XXVI
—No tienes permitido ir—dijo el general Choi con un semblante frío.
Taehyung entrecerró los ojos negándose a escuchar aquella negativa. —Justo ayer dijo que como guardia personal del príncipe tenía que acompañarlo a la expedición.
—Sé bien lo que dije Kim—dijo con molestia—. Pero yo sólo sigo órdenes, ayer eras elegible, hoy no.
La sangre de Taehyung hervía, cuando le dijeron que podía acompañar a Jungkook estuvo tranquilo, pero en ese momento al ser revocado de su deber, su cuerpo se sentía caliente, sus manos se cerraron en puños. —¿Quién ha dado esa orden? —su mente sólo un nombre podía ser evocado, estaba casi seguro que quien había dado esa absurda orden fue Jungkook, este no había estado de acuerdo cuando se nombró a la corte que le escoltaría, no dijo nada, pero pudo verlo en sus ojos.
—El general Kim Namjoon—dijo con una mueca—. Mira Taehyung, no estoy de acuerdo con Namjoon, te has esforzado mucho para ser uno de los mejores, incluso el rey ha observado tu potencial, pero Namjoon tiene la última palabra. Lo siento.
Asintió con la mirada vacía, su interior se sentía oprimido por el sentimiento de traición, su hermano, quien le decía que confiaba plenamente en él, a quien había obedecido sin objetar, perdiendo al que era el amor de su vida, estaba furioso y comenzó a buscarlo, extrañándose de no encontrarlo en el castillo o en los alrededores, sabía que, en esos momentos, el rey estaba ocupado con su familia, no había mucho que hacer en el palacio más que preparar todo para la expedición.
Entonces fue a su casa, quería embriagarse antes de ver a su hermano cara a cara, porque sentía que nunca sería lo suficientemente fuerte como para enfrentarlo, al llegar, se extrañó encontrar el caballo de Namjoon en la entrada, bajo del suyo entrando a la casa, esta estaba en completo silencio.
—¿Dónde carajo estás? —susurró molesto saliendo por la puerta trasera, vio el granero semiabierto y gruño.
A medida que se acercaba podía escuchar la voz de su hermano y algo más, se mantuvo en la puerta, sus ojos se abrieron al ver que Namjoon no estaba solo.
—¿Aún no confías en mí como para desatarme? —dijo SeokJin con una mueca.
Namjoon se hincó frente a él. —Si lo de la expedición es un éxito, y no me has engañado, entonces podré dejarte libre, pero no ahora—susurró cerca de sus labios.
—Ya te dije que no es una trampa—bufó—. Deberías creer más en mí.
—Eres parte del ejército rebelde y yo soy el general del rey, creo que la pregunta se contesta sola—negó.
Ambos escucharon un ruido en la puerta, SeokJin fue el primero en volverse, sus ojos se abrieron con miedo. —Namjoon.
Namjoon miró a la dirección donde SeokJin miraba y se quedó helado, Taehyung le examinaba con los ojos entrecerrados.
—Traición—susurró antes de darse la vuelta y salir corriendo.
—¡Maldita sea! —soltó Namjoon antes de ponerse de pie y salir corriendo detrás de Taehyung—. ¡Detente!
Taehyung se detuvo y se dio la vuelta, su diestra estaba en la espada, observó con furia a su hermano mayor, quien intentaba acercarse.
—Eres un traidor—dijo con una mueca de asco—. Has traicionado a Silla.
—¡No! —negó con ferocidad—. Yo jamás haría algo así y lo sabes bien, he dado mi vida por este reino, por favor Taehyung tienes que escucharme.
—¿Qué es lo que tienes que decir? —espetó con seriedad, sus ojos glaciales, hicieron que Namjoon experimentara un escalofrío en todo el cuerpo.
