XXIX
El palacio entero esperaba el regreso del Rey y del príncipe, sin embargo, no era una atmósfera de felicidad lo que rodeaba a quienes esperaban, sino una de preocupación y seriedad, los pasillos estaban en completo silencio, al igual que el concubinato, Jimin estaba ansioso, no podía detener el movimiento de sus manos y sus piernas, se sentía preocupado, pero sobretodo, tenía la necesidad de decirle a alguien de inmediato, sobre sus dudas y lo que pensaba, porque para él no era una casualidad el ataque de Jungkook y su mente no dejaba de vagar a la posibilidad de que el traidor se encontrara más cerca de lo que se pensaba.
—¿Creen que estemos en peligro? —preguntó JeongHan con una mirada llena de martirio.
—Estamos seguros en el palacio—respondió Soyeon con seriedad.
SuRan quien se había mantenido en silencio, miró a los concubinos, tomando el control de la situación, tal y como Seungwan le había enseñado.
—El rey sabrá la mejor manera de resolver esto, nosotros tenemos que esperar, todo estará bien, hablaré con él en cuanto llegue y me haré cargo de Jungkook.
—No—dijo Jimin mirándola fijamente—. Quien hablará con el rey seré yo y quien se hará cargo de Jungkook será Jeonghan.
—Jimin, sé que eres el consorte, pero no sabes nada acerca de lo que está pasando, es mejor que te quedes fuera.
Jimin se sentó derecho, sosteniendo la mirada de Suran, sin intimidarse, en esos momentos ella era su enemiga, era la traidora y estaba seguro de que ella había tenido algo que ver en la emboscada, no confiaba en ella, además que sentía un enorme odio por ser la amante de Hoseok.
—Sigo siendo el rey, querían que me comportara como un consorte entonces lo haré.
—¿Qué es lo que pretendes? —preguntó entrecerrando los ojos.
—Pretendo comportarme al nivel del rey—se puso de pie-. JeongHan cuando Jungkook vuelva por favor ayúdalo a instalarse, SoYeon cuida de los hijos de JeongHan.
La pelinegra asintió, miró por última vez a SuRan antes de darse la vuelta e irse de ahí, SuRan le observó descolocada, sus manos se hicieron puños, comenzó a temblar del enojo, Jimin no podía hacerle eso, no a ella, mucho menos después de quitarle el lugar que por derecho era suyo.
El camino estaba sumido en un silencio sepulcral, los hombres avanzaban a paso lento, torturándose, Namjoon no perdía de vista a Taehyung quien iba sosteniendo a Jungkook, el rey se había quedado investigando los alrededores, ellos tenían la misión de llevar al príncipe sano y salvo al palacio. De vez en cuando le miraba susurrar algo a su oreja, susurró que no era respondido, más que por una mirada llena de emociones que Namjoon no pudo descifrar.
No estaban lejos del pueblo, Namjoon esperó a que el caballo de Taehyung avanzara para hablar con él, el príncipe se había dormido en el hombro de su hermano, en esa posición parecía tan apacible, un niño herido, tragó en seco dándose cuenta que ese dulce rostro era la cusa de la perdición de su hermano menor, aunque no quería culparle, no podía evitarlo.
—Adelántate al palacio, tengo un asunto que resolver—dijo con voz seria y fría.
No fue necesario decir nada más, por la mirada que le dio Taehyung comprendió a lo que se refería, salió del camino, tomando uno diferente, yendo hacía el único sitio donde encontraría respuestas, estaba cabreado, por lo que, al llegar a su casa, bajo de inmediato de su caballo, no estaba seguro si a esas alturas SeokJin seguía ahí, había confiado en él, demasiado.
Entró golpeando la puerta, miró alrededor alterado, la noche había arribado, sus ojos vagaban de un lugar hacía el otro, supo entonces que sus sospechas eran ciertas, porque SeokJin no estaba ahí, se dejó caer en una de las sillas con una mueca, sus dientes rechinaban, estaba furioso, porque él, era un guerrero que se guiaba por la fidelidad, obediencia y la perfección, sin embargo, desde el incidente con Jung Hoseok, las cosas habían empeorado, llevándolo hacía SeokJin, quien le hizo caer.
—¿Namjoon? —preguntaron detrás suyo.
Al escuchar aquella voz, se levantó tirando la silla, no le importo, miró al chico que entraba a la casa con leña, sus ojos le observaron, a simple vista, SeokJin parecía un ser humano perfecto, inocente, pero detrás de esa mirada, sabía que se escondía lo peor del hombre, no se detuvo ni un segundo, se acercó a él y lo tomó del cuello, estampándolo en la pared, haciendo que tirara al piso la madera que cayó en un sonido sordo.
