Capítulo 4: Serpientes
-¿Riddle? -murmuré mientras lo veía acercarse- No, profesor... -miré a Slughorn-
-¿Necesita algo, profesor? -preguntó Tom con educación cuando ya hubo llegado a mi lado-
-Eh, sí, Tom. -Slughorn ignoró mi mirada de súplica- Quiero que seas el tutor de Adeline. -Tom se quedó un momento con la misma expresión con la que llegó. Sus ojos denotaban sorpresa. Parpadeó un par de veces y frunció el ceño-
-¿Disculpe? -preguntó-
-Quiero que le enseñes a la señorita York. Está mal en pociones y quiero que la prepares. Necesita repasar temas del sexto año y de éste.
-Pero, profesor, yo... -comencé a decir, pero Slughorn levantó la mano, impidiéndomelo-
-No sé si pueda... -dijo Riddle-
-Es necesario, Tom... No querrás decepcionarnos a Adeline y a mi, ¿O si? -puso cara de inocencia-
-Eh... -Tom me miró y yo negué con la cabeza. Luego miró la sonrisa de Slughorn-
-Eres mi mejor alumno, Tom. -presionó-
-Está bien. -dijo. Luego me miró a mi- Luego arreglaremos la hora de estudio y el lugar.
-¡Bien! -dijo Horace Slughorn, el maldito viejo manipulador que tenemos como profesor de Pociones, mientras sonreía abiertamente. Me caías bien, Sluggy, me caías bien- Entonces, está dicho. -siguió corrigiendo los trabajos- Gracias, Tom. -le sonrió. Tom me miró a mi, pude ver la batalla de Avadas que nos lanzábamos con los ojos. Dejé de mirarlo para no lanzarle uno real y caminé hacia Dean para volver a sentarme-
-¿Qué sucedió? La vena de tu frente está a punto de explotar. -dijo risueño. Lo fulminé con la mirada y se encogió en su asiento- Hey, tranquila...
-Estoy tranquila. -dije en un tono un poco más alto del normal-
-Tus ojos me dan miedo. -dijo. Yo no pude resistir a su mirada de terror y me reí-
-Lo siento. -vi el agua de mi caldero hervir- Acaban de darme una patada imaginaria en el estómago. -vertí las colas de rata trituradas y agarré el cucharón para revolver-
-¿Qué sucedió? -preguntó él-
-Tendré a una serpiente de tutor. -dije enojada. El color del líquido se tornó marrón, así que dejé de revolver- A Tom Riddle...
-¿Riddle? -preguntó incrédulo- Vaya... Buena suerte con eso. Espero que salgas viva de esto. -rió-
-¿Gracias? -miré el caldero y vi que el liquido estaba de un color marrón verdoso- Oh, rayos. -agarré el cucharón y revolví- ¿Por qué está verde? -iba cambiando cada vez más y más de color-
-Bien, vamos a ver sus pociones. -dijo Slughorn-
-No, no, no. -lo vi inspeccionando poción por poción- Que no vea ésta cosa. -agarré el caldero con las dos manos y olvidé por completo la temperatura- ¡Agh! -saqué las manos inmediatamente. Mi gemido llamó la atención de toda la clase-
-¡Addy! ¿Estás bien? -preguntó Dean. Escuché a algunos Slytherin reírse. Miré mis manos- Adeline, te quemaste. -agarró mis manos por el dorso. Mis palmas estaban completamente rojas. Slughorn de acercó y miró mi mano con una mueca-
-Parece grave. -dijo y se acercó a su escritorio. Abrió un par de cajones y rebuscó en ellos hasta encontrar un pequeño frasco. Se acercó a mi y abrió el frasco. Era una pasta naranja- Muéstrame tus manos. -mi cara estaba más roja que mis manos. Todos estaban observando lo inútil que soy- Ésta es una pasta que cura quemaduras. Íbamos a verla la clase que viene... Pero la necesitamos hoy. -se rió y metió el dedo en el frasco para después depositar el contenido en mis manos. La sensación era refrescante y revitalizadora- Frótate las manos. -dijo y yo obedecí- Muy bien. ¿Como estás? -preguntó-
-Bien... -murmuré cohibida-
-Ahora veré esa poción que trataste de ocultar. -me reí y me hice para un costado- Tenías que apagar el fuego, Adeline. -miró el interior del caldero- Por eso quedó verde... -se fue a ver las otras pociones-
-Con que eso era... -me limpié las manos con un trapo que había ahí y me saqué los restos de pasta curativa- Soy una inútil.
-¡Perfecto, Tom, como siempre! -exclamó el profesor, quemando mi ego aún más-
***
-Espero que no te asesine antes de terminar el año. -dijo Daisy riéndose de lo que le contaba-
-Oigan, sé que existe la magia para convertir personas en animales, pero... ¿Podrá convertir a un animal en persona? -preguntó Melissa-
-Sé que estas enamorada de Clifford, Mel, pero no trates de hacerlo persona, no podría alimentarlo. -bromeé mientras lanzaba una piedra al lago. Siempre veníamos aquí a hablar después de clases- ¿Cómo van las cosas con el Ravenclaw, Daisy?
