El rojo es el color de los héroes.
El sonido de aquellas gotas cayendo al suelo es lo único que lo mantiene consciente. El tiempo aún avanza y en pocos minutos el sol saldrá como siempre y el día va a comenzar una vez más. No importa lo que ha hecho, la vida va a seguir.
Para la mayoría.
Ladybug está a su lado con los codos en las rodillas y la frente en las palmas de sus manos. El rojo de los guantes se pierde entre la negrura de su cabello, pero capta destellos por el rabillo del ojo. Es como si ese color quisiera metérsele por los ojos y asegurarse de que nunca la vaya a olvidar. Sabe que no lo hará.
Cada parte de su cuerpo se siente pesada, sus extremidades sólo una parte inerte de él, los ojos perdidos y la espalda dolorida. No sabe cuánto pasa ahí, sentado junto a Ladybug, mirando un día que otros ya no verán a través de aquella ventana circular; el día que otros ya no verán gracias a él.
El goteo no se detiene, pero sí cesa. La sangre ya no corre, pero sigue ahí, aunque no la observe, aunque no pueda procesar que ahora está en sus manos.
Sueños que ya no se van a cumplir, metas a las que nunca llegarán, amigos con los que ya no se va a reunir, padres que al despertar no encontrarán a sus hijos. Todo es su culpa. Todo destruido por su propia mano.
—¿Por dónde debemos comenzar? —pregunta Ladybug.
No levanta la mirada hacia ella. Siente que no puede.
—Hay que hacer algo... tengo que hacer algo.
Chat no encuentra la fuerza para moverse y verle la cara, no luego de haber hecho lo que hizo.
—Fallé —es todo lo que maneja sacar: un mísero susurro.
Es su culpa.
—Hay que arreglar esto...
Sólo su culpa.
—Fallé.
Si hubiera sido un mejor hijo, tal vez su padre no hubiera sucumbido a la desesperación.
—Debo arreglarlo...
—... mi culpa...
Tal vez si hubiera sido un mejor amigo, Alya y Nino estarían vivos.
—Están muertos.
—... todo es mi culpa.
Tal vez si hubiera sido un mejor héroe, no los hubiera matado.
—No va a acabar así.
—Yo los maté.
Tal vez si fuera un mejor compañero, Ladybug no trataría de limpiar la sangre del suelo, la sangre que él derramó. Tal vez si fuera valiente intentara arreglar su desastre también. Pero la realidad es que no es ninguna de esas cosas, porque no puede ni siquiera voltear y ver la destrucción que dejó detrás.
Sólo puede encogerse en su lugar y esperar que la oscuridad que siente en el pecho se lo trague vivo de una vez por todas, y así poder olvidar los gritos de dolor que aún resuenan en su cráneo, los cuerpos retorciéndose bajo sus manos y los lamentos de su compañera al saber que no puede hacer nada para regresar el tiempo.
La vista se le oscurece. Está comenzando. Ya no puede mantenerse sentado y el ventanal circular sólo se hace cada vez más borroso. Cae sobre su espalda.
Lo último que escucha es el grito de Ladybug, que le desgarra lo que aún queda de su alma; y lo último que ve es un charco de sangre a un metro de su nariz.
«Rojo es el color de los héroes, incluso cuando dejan de serlo.» Es lo último que piensa.
Nota de la autora:
Escribí esto en quince minutos a las seis de la mañana sin haber dormido antes. Creo que ni yo sé qué es esto, pero intentaré explicar:
Chat mató a Nino, Alya y Hawk Moth, usando el cataclismo nada más en el último. Ahora, tengo un headcanon que dice que si Chat Noir usa el cataclismo en alguien, pagará un castigo, que será la muerte. Espero que se entienda.
Publicación: [06/12/17]
Primera edición: [24/02/18]
Palabras: 646
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