🥀𔘓 ¦ Capítulo 27
JUNGKOOK
- Despierta. ¡Despierta! ¡Despierta! - un golpe en la cara y otro en el costado lograron el cometido.
Mis ojos querían continuar cerrados. Una razón era la sangre descendiente de mi frente y acumulada en mis párpados y, otra, el sueño dado por la sustancia relajante. Puse resistencia pero consiguieron inyectarme lo mismo que utilizan con los novas, también funcionaba con nosotros por lo visto.
- Levanta. ¡Levanta, traidor!
Un guardia clavó sus uñas en mi hombro obligando a poner los pies sobre el suelo. Enseguida me sostuvieron entre otros dos cuando era incapaz de andar por mi cuenta. Me había convertido en un lastre.
- Llévenselo - ordenó con la mano en alto.
Arrastraron mi cuerpo a lo largo de numerosos pasillos. Mi vista borrosa dificultaba localizarme y un sonido fuerte y ensordecedor impedía escuchar la conversación de los demás. Lo más probable es que estuvieran insultando mi estampa, lo comprobé cuando uno escupió saliva sobre mí.
Tras unos segundos que parecieron eternos, unas grandes puertas dobles, pesadas y de madera oscura, se abrieron ante nosotros, dando a una estancia circular sin vanos cuyo centro acababa en una cúpula alta.
Con fuerza, hicieron chocar mi espalda contra una columna de hierro y cemento, atando mis muñecas a una cadena que descendía de la parte superior de esta y elevando mis brazos lo suficiente para que fuera incómodo. Claramente buscaban eso.
- Recibirás tu merecido, traidor - patearon mi bazo.
Supe que aquello no terminaría bien. El castigo por traición a la raza era el peor de todos, doloroso, lento y despiadado. Un buen espectáculo para alguien con sed de venganza y de sufrimiento, como lo era Jaehyun.
Mi cuello no podía sostener el peso de la cabeza, aumentando la molestia de la posición en la que me colocaron. Como mucho, lograba mirar hacia los lados encontrándome con una sorpresa desagradable a pocos metros a la derecha.
- ¿Haerin? - susurré su nombre. - Haerin.
Ella estaba encadenada al igual que yo, en otra de las cuatro columnas levantadas en el centro de la habitación. Parecía inconsciente, tal vez la dosis le afectó más que a mí o ni siquiera se habían preocupado de despertarla. De todas maneras, a los dos nos esperaba el mismo destino.
- Haerin.
- ¿Mm? - comenzó a moverse lentamente gracias a mi voz.
- Haerin, despierta.
- ¿Jungkook? - abrió con pesadez los ojos.
- Sí.
- ¿Dónde... dónde estamos?
- No lo...
- Estáis en mi sala de juegos, hija - dijeron desde la oscuridad.
Dificultosamente elevamos las miradas hacia el frente, donde un trono negro sobre un podio de dos escalones le otorgaba un asiento al líder de los primeriors y padre de Haerin, Taeyang. Él nos miraba fijamente, con superioridad y una sonrisa dibujada en sus labios.
Parecía un dios con el poder de decidir sobre la vida y la muerte de los demás. Lo que seguro estaba haciendo en estos momentos, pensando a quien mataría primero o quizás si hacerlo a la vez.
Doble sufrimiento y doble muerte igual a doble satisfacción.
- ¿Qué... vas... a hacernos? - preguntó con cansancio.
- Haerin... ¿eras mi hija pero no sabes cuál es el precio a pagar por traicionarme? ¿De verdad fuiste tan estúpida como para ayudar a esa organización que rescata novas y luchar en el bando contrario a mí?
- Es... lo que debía hacer. Vosotros no... tenéis ningún tipo de moral.
- ¿Moral? ¿Hablas de moral? - rió produciendo eco. - Somos vampiros, ¿qué moral podríamos tener?
- Ser un vampiro... no significa matar de esta manera a los humanos. Eso no es lo correcto.
- ¡No... te atrevas a decir lo que está bien o no! Tú no sabes nada. Aunque compartas nuestra sangre, no eres una verdadera primerior. Has deshonrado a nuestra clase, has cometido alevosía contra tu propia familia.
- Padre...
- Y continúas llamándome así, no tienes vergüenza. Al igual que tú, viliano desleal - se dirigió a mí. - Tus esfuerzos por salvar a ese nova puro... por un lado lo admiro, pero por otro, veo que fuiste tan idiota como ella. ¿Puedo preguntar por qué lo hiciste? ¿Por qué tras tantos años decides venir a esta cacería?
No iba a responderle. Qué más daba si iba a morir de todas formas.
"Al menos Jimin está vivo y a salvo"
- ¿No vas a responder? - seguí en silencio. - Bien..., veo que eres el vivo reflejo de Hao. Capaz de sacrificar la vida por tus principios y los demás, tan asquerosamente noble y tan asquerosamente inútil. Me place saber... que tendrás su mismo horrible final - levantó la mano y un secuaz tiró de una palanca en la pared.
Un sonido sobre nuestras cabezas fue el principio de la tortura.
El techo comenzó a abrirse permitiendo entrar la luz brillante del Sol, la cual recaía completamente sobre nosotros, manteniendo a los demás presentes en la sombra y expectantes de nuestro desvanecimiento.
- ¡Ahh!
Nuestros gritos indicaban al resto que lo estaban consiguiendo, que nos estaban haciendo sufrir. Cada rayo producía un dolor punzante, quemando mi piel y transformando el blanco en rojo y por último en negro.
Dejarían que ardieramos hasta que solo quedaran nuestras cenizas, las cuales serían impulsadas por el viento hasta acabar en algún lugar remoto. Prueba de nuestra inexistencia y fin.
Mis ojos estaban cerrados y mantuve quieto mi cuerpo. El afán de supervivencia y mi instinto me instaban a buscar una forma de liberarme, pero debía retenerlo. La escapatoria estaba en ninguna parte y el movimiento solo causaría más dolor.
La risa de Taeyang se colaba por mis oídos como puñales, poniendo trabas en mi intento de pensar en otra cosa y así no centrarme en las quemaduras, profundas y sangrantes.
"- Te quiero, Jungkook"
Su voz ocultó las carcajadas, tranquilizando mi corazón y funcionando de anestésico.
Él estaba bien, no me importaba morir.
"- Te quiero"
Una lágrima escapó bajando por mi mejilla y haciendo escocer las heridas de mi cara. No me importaba morir, pero no volvería a verlo ni besarlo. Necesitaba un beso suyo antes de desaparecer o mi alma se pudriría tristemente en las llamas del inframundo, siendo devorada por las lenguas de fuego.
- Yo también te quiero, Jimin - murmuré lo bastante bajo para que nadie escuchara, tapado por los gritos de Haerin.
No aguantaría mucho más. Pronto mis sentidos se reducirían hasta no poder ver, ni escuchar, ni oler, ni sentir; convirtiéndome en un ser inservible.
- ¡Padre! ¡Padre! - la puerta se abrió, entrando por ellas Jaehyun y un ruido fuerte a sus espaldas.
- ¡¿Qué sucede?!
- ¡Los rebeldes! ¡La organización! ¡Están aquí!
– ¡¿Qué?!
El sonido de afuera se hizo cada vez más fuerte, intenso, aunque, repentinamente, mi oído emitió un pitido ensordecedor. Iniciaba la inutilidad de mi cuerpo, en segundos, dejaría de oír para siempre.
Temblaba, notando la punta de mis dedos casi carbonizadas completamente.
"Ya está, no luches"
Imaginé su sonrisa, sus labios sobre los míos, el sabor de su sangre y su belleza sin igual, serían mis últimos recuerdos.
No supe cuándo pero el dolor había parado. ¿Ya no podía sentir? ¿Dónde estaban los pinchados realizados por el Sol? ¿Ya había muerto?
- JungKook - me llamaron, muy cerca de mi rostro.
¿Eran las voces del infierno?
- JungKook, respóndeme por favor.
No podían ser, era muy dulce y agradable.
- Háblame - acariciaron mi cara. - JungKook.
Junto con mi nombre, oí una gran bulla reconocible como personas luchando y gimiendo de dolor al acabar su vida. ¿Podía oír el exterior?
– Abre los ojos, vuelve conmigo.
¿Jimin?
Mis párpados se estremecieron antes de elevarse, notando como la sala ya no se encontraba iluminada sino sumida en oscuridad salvo por las antorchas de las paredes. Mi vista estaba borrosa y los objetos parecían más bien manchas de colores mezclados, sin forma.
- JungKook. Kook, ¿estás bien?
- ¿Ji... Jimin? - mi cabeza fue levantada por sus manos.
¿Que hacía allí? No debería de estar en este castillo. Su vida corre peligro, ¿por qué no se marchó en cuanto pudo?
- ¿Qué te han hecho?
Sus ojos rebosaban lágrimas mientras quitaba los mechones de pelo de mi frente. Mi piel se regeneraba lentamente refrescando mi cuerpo, pero hasta recuperarme faltaba mucho tiempo.
- Jimin - su nombre era lo único que mi lengua permitía abandonar la boca.
- Estoy aquí, tranquilo. No te volverán a hacer daño, te lo prometo.
Nuestros labios se juntaron por su iniciativa, dándome ánimos. Me daba a entender que estaría conmigo en las buenas y en las malas, siendo mi ángel de la guarda aunque yo sea un ser próximo al diablo.
Las cadenas se rompieron de repente y mis brazos cayeron junto a mi cuerpo. Jimin me sostuvo para no chocar contra las duras baldosas, abrazándome. Juro que pude sentir su calor un instante, antes de volver a sentirme frío.
- JungKook - mi hermano se agachó junto a nosotros.
- NamJoon.
- Te sacaremos de aquí y acabaremos de una vez con los primeriors - aseguró apretando mi hombro.
Me alegraba de verlos.
Entre esa felicidad, la curiosidad me pudo, obligándome a observar los alrededores.
Los soldados del primerior mayor peleaban a muerte contra bárpiros y vilianos furiosos. El suelo era un lago de sangre y los colmillos y uñas infligían heridas mortales en los cuerpos de los contrincantes.
A pocos metros, SeokJin liberaba y cuidaba de Haerin quien se veía débil y sin fuerzas. Al tener una sangre más pura, el Sol le afectó mucho más que a mí.
Estaba preocupado por ella pero, sin embargo, mi atención también se concentró en otra cosa.
¿Dónde estaban el líder y su hijo mayor?
Holiis, eso es todo por el capítulo de hoy. Espero os guste y nos vemos mañana. Gracias por todo y se despide:
–almin♡
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