Lo apretó tan fuerte, que SeokJin lo único que pudo hacer fue sostener sus muñecas, le miró con los ojos muy abiertos, aquella mirada llena de temor hizo flaquear por un momento la dureza de Namjoon, sin embargo, se repuso casi de inmediato.
—¡Casi matan a mí hermano! —gruñó entre dientes—. Jamás debí creer en tu palabra ¡Mentiste!
—N...no—susurró ahogado—. No.
—No mientas ¡Hubo una emboscada! —SeokJin entrecerró los ojos confuso, Namjoon le observó fijamente, aflojó la presión ejercida en su cuello dejándolo caer al piso tosiendo violentamente—. Te voy a matar.
SeokJin tomó su cuello y con lágrimas en los ojos le miró. —No...miento, no sé de qué hablas.
Namjoon le miró con odio, entrecerró los ojos, mostrando su furia, haciendo que SeokJin se encogiera de miedo. —¿No sabes de qué hablo? —rio con sarcasmo—. Los emboscaron en el sur, tú me dijiste que ellos estaban ahí, fue un plan ¿Cuáles eran tus intensiones? —soltó con la mirada gélida.
—Lo que te dije era verdad, ellos estaban cerca, desde que me tienes aquí no he tenido contacto con nadie—susurró negando—. No te mentí, yo no tenía manera de saberlo.
—Entonces ¿Cómo supieron que irían? —preguntó con brusquedad, se acercó a SeokJin quien se pegó por completo a la pared.
—En...en el palacio...también hay miembros del ejército—dijo rápidamente—. No fui yo, pudo ser cualquiera de ellos.
Namjoon le siguió mirando con desconfianza, pero los ojos perdidos y asustados de SeokJin le estaban haciendo dudar. Camino hasta la mesa, donde tomó asiento en una de las sillas, no lo miró, su cabeza estaba hecha un lío, una parte de él le decía que SeokJin estaba diciendo la verdad, pero otra, se negaba a caer de nuevo en las garras de aquel enemigo con rostro de angel.
SeokJin intentó acercarse, se puso de pie y quedó a escasos centímetros de él.
—No tuve nada que ver—dijo cauteloso—. Te juro por la memoria de mi madre que no les he tendido una trampa.
—¿Por qué debería de creerte? —preguntó tajante.
Ambos se observaron con diligencia, SeokJin se acercó hasta posar sus manos en las mejillas calientes debido a la furia.
—Porque la única razón por la cual me encontraste esa noche, fue porque estaba escapando, no quiero esta guerra, no es mía.
Namjoon al sentir el calor de sus manos, soltó el aire que tenía retenido, lo tomó de las muñecas y lo sentó en su regazo.
—No confió en ti—susurró con una mueca.
—No soy lo único peligroso para el palacio, dentro hay más personas que quieren la cabeza del rey, te aseguro que yo no tuve nada que ver.
—Mi hermano está en peligro—confeso con angustia—. Tengo que hacer algo para ayudarlo, no puedo estar cuidando que no me traiciones.
—¿En peligro? ¿Qué le ocurre? preguntó preocupado al ver el semblante destrozado de Namjoon.
—Cometió una de las peores faltas hacia el rey, ahora tengo que idear un plan para sacarlo de Silla.
—¿Qué es lo que hizo?
—Engendro un hijo con el príncipe de Silla.
—Jungkook...¿Está en estado? —dijo con los ojos abiertos—. Estamos jodidos.
Jimin se acercó a la habitación de Jungkook justo en el momento donde Jeonghan salía, este le miró con una sonrisa cansada.
—¿Cómo está? —preguntó Jimin preocupado.
—Cansado y algo alterado, pidió verte, es mejor que entres.
Jimin asintió, cuando estaba pasando al lado de Jeonghan este le tomó del brazo.
—Jimin, no dejes que SuRan te quite el lugar que mereces—le dijo con una sonrisa amable, la cual respondió de inmediato.
—Gracias—dijo para después separarse y entrar a la habitación.
Había estado ahí con anterioridad, pero ahora, a la luz de las velas, se veía tétrico, el frío y el silencio le daban un aura oscura, Jimin se acercó a la cama donde Jungkook reposaba y se sentó a su lado.
—Jungkook—llamó ligeramente al ver que este mantenía los ojos cerrados.
Jungkook al escucharlo, abrió los ojos y fijo su vista en la suya, sus ojos grandes expresaban una pena profunda y dolorosa.
—¿Cómo te sientes? —preguntó con cariño.
—Jimin—respondió antes de incorporarse un poco, hasta quedar semi sentado—. Has venido.
—Lo he hecho—afirmó—. Dime cómo te sientes, por favor.
—Nunca pensé sentirme tan mal, jamás pasó por mi mente, ahora mi vida ha acabado.
—¿Qué quieres decir? No lo entiendo.
Jungkook bajo la colcha, mostrando su cuerpo dentro de un camisón beige, no fue difícil para Jimin, ver aquella pequeña, pero notoria, protuberancia que anteriormente no había estado.
—Jungkook—susurró asombrado, llevando una de sus manos a su boca, no podía creerlo, aquello parecía tan irreal—. ¿Quién?
—No puedo decírtelo, Jimin, mi padre me mandará lejos después de matar al bebé—dijo con una mueca de dolor.
—Yoongi no haría eso—se negó a creer que su rey tuviese ese corazón para lastimar a su hijo—. Tal vez sólo esté molesto.
—He arruinado sus planes, ahora no podré casarme con el príncipe de Thang, he quedado obsoleto para él, Jimin, necesito que me ayudes.
—Lo haré—asintió de inmediato tomando su mano—. Te voy a ayudar Jungkook, hablaré con él, intentaré hacerlo entrar en razón.
Jungkook le abrazó, Jimin le correspondió con fuerza, el príncipe no lloraba, pero se aferraba con fuerza a la única persona que sabía podía ayudarlo, estaba perdido, en la puerta se encontraba Taehyung, con quien no había hablado, pero que necesitaba persuadir de mantenerse callado, porque su padre no dudaría en asesinarlo frente a toda Silla.
—Jimin—dijo en su oreja—. Creo que hay alguien dentro del palacio que es un traidor, tienes que advertirle a papá.
—¿Tienes idea de quién puede ser?—susurró por lo bajo.
—Tiene que ser alguien cercano a papá, son pocas personas las que sabía de la expedición, Jimin, el palacio dejó de ser seguro—dijo separándolo de su cuerpo, sin despegar las manos de sus hombros y mirándolo a los ojos.
—¿Qué podemos hacer? —preguntó con temor.
—Hay un templo a las afueras de Silla, ahí, es donde los concubinos y niños tienen que ir, debes ir con ellos.
—No...no puedo irme—negó con una mueca.
—Entonces mándalos a ellos, protege al harem Jimin, esa es tú más grande labor, mi madre daba todo por ellos, haz lo mismo.
Jimin boqueo, las palabras de Jungkook eran claras y él las escuchaba como puñaladas en el pecho, asintió, sólo para tranquilizar al príncipe alterado.
—Todo saldrá bien Jungkook—volvió a abrazarlo—. Lo prometo.
La llegada de Yoongi al palacio no fue como lo imaginó, el consejo estaba reunido y todos esperaban impacientes, Jimin mantenía una mirada fija en el harem, no dejaba de pensar en la urgencia que tenía por hablar con él, antes de que alguien más lo hiciera.
—¡Rey de Silla! —dijeron los presentes ante la llegada del rey.
Jimin que estaba sentado a la derecha del trono, hizo una venia con la cabeza antes de mirar a Yoongi, sus facciones eran duras, mantenía una vista fija, profunda, pero al mismo tiempo llena de vehemencia, algunos se encogieron al verlo, al igual que Jimin, quien bajo la mirada al sentirlo cerca, el nudo en su estómago creció, ahora las posibilidades de hablar con él disminuía.
—Jungkook fue herido—dijo con simpleza—. Hubo una emboscada cerca de las montañas del sur.
—Mi señor...el príncipe ¿Se encuentra bien? —preguntó DongWook con preocupación, en el palacio adoraban a Jungkook, el príncipe de oro.
—No, sus heridas pueden tardar en sanar, estará en su habitación mientras esto ocurre.
Jimin le miró de soslayo, algo no estaba bien, y él parecía saber la razón de aquellas palabras, mantendría a Jungkook cautivo mientras daba a luz, su estómago se revolvió con asco ¿Yoongi realmente sería capaz de dañar a Jungkook? Su propio hijo.
—¡Alguien ha traicionado Silla! — dijo un miembro del consejo lleno de furia.
—Hay un traidor—dijo Yoongi mirando fijamente alrededor—. Namjoon ¿Quién te dijo donde encontrarlos?
Namjoon con falsa seguridad dio un asentimiento antes de hablar. —Un viajero, mi señor, algunos mercaderes hablaron del sur, tomaré la responsabilidad completa.
—No te estoy culpando—respondió Yoongi tajante—. El traidor está en el palacio, desde hace meses he tenido esa corazonada, y este día está entre nosotros.
Los presentes se quedaron quietos, en completo silencio, fue entonces que las miradas de Jimin y SuRan se encontraron, ambas con un sinfín de cosas por decir, en aquellas miradas podían darse cuenta del poder que tenían sobre el otro y lo peligroso que era.
—Yo sé quién es el traidor—dijo Jimin llamando la atención de Yoongi quien le miró confundido con una ceja alzada.
SuRan palidecio, la mirada de Jimin permaneció sobre ella por unos momentos, antes de observar al rey.
—¿De qué hablas Jimin? —preguntó con seriedad.
—Shin SuRan—respondió con seguridad—. Ella es la traidora.
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