Capítulo 1: El cómic
"Amigos", con esa palabra me mentía a mí mismo. Éramos amigos. Fuimos a la misma clase juntos, entrenábamos juntos, comíamos juntos, estudiábamos juntos y... fuimos a la misma agencia de héroes juntos.
Llegó un momento, donde me convencí de que con ser su amigo estaba satisfecho. Una vil mentira que me repetía una y otra vez. Sí, éramos amigos, sólo amigos.
Shoto leyó la primera página del libro que tenía en sus manos. Le habían pedido derrotar a uno de los villanos que últimamente merodeaba por uno de los barrios de la ciudad y, sin datos sobre él, decidió acudir a la fuente de información más fiable de todas: la libreta de Deku. En cambio, en vez de información sobre el villano, al abrirla, ésas fueron las primeras frases que leyó. Volteó la libreta para ver la portada. ¿Se había confundido de libreta? En la portada, salía Deku dibujado junto a él. ¡Era raro!
Completamente solo en la habitación de Deku, volvió sus ojos al interior del libro. Las ilustraciones aparecieron ante sus ojos al pasar la página. ¡Deku escribía y dibujaba cómics! ¿Por qué nunca le contó algo semejante? Por curiosidad, decidió continuar leyendo.
Estamos en el cuarto de Todoroki, como de costumbre. En él, siempre nos reunimos Todoroki y yo para ir más rápido con los deberes. Él es un buen estudiante y me facilita mucho la tarea. Aizawa ha mandado demasiados deberes y, para colmo, no son nada fáciles; sin embargo, desvío mis ojos hacia los ágiles dedos de Shoto. El bolígrafo se desplaza en un movimiento uniforme y continuo escribiendo las respuestas a los problemas. Está muy concentrado.
Sus ojos no muestran expresión alguna. No sé decir si disfruta del rato que compartimos juntos, o si está aburrido o cansado por llevar un par de horas sentado en la misma posición pensando en los problemas que han mandado. Lo que sí puedo asegurar es que me gusta la calma con la que afronta las cosas.
- ¿Tienes la respuesta del ejercicio veinticinco? – pregunta Shoto y yo me sonrojo levemente al sentir cómo eleva sus ojos en mi dirección. Me atraganto, incapaz de responder con rapidez a su pregunta. Me ha sorprendido y por un momento, me pierdo en su fascinante heterocromía –. ¿Midoriya?
- Sí, estoy en ella, pero creo que la respuesta podría ser...
Intento responder pese a la vergüenza que siento por haber sido pillado mirándole. Él no parece haberse dado cuenta de que lo hacía. Se incorpora un poco y se recuesta hacia mi lado. Su brazo se estira en mi dirección y mi corazón se acelera como nunca antes. Siento que va a salir del pecho si Shoto sigue aproximándose. Su respiración está cerca de mi cuello. ¡Me excita! Cierro los párpados perdiéndome en el cálido aire que sale de sus fosas nasales y cuando siento que desaparece, abro los ojos para comprobar que sólo se ha acercado para arrastrar mi libreta por la mesa y acercarla hacia él. Sus ojos se han posado en mi cuaderno. Busca la respuesta.
- Vaya, creo que me he confundido – susurra mirando su libreta.
- ¿Qué has puesto?
- No lo mismo que tú – susurra antes de fruncir el ceño y llevar su dedo índice a sus labios. Apresa su dedo entre ellos y cambia su mirada de un cuaderno al otro intentando encontrar el fallo a su problema.
¡No puedo no fijarme en su dedo entre sus labios! Me gustan sus labios. Son finos y estoy seguro de que si los pudiera rozar, también serían suaves. Me sonrojo al pensar en acariciarlos... en besarlos.
Súbitamente, Shoto separa su dedo de sus labios y yo me fijo en la ligera apertura de ellos. ¡Cuánto deseo besarle! Pero me contengo. Su mano agarra nuevamente el bolígrafo y rectifica en su libreta el fallo que acaba de encontrar.
- Ya está. Gracias, Midoriya.
- De... nada – susurro pese a mi timidez. ¡Si él supiera lo que pienso...!
Continúa con el siguiente ejercicio y yo vuelvo mi vista a mi libreta nuevamente para poder ayudarle con los ejercicios. Si soy sincero conmigo mismo, me cuesta concentrarme teniéndole a mi lado. Su fresco aroma frutal llega hasta mí. Le miro una vez más. Su cabello está muy limpio, pero todavía permanece algo húmedo. Seguramente, el aroma que me llega es de su champú. Estoy convencido de que se ha duchado antes de que llegase a su cuarto.
Me fijo en su rostro. Calmado, apacible y sereno. Por una parte, me relaja verle así y por otra, siento dolor, porque sé que no ha tenido una infancia fácil. Cuando los demás niños jugaban, él entrenaba. Nunca tuvo amigos, nunca supo lo que era socializar con otros y aunque ahora parece que intenta encajar y hacer amigos, su falta de práctica al tratar con gente se nota demasiado.
Entre su seriedad y calma, encuentro finalmente un rasgo de expresión. Es ligera, pero la veo. Sus ojos luchan por mantenerse abiertos. Parece agotado.
- Todoroki, ¿estás bien? – pregunto al notar esa leve expresión facial. Él se gira y me mira algo sorprendido.
