Me quedé allí parada unos segundos, sabiendo que había vuelto a escapar de las afiladas garras del destino que acechaban en todos lados y a cada instante, pero para algunas personas o animales les era fácil escapar de ellas, como si le untaran mantequilla, y yo era ese tipo de persona y animal que con tanta facilidad escapaban de estas siniestras garras.

Después de reflexionar, volví a convertirme en un búho, recordando a ese zorro anaranjado con patas y orejas negras y vientre y fin de la cola blancos. Tenía una imagen grabada de su mirada desafiante pero llena de confianza, orgullo y positividad. Ese zorro me transmitía un ligero presentimiento. Comencé a volar, por suerte podía seguir, pero no mucho tiempo así que tenia que llegar lo antes posible. Al fin llegué, lo que me pareció una eternidad de dolor fueron solo unos minutos de vuelo.

Entré, y enseguida vi a todas mis amigas del grupo, éramos cinco, Pluma, una la más rápida y ágil entre todas y con un largo y espeso plumaje blanco jaspeado de negro en las alas y de maravillosos y exóticos ojos esmeralda, luego Zarpa,  la más lista pero también delgada y no la más fuerte, aunque con unas afiladas garras, ojos amarillentos y plumaje del color de una noche sin luna ni estrellas, Pata, una de patas y alas esbeltas, musculosas y robustas con plumaje todo salpicado de marrón anaranjado, negro y blanco, también siendo la única del grupo con mechones en la cabeza, como falsas orejas, y por última, mi mejor amiga en el mundo de lo búhos y líder del grupo, Garra, una , con las garras más afiladas incluso que Zarpa, una líder de grupo nata, fuerte, despiadada, temeraria, pero lo más importante para mí, que era comprensiva y sentimental con sus seres queridos, amable y protectiva.  Tenia unas bellas plumas, algunas blancas y otras de un gris fuerte esparcidas creando un patrón que se veía de un gris intermedio, y con unos espectaculares ojos serenos azul glacial.

Al entrar todas se sorprendieron al ver mi herida, entonces Garra me preguntó en tono preocupado -¿Que ha pasado?-, -Zorros, me atacó uno mientras venía pero pude llegar-contesté. Ella me agarró por el ala contraria a la cual miraban todas guiándome a una estancia no muy grande y vacía de seres vivos pero llena de bolsas de cuero, hojas y más materiales pertenecientes a otros animales, aunque distinguí la zona de las bolsas del grupo siendo todas de cuero y llevaban el símbolo de las Alas Negras, un aro con un ala de búho cruzando de lado a lado con un zarpazo, todo en metal negro excepto la herida del ala que era roja , reconocí sobre todo la de Garra, que al lado del símbolo colgaba otro parecido, pero era una garra de búho.

Al acercarse a su bolsa sacó un trozo de Ibis Sana, una planta curativa y mágica que solo algunas especies de animales sabían encontrar, entre ellas lo búhos y que curaba hasta las peores heridas en cuestión de segundos. No podía estar haciendo esto, esa planta era carísima y difícil de encontrar, podía valer 50 komorebis, el dinero del mundo animal, o 20 kg de carne según los búhos. Claro que había más formas de pago como haciendo intercambios o entre animales herbívoros con plantas y semillas. - No puedes ponérmela a mí, estoy bien y gastarás mucho dinero cuando la necesites al comprar más por usarla en una tontería como esta- Dije esperanzada viendo sus intenciones, pero a la vez sintiéndome culpable por el valor de tal planta. - Primero, tu no estás bien y no es una tontería curarte porque si no lo hago morirás desangrada o con suerte solo perderás el ala y no volverás a volar, y segundo, haría cualquier cosa por ti, incluso gastar esto-, y mientras decía esas palabras colocó la hoja sobre la herida, la cual dejó de sangrar y comenzó a tener mejor aspecto, para haberse curado por completo en apenas unos minutos mientras nos mirábamos fijamente a los ojos. Con esa respuesta supe que podría contarle mi secreto cuando la necesitara, pero también que no era el momento y que tardaría en llegar, pero me vería obligada a hacerlo.

dibujo por Juanjo Villalba