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15: conversaciones

-Lluvia, perfecto…-

-No podía ser mejor este día…- iba pensando ella, mientras avanzaba por la carretera a toda velocidad, cuidando de no chocar con ningún obstáculo.

Su dirección era indefinida, por ahora…
Ya tenía un lugar en mente, pero ahora prefería estar sola.

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-¿Qué pasó?... ¿Dónde está?- cuestionó algo preocupado el castaño a la pelinegra.

-yo…- una lucha interna, decirle el plan o no, después de todo, no sabía que había puesto a Astrid así- no lo sé…- dijo finalmente Heather con la mirada baja.

- ¿alguno de ustedes sabe?- preguntó esta vez a todos los presentes… amigos y agentes, sin embargo, todos negaron con la cabeza.

-Hipo… creo que ahora quiere estar sola…- concluyó Heather.

Sin más que decir, y frustrado por no saber la situación, Hipo decidió retirarse a descansar. Tenía mucho en que pensar, incluyendo la manera de deshacerse del “casi compromiso” con el clan.

-¿qué hiciste?- Bocón regaño rápidamente a Estoico, entrando al cuarto en el que habían sostenido una terrible conversación, dedujo por la mirada decepcionada y dolida del ojiverde.

-creo que… lo que tenía que hacer- dijo tristemente- sabes que no tenía opción, nadie sabe lo que tú y yo sabemos… - con el corazón dolido, las lágrimas salían por sus ojos.

-si la tenías…- contradijo el herrero sonando solemne- pudiste decirle la verdad y tal vez te hubiera ayudado-

Estoico se dio cuenta de su error, también ansiaba ayudar a su hijo, anhelaba estar con el… pero una amenaza que ataco al país y al clan por mucho tiempo desde la oscuridad, comenzaba a brotar a la luz.

-espero que lo descubra por sí mismo, si no lo hace, será nuestro fin…- deseo finalmente antes de limpiarse las lágrimas y salir al exterior con otro semblante, ahora debía concentrarse en buscar una solución mientras nadie más salga herido.

Y tratar de arreglar las cosas con su hijo…

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-¿Que ocultas papá?- pensaba Hipo alejándose en su motocicleta siguiendo el rastro de una rubia y escuchando la conversación de su papá.

Saber de tecnología y ser vicepresidente de una gran compañía tecnológica… tiene sus ventajas.

Su DICIC mostraba todo, el camino de la rubia por el GPS oculto incrustado que tenían todos los DICI, y la conversación por el micrófono oculto en el traje de su papá.

Ahora estaba más confundido que antes…

¿Qué ocultaba su papá?

¿Por qué esa era su única opción?

¿Qué enemigo tenía y porque no estaba enterado?

Muchas dudas, llevan a muchas respuestas... Necesitaba conseguirlas.

Y sabía con quién las conseguiría.

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En algún lugar del canal berkiano…

-tenemos que ir madre- se quejaba una pelirroja.

-sabes que si princesa- una mujer adulta con cabello castaño oscuro, miraba el mar desde su habitación del yate Dunbrochiano.

-pero madre… sabes que no quiero casarme, no quiero ser una princesa, ya es el mundo moderno- se quejaba y quejaba la heredera de la corona del clan.

-yo tampoco quisiera hacer esto- musitó en voz baja, haciendo imposible que su hija la oyera.

-¿madre?- la pelirroja se extrañaba del comportamiento de su madre.

-Mérida escucha con atención…- dijo acercándose a su hija y poniéndola nerviosa- debemos cuidarnos, no sabes que está detrás de todo esto, solo… necesitamos esta alianza, por el bien de todos nosotros… por favor…- habló con voz angustiada.

Mérida, la princesa del clan, iba a reclama, pero al escuchar el tono de su madre, se preocupó y decidió no reclamar más, ya cuando llegaran a Berk averiguaría por si misma él porque del temor de su madre.

Los recuerdos abrumaron la mente de Elinor, y una lagrima traicionera escapó de sus parpados.

-espero que aun puedas escucharme…. Estoico-

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Unos pasos sigilosos, el bosque cerca a los marginados, el claro corriendo por las rocas, los búhos ululando, uno que otro cuervo en la oscuridad a la luz de la luna.

Paisaje más aterrador, no podía haber en ese momento.

Pero más valía arriesgarse, que dejar al dolor y la incertidumbre apoderarse de sus pensamientos.

Por fin, después de calmarse lo suficiente para pensar, decidió su parada.

Adelante, alumbrada por un único farol en la entrada del refugio, se veían arboles de durazno chinos.

El único lugar cercado al borde del acantilado de los marginados, con los límites compartidos con Berk y los defensores del ala.

Un lugar de paz, tranquilidad, donde podías buscar consejo del protector de los maravillosos árboles.

Únicos en este lado de “Archipiélago”, además de china.

Se acercó al acantilado, cerca de un majestuoso árbol de hojas rosadas, admirando el paisaje, que alguna vez estuvo en sus planes, admirar junto a alguien muy especial.

-Tan solo quisiera… quisiera saber…- comentaba con la voz triste a los aires...

No terminó la frase y arrancó un durazno ferozmente, luego dos, tres, y así hasta quitar una gran parte de los frutos.

Pensó que sería buena idea tener algunas para el camino, y por qué no, degustar unos cuantos ahora, aprovechando la oportunidad.

Con un poco de enojo mezclado con preocupación, mordió la fruta y empezó a comerlas.

