Capítulo 13
"¡Ash! ¡Vanessa! ¡Buen día! ¿Qué los trae por acá?"
Tempest abrió la puerta de par en par, saludando a los dos eeveelutions con una sonrisa. No esperaba verlos de nuevo tan pronto, y menos tan temprano a la mañana. Vanessa abrió la boca para hablar, pero enseguida la cerró, mirando nerviosa a su hermano. Ash rodó los ojos con una sonrisa mientras su hermana le insistía en silencio para que hablara.
"La pececita acá y yo estábamos viendo si querías hacer algo hoy. Capaz necesitás ayuda para acomodarte o algo, viste."
Si bien no mentía sobre querer ayudar, tampoco quería darle a Tempest la idea de que había varios mons en la aldea que no lo querían ni ver. Había muchas chances de que ya lo supiera, pero este parecía ser uno de esos casos en los que era mejor hacerse el boludo.
Tempest no se enteró de nada, y en cambio se lo veía contento de recibirlos. O al menos lo estaba, hasta que su expresión cambió un poco y dejó escapar un suspiro.
"Yo... en realidad estoy medio en un quilombo, pero me da cosa molestarlos después de que recién se mudaron y ayer..."
Ash lo interrumpió enseguida, levantando una pata y señalándolo con un dedo para que se callara.
"Ah, ah, ni se te ocurra sentirte mal. Nos re cabe ayudar, ¿qué necesitás?"
Tempest parpadeó varias veces, mirando al Flareon. No entendía bien por qué insistía tanto, pero si de verdad estaban ofreciéndose, no tenía muchas razones para rechazarlos. Se aclaró la garganta y se acomodó incómodo el cabestrillo en su hombro.
"Bueno... si en serio quieren ayudar, estaba pensando que no tengo nada de comida. Solo tengo unas bayas en la bolsa. Quería salir a recorrer la aldea, ya que todavía no tengo mi mapa, pero ahora estoy pensando más en ir a buscar más bayas. Aunque bueno..."
Tempest hizo un gesto con la cabeza hacia abajo y abrió y cerró la pata que tenía inmovilizada. Ash y Vanessa asintieron, entendiendo la complicación. Tener semejante herida era una re cagada. Pero Ash tenía justo lo que necesitaban, algo que había estado sosteniendo distraídamente detrás de su espalda. De hecho, casi se olvida de que lo tenía.
"Bueno, si querés guardar esas bayas, justo te traje un regalito que capaz te cope."
Ash reveló una porción de tarta de Pecha que había guardado, envuelta prolijamente en unas hojas para que no se desarmara. Los ojos de Tempest se iluminaron en cuanto la vio, su estómago rugió de emoción, y ambos compartieron la misma expresión de entusiasmo. Miró ansioso a Ash y a la tarta, con la boca casi hecha agua. Ni se acordaba de la última vez que había comido algo que no fueran bayas crudas.
"¿Posta...? ¿Eso es para mí...? ¿Para comer ahora...?"
"No te la voy a dejar ahí para que la mires, capo. Te va a gustar, ya vas a ver. Solo... buscá un plato o algo, aunque sea un bowl."
Ash siguió insistiendo para que la aceptara, asintiendo con la cabeza y sosteniendo la porción hasta que Tempest la agarró con su pata buena, con sumo cuidado de no tirarla. Tenía tanto hambre que, si se le caía, igual se la iba a comer, y no necesitaba que eso pasara de verdad.
"Yo... ¡gracias! Esto es un re gesto de tu parte."
Tempest dio un paso atrás y les hizo espacio para que entraran. Odiaba hacerlos esperar mientras él comía, sobre todo tan temprano en el día, pero su hambre era más fuerte. Además, Ash seguro quería ver su reacción, así que capaz era mejor así.
Vanessa, la última en entrar, cerró la puerta detrás de ella y echó un vistazo alrededor del lugar. Por dentro no era muy distinto de su propia madriguera, solo un poco más chica y compacta. El pasillo también era más corto, ya que no necesitaba dos habitaciones. Era el tamaño justo para un solo residente.
"Perdón por hacerlos esperar mientras desayuno, pero si no como algo ahora, en un rato me voy a desmayar, y eso sería un quilombo peor."
Ash asintió, comprendiendo, y sin pensarlo demasiado se dejó caer de culo en el sillón del área de estar, soltando un suspiro relajado y sin una pizca de vergüenza. El sol de la mañana entraba por la ventana e iluminaba su melena color crema y el mechón de pelo sobre su cabeza, haciéndolos ver suaves y sedosos en comparación con el resto de su esponjoso pelaje anaranjado.
