Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Hasta el amanecer

No tengo mucho que decir, así que sólo les digo que disfruten del nuevo cap :D

Capítulo XVII: Hasta el amanecer

"Al situarnos en el centro de un bosque Americano, nuestra vista tiende a perderse en las alturas. Los límpidos cielos azules, logran robarle el aliento a quien quiera que se detenga a admirarlos. Entre las cientos de criaturas que surcan por ese magnánimo escenario, se encuentran estos diminutos e intrépidos animales. Con sus erráticos movimientos, que pueden ir de norte a sur y de este a oeste incesantemente, los Apodiformes son sin lugar a dudas los..."

—Mierda...—Con un bramido, Iker tiró a un lado la pluma con la que escribía.

Simplemente no encontraba una forma de describir a un mísero colibrí, eso debía de ser una señal, estaba perdiendo el don. Nunca antes había utilizado tanto tiempo para escribir un artículo tan simple, y es que había observado a esas criaturas por años. Era estúpido e incluso un tanto desmoralizante saber que no había descubierto nada muy trascendental. Por ahora podía decir con toda firmeza que las plumas de los Colibríes, eran excelentes adornos para los sombreros de las señoras. La moda agradecería tanto su aporte. Estaba decidido, la escritura sana y sin crítica comenzaba a escapársele con mayor rapidez, demasiados años trabajando de incognito llegan a pudrir la mente de cualquiera. Y su mente siempre había tenido cierta predisposición a la podredumbre.

Soltó un suspiro y arrojó una rápida mirada al reloj de la chimenea, aún tenía tres horas por delante que afrontar. ¿Qué podía hacer mientras tanto? No tenía material para jugar a ser el Fantasma y a decir verdad no sentía ningún anhelo por escribir. Quería... quería...

—¿Iker? —Alzó la cabeza alterado por la súbita intromisión, no se esperaba que alguien lo buscara en su estudio a las tres de la mañana—. Hola... —dijo ella apretando con sus pálidas manos el cinturón de su bata. Iker sonrió para sus adentros, tan recatada su esposa.

—¿No puedes dormir? —preguntó intentando determinar la razón de su visita. No esperaba que Ailim estuviese merodeando a esas horas y menos que lo estuviese buscando a él, por lo que significaba que había una mejor explicación.

—Fui por un té —respondió con timidez, bajando la vista a sus pies descalzos—. Tuve un sueño... —Hizo una pequeña pausa y una curiosa sonrisa surcó sus labios—. Raro —terminó por decir, regresando súbitamente sus ojos hacia él—. ¿Tú qué haces?

Conforme las palabras salían de su boca, ella fue adentrándose a paso lento hacia sus dominios. Iker miró las hojas sobre su escritorio, con el propósito de no intimidarla.

—Escribía... —murmuró dubitativo, pero antes de que pudiera decirle sobre qué Ailim se tomó la libertad de robarle su último borrador.

—¿Qué son los Apodiformes? —inquirió, ignorando la mano que él extendió para que le devolviera la hoja. Iker se puso de pie, pero ella sólo giró sobre su eje para evadir su intento de recuperar su escrito.

—Oye, devuélvelo. —Ailim lo miró de soslayo y finalmente colocó la hoja entre ellos dos a modo de sumisión, pero cuando él fue a tomarla ella se alejó de un brinco riendo por su hazaña—. Muy graciosa.

Una nueva risita brotó de su boca y él, cayendo en su trampa, se encontró persiguiéndola por toda la habitación logrando que Ailim soltara sonoras carcajadas cuando fallaba en su cacería.

—Eres muy lento —se burló, mientras se escudaba detrás de su sillón de cuero—. ¿Realmente lo quieres? A mí no me parece...

Iker la observó con los ojos en rendijas, ella sonreía con aire triunfal sacudiendo su borrador como si se tratara de una bandera de la victoria.

—Tienes razón, no lo quiero —espetó parco, dándose la vuelta para salir del estudio. Oyó el pequeño suspiro que dejó ir su esposa al ver su reacción, entonces aprovechando ese momento de distracción, Iker se volvió y plantando las manos en el escritorio brincó hacia el otro lado rápidamente. Ella contuvo el aire al tenerlo cara a cara y él apresándola con sus brazos a la pared más cercana, preguntó—: ¿Quién es lento?

Tras recuperarse del pequeño susto, Ailim lo miró con el reconocimiento de la derrota en sus ojos azules.

