09: carrera (parte 2)
La mañana de un domingo, un día tranquilo para cualquiera en Berk, excepto para los jóvenes corredores.
Ruidosas aceleradas se escuchaban a lo largo de la carretera principal, estrepitosas motocicletas avanzaban ferozmente, como cazador a su presa, rumbo al gran salón.
El primer objetivo estaba en mente de todos.
Spitelout Jorgenson.
Astrid fue la primera en llegar al gran salón, estaciono rápidamente y se dispuso a entrar con cuidado, el objeto que necesitaba no era nada sencillo de conseguir.
Una de las tarjetas de seguridad.
El papá de Patán era el jefe de seguridad del edificio, postulaba para presidente pero nadie lo elegía, así que se conformó con ser jefe de la seguridad del gran salón.
Los DICIC estaban equipados con visores infrarrojos y visión nocturna.
Al activarla Astrid se dio cuenta que no estaba sola…
Por la salida de emergencia, un castaño escurridizo ingresaba sigilosamente, siendo captado por la rubia.
Justo al frente de ella se encontraba la oficina de Spitelout.
La ojiazul ya se encontraba en el siguiente piso, por lo que tenía una ventaja, pero para complicar un poco las cosas…
Él Jorgenson mayor se encontraba allí.
Decidió entonces crear un distracción aprovechando que más de sus amigos habían llegado.
Tiró una de las macetas desde el primer piso a la planta baja, provocando que el miedoso de Patán gritara como niña.
Mientras el castaño trataba de evitar la risa, ya se había percatado de la presencia de la rubia.
A pesar de dejar sus motivos románticos a un lado, quería agregarle un poco de creatividad a la competencia.
-así que, ¿hace cuánto estas aquí?- pregunto detrás de la ojiazul, que por causa de la sorpresa de sobresalto un poco y arrastro a ella y al ojiverde al cuarto siguiente.
-llegue antes que tú- alardeo un poco al ya estar escondidos del resto.
-qué te parece una pequeña apuesta- sugirió Hipo mirando retadoramente a Astrid.
-te escucho…- respondió mirándolo igual.
Amaba los retos…
Más si venían de cierto castaño.
-qué tal si, el que pierda lava las toallas del otro después de la carrera- propuso con una sonrisa de lado.
-resulta que cierto castaño le gustan las apuestas desagradables- reía un poco por las ocurrencias del castaño.
- acaso está rechazando un reto… ¿señorita Hofferson?- fastidió aún más, realmente quería vengarse por sus apuestas hace unos años.
*Flashback*
-acepto- dijo convencido de ganar esta.
-¿en serio crees poder ganarme?- dijo con postura competitiva.
- ya veremos quién termina haciéndolo…-contestó seguro de sus palabras.
Ambos sellaron sus palabras con un apretón de manos y comenzaron la guerra de miradas.
Algo mediocre diría alguno, pero para ellos, cualquier reto propuesto por el otro era importante.
.
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-¿enserio debo usar esto?- se quejó con mucha razón.
-un trato es un trato- contestó conteniendo las risas mientras arreglaba el moño del traje.
Con mucha vergüenza se aproximó hacia el centro de la acera y comenzó a cumplir la apuesta.
Sostuvo los pompones en alto y comenzó a cantar…
-a la bim, a la bom, a la bim bom bam, dragones, dragones… RA RA RA- saltaba y ejercía una coreografía de porrista mientras su traje de dragón bebe, con colita de algodón y orejas de cachorrito con moño se movía exageradamente por el esfuerzo de los movimientos.
Hipo, con toda la pena y vergüenza que era posible sentir en ese momento, con la cara maquillada como gatito y totalmente enrojecido, cumplía con su condena.
Una combinación de animales bastante extraña, pero graciosa se movía por toda la acera de la universidad.
“Academia de dragones” necesitaba una mascota y no se les ocurrió nada mejor que apostar tal puesto para el primer año de universidad.
-algún día me las pagarás Mi Lady- pensó el castaño mientras continuaba por los siguientes 30 minutos.
*Fin del Flashback*
-acepto- la rubio repitió la palabras con el mismo tono que el castaño había dicho tantas veces hace tantos años.
-el que consiga primero la tarjeta, gana- sentencio el ojiverde.
-competencia dentro de la competencia, me gusta- dijo por última vez Astrid, antes de salir del cuarto y dirigirse al de seguridad.
El castaño imitó sus acciones, no pudiendo evitar dibujar una sonrisa por la energía de la ojiazul.
Una de las cosas que le gustaba de ella.
¿Ya estaba enumerando que le gusta de ella?
Hipo borro rápidamente ese pensamiento, no había tiempo para vagar por el mundo de las preguntas.
