ᴄᴏɴᴠɪᴠɪᴇɴᴅᴏ ᴄᴏɴ ᴛᴜ ɪᴅᴏʟ ꜰᴀᴠᴏʀɪᴛᴏ ᴘᴏʀ ᴜɴ ᴅÍᴀ.
Estabas tan nerviosa que el simple hecho de hacer click sobre la pantalla táctil de tu celular aumentaba un poco más tu ansiedad. Decidiste que encerrarte en uno de los cubículos del baño escapando de tu horario de clases sería lo mejor para ver aquel mail con el resultado del concurso al cual te habías inscrito hace tres meses atrás.
"Conviviendo con tu Bangtan favorito por un día", así se llamaba el concurso que había lanzado Hybe y que había revolucionado gran parte de Army Corea.
No eras coreana, sin embargo, tuviste la suerte de estar en el momento correcto en el lugar indicado. De intercambio en la universidad de bellas artes de Seúl, para tu buena suerte te quedarías en casa de tus tíos que si eran coreanos, tu padre y tu tío eran primos hermanos, casi que se habían criado juntos en la infancia.
No le viste problema alguno en anotarte a dicho concurso porque tus esperanzas de ganar algo así eran demasiado nulas. Jamás en la vida habías ganado algo y esto no sería la excepción.
Excepto por ese bendito mail que aún no abrías y al cual le tenías una enorme expectativa ya que tu prima, que era más una STAY que Army, te llenó la cabeza con que tal vez podría ser el mejor concurso de tus sueños si llegabas a ganar. El de pasar un día entero junto a tu idol favorito. ¿Quién no quisiera aplicar a tremendo concurso? ¿Quién no quisiera pasar el día entero junto a su bias?
En el formulario de aplicación, aparte de colocar tus datos, te daban la elección de elegir a tres de los integrantes de Bangtan, tu bias, el wrecker y el otro wrecker. A ti te daba igual quien podría ser, amabas a los siete por igual. Sin embargo, tenías cierta predilección por una persona.
Kim NamJoon.
Así que no dudaste en ponerlo en primer lugar, luego de debatiste entre los soulmates del 95' terminando por poner en el wrecker a JiMin y en el tercero a Yoongi porque admirabas su trabajo en todos los sentidos. Lo peor de todo es que aquel concurso tenía un tiempo determinado a la hora de la inscripción. Tuviste que pasar por momentos de agobiante pánico cuando la página colapsaba o el círculo en modo enviando la solicitud daba vueltas y vueltas sin detenerse aumentando tu extrema ansiedad.
Suspiraste, acomodándote sobre la tapa cerrada del excusado observando la pantalla de tu celular que a cada rato debías tocar porque se iba apagando ante tu nerviosa quietud. Había llegado el momento de saber el resultado, cualquiera fuere, lo intentaste y quién sea el ganador o ganadora le desearías la mejor de las suertes para que pase un excelente día junto a uno de los miembros.
Dejaste que tu dedo tocará la pantalla táctil una vez más, pero está vez abriendo el dichoso mail, la ventana se abrió dejándote ver un extenso comunicado de esos dónde Big Hit lanza sus malas noticias, <<perdí>>, fue lo primero que pensaste al leer como se referían a ti formalmente para avisarte que...
—No, no, si.
Soltaste un grito desgarrador que pudo haberte destrozado las cuerdas vocales y arruinar la audición del que estuviera a unos cuantos metros a tu alrededor al ser el baño un lugar perfectamente con demasiada buena acústica.
"Ganaste el concurso: conviviendo con tu Bangtan favorito por un día"
Abriste la puerta del cubículo con brusquedad sin importarte que tu bolso estuviera colgado en el reverso y que tus cosas dentro se golpearan contra la pared de cerámicos blancos. Estabas nublada por la emoción, exaltada por la abismal euforia recorriéndote entera, a punto de llorar arrodilla en el piso, de no ser porque te contuviste al ver los rostros atónitos de algunas chicas.
Debiste saber que esconderte en el baño no sería buena idea cuando te pasaste casi una hora dentro intentando abrir el mensaje. Pero ganaste, ganaste el concurso de tus sueños, serías una de las prestigiosas elegidas que pasaría una hermosa tarde junto a tu bias. ¡Oh Dios!
Pasarías un día entero al lado de NamJoon, Kim NamJoon apodado "el presidente" "el destructor" "RM" o como el lindo maknae del grupo le decía, "rapmonster"
Sostenías tu teléfono con algo de dificultad, tus manos temblaban mucho, sentías tu estómago revuelto a causa de la tremenda emoción, que se te hacía difícil hasta caminar, respirar, contener el llanto y marcar un mísero número de teléfono al que ya habías hablado esa misma mañana siendo el primero en la lista de llamadas. Llevaste el aparato a tu oído escuchando los bips con los nervios de punta.