- Sí, claro.
- Es que pareces cansado.
- No he dormido bien, pero puedo aguantar.
- ¿Quieres echarte un rato? Te despierto en media hora si quieres y podemos seguir con los deberes.
- ¿Estás seguro? ¿No te importa?
- Para nada – sonrío. Es como un niño pequeño.
Por primera vez, Shoto me muestra una ligera sonrisa. Es sutil, pero cálida. Sus sonrisas son raras de ver y, aunque apenas curva los labios, a mí me emocionan demasiado. Sé que le cuesta mostrarlas y me alegra que pueda dedicarme incluso la más pequeña de ellas. Siento que empieza a estar a gusto a mi lado.
El bolígrafo cae de sus manos sobre la libreta y todo su cuerpo empieza a derrumbarse hacia un lado.
- Todo... – intento pronunciar su apellido al ver que se tumba en el suelo. Quiero decirle que puede ir al futón, no me importa que se acueste en él un rato, pero... ¡Se ha dormido!
Realmente debía estar agotado. Una de sus piernas ha caído flexionada hacia un lateral, pero la otra mantiene la planta en el suelo y su rodilla alzada. Su torso ha quedado boca arriba, dejando que uno de sus brazos se apoye en su pecho y el otro se haya desplomado completamente estirado sobre el tatami.
Dejo el bolígrafo sobre la mesa y a gatas, me acerco a él para asegurarme de que esté bien. Su respiración sigue igual de relajada así que no me preocupo demasiado. Me pregunto si Shoto recordará sus sueños. Yo tengo un sueño ligero y eso provoca que al despertar, la mayoría de las veces, recuerde lo que he soñado, pero él... con lo profundo que ha caído me hace dudar si realmente se acordará de todo lo que su cerebro sueñe. No debe estar nada cómodo y por eso mismo, estiro una de mis manos hacia su futón y agarro un cojín.
No es muy mullido porque odia dormir con la cabeza demasiado elevada. Espero que a Shoto no le importe que tire su cojín al suelo, aunque viendo cómo ha caído rendido, no creo que le suponga un gran problema. Con cuidado, me pongo a su lado de rodillas y cuelo mis manos bajo su nuca para elevar su cabeza.
¡Hace un movimiento divertido con su nariz al ser golpeada contra los cordones que caen de la capucha de mi sudadera! Sonrío al ver su gesto. Realmente es como un niño pequeño y me encanta. Puede que no sepa socializar bien, que sus bromas sean difíciles de entender y que muchas veces, no entienda lo que ocurre en una interacción social.
Sonrío al recordar cómo las chicas tratan de ligar con él y no se entera. Ellas sonríen con cualquier cosa que él diga, pero en realidad, Shoto no entiende por qué sonríen y piensa una y otra vez, si dijo algo divertido. Para él, es complicado entender que sólo sonríen para hacerle sentir bien, para ligar y coquetear, no como muestra de que haya dicho algo gracioso. ¡Sí! Es como un niño pequeño en temas sociales y me encanta.
Con mucho cuidado, coloco el cojín bajo su cabeza para que esté más cómodo y con el dorso de mi mano, desplazo su flequillo hacia un lado para evitar que el pelo le roce la nariz y le provoque cosquillas. ¡Me gusta verle dormir!
Shoto alzó una ceja al leer aquello. Esa escena nunca ocurrió. Recordaría haberse quedado dormido en una de sus muchas clases de estudios. Ahora que trabajaban en la agencia, ni siquiera estudiaban ya. Con un suave movimiento, volteó de nuevo el cuaderno para ver la portada. Al principio creyó que podía ser un diario y que debería dejarlo, pero ahora estaba convencido de que no lo era. Recordaba muchos días de estudio con Deku, pero nunca estuvo tan cansado como para que esa situación sucediera en la realidad. ¿Deku narraba una historia alternativa? Quizá era novelista y él no lo sabía, pero... ¿Por qué les usaba a ambos? ¿Y ese deseo por besarle? ¡Quizá debería dejar de leer!
Para ser honesto, no se sentía demasiado cómodo estando en el cuarto que la agencia le ofreció a Deku sin que él estuviera allí, pero... como Deku siempre le decía que entrase si necesitaba algo, no lo dudó ni por un segundo. Siempre fueron buenos amigos e Izuku sabía de sobra que rara vez entraba a menos que necesitase algo urgente, como los documentos sobre ese villano. ¡Sí! Era mejor marcharse del cuarto pero...
Sus ojos regresaron al cuaderno y siguió leyendo. No podía evitarlo, quería saber cómo acababa todo aquello.
Me tumbo a su lado y miro el perfil de su rostro. ¡Es hermoso! Nunca antes me interesé en nadie, pero Shoto ha hecho que descubra una parte que no conocía. ¡Creo que me he enamorado! Es la primera vez que me atrevo a decirlo y no estoy seguro de ello. Estar a su lado es la mayor de mi felicidad.
Me mentía. Siempre pensé que él y yo éramos sólo amigos y que estaba bien, siempre me repetía que estaba satisfecho, pero en realidad, quiero mucho más. Tengo muchas dudas sobre él, sobre su cuerpo.
