Capítulo 18: Myrtle, la tutora.
Narra Adeline York:
-Es más fácil aprender si te tratan bien... -dije sonriendo. Myrtle, la Ravenclaw que Slughorn me designó como tutora, era una buena maestra. Era tímida y amable conmigo. Me ayudaba mucho que me tratara bien. El mal humor de Tom me hacía perder las ganas de estudiar-
-¿En serio? -preguntó Myrtle- ¿O sea que estás aprendiendo?
-¡Sí! -exclamé- ¡Eres una maestra grandiosa! -le sonreí- Me alegra que seas tú mi tutora.
-Gracias... -murmuró con timidez y se limpió sus gafas con la manga de la túnica- Esto es todo por hoy. -dijo-
-Gracias a ti. -dije. La vi alzando los materiales que ocupamos y decidí ayudarla- Yo creo que deberías irte a dormir, Myrtle. Yo guardaré las cosas... -ella dejó de guardar y me miró extrañada-
-¿En serio? -preguntó-
-Sí... ¿Por qué? -alcé una ceja-
-Nadie había hecho algo lindo por mí antes... -dijo, cohibida. Yo sonreí con ternura y puse mi mano en su hombro-
-Siempre hay una primera vez... -la solté y seguí agarrando ingredientes- Es extraño que nadie haga algo lindo por ti. Eres muy amable... -ella se sonrojó y se ocultó bajo sus dos colitas- ¿Podrías explicarme cómo es que una niña de catorce años me está enseñando pociones? -pregunté, guardando parte de los ingredientes-
-Leo libros desde que entré a Hogwarts. Me interesa mucho... -contestó y dio un bostezo-
-Oye, puedes irte si quieres. -dije- Yo terminaré de guardar las cosas y ordenar mi desastre.
-Está bien... Adiós. -se despidió-
-Adiós, Myrtle... -contesté y vi que salía del aula- Mierda. -se me cayeron los ojos de sapo del frasco. Me agaché y me puse a levantarlos uno por uno. Eran asquerosos-
-¿Sigues siendo inútil? -una voz me sobresaltó y me hizo golpear la cabeza con la parte de abajo de la mesa- Por lo que veo, lo sigues siendo... -oh, no-
-Riddle... -murmuré. Me tragué la rabia, la tristeza y el mal humor, y me levanté del suelo. Con magia hice levitar los ingredientes para llevarlos al armario de donde salieron y cerré sus puertas. Me limpié la mano en la túnica y me dispuse a caminar hacia la salida- No sé qué haces aquí. Ya no eres mi tutor. -abrí la puerta del aula y salí-
-Quería ver si no habías incendiado el salón... -intentó bromear... Creo-
-Ya viste que no. -dije caminando por el pasillo que llevaba a las escaleras- Puedes irte.
-Vamos por el mismo camino, Adeline. Las escaleras están del mismo lado. -mierda-
-Como quieras. -contesté cortantemente y seguí mi camino. No pronunciaba palabra alguna. No me acercaba a él a menos de dos metros de distancia. Caminaba rápido y tenía el objetivo en mente de llegar lo antes posible a mi sala común-
-Te vi en las gradas ayer... -dijo mientras bajábamos las escaleras-
-Sí, allí estuve. -dije con sequedad-
-Ya veo... -contestó. Mi plan era ignorarlo olímpicamente para evitar cualquier confusión por parte de los dos. No somos amigos, apenas nos conocemos- ¿Me viste a mí?
-Sí... -suspiré y doblamos en un pasillo-
-Oh...
-¿Acaso esperas que te felicite por ganar la primera prueba? -pregunté hostilmente-
-No... -contestó, aunque no me convenció en nada-
-Oh, bien. -me encogí de hombros. Por suerte llegamos al pasillo en donde nos separábamos. Me adelanté y doblé antes de tener que frenar y "despedirme"- Adiós, Slytherin. -dije yéndome por mi camino-
-Adiós, Adeline... -escuché que contestó. Al llegar al pasillo de la cocina tuve que frenar. Las lágrimas no me dejaban ver, y la oscuridad no ayudaba. Me apoyé en una pared y me deslicé hasta quedar sentada-
¿Por qué me duele tanto escuchar su voz? ¿Por qué él tuvo que pronunciar palabras tan feas? ¿Por qué me tuvo que gustar justamente ese tarado y no otro? Estoy segura de que si me hubiese enamorado de Abraxas, sería menos doloroso.
Diug, enamorada de Abraxas. No puedo ni imaginármelo. Sería asqueroso....