—Sólo quería ver lo que hacías —musitó con delicadeza, como si en ese instante hubiese recordado su condición de dama. A Iker no lo iba a engañar con su acto de mujer respetable y sumisa, menos después de haberlo hecho correrla por todas las esquinas del estudio.

—Te dije que escribía —masculló él sin retroceder ni un milímetro. Tenía su rostro tan cerca que hasta podía determinar el número de pecas casi traslucidas que retocaban el puente de su nariz.

—Pero no respondiste mi pregunta —replicó ella, casi luciendo indignada por ello. Forzando un poco su memoria, recordó lo que Ailim había querido saber antes de que se pusieran a jugar al gato y al ratón; suspiró.

—Son colibríes... escribía sobre... —No terminó la frase al notar como ella entornaba los ojos para mirarlo de un modo por demás particular, parecía que repentinamente su esposa hubiese visto una aparición justo donde él estaba parado—. ¿Qué?

—¿Colibríes? —Fue lo único que dijo antes de soltar una leve risilla de burla.

Iker puso los ojos en blanco, masticando la necesidad de decir algo grosero. Con un ademan brusco bajó las brazos que aún mantenía a sus lados, se dio la vuelta y marchó hacia la puerta sin abrir la boca. Ella no era la primera persona que encontraba gracioso el hecho de que escribiera sobre aves. Aún nadie le veía un sentido útil a su trabajo, pues... las aves son para cazar, Iker, ¿quién rayos quiere saber cómo se alimentan? ¿O cualquiera de sus misterios para el caso? Había oído eso tantas veces que ya no podía fingir una sonrisa tirante y aceptar lo que otros consideraban como una perdida de tiempo con elegancia, simplemente ya no podía. El único interesado parecía ser el rey, quizás esa era la última de las razones por las cuales Iker debería seguir adelante con todas sus investigaciones, pero no contaba con el apoyo de nadie más y como bien dice el dicho: a caballo regalado...

—Aguarda, Iker, ¿a dónde vas?

La miró un segundo por sobre el hombro, sin ánimos de seguir ya con esa reunión y se forzó a conjurar en su rostro una expresión indolente.

—A la cama, ¿necesitas que te haga un reporte de todos los lugares que visito? —masculló, quizá no tan convincente en eso de aparentar soltura.

Ailim se puso en movimiento pero él no aguardó ni un segundo, abandonó el estudio prácticamente a la carrera. Alcanzó las escaleras en tiempo record, sabiendo que no iba a ser capaz dormir pero negándose a aceptar la opción de quedarse allí estático. En ocasiones sólo no tenía idea qué rayos estaba mal con él.

—Iker ¿qué ocurre? —Unos escalones más abajo su esposa parecía afanosa por darle alcance.

—Nada.

—¿Acaso intentas que caiga en lo mismo dos veces?

Iker supo que se refería a la broma durante el desayuno, la diferencia era que en esta ocasión él realmente estaba cabreado. Y no deseaba una disculpa eso le parecía una perdida de tiempo, no quería absolutamente nada de nadie. ¿Por qué ella no hacía lo que todos y lo ignoraba?

—No intento nada, sólo llegar a mi habitación. —Esperaba que con eso, le dejara claro que la discusión había caducado.

En uno o dos días él se olvidaría de todo el asunto, deseaba estar solo por un momento. Entonces se convencería a sí mismo que no había razones reales para ofenderse, porque en cierta forma era verdad, nadie obtenía absolutamente nada de sus escritos sobre las aves. Pero mierda, le costaban bastante tiempo y pensamientos, lo mínimo que quería es que no se le rieran a la cara o al menos que no lo hicieran en su puta casa.

—Iker. —Ella lo tomó por el antebrazo y él se tuvo que sacudir con fuerza para liberarse, procurando no hacerle daño en el proceso. Entró a su cuarto en una ráfaga, sintiendo detrás de él los pasos descalzos de su mujer.

—Vete, Ailim —le advirtió con el último resquicio de amabilidad que le quedaba.

—No, yo... —Una clara vacilación la hizo detenerse en medio de su frase, él la miró fijamente un instante—. Ay, Dios... —musitó llevándose una mano a la boca—Dios, Iker, lo siento. —Se acercó lentamente sin despegar sus grandes ojos de los de él—. Yo sólo jugaba... no... perdón, no quería reírme de...

