Capítulo 2: Revisión
¡No se lo podía creer! Ya no era sólo que su imaginación le hubiera jugado una mala pasada, sino que Shoto había leído sus delirios, al menos, una de sus fantasías con él. ¿En qué momento se le ocurrió dejar su último cómic a la vista? Aunque... mejor ese a los otros que tenía...
Ahora el problema no era qué cómic había leído, sino más bien, que Shoto era consciente de que existían. Evidentemente, leyó algo por la forma en que dijo que debería corregir algunos errores sobre él. ¡Iba a tener que disculparse por su comportamiento! Pero eso tampoco le libraría de lo que Todoroki estuviera pensando de él en ese momento.
Deku se dejó caer sobre el colchón de su cama. Éste se hundió ligeramente cuando el trasero de Izuku lo golpeó, rebotando un par de veces por la caída brusca. En las manos de Izuku, el cómic esperaba ser abierto y leído, pero ya había sido suficiente con que Todoroki lo leyera. Sus dedos apretaron con fuerza el cómic unos segundos y luego, lo abrió. Quería saber qué era lo que había leído exactamente para poder disculparse como era debido.
Cerró de golpe el cómic. ¡Era el de sus pensamientos más sinceros! Donde le decía que estaba enamorado de él, donde hablaba de la inseguridad por las cicatrices de su cuerpo. Tiró el cómic sobre el colchón y llevó las manos al rostro. Apoyó las palmas sobre sus mejillas y se sonrojó. Estaba realmente avergonzado con toda esa situación que estaba viviendo. Era como un mal sueño.
Resopló y se levantó para buscar la libreta que Shoto quería. Era mejor acabar con ese tormento cuanto antes. No quería retrasar más la situación o se volvería incluso más incómoda de lo que ya estaba.
Al abrir el armario, miró la balda baja donde guardaba las libretas y sus cómics. Revisó hasta encontrar la que quería Shoto y la sacó. El resto de cómics cayeron hacia un lateral al perder la presión. ¡Espera!
¡Uno, dos, tres, cuatro...! ¡Faltaba un cómic! Estaba seguro al cien por cien de ello. Tomó todos en sus manos y revisó las portadas que él mismo dibujó. Shoto y Deku, más Shoto y Deku, y otro más... ¡ya sabía cuál faltaba!
- Madre mía, va a matarme – susurró Deku antes de salir corriendo con el libro de las habilidades que quería Shoto en la mano. Ni siquiera se preocupó en guardar los libros de nuevo, ni en cerrar el armario, le preocupaba mucho más lo que ocurriría si Shoto se ponía a leer ese cómic que faltaba.
Se dirigió al pasillo con rapidez. Abrió la puerta de su cuarto, salió y la impulsó con la mano con toda la fuerza que pudo para asegurarse que se cerraría tras él. Estaba muy asustado, demasiado. El cómic que Shoto debió leer no era nada en comparación al que se había llevado. Ese hablaba sobre...
- Shoto, no lo leas – gritó Deku al abrir la puerta del cuarto de Todoroki con brusquedad.
Recostado en su cama, Todoroki tenía su cómic en las manos y ya parecía ir por la mitad. El sonrojo fue mucho peor. Ahora ni siquiera le salían las palabras. Desde donde Izuku estaba, veía claramente la portada que él dibujó: Shoto arrodillado en el suelo, atado, amordazado y con los ojos vendados, y él a su lado vestido de dominatriz en cuero negro con un látigo en su mano.
Con su típica calma, Shoto le observó y cerró el cómic dejando su dedo índice entre las páginas para no perder por donde iba leyendo. Miró a Deku y sonrió. Sólo una pequeña mueca, ésas eran sus sonrisas típicas y, aun así, a Izuku le encantaban.
- Veo que has traído el libro que necesitaba. Gracias – Shoto no parecía enfadado y eso relajó un poco a Izuku. Aun así, no se movió de la puerta mientras observaba a Shoto bajar los pies de su cama al suelo y meterlos en sus zapatillas de andar por casa –. ¿Puedes cerrar la puerta? Por favor.
¡Eso era malo! No quería cerrarla por si tenía que huir de allí a toda prisa, pero su voz calmada le hizo obedecerle sin rechistar. Izuku suspiró, cerró la puerta tras él y se lanzó al suelo al instante para disculparse y pedir clemencia.
- Lo siento mucho, Todoroki, no era mi intención ofenderte ni nada por el estilo. Sé que no debí dibujar algo así y por eso...
- Dibujas bien. Yo nunca he sido bueno dibujando y además... tienes mucha imaginación.
Izuku elevó la mirada al escuchar eso. Su compañero había vuelto a abrir el cómic, pero esta vez, le mostraba a él un par de páginas abiertas.
- Nunca había pensado que podía utilizar de esa forma mi habilidad de hielo.
¡Rojo como un tomate! Así se quedó Izuku al ver la página donde él mismo se introducía un consolador de hielo que Shoto había creado.
- Aunque tampoco sabía que te gustaba el sadomasoquismo.
Shoto pasó un par de páginas para mayor vergüenza de Izuku hasta que se detuvo en un par donde aparecía Shoto, con su pecho apoyado sobre una pequeña mesa cuadrada, con sus manos atadas a una pata y sus piernas a las otras, perfectamente inmovilizado y con el trasero disponible. Sus ojos estaban vendados y Deku le daba a chupar el consolador de hielo que le había obligado a crear mientras un dildo se encargaba de mantener su entrada bien abierta.
- Shoto, lo siento de verdad si te he ofendido. Sé que seguramente te gustan las chicas y...
- No me has ofendido – susurró Shoto para sorpresa de Izuku. ¡Ahora sí estaba rojo! – pero quiero corregir alguna cosa. La palabra de seguridad.
Izuku se puso rojo al ver cómo Shoto buscaba en las primeras páginas la palabra de seguridad que los protagonistas habían acordado. ¡Sí! Él recordaba la palabra que usó. En el cómic, algo que sólo era ficticio, Izuku quería que simplemente, Todoroki no usase esa palabra.
Los dedos de Shoto se detuvieron y Deku leyó la palabra de seguridad: "papá". Todoroki jamás la usaría y justamente ésa era la intención del Deku ficticio, hacer lo que quisiera con Todoroki y que él no se quejase ni detuviera el juego.
- Ya... – susurró Deku al leerla –. Todoroki, en serio que lo lamento.
- ¿Por qué? – preguntó con dudas Shoto – he estado muy entretenido. No sabía que escribías en tus ratos libres, ni que dibujabas.
- Ya, no es algo que fuera a contarte tampoco.
Izuku sabía que estaba mal dibujar sobre Todoroki y más poniéndolo en esa clase de situaciones. ¿Cómo le sentaría a alguien que fuera heterosexual que lo pusieran como homosexual? Sólo eran cómics para él y no quería lastimar a nadie, pero... la verdad era que amaba a Todoroki y nunca se atrevió a confesarle lo que sentía por miedo al rechazo, por miedo a perder a su amigo. Ahora estaban en esa situación. Izuku agachó la mirada con tristeza.
- No volveré a hacerlo, Todoroki. Te lo prometo.
La sorpresa llegó a sus ojos al sentir los dedos de Shoto sobre su barbilla elevándola para que le mirase. Él sonreía.
- Puedes dibujar lo que quieras, Izuku. De hecho, no tengo problemas en probar todo esto contigo – susurró Shoto enseñándole la portada de su cómic. Aquello sí sorprendió a Izuku, porque allí estaban escritas sus más descabelladas fantasías sexuales y Shoto... estaba dispuesto a aceptar cualquier cosa – sólo cambia la palabra de seguridad.
Izuku se paralizó al escuchar sus palabras. ¿Le estaba diciendo que quería algo con él? Abrió los ojos y miró a Shoto. Su rostro estaba muy cerca, podía oler su aroma varonil y sus manos ascendieron de la barbilla hacia sus mejillas. El dedo pulgar de Shoto las acariciaba con suavidad sin apartar su mirada de él.
- No quería que te enterases así y... – agarró Izuku las muñecas de Shoto con delicadeza, apartando su mirada hacia el suelo. No podía desplazar su cabeza, Shoto la mantenía entre sus manos.
- "Llegó un momento, donde me convencí de que con ser su amigo estaba satisfecho. Una vil mentira que me repetía una y otra vez. Sí, éramos amigos, sólo amigos" – Shoto repitió aquella frase que Izuku conocía bien, él la escribió en la primera hoja del cómic que estaba sobre su mesa. Abrió los ojos al escucharla de la boca de Shoto.
- Shoto...
- Tienes muchas dudas sobre mí – mantuvo su rostro sereno y luego, suspiró antes de cerrar sus párpados con lentitud y sonreír –. Puedo regular la temperatura de mi cuerpo, mi lado derecho no está frío ni el izquierdo caliente. Mis pezones están a temperatura normal. Mis manos, por lo general, son cálidas, excepto cuando uso mi habilidad de hielo y... mi semen no es frío, es como el de los demás, supongo: espeso, blanco, pringoso y templado.
Izuku sonrió al escucharle pese a que un gran sonrojo se posó en sus mejillas. Era la primera vez que hablaba tan abiertamente de un tema así con alguien. Shoto era increíble, no parecía enfadarse por estos temas y realmente... ¡Estaba enamorado de él! Apretó sus dedos sobre las muñecas de Shoto y le miró a los ojos un poco más decidido. Sonrió.
- No he acertado en nada sobre tu cuerpo en el cómic, ¿verdad?
- El vello púbico estaba correcto – sonrió Shoto.
¡Sólo acertó en una cosa de todo lo que escribió! Sonrió. Ni siquiera con imaginación acertaba en cómo sería Shoto.
- Pero... – suspiró Shoto – nunca había probado a hacer lo que tú escribías. Creo que podría regular mi temperatura para pasar una mano fría por tu abdomen, y podría enfriar la parte derecha de mi cuerpo para ti, aunque no sé si podría controlar la temperatura de mi semen. Quizá... pueda intentarlo, si quieres...
¿Si quieres? ¿Intentarlo? ¿Era una proposición? Izuku miró fijamente a sus ojos. No había atisbo de duda en él y su rostro se acercaba muy lentamente al suyo. No se apartó, lejos de ello, cerró los párpados y dejó que acortase la distancia. Elevó un poco su rostro en busca del de Shoto y cuando sus labios se rozaron, su corazón se disparó.
Sus labios eran suaves, delicados y... no eran inexpertos. Shoto mantuvo un ritmo lento y sus pulgares no dejaron de acariciar las mejillas de Izuku. Ese beso se sentía tan bien. Shoto tenía razón, sus labios eran cálidos, sin rastro de frío.
La mano izquierda de Shoto se alejó por primera vez de su mejilla para colocarse tras su cabeza. Izuku no entendió ese gesto, hasta que sintió la lengua de Shoto jugar con su labio inferior. Abrió un poco la boca, lo justo para darle acceso y sacó su lengua en busca de la de Shoto.
Cuando quiso darse cuenta, Shoto lo había empujado contra una de las paredes de su habitación y sostenía sus manos a ambos lados de su rostro. Su cintura estaba muy cerca, tanto que sus pelvis rozaban. Ninguno soltó el beso. Sus lenguas jugaban y disfrutaban la una de la otra. Era la primera vez que ambas se conocían y, en cambio, Izuku, por momentos, creyó que debían conocerse de antes por lo bien que se sincronizaban. ¡Shoto besaba muy bien! ¿Habría tenido alguna relación antes y él no lo supo? Era posible. Shoto era un héroe popular, pese a ser tan serio, las chicas se morían por él.
- ¿Qué quieres probar? – susurró Shoto sin apartar sus labios de los de Izuku. Sus ojos se mantenían cerrados, todo lo contrario a los de su compañero.
Las manos de Shoto bajaron hacia el borde de la camiseta de Izuku, colando sus manos bajo ella para poder elevarla. ¡Estaban cálidas! Ambas manos lo eran. Su piel no era áspera como pensó en un principio, sino suave. Izuku sonrió. Ahora se daba cuenta de algo importante que no tuvo en cuenta. Él trabajaba con sus manos y las suyas sí eran ásperas, acostumbradas a los golpes, a entrenar con ellas, pero Shoto no, él usaba sus habilidades, no necesitaba usarlas de la misma forma que Izuku. No estaban tan dañadas como las suyas. Eran suaves, extremadamente suaves, como las de un niño que no ha trabajado nunca con ellas.
Un escalofrío recorrió su cuerpo al sentirlas y una sonrisa se escapó de sus labios al notar frescor. La mano derecha de Shoto desprendía frío, no uno congelante, sino uno agradable. Izuku sonrió al sentirlo antes de volver a unir sus labios a los de Shoto.
- ¿Y bien? ¿Qué quieres probar?
- Todo – susurró Izuku. Con un gran sonrojo en sus mejillas, todavía empotrado contra la pared, alzó sus manos hacia el cabello de Shoto. Con suavidad, acarició una de sus mejillas y sonrió. – Lo quiero probar todo contigo.
No hizo falta decir nada más. Como si se tratase de palabras mágicas, Shoto llevó sus manos al cinturón de Izuku para desabrocharlo. ¡Era ágil! Apenas tuvo ningún problema para desabrochar el cinturón y mucho menos, para bajar el pantalón. Ni siquiera estaba interesado en sus zapatillas rojas, en cuanto el pantalón cayó al suelo, las fuertes manos de Shoto agarraron el trasero de Izuku y lo elevaron sobre una de las cómodas a su lado derecho. Una vez tuvo a Izuku sentado, se posicionó mejor entre sus piernas dispuesto a quitarle la camiseta. No parecía querer perder tiempo.
- Sho...to – susurró Izuku agarrando el borde de su propia camiseta y tirando hacia abajo para impedir que su compañero se la quitase.
- ¿Qué ocurre? Si tienes dudas, puedo parar.
- No es eso. Es que... – no sabía cómo decirle lo que pensaba – quiero estar contigo, de verdad que es lo que más deseo, pero... ¿Podrías dejarme puesta la camiseta?
- Izuku, ¿qué ocurre? – susurró Shoto con preocupación.
- Es...
Shoto esperaba pacientemente a que su chico hablase. No estaba seguro del motivo, pero cuando agachó la mirada hacia la cómoda, se dio cuenta de lo que podía ser. Había leído el primer cómic, y leyó la mitad del segundo.
- Quiero ver tu cuerpo – susurró Shoto.
- Yo no quiero que lo veas.
- ¿Por qué? ¿Por tus cicatrices? Mírame, Izuku, mírame bien. Yo... también estuve un tiempo acomplejado por la quemadura de mi ojo. La oculté con una venda durante mucho tiempo y... realmente creí que nadie podría amarme con la cara quemada, pero...
- Shoto, a mí no me importa tu quemadura.
- Ni a mí tus cicatrices – susurró en un intento por calmarle.
- Son muchas, Shoto, todo mi cuerpo está lleno de cicatrices y, tengo miedo de que no te excites al ver mi cuerpo tan magullado.
- Dame tu mano.
- ¿Qué?
- Vamos, no rechistes, dame tu mano.
Izuku la elevó. Temblaba y una profunda cicatriz era visible en el lateral de su mano, justo delante de su dedo pulgar. Shoto agarró su mano con suavidad, pero con firmeza. Ladeó la mano colocando la palma hacia arriba y abrió sus dedos. Sus ojos se fijaron en las cicatrices y sonrió antes de llevar sus labios hacia ellas y besarlas con dulzura. Un nuevo sonrojo más intenso que antes apareció en el rostro de Izuku.
¡Era un chico dulce! Si seguía así, se enamoraría todavía más de él si eso fuera posible.
- No me importan tus cicatrices, Izuku. Lo único que siento al verlas es dolor por saber que sufriste al hacértelas. Me gustaría tanto poder aliviar tu dolor y sé que no puedo hacerlo.
- Shoto, te quiero – susurró Izuku completamente sonrojado. ¿Cómo no decirle algo así cuando él estaba siendo tan dulce?
- También me gustas y creía que debía soportar sólo ser tu amigo. No quería meter la pata contigo. No he tenido demasiados amigos y no quería perderte.
- Yo tampoco quería perderte. Intentaba convencerme a mí mismo de que podía soportar verte sólo como a un amigo, pero cuando te miro... no puedo evitar desear tus labios, desear que tus manos acaricien mi cuerpo. Haría cualquier cosa contigo.
- Por favor, permíteme quitarte la camiseta.
- De acuerdo – sonrió Izuku antes de elevar los brazos para que pudiera hacerlo. Shoto sonrió y tiró de la camiseta hacia arriba.
El trozo de tela resbaló por su cuerpo. Su abdomen tenía cicatrices y sus brazos... más todavía. Dolía ver su cuerpo, pero no por las cicatrices, sino porque sabía el dolor que afrontaba cada vez que activaba su habilidad. Su cuerpo se rompía, lo llevaba al límite, se lastimaba para ayudar a otros. ¿Cómo podía no excitarle saber algo así? Eran las heridas de un héroe.
- Siendo sincero, tus cicatrices me excitan el doble – susurró cerca de su oído – porque lo das todo por la gente que te importa y yo... quiero ser la persona que te haga sonreír y con quien puedas olvidar tu dolor. Saber que puedes disfrutar conmigo me hace feliz, así que no pienses en tus cicatrices cuando estés a mi lado, por favor.
- ¿Puedo pedirte algo, Shoto?
- Lo que quieras. Haría cualquier cosa por ti.
- Me gustaría probar algunas cosas de ese último cómic.
Shoto sonrió y giró su rostro hacia el cómic que estaba en el suelo. La portada era cuanto menos, sugerente.
- Lo que quieras, pero ya sabes... no quiero esa palabra de seguridad.
- ¿Y qué palabra quieres? – susurró Izuku.
- ¿Qué tal "Deku"?
Shoto siempre fue respetuoso, tanto como para nunca llamarle Deku. Desde que supo que Bakugo lo usaba a modo despectivo, él siempre le llamó Midoriya. Como si no quisiera que le sentase mal, evitaba esa palabra y saber eso hizo a Izuku sonreír. Shoto era así. Agradable y aunque no sabía socializar bien, era muy respetuoso con la gente. No insultaba, no les hablaba mal y trataba de no usar apodos despectivos con nadie. ¡Se enamoró de él!
- Me parece una buena palabra. Creo que tampoco la usarás – sonrió Izuku.
- ¿Tú crees? – sonrió Shoto –. ¿Quieres probar esto primero?
En su mano derecha, el hielo se activó. Con maestría, daba forma hasta pulir perfectamente un pene de hielo de un tamaño más o menos, igual a uno real.
- Abre las piernas – ordenó.
- Shoto... no estoy preparado.
- No voy a meterlo, es que en el primer cajón tengo los preservativos. El hielo podría quemarte, voy a ponerle látex para evitar que te queme al entrar.
- Oh... claro – se sonrojó Izuku.
Izuku movió sus piernas hacia los lados y elevó las zapatillas rojas para que Shoto pudiera abrir el primer cajón. De él, sacó los preservativos y aceite corporal. Supuso que no tenía lubricante, pero eso podría funcionar perfectamente.
- ¿Por qué tienes preservativos?
- Mi padre... y mi hermano... – dijo con un sonrojo – me los dieron por si acaso, ahora que soy héroe, quería tener algo con alguna fan o no sé... los guardé aquí y ya está. Prefería que me los dieran a recibir una charla sobre el sexo seguro de ellos.
- ¿Has besado alguna vez? Lo digo porque... parecía que sabías besar, por antes, es decir... besas muy bien – se sonrojó al decir esas palabras.
- Practiqué con alguien.
- ¡Ohhhh! No sabía eso de ti. ¿Practicaste mucho?
- No demasiado, bueno... no sé. Él quería declararse a alguien y nunca había besado. Sólo me lo pidió como favor y pensé que aprender a besar no estaría mal.
- Sólo fueron besos, ¿no?
- Sí – sonrió Shoto – sólo besos. No llegué al sexo, pero he visto muchas películas y he leído tus cómics.
- ¡Oh, por dios! No me recuerdes eso – rió Izuku al recordar eso.
- Me gustaron. Quiero leer el resto que tienes y acabar ése, aunque... estaba pensando que tú lo escribiste, así que... ¿Por qué no lo hacemos realidad? Yo sabría el final y tú... bueno, disfrutarías.
- ¿Estás seguro de esto?
- Sí, claro.
- No tengo cuerda para atarte.
- ¿Te sirve el cordel de las cortinas?
- Tampoco sé con qué taparte los ojos.
- Con mi camiseta si quieres – dio otra solución.
- ¿Y cómo te cubro la boca?
- Bueno... por donde iba leyendo, la tenía bien ocupada lamiendo esto – sonrió Todoroki alzando levemente el consolador de hielo que había creado -. ¿Alguna otra pega para no hacerlo?
- No. Hagámoslo – sonrió Izuku.
***
Durante los últimos meses, me he despertado completamente erecto en mi cama. Agradezco que la agencia nos haya dado nuestros propios cuartos, porque no tengo que dar explicaciones a mi familia ni excusas por esperar a que bajase la erección. Sin embargo, no es agradable pensar en el motivo por el que me levanto así. ¡Me gusta un chico! Uno imposible. Él tiene todo lo que a mí me falta: don de gentes. Las personas le adoran, sonríen con él, sienten que pueden hacer cualquier cosa cuando están a su lado, les da ánimos. Yo me siento igual a su lado.
Nunca he tenido amigos y creo que ya no le veo como tal. Me gusta y desearía estar siempre a su lado, pero... decirle que mis sentimientos han cambiado, que sueño con probar sus labios, con desnudarle lentamente en mi cama y hacerle mío habría fastidiado nuestra amistad. Así que mantengo el silencio.
Tenerle sobre mi cómoda sentado hace que mi corazón lata con fuerza. Mi semblante estará sereno, pero, en mi interior, siento los nervios recorrer todo mi cuerpo.
Izuku une sus labios a los míos, porque ya no puede rebatirme nada más. Nunca he tenido sexo, pero quiero probar todo con él. Quiero ser suyo y quiero que él sea mío. Confío en él y espero que él confíe en mí. Por eso, acepto llegar tan lejos. Sólo él, es lo que pienso, sólo él podrá tener cualquier cosa de mí.
- Voy por el cordel de la cortina. Aunque no sé dónde voy a atarte.
- A cualquier lado – le sugiero. Izuku sonríe ante mi respuesta. Su mano agarra la parte de atrás de mi cabeza y me impulsa hacia él para volver a besarme. Su lengua es juguetona. Se mueve en círculos y sabe a té verde. Sonrío.
- ¿Qué ocurre?
- Sabes a té verde – le susurro –. Me gusta.
- Shoto, me encantan tus besos, pero si no me dejas salir, no podré ir a por el cordel para atarte.
Sonrío para ocultar mi nerviosismo. Puede que la gente piense que soy un chico calmado y poco expresivo, pero en el fondo, siento lo mismo que los demás. Me asusta la situación y, a la vez, confío en Izuku como para atreverme a llegar tan lejos con él. Estoy seguro de que él no me haría daño alguno.
- ¿Estás seguro de esto? – pregunta Izuku. Creo que ve dudas en mi mirada.
- Sí.
- ¿Qué te parece si, cuando acabe contigo, cambiamos posición?
Su propuesta me pilla por sorpresa, pero me gusta. No puedo negar que sueño con hacerle mío también. Asiento. No sé cómo espera lograrlo, porque para que yo pueda penetrarle, debería de no eyacular, pero... él debería hacerlo en mí primero. No sé si aguantaría tanto como para no irme antes que él. Supongo que sólo hay una forma de saberlo. Intentaré aguantar todo lo posible. Es lo único que puedo hacer.
- Ve a por el cordel.
Me aparto un poco de él y dejo que baje de la cómoda de un pequeño salto. Se mueve por mi cuarto en ropa interior y desata la cuerda de las cortinas. Éstas caen inevitablemente, creando una oscuridad agradable para este momento. Es mejor así, no queremos vecinos cotillas.
- ¿Me das las manos? – pregunta y yo elevo mis muñecas hacia delante. Con suavidad, pero ejerciendo presión, ata mis manos juntas. No sé dónde planea atarme, pero una vez tiene mis muñecas, tira de la cuerda y me acerca hacia una silla.
Veo que agarra la silla y la coloca junto a una pared, con el respaldo apoyado en ella para evitar que se mueva. Ata mis manos a la parte alta del respaldo. Me quita el pantalón y también la ropa interior antes de que pueda moverme. La posición es demasiado atrevida. Desnudo frente a él, no sé cómo actuar, hasta que veo cómo le da varias vueltas a la camiseta que antes le he quitado, para taparme los ojos con ella.
La silla se mueve, creo que Izuku se ha sentado en ella, lo que indica que su rostro debe estar muy cerca de mi pene. Respiro con tranquilidad en un intento por calmar mi corazón. No sirve de nada cuando siento su lengua en la punta de mi miembro. Mis dedos se agarran con fuerza al borde de la silla.
Un cosquilleo recorre todo mi cuerpo. Es un placer increíble, pero mi mente sólo piensa en una cosa. ¡Quiero más! Estoy deseando sentir toda su boca, sentir cómo todo mi miembro se hunde en su cavidad. Él, sin embargo, no parece tener prisa. Su lengua juega una y otra vez como si explorase cada rincón. Juega entre mis pliegues, mordisquea con suavidad la punta y yo intento aguantar los gemidos. Mi cuerpo tiembla. No puedo verle, pero eso le da más morbo a la situación.
La mitad de mi pene entra en su boca y un gemido se escapa. Agacho la cabeza. No puedo verle pero el placer es inmenso. Me agarro con mayor fuerza a la silla. Sigo de pie frente a él, Izuku debe estar sentado, ahora lo tengo más claro por cómo percibo la situación. Sus manos agarran mi trasero y él parece algo más tranquilo al darse cuenta de que no le puedo observar. Quizá así siente menos vergüenza. Sea como sea, me gusta la situación.
Finalmente, lame toda la longitud de mi miembro. No lo mete entero, aunque lo ha intentado. Supongo que le da arcadas cuanto más se acerca a la garganta y prefiere no hacerlo. Se queda a la mitad, metiendo y sacando el miembro de su boca. Intento no gemir, pero no funciona. Muerdo mi labio inferior para silenciarlo. Bajo la camiseta que imposibilita mi visión, cierro los párpados con fuerza. Escuch la sonrisa de Izuku, creo que es su sonrisa. Sabe que me gusta lo que hace por mis gestos corporales. Mi cuerpo no puede evitar temblar ligeramente ante el placer.
Aparta su boca de mí y escucho un plástico. Si tuviera que apostar, diría que está abriendo el preservativo.
- ¿Puedes arrodillarte? – pregunta.
No estoy seguro de ello. Mis manos están bastante altas, sin embargo, me agacho y ellas parecen deslizar por las varillas. Siento a Izuku, mis brazos rozan su piel y él sonríe como intentando colarse entre ambos brazos. Ya casi he conseguido que mis rodillas toquen el suelo.
- Esto es muy raro – sonrío y escucho su sonrisa.