Si me apoyo sobre su abdomen, ¿sentiré frío o calor? Su cabello, mezcla de dos colores, ¿también abajo sufrirá ese efecto? Miro su pantalón corto de deporte. Sólo se lo pone cuando nos mandan correr o... en su cuarto cuando estudiamos porque está más cómodo con él. ¡Sí! Siento curiosidad por mirar bajo su pantalón y eso hace que me sonroje más todavía.
¿Cómo se sentirá el sexo con él? Si juego con sus pezones... ante un estímulo de placer, ¿su pecho derecho será frío? ¿Se sentirá como lamer un cubito de hielo? ¿Y abajo? ¿Qué temperatura tendrá su miembro? ¡Demasiadas dudas! Seguramente nunca descubriría todas ellas, porque ellos eran sólo amigos.
Quizá si le preguntase, Shoto respondería esas preguntas, porque él era sincero siempre, aunque, no me atrevo a preguntar. Podría sentarle mal o puede que simplemente, ni entendiera el motivo por el que las realizaba. Lo más seguro es que no sepa nada de mis sentimientos.
Si metiera su miembro en mí... ¿Qué sentiría? ¿Es grande, mediano o pequeño? ¿Se curva o es recto? Y una vez dentro... ¿Sentiría frío o calor? ¿Cómo sería el sexo con él? ¿Y su semen?
Yo he visto algunas películas subidas de tono, sobre todo para masturbarme, así que sé cómo es mi semen. Pringoso, blanquecino, espeso y algo cálido. ¿Cómo sería el de Shoto?
Cierro los párpados y los aprieto con fuerza. No puedo seguir pensando en estas cosas. Si Shoto supiera en lo que anda mi mente, pensaría que soy un pervertido.
Abro los ojos y le miro una vez más. Han pasado diez minutos y sigue plácidamente dormido. Su rostro se ha ladeado ligeramente hacia el lado contrario a mí y su respiración sigue igual de calmada que antes. Está totalmente relajado. ¿Se daría cuenta si simplemente echo una miradita bajo su pantalón? ¡Por quitarme algunas dudas! O eso me repito porque suena menos pervertido.
Levanto mi mano derecha con suavidad y la llevo hacia el dobladillo de su pantalón. Miro el rostro de Shoto. Sigue dormido y eso implica que tengo una posibilidad de saciar mi curiosidad.
Con mucho cuidado, agarro con un par de dedos el dobladillo de su pantalón y lo alzo para ver en su interior. Acerco el rostro. Su ropa interior es oscura y ajustada. Sonrió al ver que usa la misma marca que yo y el mismo estilo, sin embargo, mis ojos se fijan en la protuberancia. Su miembro está relajado, pero puedo verlo desde donde estoy. Perfectamente encajado en su ropa interior, me dan deseos de sacarlo para ver su tamaño real.
Shoto echó la cabeza hacia atrás en señal de sorpresa al leer todo aquello. ¿Enamorado? ¿Y esas preguntas? Una sonrisa apareció entonces en su rostro. No esperaba en absoluto que Deku pensase esas cosas. Ese libro era cuanto menos... divertido.
Nunca imaginó que Deku pudiera sentir algo por él. Eran amigos. Hasta Deku lo recalcaba en el libro. ¿Qué era realmente una amistad? Él nunca tuvo amigos en su infancia y no pudo llamar a nadie con esa palabra hasta que llegó a la academia. Intentó seguir como de costumbre, haciendo las cosas por su propia cuenta pero... al final, acabó sucumbiendo ante esa dichosa palabra. Hoy podía decir que tenía amigos.
Buscó con la mirada dónde estaba la cama de Deku y se sentó en el colchón con el libro todavía en sus manos. Aún le quedaba mucho por leer y prefería estar cómodo. Suspiró y retomó la lectura.
Profundizo un poco mi mano con cuidado de no rozar su piel para no despertarle. ¿Cómo será su piel? Es más pálida que la mía y estoy convencido de que debe ser realmente suave. Me encantaría poder acariciarla, pero sé que si lo hago, él podría despertarse y no quiero que me pille haciendo... ¡esto!
Acerco mi rostro a su cintura para mirar mejor bajo el pantalón. Mi mano se desliza con cuidado de no tocarle hacia el dobladillo de su ropa interior. Suspiro antes de proceder. Me siento como en una película de atraco a un museo, como si su piel fueran los láseres que debo evitar. Agarro suavemente el borde de su ropa interior y tiro hacia arriba para separarlo de su piel.
- ¿Midoriya?... ¿Qué haces?
¡Pillado! Mi rostro se vuelve más rojo que un tomate y no me atrevo a girar el rostro para mirarle, pero ha sido claramente su voz y sé que debe estar despierto y mirándome. Sus músculos no se han movido, su cuerpo sigue en la misma posición, así que me imagino que acaba de abrir los ojos y me está mirando. Necesito encontrar una buena respuesta, pero... no se me ocurre nada.
- Yo... – tengo que pensar en algo, debo hacerlo para salir de ésta. Shoto se creería cualquier cosa que le dijera, estoy seguro de ello porque, en el fondo, pese a lo inteligente que es, también es demasiado inocente en este tipo de temas. Suspiro. No se me ocurre una excusa creíble –. Yo... sentía curiosidad.
