Capítulo 25: Un león para mi leona.
"No veo la hora de que sean las vacaciones de invierno, cariño. Te extraño mucho y la casa se siente sin vida. Necesito enojarme contigo por dejar tu habitación hecha un desastre cinco minutos después de haberla limpiado. Me aburro mucho y, como todos los años desde que vas a Hogwarts (lo escribí bien, ¿cierto?), cuento los días para verte regresar.
Con amor.
Mamá.
Posdata: Mándame una carta de vez en cuando, niña malcriada."
Sonreí enormemente cuando terminé de leer la breve carta de mi madre e hice aparecer un pergamino. Acaricié la cabeza de la lechuza que me había traído la carta y me puse a escribir.
"Siento no enviar demasiadas cartas. Últimamente estoy ocupada. Sé que suelo escribirte todas las semanas, pero en las dos últimas he estado atareada con muchas cosas. La semana entrante, cuando vuelva a casa, te contaré cada detalle.
Oh, quédate tranquila. Apenas regrese haré desastres para que tengas que limpiarlos y no te aburras.
Te amo, mamá.
Adeline.
Postada: ¿Sigue en pie la propuesta de llevar a alguien a casa para navidad? Es sólo curiosidad."
Amarré la carta a la pata de la lechuza y ella salió volando a mi orden. Me levanté de mi cama y salí de la habitación. Abajo estaba Finn discutiendo con un par de prefectos de sexto año.
-¿Qué es todo éste alboroto? -pregunté. Ellos dejaron de discutir y me miraron. A veces, al ser yo mayor que ellos, me tratan con más respeto. Además de que los intimidaba con sólo una mirada-
-No es problema tuyo, Adeline. -dijo Igor, un moreno de sexto año-
-¡Se la pasan jugando al ajedrez mágico y no controlan a los de primero! -se quejó Finn- Un par de alumnos estaba peleando frente a ellos y no hicieron nada.
-Tú eres prefecto desde este año. No puedes hablar acerca de lo que hacemos o no. -interrumpió Robb, el otro prefecto de sexto-
-Se supone que un Hufflepuff trabaja duro. Si sus prefectos no lo hacen, ¿qué esperan de los menores? -me crucé de brazos- Actúen como los prefectos que son y hagan su trabajo. -les dediqué una fría mirada y salí de la sala común-
Recuerdo que yo no había sido prefecta porque me negué. Eran demasiadas responsabilidades y no me daría tiempo a tener una vida. Ellos tienen que ocuparse las veinticuatro horas del día de hacer cumplir las normas, entre otras cosas... No era algo que me gustara, en realidad. Ni yo cumplo las normas.
Caminé a paso lento en dirección al Gran Comedor. Eran como las ocho de la noche y pronto aparecería la cena. Jack VanDame no había hecho más que mirarme con odio, pero no me había dicho absolutamente nada. Sus amigos estaban igual.
-Addy... -escuché una dulce voz unos metros antes de llegar a la puerta del comedor. Me di la vuelta y le sonreí a August. Él se acercó a mí y me abrazó. Quiso darme un beso en los labios, pero yo corrí mi cara y lo recibí en la mejilla- ¿Cómo estás? No te veo desde antes de ayer.
-Estoy bien... -contesté- ¿Y tú? -él me pasó un brazo por la cintura y se puso a caminar conmigo hacia el interior del Gran Comedor-
-Estoy perfectamente bien ahora que te veo. -lo vi dirigirse hacia la mesa de Durmstrang. Me frené y él me miró- ¿Qué pasa?
-¿Por qué no vamos a la mesa de Hufflepuff? -propuse. Él miró su mesa y luego la de mi casa. Suspiró y comenzó a caminar hacia la mesa de Hufflepuff-
-Adeline, tengo una duda... -murmuró-
-¿Cuál? -lo miré-
-¿Es cierto que Riddle fue quien te sacó del lago en la prueba? -preguntó-
-Yo... Ahm... Sí. -confesé- Es cierto.