—La noche de la aldea—dijo percatándose del ligero encogimiento de Taehyung—. Ahí encontré a SeokJin, te juro que iba a matarlo, pero no pude, necesitaba interrogarlo, decía que era un campesino normal, pero sabía que escondía algo, debí llevarlo ante el rey, pero este estaba tan molesto que lo mataría sin siquiera escuchar alguna de sus palabras.
—¿Por qué era tan importante?
—Hemos querido saber la ubicación de los rebeldes por meses, esta era nuestra oportunidad, sé que debí decirte, pero....
—¿Fue él quien te dijo sobre el sur? —preguntó con una ceja alzada. —¡¿Y le crees?! ¿Qué pasa si esto no es más que una trampa?
—No es una trampa, me dio su palabra—defendió con la frente fruncida con desesperación—. Tienes que creer en mí.
Taehyung le observó fijamente, había algo en Namjoon que no era normal, su forma de actuar no era como lo haría normalmente y eso le extrañó. Negó al comprender lo que sucedía. —Te ha enamorado ¿Verdad? Has caído por el enemigo.
—Tal vez he cometido un grave error, pero tienes que confiar en que, si él miente, yo seré el primero en clavar mi espada en su pecho—aseguró con la misma formalidad de siempre, con esa seguridad que le caracterizaba cuando defendía a su reino, la tensión en el cuerpo de Taehyung poco a poco se disipó.
—Me dijiste que el amor no era tan importante como el amor, yo renuncié a quien amaba ¿Tú por qué no puedes hacer lo mismo?
Ante ese reclamo Namjoon no tuvo respuesta, porque estaba realizando todo lo que le prohibio a su hermano, con la diferencia que a él lo acusarían de ser un traidor, cayendo en deshonra para siempre.
—Guardaré tu secreto...pero hay una condición—dijo con vehemencia.
—¿Cuál? —preguntó cauteloso.
Jungkook miraba con curiosidad al bebé que Jimin cargaba en brazos, lo veía radiante, nunca imaginó ver una sonrisa tan hermosa, Jimin sin lugar a dudas era feliz. —Es un hermoso bebé, se parece mucho a mi padre, creo que de todos es quien más se parece ¿Qué se siente tenerlo en brazos?
Jimin le miró con una ceja alzada. —¿Quieres sostenerlo?
—No sé cómo hacerlo—confesó con una mueca—. Puedo sostener y manejar una espada, pero un bebé, eso me aterroriza.
—Te muestro como—se acercó más a él, ambos sentados en un sillón de una de las salas de descanso, Jimin le había buscado para hablar con él antes de su partida al anochecer—. Sólo sostén bien su cabeza, me enseñó JeonHan.
Jungkook tuvo a aquel bebé en sus brazos, su agarre era tenso, porque no quería dejarlo caer, era un bebé hermoso, sonrió ladino. —Se siente extraño.
—Lo es, demasiado pequeño—Jimin sostuvo de vuelta al bebé cuando Jungkook se lo tendió teniendo suficiente de aquella experiencia—. ¿Tienes miedo?
—Siempre se tiene miedo al ir al campo de batalla, Jimin, pero estoy bien, entusiasmado, es lo que quiero, lo que me gusta hacer—suspiró.
—Por favor, cuídate mucho—dijo con pena, no imaginando a Jungkook en una batalla, se veía muy joven e inexperto.
—Lo haré—asintió.
—Luces diferente, tu rostro es muy diferente—dijo con una sonrisa—. ¿Estás bien?
—¿Estás hablando de mi peso? —se rio con una ceja alzada—. Mamá murió, entonces no tengo a nadie detrás de mí diciendo que puedo y que no puedo comer, supongo que esa es una de las razones por las cuales quiero ir a la expedición, necesito encontrarme, volver a ser yo.
Jimin asintió con una mueca. —El palacio es demasiado grande, podemos llegar a perdernos.
