo, con la esperanza de que Ash no dijera otra pavada parecida.
"Vine porque me olvidé algo importante el otro día. Nuestro ‘callejero’ acá presente, en cambio, tiene su propia misión. Al parecer, también tengo bayas para identificar."
Ash sonrió, asintiendo con entusiasmo. Ya sabía por qué Tempest estaba ahí; él y Vanessa habían estado pensando en eso desde la mañana.
"Ya sé por qué vino. ¡Podés entrar y agarrar lo que necesites, che, no tenés que pedir permiso para esas cosas!"
Aria simplemente sonrió de lado, dándole una palmada en la cabeza a Ash antes de meterse para adentro, empujándolo un poco mientras pasaba por el marco de la puerta.
"Ah, lo sé. No te estaba pidiendo permiso, te estaba avisando."
Ash miró hacia atrás mientras la Espeon pasaba, sorprendido por su respuesta tan directa. Tempest también se quedó medio atónito, pero no lo suficiente como para perder el foco. Se giró de nuevo hacia Ash, que todavía parecía estar procesando la situación.
"Bueno, Ash, ¿vos y Vanessa están listos para salir?"
Ash recuperó la compostura enseguida, girando hacia el Jolteon y asintiendo. Ya tenía más o menos planeado cómo estructurar su recorrido por Moonshine e incluso había practicado algunas partes como si fuera un ensayo. Obvio que jamás lo admitiría.
"¡Sí, listos si vos lo estás! ¡Acabamos de comer!"
Detrás de Ash, asomó una mirada dorada y redonda, esos ojos enormes e inocentes que solo podían pertenecer a Vanessa. La Vaporeon estaba tan pegada a su hermano que era casi imposible verla, oculta tras la cola esponjosa y bien cuidada del Flareon. Los dos salieron juntos, dejando la puerta abierta para que Aria pasara.
Una vez más, Vanessa se aferraba a Ash como si estuviera pegada con cemento, lanzando miradas esporádicas a Tempest desde la distancia, pero sin animarse a acercarse por su cuenta. Esto empezó a preocupar a Tempest, quien decidió que, si se daba la oportunidad, iba a preguntar qué onda con eso.
Ash se dio vuelta cuando escuchó la puerta cerrarse. Aria sostenía algo en sus patas, aunque ninguno podía ver qué era. Ya que estaba ahí, Ash pensó en invitarla a unirse al recorrido, pero apenas abrió la boca, se topó con su mirada aguamarina y una sonrisa burlona.
"Apuesto a que vos y tu nuevo amigo se van a ir de paseo por ahí. Si es así, diviértanse, porque yo no me voy a prender esta vez."
"P-pero si ni siquiera dije nada…" Ash se quedó con la boca abierta, incrédulo, mientras la Espeon se tapaba la boca con una pata para reírse, ya empezando a alejarse hacia su cueva. Le encantaba joder al pobre Flareon.
"Que seas un cajón de sorpresas no significa que no seas predecible, Ashie. Andá, divertite. Nos vemos a la noche~."
El trío se quedó mirando cómo la silueta lila de Aria se perdía entre la multitud de Pokémon que iban y venían en su día a día. Ash seguía ahí parado, con cara de pelotudo. Tempest y Vanessa no pudieron evitar reírse, lo que poco a poco lo trajo de vuelta a la realidad.
"Juro que me lee la mente o algo… E-en fin, ¿nos vamos?"
Después de calmarse las risas, tanto Tempest como Vanessa asintieron. El grupo empezó a moverse hacia el centro de Moonshine, donde se encontraba una gran plaza octagonal.
Era el día ideal para explorar la aldea. El sol brillaba con fuerza, cálido pero sin derretirte. Familias con sus crías caminaban por ahí, señalando tiendas, charlando y riéndose mientras hablaban de su día, comiendo en pequeños restaurantes familiares.