—No importa —espetó volviéndose en dirección a la cómoda, sin saber a ciencia cierta qué rayos deseaba encontrar allí, quizás sólo una razón para no seguir enfrentando su apenada mirada. No quería hacerla sentir mal, quería ser como antes, ser la razón de sus sonrisas pero todo parecía tan complicado ahora.

—No, sí importa —le dijo con firmeza—. Fui muy desconsiderada...

—Ailim... yo soy todo el tiempo desconsiderado —remarcó con un extraño humor socarrón autocrítico—. Además todo ese artículo es una mierda inútil...

—No creo que eso sea cierto. —Iker la observó enarcando una ceja con incredulidad—. Si tú lo investigas es porque debe ser importante.

—Cuanta fe.

—No es fe, bobo, es reconocimiento... eres uno de los pocos hombres que conozco que poseen la habilidad de ver con tanta claridad como lo haces tú. Yo admiro esa capacidad tuya, sabes leer a las personas, a los animales e incluso a las plantas...

Al parecer no a todas las personas, pensó para sus adentros mientras la observaba divagar sobre sus "logros".

Él la detuvo en mitad de su discurso, colocando un dedo sobre sus labios.

—No necesitas decir nada más, ma chère, es la primera vez que alguien dice algo bueno de mí... déjame procesarlo.

Ailim sonrió bajo su tacto y él apartó lentamente el dedo.

—Realmente estaba jugando, nunca haría nada para herirte.

Iker sacudió la cabeza en una tenue negación.

—¿Por qué? —inquirió completamente perdido. Acostumbraba a que el mundo le huyera, no que lo intentaran comprender, esto era un concepto nuevo para él.

—¿Por qué? —Ailim parecía sinceramente confundida por su pregunta—. Eres... Iker. —Y con eso parecía querer explicarlo todo—. Mi Iker... sí peleamos y discutimos, pero eso no importa al fin de cuentas porque eres mi amigo, mi primer y único amigo. Nunca desearía nada malo hacia ti, nunca.

No pudo más que sonreírle a cambio, quiso poder ser capaz de decir algo que la reconfortara y que le diera la tranquilidad que estaba buscando, pero Iker no se sentía con derecho a prometerle tales cosas.

—Creo que es hora de que vayas a dormir, Ailim.

Ella dirigió su vista lentamente hacia la ventana, para luego regresarla hacia él.

—Aún no ha amanecido —comentó con un curioso brillo en los ojos, que por un instante él no supo interpretar. Ailim bamboleó en el aire su dedo índice, indicándole que se diera la vuelta. Iker lo hizo con la desconfianza escrita en el rostro—. Prometo liberarte esta vez.

Su voz le había sonado honesta, pero era difícil saber, lo único que podía era confiar en su palabra. Dudosamente llevó las manos hacia la espalda y segundos después, fue recompensado por el sonido de sus grilletes siendo cerrados. Esa noche prometía mejorías conforme avanzaba el reloj.

***

—He estado pensando —anunció mientras lo observaba sentado en el alfeizar de la ventana, Iker se volvió para mostrarle su atención. Ailim sonrió al verlo tan sumiso, aún no se acostumbraba del todo a esa situación.

—Espero que este descubrimiento sea más creativo que los últimos diez minutos anteriores —comentó burlón y ella tuvo que concederle ese punto, pues a decir verdad no tenía idea qué hacer estando en esa posición. Sí, Iker estaba atado. ¿Y ahora?

—Bueno, ¿puedes culparme? No es como si todos los días tuviese que entretener a un hombre hasta el amanecer.

Iker le envió una mirada criptica, para luego enseñarle una deslumbrante sonrisa que logró hacer que las palmas de sus manos sudaran y su corazón perdiera el compás. Él sin duda sabía sacarle partido a sus sonrisas.

—No sabes qué feliz me hace saber eso, mon amour.

Ella puso los ojos en blanco frente a ese comentario, sólo Iker era capaz de echar a perder el efecto de tan bonita sonrisa con unas pocas palabras. Esas pulseras deberían haber incluido una mordaza para su bocaza, decidió entonces sonriendo ante su propia idea.

—Eres un idiota —espetó, luchando por sonar censurable.

—¿Y qué pensabas? —le recordó él súbitamente, haciendo que pateara a un lado todas sus anteriores cavilaciones.

