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Epílogo

KyungSoo se detuvo cuando la figura masculina llegó a su hogar. Lo conocía de una vida distante que fue dejada atrás, entre joyas brillantes y fuego que chasqueaba fuertemente en sus oídos.

En esa vida, este hombre vestía ropas de clase alta, tenía un sombrero sobre su cabeza y también llevaba consigo el desprecio profundo de un KyungSoo demasiado joven e inexperto. Ahora, sin embargo, no parecía muy diferente al propio KyungSoo.

La ropa era simple, de un color común y sin adornos extravagantes. El sombrero de noble fue dejado atrás, reemplazado por uno de paja que servía muy bien como protector de los días demasiado soleados del campo. KyungSoo se vio fácilmente reflejado en él, en su expresión agotada y la simplicidad de la vida alejada de las grandes fortunas y deberes reales.

KyungSoo había dejado de odiarlo también.

Dejó en el suelo la cubeta con agua que llevaría a la casa que compartía con JiHyun y secó sus manos con su ropa, luego, sin limpiar el sudor de su frente ni acomodar sus prendas, se dirigió a la persona que esperaba tranquilamente en la puerta, mirándolo a través de la oscuridad de la noche.

Una vez estuvieron lo suficientemente cerca, el mayor sonrió e inclinó la cabeza como un saludo respetuoso a pesar de las circunstancias.

ㅡSu Alteza. Ha pasado un tiempo desde la última vez que lo vi.

KyungSoo asintió y sonrió con ligereza.

ㅡEs una verdadera sorpresa, Astrónomo Imperial.

.

De pie en el lugar más alejado de su residencia, justo sobre una colina que obsequiaba una hermosa vista del pueblo bajo sus pies, KyungSoo respiró el frío aire de la noche y relajó los hombros tensos a causa del trabajo duro del día. A su lado, el Astrónomo Imperial admiraba la belleza bajo ellos, las luces de las lámparas y el sonido lejano de las risas nocturnas.

Era un momento de paz, de tregua después de tantos años donde el recuerdo de ambos juntos era de un odio profundo y retorcido y una lástima perenne.

KyungSoo, más mayor y experimentado, nota que, de hecho, no había sido el odio lo que le impidió acercarse al Astrónomo Imperial y eso provoca que su corazón se vuelque con nuevas emociones resurgiendo y llenándolo hasta dejarlo con la respiración atascada en la garganta.

ㅡAstrónomo Imperial, ¿qué está haciendo en este lugar, tan alejado de casa?

El mayor llevó sus manos a su espalda, tomándolas mientras sus ojos recorrían las estrellas, leyendo los mensajes de los dioses en la noche llena de vida.

ㅡMe fui cuando el Imperio cayó; estuve tratando de sobrevivir desde entonces, yendo y viniendo de un lugar a otro. Se ha hecho una costumbre para mí conseguir pueblos remotos de las formas más inesperadas, es aún más sorprendente cuando también consigo personas igualmente inesperadas viviendo en ellos ㅡentonces sus ojos oscuros lo miraron y una sonrisa tiró de la esquina de su boca, relajada y suave. KyungSoo pensó que era la primera vez que lo veía realmente tranquilo, sin pesos sobre sus hombros y una lástima continua en su sabia mirada. Estaba bien, el cambio los hacía sentirse más cómodos a ambosㅡ. Por otro lado, dejé de ser un Astrónomo Imperial hace muchos años, ¿no es cierto? Su Majestad puede llamarme Kim ChangYeol.

ㅡEntonces deberías llamarme KyungSoo, porque también he dejado el Imperio hace mucho tiempo.

Kim ChangYeol rió por lo bajo y luego se sumieron en un cómodo silencio mientras miraban al frente, hacia las montañas deshabitadas y el cielo oscuro.

Observando las estrellas, KyungSoo se dio cuenta de que había dejado de odiarlas hace un tiempo. Ahora en su corazón no había nada más que anhelo; recordando el pasado que había dejado atrás, no puede evitar sentirse melancólico, por lo tanto, pensó que esto también era un buen cambio.

ㅡDo KyungSoo ha crecido. Tu hermano se habría sentido orgulloso de ti.

KyungSoo lo miró al oír esto y, sin poder evitarlo, sintió una puntada en su pecho al escuchar la mención de SeungSoo. Era el pinchazo del recuerdo, de echarlo de menos, pero también era un poco de alivio al saber que tal vez no estaba haciendo las cosas tan mal después de todo.