Sollocé abrazada de mis piernas y me vi interrumpida por un extraño ruido proveniente del otro lado del pasillo. Levanté la cabeza y me encontré con el Fraile Gordo.
-Hola, Adeline. -saludó sonriente- ¿Por qué lloras? -flotó hasta mí y descendió hasta quedar con medio cuerpo atravesado por el suelo-
-No pasa nada... -sonreí y comencé a pararme. Él se fue elevando hasta quedar a mi altura-
-No puede ser nada si una Hufflepuff llora a mitad de la noche en la oscuridad... -dijo- ¿Pasó algo? ¿Peeves te hizo algo? Puedo hablar con el Barón Sanguinario si es así... Él sabe hacer que se comporte. -sonrió-
-Sé arreglármelas con Peeves. -dije, comenzando a caminar hacia los barriles- No pasa nada, sólo recordaba algo triste...
-Te abrazaría de no estar inmaterializado. Te traspasaría y sentirías mas frío del que hace. -dijo. Yo reí y golpeé el barril rítmicamente-
-Gracias de todas formas. Aceptaré tu abrazo metafórico. -el barril se abrió y yo puse un pie dentro- Adiós...
-Adiós, Addy... -contestó y flotó por el pasillo de vuelta a donde estábamos-
***
Me desperté exaltada al sentir un gran peso sobre mí. No podía moverme y comenzaba a asustarme. Luego sentí una peluda cola en mi cara y solté el aire con alivio.
-Maldito seas, Clifford. Ya no eres pequeño, bájate de aquí. -intenté hacerlo caer, pero retrocedía mirando a un punto fijo en el suelo. Fruncí el ceño y seguí su mirada. La oscuridad del cuarto no me permitía ver nada, así que estiré la mano hacia la mesita y agarré mi varita- Lumos. -la luz me dejó ver a la serpiente que estaba en el suelo, deslizándose lentamente en dirección a mi cama- ¿Nagini? -la serpiente sacó su lengua. Era Nagini- ¿Qué haces aquí? -bajé mi mano y ella empezó a treparse por mi brazo. Clifford estaba tan asustado que, temblando, se bajó de mi cama y corrió al otro rincón del dormitorio- Gato cobarde. Se supone que las panteras son temerarias. -me senté en mi cama y miré a Nagini. ¿Debo llevársela?- No sé qué haces aquí, para empezar...
-¿Con quién hablas, Addy? -murmuró Nélida adormilada-
-Con nadie. Me agarró sed, voy a buscar algo para tomar... -mentí. Debería secuestrar a Nagini y dejar que él se desesperara. Pero no, no soy tan mala persona-
Dejé a Nagini en mi cama y me vestí. No sería agradable que me vieran en pijama de ositos. Me puse un pantalón, unas botas gruesas y un abrigo. El clima estaba matándome. Agarré a Nagini, que se enroscó en mi brazo y levantó su cabeza. Parecía inteligente, era como si estuviese vigilando el camino. Salí sigilosamente, eran las cuatro de la mañana. Llegué a las mazmorras y escuché un ruido detrás de mí, era como algo deslizándose en el suelo. Quise darme vuelta, pero, cuando lo hice, Nagini saltó a la velocidad de un rayo y se enroscó al rededor de mis ojos. Como una venda de serpiente.
-Nagini... -murmuré asustada. Y me llevé las manos a la cara para sacarla. Pero hizo mas presión. ¡Estaba aplastándome el cráneo!- Suéltame.
-¿Adeline? -escuché la voz de Tom frente a mí-
-¡Saca a tu serpiente de mi cara! -exclamé. Sentí su mano sobre mi boca-
-¿Quieres despertar a todos? -murmuró. Sacó a Nagini de mi cara y me destapó la boca- ¿Qué haces aquí?
-¿Una sangre sucia como yo es indigna de estar ante tu presencia? -pregunté sarcástica. Él miró detrás de sí y volvió a mirarme- ¿Qué buscas?
-Nada. ¿Qué haces aquí? -volvió a preguntar-
-Nagini se metió a mi habitación y asustó a Clifford. Vine a traértela. -Tom frunció el ceño y miró a Nagini, quién se metió en su manga, como escondiéndose de él- Ya lo hice, así que... Me voy. -me puse a caminar en dirección al pasillo, hasta sentí que me agarraban del brazo- ¿Y ahora qué?
-Voy a ver si no hay algún prefecto de mi casa por ahí. -dijo. Se adelantó y miró hacia todos lados- Está limpio.
-Eres extraño. -murmuré y me fui de allí-
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