Ailim se puso de pie en un exabrupto y fue a buscarlo hasta la ventana con la decisión retozando en su mente. En silencio lo tomó por los hombros hasta girarlo por completo, y sacando ideas de quién sabe donde, se dejó caer con suavidad sobre su regazo. Iker no dijo o hizo nada para detenerla y ella se permitió soltar un suspiro interno; no estaba segura de cómo proceder, pero quedarse a dos metros de él no estaba resultando efectivo. Si quería afrontar sus miedos, lo mejor era iniciar el juego de una vez por todas. Lo mínimo que podía hacer era intentarlo, ya que estaban en la oscuridad y solos, no había muchas posibilidades de hacer el ridículo. Y como que ya no le importaba humillarse ante Iker, pues al fin de cuentas ella siempre podía dejarlo atado.

—Todo esto que ideaste para ayudarme es muy interesante... —Iker asintió con lentitud, y Ailim concentró la vista y las manos en los pliegues de la camisa de su esposo, repentinamente cualquier cosa parecía mejor que enfrentar sus ojos—. Pero me gustaría... añadir una clausula —musitó en voz queda. Tenía sus dudas al respecto, pero esa noche por un instante decidió que los miedos podían esperar hasta el amanecer.

—¿Clausula? —instó él en su típico tono demasiado bajo y susurrante.

Ailim lo miró de soslayo con algo de curiosidad, Iker tenía su atención fija en la mano con la que ella alisaba la camisa sobre su pecho y nada más que su mano parecía entrar en su campo visual.

—Sí —murmuró sin detener los movimientos fugaces de sus roces—. Verás, algo así que nos ayude a conocernos mejor. —Se detuvo al momento que sintió como el cuerpo de su esposo se tensaba debajo de su tacto, por lo que se apresuró a añadir—: Ya sabes por el bien de este... —¿Qué podría decir? ¿Matrimonio? No, Iker no deseaba un matrimonio real. Tampoco podía mentirse diciendo algo como "por el bien de este amor". Entonces, ¿qué?—. Proyecto.

No era la mejor forma de definirlos, pero a falta de opciones que dejaran a todos felices, no había quedado tan mal.

—¿Y cuál es la clausula?

Ella dio un respingo, sorprendida, no se esperaba que él aceptara todo tan fácilmente. Aunque Iker no era de esos que presentaran batalla si las cosas se hacían como a él le gustaban. Eso qué significaba, ¿acaso Iker quería conocerla y dejarla conocerlo?

—Siempre que estés atado, debes responder cualquier cosa que te pregunte con la verdad. —El silencio se hizo luego de que ella expusiera su condición, Ailim se atrevió a mirarlo pasado el primer minuto. Él aún continuaba viendo su mano, no a ella, sino a la mano que había dejado descansando sobre su corazón.

—¿Y qué gano a cambio? —preguntó finalmente. Ailim se encontró en una encrucijada, ¿qué demonios podía darle? Ella tenía tan poca imaginación que estaba casi segura que cualquier cosa que le ofreciera a él le parecería insulsa.

—No lo sé... —respondió evasiva—. ¿Qué quieres? —Y fue entonces cuando su esposo la miró, no tuvo que decir una palabra, su mirada hablaba por él—. ¿Todo se reduce a "eso" para ti? —lo increpó, sintiendo repentinamente la urgencia de saltar lejos de su regazo, él soltó una leve carcajada al ver su reacción.

—Soy un hombre sano, no tiene nada de malo desear a mi esposa.

Ailim sintió como los colores se le subían a las mejillas, él no tenía escrúpulos, ni decencia para el caso.

—¿Cómo puedes hablarme de esa forma? Soy una dama... —dijo con la piel al rojo vivo.

—Te sorprendería lo indecente que se vuelven las damas a mi lado. —Ailim contuvo el aliento, antes de asestarle un golpe en la cabeza—. ¿Qué? —Le reclamó en tono compungido—. Todo eso antes de casarme contigo, por supuesto.

No supo si creer en esas palabras o no, al fin de cuentas todo lo relacionado a Iker tenía un matiz de misterio que parecía no querer develársele. Nunca sabía cómo interpretarlo, pues siempre parecía ajustar lo que decía a la conveniencia de su oyente. Ese era el problema con su esposo, ¿cómo diantres discernir sus momentos de honestidad de los de bromas crueles?

—Entonces ¿qué?—insistió cambiando abruptamente de tema—. ¿Aceptas la clausula?

—Mira, me has atrapado bondadoso —admitió sonriendo de lado—. Dispara todas tus preguntas, que te daré respuestas... claro, si cuento con las repuestas.

