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🥀𔘓 ¦ Capítulo 4

JUNGKOOK (1375)
 
Tierra, tierra y tierra. Todo lo que se nos extendía por delante era solo eso, tierra.
 
Estaba exhausto de tanto caminar. Sin comida y casi sin agua. La vida de un nómada era muy difícil.
 
- JungKook, ¿podríamos parar?
 
- Debemos continuar. El Sol caerá pronto y tenemos que encontrar refugio.
 
- Ese hecho no se me es desconocido, pero no puedo dar un paso más.
 
Del agotamiento se tiró al suelo dejando sus cosas a un lado. Apenas llevábamos algo por lo que cargar con esas pieles era cada vez más un disparate.
 
Me senté a su lado viendo como el viento movía las hojas de unos árboles lejanos. Esa misma ráfaga de aire meneaba los largos cabellos de mi hermano los cuales golpeaban mi cara.
 
- ¿Podrías recogerte el pelo?
 
- Si te molesta ponte en el otro lado.
 
Él tan cabezadura como siempre. Daba igual lo que se le dijera que no lo cumpliría, ni madre podía controlarlo. En otros términos, era un alma libre, exactamente como el viento que tanto me estaba molestando.
 
- Continuemos - dije levantándome tras un largo silencio.
 
- ¿Vamos a seguir así mucho tiempo?
 
- ¿Así cómo?
 
- Yendo de un lado a otro sin rumbo alguno.
 
- NamJoon, no tenemos otra alternativa.
 
- Podríamos asentarnos en algún lugar. No sé, tal vez abrir un negocio o construir una casa.
 
- Para eso hay que tener dinero.
 
- Busquemos trabajo. Podemos trabajar en el campo o en un taller.
 
- Nadie nos contratará. Sabes lo que pasó. Solo somos dos por un motivo.

Bajó su vista a sus pies. Todo era muy duro para él al igual que lo era para mí. No fue agradable nuestra experiencia, pero ahora lo que más importaba era conseguir un lugar para hospedarse. Las noches suelen ser muy frías y podríamos morir por falta de calor.
 
- Tengo miedo.
 
- Todo saldrá bien, NamJoon. Te lo prometo.

JIMIN
 
Dormí como un bebé. Lo que hay que reconocer, se reconoce. Ni siquiera Hoseok fue capaz de alterar mi sueño.
 
Yo ya estaba en planta y vestido mientras él seguía dormido hecha un desparpajo. Una de sus piernas colgaba del borde de la cama, las mantas estaban dobladas de malas maneras tapándolo parcialmente y sus pelos estaban despeinados como si se hubiese peleado con un monstruo por la noche.
 
- ¡Despierta de una vez, dormilón! - con un calcetín le di un fuerte golpe en el trasero.
 
- Tarta de queso, por favor - dijo incorporándose rápidamente.
 
- ¿Tarta de queso? Si a ti no te gusta.
 
- No era para mí - ahora entendía menos. - Era para mi cita.
 
- ¿Tú? ¿En una cita? Me gustaría verlo.
 
- Oye. ¿Por qué dices eso?
 
- Hoseok, en toda tu vida solo has tenido una cita y ambos sabemos cómo terminó.
 
- Yo no tuve la culpa de que ese chico acabará en el hospital. ¿Cómo iba a saber yo que era alérgico a los caballos?
 
- Te dijo que no les gustaban y aún así lo llevaste a montar.
 
- Ahí estamos. Dijo que no les gustaban no que fuera alérgico al pelo - se cruzó de brazos como el niño pequeño que es.
 
- Vamos a desayunar. El Conde Jungkook nos quiere fuera de su mansión lo antes posible.
 
- ¿Jungkook? - encogí mi cara comprendiendo que la había liado.
 
- Ah sí, es su nombre - dije con cautela.

- ¿Y cómo lo sabes?
 
- Hablé con él anoche.
 
