Desdicha.
Hace años leí la poesía del gran Pablo Neruda, y recuerdo que un poema en concreto consiguió penetrar tanto en mi memoria que es imposible que se me olvide nunca.
El verso eterno de Neruda que retumba en los confines de mi memoria, no es otro que el que sigue:
"Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: 'La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos'."
La memoria humana es un elemento tan extraño, pues para el recordar debes atravesar los paisajes más oscuros que jamás veras, los pantanos más inhóspitos, los caminos más enrevesados que existen y los senderos más angostos que un individuo haya cruzado en vida. Hace años que lo leí, pero desde entonces hay un amargo y desdibujado recuerdo que se niega a desaparecer, no soy capaz de recordar donde, ni cómo, ni quien puso en mí este recuerdo.
Un recuerdo que desearía olvidar, pero que, sin embargo, me insta a comentarlo.
Para poder vivir con mi cordura he decidido transmitíroslo, no para que sufráis lo mismo que yo, sino para que yo pueda vivir cuerdo lo que me queda de vida.
La historia que os voy a relatar, es total y absoluta verdad, es por eso que insto a aquellos que posean una empatía fuera de la media, que se detengan en este punto y no continúen la lectura, hay mucho dolor en la historia. Demasiado.
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