Vanessa, por otro lado, estaba bastante consciente de sí misma y nerviosa. Se sentó despacito en un sillón chiquito al lado del sofá, acomodando la cola sobre su falda para no terminar en una posición incómoda. La misma luz que entraba por la ventana hacía que sus escamas reflectantes brillaran con un tono iridiscente, con partes de su cuerpo azuladas tomando un leve matiz rosado.
Mientras tanto, Tempest estaba ocupado en la parte de la cocina, del otro lado del ambiente, apoyando la tarta sobre la mesa y desenvolviendo con cuidado las hojas que la cubrían. Ya de por sí el olor era buenísimo. Las tiras de fibra verde se desplegaron casi como un plato improvisado, lo cual resultaba bastante conveniente. Como la tarta había estado enfriándose toda la noche, ya no estaba tan pegajosa y se mantenía bastante bien en su forma, así que no hacía falta un plato más grande para evitar que se desparramara por todos lados.
"¿Esto es de pecha? Huele increíble..."
Ash sonrió para sí mismo, admirando su propia pata como si fuera la de un maestro pastelero, inspeccionando sus almohadillas y garras con gran detalle.
"Así es, hecha por el gran yo. No te la manduques toda de una, ¿eh?"
Tempest ignoró olímpicamente el último comentario. La iba a comer al ritmo que se le cantara. Aunque, antes que nada, quería probar un bocado. Cortó un pedacito con cuidado y se lo metió en la boca, sus ojos abriéndose de inmediato. Era dulcísima, tal vez un poco demasiado, pero estaba buenísima igual. En menos de dos minutos, la tarta había desaparecido por completo. Vanessa lo miraba con cara de sorpresa, mientras que Ash estaba demasiado ocupado fantaseando con su propio talento como para notar algo.
"Entonces, ¿qué onda? ¿La mejor tarta que... comiste en tu vida...? P-pará un poco, ¿cuánta hambre tenías, loco?"
Ash, con una sonrisa orgullosa en la cara, giró la cabeza para mirar al Jolteon, pero cuando lo hizo, no había ni una sola miga a la vista. Tempest estaba sentado ahí, con el plato improvisado vacío frente a él, mirando la mesa con una mezcla de vergüenza y satisfacción. Ash no sabía si tenía que estar impresionado o preocupado, y en ese momento estaba teniendo un conflicto interno con ambas opciones.
"…No comí nada decente desde antes de ayer..."
Ash miró a Vanessa, quien le devolvió la mirada con la misma cara de preocupación, hasta que ambos se encogieron de hombros y volvieron a ver a Tempest. No podían culparlo, después de todo lo que pasó el día anterior, claramente no tuvo tiempo para preocuparse por la comida. Ash aclaró la garganta, llevándose una pata cerrada en puño a la boca mientras lo hacía.
"Bueno, entonces eso significa que vamos a tener que asegurarnos de que no vuelva a pasarte, consiguiendo algo de comida para que tengas de reserva. Y después, si nos queda tiempo, ¿qué te parece si te mostramos un poco Moonshine para que te ubiques mejor?"
Los ojos de Tempest se iluminaron, su cara sombría perdiendo algo de peso mientras levantaba la cabeza para mirar al Flareon. No quería hacer que estos dos se molestaran en hacer cosas por él, pero al mismo tiempo, ¿cómo iba a decir que no si Ash le ofrecía ayuda de forma tan descarada?
"¿Estás seguro...? No tienen por qué hacerlo si no quieren. No me malinterpretes, les agradecería muchísimo, pero tampoco quiero que se sientan obligados a ayudarme solo porque les da lástima..."
Ash sintió un pequeño pinchazo de culpa en el estómago. Todavía se sentía mal por todo, y en algún rincón de su mente, esperaba que ayudarlo lo hiciera sentir menos culpable. Pero la mayor parte de él simplemente lo hacía porque le gustaba ayudar a otros mons que lo necesitaran. Además, tampoco es que tuviera grandes planes para el día.
"¡Por supuesto que estamos seguros! Dale, juntá tus cosas, Vanessa y yo conocemos unos lugares buenísimos para juntar bayas que no están tan metidos en el bosque."
Tempest seguía dudando, pero con lo insistente que era Ash, no tenía mucho margen para negarse, aunque igual no tenía pensado hacerlo. Se levantó del sillón, colgándose su bolso al hombro y ajustándose la guitarra en la espalda. Aunque no la necesitara, no iba a ir a ningún lado sin ella.
