22: trabajos
─Estoy olvidando algo.
Nuestro castaño de ojos verdes estaba frustrado, no conseguía dar con la pieza faltante.
Habían pasado 2 semanas desde que comenzó con la búsqueda del psicópata que alguna vez intento terminar con su vida cuando era niño, posiblemente causante de un trauma en su papá.
Y hasta el día de hoy no había tenido avance, no había encontrado nada en los archivos de la empresa, ni el personal tenía información de una amenaza hecha hace años.
Incluso Astrid y Mérida se habían infiltrado a las cámaras de seguridad de la ciudad, y no había nada sospechoso.
Y ahí se encontraba, sentado en su escritorio, con un proyecto encima, una búsqueda exhaustiva y estudiando su nueva carrera por obligación.
Nada podría ir peor…
─ ¡¡¡HIIPOO QUERIDOOO!!!─ Una voz femenina vagamente conocida, resonaba por los pasillos, tentando a acercarse cada vez más.
─ tenía que decirlo…─ se regañó a si mismo mentalmente.
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─ Y aquí puedes encontrar la cafetería, es famosa por aquí, la mejor comida de este lado de Berk.
Explicaba una rubia de ojos azules a su nueva amiga de cabello rojo.
Ambas caminaban por toda la ciudad, era su hora de descanso, pronto tendría que volver a la empresa.
Hipo se veía estresado, y era algo que habían conversado, quizá ya era hora de involucrarse más.
Ellas rastrearían la amenaza y atraparían al que se atrevió a lanzarla en primer lugar.
Y a todos los implicados.
Por el momento tenían que aparentar que todo iba de maravilla.
Y Astrid aprovecharía de enseñarle la ciudad a Mérida.
─ recuerdo esa cafetería, ahí los vi por primera vez─ dijo la pelirroja señalando una cafetería cerca de la avenida principal.
─ Si, yo también lo recuerdo…
La pelirroja sintió de pronto, una inmensa curiosidad por saber que pasaba el día que llegó, porque cuando entraron a la cafetería incluso parecía que estaban a punto de…
¿Besarse?
No puede ser…
─ Astrid… disculpa la pregunta pero, ¿Qué estaba sucediendo el día que llegué?─ a duras penas preguntó, ya que sentía que era muy pronto para hacer preguntas tan personales…
Al principio la rubia no quería contestar, pensaba que aún no quería que externos se metieran en la vida de ellos, pero ahora Mérida era su amiga.
Incluso la habían presentado a la pandilla y les agradó en el momento en que hablaron con ella.
Quizás ya era tiempo…
─ solo me preguntaba, porque… parece que mi llegada fue en un momento inoportuno…
Astrid suspiró antes de confesarle todo a Mérida.
─ Hace muchos años, Hipo y yo nos hicimos amigos, de hecho mejores amigos diría yo, pero no se quedó así…
Yo empecé a sentir… algo más…
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En algún lugar de Berk.
─ jefe… ya estamos listos.
─ Perfecto, los veré en la gala.
Después de esas cortas palabras, cortó la llamada.
─ prepárate Haddock, que pronto el Ángel de la muerte… te visitará…
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─ ¡¡¡NO PUEDO CREERLO ASTRID!!!
Exclamó a todo pulmón la pelirroja, casi anonadada por lo que acababa de escuchar.
─ suenas igual a mi mejor amiga─ respondió la rubia ojiazul con una sonrisa de medio lado en el rostro, Heather era idéntica a Mérida, en algunos aspectos.
─ ¡¿por qué nunca se lo dijiste?!─ casi sonaba a indignación los reclamos de Mérida.
─ porque nunca fue el momento correcto─ dijo directamente sintiendo un nudo en la garganta, pero se controló ─ siempre pasaba algo en su vida y me impedía confesarle mis sentimientos.
De un momento a otro el ambiente se tornó algo incomodó.
Hasta el punto del arrepentimiento de haber preguntado y de haber respondido.
Aun así todo ya estaba dicho.
Pero no se podía quedar así…
─ Escucha Astrid… yo-yo no sé por todo lo que pasaron, pero quiero que sepas que puedes confiar en mí, además puedes estar segura de que nunca interferiré en lo que tienes con Hipó, puedo verlo… es único, y aunque mi madre tenga planes de casarme con él y hay una amenaza suelta en contra de él… se que no hay nada ni nadie que pueda separar esa conexión que ustedes tienen.
Esas palabras salieron del fondo de su corazón para su amiga, la que la había aceptado primero quizás nunca había dicho algo más enserio, pero era la verdad.
─ gra-gracias Mérida, aprecio mucho tu apoyo─ respondió sonriendo.
Aún mientras caminaban a paso lento por toda la ciudad, sentía como el mundo se aceleraba y pasaba todo muy rápido, todo lo que pasó las últimas 2 semanas era abrumadoramente rápido, y en esa opresora realidad, las palabras de Mérida le recordaron porque hacia todo esto…
Por amor.
─ ¿pero realmente es amor?- le dijo su mente a su corazón…
─ No empieces con eso─ se dijo a si misma internamente.
Trató de concentrarse en otra cosa para no entrar en ese debate interno de casi todo el tiempo.
Reviso la hora y llego el momento de regresar…
─ ya es hora, entramos a trabajar─ le dijo a Mérida que aun caminaba pacíficamente alzando la vista para alcanzar a ver los grandes edificios.
Ambas dieron media vuelta de camino a la empresa.