Ni siquiera te importó que el alumnado te viera raro por estar casi trotando mientras tu bolso siendo arrastrado por el suelo te seguía y tu rostro enrojecido estaba empapado en lágrimas. La emoción, la tonta emoción de saber que conocerías a tu persona favorita no te dejaba ver más allá.
—Dime.
—¡Conoceré a Kim NamJoon, Nabí!
Casi que lo gritaste cuando llegaste al pabellón de arte dónde tenías un par de clases. Estaba vacío gracias a que ya casi había terminado el horario de clases, por lo que había muy pocos alumnos allí, perfecto para poder desbordar tu exacerbada conmoción.
—Claro, y yo soy la esposa secreta de Félix.
—Yah, estoy hablando en serio.
Tu prima se quedó en silencio por un momento.
—Te dije que no bebieras Soju con tus compañeros, no lo toleras aún.
Te reíste, secando el líquido que salía de tu nariz con la manga de tu hoodie violeta.
—No te miento, acabo de recibir el mail por parte de Hybe avisándome que gane un día con Namjoon, que el sábado a las nueve de la mañana pasará a buscarme.
Esperaste alguna respuesta de tu prima que te expresara lo contenta que estaba por ti, lo que no esperaste fue el estruendoso grito que lanzó dejándote casi sorda y haciéndote dudar de si fue correcto decírselo ahí, en ese momento. Aunque en persona no sería tan diferente. Tu prima era algo escandalosa.
—¡Debes venir a casa, AHORA! —cubriste tus ojos con la mano dando saltitos en tu lugar— tenemos mucho trabajo por hacer, ropa, maquillaje, peinado. Debemos apartar turno en el salón, omma podría ayudarnos.
Dejaste que tu querida prima siguiera parloteando emocionada por las ideas no tan fantásticas que quería hacerte. En ese momento no te importaba en lo más mínimo, estabas tan feliz imaginando los cientos de maravillosos escenarios que podías atravesar junto a NamJoon durante todo un día. Te preguntabas cómo te trataría él o qué debías decirle para obtener una buena conversación en la cual hacerlo sentir cómodo a tu lado.
Eran tantas cosas por pensar y decidir que en esos momentos no te importaba absolutamente nada.
Estabas cansada a pesar de haber pasado gran parte del día en un spa junto a tu prima y tía. Te habían hecho pedicure y manicure, habían lavado tu cabello y peinado dejándolo suelto con algunas leves ondulaciones en las puntas. Te habían puesto en el rostro una mascarilla nutritiva dejando tu piel hidratada y luminosa. Agradecías a la cosmética coreana por hacer maravillas con la piel. Básicamente eras otra.
Sin embargo, había un ligero problema que te estaba llevando al horrible y tedioso estrés. La vestimenta. No sabías que ponerte, y tu prima solo ayudaba a tu autoestima en declive cuando quería cambiar tu estilo tranquilo a por uno extravagante cómo lo era ella casi todo el tiempo.
"Debemos ser nosotros mismos".
Es así como los chicos solían expresar en algunas de sus más exitosas canciones que debíamos sentirnos y no dejarnos llevar por insulsas palabras de envidiosos terceros. Debíamos ser feliz con quiénes somos, con tener un sueño o no, siempre teniendo un buen corazón y que pase lo que pase los teníamos a ellos cuando nuestro día iba mal, por eso los admirabas, admirabas a NamJoon por ser alguien tan inteligente y elocuente con sus palabras.
Alguien que te ayudaba a creer en ti misma y mejorar como persona día a día.
Así que aprovechaste el momento escuchando en aleatorio música de ellos mientras buscabas alguna prenda que te hiciera sentir cómoda, pero te hiciera ver bonita y presentable a la vez. Debías aceptar que por ser de Sudamérica tus rasgos y anatomía distaba bastante de las coreanas que parecían perfectas muñequitas a las que todos volteaba a ver.
No les llegabas ni a los talones, pero tenías tus encantos y eso bastaba para ti. Años de terapia te enseñaron a aceptarte a ti misma, e incluso cerrar bocas cuando criticaban sin permiso. Eras signo de admiración para muchas allí afuera que no se atrevían a ser ellas mismas por miedo al que dirán.
La canción Wild Flower comenzó a sonar a través del mini parlante que tenías sobre tu escritorio con libros y apuntes, una clase de sentimiento melancólico tocó tu corazón por la letra y los pensamientos de hace segundos atrás. En el pasado, estuviste tan pendiente por mostrar a los demás lo que no eras, dejaste a un lado tu verdadera esencia por querer agradar, esa tranquilidad y paz que solían caracterizarte que muchos en silencio envidiaban.
Así que te decidiste por algo cómodo, fresco y que pudiera expresar como eras tú.
Había llegado el sábado, el día tan esperado por ti. Nervios era poco para lo que realmente sentías en esos momentos. Habías despertado muy temprano, a eso de las seis de la mañana. En realidad, apenas pudiste dormir un par de horas puesto que tu cabeza no dejaba de maquinar una y otra vez si lo que te estaba pasando era un sueño o era real.
Incluso te pellizcaste un par de veces dejando la zona de tu antebrazo enrojecido y posterior a ello con un pequeño moretón violáceo. Te insultaste un par de veces al darte cuenta que debías cubrirlo con maquillaje porque se vería muy feo, aunque le restaste importancia cuando tu emoción volvió hacerse presente al recibir otro nuevo mail donde te avisaban que Namjoon pasaría a buscarte y que harían un recorrido por sus lugares favoritos.
Agradecías el hecho de que no tuviste tiempo suficiente de salir a pasear, de recorrer lo suficiente ya que la universidad te consumía mucho tiempo. La educación en Corea era bastante estricta, por lo que costaba encontrar un hueco libre en el cual poder dedicarle tiempo al paseo o siquiera un momento de relax, todo era "pali, pali" cómo solían decir los coreanos, o sea, todo muy rápido.
Te miraste en el espejo de cuerpo entero en la habitación de tu tía, habías optado por un vestido sobrio color beige de mangas cortas que te llegaba hasta por encima de las rodillas junto a una converse blancas de caña media. Un atuendo cómodo, femenino y bonito que se adecuaba a lo que tu imaginabas que podría ser la salida.
—Yo que tú, me cambiaría, te quedaba muy bien la falda de látex y las botas altas.
—Nabí, tu prima irá a un paseo no a un bar nudista.
—Omma, saldrá con un idol de renombre mundial, alguien que es embajador de Begeta Boneta.
—Es Bottega Veneta —corregiste.
—Bueno eso —tu prima suspiró añadiendo— Félix modelaría mucho mejor esa marca. Quedaría prendado de mí si yo hubiera ganado un concurso de esos.
Cubriste tu boca con tu mano escondiendo la risa ante las palabras irónicas de su madre. Tu prima era todo un caso.
—Claro, y se enamorara de ti y te pedirá casarte con él y vivirán una historia de amor como las que lees en esa aplicación de dudosa reputación.
Ambas se miraron, avergonzadas de que la mayor supiera del gusto culposo que tenían al leer fanfics con sus artistas favoritos como protagonistas. Pero, ¿Qué podían hacer? Había historias realmente muy buenas para leer que te dejaban no solo atrapada, sino que te hacían imaginar estar dentro de ellas siendo la protagonista al lado del chico bonito.
—Además, tú no ganarías nada aunque lo quisieras, primero porque la empresa de tus ídolos no tuvieron esa brillante idea antes y segundo —suspiró— Dios se apiade de ese chico si te llega a conocer, hija. El pobre saldría corriendo al ver que te le lanzas encima.
—¡Omma! —chilló. Tú te carcajeaste viendo como tu prima seguía a la mayor describiéndole la enorme lista de porque ella era la mejor STAY y de porque sería la esposa perfecta del lindo Félix.
Tu atención volvió al espejo, tu reflejo mostraba las trenzas a los costados de tu largo cabello, tu maquillaje casi natural, solo agregaste un poco de brillo rosa a tus mejillas y sobre tus párpados. Todo estaba saliendo como a de lugar, tomaste tu bolso colocando algunas cositas indispensables como dinero, tu identificación, chicles, pañuelos descartables, los auriculares inalámbricos y un cargador portátil por si acaso.
Aunque afuera había un sol radiante decidiste que llevarías un saco de hilo por si en la noche refrescaba, revisaste tu celular fijándote en si había llegado algún mensaje donde te indicara que él ya estaba en camino o llegando a tu casa. Rechazaste con amabilidad la comida que tu tía te ofreció ya que tu estómago cerrado por los nervios no te permitía probar bocado. Lo más seguro es que terminarías devolviendo todo y no querías pasar vergüenzas frente a tu bias.
Comenzaste a navegar por las redes sociales encontrando las publicaciones donde salía el concurso y que las ganadoras tenían sus días destinados con sus bias. La cosa es que los siete tendrían una cita con dos chicas diferentes en algún día de la semana. Pensaste que era algo demasiado pesado y que los chicos terminarían exhaustos luego de conocer a tantas fanáticas.
Sabías que ellos eran muy agradecidos con sus fans y viceversa, pero suponías un esfuerzo enorme para ellos tener que conocer tanta gente en una semana, por eso querías que NamJoon se sintiera cómodo contigo, se sintiera más como una salida de buenos amigos y no como una obligación impuesta por la propia empresa.
