XXII
Las conmemoraciones fúnebres, los rituales y días de luto, se cumplieron conforme la tradición, todos en el palacio lloraron la muerte de la reina y el reino se sumió en un silencio atemorizador, cada uno de los habitantes de Silla le dieron adiós a su reina, aquella a la que habían visto crecer, para convertirse en una mujer excepcional, bondadosa, que ponía el mayor cuidado en las actividades esenciales del reino, un ejemplo para las mujeres y donceles del reino, de comprensión y elegancia, la mujer, esposa, madre y reina perfecta, no hubo momento en donde se decepcionaran de ella, era por esa razón que el dolor de su duelo les había silenciado, eso, y también la angustiosa preocupación de prever lo que se avecinaba, porque cada uno de ellos estaba plenamente consciente de que el rey Min, no dejaría pasar la muerte de su reina en vano y eso sólo significaba una cosa. Guerra.
Los emperadores de la dinastía Thang, se quedaron en Silla hasta que pasaron los funerales, mostrando su respeto a sus aliados, el emperador Wu, tuvo la oportunidad de entablar una conversación secreta con el rey, donde le ofrecía su ayuda si este deseaba vengar la muerte de su compañera, el anuncio del compromiso de los príncipes tuvo que retrasarse, hasta que la situación fuera prudente, sin embargo, estaba pactada aquella unión de las dos potencias.
En el último día, Jungkook fue aquel que tuvo el privilegio y el deber de despedir a sus altezas en nombre de su padre, quien esa mañana había despertado indispuesto. Intentaba ser fuerte, aunque sus propias emociones le marearan, dejándolo con un sabor amargo en la boca y una opresión en su corazón.
—Nuevamente, he de repetirle mis condolencias, aun y cuando ya se las haya dejado llegar a tu padre, cuentan con nosotros para cualquier decisión que deseen tomar, mis tropas están a su disposición—dijo el emperador Wu YiFan con una pequeña inclinación de cabeza.
—Muchas gracias su alteza—respondió Jungkook con seriedad, inclinando la cabeza hacia adelante—. Lamentamos que la dicha de su estadía haya resultado en tan fatídica situación, le hacemos la invitación de volver en otro momento, cuando las circunstancias sean las adecuadas para recibirlos como su alteza se merece.
—Lo entiendo, el rey Min, tu padre, no sólo es un aliado, sino un querido amigo, estaremos en contacto, aún hay cosas que tenemos que resolver y planificar.
—Tengan un buen viaje.
Dieron una última inclinación como respeto a su alianza, los emperadores fueron los primeros en regresar a uno de los carruajes, Jungkook entonces dirigió su mirada a YiXing, quien le observaba con cariño.
—Está es nuestra despedida Jungkook—dijo con un suspiro, sin apartar los ojos de aquellos orbes color miel que le examinaron con tristeza—. Cuando nos volvamos a ver, las cosas serán diferentes ¿Entiendes eso?
—Cuando llegues a tu hogar, escucharas sobre mí mediante una carta, después de ahí nuestros destinos estarán entrelazados.
—Todo saldrá bien Jungkook, seremos felices, de alguna manera, por favor, mantente a salvo mientras esperamos ese momento—se inclinó en una venia y le sonrió, llevando ahora los ojos a cierto guerrero que los observaba a lo lejos con la mandíbula tensa—. Aunque sé que alguien te mantendrá a salvo.
Jungkook bufó. —Nos vemos pronto YiXing.
El príncipe de la dinastía Thang, se despidió del príncipe de Silla, prometiendo que la próxima vez que se vieran las cosas serían completamente diferentes.
Silla vio los días pasar, así como las semanas, en silencio, su rey no se había pronunciado ante el pueblo, todos comprendían que en esos momentos su rey debería estar planificando la caída del traidor, de aquellos que habían profanado el reino para llenar de sangre el palacio.
Pocos sabían lo que pasaba dentro, los rumores corrían, pero no había nada que los cerciorara de ellos, los únicos que sabían la naturaleza de las actividades del rey dentro de Silla eran los miembros del consejo, quienes se reunían todos los días con el fin de deliberar. Los días que pasaron, el ejercito de guerreros se quedó en la espera de la resolución del rey, una que no llegaba, porque Min Yoongi se había encerrado en su alcoba y no dejaba a nadie pasar, los concubinos estaban preocupados, en especial Jimin, quien intentaba en vano acercarse.
