33
Abro mis ojos.
Frente a mi me encuentro con un techo que no reconozco. Vuelvo mi mirada hacia la derecha y descubro que me encuentro en una habitación desconocida. Sin embargo, se parece mucho a las que hay en el palacio real de Croma, solo que mucho más grande y con más muebles.
Miro hacia mi izquierda y es entonces que me encuentro con una persona acostada a mi lado. Es una mujer, una joven de hermoso rostro, cabello largo y suelto ataviada en prendas de dormir. Sin embargo, hay algo en ella que me resulta por completo desconcertante. Su color de piel es... diferente. No sabría definirlo con claridad, pero su apariencia es muy similar a la de un Marrón pálido mezclado con tintes de Gris.
Desconcertado, intento incorporarme en mi cama, y en ese momento ella comienza a despertar. Es entonces cuando veo su rostro con mayor claridad, y este es un rostro que conozco.
—Flint —habla, y una dulce sonrisa se dibuja en su rostro.
—¿Lady... Raven? —expreso para mi asombro, pues su voz me ha confirmado que es ella.
¡Por fin has despertado! —añade todavía más regocijada, entonces se incorpora y se arroja hacia mi con un muy fuerte abrazo. Entonces la rodeo con mis brazo, pero justo al ver mis manos y mi piel hace que me aparte con rapidez de ella lleno de sorpresa.
Un extraño escalofrío recorre mi cuerpo. Estupefacto, procedo a descubrirme por completo. Mi cuerpo está cubierto por una camisa larga y pantalones para dormir, así que paso a descubrir mi piel y lo que veo me deja mudo por un largo rato mientras mi mente trata de procesarlo.
Asustado, solo alcanzo a arrojar un grito lleno de sorpresa; entonces me levanto de la cama y me acerco a un espejo enorme que se encuentra junto a un biombo.
No cabe duda, lo que veo es la realidad, y es algo insólito.
Tranquilo, por favor —insiste Lady Raven, quien se levanta de la cama, me toma de los hombros y me guía hasta la cama para que me siente.
—Es... No... —trato de hablar y vuelvo la mirada hacia ella—. ¿Qu... Quién...? ¿Qué...?
—Todo está bien —añade con voz suave, y coloca su mano sobre mi mejilla.
—¿Sucede algo, señor Flint? —pregunta una voz desde la puerta que recién acaba de abrirse. Se trata de una mujer que viste ropa de la servidumbre, pero no luce como una sirvienta del palacio. ¿Por qué no es ella del color de los sirvientes? ¿Qué en todo el mundo es lo que sucede aquí? Tantas interrogantes me colocan al borde de la histeria.
—No se preocupe, Olive; no hay problemas.
—Está bien, señorita —dice la mujer, y entonces pasa a retirarse.
—¿Podrías llamar a su amigo?
—Por supuesto, señorita —accede, y sale de la habitación.
—Descuida, Flint; Cyan vendrá y te explicará lo que sucedió. Sin duda estará feliz de verte despierto —aclara, y pasa a sentarse a mi lado.
—¿Cuánto tiempo ha transcurrido? —averiguo.
—Tres semanas —responde.
—¿¡TRES SEMANAS!? —clamo alterado—. ¿Estuve inconsciente por tres semanas? —recalco todavía fuera de mí.
—Perdiste demasiado color. Le tomó mucho tiempo a tu cuerpo recuperarlo. Todo este tiempo hemos cuidado de ti, y jamás perdimos las esperanzas de que despertaras.
Luego de que ella dice esto, coloco mi mano sobre la parte donde Admiral me hirió. Todavía duele un poco, y al levantar mi prenda de vestir para revisar veo que hay una cicatriz grande.
Gracias —expreso mientras una tenue sonrisa se dibuja en mi rostro, y ella sonríe de esa forma tan hermosa como ella suele hacerlo.
La puerta se abre de pronto e ingresa una persona con vestimenta formal larga. Por alguna razón su apariencia me resulta conocida, y la forma en la que se acerca a mí, con los brazos abiertos y una sonrisa en el rostro, da a entender que es alguien cercano.
—¡Flint! ¡Amigo! —llega y me abraza.
—¿Cyan? —averiguo un poco inseguro.
—¡En efecto! —responde entusiasmado una vez que se aparta y me sujeta de los brazos.
—Pero... ¿qué sucedió? ¿Por qué no eres Azul?
—Bueno, todo esto sucedió gracias a ti. Cuando nos encontrábamos en La Torre y presionaste el botón de varios colores en el tablero, el núcleo de la máquina liberó su sobrecarga de energía en forma de ondas de energías. Éstas afectaron a todas las personas y provocaron una alteración en nuestros colores.
