27
—Haré cuanto esté en mi poder —respondo a la pregunta de Lady Raven—. Buscaré a mis amigos y veré la forma de liberarlos; entonces intentaremos algo para detener este conflicto. Pero, por ahora, lo más importante es usted. Tiene qué comer algo, reponer sus fuerzas para que podamos salir de este sitio.
—De acuerdo.
—En un momento vuelvo —indico, y entonces salgo de la habitación—. Esto... ¿Señora Penny? —llamo.
—Es señorita, señorita Penny —responde con una dulce sonrisa conforme se acerca.
—Disculpe. Necesito algo para que Lady Raven pueda comer —solicito.
—Enseguida traigo su desayuno —expresa, y baja presurosa.
Y en verdad que es rauda, pues no transcurre ni siquiera un minuto cuando ella regresa con un plato exquisito y abundante.
Agradezco a ella sus atenciones, y luego de pedir un poco de privacidad regreso a la habitación.
Después de que Lady Raven desayuna, la ayudo a vestirse y prepararse. Tiene que dar la impresión de que ella se quedará aquí, pues ahora ella forma parte de nuestro plan. Hecho esto, salimos de su cuarto con rumbo a la recepción. Tengo que hacerme cargo de ayudarla a caminar pues está muy débil después de pasar tanto tiempo sin alimentarse como es debido.
Al llegar allí, para sorpresa nuestra, nos encontramos con Admiral quien conversa con gran entusiasmo con Penny y algunas de las princesas; y ellos, al ver a Lady Raven fuera de su habitación, se sienten por completo regocijados.
—¡Mi niña! —la recibe Penny con un fuerte abrazo.
—Veo que lo que necesitaba era un rostro que inspirara más confianza —expresa Admiral.
—Tenga mucho cuidado; ella todavía no se siente con la fuerza suficiente —comento al tiempo que le ayudo a sentarse en una de las sillas disponibles—, pero ha prometido que hará lo posible por ponerse mejor. También ha decidido unirse a nuestra iniciativa —añado.
—Es bueno saberlo —señala Admiral—. Flint, hijo, ¿qué te parece si nos quedamos un momento?
—No veo inconveniente alguno —respondo.
—Traeré más té y galletas —avisa Penny, y se levanta de su asiento.
En ese momento llaman a la puerta del lugar donde nos encontramos. Penny responde, y resulta ser un joven Marrón que se presenta con Admiral.
—Gran Líder Admiral, lo necesitan en La Torre. Quieren que vaya a revisarla y darle los últimos ajustes —anuncia.
—Entiendo. Flint, hijo, tienes que venir conmigo —invita ahora—. Tenía deseos de mostrarte esto, y veo que esta será la oportunidad adecuada.
—De acuerdo —contesto, y entonces me vuelvo hacia Lady Raven—. Tengo que irme —expreso.
—Está bien —responde ella con voz calmada. Entonces tomo su mano y beso sus nudillos y acto seguido salimos de allí.
—Tienes buen ojo, Flint —expresa Admiral con gran orgullo—. Cuando termine la guerra, me encargaré de que ella te sea dada por esposa —añade. No es necesario decir que sus palabras me hacen sentir algo de vergüenza e incomodidad, pues jamás había imaginado una vida junto a ella de esa forma.
—Esto... De acuerdo —respondo inseguro.
En cuanto salimos de allí, Admiral me guía en dirección a donde se encuentran las estructuras que vi la noche anterior. Se trata de una gigantesca torre de metal con ruedas, vigilada por numerosos soldados Marrón.
—¿Qué es ese extraño edificio? —inquiero, y Admiral ríe un poco.
—No es un edificio —señala—, es una máquina de guerra. La más sofisticada arma jamás diseñada; la culminación de casi doscientos años de investigación, diseño, planificación y desarrollo.
—¿Es la máquina que se dice que roba colores? —interrogo un poco horrorizado.
—Esa es su arma principal, sí —responde orgulloso.
—¿Cómo funciona esta arma?
—Como sabes, Flint, existe un material que es usado con frecuencia para fabricar armamento: el cristal de Acrom. Espadas, dagas, lanzas, cuchillos y flechas son creados con este insólito mineral. Su efecto sobre nuestros cuerpos es interesante. En su forma natural, como tenemos aquí —señala, y me muestra una pequeña piedra de dicho material—, es inofensivo; sin embargo, una vez que es purificado es cuando se vuelve peligroso. La cercanía con la piel hace que el color de esta se altere, por lo que debe manipularse con protección especial, misma que empleamos en nuestros armaduras y escudos. Y no es necesario hablar de las heridas que pueden provocarse con este cristal. Una pequeña cortadura provoca que nuestros cuerpos pierdan su color muy rápido; de hecho, un simple rasguño con un cristal de Acrom es muy difícil, por no decir casi imposible, de curar, y deja una cicatriz que jamás sana. Solo los Verde pueden sanar esa clase de herida, aunque el método que emplean para hacerlo es un secreto que solo unos cuantos conocen. Ningún otro color puede hacerlo excepto ellos.