¡Me rindo! Mi mente se ha bloqueado, estoy paralizado y soy incapaz de pensar algo razonable. Quito la mano de debajo de su pantalón y noto cómo su abdomen se tensa. Se está incorporando. Me atrevo a girarme hacia él por primera vez. Sus brazos están tensos, echados hacia atrás mientras apoya su peso sobre las palmas de sus manos. Ha incorporado su torso hacia mí y miro su rostro. Sigue igual de inexpresivo que siempre.
- ¿Curiosidad? – pregunta extrañado –. ¿Qué clase de curiosidad?
- Yo... – suspiro de nuevo – es que tu cabello es tan extraño que pensaba... que quizá ahí abajo también era raro y... sueno como un pervertido. ¿Verdad?
Me mira con seriedad y... extrañamente, sonríe.
- ¿Sólo era eso?
Estoy confuso con su respuesta. Sé que Shoto no entiende bien las normas sociales, pero creo que sí comprende que es raro que alguien te levante el pantalón para mirar bajo él. ¿No? ¿Por qué no se lo toma mal?
Para mi sorpresa, sus manos bajan hasta el dobladillo de su pantalón corto y tira de él hacia abajo. ¡Ahora sí me sorprendo! Rojo como un tomate, no sé ni siquiera dónde mirar e instintivamente, pongo mis manos sobre mi cara. Quiero ocultarme, quiero no ceder al impulso por mirar, pero... mis dedos se abren y mis ojos observan el vello púbico rodeando su miembro. Oculto por su ropa interior, su miembro no sale, pero sí soy consciente de ese pelo en la parte alta en color rojo y blanco.
- ¿Satisfecho? – pregunta Shoto.
¡No puedo estar más rojo! Sería algo imposible por lograr. Pienso en su pregunta. ¿Estoy realmente satisfecho? ¡No! Tengo demasiadas dudas sobre él, sobre lo que puede hacer o lo que puede ser diferente, pero no quiero confesarle todo eso. Siento demasiada vergüenza en este momento y mis ojos se desvían a la puerta del cuarto. ¡Debería irme! Buscar una excusa y salir de allí con rapidez.
- Oye, Midoriya.
Su serena voz hace que me gire a mirarle. No sé por qué, pero mis ojos han pasado primero por su pantalón antes de ir a su rostro. Se lo ha subido nuevamente, ¡para mi desgracia! Aunque al menos, ahora puedo concentrarme un poco más.
Al mirar su rostro, me doy cuenta de que todavía estoy bastante cerca. Arrodillado a su lado, él impulsa con sus brazos un poco más el torso para acercarse. Me mira fijamente y vuelvo a sonrojarme. ¿Qué está mirando? Me asusta verle tan cerca, como si estuviera comprobando mis pecas del puente de la nariz.
- ¿Qué ocurre? – pregunto al verle tan fijo en mí.
- Me preguntaba... si yo he satisfecho tu curiosidad... ¿Tú satisfarías la mía?
- Supongo que sí. ¿Qué duda tienes?
- ¿Somos amigos? – me pregunta con una seriedad tan abrumadora que hasta me hace dudar.
- Sí, claro. ¿Ésa es tu duda?
- Sí – responde.
- No te entiendo, Todoroki. ¿Por qué creías que no éramos amigos? Es decir... estudiamos, comemos y entrenamos juntos, yo creía que sabías que eras mi amigo.
- Yo también, pero... ¿Mirar bajo los pantalones lo hacen los amigos?
¡Vuelvo a sonrojarme ante su pregunta! La respuesta es clara. ¡No! Los amigos no deberían hacer esas cosas y entiendo el motivo por el que ha dudado.
- Todoroki, lo siento de verdad. Sé que no debía mirar bajo tu pantalón y... lo siento – repito para enfatizar mi disculpa.
- ¿Entonces somos o no somos amigos? Porque si no somos amigos... me gustaría saciar mi curiosidad por saber a qué saben tus labios.
Estoy impactado ante sus palabras y, de hecho, me cuesta asimilar exactamente a qué se refiere. ¿Quiere besarme? ¿Es eso? No soy capaz de reaccionar, me cuesta hacerme a la idea de que Shoto esté pidiendo algo semejante, pero... él se ha bajado parte de sus pantalones por saciar mi curiosidad y ahora... yo no puedo negarme. No sería justo para él y para ser honesto conmigo mismo, también deseo probar sus labios.
La punta de mi lengua pasa sobre mis labios humedeciéndolos para el beso. Ha sido un gesto involuntario y lleno de nerviosismo, pero parece que le da a Shoto la iniciativa. Él se acerca con suavidad. Su rostro está muy cerca del mío y sus inexpresivos ojos tienen un pequeño brillo. Ni siquiera parpadea.
- Es justo – le susurro – tú me has resuelto mi duda, así que... yo responderé a la tuya.
Acerca su rostro con cautela y con los ojos todavía abiertos. Estoy tan nervioso que siento que mi corazón va a salir del pecho. Sus latidos no paran de intensificarse y finalmente, cierro los párpados y los aprieto con fuerza para evitar mirar lo que va a ocurrir.
Siento un ligero roce. Su labio inferior roza el mío y el superior agarra ambos. Es un beso raro, inexperto y un poco baboso, pero yo tampoco sé cómo responderle. Abro mi boca y eso provoca que Shoto tenga que abrirla más. Me separo y él lo hace también.
- Lo siento, yo no sé besar.
- Yo tampoco – susurra.