- ¿Sin mí? Eres un maldito - cogió un paquete de pañuelos de la mesita de noche y me lo tiró. - Dime que conoces el nombre del otro también.
 
No lo sabía. Estando con él me olvidé completamente del hermano. Además, tardé un montonazo en sonsacarle el suyo, ni en mil vidas me diría el del motero.
 
- Ehh... bueno...
 
- No lo sabes - puso cara de asesino. Su lado yandere me asustaba a veces. - Me abandonaste en medio de la noche para ligar y no pensaste en que a mí me gusta el otro. ¡Estás muerto Park Jimin!
 
Se levantó como una gato y me persiguió. Me subí encima de mi cama para poder llegar a la puerta y escapar. Corrí por el pasillo buscando un lugar seguro aunque nada ni nadie me salvaría de recibir una paliza.
 
- ¡Ayuda!
 
- ¡Nadie te va a ayudar idiota! ¡Ven aquí!
 
- ¡No he hecho nada malo! - subí las escaleras hasta el segundo piso.
 
- ¡Sí, lo has hecho!
 
- ¡Salvenme!
 
Vi una sombra por el rabillo del ojo en un pasillo y sin importarme quien fuera fui hacia allí. Me alegré cuando vi a Jungkook.
 
- Ayúdame, por favor.
 
Me escondí detrás de su espalda justo cuando Hoseok giró la esquina. Parecía un loco con su mirada que echaba fuego y sus pelos alborotados.
 
- ¡Ahí estás! - me señaló.
 
- Cálmate. No seas así.
 
- ¡No digas que me calme por qué más me enfado!
 
Vino hacia mí rodeando por la derecha a Jungkook y yo giré en sentido contrario. En nada estábamos dando vueltas alrededor de él como si fuera una rotonda.

- ¡Jimin! - paró en seco.
 
- ¡Lo siento!
 
- ¡No quiero tu disculpa!
 
- ¿Entonces qué quieres?
 
- Tu muerte, mal amigo. Mala persona.
 
Seguimos haciendo lo mismo. ¿Por qué se ponía así solo por un nombre?
 
- Hoy en día no hay respeto ninguno - murmuró el hombre cansado de nuestro comportamiento. - ¡Parad!
 
- Yo no estoy haciendo nada, es él.
 
- ¡No intentes camelar a tu crush cuando no pensaste en el mío!
 
- Esto es insoportable. ¡NamJoon!
 
El chico de la chaqueta de cuero apareció casi de repente. ¿Dónde estaba para llegar tan rápido?
 
- ¿Qué pasa hermano?
 
Hoseok dejó de perseguirme. Se puso recto y arregló un poco sus cabellos aunque al final empeoró su estado. Me reí por su acto y él me dio un codazo.
 
- Nada. No pasa nada. Solo que nuestros invitados ya se van y querían despedirse.
 
¿Tantas ganas tenía de echarnos? A ver habíamos causado algunos problemas, pero tampoco como para sacarnos sin siquiera desayunar.
 
- Ah. Bien. Adiós - dijo simplemente con una sonrisa falsa.
 
- Ha sido un placer conocerte. ¿Puedes darme tu número? Así nos mantenemos en contacto - ya iba mi amigo al ligoteo.
 
- No.
 
- Venga, porfa - se puso a su lado y le tocó el brazo.
 
No debió haber hecho eso.

La cara de Jungkook, quien estaba a unos pocos pasos de mí, se tensó y su mirada se dirigió directamente a su hermano. Esta estaba cargada de una advertencia como si le pedía que no hiciera algo.
 
Por el contrario, NamJoon se puso rígido y su rostro se oscureció. Vi un poco de sus ojos los cuales estaban ocultos por su flequillo. Se habían vueltos rojos como las llamas, como la sangre.
 
- NamJoon, contrólate.
 
- Hoseok, suéltalo - casi ni se me escuchó.
 
