20:00 - Cala Khrisna

Seguía esperando algún indicio, me negaba a irme de aquel lugar, era mi deber continuar con aquella investigación. Me moví por el instinto, por las ganas de aventura, no podía dejarlo todo atrás después de tanto esfuerzo.

Miré el reloj, la hora mágica había llegado. 

Esperé impaciente, sabía que algo debería suceder, confiaba en ello. Pero nada, nadie salió del agua, nadie apareció, ni un mísero movimiento en el mar diferente al monótono oleaje. 

Seguí caminando por la playa, de una punta de la cala a la otra, de aquella punta hacia la otra. Mis pies contra la arena abrasadora tras horas de intenso calor, mis huellas como único indicio de que aquel lugar había sido visitado. La arena escurriéndose entre mis pies, meciéndose con la brisa llevando el mismo compás que mi cabello suelto. El oleaje bañándome hasta los tobillos dándome pequeñas descargas de escalofríos tras sentir la helada agua cristalina acariciando mi piel. 

El sol, aquel sol que horas atrás me quemaba hasta lo más profundo de mi ser, había desaparecido casi por completo. Quedaban míseros minutos antes de que el anochecer inundara por completo Bahrein. Un último rayo de sol se hizo presente por un efímero instante haciendo que tuviese que entrecerrar los ojos. Aquel brillo escalofriante hizo que algo llamase mi atención. 

Entre la arena, bajo el agua cristalina que se mecía de forma más veloz a medida que la noche se aproximaba, un brillo llamó mi atención. Fue un instante, un instante que me fue suficiente para notar la presencia de que allí, bajo aquella arena blanca y fina había algo.

Fui corriendo, movida por la adrenalina del instante, entré en el agua salpicando toda mi ropa por la efusividad con la que me movía. El agua llegaba por encima de mis rodillas y estaba helada, pero no me importó, lo único que me preocupaba en aquel instante fue seguir moviendo la arena donde instantes antes había vislumbrado aquel brillo inusual.

Seguí y seguí moviendo la arena con mis manos, con ansias, a la expectativa de algo que me ayudase a seguir adelante con mis investigaciones sobre la leyenda. Hasta que las puntas de mis dedos se toparon con aquel objeto. 

Lo saqué con angustia, mis manos temblaban de la adrenalina que aquello suponía mientras acababa de desenterrar aquel objeto. No entendía muy bien que significaba. ¿Se le habría caído a algún otro turista?, ¿Sería alguno de los souvenirs que vendía Layla en su tienda?

Era un collar con un pequeño dije, un frasquito con lo que me pareció arena colgaba de aquella cadena. Lo cogí por la cuerda y lo observé con detenimiento mientras se mecía entre mis dedos. Debía haber sido el cristal del botecito lo que hizo que resplandeciese cuando le dio el sol de aquel modo. 

Me quedé sorprendida, no entendía muy bien que era aquello, parecía un simple collar con arena de playa que se encontraba desgastado después de haber estado una larga estancia enterrado en aquella arena. 

Estaba decepcionada, pensaba haber encontrado algo maravilloso, algo épico, algo importante, pero solo tenía un pequeño collar corroído con un poco de arena. De todas formas, me lo anudé al cuello y dejé que reposara en mi pecho balanceándose al ritmo de mis alteradas respiraciones.