Observaste el horario en tu teléfono percatándote que ya eran las nueve y no había rastros del chico. Ni un mensaje, ni un mail, nada. ¿Y si le pasó algo en el camino? Ignoraste aquel pensamiento tonto, claramente él llegaría en alguna de esas camionetas negras de último modelo conducidas por un chófer, seguramente acompañado de su guardaespaldas y su manager.
Mantuviste la calma, revisando nuevamente tu aspecto en el pequeño espejito que tenías dentro de tu bolso, dejaste tu celular sobre tu falda boca abajo porque la idea de una notificación entrante avisándote que él ya estaba afuera era demasiado para ti. ¿Y si llegaba y no lo leías/veías y él se iba? Giraste revisando la pantalla de vuelta.
Nada. Cero.
9:15 a.m.
¿No se supone que ya debía llegar? Te levantaste del sillón, te dirigiste a la cocina en busca de un vaso de agua. Tu tía lavaba los platos sucios del desayuno mientras tu tío leyendo el diario terminaba de beber su café antes de salir al trabajo. Buscaste a tu prima alrededor, pero no la veías por ningún lado.
—Esta arriba cambiándose —te respondió tu tía— saldrá con sus amigas, yo saldré con tu tío, me llevará al mercado, ¿necesitas algo, cielo?
Ella sabía que te encontrabas muy nerviosa, quería hacerte sentir mejor o distraerte para que no pienses tanto, solo que no podías, la ansiedad estaba escalando cada vez más como los segundos rodar en aquel reloj de la pared en la cocina. Le agradeciste, bebiendo el contenido del agua que serviste en un vaso y te devolviste a la comodidad de sofá en el living, desde ahí, a través del ventanal que este tenía podías ver gran parte de la entrada.
—Si no llega, puedes salir con nosotras —Nabí, tu prima apoyo su mejilla contra la tuya en alguna clase de consuelo.
—No, está bien, esperaré, tal vez algo lo demoró en la empresa.
—Por qué no te comunicas con la empresa, tal vez te digan porque la demora.
Asentiste, no se te había ocurrido por estar haciéndole caso a tus negativos pensamientos de que te dejarían plantada y todo había sido una estafa magistral dónde se reirían en tu cara. Enviaste un mail a la única cuenta preguntando por Namjoon, esperaste unos diez minutos a una respuesta y nada.
9:30 a.m.
Decidiste que enviarías al Instagram de Hybe e incluso Big Hit un mensaje, pero en los siguientes diez minutos restantes en que solo faltaban veinte para las diez, ninguna respuesta de ningún lugar te llegó. Comenzabas a sentir un poco de decepción, estabas pensando deliberadamente que todo fue una estafa y que caíste redondita frente a una ilusión hermosa que se convirtió en una horrible sensación de impotencia en solo minutos.
Tu prima volvió a preguntarte si querías acompañarla, te negaste, al igual que tu tía por si querías acompañarla al mercado y también te negaste. Te quedaste sentada de brazos cruzados en aquel sofá, completamente sola en aquella casa que quedaba demasiado lejos de la tuya. Sentiste nostalgia por volver a ver a los tuyos, a tus padres, a tus hermanos o a tus amigas de la cuadra. Estabas segura que la situación no era justa contigo, por eso no te quedarías encerrada llorando por algo tan tonto.
Saldrías a pasear sola, aprovecharías tu sábado como era debido y no pensarías más en la rota ilusión que tenías. Arreglaste un poco tu maquillaje a causa de las lágrimas que soltaste anteriormente, no habías arruinado nada, pero por si las dudas decidiste agregar un poco de gloss a tus labios. Acomodaste tu cabello, las ondulaciones en las puntas, lista para salir.
Sonreíste al ver el sol radiante en un azul cielo, la brisa primaveral golpear la piel expuesta de tus piernas. En el aviso del pronóstico marcaba que la densidad del aire, ese día en particular, era muy bueno, por lo cual no necesitabas llevar un cubrebocas que te ayude a respirar correctamente contra las finas virutas de aire contaminado.
Respiraste un poco caminando hasta la vereda observando la quietud de la cuadra. Al ser un barrio residencial las familias eran contadas y no todos solían salir a la calle como era común ver en tu país. Estabas pensando en buscar alguna cafetería donde comprar un buen café para luego ir al Río Han y sentarte a leer un libro que guardaste minutos atrás antes de salir.
Pero tu atención se vio desviada al ver a un desconocido andando en bicicleta, se veía algo desorientado buscando algo, en su mano llevaba un papel que revisaba cada cierto minuto. Tu respiración se atasco cuando frente a ti viste pasar a Kim NamJoon, a pesar de que tenía una gorra sobre su cabeza evitando ver por completo su rostro, lo reconociste a leguas por sus ojos rasgados de dragón y su mueca de labios juntos en modo concentración.