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─ ¿no crees que sea demasiada casualidad?...
Preguntó la señorita al apuesto joven mientras ambos almorzaban en la famosa cafetería del Chock lit shoppe.
─ quizás pero no creo en coincidencias… todo pasa por algo… como cuando nos conocimos, no podía ser pura casualidad haber conocido a la mujer más perfecta y hermosa del multiverso─ dijo cambiando la expresión seria a una más relajada y hasta cariñosa.
─ creo que ya fueron demasiadas malteadas─ contestó para tratar de disimular sus mejillas ruborizadas.
A veces este chico podía ser tan frío como un asesino serial, pero casi siempre era un chico más dulce que una malteada de fresa.
─ De todos modos eso es lo que pienso… me tienes a tu pies cuando sonríes de esa manera…
─ Okey okey Tooth, con-concéntrate en los hechos…
Stormfly por poco escupe su malteada cuando lo escucho hablar, este chico la volvía loca con cada palabra…
Pero no era momento para romanticismos…
─ muy bien, tenemos una misión…
Ambos se miraron a los ojos y pronunciaron al mismo tiempo.
─ Quién es Krogarius Gan…
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─ ¿en serio no le dijiste a Hipo como se llama el sujeto?- preguntó algo nerviosa Mérida por el descubrimiento que acababan de hacer.
─ No… y tú tampoco se lo dirás, esto es entre ese sujeto y yo, trató de… una vez… el punto es que yo lo encontraré para obtener venganza primero, ya después el señor correcto de Hipo se encargará de él…
Si algo se le escapaba de las manos a la rubia era la ira, la venganza, más aun si se trataba de su familia.
Ya sabía que si le decía a Hipo el no haría nada más que capturarlo y entregarlo a la policía, seguramente hallaría la forma de salir y volvería con su reino del terror.
Y para no permitir eso, pensaba darle una verdadera advertencia…
Si se metía con Hipo, se metió con una Hofferson.
─ De acuerdo, pero prométeme que no harás nada sola… al menos cuéntaselo a Heather…
─ no te preocupes, no pienso hacerlo sola…
Ambas estaban a casi nada de llegar a la empresa, su turno empezaba dentro de 5 minutos.
Su trabajo no sería tan complicado, si no ayudarán a Hipo a rastrear a un posible asesino en serie casi todo el tiempo.
Por lo general, su trabajo en la empresa consistía en organizar todo en la empresa, comunicarle a Hipo las demandas entrantes, informarle de las cuentas, los números en orden, la producción en masa, entre otras cosas.
Al parecer Hipo anhelaba trabajar nuevamente en los talleres y laboratorios, y la hacía pero no tanto como antes de ser presidente de la empresa.
Tenía mucha juntas de diferentes temas para conversar, casi siempre con externos y la "bendita" junta, por no decir otra cosa.
Lo peor era cuando tenía que aprobar algún proyecto de seguridad del señor Garbizu, pues no confiaba en él.
Pero tenía que hacerlo por su padre.
Asi que esa era su vida por ahora, sin mencionar que ahora estudiaba nuevamente, administración de empresas, por obligación del señor Haddock. Ahí entraban Mérida y ella, ayudaban a Hipo con las tantas responsabilidades que tenían, sin mencionar la búsqueda de “K”.
Cuando una idea brillante se le cruzó por la cabeza…
─ Mérida… ¿cuánto tiempo te quedarás?- indagó la rubia mientras se alejaba ella y a la pelirroja del camino para sentarse, ya había llegado a la empresa y se acercaron a charlar a la recepción.
─ Pues… no lo sé, hasta que mi madre haya logrado su cometido quizás…
─ Y para lograr que se casen, ustedes deben ser cercanos… ¿verdad?
─ Astrid… te prometo no mandarle otro mensaje a Hipo, me encargaré de no sentir nada por él y de no interferir, además me gus…
─ tranquila, tranquila… no te preguntaba por eso… tenía una idea…
La rubia comenzó a contarle su idea, era brillante a su parecer y parece que lo mismo pensaba Mérida, simplemente así nadie sospecharía que pasaba por sus mentes mientras ellas trabajaba.
─ muy bien, entonces ya sabes, yo renunció y tu te encargas mientras estoy en la universidad…
─ Entendido.
Después de organizar su plan, ambas se dirigieron a la oficina de Hipo, poner el plan en marchar, darle una pequeña explicación más no la verdad, solo por el momento.
Al llegar entraron directamente sin preguntar…
Pero fue un error…
─ Hipo te tenemos noticias…
Y ahí estaba Hipo en el suelo, luchando por apartarse de la indiscreta señorita que acababa de llegar hace unos minutos.
Cualquiera podría malinterpretar la situación.
Hipo tratando de apartarse y la señorita forzando un abrazo que llegó al suelo, con una caída por la fuerza que usó para impulsarse.
─ Astrid… no es lo… que crees…─ pronunció a duras penas por la fuerza que empleaba en desfasarse del forzado abrazo.
Como era una señorita y no podía permitirse lastimarla, buscaba la mejor manera de alejarla sin tocarla.
Sin embargo eso no le importaba a la susodicha.
Quien al escuchar el nombre de Astrid se levantó en ese instante para saludarla…
─ Hola querida… ¿Cómo te va?
Astrid no podía creer lo que veía.
Mérida estaba confundida e Hipo se levantó para ir junto a Mérida y Astrid.
La rubia ojiazul estaba en shock…
Ella era…
─ ¿Camicazi?
Continuará…
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