La plaza central estaba completamente rodeada de puestos de vendedores, pareciendo casi un mercado entero. En el medio se alzaba una fuente enorme e impresionante, con múltiples niveles de cuencas en cascada que derramaban agua de una a otra. En la cima se erguía una estatua de Kyogre, que uno solo podía asumir que era una versión en miniatura de la bestia legendaria. Varios mons descansaban en el borde de la fuente como punto de reunión, aunque no era tan popular como para estar abarrotada. Incluso había algunos tipos agua nadando en sus cristalinas aguas.
"Wow… este lugar es gigante" murmuró Tempest, su cabeza girando lentamente mientras miraba alrededor, sintiendo cómo el gris frío de los adoquines cobraba vida al mezclarse con el cielo despejado y la energía vibrante del lugar, lo suficientemente animada como para revivir hasta a un muerto.
Ash sonrió al Jolteon cuando llegaron junto a la estatua, lo más cerca posible del corazón de la aldea.
"Bueno, cortocircuito, dejame darte una explicación rápida del lugar antes de mandarnos a recorrer. ¿Te parece?"
Tempest dirigió su mirada multicolor al carismático Flareon y asintió con una sonrisa, manteniéndose en silencio para no interrumpir accidentalmente. Ash respiró hondo, frotándose las patas como si hubiera estado esperando este momento desde hace siglos.
Bueno, en realidad, solo lo había estado practicando desde esa mañana.
"¡Moonshine! La aldea del agua, desde sus orígenes hasta el día de hoy. La mayoría de su población son tipos agua, y la arquitectura del lugar lo refleja claramente. Sin embargo, en los últimos años se ha vuelto mucho más abierta a otros tipos, ¡y yo soy el ejemplo perfecto de eso!~"
Ash posó con valentía, apoyando una de sus patas traseras en el borde de la fuente de Kyogre, mientras colocaba una de sus patas delanteras en su pecho, hundiéndola en su esponjosa melena. Se quedó quieto por un momento, dejando que la brisa pasara sobre su pelaje, seguramente para dramatizar la escena. Luego, con un movimiento grandilocuente, extendió la pata desde su pecho y apuntó de forma espectacular hacia la puerta de entrada de la aldea, la misma que Tempest conocía demasiado bien.
"Aquello de allá, mi amigo, es la Puerta Norte. Los dos guardias que la vigilan son el viejo Lombre y un Floazel hinchapelotas, como seguro ya sabés. También sos lo suficientemente avispado como para deducir que, si esa es la Puerta Norte, entonces es lógico pensar que hay una al Sur, otra al Este y otra al Oeste. ¡Y acertaste! Todas bien ubicadas, obviamente."
Ash giró en el sentido de las agujas del reloj desde donde estaba, apoyándose con suavidad sobre sus patas mientras el trío pasaba de mirar una calle principal a la siguiente, que parecía llevar directamente a otra puerta idéntica. Cuatro calles principales salían desde el centro de la plaza en direcciones cardinales, cada una conectando con una puerta distinta.
"Esta, por supuesto, es la Puerta Este. Acá no hay mucho más que madrigueras y casas, aunque si te acercás un poco a la puerta, hay algunos puestos de venta más chicos. ¿Por qué tan alejados del centro? Te estarás preguntando. Bueno, porque en esa dirección también hay un parque. Un pedazo de tierra con algunos juegos y espacio para correr, donde los padres dejan a sus crías y se quedan charlando sobre… no sé, cosas de padres, lo que sea que hablen. No importa."
Ash giró otra vez, ahora de cara a la Puerta Sur. Esa calle parecía mucho más activa y concurrida que la del Este o la del Norte, que no tenían demasiado movimiento.
"Por acá vas a encontrar la Puerta Sur. Lo primero que te va a llamar la atención es ese edificio rojo enorme en el centro de la plaza. Es uno de los pocos lugares que tienen electricidad en todo el pueblo, y por una buena razón. Es el Centro Pokémon, el lugar donde los viajeros pueden pasar la noche y los heridos pueden descansar y recuperarse. Es clave que tenga electricidad, sobre todo en un pueblo como este, donde es casi un lujo."