Estaba más calmada, pero seguía preocupada por cómo sería su futuro.

Inconscientemente ya había comido tres o cuatro duraznos, no podía culparse, estaban deliciosos, y no hacía daño comer fruta, al menos en exceso no era peligroso como la comida chatarra.

Pero no entendía esta faceta de ella.

Nunca se le ocurrió, ni se le paso por la cabeza, calmarse comiendo.

De todos modos tenía hambre, pero aun así le faltaba paz.

Si, confirmado, la comida no calmaba problemas en su totalidad.

Mientras todas sus ideas y recuerdos del día de hoy vagaban por su mente, no se cercioro de…

-veo que encontraste el durazno de la sabiduría celestial- una voz anciana pero sabia y tranquila habló a su espalda.

-¿eso es esto?... perdón yo pensé que era un durazno cualquiera- habló tímidamente la rubia, guardando el durazno que tenía en mano y parándose inmediatamente frente a la persona anteriormente mencionada.

El guardián de estos árboles, proveedores de un gran recurso importante de comercio en Berk, y portador de la sabiduría ancestral, se hallaba ante ella, con un manto con signos chinos, una lámpara casera, y un bastón de madera hermosamente tallada, se acercaba a ella caminando por el pequeño monte.

El maestro Oogway, experto de las artes marciales, un anciano de estatura media, arrugado como una pasa, pero dulce y tierno como una tortuga, todos mencionaban al gran guía como la "sabia tortuga", pero demasiado importante como para faltarle el respeto, hombre muy respetado era, y por esa razón todos acudían a él cuándo requerían consejo y guía.

Sin mencionar, que era un excelente amigo.

Aun en estas circunstancias, Astrid sentía vergüenza por presentarse de esa forma…

-yo te entiendo…- habló conociendo sus pensamientos- sueles comer cuando estas preocupada- indagó esta vez.

-de hecho no, es la primera vez que lo hago, y la última…- contestó un poco sonrojada- pero preocupada, no estoy preocupada… aah… porque estaría preocupada- se arrepintió de sus últimas palabras, ya que sí lo estaba, pero no quería aceptarlo.

Cosa ridícula, ya que vino por ayuda.

Oogway solo la miró con la ceja levantada, adivinando su lucha interna de orgullo y necesidad.

-¿Por qué estas preocupada?- dijo calmadamente, trasmitiéndole confianza.

Era increíble como las palabras con el tono y actitud adecuada, podían ser claves para hablar con alguien,
Tomaría una nota mental para hacer lo mismo de ahora en adelante,  aconsejándose a si misma, hablar con tono y actitud adecuado a la situación y pensar antes de actuar.

Si es que podía...

-haa…- suspiró vencida pero decidida- de seguro mostré más cobardía e inseguridad hoy que cualquiera en la historia de la academia de dragones… en la historia de Berk… y en la historia de los inseguros- confesó como se sentía, aunque parezca exageración, su alma sentía todo eso.

-probablemente…- el maestro solo se dedicó a escuchar y asentir.

-y las personas, rayos debió verlos, me miraron con ganas, vieron mi debilidad….-

-…. Con ganas…- volvía a afirmar.

- y no me agrada que nadie la vea… pero lo que pasó con Hipo… mi vulnerabilidad… lo amo o me amará… haa- volvió a suspirar.

La “tortuga sabia” solo la miró expectante.

-No soy como los demás, jamás experimenté nada de esto, no soy fuerte en el área, hasta Patapez sabe más que yo, detestó ser vulnerable en algo que no se controlar…-

Se sentía inútil con esta situación, algo que nunca le paso.

Y eso la tenía menos preparada, como para afrontarlo correctamente.

-mejor debería rendirme y volver a cocinar pasteles…- dijo sarcástica pero dolidamente.

El maestro entendió los problemas del corazón que tenía la chica, alguna vez se topó con un problema parecido, y sabía una de las cosas más importantes al tomar la decisión de amar sin importar qué.

Con una sonrisa débilmente dibujada dijo.

-rendirte no rendirte… pasteles, no pasteles- llamó la atención de ella- estas preocupada por lo que fue y lo que va a ser…-

Algo en eso tenía sentido en la mente de la ojiazul.

-hay un dicho… el ayer es historia, el mañana es un misterio, pero el hoy es un obsequio…- finalizó sonriendo tiernamente ante la mirada de comprensión de la rubia- por eso se llama presente- concluyó su charla para después darse la vuelta y bajar la colina.

En el camino golpeó el durazno levemente con su bastón y un durazno cayó en la mano de la chica.

El maestro estaba en lo correcto, no era necesaria más charla ni consejos, la respuesta la tenía ella.

No tenía que preocuparse por qué pasó, ni por lo que pasará… alguna vez su mamá le dijo que Dios tenía cuidado con el futuro y nuestros pasos.

Pero ahora debía enfocarse en su presente, que quería y tener el valor para tenerlo y lograrlo.

Todo el tiempo lo supo, pero no quiso aceptarlo, por miedo a los resultados…

Así que decidió armarse de valor y luchar por su presente, para así tener un futuro…

Y tal vez ese futuro incluya al castaño.

Continuará...

Holaaa amikoos... Uwu

Bueno les venía a decir, aquí tienen su capitulo y perdón por tardae tanto XD...

ME ESTOY ESFORZANDO UWU

eso les quería decir y algo más....




...Armen sus teorías...

Nos leemos luego... bAiS ✨

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