-Ya veo... -se sentó en un espacio vacío en la mesa, ganándose la mirada de todas las féminas-
-¿A quién rescataste tú? -cuestioné-
-A mi mejor amigo desde pequeños. Es aquel chico de allá. -me señaló su mesa y vi a un sonriente castaño que siempre estaba con Gus- Es como un hermano para mí. Por eso no te rescaté a ti... Ademas, no sabía que tú estabas en el lago. Cuando llegué, sólo estaba Lion y el gato de Solange.
-No estoy reclamándote el porqué no me rescataste tú. Entiendo que él sea importante para ti. A mí me conoces desde hace muy poco... -la comida apareció frente a nosotros-
-Pero fue Riddle quien lo hizo. -respondió- Es notable que tú eres importante para él. Pero, la pregunta es, ¿él es importante para ti? -dejé la copa de jugo suspendida en el aire, me había quedado en blanco por esa pregunta-
-Él... -noté que muchas personas estaban atentas a nuestra conversación. Los miré mal y siguieron con lo suyo- Tom es... -suspiré- Sí es importante para mí. -finalicé. No quería mirarlo, no quería decepcionarlo, no quería tener que lidiar con sus ojos-
-Lo entiendo... -escuché que dijo. Sentí un cálido tacto en mi mejilla y levanté la mirada. Él estaba sonriéndome levemente, con un poco de decepción en su mirada mientras me acariciaba la mejilla-
-Lo siento, Gus... -¿Iba a llorar de nuevo? ¿Qué demonios les pasa a mis ojos?- No quería decepcionarte. Intenté... Intenté concentrarme en ti. -mis ojos picaban-
-No estoy enojado. -me rodeó con sus brazos- Entiendo que lo quieras a él. Debe haber una historia entre ustedes antes de mi llegada. No puedo hacer nada... -aspiré su perfume y logré tranquilizarme un poco por sus palabras- No te pongas triste por haberme dicho la verdad.
-No quería decepcionarte... -murmuré. Él me acarició la espalda-
-Es inevitable la decepción en el amor, preciosa... -me soltó y me miró a los ojos- Podemos ser amigos, si tú quieres. -sonrió- Los buenos amigos no son buenos amantes. Tal vez nuestro destino era ser amigos, después de todo...
-Si te hubiese conocido antes estaría tan enamorada de ti, maldito ruso. -le pegué en el brazo y me sequé la única lágrima rebelde que había logrado escapar-
-Lo siento. El lema de "Lo mejor se hace esperar" no me funcionó. -dijo, haciéndome reír. Suspiré con alivio y me volteé hacia la comida- Pero no soy ruso... -lo miré sorprendida- Soy noruego. -sonrió-
-Estaba plenamente convencida de que eras ruso... - me reí y me sentí estúpida por mi ignorancia- De hecho, pensé que todos eran rusos... -murmuré-
***
-Creo que hiciste lo correcto. -dijo Melissa mientras caminábamos hacia un lugar no específico. Muchas veces nos poníamos a caminar por todo Hogwarts antes del toque de queda. Daisy se había ido a la enfermería porque un niño de primero le lanzó un hechizo que le hizo crecer miles de granos en la cara. Me compadezco de ese pobre pequeño cuando Daisy salga de la enfermería. Va a matarlo-
-Lo sé, no quería estar con él mientras tenía a Tom en la cabeza. No se sentía bien. -concordé. Íbamos a dar un paso hacia una escalera, pero ésta se movió e hizo que Melissa perdiera el equilibrio- ¡Mel! -chillé y agarré su mano. De no ser por eso, ella habría caído. Con su otra mano se agarró del suelo. Yo estaba tirada en el piso para no caerme con ella y poder hacer más fuerza-
-¡Adeline! ¡No puedo subir! -su cara era de completo terror. Miró hacia abajo y apartó rápidamente la mirada. Pude ver lágrimas en sus ojos. De un momento a otro, alguien estaba ayudándome a subirla de nuevo. Cuando estuvo en el suelo, se quedó sentada a respirar hondo. Estaba temblando, en shock, aún asustada-
-¿Estás bien? -escuché un acento que no me resultaba conocido. Miré y era el amigo de Gus, Lion. Melissa lo miró y se quedó absolutamente inmóvil. Después enrojeció por completo- Hola... -Lion pasó su mano por en frente de la cara de Mel, quien lo miraba embelesada-