- ¿Quién de los dos es el que tiene imaginación?
- Tú – le digo sin duda alguna. Algo se apoya sobre mis hombros. Creo que son sus piernas. Me hago una imagen mental. Ahora mismo, con los pocos datos que tengo, creo que está sentado en la silla, entre mis brazos y sus piernas encogidas para poder pasar mis brazos y subirlas a mis hombros. ¡No lleva el pantalón y creo que tampoco la ropa interior!
- Ya está – susurra y me imagino que es porque él también ha conseguido llegar a la posición que buscaba. ¡Su flexibilidad me sorprende!
Se apoya sobre mi cabeza para enderezar su cuerpo sobre la silla y entonces, acaricia mi cabello.
- Shh, por aquí – me susurra antes de guiar mi cabeza hacia algún lado. Algo golpea suavemente mi mejilla. Si tuviera que apostar, diría que es su pene. Alargado y erecto. Incluso el olor que desprende me reafirma en la misma idea. Sonrío y saco la lengua para lamerlo.
Es la primera vez que hago esto y no tengo muy claro si le haré disfrutar o no. Quiero darle placer, pero... tengo dudas sobre mí. Sin mis manos para poder agarrarlo, Izuku lo sostiene por mí. Lo sé porque ha dejado de moverse y puedo lamerlo más fácilmente.
- ¡Oh, joder! – escuchó la voz de Izuku – esto está demasiado frío.
No entiendo a qué se refiere. No he activado mi habilidad, de hecho, no estoy seguro si podría crear frío con mi boca, aunque... podría intentarlo. Sin embargo, el cuerpo de Izuku tiembla y él no para de reír. No entiendo qué ocurre.
- Lo siento – le digo sin saber qué pasa.
- No eres tú. Estoy... intentando meterme el consolador este, pero... madre mía, ni con preservativo se pasa un poco el frío. Está helado.
- Ya, bueno, es hielo – susurro – si no te gusta el frío, no te lo metas – le doy una solución.
Resopla. No parece conforme, pero creo que insiste en metérselo. Vuelvo a lamer su miembro en un intento por satisfacerle en algo. Él sigue riendo entre resoplidos. Ni siquiera puedo imaginarme cómo narices se lo está metiendo, pero siento sus manos cerca de mi pecho, así que sé que mientras una de sus manos sostiene su pene para mí, la otra introduce el consolador.
Tira de la camiseta y me la quita. Por fin puedo ver lo que ocurre y mi intuición no me ha engañado en absoluto. El cuerpo de Deku ha resbalado por su silla. Su cabeza debe estar a la mitad del respaldo, su miembro a la altura de mi rostro y, mientras tanto, su otra mano juega con el dildo de hielo metiéndolo y sacándolo con cierta rapidez en un intento por sentir menos el frío. Sonrío.
- El próximo día, podemos comprar uno normal y puedo calentarlo un poco – sonrió Shoto.
- Esa idea me gusta mucho. La acepto.
Saca el consolador de su interior. Al menos esta dilatado y eso parece que buscaba. Me mira y yo no entiendo qué quiere. Los temas sociales me cuestan y al final, es Izuku el que responde mi duda.
- ¿Vas a entrar?
- ¿Yo? Creía que tú querías entrar.
- Y lo haré, pero... te dejo ser el primero.
Sonrío ante su idea. Es cierto que estoy mejor colocado y él ya está dilatado. Izuku baja un poco más su trasero, resbalando por la silla hasta dejarlo a plena disposición de mi miembro. Me coloco mejor para poder llevar bien a su entrada. Con las manos atadas, me es complicado entrar en él y, de hecho, la punta de mi pene se mueve hacia los lados y no consigo acertar. Izuku agarra finalmente mi miembro y trata de meterlo.
Nos cuesta. La gente piensa que es fácil, pero no lo es. Durante unos minutos, lo intentamos y al final, entra. Al principio es estrecho, pero noto cómo sus músculos se van abriendo a mi paso. Me deja profundizar. Sus manos se agarran a las varillas del respaldo de la silla con fuerza. Gime y me gusta escucharle. Me siento bien sabiendo que disfruta y que yo le haga disfrutar.
Aleja sus manos de las varillas de la silla y las agarra a mis brazos. Sus piernas se envuelven en mi cintura y se mueve hacia delante buscando que yo profundice más. Me gusta mucho, el placer es increíble. Me agarro al respaldo de la silla donde tengo las manos atadas y muevo mi cintura de delante a atrás aumentando el ritmo.
No me preocupa tener que aguantar, pero Izuku parece que sí intenta soportar el placer. Él quiere entrar en mí y si eyacula, necesitará esperar un tiempo hasta reponer fuerzas, no quiere perder tiempo.