—Tenemos que hacer algo—dijo uno de los hombres de túnica roja—. Él médico real ha ido a ver al rey ¿Qué es lo que dijo?
—Mi padre está bien—interrumpió Jungkook entrando al salón con seriedad, siendo seguido por Namjoon y Taehyung, se sentó en el trono de su padre y miró a los miembros del consejo—. No es momento para que hablen de mi padre, no cuando mi madre, su reina, ha muerto.
Los hombres guardaron silencio, hicieron una reverencia al príncipe y le observaron curiosos, no eran ajenos al hecho de que Jungkook tenía permitido por el rey Min, acudir a las reuniones del consejo, pero sí, que este hablara de esa manera tan imponente, para ellos no era más que el delicado príncipe doncel, no un posible heredero.
—Tuve la fortuna de hablar con mi padre esta mañana—dijo recordando con una mueca la plática, donde su padre simplemente le dio el pergamino con la estrategia que había estado planificando en silencio, para después desaparecer en su habitación—. El general Kim y su hermano tienen las ordenes, según los interrogatorios a algunos de los testigos, estos están seguros de haber visto a dos extraños irse por el camino del este, directo al río, esta noche se hará una expedición.
—¿Cómo podrán reconocer a los rufianes entre los aldeanos? —preguntó ahora un hombre en túnica azul.
—Son aproximadamente cien personas las que viven en esa aldea—dijo con la mandíbula tensa, no estaba de acuerdo con la resolución de su padre—. Como no podemos saber con exactitud quien es el culpable y como sabemos que el ejército rebelde usa a algunos de los aldeanos para que les den suministros de alimentos, por decreto del Rey Min Yoongi, la aldea tiene que desaparecer.
El consejo miró con confusión al príncipe y después al general, quien alargó el pergamino y lo abrió mostrando la orden firmada y sellada del rey. Taehyung miró de reojo a Jungkook quien mantenía el gesto serio, sin embargo, poco a poco le vio como cerraba los ojos y trataba de respirar con profundidad, eso nadie más pareció notarlo, porque sólo duro un poco.
—¡Hágase pues la voluntad del rey! —dijeron los concejales con una reverencia.
Namjoon cerro el pergamino y lo guardó en su cinturón, esa noche iría a cobrarse la vida de inocentes, en el nombre del rey de Silla.
El concubinato estaba en completo silencio, nadie parecía capaz de decir una palabra, Jimin estaba con la taza de té en manos, su mirada no se despegaba del líquido, los demás se mantenían comiendo algunas galletas antes de irse a sus respectivas habitaciones, aunque Jimin sabía por boca de su dama que ellos tres se quedaban a dormir juntos en la habitación de SuRan, le lastimaba no haber sido invitado, pero entendía que ellos tres ahora estarían más unidos, porque eran los antiguos.
—Concubino Park—dijo uno de los guardias de la puerta. Los cuatro levantaron la vista—. El rey lo llama.
Asintió y con una ligera sonrisa se despidió de los demás quienes le respondieron con falsedad, ellos hubieran deseado que el rey guardara el luto por más tiempo, pero no fue así, había comenzado a llamar a sus concubinos y el primero de ellos fue Jimin.
El pasillo era largo y sentir aquella adrenalina recorrer su cuerpo lo hacía eterno, Jimin estaba ansioso, durante días no había podido ver al rey, porque este se había encerrado y porque según una tradición que el antiguo rey impuso, mientras se estuviera de luto por la pérdida de un consorte, no podía haber encuentros íntimos con los concubinos, hasta que el rey decidiera que le guardó el suficiente respeto a su reina, tal parecía para Jimin, que el rey Min había abandonado el luto y quería verlo.
No sabía de qué manera reaccionar, no sabría qué decirle, durante días se martirizo con la idea de la culpa, pero intentaba decirse que no pudo hacer nada, había entrado en shock, además ¿No era esa una llamada del destino? Una situación donde la vida había maniobrado, para regresar el mal hecho, Yoongi mato a su esposo y él no salvo a tiempo a la suya.
Las puertas de la habitación del rey fueron abiertas, entró conociendo de memoria el camino, las velas estaban alrededor, alumbrando con luz amarilla la alcoba, escuchó las puertas cerrarse tras de sí, se quedó inmóvil, mirando a la cama, donde en el borde se hallaba sentado el rey.
Yoongi levantó la vista y le miró, sus ojos estaban rodeados de una ligera capa oscura, reflejando sus noches en vela, había crecido vello en su barbilla que no era exagerado, pero le daba sombra a su piel, su palidez era evidente, su cabello estaba suelto alrededor de su rostro, descansando en sus hombros, la bata de dormir estaba abierta dejando ver su pecho pálido y duro.
—Mi rey —dijo haciendo una reverencia.
—Acércate—habló con voz grave.
Jimin tragó en seco y se fue acercando, Yoongi no le quitaba la vista de encima, llegó hasta estar cercas de sus pies, tanto, que podía sentir el calor emanando del cuerpo ajeno y el aroma a alcohol, sus ojos se encontraron, en ellos Jimin, pudo ver el dolor. Yoongi no dijo nada, se abrazó al cuerpo que estaba frente a él y recostó la cabeza en el vientre hincado, tocando con cariño, donde dormía su bebé, Jimin llevó en cambio sus manos al cabello azabache del rey, el cual acaricio, estaba sedoso y húmedo, como si hubiera tomado un baño recién.
—Ha crecido—suspiro sin dejar de acariciarlo—. Pronto nacerá, traerá felicidad al palacio.
—Lamento lo que sucedió—dijo acariciando el cabello del mayor, con movimientos pausados y lentos.
—Jimin, si te digo que soy un monstruo ¿Tú terminarías por odiarme? —rio ahogado—. Aunque después de lo que te he hecho pasar no creo que amor sea lo que siente tu corazón por mí, no eres más que un ciervo en cautiverio ¿Verdad?
—¿Dudas de mi amor? Te amo, aunque no he perdonado que hayas matado a mi esposo, te amo y si puedo besarte después de eso, estoy seguro de que podré amarte después de todo.
Yoongi se separó, sin alejar sus manos de su cadera y le miró desde abajo. —Yo sabía que Seungwan iba a morir—confesó tormentoso—. Lo había soñado y...una carta llegó a mí, decía que me iba a arrebatar lo que más amaba, he cometido errores, el pasado me acorrala y he intentado salir de ese barranco, pero a veces logran acercarse lo suficiente. Debí protegerla y no lo hice.
Jimin boqueo, su cuerpo comenzó a temblar alertando a Yoongi quien se levantó y lo tomó de los hombros, las lágrimas abandonaban sus pequeños y castaños ojos de manera incesante, sus labios temblaban mientras que se deformaban en una mueca de miedo y dolor. Estaba por explotar, porque él no era así, no quería guardar aquel secreto que le estaba pudriendo el alma, no al hombre que amaba y que se postraba frente a él perdido por no haber podido hacer nada a tiempo.
—¿Jimin? —preguntó con preocupación, tomando con fuerza sus hombros para evitar que cayera.
—Yo la vi—susurró ahogado—. Vi cómo acomodaban la flecha, lo vi apuntar, pero no dije nada, me quedé en silencio, sólo viendo—sollozó—. Fue mi culpa.
Consternado, Yoongi lo soltó, negó ligeramente antes de mirarlo directo a los ojos, unos inyectados de furia, boqueo incapaz de acomodar las palabras que se amontonaban en su mente.
—¿Por qué? —preguntó con la respiración errática—. No entiendo ¿Por qué hiciste eso? Seungwan...ella no tenía la culpa ¿Querías vengarte de mí? Es eso ¿Querías que yo sintiera el dolor que te hice pasar? ¡Responde!
Jimin negó, apartándose del agarre del rey quien le observaba fijamente, con las manos hechas puños, buscando una explicación.
—No lo sé—susurro conteniéndose—. ¡Yo no sé qué me está pasando! —levantó la mirada, observándolo perdido—. Este no soy yo, hay sentimientos en mí que jamás había sentido, cosas que me dan miedo, no me reconozco, estoy cayendo y perdiéndome por completo, desde que te conocí, vi cosas de mí que no creí fueran posibles. ¿Soy una mala personas? Por quererte para mí, por desear ser el único al que ames ¿Soy una mala persona?
Yoongi aligeró por completo su gesto, Jimin, era un chiquillo, perdido, que había entrado a una vida cruel y despiadada, una que no había elegido, para Yoongi, Jimin no era el culpable ¿Cómo podría serlo? Si él fue quien cometió el pecado de poseer su alma pura e inocente, si lo orillo a una vida de riquezas, pero también de pecados, podía ver lo perdido que se encontraba, como un grito de auxilio y por primera vez desde que lo conoció se arrepintió de haber llegado hasta él, como un lobo que acechaba a su presa y la hacía prisionera. Hizo que el cordero probara el sabor de la sangre, que se convirtiera en un carroñero, dejando de lado toda su inocencia.
Se acercó a él, pero observó cómo Jimin retrocedía con miedo. —No te voy a hacer daño—se detuvo y abrió los brazos, con temor miró como Jimin le observaba con lágrimas en los ojos, temblando, con miedo de acercarse—. Lo prometo—susurro con un nudo en la garganta.
Entonces Jimin, después de debatirse si lo que estaba a punto de hacer era lo correcto se acercó a Yoongi a paso lento, al llegar cerca de su cuerpo, el rey lo abrazó, cubriendo su cuerpo con parte de la túnica, escondiendo su ser, protegiéndolo. Junto el rostro al cabello castaño claro, que olía deliciosos, cerró los ojos y permanecieron en esa posición hasta que el temblor de Jimin disminuyo, caminó hacia atrás, hasta que sus piernas tocaron el borde de la cama, se sentó en esta e hizo que Jimin se sentara en su regazo, acomodó la cabeza de este en su cuello desnudo y besó su frente.
—Jamás debí jugar con el destino, ir en contra de lo sagrado, porque yo no tenía el derecho de poseerte, pero aun así lo hice—suspiró—. Soy un rey Jimin, tener concubinos y un consorte, eso es lo que se me ha inculcado, lo que el reino de Silla espera, los concubinos del rey, quienes tienen la dicha de llevar a los hijos de la corona, quienes ayudarán a mantener el linaje real, esa es nuestra vida, una a la cual no estabas acostumbrado, pensé que estarías bien con eso, pero me equivoqué.
—¿Qué tanto los amas Yoongi? —susurró con dolor, porque pensar en la respuesta a aquella pregunta le estaba matando de la angustia lentamente—. ¿Qué tanto la amabas a ella?
—Los amo Jimin, es un amor que...es diferente, cada uno tiene una cualidad que yo aprecio, sus personalidades, quienes son, lo que me han demostrado y que hayan dado a luz a mis hijos, los amo Jimin, a cada uno lo amo con una intensidad diferente, SuRan es mi compañera de juegos, quien tiene las mejores historias que contar, quien es amable pero dura, amo su tenacidad, de JeongHan él es sensato, lógico, tiene las mejores estrategias, es amoroso sin llegar a sofocarme, lo amo por eso mismo, por su tranquilidad, SoYeon es una niña en el cuerpo de una mujer, enérgica, llena de vida, una madre amorosa, la amo porque aprende de mí y de los que están alrededor con respeto...a Seungwan, a ella la amare hasta la eternidad, porque es mi compañera, mucho más que una reina o esposa, ella era mi compañera de vida, la conozco desde la infancia, ella...sacrifico mucho por mí y yo siempre la recordaré con amor y respeto.
Jimin estaba triste, no le gustaba esa respuesta, para él una respuesta que cuidara su corazón era una donde Yoongi le dijera que no las ama, que no siente nada por ellos, pero eso era imposible.
—Si tú los amas, entonces no puedes evitar que yo ame a Hoseok—susurro como respuesta.
—¿Lo amas como me amas a mí? —pasó su nariz por el cabello de Jimin.
—No, el amor que le tengo a Hoseok es puro, agradezco que me haya salvado la vida, que me haya enseñado que este mundo es cálido a pesar de no ser nadie y que hasta el último momento pensó en mí.
—Ahora lo entiendes—dijo tomando su mejilla para que sus ojos se encontraran—. Jimin, yo los amo de la misma forma que sé que amas a Hoseok, pero no podré amar a nadie de la forma en la que te amo a ti, no podré desear en mil años a alguien de la manera en la que te deseo a ti, cada que te veo, es como si una luz gloriosa estuviese alrededor tuyo, como si mi vida cobrara sentido, tú, sólo tú, nadie podría creerme, porque ¿Cómo el rey que tiene a tantos amores está perdido por uno que apenas conoce?
—¿Cómo sé que me amas más a mí? Las palabras son fáciles de decir.
Yoongi acarició la mejilla de Jimin. —Vas a saber cuánto te amo, porque te voy a hacer mi consorte, Jimin vas a ser mi rey.
Los ojos de Jimin se abrieron debido a la sorpresa, porque todos en el reino intuían que la nueva reina sería SuRan al ser la primera dama y concubina, Yoongi se acercó y besó sus labios, primero de forma tierna, para después sostenerlo con fuerza y mover sus labios con profundidad.
Las llamas acompañadas de los gritos de aquellos inocentes, Namjoon miraba alrededor, sus hombres iban y venían con una expresión llena de seriedad, que escondía el llanto interno, niños, mujeres, ancianos y hombres trabajadores fueron asesinados por decreto del rey Min, el olor en el aire era repugnante, miró a lo lejos a su hermano quien mantenía la vista en las llamas con una lágrima recorriendo su mejilla. Se acercó a él.
—Taehyung, ve a decirle a rey que la orden ha sido cumplida, yo me haré cargo.
No respondió nada, el castaño tomó la correa del caballo y lo puso en marcha alejándose con rapidez de la escena.
—DongHae, iré a ver alrededor—dijo a uno de sus hombres, el cual asintió.
Namjoon se alejó lo suficiente como para soltar el aire que tenía retenido, llegó al río y se bajó del caballo, llevo sus manos manchadas al agua y las lavo, llevando después una pequeña cantidad de agua a su rostro, suspiró con una mueca de asco, sin embargo, no era la primera vez que sucedía, ni sería la última, se levantó y se dio la vuelta, pero algo llamó su atención, el movimiento de unas hojas le hizo tomar el mango de su espada y desenfundarla, se acercó con sigilo, mirando alrededor, con cuidado, asechando al intruso, miró detrás del árbol y sus ojos se agradaron, posicionando la espada en el cuello de aquel muchacho.
—¿Quién eres? —preguntó con voz grave y demandante.
El muchacho exalto con miedo, levantó la vista mirando al soldado que estaba frente a él. —Jin...SeokJin.
Sabía que debía matarlo, pero al ver sus ojos y su rostro, parpadeo perplejo, porque aquel muchacho era el ser humano más hermoso que sus ojos habían visto.
Cuando Taehyung llegó al palacio y se dirigió a las habitaciones reales con la excusa de que tenía algo importante que decirle al rey, paso de largo, yendo al único lugar que en esos momentos sería su alivió, entro a la habitación del príncipe y se acercó a la cama de este, le miró dormir a la luz de la única vela prendida, se hinco en la cama y con la cabeza hundida en la colcha, comenzó a llorar quedito, los gritos de los niños y las suplicas de las mujeres y hombres mayores permanecían en su mente, sollozo perdido, porque fue la primera vez que había presenciado aquello.
Unos ligeros dedos comenzaron a acariciar su cabeza, no levanto la vista, ni siquiera cuando fue abrazado, se enterró en ese cuello con aroma a rosas y lloró, Jungkook lo acariciaba en silencio dejando que el lamento de su amado fluyera, su vista estaba fija en la puerta donde un soldado les miraba con profundidad. Acomodó la cabeza sobre la castaña y cerró los ojos cuando miró como el soldado cerraba la puerta dejándolos completamente solos.
Espero les haya gustado.
Los amoooo 🖤
Pd. En los reinos antiguos, era normal que existiera el Harem, el rey podía estar con cualquiera que deseara y tenia sus favoritos.
No seamos duros con el Yoongi por eso...jajaja 👌
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