Tempest asintió, memorizando la ubicación de la clínica. Sabía que había una, porque Aria la había mencionado cuando hablaba de su aprendizaje con el experto médico del pueblo, y conocer su ubicación en caso de emergencia no era mala idea. Ash no giró esta vez, manteniéndose mirando al sur.
"Si mirás un poco más allá, vas a ver otro edificio grande, el único otro con electricidad en todo el pueblo. Ese de ahí, mi amigo, es el M.L.E, papá. Moonshine Law Enforcement. Tienen una recepción para que la gente venga a reportar quilombos, un patio de entrenamiento privado absurdamente grande en la parte de atrás, y, por lo que dicen, hasta tienen algunos malandras encerrados en los calabozos del sótano. Aunque supongo que eso es información reservada, porque es todo lo que nos dejan saber."
Ash giró en el sentido de las agujas del reloj por última vez, estirando su pata mientras encaraba la última puerta restante. Tempest siguió su mirada con atención, tratando de grabarse en la cabeza toda la explicación. Más que nada porque no quería tener que hacer el tour de nuevo.
"Y por último, pero no menos importante, la vieja Puerta Oeste. Acá tampoco pasa mucho, igual que en las puertas Norte y Este. Sin embargo, el viejo Blastoise vive por esta zona. Tiene la única casa de todo Moonshine con un segundo piso, y el muy desgraciado probablemente tenga una de las vistas más zarpadas que cualquiera de nosotros podría ver. Excepto el cielo estrellado, claro."
"Fuera de eso, no hay mucho más en esta dirección."
Tempest asintió con un murmullo, memorizando todo. Ash lo miró de reojo para asegurarse de que no estuviera quedándose atrás, no fuera a ser que tuviera que empezar otra vez. Y nadie quería que eso pasara. Ni siquiera Ash, cuya garganta ya empezaba a secarse de tanto hablar, lo cual no era algo común en él.
"¿Hay algo más que deba saber o con esto alcanza?"
Ash no pudo mantener su pose por más tiempo y suspiró antes de sentarse sobre el borde de la fuente de Kyogre, apoyando las patas sobre su regazo mientras pensaba.
"Bueno, eso sería casi todo… El centro del pueblo es este, claramente, y es un buen lugar para comprar si necesitás algo. Bayas, provisiones, regalos, accesorios, comida para llevar, el Moonshine Market tiene de todo. Fuera de eso, el resto del pueblo está organizado en anillos. Tenés el anillo exterior, más cerca de la muralla, con casas a los costados del camino. Hay callejones que serpentean entre ellas, y después tenés el anillo interior, la plaza, donde estamos ahora."
Era una estructura curiosa para un pueblo, pero tenía bastante sentido. Tempest miró a Vanessa, que había estado callada todo el tiempo, asintiendo de vez en cuando a las palabras de su hermano. Ahora que se fijaba mejor, notó que ya no tenía la hoja cubriéndole el costado, ni señales visibles de la herida que antes estaba ahí. Seguía actuando raro, como el día anterior y esa misma mañana, pero al menos parecía estar tranquila.
"Y bueno, eso es Moonshine, un pueblo redondo. Bastante piola, ¿eh?"
Tempest soltó una risa y asintió mientras Ash le dedicaba una sonrisa de costado y le daba un codazo amistoso en el torso.
"Sí, es un lugar hermoso. Entiendo por qué tantos Pokémon querrían vivir acá. Tiene vida, pero sin ser un caos."
Vanessa los observó mientras hablaban, disfrutando la energía que transmitían. Eran muy agradables de escuchar, charlando con tanta naturalidad como si fueran amigos de toda la vida, a pesar de que apenas se conocían. Aun así, algo seguía molestándola. No era que desconfiara de Tempest (probablemente lo confiara más que nadie), pero había algo que la hacía sentir intranquila. Un miedo silencioso, ansioso, que le revolvía el estómago cada vez que estaba cerca del Jolteon. Tenía muchas emociones mezcladas y le costaba expresarlas, sobre todo cuando Ash siempre estaba cerca.
No quería quedarse callada más. Ya estaba harta de sentirse nerviosa todo el tiempo. Siempre había sido tímida y solía llevarse algo de ansiedad a donde fuera, pero esto era demasiado incluso para ella, y su cuerpo lo estaba rechazando mal. Se había despertado agotada esa mañana y, desde que salió de la cama, apenas si había dicho una palabra.
Con pasos silenciosos, la Vaporeon se acercó a su hermano mayor y le tironeó el brazo suavemente para llamar su atención, mientras él seguía hablando y hablando con Tempest sobre Moonshine. Ash terminó su frase antes de girarse hacia ella, sus grandes ojos azules y tranquilos preguntándole qué pasaba.
"A-Ash… e-em… ¿v-vos creés que a Tempest l-le gustaría a-alguna de las m-medialunas con miel de la señora Combee…?"
El Flareon inclinó la cabeza de un lado a otro, pensativo, echando un vistazo a Tempest, que estaba al lado suyo con la cabeza ladeada, mirándolos con curiosidad. Las orejas naranjas de Ash se movieron mientras evaluaba la idea, hasta que finalmente sonrió y miró a Vanessa.
"¡Me parece una idea genial, hermana! ¿Vamos los tres, o querés que vaya yo solo y las traiga rápido?"
Vanessa negó tímidamente con la cabeza, bajando la vista al suelo y jugando con las patas sobre el piso de ladrillos.
"¿P-podrías ir v-vos a buscarlas? A-así va a ser m-más rápido…"
"¡Obvio!" dijo Ash con entusiasmo, saltando del borde de la fuente y aterrizando con agilidad en sus patas. Miró a Tempest y Vanessa con una sonrisa y señaló con la cabeza el puestito de la Combee. "¡Vuelvo en un toque, voy a buscar algo dulce para nosotros! Idea de Vanessa, por supuesto. Si me necesitan, voy a estar ahí. ¡No se vayan muy lejos sin mí!"
Y con eso, Ash salió corriendo hacia uno de los tantos puestos en la distancia, dejando solos a Tempest y Vanessa. La Vaporeon caminó despacio hasta donde su hermano había estado sentado hace unos momentos y se dejó caer en el borde de la fuente, al lado de Tempest, con la mirada clavada en el suelo. La piedra todavía estaba tibia bajo ella. El ambiente se volvió súbitamente más incómodo y silencioso sin la charla constante de Ash.
Su rostro reflejaba preocupación mientras intentaba juntar coraje para decir algo, esforzándose por convertir sus pensamientos en palabras. Tempest la notó y, viendo que Ash ya no estaba, decidió adelantarse y hablar primero.
"¿Estás bien, Vanessa? Estuviste bastante callada estos días. Y ahora mismo… parecés incómoda."
Vanessa no dijo nada, manteniendo la mirada baja en su regazo. Instintivamente quiso asentir y decir que estaba bien, como siempre hacía, pero esta vez se detuvo a tiempo, quedándose en silencio con el ceño fruncido. No quería mentir ni desaprovechar la oportunidad de hablar con el Jolteon a solas, después de tanto esfuerzo para crear esta situación.
"No tenés que contarme si no querés" dijo Tempest, con un tono comprensivo. "Pero… siendo sincero, no puedo evitar sentir que tiene que ver conmigo… Perdón si suena medio egocéntrico, pero… solo quiero saber si estás bien."