Era él, era Kim NamJoon llegando por ti y no hiciste otra cosa más que quedarte inmóvil en tu puesto mientras lo veías alejarse, estabas entre pasmada y asombrada, si en fotos, videos y televisión era hermoso, en persona era la imagen divina de la perfección hecha en un hombre de metro ochenta y uno.
Saliste de tu alocado frenesí interior dispuesta a llamarlo, pero te quedaste inmóvil de vuelta cuando lo viste doblar en U, divisando a la perfección sus adorables hoyuelos a los costados de su mejillas por la sonrisa amable que hizo al tener contacto visual contigo. Kim NamJoon te estaba mirando directamente a los ojos.
—Hola, tú debes ser la chica que ganó el concurso y me eligió para pasar un día a su lado.
Incluso su voz grave y varonil era perfecta, como un arrullo mañanero de esos que te hacían despertar de buen humor logrando que hicieras hasta lo impensable posible. Él era perfecto, y te sentías un poco tonta por no poder responderle algo considerablemente coherente.
Aunque sea el saludo, ya que estabas más pendiente de seguir respirando que de hablar.
—¿Estás bien?
Desviaste la mirada hacia el piso de concreto, totalmente avergonzada, sonrojada también creías, por tener a tu bias frente a ti siendo amable contigo.
—Lo siento, es que —tu voz se vio un poco afectada y él se dio cuenta— pensé que me dejarían plantada —susurraste, avergonzada por tus pensamientos anteriores— pensé que todo fue una mentira y me ilusione demasiado con tu visita.
Namjoon borró su sonrisa de inmediato, rascó su nuca riendo un poco inseguro. Espiaste un segundo su postura, sentado mientras su mano acariciaba su nuca y la otra reposaba sobre su atlético muslo. Era demasiado imponente e imposible apartar la vista de él.
—Lo siento —chasqueo la lengua— fue mi culpa, es que perdí los fotografía con la cual te reconocería y tenía la dirección de tu casa, así que tuve que pedirlo otra vez y fue una odisea porque no la tenían a mano, en fin, y luego encontrar la dirección me hizo tardar un poco más, pero lo bueno es que ya estoy aquí y podremos pasar un lindo día.
Si no le saltaste encima fue porque te contuviste demasiado bien. Era muy tierno, gracioso también. Lo lindo y hermoso de lo físico pasaba a segundo plano cuando su torpeza era una de su muchas bellezas que más llamaba la atención.
Tu sonrisa fue desvaneciéndose de a poco cuando te diste cuenta de las bastas contradicciones que distaba a ambos de tener una salida con mucho éxito. Namjoon vestía casual combinando la comodidad, lo elegante y urbano, mientras tú parecías el intento de una delicadeza femenina. Un plus, él tenía bicicleta y tú no.
—¿Vamos?
—Ahm, hay un pequeño problema —arqueó sus cejas esperándote a lo siguiente que dirías— yo no tengo bicicleta.
Rio de forma nerviosa, había creído que no usar el auto que la empresa dispuso, y en su lugar, pasará a buscarla en bici, sería más divertido y ecológico. De hecho, tenía en mente recorrer el parque Namsan, subir a la cima en teleférico, visitar la torre y terminar frente al río Han donde esa misma noche se llevaría a cabo un show de fuegos artificiales.
Por un momento pensó en llamar a la empresa para que un auto los pasará a buscar mientras tú te quedaste pensando que el intento de amigovio de tu prima había dejado hace días atrás una bicicleta en el garaje. Te estabas debatiendo si tomarla prestada, total, si la venía a buscar y te preguntaban fingirías demencia y les dirías que jamás la viste.
—¡Espera! —le detuviste al verlo levantar su Samsung flip al oído en una llamada— creo que tengo la solución, solo dame un minuto.
Asintió, mostrándote otra amable sonrisa con sus dulces hoyuelos visibilizándose en sus redondeadas mejillas. Giraste volviendo al interior de la casa en parsimoniosa tranquilidad, salvo que cuando cerraste la puerta corriste como alma que lleva el diablo escaleras arriba, entraste tropezando a la habitación que compartías con tu prima acercándote disimuladamente a la ventana asegurando que Namjoon seguía ahí abajo.
Ahí estaba, observando el vecindario, de cuclillas admirando las petunias y rosales que tu tía tenía en el jardín de frente. Suspiraste enamorada, sin poder creer aún, que tendrías una cita con Kim NamJoon. Te lanzaste sobre la cama ordenada chillando, desordenándote por haberte contenido tanti. Volviste a tu temple tranquilo y reservado a los minutos, tomaste unas de esas calzas ciclistas y te la colocaste debajo del vestido. Precaución ante todo.
Eso había sonado mal, pensaste corriendo escaleras abajo en dirección al garaje. Solo rogabas que esa bendita bicicleta siguiera allí y con las ruedas infladas. La idea de un paseo en bicicleta con tu bias era uno de tus más grandes sueños, así que, qué mejor que cumplirla.
La viste ahí, postrada contra la pared, parecía tristemente abandonada, dudabas un poco que sea lo suficientemente estable como para andar sobre ella, pero te importaba un comino, harías que funcionará o funcionará, sería una abominación dejar plantado a NamJoon.
—Cálmate, todo saldrá bien, solo serán un par de horas, sé tu misma —murmuraste para ti misma mientras salías por la puerta del garaje.
Él seguía en el mismo lugar, quitándose fotos, lo admiraste ser lindo, esa sonrisa de labios sellados que le hacía parecer un niño feliz. Se dio cuenta de tu contemplanza causando que se sonroje, reíste y él se avergonzó un poco más, te sorprendiste por lo tímido que podía llegar a ser al parecer.
—¿Vamos?
—Claro —ambos se montaron a las bicicletas, pasaste la correa de tu bolso dejándolo caer sobre tu espalda— ¿A dónde quieres ir?
Lo pensaste por un momento, había tantos lugares los cuales querías visitar, tantos museos, parques o cafés. Querías ir a la biblioteca Starfield, ese con estanterías de unos trece metros y con más de cincuenta mil libros y revistas en exhibición.
—¿Me creerías si te digo que hace poco estoy aquí en Corea? —sonrió, mirándote con ternura— así que no sé dónde ir exactamente.
—No te preocupes, tengo un lugar perfecto para que comiences a conocer lo hermoso de Seúl, seré tu guía por hoy y al final tendrás que calificar mis servicios.
Reíste, parecía ser muy ocurrente. Algo te decía que ese día sería tan especial como perfecto.
Habían recorrido la mitad del Parque Namsan, habían subido a duras penas, en teleférico hasta la torre donde visitaron rápidamente la cima al encontrarse atestado de visitantes, temías que pudieran reconocerlo -a pesar que la gorra cubría gran parte- y que su paseo terminará en escape inminente. Te habías dado cuenta que tenían demasiadas cosas en común, también descubriste que sus ojos brillaron cuando le comentaste que estudiabas historia del arte.
Fue así que comenzó una grata conversación de los museos que él había visitado en sus viajes por diferentes países. Las obras que había visto e inclusive, te había comentado sobre algunos proyectos a futuro con importantes artistas del medio. Te sentías sumamente privilegiada al obtener una información que se supone, era confidencial. Él te dijo que apenas estaba en medio de conversaciones y que no tenía nada concretado todavía, pero esperaba obtener resultados positivos.
También te comentó sobre las obras que tenía como decoración en su casa, el porque las había comprado, cada uno teniendo un profundo significado que tú supiste entender a la perfección. Namjoon era mucho más que un simple idol, era un hombre que tenía una visión extraordinaria del mundo afuera. Veía la belleza en lo que la mayoría solía ignorar, su filosofía de vida iba más allá de tan solo ser uno mismo y el amor.
Claramente su inteligencia logró capturarte, lo que no sabías es que a él también lo habías capturado con tu mundana visión del mundo. Pues al vivir en un país subdesarrollado la mayor parte de tu vida, habías visto las carencias, el sacrificio de tus padres por darles a ti y a tus hermanos un plato de comida, educación escolar y sobre todo amor. Estabas agradecida con ellos, que a pesar de apenas haber terminado la escuela, supieron enseñarte que el mundo es mucho más que solo millonarios y pobres.
Ambos compartían algo: el ver la belleza de lo interior especial y hacer que lo exterior solo fuera algo pasajero y visual.
—¿Qué te ha parecido el recorrido?
—¡Asombroso! Quedé fascinada con todo. Muchas gracias Nam, ame el libro, no sé cómo agradecértelo.
Admiraste el libro que amablemente te había obsequiado, "Kim Ji Young, born in 1982" de Cho Nam Jo. Una novela que planteaba la experiencia femenina en la sociedad coreana basadas en experiencias de vida muy duras. Un libro que representaba, también, una crítica a la sociedad misógina.
—Me lo agradeciste dándome ese fantástico tour por el Museo Nacional de Corea. Lo he visitado incontables veces, pero jamás alguien se había atrevido a explicar tan elocuentemente la historia coreana como tú lo has hecho —te sonrojaste ante su alabanza— realmente has aprendido muy bien sobre la nuestra historia, incluso agregaste relacionando con otros sucesos históricos que no sabía.