—Jimin, ahora eres el rey, nadie te lo ha dicho porque no quieren causarte angustia después de lo que pasó con el nacimiento de JiHoon, pero gran parte de las responsabilidades recaen en tus manos, mantén vigilado al harem. Ellos son buenos, o eso es lo que decía mi madre, pero todos tenemos algo que ocultar ¿Verdad?
Jimin le miró con incomodidad, había algo en las palabras de Jungkook que le hacían pensar que este sabía más de lo que quería admitir, cosa que debía ser imposible. Había sido extremadamente cuidadoso, guardando en silencio aquel secreto que podría destruir a más de uno, con el poco tiempo que llevaba en el palacio comprendió, que había cosas que eran mejor ser calladas.
—¿Tú tienes algo que ocultar? —preguntó a Jungkook con seriedad, sin perderse ni una sola de sus expresiones.
Jungkook sonrió como sólo él sabía. —Todos Jimin, pero no creo que mi secreto pueda poner en peligro un reino entero—dijo con una nota de burla en la voz—. Sólo cuídate de ellos y si quieren hacer algo en tu contra, siempre tienes que ser más inteligente y atacar primero.
—Pero...¿Cómo sabré que ellos intentan algo contra mí? —preguntó con preocupación.
—Las paredes del castillo son muy delgadas—dijo con una sonrisa ladina—. Mi dama de compañía estará a tu servició mientras estoy fuera—se puso de pie con un suspiro—. Tengo que prepararme, Jimin, cuida mucho de ti, de mi padre y de mi hermano, por favor cuida del harem.
—Lo haré—dijo asintiendo, en su mente aún estaban las palabras de Jungkook, unas que le dejaron una opresión en el pecho, si él podía saber los secretos de los demás, entonces ¿El harem podría saber su secreto?
Jungkook salió de esa habitación con una sonrisa melancólica en el rostro, su corazón estaba pendiente de una fragilidad que le molestaba, pero que no podía evitar, veía el trabajo de su madre ser derrochado, porque, aunque apreciara a Jimin, este no tenía la capacidad de controlar al harem, y los concubinos de su padre, no eran personas sencillas.
Después de un pequeño paseo por el jardín, donde su ansiedad se acrecentaba a cada paso de las horas, necesitaba ver a Taehyung, ellos ya no eran nada, no se pertenecían, pero tenía la necesidad de despedirse, de mirar sus ojos por última vez. Entró en su habitación, su traje de batalla estaba en la cama, esperando por él, algunas de sus cosas empacadas, listas para ser subidas a su caballo negro, sus manos temblaron.
—Tienes que ser fuerte Jungkook, tienes que ser un príncipe—susurró a sí mismo, miró en uno de sus cajones la carta de su madre, aquella que no había podido abrir, tragó en seco desechando la idea de hacerlo en ese momento—. Cuando vuelva—asintió.
La tarde transcurrió más rápido de lo que pensaba, su padre le había llamado para repasar una y otra vez el plan, Yoongi le había mirado tan profundamente que Jungkook desvió la mirada apenado.
—No irás a luchar, pero tienes que estar preparado para cualquier cosa que suceda ¿Lo entiendes? —cuestionó con una mueca dura.
—Estoy preparado—aseguró con seriedad—. No soy débil.
—Nunca dije eso—suspiro posicionando su mano en el hombro ajeno—. Sé que pase lo que pase lo harás bien, pero cuida de ti.
—Lo haré—asintió con una media sonrisa.
—Desde hace días quiero entregarte algo—se acercó—. Era de Seungwan, ella me lo dio a mí, era suyo, de su juventud, pero yo creo que es mejor que tú lo tengas.
Le mostro una cadena de oro, en ella había un dije, una pequeña piedra brillante negra, Jungkook contuvo las ganas de llorar y permitió que Yoongi se lo colocara en el cuello.
—Gracias—susurró mirándolo a los ojos, mostrando la tristeza que había en estos.
