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Capítulo 2 Un nuevo comienzo.

Fuimos a que nos dejara el profesor unos trajes de buceo. Cuando estuvimos preparadas eran las 16:30. El mar estaba bravo pero no lo suficiente para que fuera peligroso bajar. Bajamos hasta dónde había un arrecife de coral.

- A la de tres nos tiramos al mar - dije yo.

- Vale - contestó Maya.

- ¡Una! ¡dos! ¡y tres! - grité yo.

Nos lanzamos a la vez al mar 🌊.
Allí había todo tipo de peces 🐠 era un arrecife de coral increíblemente grande.
Nos olvidamos de la pista y empezamos a explorar el arrecife. De repente se formó una corriente cálida alrededor de nosotras y nos arrastró hacia una roca, con una fuerza brutal, después nos golpeó la roca y despertamos en una cama en el hospital, estábamos enchufadas a toda clase de máquinas. Cuando desperté me di cuenta de que llevábamos una pulsera, igual a la que llevaba la camarera del chiringuito de la playa.
Mi cama estaba al lado de la de Maya.

- Maya, ¿estás bien? - pregunté yo.

- Sí ¿y tú? - preguntó Maya.

- También - dije yo.

De repente entraron dos enfermeras discutiendo.

- Esto es muy raro, parece que no han sufrido lesiones - dijo una enfermera.

- Ya, ah mira ya están despiertas - dijo la otra enfermera.

- Estáis en el hospital, ayer os encontró en la playa, un chico - dijeron las enfermeras.

- ¿Todo este tiempo hemos estado en coma? - pregunté yo.

- Sí - dijo la enfermera que llevaba una camiseta y mallas rosa.

- Ya os podéis ir, aunque mañana vendréis para haceros un análisis de sangre - dijo la enfermera de camiseta y mallas azules.

- Vale - dijimos las dos.

Salimos del hospital y entonces me di cuenta de que al igual que la camarera del chiringuito a nosotras nos brillaba la letra (O) de oxígeno.

- Esta pulsera es muy rara pero chula - dije yo.

- ¿No te parece raro? - dijo Maya.

- ¿Qué? - dije yo.

- No sé, todo esto, lo del golpe en la roca, lo de la pulsera que ayer no teníamos pero misteriosamente hoy la tenemos, la misma que tiene la camarera del chiringuito - dijo Maya.

- ¡Ah sí!, eso - dije yo.

- Oye, ¿qué te parece si te quedas en mi casa a comer? - dije yo.

- Por mi bien - dijo Maya cogiendo el teléfono y llamando a sus padres.

Unos minutos después colgó el teléfono.

- Me dejan - dijo Maya mirándome y asintiendo.

Llegamos a mi casa y mis padres no estaban, pero mi hermano estaba estudiando en su habitación.
Era por la tarde, faltaba media hora para hacerse de noche. Decidimos hacer de cenar para las dos, dos bocadillos calientes con chorizo y queso 🧀. Cuando terminamos de prepararlos, se había hecho de noche y había luna llena 🌕, nos comimos el bocadillo en el salón viendo la tele, cada una tenía un bocadillo y un vaso de agua. De pronto cuando estábamos viendo la tele, el agua de los vasos empezaron a burbujear y salirse de los vasos hasta alcanzar la letra (H2) de nuestra pulsera que llevábamos en la muñeca derecha. Al instante nos sentimos como si hubiéramos pasado una noche de vela y después estuviéramos durmiendo todo el día. Brillaron nuestras pulseras y nuestras piernas se trasformaron en cola de sirena y caímos al suelo.

- ¡Qué guay! - exclamó Maya mientras apoyaba sus manos en el suelo.

- Esto es serio, mi hermano está estudiando en su habitación, habrá oído el ruido y podría estar bajando ahora mismo - dije yo en un tono serio.

Mi cola era de escamas tan duras como la piel de un tiburón de mako y eran del color de la piel de un tiburón de mako y las de Maya eran tan suaves como la piel de los delfines y eran del color de la piel de los delfines.

- Hay que secarnos rápido - dijo Maya ya más seria.

- A lo mejor tenemos poderes, no sé, telequinesis o algo, prueba a mirar algo fijamente y pensar que lo tienes que levantar - dije yo.

Maya miró fijamente al mando de la tele, pero después de unos minutos no pasó nada, ni siquiera se movió un centímetro.

- A lo mejor no tenemos poderes - dijo Maya desilusionada.

Estuvimos calladas unos minutos pensando la forma de secarnos, cuando nos dimos cuenta de que ya no había luna llena y nos volvimos a transformar en humanas y la letra del "O" (oxígeno) brilló cuando aparecieron nuestras piernas de nuevo.

- Ufff, menos mal - dijimos las dos.

Nos terminamos de comer el bocadillo y yo hice con ella un juramento.

- Esto no se lo podemos decir a nadie que no sea sirena o no tenga poderes - dije yo.

- Hay que mantenerlo en secreto, como en las películas de sirenas 🧜‍♀️ - dijo Maya.

Puse mi mano encima de la de Maya y gritamos.

- ¡Hermanas sirenas por siempre! - gritamos a la vez que retirábamos las manos.

- ¡Nadie nunca descubrirá nuestro secreto! - gritamos volviendo a retirar las manos que anteriormente habíamos vuelto a poner.

- Adiós Mara, nos vemos mañana en el instituto - dijo Maya abriendo la puerta.

- Adiós Maya - dije yo cerrando la puerta.

Recogí todo el salón, cuando fui a recoger el plato me hice un pequeño rasguño en el dedo índice, por donde me salió una poca sangre que misteriosamente era un azul como el océano, pero brillante, como si llevase purpurina.

"Qué extraño" pensé yo llevando el resto de cosas a la cocina, cuando terminé, me fui a dormir. Al despertar estaban mis padres nerviosos, haciéndome preguntas sin parar.
Me estaban poniendo nerviosa así que dije.

- Papá, mamá, tengo que ir al instituto, que llego tarde - dije yo.

- Tiene razón - dijo mamá dándome una toalla.

- ¿Por qué me das una toalla? - pregunté yo.

- Hoy tienes que ir con el instituto a una piscina - dijo papá.

- ¡¿Qué?! - exclamé yo.

Baje a toda prisa, ya vestida y desayuné lo más rápido que puede y me fui corriendo al instituto para ver a Maya y contarle lo de la sangre.
Llegué al instituto y fui a buscar a Maya, estaba hablando con unas chicas.

- Maya, tenemos que hablar - dije yo tirando de su brazo.

- Vale, adiós - dijo Maya.

Encontramos un rincón en el patio y nos pusimos a hablar.

- ¿Quienes eran esas? - pregunté yo.

- Esas estaban preguntando que nos había pasado y yo le he contado todo, lo del golpe con la roca, que estuvimos en el hospital y lo de que ahora somos sirenas - dijo Maya.

- ¡¿Qué?! - exclamé yo.

- Tranquila, era una broma - dijo Maya riéndose.

- No podemos ir al hospital a hacernos el análisis de sangre, si no podrían ver que nuestra sangre no es normal y llegar a descubrir que somos sirenas - dije yo en un tono más bajo ignorando la broma

- Ah sí es verdad - dijo Maya parando de reír y tomando una actitud más seria.

- Hoy tenemos piscina, he pensado que podríamos quedarnos en la biblioteca del instituto tratando de averiguar como controlar las transformaciones - dije yo.

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Tags: #mara#maya