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Primer extra

El primer extra traído el día de mi cumpleaños, porque soy buena persona y estoy de buen humor~

Advertencia: contenido sexual explícito.

. . .

KyungSoo y Kim JongIn decidieron partir al Sur cuatro días después de la llegada del Emperador.

El menor empacó sus cosas en un bolso de viaje que el monarca cargó en su hombro y se despidieron de JiHyun y su familia con fuertes abrazos y algunas lágrimas inevitables. Con la promesa de verse en el futuro, partieron colina abajo y se adentraron en el pueblo sujetos de la mano.

El tío los miró con una sonrisa aliviada y complacida cuando llegaron a su puesto. Ahí, KyungSoo lo abrazó fuertemente y le agradeció por todo lo que había hecho por él, y al igual que la promesa que le había hecho a JiHyun, le aseguró que se verían pronto.

Una vez hechas las despedidas correctamente, Kim JongIn lo condujo hacia el establo que protegía su caballo mientras él iba a buscar al dueño del mismo y pagar por los cuidados extras; se reunieron no mucho después y juntos montaron al corcel para partir de inmediato.

El viaje fue más extendido de lo que le había costado al Emperador llegar al pueblo, y esto se debió principalmente a las paradas necesarias que hicieron para descansar y comer correctamente. Así pues, algunos días después ya se encontraban traspasando las puertas de la Capital.

Fueron recibidos con prontitud, rodeados con gritos, exclamaciones y silbidos satisfechos y emocionados. El pueblo siempre estaría feliz de ver a su gobernante y a la persona que, a su vez, le hacía feliz.

Abrazado a la cintura de su pareja, KyungSoo sonrió y se sintió enternecido al notar que nada había cambiado realmente. Eran las mismas calles, las mismas casas y la misma gente de siempre.

Era tan reconfortante y agradable ser envuelto por lo conocido, por las cosas que había extrañado, que su corazón podría explotar de felicidad con bastante facilidad.

Ese mismo día, al anochecer, las puertas del Palacio Principal fueron abiertas por los guardias de turno nocturno y extendidas reverencias se formaron prontamente mientras el Emperador era recibido nuevamente en su hogar. El caballo caminó hacia adelante y finalmente se detuvo en el patio de bienvenida, cerca de la entrada al palacio.

Kim JongIn bajó del corcel y rápidamente ayudó a KyungSoo, tomándolo firmemente de la cintura -aunque era nada más que innecesario-. Entonces se sonrieron y fueron asistidos con prontitud por algunas doncellas y eunucos que tomaron sus cosas y llevaron al caballo al establo para que descansara.

El oficial Jang apareció entonces, siguiendo de cerca al General Choi, y el corazón de KyungSoo retumbó con afecto mientras el mayor sonreía cálidamente para él, reconociéndolo y exponiendo el mismo cariño que le había obsequiado cuando era más joven.

Los guerreros se inclinaron ante el monarca y una curva gentil se apoderó de los labios del General.

ㅡSu Majestad, Príncipe KyungSoo, es bueno verlos nuevamente.

ㅡEs bueno estar en casa nuevamente. MinHo, gracias por tu duro trabajo. Espero no haber sido inoportuno durante todo este tiempo.

El General negó rápidamente, tan amable y cálido como lo era desde que se había casado y establecido fuera de las líneas de guerra.

ㅡNo ha sido nada demasiado terrible. Los ministros y el oficial Jang me han ayudado todo este tiempo.

ㅡSaberlo resulta ser reconfortante.

ㅡSu Alteza, joven maestro Do, deben encontrarse agotados después de viajar durante tanto tiempo, ¿por qué no entran y descansan adecuadamente? Enviaré a alguien a prepararles la cena ㅡdijo el oficial Jang con suavidad y Kim JongIn miró a KyungSoo, que asintió fácilmente, accediendo con prontitudㅡ.

ㅡSería agradable. Muchas gracias, oficial Jang.

ㅡNo hay necesidad de agradecer. Por otro lado, es bueno verlo de nuevo, joven maestro.

ㅡTambién me siento feliz de verte, oficial Jang.

Así pues, el Emperador y KyungSoo se dirigieron hacia la habitación principal, dejando el resto en manos del par que quedaba atrás.