-ya deberías saber cariño…- dijo en voz alta llamando la atención del distraído ojiverde- que jamás pierdo-
Ágilmente la ojiazul desplazó una bomba de humo inofensiva al interior de la oficina de seguridad.
El Jorgenson totalmente confundido trato de salir de dicho cuarto, alterado por el ruido proveniente del piso inferior y por el humo en su oficina.
Ya que cierta rubia había activado varias bombas de humo por todo el edificio.
Mientras todos atendían al problema del humo, con la visión infrarroja, Astrid e Hipo trataban de tomar las tarjetas al fondo de la habitación.
Para ganar tiempo, la rubia decidió recurrir al pequeño recurso de…
La trampa… quiero decir… la astucia.
Saco de su bolsillo un pequeño botón con una luz parpadeante verde fluorescente.
La lanzo cerca del castaño y alrededor de 5 segundos explotó con una masiva luz verde desorientando al ojiverde que la vio directamente.
Consiguiendo la ventaja, la rubia tomo rápidamente una tarjeta y salió corriendo discretamente.
Fue la primera en llegar a la salida y partió rumbo al norte.
El castaño tuvo que recuperarse rápidamente ya que Spitelout se dio cuenta de la extraña luz que provenía de su oficina y volvió rápidamente sus pasos para activar la alarma, pensando que esta era más que un broma menor.
Todos se asustaron al escuchar el irritante sonido de la sirena.
Ya que una de las reglas de todas sus competencias eran que nadie podía descubrirlos.
Y romperla sería la descalificación total.
Así que teniendo esto en cuenta, Hipo se deslizo sigilosamente por la pared aprovechando el humo, tomo una tarjeta antes de irse y escapó rápidamente.
Logro salir del enrolló y se dispuso a ir tras su siguiente objetivo.
Esta rubia era muy astuta, pero él también tenía cartas bajo la manga.
-no me veras venir, rubia hermosa- pensó para si mismo.
Permitiéndose alagar a la chica ojiazul.
Realmente deseaba poder aclarar sus sentimientos de una buena vez.
Por hoy, sería la carrea.
El y Ella
Sin importar los demás, ellos dos en su mundo.
Con esto en mente se dispuso a ir tras Astrid.
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Como la conmoción dentro del edificio no paro, todos los guardias de seguridad rodeaban a un objetivo.
Un posible infiltrado, una amenaza quizás, incluso un asesino.
Y aunque a Spitelout no le agradaba casi nada el presidente, su deber era protegerlo y cumpliría con él.
Lo tenían rodeado, mayor de los patanes no dudo en saltar hacia el sospechoso, derribándolo y atrapando a un joven de casi 1.60 aproximadamente.
Spitelout se sorprendió por saber a quién había atrapado.
-¡Patán!- exclamó al acercarse más a él, ya que el humo seguía presente, y logro distinguir a su hijo medio adormilado abrir los ojos totalmente despistado.
El pelinegro menor, al darse cuenta el escenario en el que se encontraba, no supo que hacer más que decir...
-estoy en problemas- musito nervioso sabiendo en lo que se había metido.
A lo lejos, una pelinegra observaba victoriosa que su plan haya funcionado.
Su trabajo, descalificar a todos para dejar solo a Hipo y Astrid en la carrera.
Y como Astrid liberó el humo según lo acordado, aprovecho la poco visibilidad para noquear a Patán y dejarlo fuera de la oficina de su padre.
Trabajaba en equipo con su mejor amiga.
Nada impediría que esta declaración se lleve a cabo hoy, no si ella podía impedirlo.
Salió rápido rumbo a su siguiente objetivo, diferente al de la competencia.
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Muy lejos de ahí, un herrero observaba en la pantallas gigantes de su aula, los caminos que tomaron todos los competidores, descartando a Patán, por la descalificación que obtuvo.
Puso su vista en el castaño, que sabiamente había tomado otro camino para interceptar a la rubia que llevaba la delantera.
-eres muy listo chico- observó como ya casi alcanzaba a Astrid.
Se encargó de enviar la nueva imagen y ubicación del próximo objeto.
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A una gran velocidad, un ojiverde hábilmente surcaba las calles de la zona rural, el camino menos transitado y con la menor cantidad de obstáculos para llegar.
Inmediatamente, llego a su DICIC el siguiente objetivo.
-esto se pondrá bueno- dijo para sí mismo mientras se alejaba de su camino y se disponía a recoger a alguien que le ayudaría a conseguirlo.
El siguiente término en la mira…
El consultorio de Gothi.
Pero para el castaño...
El gran salón.
Su persona estaba ahí...
Continuará...
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