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Capítulo 15

Cuatro días más tarde, Kim JongIn había preparado un carruaje y un séquito de guardias que lo llevarían a las lejanías de la Capital para visitar a DongByul y su familia.

Ya que era una visita oficial, tuvieron que usar toda la parafernalia que se requería en estos casos. A KyungSoo no le habría importado viajar a caballo, no obstante, se sentía un poco más cómodo haciendo uso del carruaje. Había tenido que entrenar esa mañana y sus músculos ardían ante cualquier mínimo movimiento; fue algo bueno poder mantenerse sentado y tranquilo, además, el carruaje era especialmente estable, por lo que no le preocupaban demasiado los roces con los pequeños baches ocasionales.

Le ordenó a JiHyun tomarse el día para que descansara también. Con sus actividades mañaneras en pleno apogeo, ella se había vuelto aún más cuidadosa y perfeccionista con su tarea de cuidarlo. Masajeaba su cuerpo cuando se sentía muy cansado y calentaba su espalda cuando las cicatrices lo reprendían durante la noche helada, aunque ella misma cargara marcas de castigo en su cuerpo. JiHyun había querido replicar al inicio, pero KyungSoo seguía siendo una montaña temerosa que desplegó todo su temple para que su voluntad se cumpliera.

Por ahora, el trayecto era ligero y agradable. En las ocasiones anteriores había viajado rápidamente a caballo y no había podido disfrutar de esta manera del paisaje encantador de la Capital. Asomado en la ventana, con la cortina corrida ligeramente a un lado, KyungSoo se maravilló con la belleza de todo, del encanto de las casitas dulces y de la alegría de la gente. Era cautivadora la manera en la que todos parecían brillar, llenos de entusiasmo, vida y felicidad. Como si la tristeza y la tempestuosidad no existiese.

KyungSoo pensó inevitablemente que Kim JongIn era un buen Emperador, competente y de buen corazón.

-Príncipe KyungSoo, toma un bocadillo.

KyungSoo parpadeó y dejó de mirar las calles para observar con sorpresa al Emperador. Este extraía del bolsillo de su manga algunos dulces envueltos cuidadosamente y había extendido un yakgwa para él. Acomodó su postura, dejando caer la cortina a su lugar, y tomó el dulce con ambas manos. Detallándolo minuciosamente, KyungSoo arqueó una ceja.

-¿Llevaste esto en tu manga durante todo el camino?

-Tenía que asegurarme de que comieras algo -respondió en defensa y KyungSoo sonrió un poco-.

-Sin embargo, este no es un alimento saludable. ¿Cómo puedes empacar postres en lugar de frutas y bayas? No es bueno para la salud.

El Emperador le devolvió la sonrisa y arrugó ligeramente la nariz.

-De vez en cuando no hará daño. Además, los ha hecho la doncella JiHyun, ¿cómo podría despreciarlos entonces?

KyungSoo le arrojó una mirada altiva y acercó el yakgwa a su boca. Antes de darle un mordisco pequeño y degustativo, aseguró:

-Solo lo comeré porque lo ha hecho ella.

-No esperaba menos.

Finalmente, KyungSoo aceptó el bocadillo por completo y le dio una mordida llena de deleite y satisfacción. JiHyun tenía manos hábiles y una manera de cocinar bastante agradable. Ella había aprendido a adaptarse al gusto acostumbrado de su lengua y constantemente modificaba recetas que sabía de antemano para que fuera de su completo agrado. De esta manera probaba platillos típicos del Imperio del Sur con la sazón y la manera de cocinar tradicional de su hogar.

Es por ello que no se sorprendió al descubrir que el yakgwa no era tan dulce como tenía que haber sido y que, de hecho, podía sentir verdadero placer al comerlo.

(Definitivamente comió más de uno en el camino).

Al verlo de tan buen humor, tan brillante, tan feliz y calmado, Kim JongIn no pudo evitar sentirse pleno, completamente satisfecho y feliz. Como si ese fuera su propósito de vida, como si solo necesitara su sonrisa y el resplandor en sus ojos para sentirse victorioso de por vida.

KyungSoo relucía de una manera diferente, sus ojos se encontraban encogidos permanentemente a causa de la imborrable sonrisa que surcaba sus labios, su piel se notaba tersa y saludable, sus mejillas sonrojadas. Él era tan hermoso normalmente, pero ahora, justo en ese momento y encontrándose correctamente sentado delante de él, KyungSoo era un cuerpo etéreo que había descendido de los cielos para arrebatarle el aliento y encantarlo por toda la eternidad.

Dándole provecho al buen momento y a la atmósfera tranquila y dulce a su alrededor, el Emperador preguntó suavemente:

-¿Estás ansioso por conocer a SeungSoo?

Contrario a lo que cualquiera pensaría, KyungSoo no se encogió al escuchar el nombre de su hermano fallecido. Él simplemente atenuó su sonrisa y la convirtió en algo íntimo y gentil y respondió tranquilamente, con honestidad.

-No lo estoy, no obstante, me encuentro bastante emocionado. Esta será la primera vez que veré a un ser humano tan joven y pequeño.

-¿Nunca has tenido contacto con un bebé anteriormente?

KyungSoo colocó sus manos sobre sus muslos y bajó la mirada a sus dedos delgados, que unió con fuerza bajo la observación fija del Emperador. Entonces su voz fue un poco más pequeña, un poco más suave y ligeramente distante, sin embargo, trató de mantener el buen estado de ánimo que lo venía llenando desde temprano por la mañana.

-Es la primera vez. Mis padres no tuvieron más hijos y crecí prácticamente aislado. Mi única compañía fue mi hermano, mi doncella y SeungWang -luego de un momento de silencio, él subió sus ojos nuevamente y volvió a sonreír-. Siempre pensé que podría interactuar con un bebé cuando tuviera mis propios hijos; es un verdadero gusto saber que podré hacerlo incluso cuando todo ha cambiado.

-¿Acaso tu decisión sobre tener hijos ha cambiado? -preguntó con interés y KyungSoo llevó su mirada hacia la ventana cerrada. Su corazón, sorprendentemente, no se apretó con tanta fuerza en su interior, solo quedó una estela punzante y palpitante al recordar a SeungWang y las ilusiones que traía consigo un futuro que había sido planeado durante años enteros-.

Era parte de evolucionar, suponía. Pronto podría vivir sintiendo ese constante pesar hasta que se mitigara y finalmente fuera verdaderamente soportable y cómodo de llevar consigo.

-Bueno, la persona con la que quería compartir a mis hijos no está y mis deseos han cambiado. Dudo mucho en querer tenerlos ahora, es por eso que me hace feliz esta situación. Al menos podré cumplir eso -dijo esto último más para sí mismo que para el contrario, acompañando el susurro de un breve asentimiento. Luego, tratando de ablandar el ambiente, devolvió la pregunta-. ¿Y tú, Emperador? ¿No tienes planeado tener un heredero? Tantos Concubinos dispuestos a darte un bebé y aún no te has animado a engendrar un hijo. ¿Cómo es posible? El pueblo comenzará a preocuparse por ti y tu descendencia.

El Emperador aceptó esta vía de escape con completa disponibilidad. Le sonrió y se enderezó en su sitio, colocando una mirada soñadora e infantil en sus rasgos normalmente elegantes y amables. KyungSoo se preguntó en ese momento, mientras le miraba, cómo podía ser capaz de sonreír en todo momento, de mostrarse tan despreocupado y alcanzable, pero también firme, orgulloso y poderoso cuando tenía que serlo.

Es el hijo del dragón. Por supuesto que es capaz.

-El hecho de que no haya tenido hijos aún tiene un trasfondo oculto. De hecho, nunca fui partidario de tener numerosos Concubinos, en un inicio me bastaba con la Emperatriz, sin embargo, mi padre era conocido por su temple y sus métodos efectivos de salirse con la suya. Al final consiguió hacerme con un harén al que debía responder y atender diligentemente, esto para que olvidara mis fantasías infantiles de conseguir al compañero de mis sueños.

»Creyó que me estaba haciendo un favor y que me rendiría fácilmente al tener a mi disposición gran placer carnal y bellezas tan exquisitas. Jamás imaginó que, de hecho, su hijo se negara rotundamente a sembrar un hijo en sus vientres, una promesa que mantendría hasta el día de hoy.

Al escucharlo, KyungSoo formó una expresión llena de completa confusión. Se hizo hacia adelante muy sutilmente y preguntó con tangible inocencia:

-¿Es eso posible? Quiero decir, es bien sabido que mantienes relaciones íntimas con los Concubinos y Concubinas, ¿cómo puedes no dejarlos cargando con tu heredero a pesar de estar con ellos durante tanto tiempo?

A través de la mirada del Emperador se evidenció un haz de luz particular y bastante específico; era algo oscuro, profundo, cargado con secretos, experiencias y conocimiento; KyungSoo sintió un escalofrío corriendo por su espalda y los vellos delgados de su cuerpo se elevaron bajo su ropa ante esta mirada en particular y nunca antes vista.

Afortunadamente, justo antes de que apareciera un calor anormal en su rostro y su garganta se cerrara con incomodidad, el destello fiero y febril desapareció y la gentileza y la suavidad lo reemplazaron inmediatamente, dejando ante él al mismo Emperador al alcance de su mano. Aquel que le dejaba tranquilo y aportaba una revolucionaria e inesperada tranquilidad y compresión.

Era fácil sentirse cómodo con aquello que es conocido. Lo que se mantiene oculto en las personas suele ser lo que más desconcierta y perturba a quienes lo presencian.

-Hay muchos métodos que pueden utilizarse para complacer a un amante sin la necesidad de una copulación, Príncipe KyungSoo.

-Hmm. Es bueno que sepas sobre estos métodos entonces -se apresuró a contestar, sintiendo los vestigios del remolino de sentimientos confusos aún haciendo mella en su corazón y su cuerpo-.

Por fortuna, no tardaron mucho más en llegar a su destino.

El carruaje se detuvo lenta y periódicamente hasta que hubo quedado completamente estático en un solo lugar. La puerta a su lado se abrió no mucho después y, por protocolo, el Emperador salió de primero solo para volverse y extender una mano con la intensión de ayudarle a bajar.

Con tantos ojos sobre ellos, KyungSoo no pudo ignorarlo y aceptó el gesto con con falsa indiferencia y altivez, provocándole una carcajada suave que se meció y enriqueció sus oídos. De esta manera, caminando al mismo ritmo y hombro con hombro, se dirigieron hacia la zona habitada únicamente por su pueblo y los visitantes interesados en sus productos.

Al ser una costumbre y tradición bien arraigada, los comerciantes y vendedores de dulces y comida le obsequiaron muestras pequeñas y fácilmente transportables para que pudiera comer en el camino. KyungSoo las tomó todas con una sonrisa y numerosos asentimientos en reconocimiento, habló un poco con un par de ancianos que se acercaron para saludarlo y obsequiar sus bendiciones y, finalmente, cuando hubieron terminado de recorrer la calle, llegaron al hogar de DongByul.

Las casas del Imperio del Sur normalmente eran construidas a base de fuerte y resistente madera, ladrillos y tejas firmes, por lo que era bastante fácil y rápido encontrar estabilidad y calma en ellas. Su pueblo gozó del mismo beneficio que tenían los residentes; el Emperador era especialmente terco con los temas de igualdad en su país y nadie pudo quejarse al respecto.

Es por esta razón que no puede evitar sonreír al ver la belleza en la que se había convertido el hogar de su amigo. Era la arquitectura viva y notable del Sur, pero también estaba el buen gusto y la delicadeza de las decoraciones de su tierra, una combinación por demás preciosa que encajaban muy bien la una con la otra.

Acercándose a la puerta con el brazo extendido, KyungSoo tocó dos veces y esperó con el corazón en paz a que esta se abriera. Los pasos resonaron contra la madera en el interior y un momento después se encontró cara a cara con JuSeol, el marido de DongByul.

El pobre hombre había abierto sus ojos grandes y divertidamente mientras se desvanecía en profundas reverencias, palidez y verdor luchando por ver qué predominaba en su rostro contraído a causa de la vergüenza y la preocupación.

-¡Príncipe KyungSoo, Su Majestad! ¡Lo siento, lo siento mucho! Debía esperarlos fuera, pero lo he olvidado, ¡este hombre es indigno!

KyungSoo sabía que él estaba dispuesto a hacer una reverencia totalmente innecesaria y vergonzosamente pronunciada, así que se apresuró a tomarlo por los antebrazos, impidiendo así que dejara caer su cabeza hasta tocar el suelo, y le sonrió reconfortantemente, tratando de tranquilizarlo.

-JuSeol, está bien, está bien. No importa; acabas de tener un hijo no hace mucho, seguramente tu mente aún se encuentra un poco dispersa.

-Su Alteza...

-¿Cómo está DongByul? ¿Se encuentra en casa? -preguntó, tratando de cambiar de tema para dejar la situación a un lado y JuSeol parpadeó, se enderezó y asintió con una sonrisa-.

-Lo está, Su Alteza. Él se encuentra muy feliz desde que supo que ambos vendrían a vernos. ¿Les gustaría pasar ahora? Prepararé un poco de té para todos.

-Nos encantaría, muchas gracias, JuSeol.

Así pues, se encargaron de dejar sus zapatos en la entrada y los oficiales quedaron fuera para custodiar la casa. KyungSoo, siendo seguido de cerca por el Emperador. Se sentaron sobre cojines en la sala de estar, frente a una mesita mediana; un incensario estaba encendido en algún lugar y el suave aroma herbal tranquilizó su cuerpo emocionado.

JuSeol se perdió en la habitación matrimonial en busca de su esposo e hijo y KyungSoo aprovechó el tiempo a solas para sacar del bolsillo de su manga un pequeño paquete que le obsequiaría al bebé. El Emperador lo observó con atención, la curiosidad brillando en sus pequeños ojos, y KyungSoo sonrió un poco mientras alzaba una ceja.

-No sabía que el Emperador resultaría ser tan entrometido.

-¿Hum? No he dicho nada -dijo él con diversión y colocó sus manos sobre el paquete en sus muslos-.

-No es necesario que lo digas. Puedo notarlo en tu mirada.

Kim JongIn rió por lo bajo y se inclinó hacia él, su aroma cítrico haciéndole cosquillas en la nariz.

-Cuanta perspicacia posee el Joven Segundo Príncipe. Ya que he sido descubierto, puedo preguntarlo directamente: ¿qué es lo que has traído para él?

KyungSoo acarició el envoltorio con la punta de sus dedos, una sonrisa dulce sobre sus labios rojos.

-Es ropa. Le pedí a JiHyun que consiguiera tela de buena calidad y yo mismo me encargué de hacerla. No han llegado costureras provenientes del Imperio Do, por lo que nuestras ropas y nuestro estilo de vestir es imposible de conseguir aquí, por eso quería hacerlo para él. Sé que a DongByul le gustará, así que me siento muy complacido con lo que he preparado. También traje algunos pañales de tela, un par de abrigos, guantes y calcetines mullidos para el invierno. Estos suelen ser un poco más caros, así que será un buen presente.

El Emperador fue paciente mientras lo escuchaba. Con cada nueva adquisición a la lista a otorgar, su corazón se sintió aún más enternecido. Y es que KyungSoo era tan bueno, tan amable y bondadoso sin siquiera ser consciente de ello. Él era un hombre noble, de buen corazón y de alma pura. ¿Cómo no sentir afecto mientras le escuchaba hablar? ¿Cómo no sonreír y desear tenerlo para sí? Era tan complicado y, sin embargo, su sonrisa permaneció mientras sus deseos se fundían en la espesura de sus sentimientos.

-Pensaste en todo tan bien. Has hecho un buen trabajo, KyungSoo -le halagó sinceramente y KyungSoo lo miró con un poco de sorpresa, pero con mucha satisfacción. Un suave rubor dulce se asentó sobre sus mejillas y sus facciones se suavizaron un poco más mientras asentía-.

-Te lo agradezco.

JuSeol, DongByul y la nueva adquisición familiar aparecieron no mucho después. DongByul aún se encontraba un poco más carnoso de lo que debería, pero era indiscutiblemente adorable, perfectamente hermoso y satisfecho. Cargaba a SeungSoo como si fuera un tesoro invaluable y, a pesar del cansancio visible en sus ojos, se tomó la molestia de sonreír honestamente para ellos. A su lado, JuSeol lo mantenía estable con su mano bien puesta alrededor de su cintura y lo ayudó a sentarse una vez se encontró frente al cojín.

Así, DongByul pudo asentir como saludo y sonreír más ampliamente, acunando protectoramente al pequeño bulto contra su hombro.

-KyungSoo, Su Alteza; cuanta felicidad siento al verles nuevamente y tenerlos en mi casa.

Mientras el saludo se desarrollaba, JuSeol le dio un beso a su esposo en la sien y se alejó para preparar el té que había prometido anteriormente. KyungSoo sonrió ante la escena y unió sus manos sobre el obsequio.

-DongByul, también estoy feliz de verte saludable y contento. Siendo no haber podido venir antes.

-No tiene que disculparse, KyungSoo, entiendo la situación por la que pasa y sus numerosas obligaciones actuales.

-Es un alivio sentirse comprendido... ¿cómo has estado estos meses, DongByul? ¿Te encuentras bien? -preguntó con suavidad, tintes de dulzura fraternal impregnados en su voz grave y controlada-.

DongByul suspiró larga y ruidosamente, pero de nuevo la curva preciosa y complacida se apoderó de sus labios y sus ojos resplandecieron majestuosamente. Era fácil admirar su belleza en la sencillez, también era fácil sentirse encantado con él siendo rodeado por toda aquella esponjosa aura paternal, extremadamente protectora y amorosa a su alrededor.

-Lo estoy. Admito que me encuentro un poco más agotado de lo normal y que dormir es complicado con un bebé tan pequeño al que debemos cuidar, pero todo vale la pena por completo. SeungSoo es un buen niño, no me da demasiados problemas, pero sigue siendo un niño que quiere la atención de sus padres constantemente. Es un trabajo desgastante, pero es lo mejor que pudo habernos pasado en la vida.

El corazón de KyungSoo dio un vuelco por completo y un latido fuerte y anhelante se abrió paso en su interior mientras lo miraba y le oía. Ver su rostro suavizado por el amor y la ternura mientras miraba al pequeño dormido, escucharlo hablar tan cariñosamente, notar su orgullo y su satisfacción... KyungSoo podía sentir todas sus emociones y los deseos reprimidos que se había encargado de mantener muy profundamente en su corazón.

De repente, sintió la mano grande y cálida de Kim JongIn colocándose suavemente en su hombro. Giró el cuello inmediatamente y encontró en él una mirada suave y sigilosa, preocupada, pero terriblemente clara: te estoy apoyando. Estoy aquí para ti.

KyungSoo fue capaz de dejar de lado la melancolía y la nostalgia por un momento y se permitió cubrir el dorso del Emperador con su palma pequeña, aceptando su gesto.

Para cualquiera, este movimiento viniendo especialmente de dos personas que portaban sus títulos actuales sería visto como una demostración de profundo amor puro y atento, no obstante, para KyungSoo no era más que un paso que se dirigía directamente a la confianza y al agradecimiento. Para él, eso era incluso más profundo que el amor de un par de amantes.

Encontrando fortaleza en el toque suave sobre su hombro, KyungSoo volvió a mirar a DongByul, que los observaba con atención, y sonrió nuevamente mientras tomaba el paquete que había preparado y lo colocaba sobre la mesita ante ellos.

-Hemos preparado algo para SeungSoo. Es un regalo que espero que calme tu mente y te haga sentir descansado y tranquilo por algún tiempo. Por favor, acéptalo.

El monarca no dejó pasar el "hemos preparado". El obsequio era de parte de KyungSoo, pero él lo había ofrecido como si fuera de ambos. Kim JongIn sonrió y llevó su mano nuevamente a sus muslos cuando se dirigió al joven y sorprendido padre.

-El Joven Segundo Príncipe realmente se ha esforzado preparándolo para el pequeño SeungSoo. Lo ha hecho con sus propias manos, así que tómelo y cuídelo todo muy bien, por favor.

-Su Majestad, KyungSoo... esto no era necesario. Me siento tan avergonzado en este momento.

KyungSoo movió sus manos en una clara negativa y sus ojos resplandecieron con alegría renovada, su propio orgullo flotando sobre sus ojos oscuros.

-No hay razón para sentirse avergonzado, es el procedimiento según la tradición. Acéptalo con la confianza suficiente y el corazón abierto.

DongByul lo miró directamente a los ojos por algunos segundos y en ellos encontró la firmeza y la determinación formando un muro indestructible; luego de un tiempo en silencio, él terminó por suspirar y sonreír con aceptación, completamente vencido y asintiendo para ambos.

-De acuerdo, lo aceptaré. Se lo agradezco a ambos... ¡oh! SeungSoo está comenzando a despertar -exclamó repentinamente, justo cuando el bultito bien cubierto se removió contra su cuerpo, quejándose y gimiendo de forma adorable-.

Él inmediatamente sonrió con fuerza y dejó algunas palmaditas en la pequeña espalda de su hijo. Llevó su mirada hacia un atento y curioso KyungSoo y le preguntó sin un solo atisbo de dudas:

-KyungSoo, ¿le gustaría cargarlo?

Esta pregunta trajo consigo un congelamiento abrumador y una sorpresa infinita. KyungSoo nunca lo había considerado una posibilidad, de hecho, se encontró bastante feliz de verlo cargando a su hijo y saber que se encontraban bien; ¿cómo podría pedir algo más que eso? Pero aquí estaba él ofreciéndole algo tan maravilloso. Simple para algunos, pero tan importante para él.

Una vez más, Kim JongIn acudió a él y golpeó suavemente su espalda mientras le sonreía cálidamente a DongByul.

-A él le encantaría. Por favor.

KyungSoo salió de su ensimismamiento al oírlo y ver cómo DongByul se ponía de pie de inmediato y se acercaba a él. Se encogió un poco, el miedo y la indecisión llenándolo mientras el padre se sentaba a su lado y cargaba de mejor forma al bebé, preparándolo para el cambio. Por un momento KyungSoo realmente sintió temor por la posibilidad de dejarlo caer o hacerle daño, pero DongByul fue diligente y muy amable mientras le enseñaba cómo debía sostenerlo de la forma correcta, perfectamente atento a cualquier movimiento incorrecto.

-No tenga miedo, él estará bien. Solo mantenga los brazos abiertos de esta forma... muy bien, suba un poco la cabeza y apéguelo a su cuerpo para que sienta su calor y su aroma... sí, justo así, lo está haciendo genial, KyungSoo. Ahora voy a soltarlo, no afloje el agarre.

KyungSoo de inmediato afianzó al bebé contra su cuerpo, asegurándolo muy bien para que no cayera de sus brazos y se quedó sin aliento cuando DongByul retiró sus manos del bultito y este quedó a su completa disposición.

Lentamente bajó su mirada hacia el pequeño y su corazón se apretó con mucha fuerza contra sus costillas, sus ojos ardiendo ligeramente mientras se llenaban con nada más que la imagen de aquel hermoso bebé que le miraba con atención, sin moverse demasiado mientras sus ojitos oscuros se encontraban con los suyos.

A partir de ahí, todo fue sumamente natural y lo suficientemente fácil como para mantenerlo relajado.

SeungSoo era un bebé saludable, carnoso y con un cabello tan oscuro como escaso. Sus mejillas estaban cargadas con un lindo tono rosado y su boca era muy delgada. Su manita regordeta se cerró alrededor de su dedo cuando KyungSoo se lo ofreció y su nariz de botón no era más que adorable. KyungSoo sintió como cada músculo de su cuerpo se aflojó y una ilusión y felicidad infinita nacía en él con la fuerza del dragón mas poderoso que podría existir en los cielos.

Porque le estaban concediendo algo que jamás pensó que podría tener, porque sentía su instinto protector cerrarse alrededor de ambos y un cariño y afecto infinitos para este pequeño bebé.

Sus labios se apretaron para evitar que estos temblaran y una pequeña lágrima se escapó de su ojo debido a la sobrecarga de emociones que le golpeaban con fuerza. Rió mientras el Emperador le ayudaba a limpiar la humedad en su mejilla y acercó su rostro a la mano de SeungSoo para besarle el puñito fuerte y firme.

-Qué hermoso eres, tan bonito y dulce. Serás alguien verdaderamente fuerte y gentil cuando seas mayor, justo como el hombre al que tu nombre le rinde honor -susurró y SeungSoo balbuceó algo completamente ininteligible, como si estuviera de acuerdo con él-.

KyungSoo rió y lo sostuvo más cerca de su pecho, sintiendo su suavidad y su calidez irradiando sobre las telas de ropa. Absorto y ajeno a lo que lo rodeaba en ese momento, pasó desapercibida la mirada que había compartido el monarca y DongByul y la llegada de JuSeol con el té.

Minutos después, mientras el matrimonio y el Emperador hablaban, KyungSoo sintió una sensación indescriptible en su pecho. SeungSoo jugueteaba con su dedo y parpadeaba rápidamente, sin preocupaciones y completamente a gusto en sus brazos. Removiéndose en medio de sus juegos, KyungSoo pudo vislumbrar un lunar en su cuello. Esta imagen tan pura y hermosa trajo de forma inevitable los recuerdos de su propio hermano, de su amabilidad y pureza y también sus cargas incontables y ocultas.

Por ello, con el corazón un poco oprimido, interrumpió la conversación sin siquiera notarlo y murmuró por lo bajo el nombre del doncel, que lo miró de inmediato.

-DongByul... este niño... prométeme que siempre vas a cuidarlo -comenzó mientras sus dedos libres acariciaban una mejilla regordeta y tan suave como la seda. La sala se silenció repentinamente y él arrugó un poco las cejas, aún cuando aún propios labios se mantenían sonrientes-. Prométeme que lo educarás y formarás para que se convierta en un gran hombre, que nunca le faltará amor y oídos que escuchen sus problemas, un padre que lo guíe con cariño y una figura que aplauda sus éxitos.

»DongByul... debes prometerme que él siempre va a ser feliz, que no sufrirá, y si lo hace, que no sea por responsabilidades que no le correspondan. Que será amable y justo, que irá por el camino correcto, acompañado en todo momento. Tienes que prometerme que te encargarás de que ninguna carga sea llevada sobre sus hombros, que no tendrá que guardarle secretos a nadie y que tendrá una gran familia. Debes asegurarte de que él tenga lo que hyung-nim nunca pudo tener, por favor, encárgate de eso.

-KyungSoo -lo llamó suavemente el Emperador mientras el silencio se hacía más espeso y un par de lágrimas lo abandonaban-.

Al final, la comparación había sido inevitable y sus sentimientos habían terminado traicionándolo, pero, a pesar de eso, DongByul sonrió con sus propios ojos resplandeciendo ante las lágrimas que no había derramado y asintió con determinación.

-KyungSoo, yo se lo prometo. Me encargaré de que mi hijo honre adecuadamente a su hermano y obtenga las cosas que el Joven Emperador no pudo tener en vida. Puede estar tranquilo, porque él estará en buenas manos.

KyungSoo sonrió temblorosamente mientras era observado fijamente por el bebé en sus brazos y asintió con lentitud.

-Muchas gracias. Realmente te lo agradezco.

. .· '¸.·*'¨) ¸.·*¨)
.(¸.·' (¸.·'* . El Concubino del
Emperador.

Cuando salieron del hogar del joven matrimonio, el atardecer comenzaba a mostrarse en el firmamento y el día laboral se había dado por finalizado. JuSeol se había retirado con un dormido SeungSoo y DongByul se tomó la tarea de acompañarlos a la puerta y despedirlos.

Él y KyungSoo se tomaron de las manos y las sonrisas no tardaron en aparecer en sus rostros. Kim JongIn los miró, un poco más alejado. La escena era nada más que conmovedora; un doncel pobre siendo igual a un Concubino renombrado, ambos con la misma mirada, con la misma sonrisa. Ellos estaban unidos por un pacto irrompible, tenían una unión especial que nadie sería capaz de destruir jamás.

-Cuídese mucho, KyungSoo. Espero que regresen sanos y salvos al Palacio.

-Te lo agradezco. Tú también cuídate y cuida del pequeño SeungSoo. Recuerda descansar un poco y mirar el regalo que traje para ti.

DongByul asintió y apretó sus manos.

-Lo haré un poco más tarde en compañía de JuSeol. Recuerde que puede visitarnos cuando lo desee. Seguramente SeungSoo será feliz de verlo seguido.

KyungSoo rió un poco.

-Hum. Yo también seré feliz de verlos. Trataré de salir del Palacio más seguido.

DongByul miró entonces al Emperador, que se mantuvo a raya en todo momento, y se dirigió a él con la misma calidez y amabilidad.

-Su Alteza también puede venir cuando lo desee. Por favor, considerelo.

Kim JongIn inclinó un poco la cabeza y no tardó en sonreír para él.

-Lo haré. Gracias por la invitación.

-Supongo que ya es hora de irnos. DongByul, gracias por todo, ha sido un día estupendo.

DongByul asintió con entusiasmo y palmeó dos veces sus dorsos suaves y pálidos.

-Gracias a ustedes por venir aquí. JuSeol y yo estamos muy agradecidos.

KyungSoo asintió y se alejó un par de pasos para formar una breve reverencia que el joven doncel no tardó en imitar. Al incorporarse, ambos se sonrieron mientras el cochero abría la puerta del carruaje para ellos.

-Nos veremos luego.

-Sí, los esperaremos aquí.

Finalmente, y luego de una última mirada hacia el interior de la casa, KyungSoo se dio la vuelta y comenzó a alejarse de la entrada de la casa; pronto se reunió con el Emperador y juntos se encaminaron hacia el carruaje que aguardaba por ellos. Kim JongIn lo ayudó a subir, caballeroso y galante, justo antes de seguirlo de cerca y cerrar la puerta por su propia cuenta.

KyungSoo retiró la cortina que cubría la ventana y se despidió de DongByul, que había alzado la mano con entusiasmo y la movía de lado a lado en señal de despedida. Su corazón se sintió cálido cuando, no mucho después de ponerse en movimiento, JuSeol llegó a su lado y lo envolvió en un abrazo, y, honestamente, deseó a todos los dioses que quisieran escucharlo que siempre vivieran felices y satisfechos, en un matrimonio saludable y armonioso.

Justo cuando acabó ese pensamiento y se disponía a acomodarse correctamente en su lugar para iniciar una conversación con el Emperador, captó por el rabillo del ojo a una persona oculta tras el grueso tronco de un árbol cercano. Su rostro estaba cubierto por una capa con capucha oscura y su ropa era indistinguible, no había forma de que pudiera verlo correctamente dada la velocidad que comenzaba a ganar el carruaje y su vestimenta, pero había algo en él que sacudió su corazón y palpitó directamente en su alma.

Sus ojos se abrieron de par en par y trató de mirar adecuadamente en el mismo lugar, pero cuando se enfocó nuevamente en el sitio, ya no había nadie ahí.

Notando el movimiento repentino y una palidez inusual en su rostro, Kim JongIn colocó una mano en su muslo y lo miró con preocupación palpable.

-¿KyungSoo? ¿Te encuentras bien? ¿Qué sucede?

Deslizándose fuera de su mente y de lo que pudo haber sido o no, KyungSoo se alejó de la ventana con aire ausente y lo miró, confundido y un poco perturbado.

-No es nada, solo creí que había visto algo pero aparentemente solo fue mi imaginación.

El monarca lo miró por un tiempo prolongado, pero KyungSoo no se adentró más en el tema y él no se inmiscuyó en él por su propia comodidad; incluso cuando la preocupación bajo su piel se retorcía y salía en oleadas tan enormes que conseguían ser abrumadoras, le permitió a KyungSoo tener sus propios pensamientos y privacidad.

-El pequeño SeungSoo es realmente un bebé hermoso. A él le gustaste -dijo con suavidad, desviando su atención de sus pensamientos inquietos para traerlo de vuelta a una zona segura y cómoda-.

KyungSoo parpadeó lentamente, unió sus manos sobre sus muslos y bajó la mirada a sus dedos. El recuerdo de aquél pequeño revolvió su corazón y un halo de alegría y esperanza floreció en su pecho, aún cuando su rostro se mostró distante y su voz inexpresiva. Él murmuró con aire ausente, mientras sus memorias traían de vuelta la imagen del pequeño:

-Al igual que mi hermano mayor, este pequeño SeungSoo portaba en su cuello una marca de nacimiento: un lunar en el mismo lugar exacto en el que descansaba la de hyung-nim. ¿Podrá tratarse de una casualidad sorprendente? ¿O se tratará a caso de un juego del destino?

Kim JongIn, sumido en su sorpresa, no tenía nada qué decir sobre ello. De esta forma, el viaje fue inevitablemente silencioso.

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