- Déjame intentar algo... quizá si abrimos menos la boca.
- Vale – se deja guiar y vuelvo a acercarme a él pese a la vergüenza. Esta vez estoy decidido a intentar mejorar.
Shoto abre menos la boca y yo me niego también a abrir demasiado. Su labio inferior roza una vez más el mío. Muevo mi labio, colando su labio inferior en medio y pudiendo así agarrarlo con suavidad. Shoto juega entonces con el mío superior. ¡Sabe a soba frío! Él siempre come eso. Le encanta y me gusta su sabor.
Nos separamos y abrimos los ojos muy despacio.
- Sabes a katsudon – susurra y yo sonrío.
- He comido katsudon antes. Es mi plato favorito.
Shoto sonríe.
- ¿He resuelto tu duda? – pregunto.
- Me has creado otras dudas al solucionar ésta.
- ¿Qué dudas?
Me da miedo preguntar y, a la vez, estoy excitado por saber si realmente, este beso sólo ha sido el comienzo de algo más. No quiero hacerme ilusiones porque sé que Shoto es algo lento para darse cuenta de las interacciones sociales, pero... tampoco quiero perder la esperanza.
Toma mi muñeca con cierta presión y la coloca sobre su pecho. Puedo sentir su corazón latiendo con fuerza. Se parece al mío. Aparenta estar tan tranquilo y, en realidad, es un matojo de nervios como yo.
- ¿Por qué me late tan fuerte? – pregunta –. No me late así con ningún otro "amigo". ¿Está bien querer volver a besarte? ¿Está bien que me ocurra esto con un amigo?
Arrastra mi mano por su pecho. Dejo de sentir sus latidos para notar sus abdominales pese a que la camiseta me impide verlos y entonces, deja mi mano en su entrepierna. ¡Está duro! Ahora entiendo a qué se refería con el "¿está bien que me ocurra esto?"
- No, Todoroki – le respondo avergonzado – no es normal estar así por un amigo.
- ¿Entonces no somos amigos?
- Shoto – me atrevo a pronunciar su nombre y él se sonroja ligeramente al escucharlo – me gustas. He intentado mentirme diciendo que todo está bien si sólo puedo ser tu amigo, pero... la realidad es... que no soporto la idea de quedarme sólo como un amigo contigo.
No tengo tiempo de asimilar lo que he dicho ni lo que sucede. La boca de Shoto sobre mi cuello me hace cerrar los párpados. Jadeo. Se me ha escapado un leve jadeo que no parece importarle a mi compañero. Shoto se entretiene mordiéndolo y mi cuerpo responde con escalofríos de placer.
Mi mente es incapaz de hacerse a la idea de lo que ocurre, pero mi cuerpo disfruta. Muevo mi mano hacia su cabello y enredo mis dedos en él. Es suave y está un poco húmedo. Todavía soy incapaz de entender el motivo por el que Shoto ha reaccionado de esa manera y juega en mi cuello.
- ¿Shoto? – susurro su nombre y él saca la cabeza de mi cuello para mirarme. Sus ojos tienen un brillo que nunca antes he visto y me gusta.
- Tu cuello tiene un gusto salado.
Me sonrojo ante su frase. Ahora entiendo lo que está haciendo. Intenta solucionar sus dudas como yo quiero solucionar las mías. Todavía algo avergonzado, me atrevo a llevar la mano libre hacia el borde de su camiseta. Quiero saber qué temperatura tiene su cuerpo.
Muevo su camiseta y cuelo mi mano bajo ella. Las yemas de mis dedos rozan su trabajado abdomen. Es un chico fuerte y aunque me muero por ver su físico, me resigno a simplemente el tacto. No me atrevo a mirarle a los ojos. Tengo demasiada vergüenza por ver su gesto, pero... quiero mirarle.
Alzo la vista. Sus labios están entreabiertos, su respiración se acelera un poco y sus ojos... tienen un brillo que me imposibilita apartar la mirada de ellos.
Subo mi mano. Su piel es tal y como la imaginaba: tersa y suave. Cierro los párpados al sentir la suave respiración de Shoto cerca de mi rostro. Sigue tan apacible como de costumbre, sin embargo, un ligero sonido me hace entender que no es del todo cierto. Está nervioso, aunque intente disimularlo, lo percibo. Yo también lo estoy y me pongo mucho más cuando llego a su pecho. ¡Está caliente! Al menos la parte izquierda.
Sonrío y él sonríe también al notar mi mano agarrar su pectoral derecho. Abro mis ojos para poder verle. ¡Me gusta la curva de sus labios!
- Está frío – recalco con una sonrisa.
Shoto no pronuncia palabra alguna, sin embargo, sus labios se acercan a los míos en un tenso silencio. Su respiración golpea mi mejilla y cierro una vez más los ojos esperando el contacto. ¡Lo deseo!
Su labio inferior se cuela entre los míos. Se cierran suavemente, capturando mi labio superior y marcando un ritmo lento que me hace desear más. La mezcla entre frío y calor se vuelve extraña y, a la vez, distinta y atrayente.
Su cabeza ejerce una presión con la que acabo sucumbiendo a sus deseos. Mi cuerpo cae lentamente hacia atrás, mis brazos ceden y mi espalda se recuesta en el tatami.