Antes de que pudiera seguir enredándose con sus palabras, Vanessa negó con la cabeza. Pero ¿qué estaba negando? ¿Que no estaba bien? ¿Que no tenía que ver con él? ¿O que sí tenía? Tempest suspiró para sus adentros; debería haber sido más claro con lo que dijo.
"Y-yo tengo… muchas p-preguntas… No entiendo muchas cosas… y… y tengo miedo."
Tempest no entendía un carajo. Apenas si podía escucharla; su voz era tan baja que se perdía en el ambiente, y ahora ella estaba encogida, escondiendo la cara. Su cola colgaba sobre el borde de la fuente y la punta tocaba el agua, haciendo un sonido suave de chapoteo.
"Podés preguntarme lo que quieras, o contarme lo que te preocupa" dijo el Jolteon. "Podés ser completamente honesta, no hace falta que te preocupes por cómo me voy a sentir."
Vanessa le dedicó una pequeña sonrisa, pero no dijo nada. Lo miró apenas un instante, con sus ojos amarillos apagados y llenos de tristeza, antes de bajar la vista otra vez y suspirar. Tenía tantas cosas que quería decir, pero el miedo la frenaba. Y aun si no lo hiciera, ni siquiera sabía por dónde empezar. Tenía los sentimientos tan enredados que la lengua se le trababa antes de poder decir una sola palabra.
"Si eso te ayuda un poco… ¿podría preguntar qué es lo que te da tanto miedo?"
Tempest veía que estaba teniendo una lucha interna terrible, y no quería dejarla sola en eso. Cuanto más pudiera ayudarla a abrirse, mejor sería para ambos a la larga… o al menos eso esperaba.
Vanessa no respondió, pero esta vez sí lo miró directamente, manteniendo los ojos fijos en él.
Y Tempest vio claramente las emociones en su mirada. Miedo. Tristeza. Y un poco de culpa, mezcladas con quién sabe cuántas más.
Él también sintió algo. Un nudo en el pecho, una sensación de preocupación al notar que tal vez ella estaba tratando de decirle algo sin palabras.
La ansiedad le subió de golpe, lo suficiente como para que un par de chispas de electricidad recorrieran su pelaje. Señaló su propio pecho con una pata, dudando.
Vanessa, con la mirada baja y apagada, asintió lentamente.
"Mmh… ¿tiene que ver conmigo en particular…? ¿O es más bien por malas experiencias con los tipos Eléctrico en general…?"
Algo hizo clic. Para mal. Para muy mal, de hecho. La expresión de Vanessa pasó del miedo y la tristeza al horror absoluto, como si de repente la hubieran metido en una pesadilla. Se le llenaron los ojos de lágrimas al instante, quedando al borde del llanto. Quizás Tempest había tocado un nervio que no debía, y al darse cuenta, levantó las patas tratando de recular.
"¡Pará, pará, pará! N-no hace falta que respondas si no querés. ¡No quise hacerte llorar! No tendría que haber preguntado eso, fue re insensible de mi parte, p-perdón…"
Vanessa no pudo evitar que algunas lágrimas le resbalaran por las mejillas, pero hizo un esfuerzo por calmarse y no largarse a llorar como una desquiciada en medio de la plaza. Lo último que quería era llamar la atención y que todo el mundo la mirara. Y encima, hacerlo al lado de Tempest probablemente le daría mala fama, como si hubiera hecho llorar a una tipo Agua, aunque realmente no fuera su culpa.
Tempest ahora se sentía como el orto. No esperaba que la Vaporeon reaccionara tan fuerte ante una pregunta tan simple. Verla así de rota le dolía en lo más profundo del pecho, un dolor que no sentía hace muchísimo tiempo. Tenía que hacer algo antes de que los dos terminaran llorando como unos pelotudos, porque él también sentía que se le venía la ola encima.
Pensando rápido, recurrió a lo mejor que tenía para confortarla: con un movimiento ágil, se sacó la guitarra de la espalda y la acomodó en su regazo, asegurándose de que estuviera bien firme antes de pulsar un par de cuerdas. El sonido atrajo la atención de Vanessa de inmediato.