KyungSoo se sintió melancólico al recorrer los mismos pasillos de antaño y notar que nada había cambiado realmente. Tal vez había más lámparas y flores, una vaga remodelación en una de las paredes con motivo de ciruelos pintados a mano, pero el resto continuaba igual que antes: impecable, de buen gusto y alta clase.

Kim JongIn abrió la puerta para él y se hizo a un lado mientras KyungSoo se adentraba en la habitación. La cama gigante lo saludó una vez más, cubierta con un dosel de seda blanca y acomodada con deliciosas sábanas limpias que los mantendrían calientes durante toda la noche.

Probablemente porque los rumores circulaban de forma rápida y efectiva, llenando todos los espacios del mundo ininterrumpidamente, los eunucos y doncellas fueron advertidos de su regreso con el suficiente tiempo como para llenar la bañera con agua tibia y perfumada y acomodar un par de túnicas interiores para pasar la noche. Era una buena cosa, de esta forma, ambos podían descansar más rápidamente.

KyungSoo giró para mirar al Emperador con una sonrisa y extendió una mano pequeña y pálida para él. Kim JongIn sonrió de vuelta, un rizo que suavizó imposiblemente sus rasgos atractivos, y tomó su palma entre la suya más grande, apretándola suavemente al mismo tiempo que cerraba la habitación detrás de él.

La cercanía provocó que sus pechos se rozaran sobre la ropa y Kim JongIn llevó la mano de KyungSoo a su boca para besar sus nudillos uno a uno, sin dejar de mirarlo directamente a los ojos. Cuando acabó de adorar su mano, se inclinó e invadió su espacio personal y presionó su boca dulcemente contra la suya, un toque ligero, apenas un beso, pero que sacudió cada célula de su cuerpo como si hubiese sido mucho, mucho más.

KyungSoo suspiró cuando se alejaron nuevamente y el Emperador le acarició el cabello con mimo, susurrando por lo bajo:

ㅡUsa la bañera primero; yo me quedaré aquí esperando la comida.

KyungSoo asintió brevemente, lo miró por un momento más y finalmente dio un paso atrás. Con un contacto visual persistente, KyungSoo se dirigió hacia la pantalla de privacidad, se desvistió detrás de ella y se metió en el agua cálida y agradablemente perfumada que esperaba para relajar cada uno de sus músculos tensos.

Con los ojos cerrados, un suspiro brotó de sus labios entreabiertos  y sus hombros se hundieron un poco más en el agua. Escuchó vagamente el sonido de Kim JongIn deslizándose en la habitación, acomodando el escritorio con las botas olvidadas en algún lugar.

La visión de un JongIn descalzo, relajado, con el pelo suelto y ojos suaves penetró con fuerza en su mente y KyungSoo se quedó muy quieto mientras su corazón corría a toda marcha en su pecho y sus dientes se prendaban en su labio inferior.

Colocó una mano en el centro de su pecho y respiró profundamente. Él se deshizo de su cola de caballo cuando escuchó los toques suaves en la puerta y el agradecimiento posterior del monarca al serle entregada la cena caliente. El cabello se desparramó por sus hombros y se hundió en el agua, y mientras KyungSoo se llenaba de valor y fortaleza, sus labios se movieron, llamando por el mayor con inusual suavidad en medio de su caos mental.

Los pasos de Kim JongIn se acercaron y un momento después, los ojos que tanto había extrañado y lo habían seguido en sueños se posaron sobre él, sobre su rostro, sobre sus hombros y su cuello expuesto. Ninguno dijo nada por minutos enteros, dedicándose a observarse con un nuevo enfoque, de forma conocedora y exhaustiva.

KyungSoo distinguió el movimiento de la manzana de Adán del Emperador al tragar saliva y su propia respiración falló miserablemente mientras era apreciado.

ㅡ¿KyungSoo? ㅡpreguntó suavemente, un tono más bajo y cuidadoso de lo normal, y KyungSoo parpadeó lánguidamente y tomó el frasco con jabón para el cabello, se lo extendió al mayor y pidió en un hilo de voz lleno de mas entereza de la que sentía realmente:ㅡ.

ㅡ¿Podrías ayudarme a lavarme el cabello, por favor?

Kim JongIn se tomó un momento más antes de asentir suavemente; sin decir nada más, acortó la distancia que los separaba, tomó un banco y se sentó detrás de KyungSoo, con sus manos alcanzando exitosamente su cabeza. El Emperador se había arremangado y dejaba expuestos sus fuertes antebrazos dorados, tomó con sus manos diestras el jabón y suavemente comenzó a atender a KyungSoo.