Te encogiste de hombros sin saber que decir, nadie te había alagado de esa manera jamás. Tomaste una botella de agua de la bolsa ecológica. Habían comprado algo de comida en una tienda de conveniencia cercana al río Han donde ahora se encontraban sentados sobre una manta. Al igual que otras personas como parejas o familia admiraban las luces del enorme puente. Bebiste un gran sorbo del líquido saciando tu repentina sed a causa de la vergüenza que te invadió.
El atardecer en el horizonte se veía extrañamente naranja tirando a rojo, Namjoon te comentó que era a causa del polvillo en el aire, escasa vez, solía poderse ver un hermoso atardecer, casi que no existían y la mayoría de la veces era un privilegio contemplar dicha imagen. Tuviste la irrefrenable necesidad de preguntar por su trabajo, por Bangtan y por como se encontraban los demás ahora que tenían su descanso luego de un tiempo larguísimo de excesivo trabajo.
Te detuviste diciéndote a ti misma que lo que menos querría era contarte sobre ello y arruinar el mágico momento que estaban teniendo, pero con lo que no contabas es que él se sentía tan cómodo que lo soltó por si solo. Se descargo contigo sobre lo cansado que se encontraba, sobre lo difícil que comienza ser el día a día cuando ahora que están solo cuando antes eran los siete juntos o nada. Escuchaste algunas anécdotas graciosas sobre las discusiones entre JungKook y Taehyung por comida o juegos, quienes siendo los más pequeños del grupo aprovecharon el tiempo libre para trabajar en sus discos solistas y disfrutar de sus familias.
Te contó lo poco que había hablado con JiMin y Yoongi gracias a lo ocupados que estaban en medio de promociones y programas, sentiste su voz quebrarse apenas cuando te contó que HoSeok ya tenía fecha para su enlistamiento y no pudiste detener las lágrimas cuando habló de Jin, en realidad, la forma tan dulce llena de amor fraternal con la que hablaba de sus compañeros. Realmente tenían una hermosa amistad que deseabas durará lo que la vida se los permitiera aún estando vivos.
—Disculpa, te hice llorar —extendió un pañuelo descartable, lo tomaste sintiendo la calidez de su tacto por menos de un segundo, pero el suficiente para sentir una ligera electricidad recorrerte la espalda— la intención es tener un bonito día, no uno triste.
—No te preocupes, es que —esnifaste, mirando tus dedos jugar con el papel enrollado— es lindo como hablaste de ellos, me hizo extrañar a los míos.
—Debe ser difícil vivir lejos y no tenerlos como estabas acostumbrada.
—Ellos entienden que esto me hacía feliz, que estudiar en el extranjero y perfeccionarme era necesario —suspiraste, proyectando en tu mente tus sueños— quiero poder ayudar a mis padres, a regalarles una casita donde puedan envejecer juntos sin la necesidad de preocupaciones, ayudar a mis hermanos a seguir estudiando, a que ellos también alcancen sus sueños.
Namjoon te observaba fijamente, atento a cada palabra que salían de tus labios. Sentía admiración por ti.
—Uno de ellos quiere ser idol —comentaste de la nada causando que rieran.
—Si sabe bailar podría ayudarlo, en Hybe y Big Hit siempre hay y se necesitan nuevos trainee.
Abriste los ojos de sorpresa.
—Pero él no sabe hablar coreano como yo, y apenas sabe decir hola en inglés.
—Aprenderá rápido, le enseñaran si se muestra interesado en querer participar en algún grupo en el futuro.
Otra virtud que compartían con Namjoon es que a ti se te hacía fácil aprender un idioma, así que no era nada extraño que hayas aprendido a escribir, hablar y leer en coreano a los dos meses de haber llegado, tus tíos y prima fueron de gran ayuda, si, pero todo el mérito te lo llevabas por ser alguien muy disciplinada. Así que quedaron en que Namjoon te enseñaría a hablar el inglés —ya que te manejabas con lo básico— y tú le enseñarías el español.
Estabas encantada, estaban encantados, todo era cómodo y fluido entre los dos. Namjoon percatándose que era la primera vez en mucho tiempo en sentirse tan bien al lado de alguien no famoso y desinteresado, que la simple idea de terminar aquel bonito paseo comenzó a picarle en el estómago, como una extraña sensación de jamás querer dejarte ir.
Pensamiento silencioso que compartías a la perfección. Y es que tu crush hacia él como artista había rebasado los límites llegando a sentir que, si hubiera oportunidad, la amistad que pudieran tener, sería increíblemente hermosa.