Ash y Vanessa también se pusieron de pie, y la Vaporeon enseguida se pegó a su hermano como una sombra mientras se aseguraban de estar listos. Luego salieron juntos por la puerta de la madriguera, con Tempest cerrando detrás de él al ser el último en salir. Se giró hacia los hermanos con curiosidad.
"¿Y dónde está ese lugar para recolectar bayas?"
Ash empezó a caminar hacia la derecha desde donde habían salido, señalando con una pata en dirección a la puerta norte. Vanessa, por supuesto, seguía en silencio detrás de él, aunque de vez en cuando lanzaba miradas nerviosas a Tempest. Ambos hacían contacto visual fugazmente antes de apartar la vista. Era un poco raro, pero Tempest no le dio demasiada importancia.
"Está un poco metido en el bosque si tomás a la derecha al salir de esta puerta. La mayoría prefiere no ir para ese lado porque ahí empieza el territorio de los Ursaring, y nadie quiere averiguar cuán cerca están realmente. Pero por suerte para nosotros, ustedes dos ya saben que en realidad no están tan cerca, así que tenemos una buena parte del bosque libre para recolectar."
Tempest y Vanessa se estremecieron, recuerdos bastante desagradables cruzando sus mentes antes de sacudirlos y concentrarse en la tarea que tenían entre patas. Ash saludó al guardia Floatzel con un gesto casual mientras el trío pasaba, pero este solo resopló y miró para otro lado. Parecía que trataba a todos así, aunque todavía podía estar caliente por haber perdido la batalla de prueba.
Las hojas verdes bailaban sobre los eeveelutions mientras caminaban entre los altos y gruesos troncos, agachándose bajo ramas y esquivando raíces. Los chillidos de pequeños Pokémon pájaro llenaban el aire mientras revoloteaban por el bosque, conversando en su propio idioma o buscando comida. Estaban en plena primavera, así que el bosque estaba tan verde como iba a estar hasta que llegara el verano. Cuando el sol empezara a pegar fuerte, todo comenzaría a secarse.
Tempest empezaba a confundirse con el comportamiento de Vanessa. Cada tanto cruzaban miradas incómodas y ella no había dicho una sola palabra desde que habían tocado su puerta. Desde que salieron de su cueva, prácticamente se había pegado a su hermano como una garrapata en el pelaje y no se alejaba más de unos pocos pasos. Tempest se inclinó sutilmente hacia el Flareon que caminaba a su lado, bajando la voz para que Vanessa no lo escuchara.
"Ash... ¿Hice algo mal, o Vanessa siempre es así de tímida?"
Ash le echó un vistazo, le dio un par de palmaditas en la cabeza a la Vaporeon y luego volvió la mirada a Tempest, encogiéndose de hombros. También bajó la voz.
"Es así desde que tengo memoria. Solo se siente cómoda conmigo, por razones obvias, ya sabés, por ser el hermano mayor más copado del mundo."
Tempest tenía la sensación de que había más para decir que un simple "siempre fue así", pero lo mejor era no meterse en eso hasta conocerlos mejor. Después de todo, parecía que iban a pasar mucho tiempo juntos si ya estaban golpeándole la puerta temprano en la mañana.
Cuanto más se alejaban del camino principal, más oscuro y espeso se volvía el bosque, con el follaje tan denso que apenas entraba luz, aunque sin llegar a ser difícil de ver. Era más bien como una habitación iluminada tenuemente con velas, con haces de luz dispersos aquí y allá. Uno de esos haces, un poco más ancho que los demás, caía justo sobre un arbusto salpicado de pequeños frutos azules y esféricos. Ash inmediatamente señaló con una pata.
"¡Miren! ¡Llegamos a nuestro lugar secreto para recolectar bayas!"
Tempest y Vanessa observaron cómo Ash salía disparado hacia el arbusto, quedando bañado en un brillo blanco por la luz mientras arrancaba una Baya Oran y la levantaba sobre su cabeza con una pata. Parecía que ese arbusto marcaba el comienzo de una zona con suelo fértil, probablemente por estar bien protegida de los elementos y la humedad del bosque denso. Había también varias hojas de helecho grandes y gruesas cubriendo el suelo, perfectas para improvisar una bolsa de bayas si sabías doblarlas bien.
"Bienvenido, Tempest, a "Tesoro Enterrado en Bayas". Nombre creado por nada más y nada menos que yo~."
Tempest le clavó una mirada vacía antes de llevarse una pata al hocico y soltar un largo y sufrido suspiro. Tenía la sensación de que esto era extremadamente típico de Ash, quien se quedaba parado con la Baya en alto como si esperara aplausos.
No recibió nada más que miradas fulminantes.
"En fin... Gracias de nuevo por la ayuda, de verdad lo aprecio. Cuando volvamos al pueblo, me encantaría cocinarles algo como agradecimiento. Seguro que algo puedo hacer con mi pata así."
Los ojos de Ash comenzaron a brillar intensamente, y esta vez ni siquiera era por el sol. En cuanto escuchó la palabra "comida", su mente se fue al carajo, tanto que hasta empezó a babear un poco. El cambio de actitud fue tan repentino que casi parecía que Tempest había activado por accidente a un agente encubierto.
"Bueno, con una oferta así, ¿cómo te vamos a decir que no? ¡Mago, Nanab, Pecha, Cherri, querés una? ¡Las tenemos todas! ¡A laburar, equipo! ¡Agarren sus hojas y arranquen, carajo!"
Ash no esperó ni medio segundo antes de salir disparado más adentro del bosque, arrancando algunas hojas del suelo mientras corría. Tempest miró a la Vaporeon a su lado, que parecía completamente impasible, y luego ella levantó la vista para mirarlo.
"¿S-siempre se pone así por la comida...?"
Aunque seguía nerviosa, Vanessa dejó escapar una sonrisa divertida y asintió. Tempest incluso creyó escuchar una risita tímida.
"N-no lo p-parecería por lo flacucho que es, p-pero... no para de p-pensar en comida. T-te va a hacer cumplir esa p-promesa de recompensa sí o sí."
"No se preocupen, estoy seguro de que van a disfrutar lo que tengo en mente para esta noche."
Tempest se rió por lo bajo, agachándose para recoger algunas hojas de helecho. Esto iba a ser interesante. Vanessa hizo lo mismo, sosteniendo varias hojas en sus patas, que parecían enormes en comparación con las de Tempest. Se miraron una última vez antes de salir corriendo detrás del Flareon impaciente, esperando que no se hubiera alejado demasiado.
El trío recorrió el bosque, asegurándose de no separarse demasiado. El plan era que cada uno juntara lo que pudiera cargar y volviera al primer arbusto que habían encontrado. Si querían más, podían agarrar más hojas y salir a buscar más bayas. Tempest estaba sorprendido por la cantidad de árboles y arbustos distintos que había por ahí, todos llenos de frutas con formas rarísimas y colores llamativos. Además, eran bastante grandes, gracias a la tierra fértil de esa parte del bosque.
Vanessa era muy cuidadosa al recolectar, eligiendo solo las bayas más maduras y dejando las verdes para que siguieran creciendo, quizás para que algún Pokémon del bosque las comiera después si las necesitaba. Sabía reconocer casi todas las bayas que encontraba, lo cual no era nada fácil.
Ash, en cambio, agarraba cualquier cosa que viera, volviendo con los brazos llenos de una mezcla aleatoria de bayas. Había nanab, bluk, cherri, chesto y varias comunes, pero también encontraba un montón de bayas rarísimas, completamente desconocidas para los tres.
Cada vez que Tempest o Vanessa lo miraban con cara de "qué carajo es eso", Ash tiraba un "Nah, ni te preocupes, seguro están bien" y las metía con las demás. Si alguien terminaba envenenado, ya sabían a quién echarle la culpa. Al final, decidieron juntar todas las bayas misteriosas en una bolsa aparte.
"Las dejamos ahí y después le preguntamos a Aria. Ella sabe un montón de bayas, seguro nos dice qué carajo son."
Se quedaron en el bosque un buen rato, al menos un par de horas, y la pila de bayas se volvió tan grande que empezaron a preguntarse si iban a poder llevar todo eso de vuelta. Tempest tuvo que usar su bolso al hombro hasta que quedó tan abultado que ni valía la pena intentar cerrarlo.
El sol ya se había movido bastante en el cielo; era temprano a la tarde, aunque era difícil decir la hora exacta con tanta copa de árbol tapando el cielo. Lo único que delataba el paso del tiempo era el ángulo de la luz filtrándose entre las hojas.