Yoongi le sonrió con calidez. —Úsalo bien.
Después de eso, fue momento de cambiarse, prohibió la entrada de cualquiera que no fuera su dama, quien se caracterizaba por serle fiel hasta la muerte, esta le ayudo a calzarse el traje, fue difícil, pero con cuidado, todo parecía estar en orden.
Los hombres que le acompañarían estaban en fila en la entrada del palacio, él se encontraba delante de ellos, con el cabello recogido y una mirada emocionada, trataba de borrar de su mente el hecho de que Taehyung no había ido a verle, era doloroso, pero tenía que soportarlo, las emociones no le llevarían a la victoria.
—Buenas noches mi señor—dijeron a su lado.
Miró asombrado como Taehyung se acercaba en su caballo, con seriedad, portando su traje de batalla, sonrió ladino, sintiendo los latidos de su corazón golpeando con fuerza su pecho. Guardando la compostura miró hacia el frente, tomando con fuerza la correa del caballo.
—¿Tú hermano te dio el permiso de venir? —preguntó con diversión.
—Me escoltó hasta aquí—miró de soslayo a Namjoon quien se mantenía firme cerca del rey—. Vengo a cuidarte.
—Yo no necesito que me cuides—bufó.
—Lo sé, pero aun así lo hare.
Las puertas del palacio se abrieron y ellos emprendieron camino a las colinas del sur, un viaje de un día y medio, aunque parecía cansado, Jungkook estaba tranquilo, porque no estaría en el palacio.
El camino estaba siendo muy pesado, anduvieron hasta el amanecer, parando a descansar cerca del río, Taehyung no despegaba los ojos de él y Jungkook se mantenía alejado, con los otros generales, viendo las mejores vías de acceso, así hasta que emprendieron camino, tenían que andarse con cuidad, previendo una posible emboscada.
El día fue pesado, no quería decirlo en voz alta, pero se estaba sintiendo enfermo, cuando la noche arribó y acamparon se sintió aliviado, en la soledad de su tienda deshizo la parte de arriba de su traje, tomó la venda negra y la desató de su estómago, gimió de dolor cuando se liberó de esta.
Se abotonó la camisa y dejo la otra parte del traje de batalla a un lado, tomó un vaso entero de agua y llevó el pan a sus labios, estaba hambriento, escuchó cuando entraban, por lo que se quedó quieto, las pisadas y el cuerpo que se pegó al suyo desde atrás le dejaron sin aliento.
—No puede estar aquí soldado—dijo sabiendo que quien se encontraba a sus espaldas era Taehyung, este no dijo nada, llevó las manos a sus brazos y acarició.
—¿Me estás ignorando? —preguntó en su oreja.
—Este es un viaje de deber, no de placer—respondió con voz ronca, sintiendo los pequeños besos en su nuca y el cuerpo que se pegaba al suyo—. Debes ir a descansar.
—Quiero descansar contigo—susurró—. Déjame estar a tu lado.
—Taehyung—jadeo relamiendo sus labios cuando este pegó su entrepierna a su trasero—. Podrían vernos.
—Entonces deberás ser muy silencioso, todos saben que soy tu guardia, no tomaran sospechoso que esté aquí.
Le dio la vuelta para estampar los labios contra los suyos, Jungkook tomó en sus manos el cabello castaño y agrarro con fuerza, ese beso que necesitaba, desde que ambos dejaron en claro que no se amaban, Jungkook no tenía la fuerza para resistirse, se perdió en la profundidad de sus labios, reaccionó sólo cuando Taehyung comenzó a acariciar su cuerpo, incluso con el miedo haciéndole temblar no lo alejó, dejó que este llevará sus manos a su camisa y comenzara a desabotonar, él mismo jaloneaba su traje para poder quitarlo, creía que no se daría cuenta, pero se heló por completo, cuando la mano ajena tocó su vientre.