Kim JongIn siempre había sido ágil a la hora de maniobrar objetos con sus manos, y esto lo había convertido en un espadachín inigualable; era letal y certero, pero ahora mismo, rascando su cuero cabelludo con sus dedos y luego lavándolo suavemente con ayuda de un cuenco de madera, él no era nada más que suave, atento y gentil. Había dejado atrás al guerrero y al Emperador que siempre fue atendido para ser un hombre que adoraba y veneraba a su compañero.

La adrenalina corrió en sus oídos como un zumbido y KyungSoo giró el cuello cuando Kim JongIn terminó de deshacerse del jabón en su cabello. Él lo miró entonces, fijamente y en silencio, y su mano tomó el antebrazo del mayor y lo apretó.

Las fosas nasales del Emperador se ampliaron ligeramente, sus ojos se oscurecieron y KyungSoo obedeció a sus instintos, estirándose y dejando al descubierto gran parte de su pecho lechoso directamente para la mirada hambrienta del mayor.

Con la tensión aumentando y espesándose a su alrededor, KyungSoo besó la comisura de los labios de Kim JongIn lenta y suavemente y este dejó escapar un suspiro pesado que impactó contra la mitad de su rostro.

—JongIn...

El llamado bajo y grave definitivamente provocó que algo se rompiera en el monarca; KyungSoo no encontró las fuerzas para quejarse o detenerse ante el beso arrollador que recibió un segundo después.

Sus labios se abrieron prontamente y la lengua salvaje de Kim JongIn invadió su boca, tomándolo todo mientras lo tomaba de la nuca y de los hombros. KyungSoo sintió como si hubieran encendido su cuerpo en llamas, que le quemaban la piel al rojo vivo con el toque apasionado del Emperador sobre su cuerpo.

Kim JongIn se alejó con un chasquido húmedo que KyungSoo nunca había escuchado en medio de sus besos, y susurró contra su boca, cálido y agitado mientras sus manos le apretaban la carne y dejaban marcas rosadas en su piel.

ㅡNo me mires de esa manera, por favor; no lo hagas porque soy demasiado débil por ti y no podré detenerme de continuar por este camino.

KyungSoo besó sus labios brevemente y volvió a mirarlo a los ojos.

ㅡNo quiero que te detengas ㅡsusurró de vueltaㅡ. No lo hagas; te quiero, te deseo. Quiero acostarme contigo hoy, todos los días, y nunca dejarte. Déjame tener esto... por favor, déjame tenerte.

ㅡKyungSoo.

KyungSoo jadeó cuando fue tomado con una firmeza electrizante y puesto de pie en la bañera. A Kim JongIn no le importó que estuviera completamente mojado para envolverlo en sus brazos apretadamente y cubrir su boca con la suya.

KyungSoo se aferró a su espalda, poniéndose de puntillas mientras la cercanía era inexistente y su cuerpo tembloroso encontraba la calidez abrasadora de Kim JongIn; se estremeció profundamente cuando la lengua ajena acarició la suya, torpe e inexperta en los juegos de la pasión, y un sonido obsceno y vergonzoso abandonó su boca cuando se tomó un momento para respirar.

Como una serpiente venenosa, Kim JongIn lo había tomado y cargado con un solo movimiento fluido. KyungSoo envolvió sus piernas en sus caderas y su respiración agitada fue sonora mientras era transportado hacia la cama; ahí, Kim JongIn lo dejó caer suavemente sobre las sábanas y lo miró a los ojos mientras desataba los nudos de su túnica y la piel morena comenzaba a tomar terreno y protagonismo en su campo de visión.

KyungSoo sentía su corazón latir aceleradamente en su pecho y el reflejo del mismo palpitando con dureza en su miembro enrojecido. Su cara se sentía caliente y había tensión en su abdomen, pero ver a Kim JongIn desnudándose para él, exponiendo sus músculos y numerosas cicatrices de guerra, valía completamente la pena.

Kim JongIn dejó caer la última capa de ropa en el suelo y KyungSoo se arrodilló en la cama para poder alcanzarlo. Era la primera vez que miraba a un hombre completamente desnudo sin que la experiencia fuera ensombrecida por la desgracia y por ello, y porque se trataba de Kim JongIn, se sentía especialmente fascinado por los valles y depresiones en su torso, por las marcas que surcaban su piel y la diferencia de tamaños entre ambos.

Ahí donde KyungSoo era delicado y delgado, con curvas y suave, el Emperador era fuerte, firme, todo musculoso e imponente. Era perfecto, desde sus hombros anchos, sus pezones oscuros, el abdomen trabajado con dureza, el pene semierecto y enrojecido, la pubis cubierta con un rastro de vello oscuro y prolijo y las piernas magras. Le arrebató la capacidad de pensar con claridad, le quitó cada gramo de cordura que quedaba en su interior.

KyungSoo estiró las manos y sus dedos se deshicieron con la sujeción del cabello del mayor; pronto, una cascada oscura, larga y suave los cubrió como si se tratase de una cortina espesa e íntima y le dio esa imagen completa de virilidad y pasión que provocaba saltos en su corazón y el endurecimiento de su pene.

Una de sus manos se colocó en el pecho firme de Kim JongIn y sintió bajo su palma los latidos irregulares y fuertes de su corazón. KyungSoo sonrió suavemente, inclinó el rostro y besó el pezón endurecido con especial afecto.

En respuesta, el Emperador suspiró y lo abrazó nuevamente, chocando su cuerpo mojado y pequeño con el suyo caliente y firme. Le alzó el rostro con una mano en la barbilla y luego volvió a besarlo profundamente, menos desesperado pero, definitivamente, sin restarle ni un poco de valor a su intensidad.

Una vez más, Kim JongIn lo acostó en la cama suave, abrió sus piernas con sus manos amables y se coló prontamente entre ellas. Fue entonces cuando KyungSoo pudo descubrir los beneficios y la satisfacción de tener una boca experta recorriendo su piel con plenitud, deslizándose por su cuello, tirando del lóbulo de su oreja, delineando las líneas de su clavícula y cerrándose alrededor de sus pezones duros y sensibles.

KyungSoo gimió una vez más, grave y profundo, y su cuerpo se retorció mientras la lengua de Kim JongIn rodeaba el pequeño capullo café y sus caderas aplastaban su envergadura palpitante y completamente mojada. Los abdominales duros y las líneas de separación de los mismos fueron una fricción deliciosa, sin embargo, era tan poco y la boca de Kim JongIn estaba haciendo tantas cosas en su pecho que KyungSoo no podía pensar con claridad.

Abrió los ojos lenta y tontamente cuando Kim JongIn abandonó su pezón sensible y sus manos viajaron a las mejillas del mayor para acercar su rostro, buscando un beso que él permitió. Sus labios se juntaron prontamente y sus dedos se abrieron con plenitud en su espalda, tocando más cicatrices, tantas de ellas; el sudor permitía y facilitaba un deslizamiento ininterrumpido y KyungSoo encontró reconfortante y segura la amplitud de la espalda musculosa, el calor, los movimientos de sus músculos cuando se flexionaba sobre él y los mechones de cabello que encontraba ocasionalmente en su recorrido.

En medio del beso, Kim JongIn colocó una de sus piernas entre las de KyungSoo y presionó con fuerza contra su pene. KyungSoo gimió con vigor, apretó los párpados cerrados y hundió sus uñas cortas en los omóplatos del mayor.

Kim JongIn le besó la barbilla y acarició su oreja con la punta de su nariz mientras comenzaba a moverse contra su cuerpo a un ritmo profundo y terriblemente lento.

KyungSoo no sabía qué hacer, cómo continuar o corresponder. Todo se sentía tan bien, tan intenso y su mente había sido vaciada de esa manera tan espectacular que era difícil encontrar algo de sentido.

Entonces tenía el pene de su Emperador friccionándose en su muslo y el suyo imitándolo, atrapado en el poderoso abdomen y la pierna fuerte de él, haciendo todo un lío resbaladizo, caliente, desordenado y sucio, pero tan malditamente perfecto y satisfactorio que KyungSoo era incapaz de hilar algo coherente y hacer funcionar su cerebro de nuevo.

Era tan inexperto y nuevo en los placeres de la cama que solo eso bastó para llevarlo a un punto culminante y sin retorno de forma rápida e inevitable, sacudiendo su cuerpo violentamente en espasmos de placer, con los dedos de los pies apretados y la boca abierta dejando escapar un grave y bajo gemido lleno de tanto goce y placer que fácilmente esto podría tratarse de la primera maravilla sexual en el mundo.

