Capítulo 28: Sangre muggle
Dean en la sexy multimediaaaaaaaaaaaaa :3 (Francisco Lachowski)
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Narra Tom Riddle:
¿Ese maldito estaba pidiéndole a MI novia que sea su pareja para el baile? ¿Quiere morir?
Apreté los puños y fruncí el ceño.
-Qué directo el Hufflepuff... -comentó Solange, mirando a Dean y a Adeline- Como sea, sigamos con nuestra charla. -me agarró del brazo y me obligó a mirarla. Volví a observar a Adeline, quien estaba sorprendida y balbuceante. Se sonrojó y comenzó a tocar su cabello-
-Ahm... Yo... -comenzó a decir ella. Sentía una pesada y amarga sensación en el estómago. Podía lanzarle un Avada allí mismo a ese sujeto y no me importaría ser visto-
-¿Entonces? -preguntó Solange- ¿Qué dices? -sacudí la cabeza y la miré-
-Lo siento. Tengo que hacer algo. -corté. Ella iba a decir algo, pero yo caminé y la dejé con la palabra en la boca-
-Responde algo, Adeline. -insistió Dean. Yo agarré a Adeline del brazo y comencé a hacerla caminar hacia la salida del Gran Comedor-
-Tenemos tutoría el día del baile, ella no irá. -dije sin voltearme a mirarlo-
-¡¿Qué?! -protestó Dean. Sentí que Adeline se soltaba bruscamente de mi agarre. Me volteé y vi que él me la había arrebatado. Mi respiración comenzaba a ser más entrecortada- No puedes prohibirle ir al baile. -me enfrentó. Yo alcé una ceja y él desvió la mirada-
-Tengo que hacer un examen aparte para Slughorn después de las vacaciones de invierno, Dean. En serio necesito las tutorías. -habló Adeline, al fin, saliendo de su trance de sorpresa- Tom se quedará sin baile por mí.
-Pero...
-Necesito hablar con ella. -volví a sacar a Adeline de las manos de Dean y caminé en dirección al exterior de Hogwarts. Tal vez en el lago tendríamos algo de privacidad para poder hablar-
-No necesitaba tu ayuda. -habló Adeline, soltándose. Estábamos a medio camino. Yo seguía enojado por lo que hizo ese patético Hufflepuff, así que me di vuelta con brusquedad-
-No era ninguna ayuda. -le respondí con sequedad- Prescot te invitó al baile y yo lo aparté.
-Pudiste ser un poco más amable y no sacarme arrastrando de allí. -señaló hacia atrás con su pulgar-
-¿Amable? ¿Qué querías que dijera? ¿"Oye, Dean, ella es mi novia y no será tu pareja para el baile porque voy a matarte"? Fuiste tú la que prefirió mantenerlo en secreto.
-Por ti, Tom. Por nadie más que por ti. -dijo, enfadada. Notamos que dos chicas salían de la puerta de Hogwarts, así que comenzamos a caminar en dirección al lago- No sé si recuerdas, Riddle, pero, el que perdía respeto saliendo conmigo, eras tú. A mí sólo me odiarán un par de ineptas o me envidiarán tus admiradoras. De ti se burlaría todo Slytherin. Ya no te verían con temor, sino con burla. -a veces me sorprendía la frialdad con la que hablaba. ¡Ella congelaría al mismísimo Barón Sanguinario si así quisiera!- Y no intentes contestar nada, porque sabes que es cierto.
-¿Qué ibas a responder si yo no llegaba? -pregunté, intentando sonar casual-
-Lo mismo que contesté hace un momento. -habló- ¿Qué hacías tú con Solange?
-Estaba hablándome de algo que no me interesa, como siempre. -respondí, encogiéndome de hombros-
-Oh...
-¿Estás enojada? -pregunté. Ella no me contestó- Adeline...
-No, Tom. -contestó cortantemente-
-Estás enojada. -confirmé-
-No estoy enojada. -reiteró-
-¿Por qué te enojaste? -pregunté. Llegamos a la orilla menos transitada del lago y dejamos de caminar ella estaba de brazos cruzados, mirando el lago sin prestarme atención-
-No me enojé. -musitó-
-Sí lo hiciste. -insistí-
-¡Que no estoy enojada, Riddle! -gritó, enfrentando mi mirada. Yo la miré con burla y ella se empezó a reír-
-Te enojaste porque no te dejé manejar eso sola, ¿cierto? -pregunté-
-Oh, rayos. -dijo, dejando de reírse lentamente- Descubriste el porqué me enojé. Fracasé como mujer... -me miró sonriente-
-¿Por qué cambias de actitud tan repentinamente? -me acerqué al agua y noté que comenzaba a congelarse. De seguro para navidad estaría congelado completamente-
-No lo sé... -se puso a mi lado- ¿Por qué eres tan raro?