- ¿Por qué? - no había notado el estado de la persona que tocaba.
 
La respiración del hermano de Jungkook se volvió más pesada haciendo que se escuchase con claridad. Su cuerpo temblaba como si una guerra se aconteciera en su interior. Sus labios se abrieron un poco mostrándome lo que guardaba su boca.
 
- Hoseok. ¡Hoseok suéltalo ya!
 
- ¡NamJoon no!
 
Jungkook apresó a su hermano contra la pared y yo aproveché para coger de la mano a mi amigo y salir corriendo de allí.
 
Un gruñido como el que escuché la noche anterior con el lobo resonó en toda la casa. No podía ser cierto.
 
- Jimin, ¿qué ha pasado? ¿Qué pasa?
 
- Tenemos que irnos - dije bajando las escaleras.
 
- ¿Por qué? ¿Qué pasa? ¿Por qué se ha puesto así?
 
- ¡Por que son vampiros!
 
Él estiró de mi mano para detenerme. No había tiempo y me paraba.
 
- ¿Pero tú te has escuchado? Los vampiros no existen.
 
- Creíamos que no existían. Vamos - quise seguir pero volvió a pararme. - ¡Hoseok ya!
 
- Tranquilízate. Debe haber una razón más razonable.
 
- ¡Sí, pues sube y mírale los dientes como lo he hecho yo! ¡Nos vamos ahora!

Me daban igual nuestras cosas, teníamos que salir enseguida. Abrí la gran puerta de entrada y me encontré con una verdadera tempestad.
 
Los árboles se doblaban por el fuerte viento. El cielo tronaba y relampagueaba. La lluvia caía como una cascada empapándonos al instante.
 
- Jimin, esto es de locos. Volvamos.
 
- No podemos volver.
 
El suelo se había convertido en un río que me llegaba hasta las rodillas. Un gran roble se había caído durante la noche rompiendo una parte de la valla. Podríamos pasar por ahí.
 
Salimos de la propiedad. Me volví una sola vez para ver ese edificio. Ahora lo veía más aterrador que nunca.
 
Aunque Hoseok no estaba nada convencido, me seguió sin rechistar. Por dentro me estaría maldiciendo pero por lo menos no lo decía.
 
El paisaje era muy distinto al del día anterior. Era caminar a ciegas, literalmente porque no se veía casi nada.
 
- ¡Cuidado!
 
No pude actuar a tiempo ante el aviso de mi acompañante. De la colina caía un tronco enorme impulsado por la fuerza del agua. Rodaba y rodaba a gran velocidad hacia mí.
 
Mi cuerpo no me respondía, no hacía nada. Solo podía mirar como la muerte se me acercaba rozandome con sus dedos esqueléticos y fríos. Su guadaña ya estaba colocada en mi cuello, no tenía escapatoria.
 
Cerré los ojos esperando el golpe y rindiéndome ante lo inevitable. ¿Qué iba a hacer?
 
Un impacto en mi costado. Un impacto en mi costado fue lo que me salvó la vida aunque lo entendí después. Tras el golpe, esperaba no sentir nada solo vacío, pero fue frío. Frío y cálido a la vez.
 
Un brazo estaba en mi cintura mientras que el otro en la parte alta de mi espalda. Una mano acariciaba mi pelo por detrás y mi rostro chocaba contra una superficie suave y con olor a perfume.
 
Tenía una idea de quién era, pero lo corroboré al elevar mi vista y encontrarme con sus pupilas marrones con un brillo rojizo.
 
Él me había salvado de la muerte. Cualquiera lo llamaría ángel por arriesgar su vida por la mía, pero no podía serlo.

Él no era un ángel, no era humano, no estaba vivo. Él era un vampiro.

Holiis, capítulo 4 de El Conde Jungkook. Espero os esté gustando, gracias por todo y nos vemos mañana. Se despide:

–almin♡

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