Sus labios se separan y yo abro los ojos. Siento vergüenza y, a la vez, excitación. Sus ojos brillan con intensidad, sus codos apoyados en el suelo, uno a cada lado de mi rostro le impiden que todo su cuerpo caiga sobre el mío y yo sólo puedo mirarle como un tonto enamorado.
Su torso está cerca del mío. Si baja unos centímetros...
¡Quiero sentir su pecho sobre el mío! En cambio, lleva una de sus manos a la parte de atrás del cuello de su camiseta y tira de ella. Se la quita antes de volver a centrar sus ojos en mí.
Mis temblorosas manos se apoyan en sus mejillas; una cálida y la otra fría. Sonrío. Alza levemente el rostro en busca de sus labios. Quiero sentirlas una vez más.
Las dudas me asaltan de nuevo. Deseo conocer todos y cada uno de los secretos que esconde su cuerpo. Dónde está caliente, dónde frío, dónde tiene cosquillas, dónde placer...
¡Frío! Mi cuerpo tiembla al sentir su mano derecha bajo mi camiseta. Llegados a este punto, sé que ya no puedo detener la curiosidad de Shoto, pero tampoco la mía. Necesito saberlo todo de él.
Ahogo un gemido en su boca. Mi cuerpo se estremece a medida que su mano asciende y finalmente, el jadeo llega al sentir el pequeño roce de su fría yema en mi pezón. Se pone duro al instante llamándole, clamando por su atención. Busca un nuevo contacto y lo logra, uno más prolongado. Shoto se niega a soltar el beso mientras juega con mi pezón.
¡Mejoramos los besos!
Sigue siendo un beso inexperto. Un poco baboso y, a veces, perdemos el ritmo, pero Shoto no se rinde. Lejos de ello, da un paso más. Su lengua pasea por mi labio inferior. No estoy seguro si quiere simplemente saborearlo o profundizar el beso. Abro un poco y le cedo el paso. Apenas entra la punta de su lengua y yo desplazo la mía en su busca. Nos encontramos en el centro. Es una zona neutral, ni su boca ni la mía. Sólo juegan la punta de nuestras lenguas. ¿Frío o caliente? No estoy seguro de lo que siento, pero es placentero.
Me tenso al sentir el frío descender. Abandona mi pectoral para dirigirse a mis pantalones. Suena la hebilla de mi cinturón. Parece que está jugando con ella hasta que me doy cuenta de que no es así, intenta desabrocharla. Su respiración acelera, sus labios aprietan más los míos y sus dedos luchan por el triunfo. Está atascado. La hebilla se resiste. Me gustaría sonreír, pero no puedo hacerlo con sus labios devorando los míos cada vez con mayor intensidad.
Dejo de agarrar sus mejillas y llevo mis manos hasta las suyas. Él cede. Suelta el beso y detiene todo movimiento. Creo que está un poco confuso, pero cuando mis dedos desabrochan el cinturón, sus labios atrapan los míos de nuevo con mayor fogosidad que antes.
Desabrocho el botón de la bragueta. Estoy completamente rojo, lo sé. Mi gesto es una clara invitación a que continúe. Él lo sabe.
Cuela su mano bajo la tela y desliza la fría mano por mi piel. Me eriza todo el cuerpo. Me estremezco y, a la vez, deseo que llegue a mi entrepierna. ¡Estoy duro! Su mano me roza.
- Tienes un problema ahí abajo. ¿Quieres que te lo solucione? – me pregunta con una lógica aplastante. Shoto es así, ve un problema y busca una solución, pero yo sólo estoy pensando en que quiero sexo con él.
- Sí – le susurro avergonzado –. Por favor.
- ¿Tú no tienes más dudas que quieras resolver?
- Tengo muchas dudas sobre ti, pero eso implica que continúes –. Él sonríe.
- Resolveré todas tus dudas.
Con cierta inseguridad, bajo mi mano por su ancha espalda hacia el pantalón corto. Me intriga saber la textura de sus nalgas y su temperatura. Mis manos se meten bajo su pantalón y su ropa interior. Un pequeño jadeo llega a mis oídos antes de sentir cómo pega su pelvis a la mía. ¡Está duro! Su intimidad choca con la mía pese a que él aún lleva el pantalón.
Sus nalgas son carnosas, redondeadas y firmes. Abro ambas manos y las agarro con fuerza. Shoto se sonroja. ¡Su trasero es perfecto!
Su mano saca mi miembro de entre mi ropa interior antes de sacar el suyo. Los junta y aprieta ambos entre sus dedos. Su cintura se mueve de delante a atrás, rozándose con suavidad. ¡El placer nos inunda a ambos! Cierro mis párpados con fuerza antes de lanzar un jadeo. ¡Calor! Es lo único que siento, un intenso calor.
- ¿Shoto? – pronuncio su nombre preso del placer.
- Son parecidas – susurra mientras mira ambos penes con intensidad. Siento que ha resuelto una de sus dudas –. Nunca había visto otro pene y... tenía mis dudas sobre el tamaño del mío o... –. ¡Le beso para silenciarle!
Me doy cuenta de algo básico entre chicos. A medida que crecemos, nos fijamos en la intimidad de nuestros amigos y compañeros. Hablamos de ella, la medimos entre nosotros... algo típico con lo que te quedas tranquilo al ver que es parecida a las demás y que crece "adecuadamente". Shoto nunca tuvo amigos. Él no se la comparó con nadie. Sonrío al ser consciente de que se queda tranquilo al ver que son de un tamaño similar.