—¿Prometes decir la verdad? —inquirió seria.

—Toda la verdad y nada más que la verdad. —Ailim suspiró cansinamente, logrando que él comprendiera que no estaba de juego—. Lo prometo —agregó, esta vez adquiriendo un tono de voz más comprometido.

—De acuerdo... ¿dónde estuviste en toda la semana?

Él la enfrentó directamente con sus chispeantes ojos verdes, no sabía qué era lo que estaba pasando por su cabeza, pero sin duda Iker no se esperaba que continuara con ese tema.

—En la casa de mi madre. —Fue su turno de mirarlo contrariada, porque de todos los lugares que podría haber visitado, ese ni siquiera entraba en la lista de los más detestados.

—Lo prometiste —le recordó, sin ánimos de dejarse embaucar por sus modos de tergiversar la verdad.

—Sí, lo prometí y es la verdad, estuve visitando a mi familia.

Lo miró un largo rato, esperando la infaltable burla o sonrisa zalamera, pero él se mantuvo firme en su postura.

—¿Por qué? —No pudo evitar sonar acusadora.

—Pues en un principio obligación y bueno... —Una sonrisa extraña surcó sus labios, parecía estar rememorando un buen momento. Eso sí que era algo que debía alarmarla, ¿buenos momentos? ¿En su casa?—. Conforme los días fueron pasando, digamos que descubrí eso que hace del hogar de la infancia algo memorable —terminó su frase con una leve risilla, pero ella no quiso ni empezar a imaginar lo que había hecho a esas personas. Su esposo podía ser muy rencoroso cuando quería.

—¿Y cómo están? —preguntó aceptando su verdad, al menos en cierta forma. Iker apartó la vista hacia un punto indeterminado y la diversión de segundos antes, pareció escapársele tras un largo suspiro.

—Desgraciadamente, con buena salud.

Ella se estremeció ante sus palabras tan honestas, había tanta rabia oculta en su voz que por un instante deseó ir hasta aquel lugar y golpear a cada uno de esos... malditos seres humanos. Nunca entendería cómo funcionaba la mente de las personas de esa casa, la familia de Iker parecía estar de acuerdo en una sola cosa y esa era que él no era admitido como miembro.

—Mi madre casi se desmaya al verme... —comentó esta vez recuperando el tono divertido—. Tendrías que haberla visto, fue todo un espectáculo y el viejo no subió al segundo piso en toda la semana, tenía miedo de cruzarse conmigo.

No pudo más que compartir su risa, pues ella recordaba la promesa que Iker tenía con Richard. Ailim se había sorprendido mucho en aquel entonces, pues no era de esperarse que un niño le prometiera a su abuelo arrojarlo por las escaleras. Pero no le tomó mucho tiempo descubrir el por qué de esa promesa tan extrema.

—¿Y cómo está Zulima?

—Ah, ella está bien. —Se encogió de hombros con desinterés, ella sabía que Iker ni consideraba a su hermana como tal, algo demasiado triste si se lo pensaba con detenimiento. Ailim no podía concebir su vida sin Ivanush a su lado y para su esposo, el contar o no con sus hermanos era completamente relevante. Sin duda algo en lo que no tenía ganas de experimentar—. Se presentará en esta temporada, al parecer ya está apta para convertirse en la mortaja de algún hombre.

—¡Iker! —lo reprendió, pues ella no se consideraba la mortaja de nadie y ese comentario era ofensivo para cualquier mujer.

—La idea de tener una compañera la entusiasma bastante, aunque...

—¿Compañera?—interrumpió, reparando súbitamente en su aseveración.

—Sí, la señorita Abigail Fletcher —rió entre dientes—. Pero sus amigos la llaman Abi.

—¿Quién es? —instó con la curiosidad femenina tomando gran parte en su maquinante cerebro.

—La nueva pupila de Rosalie, es americana y también la más reciente obsesión de William.

Ella se quedó patidifusa al oír el nombre del marqués, el hermano mayor que había hecho de los conceptos privado y a puertas cerradas un estilo de vida. Hasta donde recordaba luego de la muerte de la esposa del William, éste había decidido exiliarse al campo y no volver a mostrar el rostro en la sociedad londinense. ¿Acaso el Marqués de Adler había decidido romper el luto? Esto era noticia de primera plana, sin duda alguna los periódicos amarillistas explotarían el acontecimiento ni bien William decidiera exponerse públicamente.