Ambos se detuvieron, Taehyung abrió los ojos confundido, miró primero a Jungkook quien le observaba con los ojos bien abiertos, bajo entonces la mirada, el pecho lechoso del príncipe seguía siendo el mismo, lo que era diferente y creo en él un escalofrío, su vientre, este estaba abultado, no era algo que pudiera pasar de largo, no cuando tenía un tamaño considerable.
—¿Qué es esto? —susurró consternado.
—Nada—susurró tratando de ocultarlo de nuevo, de mantener su gran secreto oculto, pero las manos fuertes de Taehyung se lo impidieron, le abrió más la camisa, pasando su mano por aquella protuberancia.
—¿Estás en estado? —preguntó conteniendo la respiración, sintiendo de repente mucho miedo y angustia—. Estas en espera.
—Cállate—susurró con los ojos abiertos—. Alguien puede escucharte.
—¿No lo vas a negar?
Jungkook se zafó de su agarre y se abotonó la camisa. —¿De qué serviría?
—Mi hijo...—preguntó tragando en seco, sin despegar sus ojos de los de Jungkook—. ¿Hace cuánto que los sabes? ¿Cuánto tiene? —por más que su mente buscara un indicio, no podía, ellos habían comenzado su relación hace meses, se habían separado semanas atrás.
—Aproximadamente cinco meses, o eso es lo que dice mi dama.
Taehyung gruñó con incredulidad, se dio la vuelta, caminado alrededor, Jungkook mordió su labio inferior. —Debes ignorar que lo sabes, estamos en una misión.
—¡A la mierda la maldita misión Jungkook! —dijo con cólera—. Sabías lo que estaba pasando y decidiste venir ¿Por qué harías eso?
—Tenía que hacerlo—susurró bajando la mirada.
—¿Me lo ibas a decir? —preguntó dolido.
Jungkook le miró con tristeza. —No.
—Eres un...¿Cómo no ibas a decirme?
—Deja el maldito sentimentalismo, tú sabes bien quien soy, en el momento en el que mi padre se entere estarás muerto, por eso negarás todo—dijo con determinación, ordenando con el tono de su voz.
—Yo no voy a negar a mí hijo—negó incrédulo.
—No falta mucho para tu boda, la cual ya está aprobada, dijiste que la amabas ¿Qué te importa este niño?
Taehyung arrugó el gesto, se aceró a Jungkook sin tocarlo. —¿Crees que podría amar a alguien más de lo que te amo a ti? —negó con la mandíbula temblorosa, su pecho estaba experimentando una terrible opresión—. Mi hermano se enteró, fue su decisión, no la mía.
—¿Y no creíste que sería inteligente de tu parte decirme? —dijo con dolor—. He pasado días con este dolor, no tenías derecho de ocultarlo.
—Tú tampoco tenías derecho de ocultarme a mí hijo, mucho menos de venir aquí poniendo en riesgo tu vida.
La primera lágrima fue derramada, Jungkook bajó la mirada para no ser visto, pero Taehyung pudo verlo, intentó acercarse, pero él mismo estaba herido.
—Tienes que confiar en mí—susurró Jungkook.
—¿Qué? —preguntó confundido.
Jungkook le miró con los ojos cristalinos. —Si hago esto es por una razón, tienes que confiar en mí.
Taehyung soltó un sonoro suspiro y se acercó a Jungkook, a quien abrazo con fuerza, escondiendo su rostro en el cuello ajeno. —Jungkook huyamos.
—¿Qué? —preguntó pasmado sin soltarse de Taehyung.
—Vámonos, cuando termine la expedición y volvamos al palacio, huyamos entonces, juntos.
Jungkook sonrió acariciando su cabello castaño. —Si tan sólo fuera así de sencillo Tae.
Ambos se abrazaron con fuerza, ajenos a lo que sucedía a su alrededor y al peligro que se acercaba.
¿Qué les parece la historia hasta el momento?
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