En mi corta vida, he visto penes más grandes que el mío y también más pequeños. Todos soñamos con tenerla más grande. ¡Así es la sociedad! La mía es de tamaño medio y la de Shoto, más o menos igual que la mía. En parte, me relaja y a él también. Sé que las chicas suelen decir que las prefieren grandes sin ser conscientes de los complejos que crean en nosotros. Saber que ambos somos de promedio estándar nos calma.
Sonrío para tranquilizarle y vuelvo a besarle. Me gustan sus labios. Cada vez se nos da mejor adaptarnos al ritmo del otro.
La mayor de la vergüenza llega en un instante. Tras soltar mis labios, Shoto baja por mi cuerpo y sus manos arrastran mi pantalón y ropa interior hasta desnudarme. Sin embargo, no es ni de lejos el peor momento, sino cuando me obliga a darme la vuelta y ponerme a cuatro patas. Mi pecho se apoya contra el futón, pero mis piernas quedan apoyadas en mis rodillas. Sus manos separan mis glúteos para hundir su rostro entre ellas. ¡Vergüenza! Es lo único que siento ahora mismo, es la mayor vergüenza que he sufrido en toda mi vida.
Su lengua me hace gemir y lo único que puedo hacer es llevar mi mano a la boca y taparla para intentar silenciar los sonidos. Su lengua es húmeda y cálida. No deja de moverla en mi interior y entonces, algo más rígido y largo entra también. Se mueve con maestría, entrando y saliendo. Intuyo que es uno de sus dedos. Alterna entre su boca y su mano, pero sin ninguna duda, el máximo placer lo encuentro cuando lo hace al unísono, combinando ambas maneras.
Muerdo la mano para acallar los gemidos. No lo hago con fuerza, ya tengo suficientes cicatrices en el cuerpo; no quiero más o estoy seguro de que no podré excitar a nadie con mi cuerpo magullado. No me gusta mi cuerpo. Estoy avergonzado de él. ¿A quién le gustaría todas esas cicatrices? Soy inseguro con mi cuerpo.
Aprieto los párpados al sentir un dedo más en mi interior. Mis piernas tiemblan. Tengo la sensación de que no aguantarán mi peso y me desplomaré sobre el futón.
Las manos de Shoto son ásperas y fuertes. Una de ellas me sostiene la cintura. Presiona para evitar que mis piernas fallen. ¡Es adorable! Siendo sincero conmigo mismo... ¡Estoy enamorado de él!
Me dejo caer sobre el futón. Apenas hemos empezado, pero ya estoy sudando. Mi cuerpo se calienta al igual que el de Shoto. Él eleva el rostro y me mira cuando me doy la vuelta. Mi espalda toca el futón y miro su rostro sonrojado. Es raro verle a él con esos colores en sus mejillas. ¡Tiene vergüenza igual que yo!
Si seguimos avanzando, sé que llegaré a conocer sus secretos y me muero por hacerlo. Me enamoré de Shoto Todoroki, de su rostro inexpresivo, de sus escasas sonrisas, de su calma e inocencia... él se ha convertido en todo mi mundo, en todo lo que quiero proteger.
No tengo palabras para expresarle todo lo que siento y por eso, intento llegar a él con mi lenguaje corporal. Shoto parece entender lo que deseo cuando, con vergüenza, abro mis piernas.
Me fijo en sus labios. Primero se sorprende y luego, sonríe con confianza. Los dos queremos continuar, ambos deseamos lo mismo: sentir el cuerpo el uno del otro volviéndose uno solo.
Su pene está erecto; el mío también. Mis piernas abiertas siguen invitándole a entrar y él no se hace de rogar. De rodillas frente a mí, masajea su miembro con unas suaves caricias antes de guiar la punta hacia mi entrada. ¡No es fácil! No entra a la primera, ni a la segunda, pero él sigue intentándolo y yo le ayudo separando mis nalgas con las manos para facilitarle el trabajo. ¡No es tan fácil como en las películas!
Posicionado, entra finalmente con un empujón. Sólo es la punta, pero la sensación es rara. Mis músculos se van abriendo a su paso. ¡Tengo ganas de ir al baño! En realidad, no es así, pero a medida que entra, la sensación me resulta idéntica. Cuando va por la mitad aproximadamente, esa sensación es sustituida por placer. Golpea mi próstata y siento que, si continúa, desfalleceré de placer.
Por primera vez, escucho a Shoto gemir, no un simple sonido mal camuflado como antes, éste lo oigo con claridad. Se está relajando al ver que todo va saliendo bien. Sus nervios del principio cuando no podía entrar se desvanecen. Por fin empieza a disfrutar del momento.
¡Sus ojos son lo más hermoso que he visto nunca! Los miro. Su cuerpo cae hacia mí y el calor me invade antes de sentir un frescor agradable. Su mitad derecha desprende la frescura que anhelo, es refrescante. En mi interior, todo lo contrario, el calor es abrumador, más cuando su cadera empieza a moverse. En ese instante, he perdido toda la cordura que me quedaba. Soy incapaz de contener los gemidos. Mis piernas, elevadas y rodeando el cuerpo de Shoto, se mueven con sus embistes.
