S.
Cuaderno de Bitácora: Día 1.
El Gobierno nos ha pedido un informe sobre la nueva mutación de la gripe común, pura rutina.
El doctor Ibáñez y la doctora Payons están analizando la nueva cepa. Mientas que el doctor Ikbard y yo mantenemos las constantes vitales del sujeto JD-00348.
Dr. Simón Fitzpatrick-Martínez.
Cuaderno de Bitácora: Día 15.
El doctor Ibáñez no se ha presentado a trabajar hoy... dicen que su mujer está enferma, pobrecita.
La doctora Payons sigue analizando la nueva cepa, se la ve frustrada... aun así, se niega a que la ayudemos, afirma poder descifrarlo sola.
El doctor Ikbard está hablando con el enviado del Gobierno.
Yo sigo intentando que el sujeto JD-00348 no se nos muera, pero cada día está peor. No solo es que tenga esta frustrante gripe a prueba de medicamentos, sino que además sufre de una grave enfermedad degenerativa crónica... eso solo complica las cosas!
Dr. Simón Fitzpatrick-Martínez.
Cuaderno de Bitácora: Día 29.
Sigue sin haber noticias del doctor Ibáñez.
La doctora Payons sigue sin obtener resultados... cada día está más estresada
El doctor Ikbard ha abandonado el laboratorio cabreado después de una charla particularmente violenta con el enviado del Gobierno.
Hoy, después de unos días clínicamente complicados, el sujeto JD-00348 ha fallecido...No pude mantenerlo durante más tiempo con vida, el proyecto tendrá que posponerse, a menos que la Doctora Payons obtenga un resultado en su investigación. Una cosa hartamente improbable.
Dr Simón Fitzpatrick-Martínez.
Cuaderno de Bitácora: Día 47.
El doctor Ibáñez ha vuelto... su mujer se encuentra mejor, nos ha dicho. Todos nos hemos alegrado por él... bueno el doctor Ikbard, en realidad, no ha dicho gran cosa. Resulta que lo han despedido. Se ha montado un buen follón en el laboratorio cuando nos hemos enterado.
Tenemos un nuevo sujeto en el laboratorio, JD-30879 lo llaman.
La verdad es que es extraño que los de la Unidad no hayan venido a por el otro sujeto... bueno, de momento, no nos molesta... aunque no estaría mal que lo recogieran pronto... no somos un tanatorio!
Dr. Simón Fitzpatrick-Martínez.
Cuaderno de Bitácora: Día 49.
El Gobierno se ha impacientado demasiado. Han reducido plantilla. Han despedido al doctor Ibañez.
A los del otro laboratorio también les han reducido la plantilla. Ahora compartimos el laboratorio.
El nuevo sujeto empeoró anoche, ahora está estable.
Los de la Unidad siguen sin venir... no sé a que esperan!
Dr. Simón Fitzpatrick-Martínez.
Cuaderno de Bitácora: Día 50.
Hoy ha habido una pequeña explosión en el laboratorio. No ha habido heridos. Cuando se ha limpiado todo hemos vuelto a nuestros asuntos.
Dr. Simón Fitzpatrick-Martínez.
Cuaderno de Bitácora: Día 53.
No ha habido ninguna incidencia importante en estos días.
La doctora sigue analizando la cepa.
Sin resultados.
Dr. Simón Fitzpatrick-Martínez.
Cuaderno de Bitácora: Día 55.
Todo continúa sin noved... ¡Un momento, la doctora Payons se ha desmayado!
Uno de los técnicos tocó la alarma, el otro técnico corrió a socorrer a la doctora y el doctor Sempere, el jefe del otro laboratorio, me gritó que cerrará mi puerta, y eso he hecho.
Unos minutos después los dos técnicos y el doctor también se habían desmayado.
¿Qué cojones estaría pasando?... ¿Una fuga de monóxido de carbono?... Debía averiguar porque se habían desmayado, así que me pondré un traje contra agentes químicos y lo comprobaré, ya que los de descontaminación no llegan. ¡Alguien tiene que hacerlo!... aunque si soy sincero no sé cómo descontaminar el laboratorio. ¡Soy Médico, por Dios!... ¿Dónde carajos andarán los de descontaminación?
Dr. Simón Fitzpatrick-Martínez.
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Estas son las últimas palabras escritas que se pueden leer, ya no había más cuaderno de Bitácora.
El ya de por sí confuso sujeto, se extrañó aún más al leer estas anotaciones...
Lo único que recordaba era que había estrellado su coche...
Y la única información de quién era él y que había pasado allí eran esas extrañas anotaciones, una D tatuada en su brazo izquierdo rodeada de un extraño circulo y triángulos que no sabía identificar y una S dibujada en un trozo de papel en su dedo gordo del pie derecho con una inconfundible caligrafía femenina, aunque no sabía porque le parecía tan inconfundiblemente familiar esa letra.
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