-Ah... Van y vienen. -se encogió de hombros- No tenemos mucho tiempo libre como para vernos. -vimos una lechuza acercarse. Se posó a los pies de Daisy y pululó- Es su lechuza. -chilló feliz y le sacó la carta de la pata. Le acarició la cabeza y leyó la carta- "No quiero problemas con Malfoy, él los tiene contigo y con tus amigas. Será mejor dejarlo aquí"... -borró su sonrisa- Es un cobarde. -apareció un pergamino con su varita y escribió. Le enganchó el mensaje a la pata de la lechuza- Llévasela a tu cobarde dueño. -la lechuza se fue volando-
-Lo siento. -dije con verdadera culpa-
-No lo sientas. -contestó- Si él es un cobarde, no tiene nada que ver contigo.
-Malfoy tiene problemas con todos. -dijo Melissa- De hecho, los Slytherin tienen problemas con todas las casas. Hay muy pocas personas en Slytherin que son amigables.
-Lo sé. No entiendo por qué se comportan así. -me abracé las piernas. Había empezado a hacer frío desde hace unos días. El viento que venía del norte no era para nada cálido- Que sean Slytherin no significa que deben ser todos así. Lo que caracteriza a un Slytherin es su ambición y astucia, no su frialdad y egocentrismo.
-York. -me llamó una fría y temeraria voz. Me di vuelta y vi a Tom Riddle parado al lado de uno de los árboles cercanos. Daisy se baboseó en silencio, aún teniéndole miedo. Lo mismo que Mel-
-Vengo en un minuto. -me levanté del suelo y caminé hacia el amargado de Tom Riddle- ¿Qué? -me crucé de brazos- Antes que nada... -interrumpí cuando estaba por hablar- Quiero que sepas que no estoy de acuerdo con la tutoría. Slughorn insistió.
-Sé lo persuasivo que puede llegar a ser. -dijo- Solo vengo a decirte que puedo darte clases por las noches, cuando todos duermen.
-¿Y por qué no en la tarde? -pregunté-
-Porque no tengo tiempo. Es en la noche o nada. -dijo con sequedad y firmeza-
-¿Cómo haremos con el toque de queda? -pregunté-
-Pediré el permiso necesario, no creo que me lo nieguen. -dijo con arrogancia- Hoy a media noche en el aula de Pociones. No llegues tarde. -se dio vuelta y comenzó a caminar-
-Estúpida serpiente engreída. -murmuré y caminé de vuelta hacia donde estaban mis amigas. Ésta vez, no estaban solas- ¿Qué quieres, Abraxas? -dije con desconfianza. Daisy y Melissa estaban con la cabeza gacha- ¿Qué les dijiste? -miré a sus amigos y éstos esquivaron la mirada-
-Sólo les aconsejaba a la mestiza y a la traidora de la sangre que no deberían tener una amiga como tú. -dijo con desprecio. Sus ojos plata todavía me miraban con asco. Le sostuve la mirada, haciendo que la desviara. ¡Amo tener éstos ojos!-
-¿Una sangre sucia? -pregunté con astucia- Mi sangre está dentro de ti, Malfoy. -sonreí cínicamente. Él me miró con odio y apretó el puño- ¿Por qué no te vas a espantar a los amigos de otras personas? Yo no ando diciéndoles a tus amigos que se alejen de ti para no terminar contagiados de tu estupidez. -Abraxas sacó su varita y me apuntó con ella- Oh, que gran varita... -idolatré- Sabes lo que dicen de las varitas grandes. ¿Cierto? -hinqué-
-No te hagas la graciosa. -siguió apuntándome-
-Yo solo digo... -me encogí de hombros- A lo mejor después tengas que usar "Engorgio" para agrandar tu...
-¡Flipendo! -gritó y yo salí despedida hacia atrás hasta chocar contra un árbol. Daisy y Melissa se levantaron y corrieron hacia mi-
-¡Adeline! -chilló Mel. Las hice a un lado y saqué mi varita-
-¡Addy, no! -gritó Daisy-
-¡Expelliarmus! -la varita ostentosa de Malfoy salió volando, dejando a un asustado niño de mami- Ahora verás. -dejé mi varita en el suelo y salté hacia Abraxas. Sus amigos intentaron lanzarme hechizos, pero mis amigas los detuvieron- ¿Qué harás sin tu varita, genio? -lo tiré al suelo y me puse a horcadas de él- ¿Quieres aprender cómo lo hacen los muggles, rubio? -le pegué en la cara-
-¡Mi nariz! -gritó como mujer y vi el líquido rojo salir de la zona que se agarraba-
-A fin de cuentas, tu sangre limpia es del mismo color que la mía, serpiente inútil. -me levanté y fui a agarrar mi varita- A su sala común, chicas. -les dije a mis amigas, ellas asintieron y se fueron en dirección al castillo-
-¿Qué pasó aquí? -escuché que decían detrás mío. Me volteé y vi a Potter con su novia Dorea-
-Hola, Charlus... -dije y guardé mi varita en la manga de mi túnica-
-¿Por qué Malfoy está sangrando? -preguntó- ¿Qué hiciste, Adeline? -vi a los amigos de Abraxas ayudándolo y tratando de calmarlo, ya que lloraba como niña-
-Lo que debí hacer desde un principio. -comencé a caminar- Nos vemos, chicos... -me despedí-
Debía prepararme mentalmente para la agotadora noche de estudio con el Señorito Amargura.
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