Los tres se quedaron parados, observando la enorme pila de bolsas llenas de bayas, todos un poco agitados por andar corriendo de un lado a otro. Ash ya se cansaba de solo imaginar el esfuerzo que les iba a costar llevar todo eso en un solo viaje, pero ni en pedo iban a hacer el camino de vuelta más de una vez. Miró a Tempest de reojo, y este, al notar la mirada, lo miró de vuelta.
"Escuchame, capo… Si esto no te dura al menos una semana, te voy a juzgar. Fuerte. No va a cambiar mi opinión sobre vos, pero te voy a juzgar."
Tempest no pudo hacer más que reírse y empezar a pensar cómo carajo iba a cargar todo eso. Solo tenía un brazo en condiciones, así que con suerte podía llevar dos bolsas. Además, ya tenía el bolso al hombro, así que no quería sumar más peso del necesario.
Ash logró cargar cuatro bolsas en los brazos y una más apoyada contra el pecho, aunque se la pasó quejándose de lo cansado que estaba. Pero la que realmente los dejó con la boca abierta fue Vanessa, que levantó el resto de las bolsas como si nada: dos en cada pata, una contra el pecho y otras tres en la espalda, asegurándolas con la cola.
En total, tenían quince bolsas de bayas, suficiente para alimentar a una familia grande por un buen tiempo.
"Tranqui, Ash, las vamos a usar bien, te lo prometo. Y no te olvides de que vos también vas a comer, eh."
Como si esas palabras le dieran energía de golpe, a Ash se le prendieron los ojos como brasas y, tras acomodarse las bolsas, dejó de quejarse. Se puso en marcha con entusiasmo en dirección a la entrada norte del bosque, como si de repente tuviera más hambre que Tempest esa misma mañana, lo cual ya era mucho decir. Tempest y Vanessa se miraron otra vez, él rodando los ojos con una sonrisa antes de seguirlo a su ritmo, mientras Vanessa apuraba el paso para alcanzar a su hermano.
Los dos guardias los recibieron cuando llegaron con las bolsas, abriendo los ojos bien grandes al tratar de contar cuántas estaban cargando. Vanessa prácticamente ni se veía detrás de todo lo que llevaba. Durante el camino de regreso, habían estado avisándose de ramas y raíces para no tropezarse y arruinar todo el trabajo en un desastre pegajoso de frutas aplastadas.
El Floatzel los miró raro y fue el primero en hablar.
"Arceus, ¿qué carajo llevan ahí, cuerpos? ¿Qué onda?"
Ash no podía saludar con la pata, así que solo sonrió y negó con la cabeza. Parecía que él y el guardia se conocían bien.
"Y mirá, aunque tuviera un par de fiambres ahí adentro, no sería tan boludo como para traerlos hasta el pueblo. En realidad, nuestro amigo acá se estaba quedando sin comida, y nos ofreció cena gratis si lo ayudábamos. Así que acá estamos, rompiéndonos el lomo por él."
Ash miró a Tempest con una sonrisa canchera, mientras los guardias se reían. Tempest también se rió, pero no iba a dejar que Ash tuviera la última palabra.
"Escuchame, mi hombro está hecho mierda gracias a vos, así que estoy haciendo lo que puedo. Mirá a Vanessa, está llevando casi el doble que vos y ni transpiró. Quejate de cargar peso cuando no camines como un Golisopod a punto de desmayarse."
Los guardias estallaron en carcajadas mientras Ash le tiraba una mirada fulminante a Tempest, que simplemente se encogió de hombros y siguió caminando con una sonrisa.
El Jolteon ni se molestó en mirar atrás, simplemente siguió caminando a través de la entrada hacia su cueva, dejando a todos completamente atónitos. Los dos guardias estallaron en carcajadas, incluso el Floatzel, a pesar de que Tempest no le caía nada bien. Hasta Vanessa se estaba riendo, trotando para alcanzar al Jolteon.
Ash se quedó parado ahí, con cara de boludo, tratando de procesar lo que acababa de pasar. Tempest era el último Pokémon del que esperaba escuchar una respuesta así, pero el tipo lo había dejado en ridículo sin pestañear. También salió corriendo atrás de su hermana y su nuevo conocido, gritando mientras intentaba no tirar las bolsas de bayas en el proceso.
"¡¿De dónde carajo salió eso?!"
Tempest fue el primero en llegar a la cueva, abriendo la puerta y haciéndose a un lado para que los hermanos entraran antes que él, ya que llevaban mucha más carga. Una vez adentro, la cerró de un empujón y avanzó por el pasillo justo enfrente de la entrada, donde estaba la puerta de su despensa, que pronto estaría hasta el techo de comida.
"Déjenlas donde haya espacio, y gracias de nuevo por darme una mano. En serio, no saben cuánto les agradezco."
Ash y Vanessa siguieron la instrucción sin chistar, pisando con cuidado para no enganchar las bolsas en nada. Imaginate hacer quilombo a esta altura, ya tan cerca de la meta… Un desastre. Con todas esas bayas, parecía que Tempest ahora tenía acceso a casi todas las variedades comunes, lo que significaba que tenía un montón de recetas a su disposición. Capaz era el momento ideal para desempolvar ese libro de cocina que tenía guardado.
"De nada, de nada, pero ojo, que nos hiciste una promesita, eh~."
Ash levantó una pata, frotando los dedos como si estuviera pidiendo guita. Tempest se rió mientras dejaba su propio botín en el suelo, soltando un suspiro de alivio al quitarse ese peso de encima. También vació su bolso de hombro, formando una pila con el resto de las bolsas de bayas, aunque guardó unas pocas para emergencias. Y por supuesto, sus libros y otras cosas importantes siguieron bien guardados.
"Sí, sí, tenés razón… Hice una promesa, ¿no? Vayan a esperar en la sala y yo me encargo, ¿les va?"
Ash le dedicó una sonrisa de oreja a oreja y un pulgar arriba antes de rajarse al sillón donde se había acomodado esa mañana. Vanessa se quedó un momento recuperando el aire, sonriendo a Tempest, y después lo siguió, sentándose en el mismo sillón que antes.
Tempest apareció poco después con un montón de cosas en brazos y un libro agarrado con su pata mala. Por suerte, todavía podía usarla para sostener cosas livianas. Apoyó el libro y los ingredientes en la mesada de la cocina, hojeando hasta encontrar la receta que quería. Había un plato en particular que se le antojaba desde hacía un tiempo y ahora que tenía los ingredientes, no iba a dejar pasar la oportunidad.
Después de casi una hora de juntar cosas, cortar, preparar y tirar todo en la olla... mientras Ash lo jodía con comentarios forros y Vanessa le daba ánimos... Tempest estaba orgulloso de anunciar que la cena estaba lista.
Sobre la hornalla, un gran pote de curry dulce y picante de bayas Leppa burbujeaba con un toque de picante gracias a las bayas Figy. La receta original llevaba bayas Tamato y Razz (o al menos eso decía el libro de Amber), pero no todo el mundo toleraba tanto picante, y además las bayas Razz eran difíciles de conseguir en la zona. Así que Tempest hizo una versión más tranqui, sin perder el balance entre lo dulce y lo picante.
Era un cambio bienvenido después de tanto postre empalagoso con bayas comunes, y además alcanzaba para varias porciones que se podían guardar para después. Ash ya estaba babeando con el aroma que llenaba la cueva, y hasta Vanessa, que solía ser más reservada, se notaba ansiosa. Claramente, el premio les hacía ilusión a los dos, aunque ella lo disimulaba mejor.
Tempest, en realidad, nunca había probado esto antes, pero sonaba increíble. Puso tres platos en la mesa del comedor, que era lo suficientemente grande como para que los tres se sentaran cómodos.
"Si están listos, su recompensa los está esperando acá. Nunca hice esto antes, ni siquiera lo probé, así que espero que zafe."
Apenas pestañeó y ya tenía a los dos sentados al lado suyo. Ash ya se había mandado un bocado, lo cual no era ninguna sorpresa conociendo su ansiedad por la comida. Vanessa, en cambio, agradeció en voz baja antes de probarlo, al mismo tiempo que Tempest.
Apenas el sabor dulce y ácido tocó sus lenguas, seguido por el picante que le daba ese toque especial, sus ojos se iluminaron. La textura era perfecta, espesa y cremosa. Hubiera quedado aún mejor acompañado con algo más, pero así solo también estaba espectacular.
En cuestión de minutos, los tres estaban desplomados en sus sillas, completamente llenos después de devorar sus platos como si no hubiera un mañana. Tempest se prometió a sí mismo hacer esto más seguido… y aprender a cocinarlo más rápido, porque Amber no era precisamente la escritora más organizada del mundo.
Continuará...
Hola a todos tengo una cosa que decirles antes de que sigan con el siguiente capitulo:
Hay gente que me dijo que no entendían palabras de Argentina, así que a partir de este capítulo voy a responder cada duda que tengan acerca de una palabra...
Escriban la palabra o expresión de Argentina que no entienden aquí 👉🏻
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