Capítulo 5
Todo oscuro. De repente unas voces. -Viene la oscuridad, viene la oscuridad, viene la oscuridad- Esas voces repetían lo mismo, -viene la oscuridad, viene la oscuridad-.No se veía nada. Una luz inundo mi visión, unos collares, todos parecidos al mío, con diferentes colores y formas que lo adornaban. Uno familiar entre ellos, el mismo que llevaba cada mísero segundo, pero al mirar mi cuello, no estaba. Estaba en el circulo de collares, no en el sitio habitual y eso me pareció raro. Una voz clara y firme superó a las otras, - Viene la oscuridad, los collares se preparan, las sombras acechan. Prepárate, cada esquina será peligrosa, cada cosa conocida se tornará desconocida y la luz se apagará. Los collares se preparan y tu también debes hacerlo, eres uno de ellos...-. Sus palabras se apagaron el la última frase y las voces se desvanecieron. De nuevo solo oscuridad opaca, como estar en las tinieblas. Me desperté. Había sido solo un sueño, pero me preguntaba si realmente lo era, hasta que punto.
Después de la escuela, dije que iba a "hacer los deberes", supuestamente. Salí por la ventana de mi habitación, como siempre. Mi habitación no era muy grande, a la derecha al entrar estaba mi con debajo un escritorio blanco con cajones. En el trozo de pared entre cama y escritorio habían dibujos, fotos y objetos con recuerdos de mucho valor para mi, como un dibujo de un zorro que izo Andrea, mi mejor amiga humana, con mucha dedicación y que era bastante realista. A la izquierda había un par de armarios grandes, en uno había cosas muy variadas como guantes o mochilas, en cambio en el segundo más al fondo estaba mi ropa. Al fondo, en el centro, estaba la ventana de mi habitación, la cual tenía unas cortinas vaporosas de color violeta con dibujos de hojas en un violeta más oscuro. Un poco a la derecha en la pared un dibujo hecho por mí, un gran zorro (mi animal favorito) y un cajón de madera clara con una buena posición para apoyar diferentes cosas. Las paredes eran color carne, aunque me hubieran gustado más blancas.
Me encontré con Garra y Pluma, por lo que decidimos ir a buscar al resto del grupo, Pata y Zarpa. Cuando estuvimos todas, comenzamos a hablar de sucesos, que por lo visto una banda de tres tejones que se hacia llamar "los presos fugados" atacaron esa noche en un bar y resultaron 4 animales heridos, tres ciervos jóvenes y un búho adulto. -No es justo, nada lo es-pregunto en un movimiento de ala -Cierto- respondió Garra a Pluma suspirando y con aire triste, pero con un tono de sabiduría en la voz. -Que tal si damos un paseo por el bosque, nos relajamos, y quizás hacemos alguna travesura como nos gusta?- propuse en tono pillo. -Candela, eres un genio- opinó Zarpa. Y al ver que todas mis amigas estaban de acuerdo, comenzamos a volar. Unos minutos más tarde, oímos unos golpes brucos debajo de los árboles. Divisé unas figuras grandes y rayadas, tejones. Por supesto, no podíamos dejar que pasara. Bajamos y nos encaramos a los enormes animales rayados. -Esto es territorio de búhos, marcharos!- dijo nuestra valiente líder, Garra. -Nunca, nosotros cogemos lo que queremos sea de los búhos o de los osos, nadie nos puede decir lo que hacer- dijo el tejón mas grande, aparentemente el líder. Garra nos juntó a todas y nos susurró un plan, arriesgado pero aceptable, -Haremos un trato, pelearemos, si ganamos nosotras os ireis, pero si ganais vosotros, podeis seguir causando el destrozo que querais por la zona. -Trato hecho, será facil matar a un puñado de búhos, más si son hembras- contestó riendo el líder en un acto de desprecio y superioridad. Los animales se reunieron en circulo al rededor de los dos grupos dejando un amplio circulo de combate, despúes de todo era una pelea que decidiría el destino de sus tierras, y había pocas posibilidades en nuestro favor mirando las apuestas que se hacían. Observé con disimulado temor sus grandes garras acompañadas de anchos omóplatos y unas mandíbulas potentes. Un suricato aparentemente listo y despierto agarró una cazuela y una cuchara de hierro de su puesto cerca de donde comenzaría la pelea y a la vez que golpeaba los objetos entre sí gritó, -¡YA!
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