2._Mal
Esos pantalones cortos que exhibian unas pantorrillas escualidas y chuecas como un alicate, la camisa hawaiana por la cual salían unos brazos delgados, débiles y las gafas de sol; le daban la apariencia de un turista viejo y despistado, lejos de su grupo de excursión. Decían que de joven fue un gran peleador que obtuvo varios títulos internacionales. En la actualidad era el conserje de la escuela y su guardian nocturno también. Vivía en un cobertizo destinado a guardar los implementos de educación física y pasaba el día limpiando pasillos, baños y patios con un aire medio decaído. Lento como si no existiera un límite de tiempo para cumplir sus labores. Rochi lo llamaban todos y entre los jóvenes contaba con cierto aprecio. Entre las muchachas,en cambio, era el repudio lo que despertaban sus mañas. No se molestaba demasiado en disimular su gusto por las jovencitas.
Siempre fue así. Tenía un deseo por las mujeres difícil de controlar. Sin embargo, era su gusto por las más jovenes el verdadero deleite de su carne. Un deseo que lo atormentaba desde que entendió que estaba mal. No es raro que muchos hombres tengan gustos por las chicas de escuela. No por nada entre los trajes de fantasías sexuales el de colegiala es uno de los más populares. Es una fantasía, un goce que roza en lo prohibido como en el acto de corromper lo inocente. El poder sobre lo iluso. Pero lo que le pasaba a él, no tenía que ver con ese sueño que se quedaba en la inofensiva fantasía soltada en un suspiro al amparo de un sucio rincón en la mente o en un callejón reservado al deleite que el dinero puede ofrecer. Lo que pasaba con Rochi era algo ajeno al mundo interior. Era algo que podía dañar a otros. Calmaba sus impulsos de muchas maneras. Recurría a prostitutas con aspecto infantil o material gráfico dibujado. Evitaba la pornografía infantil con niños reales. Intentaba siempre no lastimar a nadie.
Pedir ayuda nunca fue una opción. Jamás recibió la comprensión de alguna persona, sólo el prejuicio, sólo el castigo de la sociedad a ese transtorno que siempre estaba ligado a crímenes espantosos. De joven se metió en las artes marciales como una forma de adquirir disciplina sobre su cuerpo y sobretodo sobre su mente. Si controlaba sus pensamientos, podía manejar su conducta y no lastimaria a nadie. Pero era demasiado esfuerzo. Sin embargo, y con un trabajo casi sobrehumano, por muchos años logró evitar sucumbir a esa hambre sorda y ciega. Si acaso alguna vez dió una nalgada o miró debajo de una falda de una chica de escuela. No era correcto, pero era más grande que él. Con las mayores se permitía más libertades. Se dejaba caer en su distorsión, mas nunca fue más allá de un pellizco o caricia mal sana. A momentos él mismo le quitaba importancia. A ratos se lo reprochaba duramente. Más allá de este mal, Roshi era un buen tipo.
La escuela no fue su primera opción cuando recibió su miserable jubilación. Le hubiera gustado retirarse a descansar al campo o junto al mar, pero en lugar de eso tuvo que buscar un empleo para tener una vida medio decente. Probó muchos lugares, pero la respuesta era la misma: "nosotros lo llamamos". Y todos saben lo que eso significa. Era demasiado viejo para desempeñar cualquier trabajo. Era demasiado viejo para ser útil. Cuando perdía la esperanza encontró el anuncio de la escuela secundaria. Era como una de esas burlas de la vida. Era como invitar a un zorro a cuidar del gallinero, pero ¿Qué otra opción tenía? Morir de hambre era ridículo. Y no tenía suficiente dinero para pagar una internación en una casa de reposo. Tampoco le gustaba esa idea. Después de mucho pensarlo, se presentó en el establecimiento y fue contratado para hacer la limpieza, para cuidar el edificio por las noches. Su principal temor era sucumbir a sus deseos. No era el de antes. Estaba viejo y cansado de luchar solo contra su mal. Pero por diez años no hizo nada que pudiera caer en un crimen en aquella escuela, hasta esa mañana en que ella apareció.
Mika era su nombre. Era blanca como un papel,su melena tenía el color del caramelo. Era abundante, sedosa y brillaba con el sol. Tenía una boca pequeña y carnosa humedecida por un brillo labial con sabor fresa. Un busto desarrollado de forma precoz, una cinturita estrecha y una cadera amplia que daba un peligroso volumen a su falda corta que permitía ver sus medias con borde de gatito. Eran populares entre las chicas porque aparecían en los animes. Su rostro era dulce, pero pícaro como una cereza madura. No pudo evitar mirarla de tal manera que la chica advirtió sus ojos sobre ella, aun por detrás de esas gafas de sol. Le sonrió con travesura y se echo a correr al edificio al compás de las campanas de la escuela.
Nunca,en toda su vida, Rochi experimentó tal embelesamiento ante una chica o mujer. Fue como si de ella hubiera emanado un aroma afrodisíaco que le convirtió la sangre en lava y el corazón en un volcán. Lo que pasó entre sus piernas fue otro espectáculo. Tuvo que irse a cambiar la ropa interior al cobertizo y una vez allí se sentó a descansar. Estaba aturdido y no podía pensar con claridad. Durante el descanso buscó ver a esa chica. Quería mirarla una vez. Nunca Imaginó que al hacer eso estaba poniendo el primer clavo en su cruz.