Admiraron los fuegos artificiales, le comentaste que jamás habías visto un despliegue tan grande como ese en tu vida. Claramente, le dio ternura tu actitud de sorprenderte ante cada destello de luz con diferentes tipos de formas o que dieras un respingo del susto por lo estruendoso de la explosión. No eras tonta, sabías que él te miraba de reojo, que su atención de iba desviando del cielo hacia ti, comenzando a preguntarte por qué tu corazón latía con tanta fuerza como si quisiera salirse de tu pecho.
¿Qué era ese extraño sentimiento que te erizaba la piel y te mantenía en una timidez constante? ¿Acaso comenzabas a sentir algo por aquel chico de ojos rasgados y sonrisa sincera? Si había una respuesta a ello, no quisiste saberla. Preferiste disfrutar de los pocos minutos a su lado cuando la noche llegó, se suponía que el paseo terminaría a la siete, pero a causa del show de fuegos artificiales se vio un poco extendida hasta las nueve, y como consecuencia, que la empresa comenzará a llamar al chico para su regreso o para avisar de su paradero.
—Me alegro haberte conocido.
—Sonara extraño y no quiero que pienses que le dije a todas lo mismo, pero contigo, hoy, fue un día especial —tu corazón volvió a saltar— me hiciste sentir que no estaba con una fan, sino —hizo una pausa— sino que compartí mi tiempo con una agradable amiga.
No sabías que contestar a eso, estabas obnubilada por sus palabras porque sentiste lo mismo.
—También sentí que estaba pasando una linda tarde junto a un agradable amigo y no junto al idol —sonreíste sonrojada, a él le daba ternura como tus mejillas se coloreaban y como tus ojos brillaban. Eran expresivos.
Namjoon observó la hora en su reloj digital de muñeca, tenía una llamada perdida de las oficinas de Big Hit y otro del manager. Ignoró las notificaciones de mensajes tomándose el atrevimiento de usar más tiempo junto a ti.
—Te acompaño hasta tu casa, es de noche.
—Esta bien, gracias.
Los primeros cien metro caminaron enfrascados en una conversación animada sobre plantas, le diste recetas infalibles —cortesía de tu madre y tías— para mantener a sus plantitas más vivas y brillantes, Namjoon no tenía idea de las muchas maneras naturales que se podía cuidar de una planta aparte de regarlas con agua, estaba fascinado ante la nueva información y no veía la hora de comentárselo a Yoongi quien era el único con paciencia que solía escucharle sobre ello.
Lo que restó de recorrido, lo hicieron andando en bicicleta, riendo porque paraban cada cierto tiempo gracias a los semáforos y aunque debían esconderse para que él no fuera reconocido, incluso habiendo escasa luz.
La cuestión fue cuando llegaron a destino. Demasiado rápido para ustedes, sin percatarse de que, en realidad, se habían tardado su buen tiempo. Namjoon te acompañó hasta la puerta de la casa de tus tíos, se quedaron en silencio escuchando el murmullo de los grillos rondar alrededor, la brisa fresca hacia la noche agradable así como ustedes se sintieron el uno con el otro.
En su interior, ambos admitían sentir tristeza por terminar el hermoso día que habían tenido. No querían dejarlo así, pero era necesario despedirse.
—Aun debes calificar mis servicios como guía.
Sonreíste, divertida por su ocurrencia.
—Debo admitir que fue un buen guía, señor Kim —carraspeó con aires triunfantes— aunque la mayor parte lo haya dicho yo.
Su sonrisa de borró activando tu risa, entrecerró los ojos queriéndote mirar molesto, pero no podía hacerlo cuando escucharte reír le hacía sonreír.
—Entonces debo mejorar.
—Así es.
—¿Qué te parece en una próxima salida?
El final se estaba acercando.
—Me parece una excelente idea.
O tal vez no.
Se miraron fijamente sonriéndose, diciéndose más con la mirada que con todas las palabras que intercambiaron en el día. Ambos sabían que había algo más, que había nacido un sentimiento mutuo muy bonito que podría volverse intenso.
Namjoon se acercó a ti, besó tu mejilla y le agradeciste una vez más por todo. Lo viste caminar hasta su bicicleta, lentamente alejarse de ti, de tu vida, sin embargo, tenías algo creciendo dentro de ti y estabas segura que en él también.
De que tal vez, en un futuro no muy lejano, si la vida les permitía reencontrarse de nuevo, darse la oportunidad que ambos anhelaban, pero que no se permitían ahora por querer cumplir con sus sueños y obligaciones. Tal vez, en ese preciso momento de reencuentro en que ambos estuvieran realizados en varios aspectos de sus vidas personales, esa amistad logré escalar otro tipo de sentimientos que los lleve hacia el camino de la felicidad.
OS hecho para el "concurso creative machine" de la Editorial Butterfly que ganó una mención especial. 🥰
Gracias a arbolcolorido
Por la hermosa portada, banner y separador 🤗🥰
💜💜💜
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