-¡Melissa! -grité. Ella salió de su trance y sacudió su cabeza. Volvió a mirar al castaño y éste le sonrió-
-Yo... Ehm... Hola... -le sonrió tontamente-
-¿Estás bien? -volvió a preguntar. Yo estaba a punto de decir "Hey, estoy aquí." pero no quería interrumpir. Él ayudó a Mel a pararse, ella se agarró la rodilla e hizo un gesto de dolor-
-Me golpeé la rodilla con el suelo. -dijo ella. Yo me levanté (sin ayuda de nadie, por cierto) y me quedé mirando la escena-
-¿Quieres que te acompañe a la enfermería? -preguntó él con una sonrisa que hizo remarcar un par de hoyuelos. Era un Durmstrang tierno-
-Ahm... -Melissa parpadeó un par de veces y luego se percató de mi presencia-
-Yo estoy bien. -levanté mis manos- No necesito ir a la enfermería. Ve con él. -sonreí con picardía. Ella volvió a sonrojarse y miró a Lion. Quien le ofreció su brazo como soporte. Ella le sonrió y lo agarró. Empezaron a caminar, Melissa cojeaba y él la ayudaba con cada paso-
-Soy Lion, por cierto. -escuché que él le dijo-
-Mi nombre es Melissa... -contestó ella. Sus voces desaparecieron al igual que ellos al doblar por el pasillo. Suspiré y le deseé suerte silenciosamente. Me di vuelta para ir hacia la biblioteca. Ahora que no tenía con quién caminar sin rumbo, aprovecharía para buscar a Myrtle y explicarle por qué falté a la tutoría de ayer-
-¿Andas de casamentera? -escuché su grave voz y me sobresalté. Me llevé la mano al pecho y me giré furiosa-
-¿Quieres matarme? -recriminé, golpeándole a Tom el brazo. Él se rió se encogió de hombros-
-¿A dónde vas? -preguntó-
-¿Te importa? -pregunté distraída-
-Sí. -contestó sin rodeos. Yo sonreí y lo miré-
-Voy a buscar a Myrtle para justificar mi falta a la tutoría de ayer. -contesté a su pregunta- ¿Por qué?
-Creí que irías a darte más abrazos con tu noviecito Gus. -dijo con la voz muy baja. Pude ver que justo pasábamos por al lado de una gran estatua de una especie de mago con ropa extraña. Miré hacia atrás por si alguien miraba y lo empujé hacia el costado de la estatua, donde nadie nos vería- ¿Qué estás haciendo? -preguntó alarmado. Hice chocar su espalda contra la pared y lo besé sin ningún freno-
Esos labios que había deseado volver a besar, me correspondieron con la misma intensidad con los que habían sido atacados. Lo obligué a agacharse más para no tener que estar de puntitas de pie y lo rodeé con los brazos. Sus labios se movían junto a los míos. Mi corazón se había acelerado y sentía que estaba flotando en una nube. Sus manos en recorrían mi cintura y, al subir, el molesto dolor en las costillas me hizo cortar el beso. Lo miré a los ojos y vi todo un cielo dentro de ellos. Ese cielo que observo maravillada todos los días, se encontraba en los ojos de Tom.
-¿Te hice daño? -preguntó, apartando sus manos de mí. Yo sonreí y escondí mi cabeza en su cuello-
-No, sólo tocaste el lugar en donde otra persona me había hecho daño. -dejé un pequeño beso en su cuello y noté que su respiración se cortó por un segundo. Me alejé de él y seguí caminando-
-Ehm... Adeline, ¿te molestaría explicarme por qué me acabas de besar? -preguntó, caminando con rapidez para alcanzarme-
-Porque quise. -me encogí de hombros- ¿O qué? ¿Debo pedirte permiso? -lo miré con una ceja arqueada. Él tenía los labios rojos por el beso, cosa que me hizo deducir que yo estaba igual. Sonreí y volví mi vista al frente-
-No, no es eso. Es que... Estábamos hablando de otra cosa. -dijo. Yo me mordí el labio inferior y contuve una risita. Él estaba celoso, por eso lo besé-
-August te dejó el camino libre. -le contesté-
-¿Qué? -preguntó. Yo me detuve frente a la puerta de la biblioteca y lo miré-
-Le dije a August que te quiero. -respondí-
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