Mika era risueña y coqueta. Se sabía capaz de exaltar las hormonas de sus compañeros y disfrutaba hacerlo. Era todavía ingenua. Buscaba atención de la manera que a su juicio era mejor. Emulando personajes de anime y películas estupidas de chicas en secundaria que iban mucho a fiestas, rompían las redes sociales y no tenían idea de a quien debían el poder votar en las elecciones presidenciales. En las clases de educación física siempre hacia gala de su figura, sin notar que su maestro la observaba de forma más famélica que el conserje. Spopovich era el nombre del maestro. Un hombre alto, muy musculoso y de melena roja con costumbres bastantes desagradable.
Mientras los estudiantes estaban jugando fútbol y voleibol, él se eacabullia a los baños para registrar las prendas de las chicas y respirar sobre la ropa interior. Solía llevarse la que más le gustaba. La guardaba en el bolsillo de su pantalón antes de dejar el lugar habiendo dejado una pequeña camara espía que nadie notaba. Tenía decenas de videos de sus estudiantes duchandose y cambiándose. También de ellas en el baño. Las miraba en la comodidad de su casa y se masturba con ellas. No sólo eso. Tenía cuentas falsas en Instagram y Facebook para seguir a las chicas que más le gustaban. Nadie sospechaba de sus pasatiempos. Era un tipo rudo,algo soberbio y un poco agresivo que medio acosaba a Videl, la maestra de ciencias recién ingresada. Pero desde que Mika llegó, aquella mujer pasó a segundo plano.
Una tarde en que Mika se quedó a limpiar el salón, tuvo que ir a tirar la basura a los contenedores en la parte de atrás de la escuela. La chica vacío el papelero y se disponía a volver al salón cuando vio al maestro Spopovich, en el puerta cobertizo. El tipo la llamó con la mano para que se acercará y una vez la tuvo en frente le pidió que entrara y lo ayudase con algo. Mika ingreso sin temor, pero una vez dentro un escalofrío bajo por su espalda al ver como la luz se torno penumbra. La puerta se cerró y de inmediato la actitud del maestro cambió. Quiso tomarla por el hombro, pero ella intentó escapar hacia el cuarto que era del conserje. No lo logró. Spopovich la tomó por la cintura con uno de sus brazos. Era un tipo fuerte. La levantó como si nada y le pegó las nalgas a su exaltado pene, que podía verse perfectamente en su pantalón. Mika lo sintió y su terror se volvió pavor. Quiso gritar, pero su su boca y naríz terminaron cubiertas por la mano del maestro que se deleitaba viendo como la chica intentaba escapar de él pataleando en vilo. Con violencia la azotó contra una columna de madera y la dejó pegada allí para poder usar una de sus manos. Acarició de manera sucia el cuerpo de la muchacha que temblaba intentando liberar su rostro, pues no podía respirar. Arañaba aquella mano como una rata araña la tabla de la que intenta aferrarse para no morir ahogada. La mano del maestro le subió la falda y bajo la pantaleta de estampados de corazones, que a Spopovich le causó un deleite nauseabundo para cualquiera que hubiera tenido acceso a sus pensamientos. Acarició las nalgas de Mika un rato. Las apretó sin cuidado dejando una marca roja con la forma de sus dedos. La muchacha comenzaba a llorar viendo su suerte echada. El asco que le dio sentir el dedo de su maestro entre su trasero fue indescriptible. No lo veía, pero sabía él se estaba bajando los pantalones.
-Vamos a probar como...-decía el sujeto cuando oyó un tarareó acercándose al cobertizo.
Rápidamente soltó a Mika, que puso respirar de nuevo, y se subió los pantalones.
-Ni una palabra de esto o te mato-le dijo a la chica que se encogió contra el pilar-De todas maneras nadie te va a creer. Todos saben como eres...
La puerta se abrió y Roshi vio al profesor y a la chica notando enseguida que algo no andaba bien. Spopovich se apartó de Mika y tomando unas camisetas del equipo de basquetbol dejo el lugar.
-Le pedí que viniera por las camisetas y la oí gritar. Creo que vio una rata o algo. Tienes que limpiar mejor viejo-le dijo al conserje que lo miró pasar en silencio.
La atención de Roshi paso a la chica que lloraba callada allí. Disimuladamente, cuando el maestro habló, se acomodo la ropa interior. Estaba en shock. Verdaderamente aterrada. Cuando el conserje le pregunto si estaba bien ella solo se arrojó a sus brazos y rompió a llorar de forma angustiosa diciendo: gracias, gracias , gracias. Sin duda si Roshi no hubiera aparecido ella hubiera vivido un episodio espantoso. Lo que no sabía es que estaba exitando el mismo deseo depredador en el hombre al que estaba abrazando
El viejo no pudo evitar respirar sobre ese cabello y sentir cosquillas a causa del busto aplastado contra su torso. Pero no la tocó más allá de poner una mano en su espalda, pese a que ardía en deseos de manosear ese culo ante su vista.
El relato fue interrumpido por un oficial que entró llevando dos cajas de donas y un vaso grande de café al jefe de policía, que puso eso en su regazo con una expresión de gusto casi infantil.
-¿Me das una de esas?-le preguntó Roshi viendo las donas.
Bills lo miró menos agresivo que antes. Lo ignoró y dió una mordida a uno de los bocadillos. Hizo un gesto de desagrado, bebió café y arrojo la dona frente a Roshi con bastante desprecio.
-Gracias-le dijo el viejo.
-Come rápido que no pienso estar aquí toda la noche-le contestó el jefe de policía.
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