»Los primeros afectados fuimos nosotros, los que nos encontrábamos en el centro del incidente, y eso incluyó a los soldados que se encontraban en el campo de batalla. ¡Imagina la sorpresa que se llevaron al ver que ambos bandos habían cambiado todos sus colores para siempre y que ya no eran Rojo o Marrón, sino otro diferente, uno que jamás habían visto!
»Las ondas de energía se expandieron y viajaron a lo largo de cientos, tal vez miles, de kilómetros. Llegaron a toda clase de persona: civiles, los jefes del ejército de Croma y del campamento Marrón, e incluso la gente de Croma y de la antigua comunidad Marrón que se encontraba más allá del campamento.
»El evento no solo alteró nuestra apariencia, sino nuestra forma de pensar y, de cierto modo, nuestras capacidades. Ya no estamos definidos por un color, sino que podemos poseer las aptitudes de personas que antes poseían un color diferente. ¡Ha sido una sorpresa increíble encontrar que hay personas que antes eran Rojo con los talentos de un Azul! Asimismo, los Azul nunca fuimos reconocidos por nuestra fuerza física o talentos deportivos de los Naranja, ¡pero ahora hay varios que hacen proezas inimaginables! —habla lleno de entusiasmo.
—Es como si todos fuesen ahora como los Blanco y los Negro, e incluso los Gris —menciono.
—¡Exacto! Nuestro gobernantes Blanco y Negro, y también los Gris, poseían esa cualidad de reflejar cualidades de otros colores, y ahora, gracias a ti, es algo que todos poseemos.
»Sin embargo, no ha sido nada sencillo adaptarnos a nuestras nuevas circunstancias. Los primeros días después de este suceso fueron todo un caos. Como nuestras habilidades y nuestros papeles en la sociedad ya no estaban definidos por el color de nuestra piel, muchas de las actividades tuvieron que ser designadas a quienes eran más capaces de efectuarlas, y asignaron a ciertas personas para que enseñaran a otros a llevar a cabo sus labores; en su mayoría a personas que antaño pertenecían a colores diferentes y que ahora podían y deseaban realizar dichos trabajos. Ha costado algo de tiempo y esfuerzo, pero por fin hemos logrado estabilizar la situación.
»Las hostilidades cesaron. Al no existir mezclas ni personas Marrón, las leyes contra las mezclas han quedado anuladas. Umber, el antiguo líder de la comunidad Marrón, Sage, el Gran Anciano de la antigua comunidad Verde, y Admiral, accedieron a firmar un pacto de paz con Croma, y ahora le han dado la bienvenida a la ciudad a los anteriores Marrón y los integrantes de la extinta comunidad Verde. Sin embargo, tuvieron que pagar un precio debido a ello, pues los tres fueron enjuiciados y encarcelados por sus crímenes.
»Los ahora habitantes de Croma se encuentran instalados en la que antes fue la colonia Verde, además de campamentos provisionales mientras se construyen viviendas para los nuevos residentes.
»Y, bueno, es todo lo que hay que hablar al respecto —dijo Cyan—. Lo demás tendrás que descubrirlo por tu cuenta.
—Será interesante verlo —comento; luego, cierro mis ojos un poco y apoyo mi cuerpo contra la almohada.
—¿Te sientes bien? —averigua Cyan.
—Solo me siento un poco débil, con sed y algo de hambre.
—Pediré a Olive que traiga algo para ti —indica Lady Raven, y entonces pasa a hacerlo.
Unos momentos después aparece Olive con un poco de lo que sirvieron esa noche durante la cena y agua para beber. Cyan y Lady Raven me ayudan con el alimento. Solo como un poco, pues tal parece que mi cuerpo todavía no tiene la disposición para hacerlo.
—Flint, Lady Raven, lamento informarles que debo retirarme por el momento —avisa Cyan—. Tengo un par de asuntos que debo resolver y que dejé pendientes para venir a ver a mi amigo.
—Está bien —respondo, y Cyan pasa a retirarse.
—Yo volveré a mi habitación para ir a dormir —menciona Lady Raven.
—Esto... Lady Raven...
—¿Sí, Flint?
—¿Y si mejor... —titubeo un poco, y luego añado resuelto—... decide pasar esta noche aquí?
Lady Raven me dedica una mirada pensativa.
—Me gustaría tener un poco de compañía, y será mucho mejor si es la suya —agrego.
Entonces Lady Raven sonríe y se acerca a mi cama, coloca su mano sobre mi mejilla y me brinda esa cálida caricia que mi ser anhelaba sentir por tanto tiempo.
—Está bien —accede, y yo cierro mis ojos y suspiro.
—Gracias.