"H-Hey, eeh… no hablemos de eso hasta que estés lista. ¿Te gustaría que toque una canción o algo así? Capaz te ayuda a relajarte un poco…"
La actitud de Vanessa cambió de golpe. Sus aletas y su postura se enderezaron al sentir que algo le despertaba un gran interés. Sus emociones anteriores seguían ahí, pero ahora estaban eclipsadas por la curiosidad. Miró al Jolteon con ojos llenos de expectativa; su expresión era nerviosa, sus ojos bicolores reflejaban una disculpa más grande que cualquier palabra. El cambio tan repentino en todo la descolocó.
"¡U-Uhm!"
Balbuceó, tratando de ganar tiempo para pensar en qué iba a decir. Para su sorpresa, ya tenía algo en mente. Apretando las almohadillas de sus patas con nerviosismo, se animó a pedir:
"¿P-podrías… tocar esa canción que tocaste cuando A-Ash y yo nos peleamos…?"
Tempest se quedó boquiabierto. No solo por el hecho de que ella hubiera dicho algo, sino porque lo que él había propuesto había funcionado. Pensó que todo se iba a ir a la mierda, pero de alguna manera, su música la había atrapado lo suficiente como para cambiar el curso de la situación. Sus ojos seguían hinchados de tanto llorar, pero ahora parecía mucho más despierta y menos atrapada en su propia cabeza.
"Por supuesto. Es una de mis favoritas, después de todo."
Acomodó sus patas en la guitarra, asegurándose de que todo estuviera bien, y pulsó unas cuerdas más antes de levantar la vista hacia Vanessa. Ella asintió con timidez, tratando de disimular su entusiasmo. ¿Por qué estaba tan entusiasmada? Tempest no lo sabía, ni le importaba en ese momento. De todas formas, se veía tierna, como un nene tratando de ocultar su emoción por los regalos de Navidad.
Empezó a tocar despacio, en un volumen bajo para no llamar demasiado la atención, repitiendo una vez más Storm Chaser solo para Vanessa. El sonido de las cuerdas acústicas envolvió a la Vaporeon, atrapándola por completo.
Cuando terminó, Vanessa sonrió y aplaudió suavemente con sus patas. Tempest hizo una leve inclinación con la cabeza, como si estuviera saludando al público después de un show, mientras observaba a la Vaporeon, ahora mucho más tranquila. Ver que su tensión se había desvanecido lo hacía sentir increíblemente bien, aunque aún había algo rondándole la cabeza.
"Me da curiosidad… ¿hay alguna razón por la que pediste esa canción en particular, Vanessa?"
Vanessa se quedó pensando, balanceando levemente sus patas que colgaban sobre el borde de la fuente, mientras se llevaba una pata al cuello y jugueteaba con su aleta. Su cola se movía de un lado a otro dentro del agua de la fuente, mezclándose con el sonido del agua cayendo de un nivel a otro.
"B-bueno… s-supongo que la tocaste varias veces y… tenía ganas de escucharla de nuevo… p-porque parece importante para vos y todo eso…"
"¿Varias veces? Pero si la escuchaste una sola vez…"
Vanessa se congeló. Se había olvidado por completo de que Tempest no sabía sobre la primera vez que la había escuchado. El comentario la agarró tan desprevenida que soltó un chillido de pura vergüenza y se cubrió la cara con las patas, esperando que no se le notara lo roja que estaba. Esto iba a ser re incómodo.
"Y-Yo… eeh… c-cuando te v-vi por primera vez… e-en el claro… u-uhm… e-esa era la canción que e-estabas tocando, ¿no…?"