Me centro en m placer, pero no aparto mi vista de Deku. Su rostro está sonrojado y presiona con fuerza sus manos en mis brazos para no escurrirse. No quiero que él llegue antes que yo, porque no hemos acabado. Sé que él se muere por hacerme suyo también, así que reduzco la velocidad cuando creo que está a punto de llegar.
- ¿Shoto? – se pregunta al verme reducir.
- Tranquilo, puedo llegar incluso haciéndolo lento. De hecho, me gusta más a lo lento.
- Eres masoquista – sonríe.
Como una lenta tortura, pero poco a poco, el placer aumenta. Cierro los párpados y dejo que los gemidos de Deku me invadan. Me encanta escucharle y entonces, en su último jadeo alto que deja escapar, eyaculo. ¡No puedo controlar la temperatura del semen! Y Deku sonríe al sentir el tibio líquido en su interior.
- Vale, tenías razón, no es frío – sonríe.
- Ey... deja que acabe yo con tu placer.
- Ven aquí. Necesitas que te lubrique un poco.
Me levanto y mis manos recorren la varilla nuevamente hacia arriba por el respaldo. Izuku se sienta mejor en la silla al verme y toma el aceite corporal del suelo para untarse las manos. Separo mis piernas y me acerco a él, dejando sus piernas en medio. Sólo tengo que sentarme para continuar con el sexo, pero Izuku no lo permite. Una de sus manos mueve mi nalga derecha y su dedo lubricado entra con suavidad. Frunzo el ceño al sentirlo. Es diferente y raro, pero no me duele. Deku mete un poco más su dedo y lo mueve en mi interior para lubricarme.
Durante unos segundos, él juega con sus dedos, lubricándolos cuando cree oportuno, profundizando o añadiendo alguno y yo intento aguantar. Es placentero. Nunca había imaginado que podía llegar a serlo.
Le beso, su cabeza sigue en medio de mis brazos y aprovecho para bajar mi cuerpo. Izuku desplaza mis nalgas con sus manos y siento la punta de su miembro entre ellas. Me muevo para posicionarla en la entrada y bajo más. La primera vez se mueve y no entra, pero a la segunda, entra sin problemas. Gimo. Me alegra que sea Deku quien haga esto. Le amo y creo que él me ama a mí.
Me muevo; de arriba a abajo. Agarro mis manos con fuerza a las varillas y jadeo. El placer es increíble. Ahora entiendo lo que Deku debió sentir cuando yo le penetraba. Izuku gime conmigo, me ayuda con sus manos en mis nalgas a ayudarme a subir. Es agotador, pero no quiero parar, el placer es sumamente increíble. Cierro los párpados y me dejo llevar. Izuku los cierra también. Jadea conmigo con tanta intensidad que sé que está llegando y finalmente, siento una calidez agradable en mi interior. Mis movimientos empiezan a ralentizarse hasta detenerse por completo, pero no salgo, me mantengo sentado encima de sus piernas, con su miembro dentro de mí y dejo caer mi cabeza hacia el hombro de Izuku.
- Ha sido... increíble – suspira Izuku.
- Sí que lo ha sido. Me gustaría repetir, pero... también quiero terminar de leer tus cómics. Por cierto, no quiero seguir siendo su amigo, prefiero ser algo oficial como tu novio – sugiero.
Su mano acaricia mi cabello con suavidad. ¡Estoy tan a gusto! Me da igual que su miembro siga en mi interior, recostado sobre su cuerpo, los dos estamos relajados. Sentados en la silla, cierro mis ojos con la cabeza apoyada sobre él. ¡Le adoro!
- Shoto, acepto. Te amo y no quiero estar con nadie más que no seas tú.
- Yo también te amo.
Me siento cansado y no me ayuda el aroma que desprende el cuerpo de Izuku. Una de sus manos acaricia mi cabello y la otra uno de mis brazos. Me relajo hasta el punto de empezar a dormirme.
- Ey, Shoto, creo que deberías salir antes de dormirte – susurra con dulzura –. Podemos ir a la cama y dormir un rato los dos juntos.
- ¿Abrazados? – susurro.
- Sí. Como tú quieras.
- Me gusta la idea. Vamos a la cama.
Me levanto. De mi interior aún sale semen. Blanco, pringoso y viscoso. Izuku está igual que yo y sonríe.
- Tenías razón, tu semen no es frío ni caliente, es... igual que el mío.
- Te lo dije.
- Tendré que cambiar cosas en el cómic.
- Pero... me gustan tus ideas. Quizá mañana dibujes esta nueva posición en la silla.
- No dudes que lo haré.
Fin
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro