única parte
APTO PARA TODO PUBLICO
SUSPENSE AND HORROR
ONE SHOT — YOONMIN
Él se excusaba de todos sus actos con solo decir que era un simple artista en busca de la belleza perfecta. ¿Dónde podría encontrar aquel santuario de sus sueños, llenos de anhelo y belleza? Él muy bien sabía dónde encontrar la máxima pureza y no era difícil. ¿Qué más bello que la anatomía humana? ¡Para Park no había nada más hermoso en la faz de la tierra que la forma del cuerpo humano! Le fascinaba retratar a jóvenes llenos de simetría en su rostro y cuerpo, él pensaba que existía alguna secuencia o algo más allá del alcance humano, que ayudaba a aquellas generaciones a nacer y formarse con una hermosura inhumana. Él pensaba que esa era la octava maravilla del mundo, el cuerpo humano. Él creía que había sido encomendado en el nombre del arte para poder encontrar y recolectar aquellos especímenes.
El arte está creado para que el artista pueda encontrarlo.
Y ahí se encontraba sentado, mientras bebía tranquilamente una taza de té. El cuarto donde se desarrolla nuestra historia era muy extravagante, todo completamente adornado a gusto del señor. Varios cuadros estaban desplegados por las paredes de la habitación, uno que otro estaba cubierto con una tela blanca, mientras que las estanterías estaban todas cubiertas. ¿Algún misterio tras esas estanterías? Taehyung se llevaba preguntando eso estos últimos dos meses en los que había conocido al señor. El castaño soñaba con la sinceridad de su mentor, pero este callaba toda palabra con una sonrisa angelical, y él no podía evitar dejarse caer ante ella. ¡Pobre de Taehyung! ¡Quería saber todo sobre su mentor! Quería saber que le gustaba y que no, cuál era su afición y que leía cuando su corazón se sentía vacío en el alba. Su mentor, Park Jimin, era todo un misterio. El, su mansión, sus cuartos, su arte, su colección...sus palabras.
Taehyung estaba enamorado del hablar de su mentor. Deseaba ser abrazado por bellas oraciones, y que en su cuerpo fuese escrito toda aquella clase de barbaridades sicalípticas, esas que pensaba el castaño al ver cómo su mentor le miraba sugerentemente. Quería ser amado por él, quería ser presa de él, quería ser su objeto y pasión, hasta ser su arte. ¿Admiración? Él le llamaba amor, ambos se conocieron en circunstancias ligadas al arte y a la pasión, donde Jimin desarrolló aquel capricho por el menor. Taehyung estaba enamorado de su mentor desde el primer momento, desde que dio aquel discurso en el almuerzo de su tía YooNa. Jimin se había mostrado como todo un intelectual, con un manejo del lenguaje increíble. El castaño una vez escucho que el que domina la palabra, lo tendrá todo. Y así era con su mentor, porque tenía a Taehyung en la palma de su mano.
"¿Sabes? He de adorar
demasiado tu sonrisa, chico."
Sentía su rostro arder cada vez que recordaba aquellos comentarios tan atrevidos de su mentor. Y era que él los decía de manera tan natural, podía ser a la mitad de la cena, o un halago en pleno almuerzo con desconocidos. ¡Estaba que ardía! ¡Era demasiado para el! Con sus diecisiete años apenas estaba aprendiendo sobre el concepto del amor —lo que sentía por su mentor, por supuesto—, y ya se estaba llevando todo a una fase completamente diferente y lejana. Al castaño le daba vergüenza ser halagado, porque él no era nada admirable, su mentor sí.
—¡Chico! ¡No tienes que agradecer! Y si debes de hacerlo, tendrá que ser a los Dioses por darte aquel esplendor tan maravilloso que posees. No cualquiera posee ese grado de arte y perfección en su rostro. No te avergüences por ello, chico. No debes de hacerlo, porque tu belleza es y será.
Y es que no podía saber cuan hermoso era según su mentor. El solo era un chico degradado por la sociedad, ¡Oh! ¡Esta asquerosa sociedad! ¡Mantenían preso a nuestro pequeño Taehyung todos los días! Vístete así, péinate de esta manera, actúa de otra. ¡Cierra la boca! ¡nadie ha pedido tu opinión! ¡deja que la gente escuche lo que quiere oír! ¡calla todos tus pensamientos! Así era el vivir del castaño cada vez que salía de la hacienda de su mentor. Pero cuando volvía a entrar, sentía que podía ser un chico libre y expresar toda aquella clase de pensamientos, librarlos como palomas enjauladas.
Cuando salió de la mansión, miro atrás suyo, viendo como Park Jimin le observaba con una resplandeciente sonrisa desde una ventana muy lejana.
Jimin se preguntaba a menudo porque no todas las personas eran bellas, ¿Por qué no? Taehyung tenía esa sonrisa resplandeciente que iluminaba hasta el corazón más oscuro, podía darle calidez a un cuarto sumido por la frialdad de las personas. Él era especial, pero no todos eran como él. El mundo donde vivían era asqueroso, a menudo se topaba con gente que le repugnaba hasta querer vomitar. Rostros asquerosos, sin curvas, sin pensamientos ni emociones. No tenían nada atractivo, y Jimin sabía que esas personas no debían de estar en el mundo, pero su trabajo no era eliminar a la escoria, su trabajo era prevalecer y guardar el arte. Aquel arte de las personas preciosas, esas que son capaces de ser admiradas por su belleza.
El pasaba demasiado tiempo pensando en cómo podría guardar aquella pieza que tenía Taehyung, ¿Cómo la coleccionaría? A través de los años, Jimin había aprendido a coleccionar sus joyas de distintas maneras, ya sea teniéndolas en sus propias manos o retratándolas. Había veces que con su cámara les fotografiaba y colgaba las imágenes para poder admirarlas. Tenía varias jarras de cristal en las que guardaba fácilmente lo demás que no pudiese atesorar de otra manera. Si...era un trabajo difícil en algunos casos, había veces que no podía fotografiar a aquellas joyas con color carmesí, porque la fotografía salía sin aquel característico color. Habían veces que no podía retratar la textura de sus joyas en un cuadro, sobre todo cuando tenían aroma.
—Señor, ha llegado un telegrama de parte de la duquesa YooNa—notificó el Yi Fan. Jimin hizo un ademan para que este le entregara el mensaje. El sirviente avanzó a paso rápido, era escalofriante estar a solas con el señor, y más aún si era en su oficina con ese desagradable olor a té.
Jimin no era tonto, era el señor de la palabra y la conducta humana, sabia el terror que sentían sus sirvientes. Se limitó a sonreír.
—Muchas gracias, Yi Fan. Puedes retirarte.
El joven, apresurado, salió del cuarto del señor. Al estar afuera, suspiró pesadamente e intentó relajarse antes de bajar al piso de los sirvientes. Camino por los oscuros pasillos de la mansión —los que extrañamente no tenían luces eléctricas, a pesar de que eran ya habituales en otras mansiones—, tratando de mantener la compostura y no salir huyendo de ahí. Era su trabajo, no podía negarse a no hacer ciertos recados, pero cada vez eran mas espeluznantes, dejando a Yi Fan al borde de la locura, dejándole una extraña pregunta de por medio. ¿Qué diablos sucedía ahí?
Existía demasiada gente que especulaba que era una mansión embrujada —ja, que chistoso—, que el señor anterior practicaba brujería y asesinó a su esposa en un sacrificio para ofrecerla al Diablo. Decían las malas lenguas que Jimin termino siendo el hijo del Diablo, y que esa era una de las razones por las que nunca había visitado la Iglesia, o porque sucedían cosas muy extrañas a su lado. Pero solo eran bazofias, o eso era lo que decía Taehyung a sus amigos.
Nada era cierto, pero nada era mentira. Efectivamente algo raro tenía la mansión, que incluso caía en los sirvientes, algo raro tenía aquel joven señor y algo siempre ocurría cuando el daba la vuelta. Pero Taehyung no era el único que no creía esas estupideces, porque su tía YooNa siempre invitaba al joven Park a las cenas. Justamente como hoy.
—Es un placer invitarlo a la cena de hoy, si es que no lo molesta. Los comensales de hoy es gente que estaría... ¡encantada de conocerlo! ¡vaya, que sorpresa! ¡Pues parece que mi fama a llegado muy lejos para que la gente anhele conocerme a mí! Pues, podría ir a pasarla bien un rato. Aquel chico va a estar de todas maneras, así que podría aprovechar...
Jimin se aproximó a uno de los pocos cuadros que no tenían una cubierta. El retrato de un hombre de avanzada edad, que mantenía cierto parecido con nuestro protagonista. El joven sirvió en una copa, un tanto de vino, para poder levantarla en dirección al retrato.
—¡Brindo, padre! ¡Por mi capacidad preservar la belleza humana! He de repetir tus sabias palabras; "¿Qué es mejor? ¿Tenerlo o desearlo?" Tú decías que nada sacaba con solo desear, yo podía obtener lo que quisiese, porque todo estaba a mi alcance, yo puedo tomarlo todo, y eso es lo que hare. Si algo lo quiero, lo tendré. Yo admiro la belleza humana, tanto como tu adorabas a mi hermosa madre, y hare como tú, lo guardare para conservar su hermosura. Si... es una pena que ella pereciere antes de que cumplieses tu cometido, pero yo estoy aquí para encontrar a esas personas como ella, y poder capturarles cuales mariposas en el campo, para poder salvarlas de la contaminación. ¿No es así, padre? Tú me enseñaste esta manera de vivir, y brindo porque hiciste bien. Yo soy tu hijo, y te ayudaré en tu valerosa misión.
Levantó la copa de vino ante el retrato, con una sonrisa siniestra en sus labios, esa que mantenía en su rostro cada vez que observaba su colección. Bebió el vino de solo una probada, y se encaminó a su cuarto para poder arreglarse un tanto para la noble cena de la duquesa. Aprovechó para poder guardar en su bolsillo sus herramientas de dentista.
❝ ❞
Se bajó tranquilamente de su carruaje, y caminó por la entrada del recinto de la duquesa. Los jardines estaban perfectamente adornados, como si le diesen un toque de vida inusual al lugar. Jimin avanzó a paso seguro por los adoquines, contemplando el hermoso espectáculo natural de las rosas. La primera vez que visitó la mansión de la duquesa fue cuando conoció a Taehyung, era un día lluvioso, en el que el más joven le ofreció su paraguas por la lluvia que caía sobre Park.
Avanzó, hasta llegar a la entrada. Había llegado más temprano de lo usual, pero sabía que para la duquesa eso era mucho mejor, ¡adoraba hablar con algunos invitados antes de la cena! Había cosas que no podía discutir con tanta gente presente, así que era la instancia para poder sacar toda la información sobre los chismes de la ciudad. Tocó la puerta tres veces, para que después de unos segundos, un joven le abriese. Este le sonrió y le indicó donde la duquesa estaba esperando.
¡Vaya! Al parecer la duquesa se ha armado de nuevas reservas de pinturas últimamente, pensó Jimin.
Al señor Park le encantaba visitar a todas las personas que le ofrecían cenar o almorzar con ellos. Le gustaba también analizar los perfiles de las personas que se interesaban en él, quería saber si atraía a los tontos o a la gente brillante que él esperaba encontrar. La duquesa era una mujer jodidamente ignorante, no tenía demasiada opinión, era una mujer banal en todo sentido. Organizaba cenas para poder presumir sus nuevas colecciones de pinturas y/o esculturas exportadas. Aunque a pesar de todo, era un mansión con tanto misterio como la del señor Park, ambas eran igual de antiguas, y ambos dueños tenían tantos secretos como pelo en la piel. No se podía negar que daba demasiada curiosidad saber qué es lo que ocurría en ambos lugares, pero la gente se mantenía a raya de su instinto.
—¡Señor Park! —el aludido avanzó por el salón, encontrando a la duquesa junto con su sobrino y dos chicos más. Antes de saludarlo, le dio señas a los jóvenes para que siguiesen arreglando las flores—. ¡Que gusto que haya venido! Lamento que le haya llegado tan tarde la invitación, pero me dijeron que no podían apurarse más por el mal clima que se aproxima. ¡Qué raro! ¿verdad? Yo no sé mucho sobre esas cosas, así que no dije ni pio... ¡Dios mío, Taehyung! ¡Cuidado con ese jarrón! —la duquesa YooNa abandonó de un momento a otro a Jimin, para poder ayudar a su sobrino, que al parecer estaba a punto de botar uno de los preciados jarrones de la duquesa. Taehyung, avergonzado, retrocedió ante las risas de su amigo y los reproches de su tía. Sintió como la juguetona mirada de su mentor se acercaba con paso lento. Jimin se situó a un lado de la duquesa.
—¿Quiere que le ayude?
YooNa sonrió como una niña.
—¡Pues claro, señor Park! Mire, quiero aquel jarrón bien en la esquina, solo con rosas azules, de ningún otro color, ¿me escuchó? —ordenò la duquesa. Señaló la misma mesa en la que los jóvenes habían intentado colocar el jarrón anteriormente—. Baekhyun, hijo, intenta ayudar a tu primo con los jarrones de la otra esquina, ¡que no se les vaya a caer ninguno, por la reina! Y tu hijo mío, ven aquí.
El otro joven se quedó pasmado cuando la duquesa lo señaló. Era primera vez que venía a su mansión y ya le tenían de sirviente, llevándolo a todas partes. Se acercó cautelosamente, siendo abrazado por el gordo brazo de la mujer.
—Quiero que le pases al señor Park las flores azules, con cuidado. Hay algunas ramas también, pero recuerda no poner ningún otro color que no sea azul, ¿ya? Yo iré a la cocina a ver cómo va nuestra nueva cocinera. No cometan ningún error.
El gran cuerpo de la mujer despareció por los pasillos, dejando en el salón a Park con los tres chicos. Taehyung sintió como la ira se apoderaba de su ser, ¿Por qué su tía lo avergonzaba delante de su mentor? ¿Por qué no podía el ayudarle y tenía que hacerlo su mejor amigo? Su primo se rio.
—¿De qué te ríes, niñita? ¡Tú tampoco eres perfecto! le estas poniendo el ojo al jardinero ese, ¡así que no te burles de mí! —Park quedó impresionado con la agresividad verbal que tenía Taehyung hacia su primo, quien se mostraba muy ofendido al escucharlo. Pero Baekhyun no podía decir nada, ¡era verdad! Y si lo admitía en alto, alguien le podría escuchar y contarle a su madre, así que se quedó conforme con mirar desafiante a su primo.
—Cierra la boca, Tae. Ojalá no rompas ningún maldito jarrón, porque te estaré vigilando de muy cerca— El rubio avanzó por el salón y al ver que su primo no le seguía el paso, aseveró sus palabras—. Apenas termines de hacer vida social, vienes a ordenar esta mierda.
¡Pero que boca tenia ese mocoso!, pensó Jimin. Se notaba la diferencia de crianzas a millas, ya que, si Taehyung era algo agresivo, no ocupaba nunca malas palabras, mientras que este niñito las escupía cada tres palabras. Taehyung ignoró sus palabras y observó receloso a su amigo —quien no entendía nada de nada—, y le dio una sonrisa a su mentor.
—¡Señor Park! Perdone a mi primo, esta enloquecido de amor y eso lo hace más lento que de costumbre—se aproximó al mayor, mientras este mantenía la mirada fija en sus labios—, bueno, es hora de presentarlos. Él es mi mejor amigo, Min Yoongi. Min, él es mi mentor, Park Jimin.
Yoongi había escuchado varias veces ese nombre, y se había figurado a un hombre feo y tétrico, con bastón y un gran bigote. Pero ante el tenía a un hombre joven con una mirada jodidamente irresistible. Park Jimin era todo lo contrario a la imagen que se había hecho a lo largo de estos meses. Sabía que no estaba disimulando para nada la mirada que le daba al señor Park, y lo supo claramente cuando su mejor amigo le miró amenazante.
Taehyung estaba que hervía de celos. Solo el podía observar al señor Park, nadie más que él. ¡No debió de invitar a Yoongi a la cena! ¡Debió de haberlo pensado antes! ¡Maldición!
—Es un gusto, señor Park. Espero que podamos trabajar bien.
—Lo mismo digo, joven Min.
Taehyung observaba desde una esquina, como su mentor y su mejor amigo trabajaban pacíficamente. Ya había roto dos rosas de la impotencia, ganándose unos cuantos golpes en la nuca por parte de su primo, quien le regañaba pidiendo que ese concentrara. ¡No podía! ¡No con su mejor amigo sonriéndole a Jimin! Taehyung nunca pensó que tendría esta clase de pensamientos al respecto. Su mentor le producía demasiadas emociones, empezando desde el amor hasta el deseo sexual, y ahora comenzaba a sentir unos celos indescriptibles. ¿Por qué?
—Por la reina Victoria, ¡Taehyung concéntrate! —murmuró su primo. El castaño le miró de reojo, para después volver a mirar al otro par—. No me digas que estas celoso de Yoongi, sería muy feo de tu parte, ¿Heechul no te enseño modales?
—¡Cállate Baek!
Quería separarlos rápidamente, antes de que su mentor se comenzara a fijar mucho en Yoongi, o que este se sintiese atraído por Park. Y como si fuese por obra de magia, su salvación entro por el salón junto con un séquito de cocineros. La duquesa observó los adornos y asintió aprobatoriamente, felicitando a los más jóvenes y al señor Park.
Los adornos habían quedado perfectos, todos con las mismas tonalidades, algo que le encantaba a la duquesa. Los cocineros comenzaron a discutir sobre algunos platos con la mujer, hasta que ella les dio la orden de volver a la cocina.
Baekhyun se acercó a su madre, señalándole que ya habían terminado con todo tal cual ella había pedido.
—¡Perfecto! Ahora se pueden relajar, los invitados deberían de estar por llegar, son casi las seis y media. Pueden ir al jardín si desean, yo estaré aquí con los demás sirvientes.
Yoongi observo rápidamente su reloj. ¡Seis y media! ¡Tenía que irse!
—¡Duquesa! Perdone la imprudencia, pero se me olvidó mencionarle a Taehyung que me tendría que ir antes de la cena. Mi pobre hermano menor debe estar solo en mi hogar, sin ninguna sirvienta que lo vigile. ¡debe de estar hambriento! ¡Dios mío, me he pasado de la hora! Perdóneme, primera vez que vengo y dejo mala impresión.
—¡Oh! No te preocupes, hijo mío. Si de tu hermano menor se trata, no existe ningún problema. Ve a verlo, y cumple tu rol de hermano mayor, ya habrá una próxima oportunidad para sentarnos en la cena juntos—la duquesa le dio una sonrisa. Taehyung, en su interior, se sintió aliviado por la partida de su mejor amigo, ¡ya no tendría que preocuparse! Tenía a su mentor para él solito.
—Muchas gracias duquesa, fue un gusto conocerla—Yoongi, como todo caballero, tomo la gorda mano de la duquesa, dándole un pequeño beso. La mujer rio avergonzada—. Muchas gracias por invitarme Taehyung, nos vemos mañana. Adiós Baekhyun, adiós señor Jimin.
¿Jimin? ¿Acaso Taehyung había escuchado mal? Dirigió una mirada al rostro de su mentor, quien tenía una sonrisa de oreja a oreja. ¿Por qué el señor Park le sonreía a Yoongi de esa manera, y no a él? No pudieron haber tomado tanta cercanía en tan poco tiempo.
No había manera de explicar cómo Taehyung se sentía en ese momento en el que veía a su amigo marcharse. Su primo acompañaba a la duquesa en el salón, mientras que el señor Park acomodaba algo en sus bolsillos.
Jimin observó de reojo al menor. Se olía a millas los celos del castaño, y él estaba fascinado con ello. Tal vez Taehyung tenía sus razones para estar celoso de aquel chico, Yoongi.
Yoongi era un chico con piel tan blanca como la nieve, con una sonrisa tan natural, con una voz grave pero tan suave como el sonido de un piano. Sus manos eran delicadas en todo sentido, sus movimientos eran como los de una bailarina, dejando una estela de energía que dejaba sorprendido a toda persona que le rodeaba. Era una persona hermosa en todo sentido, y Jimin se sentía fascinado.
—¿S-Señor? —Park observó al menor, quien se rascaba la nuca nervioso—. ¿Le parece ir al jardín a conversar? Podemos hablar sobre el cuento del que me quiera hablar el otro día...
Oh... ¡perfecto! ¡había llegado el día por el que Jimin había fantaseado por dos meses! El mayor siguió a Taehyung por los pasillos, hasta llegar a él gran jardín trasero de la mansión. Era más frondoso que el jardín de la entrada, lleno de árboles que imposibilitaban la vista al mas allá. Taehyung se adentró en el pequeño bosque, con la intención de tener mayor privacidad con su mentor, porque si, el quería llegar a otro nivel aquella noche.
—¿No crees que vamos muy lejos, Taehyung? Podríamos perdernos después—El castaño dio la vuelta, y vio cómo su mentor se quitaba el sombrero y lo limpiaba. Si, ya se habían adentrado mucho en el bosque.
Taehyung se sentó en la roca más próxima, mientras que su mentor decidió por apoyarse en las grandes raíces del árbol que había a un costado.
—¿Quieres que empiece con la historia de la otra vez?
—¡Si! Solo alcanzó a nombrarme el autor... ¿Edgar Allan Poe?
—Si... fue publicado a comienzos de este siglo, por aquel talentoso hombre. El cuento del que hablaremos hoy se llama "Berenice", escucha atentamente, porque quiero que charlemos después de ello...
"Nuestro protagonista es un joven comprometido con su hermosa prima, Berenice. Es una joven hermosa, con una sonrisa resplandeciente, como la tuya, chico. Egaeus —nuestro protagonista—, comienza a sufrir ataque de ensimismamiento, en los cuales se aísla completamente del mundo, incluso perdiendo la consciencia frente a sus actos. Un día, Berenice, sufre de una enfermedad en la cual comienza a deteriorarse poco a poco, pero su dentadura sigue intacta. Finalmente, Berenice fallece, y en ese momento Egaeus entra en uno de sus trances. Esa noche de tormenta, un criado entra corriendo al cuarto de Egaeus, informándole que la tumba de Berenice ha sido profanada. En ese momento, el joven entra en consciencia y se descubre lleno de sangre, con herramientas de dentista en su escritorio, y con una extraña caja, la cual contiene treinta dos blancos dientes, los cuales corresponden a la dentadura de un adulto."
Taehyung miró horrorizado a su mentor.
—Y... ¿P-Por qué me cuenta eso? ¡Es horrible! ¿En qué pensaba el escritor? ¡Quitarle la dentadura a una joven! ¡Qué barbaridad! —profirió el castaño, mientras se abrazaba a si mismo por el nervio de imaginarse la situación.
El señor Park se acercó al menor por la espalda, tomándole por los hombros.
—¿Barbaridad? A mí no me parece eso, chico. ¿No escuchaste bien? Egaeus estaba obsesionado con la belleza de la sonrisa de Berenice, le encantaba observarla sonreír. El enloqueció de amor por aquellas treinta y dos pequeñas piezas, como yo por las tuyas.
Y ahí fue cuando todo se tornó negro para Taehyung. Se sentía vivo todavía, pero el shock de la situación no le dejaba pensar mas allá que la oscuridad que sentía su corazón en ese momento. Un dolor punzante comenzó a sentir en su cabeza, exactamente en su boca. Sus papilas gustativas identificaron el metálico sabor de la sangre de inmediato, relacionando todo rápidamente. Sus dientes estaban siendo arrebatados.
"¿Sabes? He de adorar
demasiado tu sonrisa, chico."
El dolor se hacía mayor cada vez, pero gritar no era una opción, se estaba atragantado con la sangre que brotaba por las encías. Sus lágrimas brotaban todo el tiempo, su respiración era rápida, podía escuchar el sonido tintineante de las herramientas, podía saborear la sangre, pero no podía ver el rostro de su mentor. Pero tal vez era lo mejor, porque la sonrisa de ternura que tenía Jimin en su rostro cada vez que sacaba un diente de la boca de Taehyung, se ensanchaba macabramente. ¡La sonrisa de Taehyung era perfecta! Jimin lo supo de inmediato cuando fue a cenar por primera vez donde la duquesa. Se inspiró en aquel cuento para poder dejar caer al menor en su telaraña de engaños.
Cuando pudo sacar la pieza número treinta y dos, su víctima estaba agonizando, le debería de quedar apenas tres litros de sangre. Guardó el ultimo diente en una pequeña bolsa, y limpió los utensilios que había usado para poder guardarlos en sus bolsillos. Por suerte había sido cuidadoso, así que la sangre solo salpicó a su rostro cubierto por una mascarilla, y sus guantes con parte de la manga de su abrigo.
—Ah...
Jimin dio la vuelta, viendo como Taehyung seguía respirando, sin fuerza alguna para poder mover ni un dedo, pero si para proferir alguno que otro sonido. Observó su cuerpo, pensando en cómo deshacerse de él. Y ahí estaba su salvación. Una pala yacía debajo de un árbol, junto con un pequeño árbol listo para plantar.
Guardo su mascarilla y guantes, y se dispuso a cavar. Cavó por unos minutos, hasta que se mostro satisfecho con la profundidad. Tomó el cuerpo casi muerto del menor y lo lanzó en el agujero.
Taehyung ya no podía sentir nada, sus ojos se cerraban poco a poco, pero aún tenía algo de fuerzas para escuchar lo que diría su amado mentor;
—¿Sabes? Se dice que Berenice fue enterrada viva.
Y el castaño sintió como la tierra caía encima de él.
❝ ❞
—¡Señor Park! ¡Es urgente!
Yi Fan abrió la puerta de la entrada de la mansión, siendo empujado por el gran cuerpo de la duquesa, seguida de dos jóvenes.
—¿Se le ofrece algo, madame?
—¿Dónde está el Señor Park? ¡Quedamos de mantener contacto! ¡Dígale que baje de inmediato! ¡Oh! ¡Señor Park! —Jimin bajó los escalones precipitado, con una falsa preocupación, que solo Yi Fan podía descifrar—. ¡Todavía no encontramos a Taehyung! ¡Buscamos por el bosque, pero nuestro jardinero Chanyeol dice que no encontró nada! ¡Dios mío! Señor Park, ¿Qué vamos a hacer? ¡Mi sobrino! ¡Mi pequeño Taehyung!
Jimin abrazó a la duquesa con fuerzas, mientras su hijo intentaba secarse las lágrimas, al igual que Yoongi. Yi Fan observaba la escena, ajeno a todo.
—¡Señora duquesa! ¡Lo lamento tanto! ¡Fue toda mi culpa! Si solo yo hubiese sido más considerado con Taehyung...
—No señor Park, no fue su culpa, Taehyung huyó por su cuenta. ¡Mi niño no enfrentó sus conflictos internos y huyo, no fue usted! Baekhyun me contó que mi sobrino ya se encontraba raro antes de discutir con usted en el bosque.
Yi Fan enarcó una ceja. El señor se mostraba muy preocupado, con las lágrimas a flote, mientras intentaba calmar a la duquesa. El más alto pensaba que su amo había inventado una muy buena historia, rápida y convincente. Supuestamente, Taehyung discutió con su mentor por un malentendido sobre los sentimientos del castaño, terminando con este huyendo de la discusión, volviendo Jimin solo a la mansión y terminando el día y la cena sin Taehyung. Jimin fue un buen observador al ver que Taehyung expresó toda su molestia en el salón, para tener de testigo a su primo.
Habían dado por desaparecido a Taehyung.
Esa tarde, Yi Fan ayudó a su amo a colocar de manera prolija la dentadura del chico en una caja decorada con plata. Después de terminar, Jimin le indicó que la colocara en la repisa que estaba tapada con una tela.
—Puedes quitarla, de todas maneras, tenemos que sacarles el polvo a los frascos.
Yi Fan comenzó a destapar todos los objetos de la habitación, incluyendo los cuadros y las repisas más altas. Abrió las cortinas para poder dejar entrar la cálida luz del atardecer. La luz dejaba ver los tétricos cuadros en los que se retrataban rostros llevados por la locura o ira. Fotografías de cuerpos diseccionados o mutilados en el suelo. Frascos en las repisas con fetos humanos, con ojos, con órganos, con manos, con cabezas, con pies y orejas. Los huesos eran reconstruidos en grandes esqueletos que tenía al fondo de la habitación. En algunos pequeños recipientes almacenaba uñas de las manos o de los pies, embriones sacados de una mujer recién embarazada o pestañas. En las repisas más altas, había frascos con cabezas completas, incluyendo con cabello. Esas eran las personas más bellas que había visto Jimin en su vida, las tenía retratadas en algunos inocentes cuadros de la habitación, pero... ¿Qué tiene de malo querer tener lo que deseas? Yi Fan comenzó a limpiar cada frasco con sumo cuidado de no alterar nada. Yi Fan prefería quedarse limpiando los frascos que tener que hacer el trabajo sucio de obtener aquellos tesoros.
—Ah...se ve todo tan hermoso.
Esto se hacía por lo menos una vez al mes, o cada vez que el señor Park obtenía una nueva reliquia. Yi Fan limpiaba y Jimin admiraba su hermosa colección.
Después de la desaparición de Taehyung, la mansión de la duquesa se mantuvo en luto por más de un mes. Todos comenzaron a especular que el chico había huido para poder practicar hechicería, ya que siempre mantenía contacto con ambas mansiones embrujadas. Yoongi estaba destrozado por haber perdido a su mejor amigo, y siempre se enojaba con las sirvientas de su hogar cuando hablaban sobre los rumores de Taehyung. Los padres de Yoongi decían que debía de olvidarlo y seguir adelante, pero él no podía, ¡se sentía solo! ¡sin Taehyung sus días eran llenos de soledad y tristeza! Yoongi deseaba en el fondo de su alma, que su amigo apareciera en el bosque con aquella radiante sonrisa que le daba felicidad en sus días nublados.
Pero algo mantenía con vida a la pequeña marioneta Yoongi, y ese era el señor Park. Cuando acompaño a la duquesa por décima vez a la casa del ex mentor de su amigo, este le dio un cálido abrazo que nunca olvidaría. Aquella calidez que sintió Yoongi era diferente a cualquier abrazo. No sabía que es lo que tenía ese hombre, pero el señor Park era un hombre carismático.
—Lo lamento tanto Yoongi, Taehyung...era un muy buen chico. Debí de haberlo detenido en su momento, haberle dicho que esos pensamientos que el tenía no eran buenos, que los podía evitar conversando sobre ellos. Pero no, me mantuve callado logrando que él se sintiese solo...perdóname Yoongi, por mi estupidez...
—¡No! ¡No se disculpe señor Jimin! Yo...yo también tuve la culpa. Taehyung lo quería mucho, demasiado, y se puso muy celoso cuando tuve que trabajar con usted. Él estaba celoso de que yo estuviese más cercano a usted que el mismo Taehyung. Soy un pésimo amigo.
Pasado dos meses de la desaparición de Taehyung, Yoongi comenzó a visitar frecuentemente al señor Jimin —el insistía que Yoongi podía llamarle Jimin— logrando que relación comenzara a ser más estrecha, incluso más estrecha que la de Taehyung con su mentor. Compartían historias y conocimientos, creando una retroalimentación. Yoongi le contaba a Jimin lo desgraciado que era en casa, cuidando a su hermano menor, mientras que ambos padres trabajaban. Yoongi era un alma solitaria, al igual que Taehyung. Gente fácil de manipular, decía Jimin a Yi Fan.
A lo largo de esos dos meses, Jimin encontró gente por las calles que tenían atributos especiales, como una bella mujer con mirada felina, quien se mostró muy sugerente con Park. Para él no fue difícil llevarla a la cama y susurrarle bellos poemas para dejarla enloquecida de placer, mientras sacaba sus herramientas para poder quitarle aquellos ojos hermosos que tenía.
En otra oportunidad, Jimin se encontró con un hombre trabajador, con rostro apuesto. Era tan así, que el señor Park decidió invitarlo a cenar una noche en la que su nuevo amigo no lo visitaba. Aquel hombre le contaba su triste vida, de cómo perdió a su mujer, y como tenía que salir adelante con sus hijos él solo.
"Válgame Dios"
Cuando el hombre estaba más que inspirado contando sobre su vida, Yi Fan se acercó por detrás para poder estrangularlo con el mismo pañuelo del hombre, mientras Jimin brindaba por él. Cortaron la cabeza en el laboratorio y la sumergieron en un nuevo frasco para la repisa más alta.
Yoongi le visitaba más seguido, tenía una expresión triste, pero se veía más aliviado las veces que iba a desquitarse. Contaba que había decidido ir a vivirse con sus abuelos, ya que sus padres habían desaparecido como los alcohólicos e ignorantes que eran. El señor Park brindo por la escapada a la felicidad que Yoongi tenía.
—¿Sabe, señor Jimin? Me siento más aliviado, pero hay veces que mi pecho duele...cada vez que pienso en alguien se me acelera el pulso, ¡pero no en el sentido negativo! Es difícil de explicar, es alguien que admiro demasiado, es alguien que quiero.
—Ah, ¿sí? Cuéntame sobre esa persona, Yoongi.
El pelinegro sonrió con tristeza.
—Es alguien muy especial para mí. Me escucha, me ayuda, al igual que usted. Cada vez que me mira, me siento desfallecer, siento un remolino de emociones. No le puedo mirar a la cara por mucho tiempo, mi rostro se tiñe de la vergüenza, ¡ah! ¡señor Park! ¿Cómo podría decirle a esa persona que la amo tanto?
¿El amor? ¿Qué era eso para Park Jimin? El no conocía nada más que la felicidad al recolectar sus objetos preciados, o la ira que era reflejada en los retratos o fotografías. Después de ese día, Yoongi no volvió dentro de un mes, eso no le afectó en nada a nuestro protagonista, pero si lo dejó con intriga.
—Yi Fan, ¿Qué es el amor para ti?
Yi Fan dio la vuelta extrañado ante la pregunta de su amo. ¿Qué es el amor? ¿Cómo se lo podría explicar a un hombre que nunca ha experimentado ningún tipo de sentimiento?
—Bueno...podría decir que no hay definición exacta para el amor, es algo abstracto, el amor solo se siente. Es como la libertad, cada uno tiene un concepto distinto de la libertad. Yo soy un sirviente, pero me considero un hombre libre, siendo que para otras personas no. Yo creo que el amor es un experimento individual, cada uno lo siente. El amor es un estado de locura, en el que la persona daría todo por la otra, los humanos cambian de amor siempre, pero cuando aman lo hacen con fervor.
Jimin tomó un sorbo de su infusión.
—Entonces, si el amor es algo abstracto para cada uno... ¿puedo darle el sentido que quiera? —Yi Fan ladeó su cabeza, para después asentir—. Pues yo veo que lo que siente Yoongi hacia mi persona es amor, pero es como una joya bien pulida...una joya que quiero obtener a cualquier costo. ¿Dónde estará? ¿Dentro del corazón? ¿Dentro del cerebro? Me imagino que es una joya con color carmesí, con el color de la pasión... ¿Qué dices tú, Yi Fan?
¿Dónde estaría la joya del amor? Yi Fan comenzó a hacerse esa pregunta en los días restantes de la semana. Lo lógico sería pensar en el musculo central del humano, el que nos mantiene vivos, el corazón. ¿Podría haber una posibilidad de que una joya se encuentre dentro de aquel órgano vital? Jimin comenzó a evaluar las posibilidades de encontrarse con aquella joya dentro del corazón de Yoongi.
—¿Qué es el amor para ti, Yoongi?
El joven de piel nívea observó sorprendido a Jimin. ¿Le había descubierto? Por supuesto, Jimin y Yi Fan no eran tontos.
—Bueno, tal vez suene cursi. El amor para mí es un sentimiento de ternura, es algo especial, hace sentir que tu corazón rápidamente. Es mirar a aquella persona...—Yoongi observó fijamente las facciones de Park. Era una persona muy hermosa, delicada como un pétalo de rosa, pero con una mirada demasiado misteriosa—. Y sentir que quieres pasar a su lado por el resto de tu vida, no importa cómo. Recalco que es algo demasiado especial, que no se puede tomar mucho a la ligera...
—Mhmm, ¿tú crees que...el amor sea una joya?
—Sí, ¿Por qué no? Las joyas son especiales y preciadas para todas las personas. ¿A qué viene eso?
Jimin se levantó de su sofá, para poder sentarse al lado de Yoongi. Apoyó su brazo junto con su cabeza en el respaldo del sofá, mirando de frente al menor.
—Es que últimamente me encantan los tesoros y las joyas, y me preguntaba si el amor era una joya. Pero, ¿Dónde la podría encontrar? ¿En el cerebro? Una parte racional... ¿o en el corazón? En algo mas sentimental —Yoongi miró extrañado a Jimin, quien se acercaba cada vez más.
—¿N-Nunca se ha enamorado de alguien? —el hombre negó—. Y... ¿ha besado a alguien?
Oh. Por supuesto que sí. Si Jimin no mal recuerda, había conocido muchas prostitutas que tenían ojos maravillosos, o cabellos sedosos, y la única manera de poder coleccionar aquellas reliquias, era empezando por besarlas. Como a la madre de Yoongi.
—No...nunca lo he hecho—Yoongi tragó fuerte cuando tuvo el rostro de Jimin tan cerca. Tal vez este era el momento de mostrarle sus verdaderos sentimientos—. ¿Por qué no me enseñas, Yoongi? Tú, que sabes de amor.
No dudo en ningún momento, tomo con ambas manos el rostro de Jimin, besando de forma delicada los labios del mayor. El suave roce entre sus pieles le dejaba con más ganas al menor, quien comenzó a acercarse mucho más a Jimin. El mayor le siguió el juego a Yoongi. El beso no subía de tono, era algo inocente entre ambos amantes de medianoche. Yoongi se separó un momento del mayor, señalando su pecho, donde se encontraba su corazón.
—¿No lo siente, aquí? En nuestros corazones es donde se encuentra.
Jimin acarició el cabello de Yoongi, quien comenzó sentirse cada vez más extraño, mirando de manera seductora al mayor.
—¿Por qué dices eso, Yoongi?
El menor le besó una vez más, deseando llegar más lejos esta vez, pero primero necesitaba explicarle que era el amor.
—Porque cada vez que le miro, cada vez que le hablo, cada vez que lo beso o le toco, aquí es donde me duele, en mi corazón. La joya del amor se encuentra aquí—Sin duda alguna, Yoongi tenía razón. A Jimin le brillaban los ojos de la fascinación, se sentía intrigado con el aroma que tendría aquella joya del amor.
—¿Sera verdad? ¿la joya estará ahí?
Yoongi rozó los labios suyos contra los otros, logrando morder el labio inferior de Jimin. Rio ante el comentario ajeno.
—Por supuesto que sí, ¿Por qué no lo estaría? —cuidadosamente, Yoongi tomo la mandíbula de Jimin y comenzó a besarla. Fue bajando lentamente, dejando una cadena de besos. Ambos se quitaron las camisas. Jimin observó fascinado el punto donde se encontraba su preciada joya.
—Pues, ¿Por qué no lo descubrimos?
—¿Ah? ¿A qué se refiere, señor Jimin?
El señor Park se encontraba es su oficina siempre, así que era obvio de que tendría todas sus herramientas en aquel lugar. Y aunque no fuese así, antes de someter a su víctima para poder conseguir lo que quiere, Jimin siempre le pedía a Yi Fan que dejara todo listo. Aun estando encima de Yoongi, mirándole de manera sugerente, bajo su mano para poder tomar una hoja de bisturí. Yoongi observó la hoja con miedo, haciéndose una idea de que es lo que pasaría. Sus sentimientos se fueron a la mierda en ese momento, se sintió desdichado al ver la cara macabra de la persona que amó. Su corazón estaba hecho pedazos cuando el bisturí comenzó a cortar.
"Su amor por mí es la joya más preciada que he visto. La quiero, aunque sea a pedazos"
Capa por capa, Jimin comenzó a cortar. Al rato llego Yi Fan con los demás implementos. Ambos hacían caso omiso a los gritos del joven, y tampoco les importó cuando se dejaron de escuchar. Yi Fan comenzó a limpiar enseguida el desastre que se había formado en el suelo.
Jimin buscaba raudamente su preciada joya del amor. El quería poseerla y mantenerla en el centro de su colección, junto con la cabeza de Yoongi, pero no la encontraba. Cuando tocó el corazón, se dio cuenta que no sacaba nada con abrirlo, era un corazón ordinario, como cualquier otro. Buscó en el cerebro, pero tampoco. Buscó en todas partes, pero no encontró nada.
Su preciada joya ya se había desvanecido.
Pasó toda la noche pensando en donde se encontraría. Busco en decenas de libros sobre anatomía, para poder tener una idea, pero nada. Pasó el tiempo y el deseo por el amor de Yoongi desapareció como el otoño ante el crudo invierno.
—Sírveme más té, Yi Fan—el rubio se acercó con una tetera japonesa a servirle a su amo. Este le agradeció y contemplo su colección.
En la parte inferior se hallaba la caja con detalles de plata, en la que yacían los treinta y dos dientes de la sonrisa de Taehyung. A un costado estaban los ojos de una prostituta. En la repisa más alta se hallaban cuatro cabezas, tres hombres y una mujer sin ojos. Y en la repisa del medio, justamente debajo de una de las cabezas, se hallaba un frasco con un corazón, y un dibujo encima de un signo de interrogación.
En un momento como este, Jimin contemplaba aquel frasco con el signo de interrogación.
"¿Se podrá coleccionar el amor?"
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