Los ojos de Tempest se abrieron de par en par al recordar con claridad los eventos de ese día. ¿Había estado ella ahí todo el tiempo, escuchándolo tocar, escondida entre los arbustos? Si era así, qué vergüenza. Cantaba para el orto, y encima era algo de lo que se sentía increíblemente acomplejado. Sacudió la cabeza y se tapó la cara con las patas, sintiendo cómo le ardían las mejillas, igual que a Vanessa. Pero se recompuso rápido, disfrazando su incomodidad con una sonrisa al levantar la vista.
"Eso… sí, esa era la canción que estaba tocando en el claro aquella vez. La toco cuando quiero relajarme."
Habló con una risita nerviosa, y Vanessa asintió despacio, también levantando la cabeza. Se quitó las patas de la cara y las apoyó sobre su regazo con cuidado, mirando a Tempest. Parecía que ambos ya habían superado el momento incómodo.
"¿H-Hay alguna razón p-por la que es tan i-importante para vos..? S-Si está bien que pregunte, claro…"
Tempest asintió. Trató de no pensar demasiado en el tema; algunos recuerdos todavía le generaban un nudo en el pecho, pero no podía quedarse pegado a la tristeza de su pasado para siempre, sobre todo si su meta era difundir los nombres de su familia y todas las alegrías que trajeron al mundo.
"Era una canción de cuna que mi mamá me cantaba cuando tenía pesadillas. Siempre me ayudaba a volver en mí cuando me agarraban ataques de pánico, y me hacía muy feliz escucharla, sobre todo cuando la cantaba con su hermosa voz."
Por un momento, Tempest creyó ver un destello de tristeza en los ojos de Vanessa antes de que ella apurara la conversación, enfocando toda su atención en él. No quería ser descortés cuando él estaba hablando de algo tan personal.
"S-Suena como si f-fuera una madre maravillosa, Tempest…"
Tempest bajó la mirada un segundo, rompiendo contacto visual con la Vaporeon, lo que la preocupó. Suspiró antes de volver a levantar la vista, tomándose un momento para dejar que el peso repentino en su pecho se disipara. Vanessa ya tenía suficiente con lo suyo, no necesitaba más pensamientos molestándola a la noche.
"La mejor que podría haber pedido."
"¡¡HEYYYY!!"
Justo cuando ambos pensaban que un cambio de tema les vendría bien, una voz familiar retumbó en la distancia, atrayendo la mirada de varios transeúntes. Un Flareon se lanzó a la carrera hacia la fuente donde estaban sentados Tempest y Vanessa, cargando una bolsa de hojas entre sus patas.
"¡Perdón por tardar tanto, ustedes dos! La fila era más larga de lo que pensaba, ¡estas eran las últimas medialunas de miel que le quedaban!"
Tempest y Vanessa se miraron y no pudieron evitar sonreír antes de girarse hacia Ash, ambos saltando de la fuente para ir a su encuentro. Había una medialuna bañada en miel para cada uno, ¡y eran enormes! Se necesitaban dos patas para sostenerlas bien.
"¿Y qué hicieron mientras yo no estaba? ¿Se cagaron a piñas con piratas? ¿Salvaron el mundo?"
Vanessa solo soltó una risita, mientras Tempest se tomó un momento para terminar de masticar el bocado de medialuna que tenía en la pata, disfrutando del dulzor de la miel de Combee y la canela. Era una delicia difícil de superar, nunca había probado nada igual.
"Se podría decir que sí. Pero ahora que volviste, ¿qué hacemos primero?"
Vanessa terminó su propio bocado y tarareó con satisfacción, su lado goloso más que complacido.
"¿P-Por qué no vamos a la tienda de accesorios? E-Escuché que trajeron un montón de cosas nuevas…"
Los tres se miraron y, sin objeciones, se pusieron en marcha. Con las patas pegajosas, secretos sin contar y todo el día por delante, los eeveelutions cruzaron la plaza, listos para ver qué tenía para ofrecer Moonshine.
Continuara...
Escriban la palabra o expresión de Argentina que no entiendan aquí 👉🏻
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