Kim JongIn lo abrazó y se apretó contra él en todo el proceso, le besó el rostro y acunó su cuerpo mientras montaba su orgasmo con fuerza. Una vez entrado en una lucidez aceptable, KyungSoo abrió los ojos nuevamente y se encontró siendo peinado y mirado con tanta adoración que no puede evitar suspirar soñadoramente y aferrarse a este pedazo de felicidad durante toda su vida.

Le sonrió al Emperador echado sobre su cuerpo y acunó su rostro con cariño mientras él bajaba un poco y le besaba castamente los labios.

ㅡ¿Estás bien? ¿Fue bueno? ㅡpreguntó con atención, mirándolo fijamente mientras KyungSoo aún era blando y plenoㅡ.

ㅡEstoy bien, y lo fue. ¿Tú?

ㅡEstá bien, puedo lidiar con ello.

KyungSoo compuso una expresión confundida y se obligó a estudiar profundamente lo que ocurría. Entonces sintió la dureza insistente contra su pierna y todo tuvo sentido. Volvió a mirar a Kim JongIn, que sonreía tranquilamente, como si aquello no doliera ni molestara en lo más mínimo, y una oleada fuerte y contundente de amor se apoderó de él.

¿Cómo podía amarlo tanto? KyungSoo estaba feliz de haber sanado finalmente porque, de otro modo, no podría sentir todo esto libremente y sin culpa como lo hacía ahora.

Aún así, todo este amor no hará que su erección disminuya.

Tomando una decisión contundente, KyungSoo abrazó al mayor y rodó en la cama, quedando sobre su regazo de forma exitosa. Los ojos de Kim JongIn se ampliaron ante la sorpresa y lo miraron con atención.

KyungSoo estaba realmente expuesto ahora, con sus pezones hinchados y rojos, su pecho sonrojado y su pene a la vista, pero a pesar de esto, no pudo sentirse realmente tan avergonzado como debería. Él no sabía qué hacer exactamente, pero podía imaginar lo que podría darle placer a su Emperador.

Tomó el miembro duro, largo y caliente de Kim JongIn en su mano y lo llevó hacia su trasero, lo insertó entre sus nalgas, justo en la línea que las dividía  y que se encontraba empapada por los fluidos de su entrada palpitante, y luego se acomodó en su lugar, mirando al mayor con un sonrojo creciente sobre sus mejillas.

ㅡ¿Cielo? No... oh, maldición.

KyungSoo sintió un rizo de orgullo en su corazón al escucharlo maldecir, ver cómo cerraba sus ojos y sus manos buscaban desesperadamente sus caderas. Saber que estaba siendo desarmado por él, complacido por él y atendido por él era algo que no tenía precio.

Por ello, KyungSoo se llenó de valor y continuó con su proceso lleno de intención. Ejerció más presión en la base del pene de Kim JongIn y condujo el glande directamente sobre su entrada, presionando firmemente mientras él mismo suspiraba y echaba la cabeza hacia atrás.

Todo era tan nuevo, tan nuevo. KyungSoo era tan sensible y todo era tan maravilloso que lo deseaba todo, lo quería todo. Era otro tipo de conexión profunda y KyungSoo la quería para sí mismo.

ㅡKyungSoo, espera, déjame prepararte un poco primero ㅡdijo Kim JongIn rápidamente y KyungSoo lo miró una vez másㅡ.

Tan destrozado, tan arruinado, ¿por qué retrasar las cosas cuando ambos lo querían en ese momento?

KyungSoo abrazó y le dio la bienvenida al vago ardor inevitable y hundió el pene de su amante en su interior. Su boca se abrió en un gemido silencioso y sus piernas temblorosas fueron obstinadas, llevándolo hacia atrás y hacia abajo mientras adentraba a Kim JongIn un poco más, más profundo, más intenso.

El Emperador gimió y fue el sonido más hermoso y caliente que KyungSoo escuchó alguna vez. Fue incentivo suficiente para continuar con su empresa y terminar de hundirlo hasta que todo estuvo dentro, atrapado en sus paredes estrechas y apretadas.

Las manos de Kim JongIn apretaron su cintura con fuerza y KyungSoo mordió la esquina de su labio inferior y llevó una de las manos del mayor a su pecho, hacia su pezón. El Emperador entendió su deseo y pronto se dedicó a amasar su pecho, retorcer sus pequeños y duros capullos en sus dedos y afirmar sus pies sobre la cama.

KyungSoo encontró apoyo en los muslos delgados y musculosos del mayor, y cuando todo fue bueno e insuficiente de nuevo, comenzó a moverse.

Fue realmente torpe y arrítmico, era algo que no tenía sentido y sus mejillas se sonrojaron con molestia cuando el miembro del mayor escapó de su interior dos veces. Sin embargo, demostrando un halo de paciencia infinita, Kim JongIn abandonó sus pezones un momento y lo tomó de la cintura para indicarle cómo debía hacerlo y que fuera bueno para ambos.

Entonces KyungSoo se convirtió en el mejor y más ejemplar pupilo y comenzó a tomar terreno y fuerza durante el proceso. Mejoró notablemente sus movimientos y pronto se encontró montando el pene caliente de su Emperador de tal manera que el hombre bajo su cuerpo se encontró con los ojos cerrados, dejando escapar maldiciones, jadeos y gemidos como un completo campesino.

KyungSoo se apoyó en el pecho de Kim JongIn y se inclinó; su boca fue directamente al lóbulo de su oreja y, como había hecho el mayor con él, tiró del trozo de carne con sus dientes y luego lo lamió con especial sensualidad.

Kim JongIn gruñó, lo tomó de los hombros y los giró una vez más en la cama. KyungSoo sonrió suavemente y lo abrazó contra su pecho cuando él volvió a colarse entre sus piernas. El contacto no duró mucho, sin embargo, porque el monarca tomó sus piernas y las colocó sobre sus hombros y luego volvió a hundirse en él con certeza y profundidad.

KyungSoo arqueó la espalda y cerró los ojos con fuerza, aferrándose a los antebrazos y a la espalda del Emperador con desesperación mientras era profanado con tanta intensidad que un ligero sollozo escapó de su boca.

Era tan bueno, tan jodidamente bueno e intenso, maldición.

KyungSoo nunca podría haber creído que sentirse lleno y ser penetrado una y otra vez llegaría a sentirse de esta manera, pero ahora que conocía la sensación, definitivamente no quería dejarla ir nunca.

Alzó sus caderas y gimió de forma extendida cuando JongIn tomó su pene en su mano y comenzó a masajearlo, bombeándolo con rapidez mientras se adentraba más y más en él. Un chorro de preseminal salió de la punta de su pene y un lloriqueo torpe y agitado lo abandonó cuando hubo un toque en su interior que fue capaz de desbaratarlo y llenar su cuerpo de espasmos y temblores intensos.

Los ojos de Kim JongIn brillaron entonces y una sonrisa ladina y salvaje tiró de la comisura de sus labios.

ㅡLo encontré.

Después de eso, KyungSoo no puede recordar nada más que un golpe tan fuerte y tan constante en su interior que le arrebató el aire y lo hizo sentirse de una forma totalmente inexplicable.

Todo lo que había ocurrido antes de eso palideció cuando ese punto fue mancillado una y otra vez, fuerte y rápidamente. Incluso había balbuceado algo como "por favor, ahí, continúa. No dejes de darme ahí, solo golpea ahí" que provocó un jadeo pesado de parte de su amante.

Finalmente, todo se sintió demasiado: la mano de Kim JongIn en su pene, el miembro del Emperador en su entrada, su cuerpo grande y sudado apretando el suyo caliente y compacto, la mirada intensa del mayor sobre su rostro, sus labios hinchados debido a los besos. Era nada más que sobreestimulación profunda e intensa. Él estaba siendo acabado sin ningún tipo de piedad.

ㅡPor favor, por favor... Mi Señor.

Entonces la respiración de Kim JongIn se tambaleó, sus ojos se oscurecieron aún más y su boca se apretó contra la suya mientras su lengua lo domaba y reducía a nada.

KyungSoo lloriqueó y rasguñó su espalda. Su cabeza se echó hacia atrás con una última y letal arremetida y todo él fue un desastre tembloroso, sollozante y mojado.

Kim JongIn lo penetró por un poco más de tiempo, aferrado a los muslos sobre sus hombros mientras lo besaba y gemía por lo bajo; finalmente jadeó con fuerza y lo llenó completamente con su calidez, desfalleciendo no mucho después sobre su pecho.

