Infancia Fin
Un niño debería crecer entre risas y juegos.
Gozar de amor, salud y educación.
Dormirse y que lo cuiden.
Enfermarse y que lo sanen.
Para Soid, la infancia fue un poco distinta.
Creció entre gritos, trabajo y tedio.
Gozó de soledad, desnutrición e ignorancia.
Vivió con miedo al regaño de la abuela,
pero con terror a que por su descuido muriera.
Por ende, aprendió todo sobre pastillas. No sabía de superhéroes, ni de amistades, él sabía como bajar la fiebre, como medir la glucosa, como checar la presión, un gran mini enfermero.
Era incapaz de escapar, a fin de cuentas, lo único que quedaba de sus padres era la abuela.
Creo que hasta el mismo creador estaba harto de verlo sufrir, así que, como regalo de cumpleaños, le mando un infarto a la vieja. Ella era de las mujeres de roca, de esas que aguantaban diez partos, de las que usaban leña y comal, de las que hacían llorar al demonio, de las que amaban sin reparo. Era fuerte, el infarto no la fulminó, aún tuvo fuerzas para despedirse de Soid.
—¡Maldita la hora en que mi hijo conoció a la perra que te parió! ¡Si por ella, mi hijo estaría aquí y no tú, bastardo infeliz! ¡Te odio! ¡Te tuve aquí solo para hacerte sentir el mismo dolor que viví! ¡Te espero en el infierno, mi querubín!
Esas fueron sus últimas palabras.
¿Qué será más impresionante, lo que una persona puede hacer por venganza o lo que la venganza le puede hacer a una persona?
¿En qué momento te brotan los colmillos?
¿Cuando te vuelves coralillo?
¿En qué momento tomas el cuchillo?
¿Cómo decides hacer sufrir a un niño?
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