—¡¿Es la amante de tu hermano?! —Iker se encogió de hombros, pero en ningún momento negó aquella posibilidad, eso tan sólo significaba que él tenía razones para sospechar. Y el cotilleo se volvía cada vez más intrigante, Ailim se puso firme lista para averiguarlo todo—. ¿Acaso se va a presentar en la temporada de todas formas?

Era por demás sabido que una mujer con reputación dudosa nunca obtenía una oferta de matrimonio, sólo distintos cortejos que iban con un único propósito: la cama. ¿Ese sería el gran regreso del marqués? Vaya que no se estaría con vueltas, él rompería el luto con bastante originalidad.

—Nadie duda de la integridad de la americana, todos piensan que es un pobre ángel que ha extraviado el camino.

Ailim enarcó una ceja dudosa, si la indiana no tenía mala reputación, ¿entonces por qué Iker actuaba tan desdeñoso al respecto de ella? Si no había motivos para sospechar un amorío, eso sólo podía significar que quizá algo se estuviese cocinando bajo el pecho del marqués y la indiana. ¿Sería posible? Ella era una romántica muy en lo profundo de su ser, le encantaría ver a William feliz de nuevo. Incluso cuando nunca habían sido presentados, él siempre había tenido un aire de nobleza que lo distinguía de los demás integrantes de esa familia y eso era digno de ser rescatado.

—¿Y cuál es el problema? —preguntó, al sentir una leve cosquilleo correr por su espalda. Iker frunció el ceño, para luego ofrecerle un encogimiento de hombros esquivo—. Vamos, algo te molesta. ¿Qué es?

—Pienso que está mintiendo.

—¿Por qué?

—No lo sé, en un principio una corazonada... pero ahora puedo probarlo.

—¿Crees que quiera seducir a tu hermano? —Las teorías comenzaron a inundar su mente; cazadora de fortuna, una ladrona o incluso una espía, después de todo William era parte de la cámara de lores.

—Sé que ya lo ha hecho, Will está tan metido que parece idiota... —La duda golpeó su mente y por un segundo no supo qué pensar. Sabía que William era demasiado confiado, pero uno creería que tras su primer matrimonio fallido sabría tomarse la precaución de no precipitarse. ¿Sería tan fácil engañarlo otra vez? ¿O quizás Iker no estaba viendo las cosas con claridad? Puede que la americana estuviese mintiendo, pero quién podría asegurarle que el engaño fuese algo tan grave.

No, algo en su interior le estaba hablando y no podía dejar de hacer caso a su presentimiento. La indiana tenía algo, ya fuera bueno o malo, pero tenía algo que sería necesario para William.

—¿Y estás seguro que tiene malas intenciones? —Él pareció reparar en el tono especulativo de su voz, pues repentinamente la atravesó con una mirada de advertencia—. ¿Qué? Sólo digo que tal vez, sólo tal vez... estés apresurando conclusiones —dijo en tono suave, pero que no logró para nada apaciguar a su hombre.

—Yo no apresuro nada, esa mujer son malas noticias.

Ailim asintió en silencio, podía jurar que Iker era un buen lector de personas pero ese don nunca pareció serle de ayuda cuando se trataba de su familia.

—Entiendo que no quieras ver a tu hermano sufrir otra vez, pero...

—¡A mí me importa una mierda lo que le pase! —la interrumpió, subiendo el tono de voz como muy pocas veces hacía.

Entonces ella confirmó su sospecha, estaba dejándose nublar el juicio porque quería proteger a su hermano. Iker moriría y se enterraría él mismo antes de admitir semejante cosa, pero ella no necesitaba que lo admitiera, sólo que no se entrometiera. Su presentimiento era cada vez más fuerte y por extraño que sonase, todo en su interior le decía que ir en contra de su esposo era lo correcto.

—Antes de revelar cualquiera de tus intrigas sobre la americana, asegurarte de estar muy, muy seguro.

—No necesito asegurarme nada más, ella miente. Fin de la discusión.

—Tal vez sólo está asustada.

—O quizás sólo huye de alguien... —replicó él sin ánimos de dejarse vencer. Ailim rodó los ojos, esto se iba para largo pero luchar contra su testarudez no iba a reportarle ninguna victoria, la mejor forma de ganar con su esposo era negociando.

—No debes interferir en asuntos que no te competen —espetó, ganándose una fulminante mirada a cambio.

—¿Me estás dando una orden?

Ella lo enfrentó sin mostrarse temerosa y asintió, resuelta a llevar a cabo su plan.

—Pero puedes tomarlo como un consejo, cuando se trata de tu hermano no logras ver las cosas con claridad... confía en mí, ella no le hará ningún mal.

—¡¿Cómo puedes defenderla?! Ni siquiera la conoces. —Se puso de pie tan repentinamente, que ella tuvo que brincar para no caer de trasero al piso.

—¿Y tú cómo puedes condenarla, si tampoco la conoces?

—Suficiente, no voy a seguir hablando de esto, no tiene nada que ver con nosotros.

—Discrepo, tiene que ver con nosotros. Tú familia ahora es mi familia... —Ailim se acercó una vez más a él, tratando de medir sus siguientes palabras e ir por la senda del acuerdo—. También me agrada Will, Iker. Cuando tú no regresaste, él era el único que aún te seguía mencionando en la casa. Fue mi única conexión contigo, quiero que tenga felicidad y tú debes permitirlo. —Él estrechó los ojos en finas líneas, no parecía muy convencido de sus palabras pero ella tenía que hacerlo entender—. No interfieras entre ellos dos, deja que las cosas sucedan.

—Pero...—No hubo necesidad de que terminara su frase, ella le cubrió la boca con un casto beso que acabo por sellar la discusión. Sabía que Iker no deseaba expresar sus temores en voz alta y que al igual que ella, tan sólo quería lo mejor para su hermano—. Si te equivocas, me encantará ver cómo me das la razón —espetó una vez que se hubieron separado.

—No me equivoco y cuando seas capaz de verlo, tú alabarás mi sabiduría de rodillas. —Iker soltó una sonora carcajada y antes de que ella pudiera preverlo, se dejó caer sobre sus rodillas en un acto que la tomó por total sorpresa—. ¡Levántate! —exclamó, a tiempo que él se inclinaba para tocar sus pies descalzos con sus labios. Ailim dio un respingo, colocándose de cuclillas para alzar su rostro y mirarlo con seriedad—. ¿Te comportarás con la americana?

Él encogió un hombro, como todo un niño caprichoso.

—Sólo si prometes que cuando pierdas, serás mi esclava por toda una semana.

Ella se llevó un dedo a los labios, como sopesando esa posibilidad luego terminó por regalarle una desafiante sonrisa.

—De acuerdo, pero cuando tú pierdas...

—Eso no va a ocurrir —se apresuró él a cortarla. Ailim sacudió una mano para desmerecer sus palabras.

—Cuando tú pierdas —retomó su línea, haciendo de cuenta que su esposo nunca había hablado—. Serás... —Iker la observó con suma atención, Alim le dio un golpecito con el índice en la nariz—. Serás amable con todo el mundo, por toda una semana.

—¿No sería más sencillo que obsequiara todo mi dinero?

Ella chasqueó la lengua, tomándolo por los brazos para ayudarlo a incorporarse.

—¿Y eso qué tiene de divertido?

—Eres una mujer manipuladora...—comenzó a decir mientras con pasos lentos la empujaba en dirección de la cama, Ailim sacudió la cabeza juguetona.

—¿Acaso temes perder?

—Nunca —admitió él, dando un último paso que terminó por acorralarla contra. Ella miró la cama a sus espaldas y con delicadeza se empujó a sí misma hacia atrás, él la siguió segundos después colocando una rodilla en medio de sus piernas.

Ailim entrelazó los brazos alrededor de su cuello y como Iker no podía sostenerse por su propia cuenta, ella lo movió lentamente hasta que quedó tumbado a su lado.

—¿Tenemos un trato?—preguntó, mientras cruzaba una pierna a cada lado del cuerpo de su esposo y se hacía de un lugar sobre sus caderas.

—Ya puedes comenzar a llamarme "amo".

Ella sonrió con picardía, antes de zanjar con un lento movimiento las distancias que la separaban de sus labios. La conversación quedó relegada al olvido y hasta que el cuarto no se cubrió por la luz del día, Ailim no abandonó ni por un minuto el arduo trabajo que conllevaba conocer y pactar con su esposo.

__________________________

Espero que les haya gustado fue un capítulo tranquilo, porque pronto voy a hacer que las cosas se compliquen así soy yo xDD Nah es broma, pero todo puede pasar! 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro

Tags: