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Él

La tarde llegaba a su fin y eso significaba el turno doble de Sussy. Una enfermera que hacía guardia todos los días para su beneficio económico. A pesar que vivía sola, excepto por Conny, su fiel gato blanco con negro. Estaba muy agobiada en gastos en su pequeño departamento. No era para más, ser hija única y tiempo atrás encargarse de los gastos del funeral de sus padres y deudas, no era tarea fácil y menos con su salario de miseria. Había superado aquel terrible recuerdo, pero a veces lo recordaba en sus pesadillas que le sucedían estos días frecuentemente.

—Suss, Sussy, ¡Sussana!—le gritó aquel pelinegro alto con un café en la mano.

Sussy sólo se despertó de golpe del escritorio donde anteriormente estaba anotando los resultados de pruebas hechas. Se talló los ojos y miró con el corazón a mil por hora a Connor, uno de los doctores del lugar y estos días uno de los más exigentes y más con Sussana.

—Lo-lo siento, yo, de verdad...—Sussy trató de arreglar la situación pero aquel hombre sólo negó con la cabeza y miró la hora en su reloj, visiblemente caro.

—¿Sabes qué hora es Sussana?—dejó molesto el café en el escritorio y se sentó en la silla enfrente de Sussy.

Sussy tragó saliva y miró el reloj de pared de aquella oficina.

—Las 3:45 AM—ella le contestó y siguió tratándose de incorporar.

—Ocupo los resultados de el señor Morales. ¿Ya hiciste la conclusión de ello?

Ella frunció el ceño y recordó que el señor Morales estaba en la última lista de análisis y pruebas.

—Aún no.

—¿Por qué?—apoyó la mano en el escritorio y trató de no perder la razón por unos estúpidos papeles.

—Es difícil—se limitó a decir.

La razón que estaba controlando desapareció y el doctor Cowell se levantó de golpe.

—¡Exacto! Sé que estás jodidamente cansada y que te matas en este lugar pero te diré algo; ¡No eres la única! Yo también deseo estar en casa, descansando pero apareces tú y tus pocas ganas al trabajo. ¡Entiende que no puedo seguir haciendo todo mientras tú sigues deprimiéndote! ¿Es que ni siquiera para trabajar sirves?

Sussy se calló sin saber qué decir o hacer y su furia apareció.

—¿Crees que es fácil lidiar con todo esto que me cargo? ¿Qué es fácil hacer turnos extra diarios? ¿Qué me alcance para una lata de atún y quedé aún así endeudada? ¡¿Qué es fácil no deprimirse cuando el recuerdo que quieres olvidar se convierte en tu pesadilla de todas las noches!? ¡¿Sólo te digo que si crees que es fácil no deprimirse cuando los tres últimos malditos segundos de la vida de tus padres son escuchados por ti, y que después de eso y del ruido, saber lo que pasó, darte cuenta que no responden y no puedes hacer nada porque estás a la otra maldita mitad del país?!

Sussy después de lo dicho cayó en lágrimas y agachó la cabeza a seguir con su llanto.

Connor la miró con pena y un poco arrepentido pero, su dureza le evitó decir algo que le ayude.

—Sussy—lo dice con un hilo de voz y se arrimó intentando consolarla pasando su mano por la espalda de Evans.

Sussy lo evitó y salió de aquella habitación, dejando al doctor Connor Cowell completamente solo.

(...)

—Y te dejo las llaves, Mary—colgó Sussy del teléfono de la recepción y se quitó la bata blanca, poniéndose un abrigo largo y negro. La noche era helada y con más razón a unos días de empezar noviembre.

—Sussy, espera—corrió Cowell hacia ella y Sussy rodó los ojos molesta y sin detener su acción de abrir ambas puertas para irse de ese terrible lugar.

—¿Ahora qué quieres, Connor? ¿Vienes a humillarme y hacerme sentir de la mierda con tus...?

—Perdón, Sussana. Estoy harto de todo. No debí decir eso, en serio perdóname.

Sussy dejó la manecilla de la puerta y lo miró una vez más. Sabía que no podía irse antes de mirar sus ojos oscuros una vez más.

—No—cerró los ojos matando la ilusión del pasado y retomó su vieja acción.

Sussy salió y se encaminó a su auto económico.

Se abrazó a sí misma y vio su aliento. Sin duda era una noche para congelarse.

—¡Sussana!

Escuchó Sussy a Connor llamarle.

—Genial—se apresuró a abrir la puerta de su coche blanco, pero le falló cuando más lo necesitó.

Connor la alcanzó y le detuvo la puerta.

—Vete—Sussy se giró a verlo.

—No lo haré hasta que me perdones. No podemos vivirnos de peleas absurdas.

—Sí, claro. ¿Desde cuándo las humillaciones son "peleas absurdas"?

—Compréndeme, así como yo lo hice contigo. Así como te ayudé con los pagos de lo de tus padres, comprende que estoy en pleno divorcio y problemas en el trabajo son lo último que quiero. Es el único lugar donde me siento bien, seguro.

Sussy ladeo la cabeza dudosa para saber si le estaba reclamando los gastos y a la vez nerviosa, por no saber lo que su amigo pasaba.

Rayos.

—¿Desde cuándo un hospital lleno de gritos, llantos, muertes y sufrimiento es un lugar para sentirse "Bien"?—le preguntó Sussy a Connor un tanto confundida.

—No es el lugar específicamente, son las personas que me rodean—le contestó Connor.

—¿Qué?

—Estoy bien a tu lado, Sussana, pero tú no me dejas estarlo.

Sussy se quedó helada y con el estómago revuelto en miedo, nervios y confusión.

—¿Pero qué rayos?—fueron las últimas palabras de Sussy antes de que el doctor Cowell la besara y ella no lo negara.

Pasaron tres segundos hasta que Sussy se apartó y lo aventó.

—¿Qué te pasa? ¿Cómo se te ocurre besarme así porque sí? No seas idiota.

Sussy abrió por fin la puerta de su coche y en fuga se fue, olvidando en la fría noche a Connor Cowell.

(...)

—¿Qué le pasa?—renegó Sussy aún sin poder creerlo. Era apuesto Connor, y lo aceptaba, pero su necesidad no era para compartirla con ella.

Pasó por la carretera vacía y pasó por aquel bosque que siempre le daba igual por el día, pero nunca le había tocado manejar en la noche, sino, hasta el amanecer.

En un alto casi al terminar, se quedó viendo a la nada del bosque y pensó en todo lo que le había pasado.

Su nada fue interrumpida por ver algo pasar rápidamente de árbol en árbol. Parecía humano, pero con extremidades bastantes largas y oscuras.

Sussy abrió los ojos alarmada y el sonido del claxon de un carro atrás suyo la hizo dar un brinco.

Aceleró al ver la luz verde y se convenció de eso que vio fue por el sueño que tenía e ideas suyas.

(...)

—Hola, pequeño—Sussy saludó a Conny, y éste cariñoso, se enredó en sus piernas. Había llegado a su hogar, sana y salva.

El calor de Conny la hizo sentir protegida con él.

Dejó sus cosas en la barra del departamento y se acostó en el sillón, destinada a dormir unas 20 horas.

Conny la siguió y estuvo con ella.

(...)

—¿Dónde estoy?—Sussy preguntó aterrada al ver que estaba en el bosque ya visto, pero no se lo creía.

Vio la figura larga, delgada y oscura que saltaba de árbol en árbol.

Retrocedió y choco con un árbol. Se aferró a el, pero al mirar arriba, gracias a los ruidos escuchados, vio a aquella criatura sin forma, con la cara distorsionada y sólo con una gran boca con colmillos afilados y con una sonrisa macabra. Sussy se quedó muda.

Gritó y salió corriendo. La piedra le hizo una mala jugada y la hizo caer hasta rodar colina abajo.

Sussy despertó de brinco y dándose cuenta que estaba en el piso de su hogar.

—Sólo fue un sueño—se aclaró así misma y se levantaba buscando a su fiel amigo. Rió al verlo en la canasta de ropa sucia dormido plácidamente. Revisó la hora en el reloj de pared y corrió de golpe a bañarse para irse a trabajar.

—Diablos—renegó al saber a quién vería.

Anteriormente había sentido algo por Connor, pero su ilusión la mató a la hora que le llegó la invitación de su boda. Era increíble que con 24 años se casara y 2 años después surgiera el divorcio.

Salió de la ducha y en el espejo del ropero de su cuarto se veía muy demacrada y con unas horribles ojeras que arruinaban el azul de sus ojos.

Se quitó la toalla y se puso su uniforme, desodorante y perfume.

Amarró su cabello oscuro y se hizo un chongo. Puso fijador y fue a la cocina por un pan tostado con mantequilla y un jugo de naranja recién sacado de la nevera. Consumió ambos y se limpió con una servilleta, después, fue al baño a cepillar sus dientes. Acto seguido, fue por sus zapatos y su maquillaje para ocultar esas terribles ojeras.

—Mírate—exclamó cansada Sussy. Le reclamaba a su reflejo y se criticaba por lo descuidada que estaba.

Negó y se dirigió a agarrar a Conny, despidiéndose, para volver a verlo hasta la madrugada.

Suspiró cansada, odiando su rutina y salió del pequeño departamento.

(...)

Sussy jugueteó con su pluma. Estaba cansada y aburrida. No tenía más cosas por hacer, sólo esperar hasta que acabase su turno y poder irse, al fin.

—¡Al quirófano, rápido!—escuchó a uno de sus compañeros ordenar y la curiosidad la hizo salir de la habitación a ver qué pasaba.

Quedó en shock al ver aquélla escena que parecía de un crimen.

Partes descuartizadas y mordeduras en todo el cuerpo, algunas marcas como de quemaduras y el pobre hombre estaba consciente de ello. Parecía agonizar y estar a sus últimos minutos de vida. ¿Por qué al quirófano? Sus piernas estaban arrancadas y el hombre estaba morado. Era horrible. Daba tristeza, lástima y asco.

Sussy se tapó la boca y no pudo alejar su mirada de la camilla empapada de aquel líquido rojo que la dejaba helada.

El hombre fue ingresado de emergencia y Sussy corrió huyendo de aquélla habitación.

¿Qué pasaría?

(...)

—Fue atacado por un animal—le dijo Cowell entrando a la oficina de Sussy al verla haciendo el informe del suceso pasado.

Sussy dejó de escribir y fijo sus ojos claros a los oscuros de Connor.

—Al ver las marcas de su cuerpo también se sospecha que fue atacado por delincuentes, pero sabremos la verdad cuando por fin despierte—concluyó Sussy y se levantó para entregar la hoja del informe a recepción.

—Perdón por lo que pasó la noche pasada. No sabía lo qué hacía.

Sussy se paró de golpe casi al salir.

—No importa—lo miró fría y salió de su oficina cerrando la puerta.

Connor sólo suspiró agobiado y se fue a su oficina sin mucho por hacer.

(...)

—Mordeduras graves.

—Lo tengo—le dijo Sussy al Doctor Ramírez diciéndole los daños que sufrió el hombre de la noche anterior.

—Quemaduras, partes del cuerpo arrancadas, como ambas piernas, y desgarramiento del brazo derecho. Es increíble que siga con vida—le dijo sorprendido y mirando las fotografías que tenía en la mano.

Sussy dejó de escribir y vio al señor con cabello blanco y lentes, mirando aterrado los resultados.

—¿Está bien?

—Está inconsciente, tuvieron que darle calmantes. Cuando por fin estaba en un estado de mejora, para hablar, no paraba de gritar y quererse levantar sin importar su estado. Es increíble.

Sussy no dijo nada y volvió a su libreta.

—Nunca vi nada igual—le confesó Sussy a Ramírez.

Ramírez soltó una risita que parecía nerviosa.

—Ni yo igual, pero uno no ve muchas cosas cuando es joven. Mírame, 36 años de servicio en este lugar y he visto de todo. Cosas que ni te imaginarás, pero, como esto nunca, aunque te diré que cada caso en este hospital me hace clara la idea que no hay que dejar de creer en nada, incluso en "Los monstruos de debajo de tu cama"—dijo la última fase con sarcasmo y miró a Sussy sonriente.

—¿Qué pasó exactamente? O sea, ¿Qué lo atacó?—le dijo un poco nerviosa y curiosa.

Ramírez se acomodó las gafas y miró por un segundo los resultados.

—No tenemos todo resuelto, el pobre hombre casi no sobrevive y no hubo testigos. Él llamo al 911 y después a nosotros, pero la distancia lo trajo acá. Fue un desastre en ese lugar, hubo de todo; Policías, ambulancias y bomberos. No sé si fue el único, pero aún no desciframos todo, parece como una pieza en un rompecabezas.

Sussy lo miró con más dudas que respuestas en su cabeza.

—Faltará esperar la versión del hombre—le aclaró Ramírez al notarla dudosa.

—¿Despertará pronto? ¿Qué le hicieron en el quirófano?

—Tratamos de salvarle las piernas, pero lamentablemente fue demasiado tarde. Tuvo suerte al seguir aquí.

—¿Dónde pasó?

—En el bosque Curts.

Sussy quedó helada. ¿Fue en el bosque que vio la otra vez esa criatura moverse de árbol en árbol y que soñó con aquello?

—¿Qué?—Sussy quedó en shock momentáneo y sintió un malestar por dentro.

—Al lado de la carretera se encuentra, está a tan sólo unos minutos de aquí. Es donde pasas todos los días.

Sus dudas estaban claras y lo aterrada no paraba.

—¿Estás bien?—le preguntó Ramírez a Sussy al verla helada.

—Sí, sí... Estoy bien. ¿Esto es todo? Porque tengo que seguir con más informes—mintió Sussy al no saber cómo reaccionar.

—Sí. Mañana esperaré el informe. Eso es todo por hoy, gracias—le dedicó por última vez Ramírez.

—Claro, nos vemos—Sussy sonrió falsamente y se retiró de ese lugar.

(...)

—Fue tu imaginación, estabas muy
cansada—trató de escusarse con esa idea y se pasó las manos por su peinado apretado.

Miró el informe a medias y sus ganas de escribir se hicieron nulas. No tenía ánimos de nada, ni siquiera de seguir aquí ni de llegar a su hogar a descansar.

—La verdadera versión del hombre lo aclarará todo. No estés tensa, luego verás cosas que no hay—le dijo Connor.

Sussy levantó la cabeza y vio a Connor entrar. Su cara se formó de disgusto y enojo, pero en su interior agradeció por un consejo en estos momentos que sintió que se volvería loca.

—¿Por qué nunca tocas?—se acomodó en la silla y no paró de mirarlo, amenazándolo de alguna manera.

—No tengo porqué hacerlo. Si tú sólo eres...

—Adelante, dilo, "Una simple enfermera".

Sussy se levantó y agarró sus cosas para irse a otra parte donde no viera a este hombre.

—Sussy, no. Lo siento.

Connor trató simplemente de disculparse por todo, pero cada vez se le complicaba todo.

—¿Sabes algo? Tus humillaciones de inferioridad ya no me importan. Hasta me dan gracia. Nos vemos.

Sussy se despidió y se fue de ese lugar de camino a los baños.

Caminó por los pasillos y vio a los pacientes, doctores y enfermeras, por los pasillos blancos.

A algunos los saludó y les sonrió.

Al llegar al baño no vio a nadie y agradeció ello. Dejó sus cosas en el lavabo y se miró en el espejo.

Vio su palidez y sus ojeras. Abrió el grifo y tomó entre las manos un poco de la agua fría para después agachar la cabeza y echársela en el rostro.

Necesitaba un respiro. El tiempo que estaba fuera de este lugar era sólo para dormir y pagar deudas o comprar comida para llevarla al trabajo. En la hora del almuerzo se la pasaba terminando informes y ayudando pacientes, con los cuales algunos, se había encariñado.

Había una señora ya mayor, de unos 63 años. Sussy la quería incondicionalmente. La pobre había estado internada debido a su delicada salud. Tenía pulmonía.

Ella era como la madre que necesitaba. Cada vez que podía iba a verla y le llevaba más comida de lo usual. Le aterraba la idea de perderla.

Se levantó y se quedó inmóvil al escuchar varios del personal corriendo afuera de donde ella estaba.

Alzó una ceja y sigilosamente fue a asomar la cabeza para ver qué pasaba.

Quedó muda al ver otro hombre parecido a la condición del de la noche pasada.

Era terrible. A pesar que llevaba años trabajando ahí, no soportaba ver personas en esa situación. Sólo le daban ideas de cómo habrían quedado sus padres.

Esa fue una época difícil. Cayó en una depresión terrible, pero Connor le ayudó dándole trabajo en el hospital y ayudándola a los gastos del funeral de sus padres. Sólo tenía 18 años. Ella también tuvo que gastar todos sus ahorros, no eran tantos aún así ayudó en ello.

Ahora tenía 25, pero eso no la hacía ni más ni menos fuerte. Seguía siendo la misma niña con pesadillas en la noche.

Sacudió la cabeza negando y fue rápido a tomar sus cosas y salir a dejarlas en su locker.

Caminó hacia allá y cerró con el candado y llave.

Se dirigió a ver a Berenice. Le decía abuela Ber. Habitación 505. Sala B, última puerta del pasillo.

En sus manos le llevaba su comida preferida, pero lamentablemente ya no comía tanto, el suero la mantenía al tanto.

—Abuela Ber—Sussy no paró de mostrar su sonrisa y entró a la habitación con la charola.

Berenice la vio y le contagió su sonrisa.

—Mi niña—se levantó un poco y se sentó en la cama.

—No hagas esfuerzos. Mira te traje tu comida favorita—Sussy corrió hacia ella. Puso la charola en la cama y la ayudó a recostarse con un cojín.

—Gracias, Sussy—Berenice tomó su mano y acarició la suave mano de Sussy.

—¿Cómo has estado?—Sussy se sentó delicadamente sobre la cama y observó cada detalle de Berenice. Se veía muy cansada.

—Un poco preocupada por ti, mi niña.

Sussy alzó una ceja y miles de dudas se le vinieron a la mente.

—¿Por mi? ¿Por qué?

Berenice acarició de nuevo la mano de Sussy y el temor se le vio en los ojos.

¿Qué pasaba?

Cerró los ojos y después los abrió para contarle.

—Tuve un sueño, en el podía verte muy mal y preocupada. Parecía como si todo se te viniera encima y no pudieras hacer nada. Era terrible. Todo era sufrimiento y yo no podía hacer nada. Era como si yo ya hubiera partido.

Sussy abrió los ojos alarmada y tomó fuerte la mano de Berenice.

—Siempre estarás conmigo, abuela Ber. Eres la madre que nunca tuve, porque ella nunca estaba, pero en cambio tu... Tú siempre has estado, y siempre estarás conmigo, en mi corazón y alma. Te lo juro.

Berenice pareció conmovida y sus ojos claros se volvieron cristalinos.

—Y tú en el mío, mi niña.

Ambas quedaron en un delicado abrazo y con los ojos empañados.

(...)

Los días pasaron y Sussy no pareció mejorar con las pesadillas. Se volvieron con frecuencia diaria. El café la mantenía despierta. Las deudas se acumulaban. Berenice estaba cada vez peor, sabía fingirlo bastante bien, pero sus estudios e informes la delataban.

Siempre la misma pesadilla. En el mismo lugar, la misma cosa, el mismo destino. ¿Acaso era una señal para sobrevivir?

Los turnos extra eran los peores. Escuchó y vio cosas que no iban. Llegó hasta escuchar palabras de sus padres. Era una locura.

—Necesito que lleves esto al piso 93—El doctor Flores le entregó unas toallas.

—¿Qué?—Sussy recibió las toallas blancas extrañada.

—Por favor—Flores se fue de inmediato.

Sussy no pudo decir nada. Volteó los ojos olvidando su café número siete de esa noche y se encaminó al ascensor.

Subir las escaleras no era lo suyo, le aterraban. Todos narraban hechos extraños y crueles en ese lugar.

Al llegar, presionó el botón y entró. Dio al botón "93" y esperó viendo las puertas cerrarse.

Suspiró agobiada mientras vio las toallas impecables.

—¿Ahora soy mucama o qué?—renegó y el sonido al llegar al piso escuchó.

Las puertas se abrieron y vio todo vacío.

Suspiró una vez más y se encaminó a las puertas.

—Piso 93, pero nunca me dijo ¿Cuál habitación?

Volteó una vez más los ojos y se fue a buscar la habitación.

Había doce habitaciones en ese pasillo y tres estaban abandonadas o sin uso aún.

Al azar eligió la habitación 9 y abrió la puerta. Estaba todo lleno de polvo y sucio. Había un poco de artículos nuevos y supuso que iba a ser habitada.

—Tal vez sea aquí.

Se adentró a la habitación y revisó el baño. Parecía viejo, repleto de polvo y partes oxidadas.

Dejó las toallas encima del mueble y se dirigió a irse. Ese lugar le disgustaba.

Salió del baño y se fue lo más rápido. Se tropezó con algunas cosas, pero logró llegar a la puerta que ahora estaba... ¿Cerrada?

—Demonios—Sussy renegó tratando de abrir la puerta, pero el esfuerzo era nulo, estaba trabada.

Con desesperación trató de abrirla, pero paró cuando escuchó unos pasos en el pasillo.

Soltó la perilla y sólo escuchó unos tacones y después unos pasos como de botas.

¿Qué pasaba?

—Sussy...—se escuchó un susurro en la habitación.

—Demonios—volvió a intentar abrir la puerta pero ahora con más desesperación.

—No huyas, estás a salvo... Con nosotros. Te cuidaremos de todo mal—se volvieron a escuchar esos susurros y esta vez estaba claro que eran familiares.

Sussy jamás creyó en lo paranormal. No veía televisión, ni videos en YouTube y jamás vivió algo relacionado con ello.

—¿Quién eres?—soltó la perilla y fue a investigar qué pasaba.

—Te cuidaremos, hija...

Sussy en acto de impresión abrió los ojos alarmada y fue directo a donde se escucharon los susurros.

—¡No! ¡¿Qué quieres?!—aventó las cosas tratando de ver quién era el bromista.

—Siempre estamos contigo. Te queremos...

—¡¿Quién es?! ¡Déjame en paz! ¡Ya!—agarró una jeringa oxidada que estaba en un anaquel viejo.

—No te haremos daño...

Sussy buscó en cada rincón de la habitación, pero no vio nada. Parecía loca.

—¡Vete! ¡No te necesito! ¡Déjame en paz!—se quedó parada con los nervios y miedo inmovilizándola..

—No, no, no—se escuchó una risa y Sussy quedó más helada.

—¡¿Quién eres?!—arrojó la jeringa a lo lejos y cayó al suelo. Abrazó sus piernas y lloró. Estaba sumamente alterada.

¿Qué le hablaba? ¿Por qué y cómo?

—¿Qué acaso no nos recuerdas? Siempre nos ves, cada noche, en tus sueños, al volver a casa. Y nosotros siempre te vemos, durmiendo, sufriendo.

—¿Qué?—quitó sus manos de su rostro y sólo pudo ver una figura oscura, no la vio tan bien por sus lágrimas. Una figura oscura borrosa.

—Pequeña Sussy.

Sussy se levantó y recordó que eso sólo se lo decían sus padres.

¿Qué carajos pasaba?

Se limpió las lágrimas y volvió a insistir a la puerta, esta vez hizo de todo para poder salir. Necesitaba salir, se estaba volviendo loca.

—¡Ayuda! ¡Ayúdenme!—siguió tratando de salir y sólo escuchó risas.

Risas. Risas. Risas.

Las lágrimas se acumularon y dio una patada logrando salir y correr rápido al ascensor.

—Por favor—Flores le pedía.

Sussy cerró los ojos y luego los abrió.

¿Todo lo había imaginado?

—Claro—Sussy le dedicó una sonrisa y agarró las toallas para dirigirse al piso correspondiente.

Tomó el ascensor y presiono el botón para ir al piso 93.

—¿Qué te está pasando, Sussana?—se agarró la frente y miraba las puertas abrirse en... ¿La habitación 9?

—¿Qué? No, no, no—presionó todos los botones y las puertas no cerraron.

¡Maldita sea!

Cerró los ojos y al abrirlos vio que estaba en el piso normalmente. Vio las puertas del ascensor abiertas y apunto de cerrarse. Presionó el botón para evitar esto y se encaminó a la primera habitación. Lucia bastante bien arreglada. Dejó las toallas en el baño que de verdad estaba muy limpio, y se fue huyendo de ese lugar.

(...)

—¿Qué no piensas comer?—le preguntó Connor al verla picotear su ensalada de frutas.

Sussy miró arriba y pareció que vino a acompañarla.

Por primera vez había salido del edificio y estaba en las gradas de afuera. Era un día soleado y tranquilo.

—No tengo mucha hambre que digamos. Sólo puedo pensar en...

—Las deudas—le interrumpió Connor, cruzando los brazos con una bolsa marrón de papel a un lado.

Sussy hizo una mueca y asintió.

—Deja de preocuparte por eso. Sussy, yo te quiero y quiero que estés bien. Ven a vivir conmigo.

Sussy quedó impactada y sin palabras.

—¿Qué...?—lo volteó a ver fijamente y pareció sincero.

—¿Puedo?—le preguntó antes de sentarse a su lado. Ella se quedó muda y él rió al verla así.

—Connor, no.

—No te estoy diciendo que te cases conmigo.

—Es casi lo mismo—Sussy se defendió y miró tímida su ensalada.

—Sólo será un tiempo. Piénsalo, no te faltará nada. Será como en los viejos tiempos y quiero arreglar lo nuestro, dame la oportunidad y acéptalo, te lo suplico—Connor le acarició la rodilla antes de levantarse e irse sonriéndole.

Sussy se quedó como estatua. Era verdad lo que le decía; No le faltaría nada, pero no podía, era demasiado. Demasiado de lo que ya tanto había merecido, aparte, ella podía arreglárselas.

Dejó la ensalada allí y con paso apresurado fue a buscar a Connor. Debía de arreglar todo ya mismo, debía hacerle creer que estaba bien así, sin nadie, aunque en realidad es lo que más le faltaba; Compañía.

Fue caminando rápido por los pasillos y buscándolo, pero ni rastro de él.

Siguió buscando y en el transcurso pudo recordar momentos juntos, como si su ilusión de niña volviera y se aferrase a esa oportunidad propuesta. Él siempre había hecho todo por ella. Estaba divorciándose y pronto sería oficial legalmente, podría suceder algo entre ambos, pero sólo hacía falta poner de la parte de Sussy. Aceptar. Sería una nueva vida, una nueva perspectiva, diría adiós a todo lo malo que le rodeaba. Tal vez, unas semanas o un par de meses no estaría mal. En lo que podría ver cómo era todo y decidir si quedarse un tiempo más. ¡Sí!, no sonaba mal esa idea.

Al no verlo, decidió ir a su oficina y desde allí escribirle un mensaje de texto.

Lo he pensado y la verdad... Acepto. Muchas gracias por todo, Connor. Gracias por esta propuesta, gracias por tu apoyo de hoy y siempre. Gracias por ser tan bueno conmigo. :)

Al minuto pudo apreciar una contestación:

¡Me alegra que hayas aceptado! Puedes comenzar a traer tus cosas. También trae a Conny, será un gusto. Puedes tomarte el resto del día libre para comenzar a mover todo. ;)

Sussy sonrió y se puso manos a la obra.

(...)

—No será mucho—dijo Sussy agarrando solamente una pequeña maleta. A pesar de que no tenía tantas cosas, pero tampoco quería quedarse toda la vida allá, a pesar de la confianza y gran amistad, que se suponía que tenían, ella se sentía aún incómoda viviendo con alguien más. Estaba acostumbrada a estar sola.

Se dirigió en su auto al departamento de Connor. Hacia mucho tiempo que no lo visitaba. La última vez fue cuando fue el funeral de sus padres y ella se quedó todo el día allí. Llorando, desahogándose con él. Ofreciéndole toda la sinceridad saliente de sus lágrimas. Esa sinceridad que hace mucho tiempo que no salía, que había cambiado y ahora, ahora parecía volver al compartir algo más íntimo.

Siguió su recorrido pensando en lo ocurrido, ignorando el tráfico. Enfocándose en cómo sería su relación ahora. En si podría volver a comentarle cualquier cosa sin tener más dudas o en ese caso, más deudas.

Al pensar en detalle en cómo era todo cuando sus padres murieron, sus noches largas en el departamento de Connor, que fueron más que el tiempo que pasó por su matrimonio, ahora disfuncional. Parecía todo volver al mismo círculo, pero con diferente presente, diferente experiencia.

Centrándose en el círculo de las cosas, Sussy no se dio cuenta de un auto en medio de la carretera que estaba averiado, lo que la obligó a frenar, sonando las llantas con fuerza.

¿Un auto en medio de este carretera? En medio de la nada.

Se bajó preocupada por la ayuda que podría poder estar necesitando la persona dueña del auto. Corriendo, pensando en los primeros auxilios básicos se olvidó por completo en que dejó su auto abierto. Accesible a un posible robo, pero era algo que no le importaba. Salvar vidas era lo primordial en la suya.

—¡Disculpe! ¿Necesita ayuda? Estoy dispuesta a ayudarle en lo que pueda...—al revisar por dentro del auto se percató que estaba vacío. Completamente vacío.

Sussy confusa y con un mal presentimiento, puso sus manos en el vidrio de la ventana para poder ver mejor. Observando algo sumamente peculiar en los asientos, algo color carmesí en gran cantidad y todavía escurriendo. Sangre.

Al darse cuenta, el impacto la hizo retroceder de golpe y cayó en la carretera. Lastimándose un poco.

Asombrada se levantó lentamente hasta correr a mirar las placas, conteniendo su respiración al recordar brevemente en su memoria que exactamente esas eran las de sus padres. El auto de sus padres.

Un shock momentáneo la paralizó. El terror la hizo sudar frío, atemorizada, impactada, con ganas de llorar de frustración. Pero, no pudo mirar ni un segundo más porque las llamas crecientes que salían de su auto inesperadamente la despertaron de la pesadilla que estaba viviendo una vez más, con el detalle que era en carne propia.

Las palabras «No puede ser« »Esto no es posible« o cualquier otra negación a aceptar lo que estaba pasando, fue interrumpida por la presión que sintió. Con desespero gritó, acercándose estresada y acomplejada a su auto, buscando con la mirada algo que pudiera ayudarla, pero era en vano, estaba en medio de la nada. Corrió hasta el otro auto y forzó las puertas con tanta fuerza que pudo hacerles una grieta,  pero no logró abrirlas, sólo apreciar mirar de lejos el escenario perfecto de un auto consumiéndose poco a poco.

Las dudas que comenzó a tener no la dejaron pensar con claridad qué hacer, la estaban acorralando. Con miles de sentimientos pasándole, lo único que pudo articular fueron lamentos mientras se agachó y sostuvo su cabeza con sus manos. Resignada.

Los lamentos crecían al nivel del sonido de las flamas. Con desespero y miedo, gran parte de ambos. Acogiéndola con el calor que sintió de este atardecer que comenzó a enfriar.

—Pequeña Sussy...—una voz delicada la llamó. Haciendo que volteara alarmada.

Al mirar al frente, vio una figura oscura, alta, con extremidades largas y un cuerpo deformado, repugnante, acercándose a ella.

—No, por favor... Ya he tenido suficiente—rogó harta, cansada, a nada de darle un ataque de nervios.

—Esto está por terminar—la voz suave se deformó en una abstracta, deformada. Al pronunciar esas palabras, la figura sonrió de forma inquietable, con unos colmillos afilados. Recordando a la perfección esa sonrisa macabra que una vez soñó.

Los sueños que una vez tuvo parecían hacerse realidad, el detalle es que se trataban de malos sueños.

Su aliento se pudo ver, dejando intacta la palabra "No puede ser", segundos antes de que se diese a la fuga con todo el coraje que tenía en el cuerpo.

Corrió al lado derecho de la carretera hasta aproximarse al bosque. Pasando un pastizal que le llegaba hasta los hombros. Huyendo con toda la valentía que le ganaba a las dudas y el terror.

—No te vayas... Te seguiremos—la voz deformada se revirtió a la suave y delicada.

—¡Déjenme!—Sussy gritó histérica.

—No huyas...—las negaciones aumentaron al seguirla y siendo la delantera en esta carrera que parecía de vida o muerte.

La desesperación de la chica la hizo contener el aire para poder aumentar su velocidad sin emitir una sola palabra.

—La verdad está más cerca de lo que crees—la extraña criatura que movía sus articulaciones visibles, no dejó de perseguirla.

¿La verdad?

Siguió sin darle importancia. Pensando que pasando el bosque volvía a la carretera, en la carretera podía pedir ayuda. Tenía mentalmente la situación planeada. Incluso, el hecho de confundir a la criatura al llegar el bosque. Lo que lo tenía en mente es que la criatura se movía muy rápido y en cuestión de un descuido, estaría a su lado, tal vez acabando con ella también como con todas sus víctimas.

—Nada es como lo crees—la voz siguió siendo delicada.

Los pasos grandes aumentaron y todo quedó en un silencio donde lo único que se escuchaba era la respiración cansada y agitada de Sussana y el viento sacudir la naturaleza.

Un mar de ideas y miedos le recorrieron el cuerpo. Parecía la gloria, una idea iluminó su rostro sudado y acomplejado. Un sueño, su pesadilla. Todo parecía tan real que confundiría la realidad, pero al final, sólo había una oportunidad. Había sólo una oportunidad de enfrentarlo.

—Sussy...—la voz siguió.

El acecho duró hasta el entrar al bosque, donde la oscuridad avanzó más y más.

—¡Déjenme, ya! La verdad es que nada de esto es real. Nada—al llegar al inicio del bosque, se giró de tal manera en que pudiera quedar en frente de la criatura para apreciarla de una forma nunca antes vista. Era tiempo de dejar de correr, dejar de huir, dejar de temer.

La criatura no tardó en llegar a estar al frente suyo. Mirándola directamente, donde cualquiera podría revolver sus entrañas con ello. El problema, o, la razón negativa de la chica, es que era demasiado confiada en creer algo repentino o demasiado molesta para seguir huyendo.

—No deberías...—fue lo único que la criatura pudo articular debido a la valentía de Sussana.

—Todo esto no es real. ¡No eres real! Lárgate ya, no te tengo miedo—Sussy no se dejó intimidar, quedándose al frente de la criatura. La cual, sólo la miró atentamente, antes de echarse a reír enloquecidamente, sonriendo deformemente al calmarse y mirar a Sussy.

—Lo menos creíble es lo más probable, pequeña Sussy—la voz de su madre recordándole algo que una vez le dijo, la hizo abrir los ojos alarmada y dar un paso atrás en automático por la impresión, resbalándose y cayéndose por culpa de una piedra, con la misma que fue causante de su pérdida de memoria al chocar su cabeza en el suelo rocoso del bosque, escuchando todo más lento y viendo borroso.

—No deberías seguir luchando por esta pesadilla en vida...—la voz combinada de sus padres fue convirtiéndose en eco hasta ver poco a poco negro, dejándose llevar por la oscuridad.

«La verdad está más cerca de lo que crees» escuchó de nuevo antes de estar parada en el pasillo principal del hospital, viendo todo a su alrededor mientras los demás no se percataban de su presencia. Parecía que no existía.

Asustada, le preguntaba a las personas que pasaban que qué sucedía, extrañada de lo que estaba pasando, notando que nadie le hacía caso. Desesperada gritó cayendo en llanto, pidiendo ayuda, una ayuda que no sería posible porque ella no existía en ese tiempo.

»¡Connor!« pensó al verlo caminar con determinación por el pasillo, ignorando todo a su alrededor.

Su esperanza volvió y fue a seguirlo con paso rápido, hablándole, pero seguían sin valer su presencia. Así que se dispuso a sólo ver qué hacía, siguiéndolo a su oficina donde se encerró con seguro, sacando del estante con candado, unos archivos en carpetas color negro. Fuera de lo normal.

Al seguir observándolo, su mirada firme se dirigió a unos papeles dentro de la primera carpeta del orden. Con furia, el doctor Cowell tachó una hoja con una gran 'X' con tinta roja que se escurría un poco. La hoja a simple vista previa, parecía una de datos de pacientes pero no sería hasta la cercanía de Sussy al observar, que se dé cuenta que precisamente trata sobre ella.

Paciente: Sussana Evans Hiells.
Edad: 25 años.
Tipo de sangre: O- negativo.
Estatura: 1.70
Peso: 110 libras.

Requerimiento: 'Experimento 001'.

¿Experimento? ¿Una hoja médica sobre mí?

La sorpresa la dejó muda, inquieta. Confundiéndola al grado de querer gritar de histeria, pero en vez de eso, siguió leyendo.

Resultados de las semanas (189): FINAL

El experimento '001' químico-físico sobre el candidato, ha sido rechazado por signos de esquizofrenia y demencia. Resultado de un fracaso al futuro éxito en la creación desde su primera comprobación. El candidato seleccionado no sirve más para este nuevo servicio de la EBS (Experimentos biológicos secretos). Motivo de destrucción antes del desarrollo de la etapa B (mutación) que indicara riesgo al personal. Favor de presentar el diagnóstico final en la degeneración. Gracias.

La expresión de Sussy pudo haber sido la perfecta para representar la explotación de la cabeza y cordura al mismo tiempo y por la misma razón. La confusión al límite de la locura.

—Esto tiene que acabarse ya. Esta noche—Cowell cerró la carpeta con fuerza y la dejó donde mismo. Asegurando todo y cuando lo tuvo listo, salió como si nada.

Sussy cayó incada al piso brillante, agarrándose la cabeza con fuerza, en shock. A nada de entrar en crisis nerviosa.

—Esta noche...—susurro recobrando la cordura al recapacitar la situación en la que estaba. Era el presente, pero ella no estaba en él. Estaba viéndolo en otro ángulo, en otra forma. Justo cuando dejó el hospital para dirigirse por sus cosas.

De pronto, todo se volvió negro con una lentitud increíble, llevándola al escenario donde se había quedado tirada. Era de noche y había una tormenta eléctrica inmensa en lugar de la tenebrosa criatura que acaba de convertirse en su cómplice a la verdad.

»Esta noche« se levantó lentamente con esas palabras en la cabeza, dándole vueltas. No sabía el por qué ni el para qué pero sí para quién. Seguiría como si nada. Siguiendo el plan del doctor Connor Cowell.

(...)

Al estar frente la puerta de Connor, se la pensó al tocar. Suspirando, mientras las gotas que caían de su cabello mojado por la lluvia mojaba el tapete color rojo del pasillo.

Cuando estuvo a punto e tocar, la puerta se abrió, con la reacción sorprendida de aquel sujeto que había tenido un plan bajo la manga todo este tiempo.

—¡Sussana! Estás empapada...—la jaló para llevarla dentro del departamento bien decorado y costoso. —Y herida—siguió al notarle el golpe ensangrentado que tenía en el costado derecho de la frente.

—No es nada—negó.

—¿Cómo lo dices tan así? Puedes enfermarte. Déjame ayudarte—la llevó al sillón, dejándola con tanta delicadez que al tocarla, Sussy sintió escalofríos, jurando que su tacto sí la hacía sentirse enferma. —Es tan tarde. ¿Dónde estabas? Estuve esperándote, preocupado. No contestabas el celular.

¿Cómo puede fingir todo?

Se quedó tiesa, mirando el piso. Sintiendo asco, nervios, confusión. De todo.

—Tuve un pequeño sobretiempo, inesperado. Muy inesperado...—aligeró la voz.

Connor justo a los tres segundos, llegó dejando un vaso de agua fría con una pastilla blanca en la mesita del frente. Motivándola a tomársela con una sonrisa, volviendo a irse por donde se fue. Sussy sólo fingió una sonrisa de segundos.

Miró el vaso y se detuvo en la pastilla, que parecía ser una común para el dolor. Aunque, no dejaría que la apariencia la cegara. Ya sabía algo más a fondo de todo esto.

Sólo inspeccionó el vaso de agua, notando un olor extraño. Guardó la pastilla en uno de los bolsillos de su pantalón y tiro con fuerza el vaso al piso. Rompiéndolo y llevándose como consecuencia una pequeña cortada en la mano que no paraba de sangrar.

Connor al instante llegó con cara de preocupación, con unas vendas y algo que ocultó detrás al darse cuenta que atrajo de inmediato su atención.

—¡¿Qué sucede contigo?!—se acercó a atender a Sussy con rapidez, desinfectando, ahora, primero la cortada de la mano, cosa que ella evitó al ser turno de la venda.

—No vine aquí para recibir cuidados intensivos, ni "teatritos"—se levantó, dirigiéndose al balcón de cristal. Mirando la tormenta con relámpagos muy grandes. Manteniendo una cara seria frente a la situación, de decepción.

—No entiendo qué te pasa, Sussana—le dijo acercándose lentamente a ella. —Pareces ida.

Ella sonrió con ironía.

—Estoy más firme que nunca—cruzó sus brazos mirándolo por el reflejo.

Al momento en que sintió su respiración, se puso en alerta, notando que sostenía una jeringa en su mano derecha.

—Qué mal que no estarás así por mucho tiempo—le susurró con voz ronca.

Se agachó en ese momento, evitando ser inyectada con sabe qué, en su lugar, empujó a Connor al cristal con tanta fuerza que logró romperlo en mil trizas.

Él quedó en el suelo con rasguños y notables heridas comenzando a sangrar. No lo podía creer.

—¡Estás loca!—le gritó, sacudiéndose los cristales de encima y buscando la inyección por doquier. Sin ella, el riesgo aumentaría y su misión fracasaría.

Ella sonrió con ironía.

—No estoy loca, sólo veo las cosas de otra perspectiva paralela.

Sussy sonrió más, tomando un cristal del suelo y acercándose a Connor, acorralándolo al barandal del balcón, amenazándolo con el cristal al cuello, provocando que ambos se mojarán por la tormenta.

Él sólo tragó saliva, mirándola fijamente.

—¿Querías degenerarme?—le preguntó apretando los dientes.

—Sussy... ¿Qué...?—respondió confundido o pareciendo estarlo.

—Cállate. Responde—lo interrumpió, apretando más el cristal.

No sabía si lo que le habían hecho involucraba en su firmeza ahora, o que fuera acto propio al desenmascararse.

—No entiendo—se defendió, ocultando su culpabilidad.

Sussy resopló molesta.

—Los peores hijos de puta niegan la verdad aún así al haberlos desenmascararlos en su cara. Creyéndose su jodida mentira como líneas de telenovela—lo empujó contra el barandal, golpeándolo contra la cabeza, dejándolo.

Tiró el cristal con fuerza, rompiéndolo aún más.

No tenía caso seguir intentando sacarle algo a este traidor hijo de puta. Sólo quería demostrar su valentía, pero al parecer, nunca la ha tenido.

Caminó con intención de dejarlo y olvidarlo para siempre, pero antes de poder hacerlo, él le clavó la inyección en la pantorrilla, haciéndola gritar.

—Y las peores intentos de perras miran su espalda antes de largarse, Sussana. O, mejor; Experimento 001.

Sussy se volteó y jaló la jeringa, sintiendo un dolor intenso. Que la dejó tirada en el suelo, quejándose.

Connor aprovechó para darle una patada en la espalda y lograr tirarla. Ella sólo se quejó.

—No quería degenerarte, sólo era una orden que pensaba evadir escapándome contigo, pero por lo visto, es demasiado tarde. Eres un peligro. Al parecer por primera vez no has sido débil, debe ser por la misma razón.

El dolor se ponía peor, entumiéndole la pierna por completo.

—¡Mentiras!—se arrastró, intentando levantarse, pero recibió otra patada muy fuerte.

—¿Por qué habría de mentirle a alguien que está a punto de morir?—se acercó, sonriéndole con malicia, como nunca lo había hecho. La demencia parecía estar presente en otra persona.

—Eres un maldito...

—¿Sabes? Nunca pensé encariñarme con una persona tan enferma. Pero, así son las cosas. Así que, me encargaré de que mueras rápidamente—la interrumpió, callándola con la mano, la que luego dirigió a su barbilla, acariciándola. —Alégrate, te verás con tus padres muy pronto.

—¡El enfermo aquí eres tú!—tomó la jeringa y se la clavó con toda la fuerza que tenía hecha coraje, en el costado del pie, notando que lo atravesó.

Connor se quejó tan fuerte que aturdió a Sussy.

—Perra. ¡Ahora me alegro de haberte mentido todo este tiempo!—dijo, tratándose de quitar la jeringa.

—Lo tengo claro—se levantó, apoyándose del barandal.

Ambos estaban heridos, pero dispuestos a todo por acabar con el otro. Por su bien, por su vida.

—Al principio, no tuve elección cuando mis superiores te escogieron para ser la siguiente por tu debilidad, y me mantuve temeroso y silencioso, pero ahora, hasta tengo la confianza de gritarlo. ¡Sólo fuiste un hámster con pruebas a seguir!—logró quitársela, aventándola a lo lejos. —Lo de tus padres también fue planeado—sonrió acercándose a ella.

Sussy abrió los ojos, estupefacta, mirándolo con los ojos brillantes segundos antes de meterle un puñetazo en el rostro que le hizo tumbarlo de lado y a ella, caerse.

—Tu error fue confiarte demasiado y no actuar con sutileza—murmuró.

—El error fuiste tú. No superaste todas las pruebas y terminarás muerta. Habrías sido un tesoro para el mundo químico, pero terminaste igual que los otros intentos. Degenerado—se acercó, aventándola contra el barandal, con tanta fuerza que al golpearse la cabeza la hizo sangrar. Cosa que aprovechó Sussy para quejarse fuertemente y hacerse la inconsciente, dejando caer todo el peso de su cuerpo.

Connor sonrió. Su sonrisa macabra parecía más monstruosa que la de la misma criatura. La criatura que era el conjunto de todas las víctimas juntas que habían sido destinadas a lo mismo que Sussana, con la excepción de que esta vez no sería igual y por lo cual la misma, había creado el plan perfecto para evitarlo, saliendo todo a la perfección, sin incluir la actuación tan realista de Sussy, que había obligado a la criatura a aparecer.

Un fuerte rugido resonó en toda la habitación, dejando helado al mismo colaborador la creación. Su creación maestra que ahora le temía. Había acabado con tantas vidas humanas sin pena que su sensibilidad parecía carecer, pero apareció al estar frente a frente con la criatura.

La criatura sonrió al verlo así.

—Las consecuencias eran más ajenas que de lo que pensabas—habló con su voz pesada y turbia. —No pensé que todo acabaría así, pero sí lo deseaba, amor—la voz cambió a la de su ex esposa, Rose, que es irreconocible, antes de ambientar la situación con una risa que lo dejó en shock.

—No caeré en tu juego. Fuiste y serás una de las víctimas más—agarró un cristal en acto rápido y se dispuso a atacar, alejándose hacia dentro, pero una mala jugada lo hizo fallar antes de intentarlo, al ser cubierto de llamas, haciendo que se quejara a tal grado de tirarse, gritando.

—Eso es lo que deberías recordarte a ti mismo—la voz inquietante volvió, siguiendo con una risa más fuerte.

Sussy al ver eso, sonrió aliviada, entendiendo todo, comprendiéndolo frente a sus ojos. Todas las víctimas habían vuelto para hacer justicia. El temor de sus pesadillas. El manejante de sus recuerdos. El conjunto perfecto. El experimento fallido. "El monstruo" causante de todo lo que había pasado. Él.

La sangre siguió, acechándola. La tranquilidad la llenó cuando un sueño profundo la invadió, parpadeando, viendo como último el amanecer acercándose frente a una escena que juraría que no olvidaría.

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