-No te hagas la normal. -la miré de reojo, con un poco de molestia-
-Es cierto. No es normal salir con Tom Riddle... -masculló ella y se agachó para alzar una ramita que sobresalía por debajo de la nieve. A veces me daba curiosidad saber qué era lo que ella veía en las cosas tan simples. Adeline podía observar desde lo más sencillo hasta lo más complejo y lo seguiría viendo con adoración-
-Ni con el heredero de Slytherin. -dije con altanería-
-No me interesa que seas el heredero de Slytherin. -se levantó del suelo- Tampoco me interesa si eres de esa casa, si eres mestizo, si eres mejor que yo en todo, si eres incapaz de darme al menos la mitad de amor que cualquiera puede dar. Yo te quiero por ser tú. Y tengo que aceptar todos tus demonios internos, así como tú debes aceptar los míos. -se acercó a mí para acariciar mi mejilla y ladeó la cabeza- ¿Por qué tienes esa cara de no poder ir al baño?
-Porque no me gusta que me recuerden que soy un mestizo. -contesté. Ella parpadeó varias veces y desvió la mirada. ¿Por qué desvía la mirada? Ella no lo hace jamás- ¿Qué pasa? -vi que se alejaba unos pasos y se sentaba en uno de los troncos caídos que habían allí-
-La sangre, Tom, no es importante cuando hay cariño de por medio. -me dijo. Su tono tenía algo extraño, algo que aún no lograba descifrar- Tú hablas de tu sangre con tanto desprecio que me hace creer que nunca podrás llegar a quererme. Si no quieres a tu propia sangre, no sé que haces conmigo. Yo tengo la sangre de dos muggles en falta de uno. -su cabello la cubría mientras hablaba, no podía ver sus gestos- Tú te odias a ti mismo por ser hijo de uno solo. Odias todo lo relacionado con el mundo no mágico. Por ende, me odias a mí. -se levantó y me miró. Algo dentro de mí se revolvió y se sintió vacío al ver sus ojos repletos de lágrimas obligadas a permanecer allí-
-Adeline... -intenté dar un paso, pero ella levantó la mano-
-No. -me cortó- No sé por qué soy tu novia si soy una sangre sucia. -una de sus lágrimas escapó. Haciéndome sentir peor que siempre- La sangre de dos muggles corre por mis venas. -al salir una, las otras no tardaron en seguirle- No soy tan fuerte ni sorprendente como muchos sangre pura, pero puedo decir que estoy feliz de estar predestinada a una vida llena de fracasos por culpa de mis genes, porque aún tengo a esa persona sin magia a la que llamo "mamá". -se enjuagó las lágrimas y se dio vuelta- Siento que esto haya durado sólo un día, Tom, pero no puedes estar con alguien a quien odias. -comenzó a caminar en medio de los árboles para regresar a Hogwarts-
No sé si fue sólo un impulso o fue el pánico que sentí cuando la vi alejarse el que me propulsó a correr detrás de ella. Sé que me odio a mí mismo por tener la sangre de un muggle y que odio a todos en general. Pero, cuando estoy con Adeline, todo es diferente. No pienso en mi odio hacia las personas sin magia ni en su mundo. No pienso en gobernar, no pienso en ser inmortal, no pienso en limpiar el mundo mágico de gente como ella... Simplemente porque ella es una bruja nacida de muggles que me provocó más sensaciones que cualquier inútil de sangre pura. Era ella quien me hacía reír sin forzarme, me hacía pensar, reflexionar, jugar, me hacía sentir celos, me provocaba esa placentera sensación en la boca del estómago cuando la veía sonreír.
No quiero que esto acabe. No aún...
-Espera, Adeline... -dije, alcanzándola. La agarré del brazo y la obligué a voltearse. Ella no me miró, sólo se quedó mirando mi pecho. Llevé mi mano a su mentón y levanté su cabeza para que me viera a los ojos. Era difícil para mí ver sus preciosos ojos color bosque rojos por las lágrimas- No me dejes...
-¿Cómo no quieres que te deje, Tom? -dijo, frunciendo el ceño- ¿Acaso no oíste lo que dije?
-Sí, lo oí. -dije con pesar. Lo que iba a decir a continuación era toxico y lo más feo que me tocó pronunciar- Pero, si tengo que apreciar mi sangre para estar contigo, lo haré. -el gusto amargo que me dejó eso en la boca era insoportable- Porque tú me haces olvidar todo eso...
-No quiero que menciones ningún tipo de sangre en mi presencia.
-No lo haré... -contesté. Ella sonrió y me dio un corto beso en los labios. Otra sensación agradable me asaltó con ese simple roce. Me abrazó y hundió su cara en mi cuello. La rodeé por la cintura y me rendí ante ese gesto que a ella le gustaba dar-
-Pero qué linda parejita hay aquí... -dijo una voz a nuestras espaldas-
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