Lady Raven apaga las luces de la habitación y entonces pasa a ocupar el lado izquierdo de la cama mientras que yo me acuesto en el derecho. Extiendo mi mano para acariciar su rostro, y ella la toma y da un pequeño beso en el dorso mientras nos sonreímos.
A mi mente viaja un recuerdo, la conversación que tuvimos mis compañeros y yo aquella noche que salimos de Croma.
Durante la cena, luego de haber narrado una de sus experiencias, la oficial Scarlett se volvió hacia mí y dijo:
«Oye, Gris, ¿puedo hacerte una pregunta?»
«Sí, claro.»
«¿Por qué haces esto?»
«¿Disculpa?»
Esto, el grupo de rescate. ¿Por qué lo formaste?
«Usted lo ha dicho; para rescatar a las princesas Negro» expuse.
«Claro, eso ya me lo habías dicho; pero, ¿por qué decidiste hacerlo?»
«No... no comprendo...»
«Mira, Flint, lo que trato de saber es qué fue lo que te motivó a llevar a cabo esta acción. Nadie te pidió que hicieras este sacrificio, ¿o sí?»
«Bueno, prometí hacerlo. Después de todo, soy el sirviente de Lady Raven, y es mi deber cuidar de ella.»
«Entiendo. Sin embargo, lo que me pregunto es: ¿por qué los otros sirvientes no se unieron a ti? ¿Por qué no tuvieron la misma iniciativa?»
«Bueno... Es que no pregunté.»
«Incluso si hubieras preguntado, es poco probable que ellos se unieran a tu causa.»
«¿Cuál es el punto de todo esto?» pregunté ya un tanto confundido y un poco exasperado por la poca claridad de la charla.
«A lo que quiero llegar es: ¿cuál es el verdadero motivo, lo que hay dentro de tú corazón, la razón por la que ahora nos encontramos en este sitio, en busca de una salida para encontrar a una princesa?»
«Supongo... Supongo que es cuestión de honor» excusé.
«Yo pienso que hay algo más» expresó ella un tanto mordaz.
«¿Como qué?»
«Amor» mencionó Cyan, quien decide tomar parte de la «charla.»
«¿Amor? ¿Hacia Lady Raven?»
«Admítelo, te gusta la princesa» opinó con aire de burla y picardía la oficial Scarlett.
«No... no... ¡No sea absurda!»
«No intentes negarlo, Flint» comentó Dijon, lo que me tomó por sorpresa. «He visto la forma en la que la miras.»
«La forma en la que hablas de ella en el almuerzo» agregó Cyan.
«Y la manera en la que sonríe cuando la ve «expuso la señorita Sol Toscano.»
«Dentro de ti existe el motivo más grande por el que has decidido sacrificar tu vida: amor» explicó ahora la oficial Scarlett, lo que me dejó algo nervioso—. Tranquilo, no tienes por qué avergonzarte.
Toda esta charla me parecía algo absurda, pero conforme pensé en las palabras de mis compañeros, me di cuenta que ellos tenían razón, y también la señorita Perla.
—Sí —susurro.
—¿«Sí»? ¿Qué significa eso? —pregunta Lady Raven con una dulce sonrisa dibujada en los labios.
«Sí» es la respuesta a una pregunta que me hice hace algún tiempo.
—Ya veo. Y, ¿cuál era esa pregunta?
—Si la amo —respondo. Lady Raven permanece un momento en silencio. Su mirada se muestra conmovida, y se levanta un poco sobre la cama apoyada con su brazo.
—Flint... Yo...
—¿Usted...?
Ni siquiera puedo hacer la pregunta, pues ella se apoya sobre la cama con sus brazos y rodillas, se coloca sobre mí, acomoda un poco su cabello, sujeta mi rostro con sus manos y entonces deja en mis labios un beso.
El simple contacto de sus labios sobre los míos provoca que mi corazón se acelere. Mi cuerpo pierde las fuerzas y se llena de una euforia como nunca antes había sentido en mi vida.
Ella se aparta de mi rostro mientras la observo por completo fuera de mí. Paso un poco de saliva por la garganta y me toma un rato recobrar el aliento para hablar, pues no puedo creer lo extasiado que me siento.
—Creo... que eso responde a mis dudas —señalo, y ella sonríe, y ella se prepara para besarme de nuevo. Sin embargo, coloco mi mano al frente y ella se detiene—. Espere... Me parece que hemos tomado esto un poco rápido —opino.
—Tienes razón —responde ella, y se acomoda de nuevo en su posición—. Primero deberíamos esperar a dar a conocer lo nuestro de manera oficial. No queremos que surja otro inconveniente.
—Lo sé —expreso, y acaricio su rostro—. Descansemos. Mañana nos espera un gran día —concluyo.
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