ㅡSigo siendo un desastre ㅡmurmuró, no obstanteㅡ.

Kim ChangYeol le devolvió la mirada fijamente y afirmó con completa convicción:

ㅡDe todas formas se habría sentido orgulloso de ti. Eres lo que más amó en este mundo. Do SeungSoo era un hombre que adoraba profundamente a su hermano menor, así que sin importar si eres un desastre o no, él te habría apoyado y seguido de cerca en todo momento.

KyungSoo llevó su mirada a sus pies pequeños y echó una sonrisa al vacío, dándole vida a sus memorias.

ㅡUsted realmente lo conoció bien, ¿no es así?

ㅡMmh. Era imposible no hacerlo cuando acudía a mí en todo momento.

KyungSoo devolvió su atención hacia el hombre mayor con interés y, curioso e ilusionado, pidió en un susurro:

ㅡ¿Podría hablarme un poco de él?

De esta manera, ambos se sentaron en el borde de la colina y se dedicaron a hablar y escuchar respectivamente sobre el Emperador caído. KyungSoo sonrió verdaderamente, acunado por los recuerdos cariñosos del antiguo astrónomo mientras imaginaba cada uno de esos momentos como si él hubiera estado presente en todos ellos. Fue entrañable.

Sin embargo, sin darse cuenta de cuándo ocurrió exactamente, las sonrisas se fueron borrando y las miradas se tornaron distantes. El camino fue tembloroso e inseguro, manchado con tristeza y un sentimiento taciturno que podría haberlo ahogado si las heridas no estuvieran casi completamente sanadas como se encontraban ahora mismo.

KyungSoo apretó las piernas juntas, abrazándolas con fuerza, y colocó la barbilla sobre las rodillas. Él escuchó atentamente.

ㅡTu hermano acudió a mí antes de visitar al chamán para tu boda con el Capitán SeungWang. Los cielos no habían augurado buenas noticias, no había una unión entre tú y él, no era posible, y se lo hice saber con cierto tacto. Él no estuvo conforme con mi respuesta, así que acudió al chamán; SeungSoo realmente se sintió impotente y decepcionado cuando hubo una segunda negativa: él tampoco veía una unión en los dos.

»Finalmente decidió tomar el asunto en sus manos. Mintió sobre el veredicto del chamán y dio luz verde para que la boda continuara, después de todo, era la felicidad de su hermano, un niño que había vivido con el rechazo durante toda su vida, ¿cómo podría él desechar tu sueño también? Era inconcebible.

ㅡHyung-nim era un tonto ㅡsusurró, no sin cierto temblor en su voz, y Kim ChangYeol sonrió con cariñoㅡ.

ㅡÉl solo quería hacerte feliz sin importar lo que le costara. Incluso con la negativa de los cielos, SeungSoo-ah intentaría cambiar la opinión de los dioses

ㅡAunque se haya esforzado tanto, todos sus intentos fueron en vano. Mi boda con SeungWang nunca se realizó y SeungWang murió; al final, sigo encontrándome solo.

Kim ChangYeol frunció un poco el ceño y sus ojos buscaron en las profundidades del cielo, encontrando estrellas que solo él conocía, descubriendo mensajes que solo eran visibles para él. KyungSoo le miró de reojo, curioso y un poco divertido, hasta que ChangYeol volvió a fijarse en él no mucho después, con resolución.

ㅡNo estás del todo solo. Al igual que siempre, tu camino se encuentra apuntando hacia el Sur.

Y mientras se concentraban en los puntos distantes, brillantes y titilantes, KyungSoo no pensó en el vuelco que había dado su corazón repentinamente ni en la amable sonrisa que lo seguía constantemente, como una sombra persistente en su mente.

. .· ´¸.·*´¨) ¸.·*¨)
             .(¸.·´ (¸.·'* .  El Concubino del
                                       Emperador.

Cuando los melocotones florecieron y la dulce fruta fue visible entre las ramas, el Emperador Kim supo que había sido suficiente.

El Sur se había mantenido en la cima, una nación elogiada de forma ininterrumpida por los reinos cercanos, que gozaba de un tiempo de paz maravilloso luego de la terrible Guerra Invernal.

En los años posteriores de la partida de KyungSoo, Kim JongIn se había dedicado exclusivamente a levantar el reino Do, reconstruyéndolo por completo hasta hacer de él lo que había sido en el pasado, justo antes de su destrucción. Así pues, cuando todo el gran proyecto acabó, la gente de Do marchó custodiada y protegida por el Capitán Oh y se asentó nuevamente en las tierras fértiles y hermosas que una vez los había acunado. 

Él había cumplido finalmente su última promesa hacia su amor; era una verdadera lástima que él no estuviera allí para verlo por sí mismo.

Los años también lo habían hecho reflexionar profundamente.

Kim JongIn fue capaz de dejar ir la culpa y aprendió a perdonarse. Dejó ir a Kim Song, dejó ir a Jung SeungWang, dejó ir el dolor que lo consumía, las pesadillas que lo atormentaban y los pensamientos que lo incriminaban una y otra vez. Kim JongIn dejó ir todo lo que se retorcía y oscurecía en su pecho; se convirtió en un mejor hombre y un mejor gobernante.

(No era impresionante que no pudiera dejar ir a KyungSoo, pero era triste y decepcionante que KyungSoo no se encontrara ahí para mirar su evolución personal).

Sin asuntos que atender en la corte y descansando tranquilamente en la antigua habitación de KyungSoo, mirando los melocotones y los cerezos florecientes, él realmente piensa que ha sido suficiente.

Había aflojado el agarre sobre la carta que KyungSoo le había escrito antes de irse y la dejó ir con el viento. Siete años habían sido suficientes.

.

ㅡEncárgate de todo mientras me encuentro fuera, MinHo. Mi reino y mi gente están en tus manos hasta el día de mi regreso.

Sujetando el caballo del Emperador, Choi MinHo asintió suavemente. El General había dejado por un tiempo sus obligaciones en las fronteras, suplantado por su segundo al mando mientras hacía uso de sus días de descanso.

Ahora, sin embargo, más responsabilidades fueron dejadas en sus manos y el descanso se alejaba nuevamente. A él no le importó demasiado, no obstante, ya que era un favor exclusivo que le pedía su Emperador, el hombre que lo comandaba y que había cuidado tan bien a quien ahora era su esposo, el padre de sus gemelos.

ㅡEstá bien, Mi Señor, puede confiar en mí. ¿Su viaje se extenderá por mucho tiempo?

ㅡNo lo sé ㅡdijo con sinceridad, observando con aire ausente hacia las montañas lejanasㅡ, debo buscar a mi vida y no estoy seguro del tiempo que pueda tomarme. No obstante, espero regresar pronto.

Choi MinHo sonrió suavemente y colocó una de sus manos en el hombro firme del Emperador.

ㅡSé que lo conseguirá. Vuelva con salud y bienestar... ambos, Su Alteza.

ㅡLo haré ㅡdijo con una pequeña curva de labios, justo antes de tomar las riendas del caballo y subirse a él de forma fluida, expertaㅡ.

Se acomodó en el asiento y Choi MinHo se aseguró de que el equipaje se encontrara bien sujeto; una vez hecho el procedimiento, dio un paso atrás y se inclinó respetuosamente.

ㅡTenga un buen viaje, Mi Señor.

El Emperador asintió.

ㅡGracias. Cuida de TaeMin y de los niños, MinHo.

Choi MinHo asintió y mientras el Emperador comenzaba a galopar fuera de los muros del Palacio Principal, susurró al vacío con completa convicción:

ㅡLo haré siempre, con mi vida.

.

Incluso cuando la primavera era piadosa, encontrar a KyungSoo resultó ser una completa odisea agónica.

Kim JongIn había recorrido numerosos pueblos, cercanos y lejanos, poblados y no tan transitados, y KyungSoo no había sido avistado en ninguno de ellos. Kim JongIn no se preocupó; siempre que se trataba de KyungSoo, las cosas resultaban ser complejas: los sentimientos, los pensamientos. Estaba bien, él podía lidiar con ello.

KyungSoo valía la pena el esfuerzo.

Fue cuando había cumplido dos meses y un poco más de viajes interminables que decidió asentarse por algunos días en un poblado cercano a las fronteras con Do.

El lugar era encantador, poco poblado y con paisajes hermosos que ver. Kim JongIn no había estado ahí nunca, por lo tanto, sentía cierta satisfacción y encanto cuando encontraba un nuevo árbol de durazno siendo simplemente cautivador. Había algunas colinas bordeando el pueblo, un campo de arroz lleno de hombres y mujeres trabajando y montañas lejanas que parecían un espejismo.

Era realmente bonito, no sería un sacrificio quedarse para descansar un poco.

Dejó el caballo en un establo, donde cuidarían de él por algunas monedas, y fue en busca de una posada. Ya que había dejado atrás sus túnicas importantes y costosas, Kim JongIn consiguió pasar desapercibido y solo parecía un hombre de edad media especialmente impresionante con una cara por encima de la media.

Así pues, no se encontró especialmente indispuesto.

Entró a la posada más cercana, una cosa modesta y hogareña con aroma a comida casera y agradable, y sonrió con amabilidad a la dueña, una mujer rondando los cincuenta años que conseguía tener una chispa de vitalidad y viveza en sus ojos pequeños. Ella se inclinó con cortesía y Kim JongIn formó un asentimiento amable.

ㅡBuenos días, joven maestro, dime en qué te puedo ayudar.

ㅡHola, tía. Estoy buscando una habitación, ¿tienes alguna disponible para ocuparla durante tres días?

ㅡOh, por supuesto ㅡella asintióㅡ; te llevaré de inmediato para que le eches un vistazo.

Ya que la apariencia de Kim JongIn era la de un joven señor que imponía respeto y excelencia sin realmente desearlo, la gente tendía a extender lo mejor para él. Esta vez no fue la excepción.

La posadera lo llevó directamente a una habitación espaciosa, luminosa y hermosa. Había una pantalla de privacidad pintada con grullas que cubría una bañera, un armario y una cama bastante grande y de aspecto cómodo. El escritorio, la estantería, las mesitas de noche y la ventana eran complementos nada más que innecesarios, pero que Kim JongIn agradecía.

Le sonrió a la mayor una vez más y extendió para ella cuatro monedas de plata que la mujer guardó en su seno con gusto.

ㅡTe lo agradezco, tía. Me dirigiré a ti si necesito algo más.

ㅡHazlo, hazlo, joven maestro. Yo me marcharé ahora para que descanses. Si tienes hambre, dímelo y cocinaré algo para ti.

Kim JongIn asintió y la posadera se retiró no mucho después, elogiando para sí misma la imagen y la educación del hombre que dejaba atrás.

(Si Kim JongIn escuchó algo sobre un deseo de tener un yerno así, no mencionó nada ni pensó demasiado en ello). 

Desempacó sus pertenencias en silencio y, al acabar, se acostó en la cama, permitiéndose descansar finalmente luego de días agotadores y extremadamente largos.

Una vez sus músculos se relajaron lo suficiente, sacó de su seno una horquilla que le había pertenecido a KyungSoo y la admiró en silencio. Mientras recorría la dura y elegante textura del jade con sus dedos, casi pudo ser capaz de inhalar el aroma floral del menor, palpar la suavidad sedosa de su cabello sujeto, tantear la piel pálida y observar los grandes ojos profundos que eran incapaces de permanecer lejos por demasiado tiempo.

Los años habían pasado, pero la imagen del rostro de KyungSoo, sus suaves curvas bajo su ropa y la rojez exquisita de sus labios parecían ser incapaces de alejarse y difuminarse en su mente.

Kim JongIn llevó la horquilla a sus labios y la dejó contra los mismos mientras cerraba los ojos suavemente.

ㅡEspera un poco más. Pronto llegaré a ti.

.

Kim JongIn no se había equivocado en absoluto. El pueblo era verdaderamente encantador en cuanto a su sencillez. Pintoresco y dulce, con gente sonriente que disfrutaba de la simplicidad de la vida y del trabajo diario.

Sin darse cuenta, él se había sentido cautivado y permaneció en el lugar por tres días más.

Recientemente había enviado una carta a MinHo para preguntar por la salud de su familia y dar aviso sobre sus días extra de descanso, esperando no importunarlo con respecto a las obligaciones que había dejado sobre sus hombros. No había recibido una respuesta aún, pero sabía que su General no se enojaría ni reclamaría por el contratiempo.

Así pues, Kim JongIn fue libre de caminar tranquilamente por las calles concurridas por mercaderes y compradores sin guardar ningún tipo de pesar en su corazón.

Y quizás era por esto: porque se encontraba especialmente tranquilo y lo observaba todo con una calma pacífica que Kim JongIn tuvo un destello azulado específico que captó su atención por completo. Se detuvo en seco repentinamente y sus ojos se centraron en la persona de pequeño tamaño que se encontraba frente a un puesto de verduras con una canasta colgando del antebrazo.

Sonreía y brillaba más de lo que Kim JongIn había recordado. Él parecía vivo y feliz y su corazón había saltado por lo repentino de la situación, latiendo rápida y duramente no mucho después.

No lo había estado buscando como venía haciéndolo con tanto afán últimamente y, sin embargo, él había aparecido justo frente a él como una maravillosa coincidencia. Como la primera vez que lo vio.

Fue tal su sorpresa y aturdimiento que KyungSoo terminó su compra, se despidió del comerciante y se retiró tranquilamente y Kim JongIn todavía se encontró de pie en medio de la calle. Fue cuando lo perdió de vista en la multitud cuando volvió en sí y corrió directamente hacia el vendedor con un frenesí muy bien guardado en su expresión tranquila.

ㅡJoven maestro, dime en qué te puedo ayudar.

ㅡTío, el chico que vino hace poco, el pequeño de túnicas azules... ¿sabes dónde puedo encontrarlo?

Una expresión confundida y cautelosa surcó el rostro mayor del vendedor y sus ojos se agudizaron sobre Kim JongIn. A él no le importó, manteniéndose firme mientras esperaba por una respuesta. Su terquedad pareció aflojar al contrario, que preguntó suavemente:

ㅡ¿KyungSoo? ¿Por qué quieres saberlo?

Kim JongIn tragó con fuerza.

No estoy alucinando. Era KyungSoo. Realmente era él.

Sintiendo los ojos comenzando a arder, Kim JongIn tomó una de las manos del vendedor y la apretó con fuerza, demostrando su urgencia y desesperación. Entonces la mirada del mayor se llenó de comprensión y no tardó en devolverle el apretón con camaradería.

ㅡEres ese joven amo, ¿cierto? A quien Soo-ah recuerda constantemente.

ㅡTío...

ㅡSin embargo, ¿cómo podría decirte? Soo-ah ha estado viviendo una buena vida hasta ahora, ¿cómo puedo romper su paz?

El corazón de Kim JongIn dolió en su pecho, retorciéndose y quebrándose ante la negativa.

El vendedor se desprendió suavemente de su agarre y negó con la cabeza suavemente.

ㅡDeberías dejarlo ahora, joven maestro. KyungSoo está bien, es realmente feliz, ha salido de ese pozo oscuro en el que estaba hundido cuando lo conocí. Es hora de que sigas adelante tú también.

Entonces el mayor se alejó y continuó con su trabajo cuando una doncella llegó para preguntar por algunos precios.

Kim JongIn se quedó atrás, mirando a la nada mientras sentía el peso profundo de la horquilla en su manga.

.

Aunque Kim JongIn fue rechazado suavemente por el tío, él no desistió ni se rindió en su empresa. Volvió prontamente al puesto cuando un nuevo día comenzó y se sentó tercamente junto al mayor, esperando por alguna respuesta mientras este lo miraba con aprensión y sorpresa incrédula.

Fue una rutina que trazaron silenciosamente por una semana completa. Kim JongIn llegaría temprano para ayudar al tío a montar su puesto y luego se sentaría en el suelo a esperar alguna pista, algún ablandamiento de su parte.

Un par de días después, tocado en su corazón, el tío llevó algo de comida para él, le dio agua y, cuando su mujer lo permitía, entregaba una copa de algún vino fuerte que Kim JongIn bebía con gusto. También lo invitó al campo para recolectar algunas verduras y hablar suavemente de alguna u otra cosa.

Tres semanas después, el tío seguía sin hablar, pero era amable con Kim JongIn y reconocía su presencia con una sonrisa resignada.

Fue entonces, mientras Kim JongIn descargaba una caja repleta de nabos, cuando el tío suspiró y susurró con una suavidad que no había visto hasta entonces, las líneas de su rostro suavizadas increíblemente y sus ojos oscuros brillando con un naciente afecto.

ㅡRealmente eres así de terco, ¿cierto? ㅡel tío negó y tomó asiento en el lugar exacto donde Kim JongIn solía sentarse todos los días. Palmeó un par de veces el espacio a su lado y el Emperador obedeció fácilmente, dejando atrás la tarea que lo mantenía ocupadoㅡ. Cuando vi a KyungSoo por primera vez parecía un niño perdido. Estaba pálido, demacrado, mi esposa y yo temíamos por él. Era tan frágil y estaba tan dolido con el mundo y con la vida que pensamos que él no duraría mucho tiempo entre nosotros. Pensamos que un alma así debía ser tratada con toda la suavidad y amabilidad posibles; nosotros no sabíamos qué había tenido que soportar, por lo tanto, queríamos darle un tiempo lleno de apoyo y dignidad. Si mejoraba, sería genial, pero si no lo hacía, al menos habríamos demostrado que había gente con corazón, que lo habían abrazado y respetado como ser humano.

»Por fortuna, el chico era más fuerte de lo que cualquiera había pensado en un inicio. Juntos construimos su casa, ayudados por algunos de mis amigos de tiendas cercanas. Le ayudamos a hacer sus muebles y le encontramos un oficio que pudiera hacer durante el día, que le ayudara a mantener su mente ocupada y el bolsillo más o menos lleno. KyungSoo era un buen chico, fue fácil amarlo y hacerlo parte de nuestra familia. Él mejoró, realmente lo hizo; iba de un lado a otro recogiendo duraznos y enseñando a los niños a leer y escribir. Él era una gran persona.

El tío lo miró entonces y sus ojos acuosos lo saludaron, exponiendo el sentimiento puro y honesto tras sus palabras.

ㅡFue cuando lo vi sonriendo por primera vez que me prometí cuidarlo y tratar de hacerlo feliz, aligerar su vida todo lo que podía y alejarlo de todo aquello que lo había hecho miserable. No quería decírtelo porque tenía miedo de que él se lastimara nuevamente, pero al verte todos estos días, insistiendo una y otra vez, me doy cuenta de que tal vez el hombre por el que mi hijo suspira todos los días no es tan malo como podría haberlo creído. Que se merecen el uno al otro y que ha sido suficiente espera para ambos.

Sin palabras, Kim JongIn dejó caer sus hombros y sus ojos se abrieron un poco más. El aliento se escapó de sus labios cuando el mayor sonrió y un suave llamado anhelante abandonó su boca.

ㅡTío...

ㅡVe, búscalo. Él se encuentra en la tercera colina, lo encontrarás fácilmente.

Kim JongIn se puso de pie entonces y se inclinó profundamente. El hombre mayor, sin saber qué hacer ante el movimiento repentino y exagerado, palmeó su cabeza un par de veces con las mejillas coloradas y lo empujó hacia adelante, instándolo a comenzar su búsqueda.

ㅡGracias, tío ㅡdijo el Emperador, no obstante, y el tío hizo algunos aspavientos con sus manosㅡ.

ㅡYah, yah, ve, anda. Búscalo antes de que me arrepienta, ¡shú, niño tonto!

Kim JongIn sonrió con gratitud una última vez y luego se lanzó calle arriba, corriendo lo más rápido que sus piernas cansadas por el trabajo duro le permitieron. A su espalda, el tío sonrió cariñosamente y lo despidió con una mano en alto.

La tercera colina estaba más o menos lejos del pueblo, pero no era difícil de encontrar.

La zona estaba desprovista del barullo del mercado y la música estruendosa de la calle; suplantaba la vivacidad del pueblo con una calma tranquilizante y cómoda que absorbería cualquier alma en busca de paz. Kim JongIn podía sentirse a gusto fácilmente mientras era arrrullado por el vaivén de los árboles y el trino sedoso de las aves juguetonas.

Subiendo y subiendo sin descanso, con el corazón acelerado golpeando con fuerza contra sus costillas, sus ojos comenzaron a vislumbrar la parte trasera de una pequeña y modesta casita encantadora y dulce que le daba la bienvenida cálidamente.

La vista era nada más que maravillosa, endulzaba su alma y le hacía recordar la modestia y sencillez oculta de KyungSoo. Era fácil verlo viviendo aquí, pasando sus tardes en la hierba saludable mientras admiraba la magnificencia de las montañas, tal vez leyendo, tal vez escribiendo, probablemente recordando el pasado. Era tan fácil que sentía un bocado de ansiedad rugiendo con fiereza en cada célula de su cuerpo.

Con la respiración agitada, Kim JongIn se detuvo un momento en medio del lugar tranquilo y su cuerpo se sacudió con un temblor profundo al escuchar la voz melodiosa de KyungSoo en algún lugar cercano. Él cantaba melodías suaves del Sur, adornando las canciones con su belleza y ritmo específicos.

Kim JongIn se acercó lentamente, disfrutando del viento golpeando su cara y sacudiendo sus túnicas mientras intentaba alcanzar a su vida una vez más.

No mucho después, una espalda estrecha lo saludó; vestida de un suave rojo, resultaba ser reconfortante. El cabello oscuro como el carbón se deslizaba en las olas del viento, la falda se levantaba y los pantalones anchos se dejaban ver. No podía admirar su rostro, pero verlo nuevamente lo recompensaba y calmaba su ansiedad.

Se quedó en el mismo sitio mientras la canción acababa y la voz de KyungSoo se volvía nada más que un vago eco en sus oídos. Entonces una risita infantil rompió el silencio y pudo ver un par de pequeñas manos rodeando el cuello del antiguo Concubino.

ㅡ¡Papi, eso fue tan bonito! ¿Podrías contarme algo más?... oh... hay visitas.

Kim JongIn parpadeó, paralizado ante la palabra exclamada por el niño en brazos y, posteriormente, sin aliento cuando KyungSoo giró y lo miró directamente a los ojos.

El tiempo de detuvo entonces mientras ambos se observaban fijamente, ojos grandes y sorprendidos contra ojos pequeños y confundidos. Un brillo igual en ambos sentidos, compartiéndose mutuamente aún en medio de un silencio que parecía no querer ser roto.

KyungSoo parpadeó una vez y luego bajó al pequeño al suelo, le sonrió cariñosamente y revolvió su cabello con ternura antes de pedirle amablemente, lo suficientemente alto como para que Kim JongIn pudiera escuchar.

ㅡTal vez en otro momento, cariño. ¿Por qué no vas con mami mientras yo hablo con nuestro amigo?

El niño pareció pensarlo por un momento antes de asentir firmemente y sonreírle a ambos. Se inclinó para Kim JongIn y luego de despedirse de KyungSoo, corrió hacia la casa delante de ellos.

Fue cuando ambos se encontraron solos que KyungSoo se acercó a paso lento, sus grandes ojos de cierva encontrándose tercamente con los suyos. Finalmente frente a frente, KyungSoo le sonrió suavemente, estiró su pequeña mano y acunó su mejilla y Kim JongIn olvidó el dolor que había sacudido su corazón a favor de empaparse con la belleza más madura y completa del pequeño, con su contacto cálido y suave y su mirada intensa llena de anhelo. 

ㅡJongIn ㅡsusurró amorosamente y Kim JongIn no sabía qué hacer con su corazón y sus sentimientos. Porque KyungSoo tenía un hijo y él lo amaba tanto que no podía soportar mirarlo o escuchar su nombre de esa manera tan suave, tan dulce, como si lo amara de vueltaㅡ. JongIn, no llores. Cielo.

ㅡLo siento ㅡsusurró, y Kim JongIn no supo si se disculpaba por llorar o por el pasado, por haber tardado tanto, por aparecer cuando él ya había hecho una nueva vida, por romper su deseo de no buscarlo o por conservarlo en su corazón con tanta insistencia. Él solo sabía que algo dolía en su pecho, pero que también había algo sumamente suave creciendo imposiblemente a pesar de la adversidadㅡ.

Los ojos conocedores de KyungSoo brillaron y sus labios rojos, gruesos y perfectos se curvaron mientras daba un paso más cerca, acunando su rostro ahora con sus dos pequeñas manos endurecidas por el trabajo.

ㅡEstá bien, no hay necesidad. Ha pasado mucho tiempo, ¿cierto? Ya no hacen falta las disculpas entre nosotros dos.

Y porque el deseo de besarlo era demasiado profundo y extraordinario, Kim JongIn cerró los ojos y lo abrazó con fuerza en su lugar, enterró su nariz en su cuello cálido y suave e inhaló un olor que casi había olvidado debido a los años que habían transcurrido para ambos.

Sus manos abarcaron toda la espalda de KyungSoo y lo acercaron imposiblemente a él, queriendo fundirlo en su cuerpo hasta que no pudieran alejarse el uno del otro nuevamente. Era un deseo egoísta, pero quería dejar que su mente se ilusionara un poco mientras podía hacerlo.

KyungSoo suspiró y correspondió el abrazo. Su cuerpo se aflojó contra el suyo y sus manos se aferraron a su ropa mientras dejaba que su rostro descansara sobre su pecho. Cuando ambos se encontraron tranquilos nuevamente y pudieron alejarse mínimamente para poder mirarse el uno al otro otra vez, KyungSoo volvió a sonreír y susurró con suavidad, única y exclusivamente para él:

ㅡTe extrañé tanto. Gracias por venir por mí una vez más. Muchas gracias... muchas gracias, JongIn.

Y mientras susurraba una palabra tras otra, fue alzándose en la punta de sus pies, sus ojos se cerraron y entonces pudo sentir el suave contacto de su boca contra la suya.

Kim JongIn ahogó un gemido y retrocedió repentinamente. KyungSoo lo miró con confusión, sin dejarlo irse muy lejos, y lo llamó con incomprensión.

ㅡ¿JongIn? ¿Qué...?

ㅡEl niño. Tienes un hijo, KyungSoo.

La incertidumbre fue reemplazada por la confusión y entonces algo pareció iluminarse en su mirada antes de sonreír nuevamente y negar cariñosamente. Besó la mejilla de Kim JongIn y luego aclaró con afecto:

ㅡEs el hijo de JiHyun, sin embargo, me dice papi desde que es capaz de hablar y le quiero tanto que siempre fui incapaz de corregirlo. Yo no tengo hijos ni un esposo, no hay nadie más después de ti, JongIn.

La esperanza renació nuevamente y sus manos se apretaron aún más en su espalda.

ㅡ¿Nadie más?

ㅡNadie más. Solo tú. Solo te quería a ti.

Entonces toda opresión se liberó de su corazón y él lo atrajo nuevamente a su boca para besarlo completamente ahora, sin interrupciones y de forma extendida.

KyungSoo suspiró y rodeó su cintura y su cuello con sus manos, se dejó elevar por las manos fuertes del mayor y abrió la boca para darle la bienvenida a la lengua del Emperador en su cavidad. Kim JongIn tomó todo lo que había extrañado desde entonces, acarició su lengua con la suya y se aferró a sus labios con sus dientes, tirando de ellos con amabilidad mientras KyungSoo suspiraba y gemía por lo bajo contra su boca.

Le permitió un segundo para tomar aire y luego volvió a besarlo, y una vez más, y luego otra vez, reconociendo la textura de sus labios nuevamente, volviendo a encantarse con su suavidad y dulzura, con sus manos nadando en su cabello mientras era desarmado por sus besos. No era suficiente y, sin embargo, era todo lo que había deseado.

Jadeando pesadamente, KyungSoo colocó su frente sobre la suya y Kim JongIn lo mantuvo en su sitio con ambas manos en su cintura estrecha. Aprovechando la cercanía, le besó la esquina de los labios, la boca hinchada, su frente y nariz y su cuello sonrojado.

Cuando volvieron a mirarse, sin ningún tipo de culpa ni peso extra sobre ambos, KyungSoo sonrió libremente, una sonrisa que nunca había visto: liberada y realmente feliz que hablaba de su evolución personal, y susurró contra sus labios de forma ligera y sinceramente.

ㅡTe amo. JongIn, te amo.

Kim JongIn sonrió plenamente y volvió a besarle la frente.

ㅡTambién te amo, KyungSoo. Siempre.

La puerta de la casa se abrió estrepitosamente en ese instante y ambos se giraron para ver lo que ocurría. Había sido una JiHyun más mayor que se secaba las manos apresuradamente con un trapo, siendo seguida de cerca por un hombre de mediana edad cargando al mismo niño de antes.

Sus ojos brillantes cayeron sobre Kim JongIn y sus labios se curvaron rápidamente mientras exclamaba con emoción:

ㅡ¡Su Majestad! ¡Su Majestad ha venido!

Luego de eso fue envuelto por sus delgados brazos y adentrado a la casa para comer algunos bocadillos y ponerse al día con algunas nuevas noticias, y mientras le era presentado el esposo de JiHyun y su hijo y era consentido con un té agradable y caliente, Kim JongIn giró para mirar a KyungSoo y encontrarlo sonriendo sin control alguno.

Se aferró a su mano, sentados juntos en el mismo sitio, y le dejó descansar la mejilla en su hombro. Kim JongIn pensó entonces que todo había terminado.

Mientras bebía su té y compartía una charla suave y alegre con JiHyun, tocando a KyungSoo, sintiendo su calor y la comodidad de su cuerpo contra el suyo, el pensamiento de que todo había valido la pena navegó en su mente de forma fugaz.

Él sonrió y abrazó a su nueva realidad con los brazos abiertos. Finalmente, Kim JongIn y KyungSoo habían vuelto a su hogar.

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