El calor es intenso, pero al ver a Shoto, me doy cuenta de que yo estoy bien comparado a él. Su rostro me deja vislumbrar cansancio al mismo tiempo que placer. Se mueve con rapidez, sosteniendo su peso sobre sus brazos situados a cada lado de mi rostro. Está sudando, pero no aparta su mirada de mí. Creo que intenta descubrir cuándo voy a llegar al clímax. Me gustaría decirle que estoy cerca, pero no puedo vocalizar ni una palabra. Sólo salen gemidos. Él tampoco parece poder articular palabra, jadea conmigo.
Me agarro a sus hombros, cierro los párpados con fuerza y jadeo más alto que antes. Mi esperma sale llenando mi camiseta y mi única forma de avisar a Shoto ha sido dándole un par de palmadas en la espalda.
Shoto cierra los ojos también. ¡Si! Está agotado. Le cuesta mantener el ritmo, el placer y sostener su propio peso sobre sus manos, pero no se rinde. ¡Es un cabezón! Se centra en llegar y en su propio placer, y creo que no le queda demasiado para alcanzarlo. Su cuerpo tiembla y sus gemidos unidos a la forma seductora en que muerde su labios inferior con delicadeza me dice que va a llegar en breve. Me incorporo y mordisqueo primero su pezón y luego, voy subiendo hacia su cuello. Al llegar a él, eyacula. ¡Su semen es extrañamente fresco!
Se deja caer a mi lado y sonríe. Me incorporo y apoyo mi peso sobre uno de mis codos para observarle. No puedo evitar acariciar su cabello. Está empapado en sudor y al darse cuenta, él toma mi mano para apartarla de su pelo, sonríe y besa mi muñeca.
- Estoy sudado – susurra con cariño.
- Lo sé, no me importa. Me gusta.
- Izuku... – me sorprende al llamarme con confianza por mi nombre –. ¿Cómo nos deja esto? ¿Seguimos siendo amigos o somos algo más?
***
- ¿Ya has vuelto, Deku?
Deku sonrió a su compañero al entrar por la agencia. Tras un par de horas patrullando por la ciudad, sólo pensaba en un buen y merecido descanso.
- Sí, he terminado por hoy. ¿Dónde está todo el mundo? – preguntó el joven héroe al ver lo vacía que estaba la agencia.
- Han salido para ocuparse de un percance en la sexta avenida. Excepto Bakugo, que está en su cuarto y Todoroki que... – se detuvo, miró a su alrededor y pensó como si no estuviera seguro de dónde estaba – Todoroki ha dicho que iba a tu cuarto a buscar la libreta esa que tienes donde apuntas las habilidades de héroes y villanos, pero ahora que lo pienso, lleva mucho rato desaparecido. Ya debería haber vuelto.
- ¿Iba... a mi cuarto? – preguntó Deku con inseguridad.
La cara de Izuku pasó radicalmente de una sonrisa alegre a una de terror. Había dejado el cómic que escribía sobre su escritorio, a plena vista puesto que no esperaba que nadie fuera a entrar y quería terminar de retocar algunas cosas. Mucho menos esperaba que Todoroki acudiera a su cuarto. ¿Qué pensaría Todoroki de él si descubría lo que escribía en sus ratos libres? Más siendo ellos los protagonistas.
- Oh, madre mía – lanzó una plegaria al cielo antes de salir corriendo –. Que no lo haya visto, que no lo haya visto.
Deku corría por el pasillo. Estaba realmente preocupado y al llegar, abrió la puerta con rapidez. No había nadie y el cómic seguía sobre la mesa. ¿Era posible que Shoto no hubiera llegado a su cuarto? Quizá le surgió algo y no llegó a entrar o puede... que ya se hubiera marchado. ¿Lo habría visto o no?
- ¿Ya has vuelto?
La voz a su espalda de Todoroki le hizo girarse con rapidez y esconder el cómic a su espalda. No pudo ponerse más rojo que en aquel instante, con las dudas asaltándole a la mente de si Todoroki sabría algo o no.
- No estabas antes y quería preguntarte por la libreta donde apuntas las características de los villanos y los héroes. Tengo que ir a encargarme de uno y me sería de gran ayuda.
- Claro – susurró Deku completamente nervioso. Sus dedos apretaban el cómic. No ayudaba en absoluto que Shoto apoyase su brazo sobre el marco de su puerta. ¡Estaba bien bueno el jodido! - Dame unos segundos, lo busco y te lo llevo al cuarto.
- Vale – susurró Shoto alejando su brazo del marco de la puerta para retirarse –. ¡Ah, por cierto! – se giró nuevamente hacia Deku – cuando vengas a mi cuarto, te puedo solventar algunas de tus dudas. Tienes algunos errores en tu cómic sobre mí.
¡Tocado y hundido! Completamente rojo y sin saber qué responder, Deku se quedó estático y helado en su cuarto. Si Shoto le hubiera congelado allí mismo, habría sido menos vergonzoso que haberle escuchado decir esas palabras.
- ¡Oh, Dios mío! – dijo finalmente, aunque Shoto ya no estaba allí. Estaría en su cuarto y había quedado para ir a entregarle su libreta. ¿Cómo podría ahora mirarle a la cara sabiendo que había leído su cómic?
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