KyungSoo, abrumado, tembloroso y agitado, lo rodeó de inmediato y abrazó con fuerza. Su nariz se hundió en su cuello lleno de sudor y mechones adheridos a su piel, y sus labios dejaron un par de besos sobre el pulso agitado bajo su boca.

El proceso de calma post-orgásmica resultó ser extremadamente dulce y agradable. KyungSoo acarició la espalda marcada del Emperador con sus manos y Kim JongIn le besó el cuello y las clavículas suavemente. Fue cuando los minutos transcurrieron y el agotamiento los domó cuando Kim JongIn rodó fuera de su cuerpo para dejar de aplastarlo y lo atrajo a su pecho para abrazarlo apretadamente en su lugar.

KyungSoo se refugió en la seguridad de su pectoral y suspiró con satisfacción mientras el Emperador le acariciaba el pelo. Así, de esta manera, era como estar en el cielo.

Cuando KyungSoo abrió nuevamente los ojos, notó una cicatriz en particular marcada en el brazo que lo rodeaba. Larga y gruesa, partía desde el bíceps hasta el antebrazo y contrastaba terriblemente con su piel bronceada. KyungSoo suspiró y llevó sus dedos a la línea que él mismo había tratado el día de su aparición en el cuerpo de Kim JongIn y el Emperador dirigió su atención hacia este lugar en particular.

ㅡLa curaste muy bien. Disminuyó su tamaño con el paso del tiempo ㅡaseguró con tranquilidad, acariciando su espalda con la mano abiertaㅡ.

KyungSoo tarareó y suspiró un momento después.

ㅡDebió haber dolido tanto y yo fui un completo imbécil en ese momento. Lo lamento.

ㅡNo estabas bien, no fue tu culpa.

KyungSoo volvió a tararear, sin comprometerse demasiado, y besó la extensión de la cicatriz que nunca desaparecería del cuerpo de Kim JongIn. Era el recordatorio de su amor, de todo lo que era capaz de hacer para asegurar su vida.

Al igual que lo hizo con esta, KyungSoo besó tantas otras cicatrices que adornaban permanentemente el cuerpo musculoso de su pareja; lo hizo con amor y suavidad, como si aun dolieran en su piel. A cambio, Kim JongIn recorrió sus propias cicatrices afectuosamente y besó la curva de su hombro con amabilidad.

Nuevamente en calma y en silencio, KyungSoo miró fijamente algunos lunares que salpicaban el torso de Kim JongIn y un pensamiento fugaz lo hizo sonreír secretamente. Se acurrucó y dejó abrazar con más fuerza y luego, cuando la ilusión del momento hubo pasado, emergió de sus brazos y lo miró una vez más con felicidad.

ㅡJongIn, ¿por qué no nos casamos?

Kim JongIn inhaló con fuerza y se mantuvo muy quieto por un segundo. Las preguntas relucieron en su mirada y KyungSoo acarició su mejilla con dulzura, esperando pacientemente por una respuesta.

ㅡ¿Casarnos?

ㅡMnn. Casarnos. Sé que no he tenido un buen historial con las bodas o compromisos, pero realmente me gustaría mucho casarme contigo esta vez. Hagámoslo a escondidas, sin decirle a nadie. Inclinémonos frente a hyung-nim y tus padres, unamos nuestras muñecas y luego quedémonos juntos. Eso es lo único que quiero.

Kim JongIn volvió a quedarse en silencio mientras lo miraba y le acariciaba distraídamente las líneas que se entrecruzaban en su espalda. Parpadeó lánguidamente y, finalmente, una sonrisa tiró de la esquina de su boca y aquella mirada extremadamente suave que KyungSoo tanto amaba se apoderó de todo su rostro.

ㅡMnn. Está bien, casémonos entonces. ¿Hay algo más que desees?

KyungSoo fingió pensarlo por un momento, pero fue imposible mantener la fachada por demasiado tiempo y él terminó sonriendo otra vez.

ㅡQue me ames todo el tiempo posible. Quiéreme con todo tu corazón y nunca permitas que me vaya de tu lado de nuevo.

El Emperador asintió con firmeza y se acercó a su rostro.

ㅡLo haré para toda la vida. Nunca te dejaré ir. Te amo por siempre, KyungSoo.

Entonces lo besó y KyungSoo se derritió en la suavidad y atención de su boca.

, se dijo a sí mismo con el corazón cálido y lleno de amor; sé que lo haces. Todo va a estar bien a partir de ahora.

Y, de hecho, lo estuvo.

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