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🥀𔘓 ¦ Capítulo 2

Esa mansión estaba rodeada por una verja bastante alta, aunque pudimos escalarla con facilidad.

Hubiéramos cometido allanamiento de morada si viviese alguien allí, pero obviamente estaba deshabitada. El jardín estaba muy descuidado y la fachada había perdido toda su majestuosidad que seguramente tuvo en antaño.

Me quedé mirando una fuente sin agua y cubierta de verdín. Las enredaderas cubrían el borde de piedra que servía para sentarse. Un ángel con alas negras decoraba la parte superior. Estaba arrodillado y, por las manchas oscuras de humedad, se podía notar que el agua de la fuente alguna vez salió de sus ojos.

- Que espeluznante - Hoseok expresó su desagrado por aquella figura.

Aunque daba miedo, era hermosa. Imaginaba como hubiera sido verla en sus tiempos mejores, rodeada de setos bien recortados y flores de distintos colores.

Simplemente fantaseaba con ese lugar. Nadie podía asegurarme que lo que pensaba fue cierto o no.

Unas grandes puertas de madera con llamadores dorados con forma de león nos impidía el paso hacia el interior.

- ¿Llamó?

- Y piensas que te van a abrir por tu cara bonita, ¿no Jimin? Se ve a la legua que esto está más abandonado que los calcetines sin pareja que tengo en mi armario.

- ¿Entonces entramos así como así?

Mi amigo pasó de mí y empujó la puerta. Creía que estaría cerrada a cal y canto pero se abrió casi sin esfuerzo.

Lo de adentro daba incluso más temor que lo de afuera. Una gran lámpara de araña colgaba del techo de la gran sala. Los espejos estaban grises del polvo y los arácnidos habían construido allí sus redes de caza.

- Nunca mejor dicho, es una lámpara de araña - comentó alumbrándola.

Mi vista no paraba de dirigirse hacia los pasillos que estaban a ambos lados. La oscuridad era tremenda.

Unas grandes escaleras centrales conducían al segundo piso aunque el edificio parecía tener más plantas, unas tres o cuatro.

- La gente que vivía aquí tenía dinero - tomo un jarrón antiguo que estaba sobre una mesa pequeña en una esquina.

El objeto era precioso. Su color negro unida a la ornamentación blanca de figuras curvilíneas hacía que te quedarás viéndolo y no parases de hacerlo. Le quité el jarrón y lo observé más detenidamente. Amaba el arte, era lo único que me interesaba.

- Suelte eso - un voz profunda retumbó por toda la sala.

Me asusté y dejé caer la cerámica al suelo rompiéndose en cientos de pedazos.

Nos giramos hacia donde provenieron las palabras. Un joven bajaba las escaleras llevando un candelabro en la mano. La luz de la vela formaba claroscuros en su rostro haciendo que se iluminara de una manera majestuosa, como si no fuera de este mundo. Su ropa también llamaba la atención debido a que llevaba puesto un traje de chaqueta muy elegante.

- Lo... lo siento - me disculpé por el destrozo. Era una pieza maravillosa y me la había cargado.

- ¿Qué estáis haciendo en mi propiedad? - no sonaba amable.

- No... nosotros...

¿Por qué estaba tan nervioso? Estábamos allí por nuestras malas circunstancias. No era muy difícil de comprender. Cualquiera nos ayudaría, pero mi instinto no quería soltar prenda, casi ni podía hablar.

El desconocido se paró a unos pocos pasos de nosotros. Su postura mostraba dignidad y confianza, podría decirse que incluso soberbia y superioridad.

- Buenas noches - saludó Hoseok. - Perdone por la intromisión pero nos hemos perdido por el bosque. Además nos acaba de atacar un lobo. ¿Podría ayudarnos?

- Habéis entrado sin permiso alguno en mi morada y hecho añicos mi jarrón preferido. No creo que pueda concederos vuestra petición. Os invito a abandonar mi vivienda lo antes posible, debo seguir con mis quehaceres - se dio la vuelta para irse.

- Señor...

Mis piernas se movieron solas al igual que mis brazos. Sin darme ni cuenta agarré su antebrazo reteniéndolo. Noté que se puso tenso debido a lo que hice y miró al lado contrario de mí.

- Señor... por favor. Va a estallar una tormenta en cualquier momento y no tenemos a donde ir. Permítenos quedarnos una sola noche. Le juro por lo más sagrado que mañana nos iremos.

- Sagrado - repitió el sustantivo despectivamente. - No deberías creer en lo sagrado.

Me desconcerté por lo que dijo. Nunca me esperé esa respuesta.

- Os dejaré quedaros esta noche, pero no faltéis a vuestro juramento. Mañana os iréis.

Se soltó de mi agarre de forma brusca. Al hacer ese movimiento pude verle mejor la cara por un segundo.

Su pelo era azabache y medianamente largo. Sus ojos oscuros como la noche, pero brillantes como el día. Su perfil era perfecto casi angelical. Sus labios estaban un poco pálidos casi sin tener diferencia con su piel extremadamente blanca.

- Tenéis comida en el comedor. Está al final de ese pasillo. Vuestra habitación es la contigua a esta.

Desde la primera vez que lo escuché pude darme cuenta de su forma de hablar. Conversaba como lo hacían personas de siglos anteriores, con las mismas palabras y la misma entonación.

- ¡Hermano! - otro chico entró por la puerta principal. Al contrario que el que tenía delante, vestía de forma casual con unos vaqueros y una chaqueta de cuero. - ¿Quienes son?

No le agradaba nuestra presencia. Su mirada profunda transmitía que se estaba controlando. No veo porque debe controlar su ira, no hicimos nada malo. Bueno, aparte de romper el preciado jarrón.

- Se quedarán a descansar - respondió el hombre a mi lado.

- Hermano... - iba a rechistar.

- Tengamos está conversación después en privado - habló pausadamente. - Ahora lleva a nuestros invitados al comedor, te espero arriba.

Se fue sin despedirse de nosotros.

- Acompañadme - dijo irritado.

Cuando nos dejó en la habitación se marchó al igual que el otro, sin decir una palabra.

- ¿Crees que hemos hecho bien en quedarnos? - le cuestioné en voz baja a mi amigo.

- Prefiero estar aquí que ahí afuera.

- Pero ellos... no sé. Son raros. Por Dios, viven en una mansión arruinada en medio del bosque. ¿Y si son locos? ¿O asesinos?

- No nos pasará nada. Nos mantendremos juntos todo el rato - me acarició el brazo para animarme.

- ¿De verdad?

- Sí - respondió metiéndose un trozo de pan en la boca.

Teníamos mucha hambre como para pararnos a pensar en si la comida estaba envenenada o drogada. Afortunadamente no pasó nada de eso.

- Oye - me dio un codazo. - ¿No crees que es muy mono? - sonrió pícaro.

- Sí, lo es. Aunque su forma de hablar me recuerda a mi bisabuelo. Además es un poco arrogante, pero si es lindo.

- Ehh... yo... hablaba del otro - rió incómoda sacándome un sonrojo. - No pasa nada. Si quieres quedarte con el que parece el conde Drácula, tuyo es.

- Hoseok, yo no he dicho nada de quedarme con nadie.

- Pero has reconocido que es guapo - levantó sus cejas.

- Al igual que tú también has dicho que el que parece un motero es guapo.

- Vale. Vale. Quedamos en tablas.

Durante el resto de la cena nos mantuvimos en silencio. Tras ello, nos metimos en el cuarto que nos indicó el primer joven. La puerta tenía cerrojo poniéndonos más tranquilos.

Desde la ventana podía verse el patio y el bosque. Apenas habría diferencia entre uno y otro sino fuera por la valla. El cielo tronó y la lluvia comenzó a caer a cántaros.

- Querido diario: estamos en una mansión medio en ruinas con dos personas extrañas...

- Y lindas - me cortó el informe.

- Y lindas. Ha empezado a llover y por lo que he comprobado no hay electricidad. Un lobo me ha arrancado la mochila con todas mis cosas. Si nos pasara algo solo podríamos pedir ayuda mediante el móvil de Hoseok.

- El cual tiene poca carga y sin cobertura - volvió a interrumpirme.

- Conclusión: estamos jodidos.

- Totalmente de acuerdo.

El dormitorio constaba de dos camas separadas. Estas eran altas y con muchos edredones, una princesa podría dormir allí perfectamente.

- Al menos estaremos cómodos - mi amigo se tumbó a la bartola sin quitar los cobertores.

Cerró sus ojos dejándose llevar por la suavidad de la mantas y yo hice lo mismo. Estaba agotado.

- ¿Crees que estarán dispuestos a indicarnos el camino de vuelta?

- Con las ganas que tienen de que nos vayamos hasta nos llevarían ellos mismos.

- ¿Y si esas ganas es porque están haciendo algo ilegal y no quieren que nos enteremos?

- Deja de jugar a ser Sherlock Holmes. Solo duerme. He puesto el pestillo, no hay nada que temer.

Mi compañero cayó dormido enseguida, sus ronquidos me lo confirmaron. Pero yo no pude. Necesitaba investigar que ocurría, si es que ocurría algo.

Puede que Hoseok tuviera razón y solo sea mi mente detectivesca, pero de todas formas me levanté y salí del dormitorio.

Holiis, esto es todo por el capítulo de hoy, espero que os guste y os interese. Gracias por todo y nos vemos mañana con más. Se despide:

-almin♡

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