»El arma que hemos desarrollado aprovecha esa capacidad del cristal de Acrom para alterar los colores de nuestro cuerpo, no con las heridas, sino a distancia. Después de años de investigación, concluimos que esto se debe a ciertas ondas invisibles que el cristal, una vez purificado y procesado, emite. Por medio de una máquina que inventé, logramos que esas ondas amplifiquen su rango, y no solo eso, sino que podemos concentrarla y enfocarla a un objetivo en específico.
»Los efectos de dicha arma son devastadores. El cómo lo descubrimos fue un proceso que implicó grandes sacrificios —menciona, y luego su entusiasmo se disipa y su sonrisa se difumina un poco—. Su contribución jamás será olvidada —agrega mustio para después permanecer en silencio por un momento, como si meditara en el precio que debió pagarse para alcanzar sus objetivos.
No tardamos demasiado en llegar hasta La Torre. Allí nos reciben algunos de los soldados, quienes nos dan la bienvenida.
Admiral le dedica un tiempo a revisar todos los elementos de la máquina. Verifica que las ruedas estén en buen estado, que la estructura esté firme y que no haya desperfectos que impidan su buen funcionamiento. Hecho esto, nos adentramos en la máquina.
Un elevador nos transporta hasta la parte más alta. El sitio es una gran habitación con una ventana y un panel de controles compuesto por una mesa con numerosas teclas, cada una de ellas contiene un carácter relacionado a una de las letras de nuestro alfabeto, además de una pequeña y curiosa pantalla ovalada de color verde oscuro, palancas y otros interruptores. Admiral se acerca a la mesa y comienza a efectuar una revisión completa de la máquina, tal como se lo pidieron. Abre un compartimento en la parte inferior y echa un vistazo. Dentro hay numerosos cables que alcanzo a ver, mismos que Admiral procede a revisar si están bien conectados y en buen estado.
Hecho esto, activa un interruptor grande de color negro y la pantalla verde se enciende y muestra un pequeño punto de un color verde brillante que parpadea. Luego de presionar algunas de las teclas y accionar un par de palancas, el tablero enciende una luz verde y emite un par de pitidos breves, y acto seguido siento una fuerte vibración bajo mis pies, lo que significa que La Torre se ha encendido.
Mueve un par de palancas y la máquina comienza a avanzar a la misma velocidad de una persona promedio al caminar, misma que después aumenta poco a poco hasta alcanzar la velocidad de un caballo al correr.
—La Torre posee un blindaje fuerte e impenetrable, ninguna flecha o roca podría atravesar sus paredes —añade, luego mueve otra palanca y La Torre cambia la dirección de su movimiento y comienza a moverse hacia la derecha.
Después de dar un pequeño paseo, Admiral detiene la máquina, ingresa otra combinación de controles distinta que al ingresarla emite otro pitido y se enciende una luz verde en el tablero y, por último, presiona el botón negro, lo que causa que la máquina se apague al instante.
—Todo está en orden, lista para el momento en que inicie la batalla —señala. Acto seguido, los dos pasamos a abandonarla.
Después de esto, Admiral realiza un informe y lo entrega a uno de los soldados, a quien encarga que lo lleve al Gran Jefe Umber.
Hecho esto, Admiral y yo regresamos a la mansión donde se encuentran las princesas Negro, y allí pasamos allí el resto de la tarde entre almuerzos y conversaciones.
Culminado el día, y después de despedirme de Lady Raven, Admiral y yo regresamos al edificio para tomar la cena con el resto de los oficiales y demás personas importantes. Hecho esto, me dirijo a mi habitación bajo la excusa de que me siento un poco cansado.
Caramel, la joven Marrón que fue asignada para servirme, me acompaña hasta mis aposentos.
—Señorita Caramel, por favor, quiero que me consiga un poco de papel y tal vez un lápiz o una pluma y tinta —ordeno mientras me encuentro en el umbral del cuarto.
—Enseguida —asiente ella, y entonces se retira.
Apenas se toma un minuto cuando regresa con los utensilios que le solicité. Los tomo, le agradezco y entonces me dirijo a una mesa que se encuentra en la habitación. Tomo asiento y comienzo a escribir una nota para Cyan donde le explico la ubicación de las princesas Negro, así como el funcionamiento de la máquina. Al terminar, comienzo con otra nota, pero esta es para Lady Raven, con otras indicaciones.
—Por favor, busca a un soldado Marrón de nombre León. Se encuentra en el lugar donde llevan a los prisioneros. Quiero que le entregues esto —indico, y le doy una de las piezas de papel—. Esta es para Lady Raven, en la mansión donde viven las princesas Negro —aclaro, y luego le paso la otra nota, la cuál tiene anotada en el exterior el destinatario.
—De acuerdo, señor Flint —accede, luego hace una pequeña reverencia y se marcha.
A solas en la habitación, me preparo para lo que viene. Las instrucciones que les escribí a Cyan y Lady Raven son muy claras, así que espero que todo salga de manera correcta.
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