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22. Oh cariño, eres tú.

Durke.

—Lila se ha ido.

¿Qué mierda? Mi ceño se frunció, podía sentir las líneas de tensión por toda mi cara.

Todo el jodido cuerpo me dolía, mi cabeza no estaba mejor y solo quería dormir con el colibrí risueño en mi puta cama hasta el maldito próximo año pero como siempre, las cosas se estaban yendo al carajo antes de poder analizarlas. Un problema surgía detrás de otro y la maldita avalancha ya había comenzado a ir colina abajo.

—¿Cómo mierda ha pasado eso? — Lila se encontraba siempre bajo una estricta vigilancia, no podíamos darnos el lujo de perder a la hermana de Redfoot, no con Jet en busca de su cabeza.

—Pregúntale a Sam— gruñó el pelirrojo con claro fastidio en cada una de sus sílabas.

—Es una acusación muy grave la que estás haciendo Ty, espero que seas consciente de ello— murmuré.

—Soy un niño grande Prez y malditamente hay pruebas de que Samuel es el culpable.

—¿Sam? — observé atentamente al chico a mi lado quien tenía la palabra culpable escrita en toda la cara, mordisqueó su labio con nerviosismo y suspiró.

— Ella quería irse así que la dejé— se encogió de hombros pero la rigidez en sus acciones lo delataban, mi precioso colibrí estaba malditamente nervioso y a dos segundos de salir corriendo de aquí.

—Ella es adicta y malditamente mi hermana, no tenías derecho a tomar una decisión así— Redfoot dijo con dureza.

—He convivido con ella en estos últimos años más de lo que tu en toda tu vida Tyron— los bonitos ojos miel de mi chico se oscurecieron—. Yo no tenía derecho a tomar una decisión así, pero ella sí. Lila es una mujer adulta, una madre y mi amiga — sus preciosas cejas se elevaron —. La mayoría del tiempo somos amigos— masculló antes de suspirar.

—Ella no puede cuidarse sola Sam, a la primera aguja que se le aparezca la voy a volver a perder y si mi hermana termina muerta de sobredosis te hago responsable Samuel— palabras duras para un hermano ausente desde la adolescencia.

—Lo que te haga sentir mejor Tyron— Sam comentó desdeñosamente—. Si necesitas un culpable para señalar aquí tienes la diana perfecta— dibujó un círculo en su pecho con su dedo índice y sonrió de lado.

—No te hagas el listillo conmigo Jared— la mano de Redfoot se enredó en el bíceps de Sam.

Taz, el hermano silencioso sólo observaba el desarrollo con aparente calma, sus ojos oscuros escaneaban a Sam y juraba que había una chispa oscura en su mirada, algo mordaz que no había estado ahí antes, que se había manifestado sólo cuando sus ojos se posaron en el colibrí. Que me jodieran de una vez, mi puto hermano tenía alguna mierda que resolver con mi hombre y no tenía una perra idea de lo que era.

—Me estás lastimando Tyron, espero que sueltes mi brazo o te romperé la nariz — la amenaza que salió de los labios de Sam no era en vano, lo sabíamos.

—Dime dónde mierda está mi hermana Samuel — gruñó Redfoot mientras tiraba de Sam hasta tenerlo frente a frente.

—No lo sé Tyron — Sam intentaba zafarse del agarre pero nada podía hacer contra un hombre que le doblaba el peso—. Y si lo supiera, no te lo diría.

—Es suficiente Redfoot, estás lastimando a Sam y sólo el maldito Hades sabe cuanto me está costando no romper cada puto hueso de tu mano por tocarlo.

— Civiles y putas no deberían interferir en tu trabajo Prez, el chico claramente hizo algo que no debía y Redfoot está buscando respuestas — murmuró Taz ajeno a la situación con Sam que no había tenido de explicarle al recién llegado.

— Sam está bajo mi jodida protección Taz y cualquiera que intente ponerle una mano encima está yendo en contra mía— me levanté del lugar donde me encontraba y me acerqué hasta quedar a un lado de mi hermano —. Dime Redfoot ¿estás desafiando al presidente de los Hellhound's?

—Mierda, claro que no Prez — gruñó

—Entonces largo, quiero a los dos fuera de mi jodida habitación— ambos hombres fruncieron sus ceños y levanté mi ceja en un claro desafío... ¿Serían lo suficientemente estúpidos para desafiar la autoridad que poseía?

—Bien— masculló Redfoot soltando a Sam y retirándose lentamente —. Pero quiero jodidas respuestas Prez.

—Las tendrás— aseguré y ambos salieron de ahí dejando detrás de ellos un aire cargado de incertidumbre.

—¿Qué mierda Sam? — murmuré caminando hasta la cama y dejándome caer en ella en una posición sentada.

—Lila quería irse — murmuró bajo sentándose a mi lado y tomando mi mano—. Así que la dejé.

—No era tu decisión Sam...

—Era la de ella— el chico bajito interrumpió mis palabras.

Realmente no sabía cómo explicarle a Sam que probablemente la hermana de Redfoot estaba en una zanja, que su salida del recinto había sido una sentencia de muerte y que Lila nunca había sabido tomar decisiones.

—No quiero hablar sobre ello ahora Sam— suspiré profundamente y apreté levemente su mano.

Ambos estábamos en un jodido problema, los hermanos no dejarían pasar la mierda que Sam acababa de hacer y yo como presidente no podía darle la espalda a la bola de cabrones que habían derramado sangre y sudor por los colores.

—¿Sabes por qué le rompí la nariz?— preguntó después de algunos minutos de silencio, me costó entender de qué rayos estaba hablando pero después recordé y asentí.— Por que él dijo que deseaba que Lila estuviera muerta, que todo sería más fácil con ella fuera del camino, maldito bastardo— la voz del colibrí se llenó de una rabia apenas contenida.

La historia de esos hermanos pelirrojos no era sencilla y aunque no era excusa, Lila había hecho mucha mierda que le había costado incluso años de libertad al tío de Jamie.

—... Es su hermana ¿Cómo pudo decir eso?— continuó Sam su pequeño monólogo—. No era un comentario al aire, Tyron de verdad lo deseaba, sus palabras fueron duras Durke, sin una sola gota de duda.

» Me hizo preguntarme ¿por qué dejaría a Lila a merced del hermano que la quiere muerta? No era justo de ninguna manera así que hice lo que cualquier en mi situación hubiera hecho y le di la opción de morir bajo sus propios términos. Ella me lo contó Durke, Lila sabía que sí salía de aquí probablemente no viviría mucho pero aún así quería irse ¿Quién era yo para negárselo?

La mierda que dijo Sam me hizo mirarlo sorprendido pero el chico parecía muy lejos de dónde nos encontrábamos, sus ojos miraban a la lejanía de la nada enfocando algo que sólo estaba sucediendo en su cabeza.

—Amor, mírame— mi mano se posó sobre su mejilla y lo convencí con movimientos suaves de girar su cara para encontrarse con mis ojos—. Le diste lo que necesitaba, y eres jodidamente valiente por hacerlo.

—¿Lo soy Demir? — sus orbes mieles me miraban con tanto dolor que por un momento quedé helado.

—Lo eres— besé sus labios suavemente—. El colibrí más valiente.

Me miró recuperando el brillo en sus ojos y me dedicó una pequeña sonrisa que delataba lo joven que aún era.

Sam solo tenía 18 años, demasiado jodidamente pequeño para sentenciar su vida con un presidente de un club de motociclistas que moriría joven por sus colores.

Nosotros los hellhound's no éramos más que demonios jugando a ser humanos.

Nuestros pasados, nuestras historias de vida y nuestras decisiones eran el tipo de cuentos que una madre contaría a sus hijos en las noches de terror.

Y por primera vez, tenía miedo de que mis errores vinieran a cobrar las deudas.

Los días pasaron lentos y cansados mientras me recuperaba, Sam fiel a su palabra me hizo mantenerme lo más tranquilo posible hasta que el Doc dió el visto bueno para poder regresar a trabajar.

Teníamos muchos negocios que resolver pero aquel que más me hacía hervir la sangre era Moon, ese hijo de perra tendría que morir pronto o yo lo haría en el intento de asesinarlo, pero no podíamos dejar pasar más tiempo. Cada día que ese bastardo respiraba era una pérdida de dinero y reputación para nosotros.

Y en nuestro mundo la reputación lo era todo y para los Hellhound's quienes ya habían quedado demasiado pisoteados por la rata de Blake teníamos que intentarlo el doble.

Nine había hecho un gran trabajo con el Club en compañía de Diablo y Taz, arreglando todo tipo de mierda con eficacia y más cadáveres de lo que me hubiera gustado pero soluciones eran soluciones y malditamente no iba a ser un gilipollas lamentando la sangre derramada.

La situación con Redfoot, Lila y Sam seguía tensa pero el tío de Jamie y el colibrí habían llegado a algún tipo de acuerdo sin necesidad de intervención del Club, una especie de tregua silenciosa y temporal debido a todo lo que estaba pasando.

—Incendió una de las bodegas con cargamento que se suponía enviaríamos en tres días al Trex de mierda— gruñó Nine en medio de la junta en la que nos encontrábamos con el propósito de actualizarme sobre todo aquello que yo sabía que Sam les había prohibido decirme.

—¿Podemos enviar la mercancía aún con la pérdida? — mierda, quería regresar a la cama con Sam. Habían sido buenos jodidos días los de recuperación dejando el dolor de lado.

—Sólo tres cuartos de ella si queremos quedarnos con algo para nosotros.

—Es muy poco para nosotros— dije a nadie en específico, sin demora saqué mi teléfono celular y pulsé el número 9 de marcación rápida.

—''Pizzería La Rosita ¿Qué desea ordenar?" —fue lo primero que escuché al segundo tono.

—Hola Rosita ¿está Kyle por ahí? — pregunté amablemente.

—''Ese niño revoltoso otra vez metido en sus negocios más turbios que lo que me sale del culo cuando..." — Un sonido de asco se escuchó y después alguna pelea de abuela-nieto antes de que atendiera la persona que buscaba.

—¿A quién le marcas Prez? — preguntó uno de nuestros hermanos relativamente nuevos.

—Estoy marcando a una pizzería— murmuré distraídamente.

—"¿Por qué mierda sigues marcando al negocio de mi abuela Prez? Tienes todos mis jodidos números. Rosita estará sobre mi nuca ahora".

—Me gusta molestarte— admití sinceramente.

—"¿Qué es lo que necesitas?" —preguntó el hombre al otro lado de la línea.

—Consigue unas cuantas cosas para mí y te daré lo que tanto me has pedido.

—"Esto es una trampa de mierda, juro que me pedirás alguna cosa imposible de conseguir"— sonreí levemente, Kyle era un imbécil pero un imbécil que manejaba sus negocios con puño de hierro y cabeza fría.

—Sólo necesito que repongas el cargamento para el Trex que estoy seguro ya sabes, Moon destruyó— la maldición del otro lado de la línea no se hizo esperar.

—"Estás jodidamente loco Demir, no hay puta manera de conseguir tus cantidades en 3 días, maldita sea incluso trabajando como los putos elfos de Santa no podría ni conseguirlo en 10 días"— suspiré dramáticamente.

—¿No quieres recuperar tu casino? Supongo que tendré que dárselo a Fletch, me lo ha pedido por tanto tiempo... — mi tono era claramente burlón, jodiendo con lo que Kyle había tratado de conseguir hacía años.

—"Puto demonio Prez" — escuché un golpe de lo que supuse había sido un puñetazo a la barra donde se preparaban las mejores pizzas de Nueva Orleans—. "Bastardo de mierda, tendrás noticias mías en 70 horas" — gruñó antes de colgar.

Sonreí triunfante. Un problema menos.

Kyle era un hombre fiel a su palabra.

—¿Qué es lo que sigue en la lista? — pregunté y las interminables horas de negocios comenzaron.

Eran estas reuniones las qué me hacían querer golpear al Durke de hace 6 años por aceptar la mierda de Blake sobre ser el Prez de los Hellhound's y aunque el anterior presidente me había cedido su puesto para poder limpiar su nombre y tenderme una trampa de mierda. Una vez que mandé al bastardo a las alcantarillas ya no me dejaron retirarme del cargo.

La reunión terminó y fui directo a la cocina donde me encontré con Sam listo para irnos, habíamos acordado la noche anterior ir a su antiguo departamento por las cosas que él había dejado atrás, y de paso iríamos a su antigua universidad por papeles y haríamos más mierda aburrida pero antes muerto que dejar ir a Sam solo a cualquier lado con la pistola en nuestras nucas esperando a disparar.

—Eres hermoso— lo miré fijamente cuando la luz del amanecer le tocó las mejillas creando un espectáculo de colores y sus ojos mieles brillaban tanto que juré poder ver alguna mierda celestial en sus ojos, estrellas y explosiones.

Sam se llenó de rubor ante mi comentario y algo sucedió dentro mi pecho.

Ay maldita mierda, él niño había calado hondo en mi ser con sus mensajes sin sentido, llamadas telefónicas de horas y cuando por fin lo tuve conmigo sólo confirmé lo que ya sabía: Estaba jodidamente enamorado y no estaba seguro de cómo manejarlo pero había algo de lo que tenía certeza no lo dejaría irse cuando ya había aceptado estar conmigo aún conociendo la maldita oscuridad rondando mi estilo de vida.

Recordé la primera vez que lo vi, con esos jeans negros ceñidos y sus ojos abiertos tan grande que parecía el maldito Bambi asustado, debía admitirlo lo había creído solo una buena puta de rato con su cuerpo, su culo y sus reacciones tan inocentes en mi despacho pero cuando el puto hilo dorado nos unió de nuevo supe que el colibrí sería parte de mi vida de una manera u otra.

Y cuando comencé a dedicar todo mi tiempo libre a contestar mensajes, hacer llamadas y esas mierdas de películas baratas sin buenas tramas conocí a Samuel Thompson, el jodido increíble buen bailarín con cuerpo de infarto que soñaba con abrir una editorial y supe que no podría dejarlo ir.

—¿Vamos? — preguntó.

No le dediqué una respuesta verbal pero comencé a caminar hacía la salida y Sam comenzó a seguirme mientras hablaba de las cosas que necesitaba hacer, las paradas que tendríamos que hacer y todo un itinerario que sería un puto martirio.

Las horas en carretera fueron amenas con Sam, quién durmió las primeras dos horas y después fue todo un huracán hablando de todo y nada conmigo, asegurándose de preguntar cada media hora como me sentía y si dolía aún la herida seguido de un sermón de cinco minutos quejándose en voz alta de lo inconscientes que éramos: Yo por manejar y él por dejarme.

Al final fue un viaje entretenido que nos hizo olvidar el destino y lo que implicaba, pero cuando estacioné frente al viejo edificio en el que Sam solía vivir los ánimos disminuyeron hasta que el ambiente se volvió ligeramente lúgubre.

Entrar a la caja de zapatos que solía ser la morada de Sam me llenaba de rencor y rabia, haciéndome recordar la pequeña pero visible cicatriz que adornaba el cuello de Sam por culpa de las ratas que se hacían llamar hermanos de Jet.

El padre de Jamie había dejado clara su posición cuando unió fuerzas con el jodido Moon Carson. Ellos querían nuestros negocios y nosotros no los dejaríamos llevarse aquello por lo que se habían hecho tantos malditos sacrificios.

Algunas veces me cuestionaba si todo lo que había ocurrido hacía seis años había valido la pena, una vez más nos encontrábamos en un punto crítico y esta vez, realmente tenía algo valioso que perder: Sam y los mocosos.

Durante muchos años la vida se había resumido a follar y matar, viviendo entre la clandestinidad no me creía con el derecho de aspirar a algo más que eso y cuando el colibrí vino a mi vida supe que quería más, que egoístamente arrastraría al hermoso chiquillo a mi mundo y cuando a ello se unieron los mocosos muy en el interior supe que estaba formando lo que mi madre me había insistido por años: Una familia.

Y mierda, quería eso. Deseaba una familia con Sam.

Un suspiro me sacó de mis pensamientos y me encontré con el ojimiel de rodillas en el piso mientras recogía algunas cosas, observando y analizando lo que sería útil llevarse y aquello que definitivamente no tenía reparo como toda su vajilla.

¿Qué mierda tengo que hacer?

Me lo preguntaba una y otra vez mientras veía a Sam recogiendo sus cosas con una mirada triste en sus ojos. De alguna manera sentía que era mi jodida culpa, Lila había sido nuestro problema por años pero lo habíamos dejado estar por el cariño que le teníamos a la hermana de Redfoot.

Si hubiera sido un hombre inteligente la hubiera puesto en un centro de rehabilitación y llevado a Foxx conmigo años atrás de esa manera las cosas no hubieran terminado así.

—¿Qué otra cosa necesitas hacer? — pregunté mientras barría el piso lleno de vidrios, incluso un poco de sangre.

—Tengo que ir a la universidad y presentar mi baja temporal en lo que arreglamos la revalidación de materias en la universidad cercana a la casa del club... — Un suspiro salió de sus labios y comenzó a masajear su sien con saña.

Me acerqué al hombre y reemplacé su mano con la mía, masajeando suavemente la zona levemente irritada después de su arrebato.

—Va a estar bien cariño, una cosa a la vez— se acurrucó en mi pecho y suspiró temblorosamente aferrándose a mi camisa, dejé un beso sobre su cabello y lo sentí temblar.

—Quiero que se acabe esta locura Demir— sonreí amargamente y lo apreté más fuerte entre mis brazos.

¿Cómo mierda iba a tener cara para mentirle a mi colibrí? La vida en el club era un cuento de nunca acabar, aunque si algo era cierto es que las aguas estaban más turbias desde Moon queriendo hacerse de toda la zona sur.

El día avanzó relativamente fácil y cuando menos nos dimos cuenta ya estábamos de regreso en el Club pero con el ánimo tan volátil que el colibrí tenía el día de hoy decidimos encerrarnos en mi despacho.

Me senté en mi silla giratoria relativamente nueva y atraje a Sam hasta que estuvo sentado en mi regazo.

— ¿Es oficial?— pregunté y Sam me miró con duda en sus ojos—. Te estás quedando en el club.

—Lo estoy— asintió—. Pero solo de momento, eventualmente querré una casa con ventanas bonitas y no una fábrica reformada en una especie de casa franca.

—Oh vamos hermoso, este lugar es maravilloso para vivir— me observó atentamente con una mueca en sus labios y resopló divertido negando con la cabeza.

—Seguroooo— alargó la "o" del final con un tono sarcástico y besó mis labios rápidamente.

—¿Sabes cuál lugar es hermoso para vivir?— pregunté y lo miré fijamente mientras tomaba su cuello lentamente para acercarlo a mi y besar sus labios con una delicadeza que no sabía que podía—. Estambul y Vernazza son lugares increíbles.

—¿Me llevarás a conocerlos?— murmuró y su aliento caliente se encontró con mis labios.

— Te llevaré a donde quieras Sam, Vernazza, Estambul— besé una vez más sus labios—. Al jodido Marte si eso es lo que quieres.

—¿No es eso muy ambicioso señor Coltellacci?— me miró con tanta ternura que mis orejas comenzaron a sentirse rojas, me estaba malditamente sonrojando y eso era una mierda que extrañamente estaba disfrutando, las jodidas mariposas estaban ahí y malditamente amaba lo que el colibrí me provocaba.

—Oh precioso colibrí, por ti iría hasta el mismísimo averno si me lo pidieras.

—¿Ahora eres poeta?— me miró tan tímidamente que el comentario mordaz fue completamente opacado por la vulnerabilidad en sus ojos.

—¿Por qué? ¿Te gusta?— asintió sonriendo.

—Pero también me gusta el mandón descarado que piensa en mi cuerpo todo el tiempo.

—Gracias al puto Hades porque no puedo ser un maldito poeta que te dice cosas melosas todo el tiempo Sam, prefiero ser el jodido bastardo que te mete la polla hasta la garganta.

—¿Y qué te detiene?— mi cerebro hizo corto circuito pero no dejaría pasar la oportunidad así que con calma pero con firmeza lo arrodillé hasta que el castaño estuvo hincado en medio de mis muslos.

Sus ojos se dilataron y me observó nerviosamente tragando saliva así que dibujé una sonrisa tranquilizadora en mi cara y revolví su cabello con suavidad en un intento de relajarlo, después mi mano se deslizó tiernamente hasta su barbilla y cuando la rodeé con mi mano lo obligue a mirarme.

Un jadeo ahogado de impresión se escapó de sus labios y sonreí ladinamente —¿Todo bien?— pregunté y asintió.

—Yo... Nunca...— sus ojos comenzaron a esquivar mi mirada y lamió sus labios repetidamente en señal de ansiedad.

—¿Tú nunca?— lo animé a seguir con su comentario pero no continúo con su frase así que tiré de su cabello castigadoramente pero sin ser realmente doloroso, solo como una llamada de atención—. Si empiezas una oración espero que la termines Sam, no me gustan las cosas a medias.

—Yo nunca mmm, ya sabes— suspiró ruidosamente—. Nunca he tenido un, bueno eso, en mi boca— señaló mi entrepierna ligeramente abultada por el simple hecho de tener al chico de rodillas.

—¿Nunca has tenido una polla en tu boca Sam? ¿Es eso lo que estás tratando de decir?

—¿Sí?— contestó dudoso así que tiré una vez más de su cabello y un pequeño quejido se hizo escuchar—. Si, yo estaba tratando de decir eso.

—Es bueno saberlo Sam, iremos lento ¿estás bien con eso?— el chico asintió una vez más y con dureza tomé su barbilla y apreté rudamente—. Usa tus jodidas palabras Samuel.

—Estoy bien con ir lento, de hecho lo preferiría.

—Entonces lo haremos lento, muy, muy lento— guíe su cabeza un poco hacía abajo hasta que quedó frente al bulto que sobresalía de mi pantalón de mezclilla—. Frota tu mejilla cariño, siéntelo por encima de la tela.

El chico hizo lo ordenado y torpemente acarició con sus mejillas mi erección, un agradable rubor se extendió por toda su cara y tuve que morder la parte interior de mi cachete para evitar perder mi autocontrol.

—Acaricia tu pene Sam, mastúrbate mientras te frotas con mi erección— demandé y Sam llevó sus manos hacía su pantalón , pude escuchar claramente el cierre de su pantalón siendo bajado y un segundo después mi colibrí hermoso dejó escapar un delicioso gemido.

Acaricié mi polla mientras Sam hacía lo mismo a mis pies, lentamente olvidó mi erección y dejé pasarlo pues el castaño aún se recargaba en mi ingle, sin brindarme atención pero su presencia en esa zona era más que suficiente. Sin querer esperar más bajé mi bragueta y moví mi mano por mi glande sin dejar de maravillarme ante la postura de Sam rendido a mis pies dejándose llevar por su placer.

—Vamos hermoso, no olvides que debes atender mi polla— el colibrí prestó atención de nuevo a mi, y pude ver la sorpresa reflejada en sus ojos cuando observó mi pene tan cerca de su cara—. ¿Te gusta Sam? ¿Te gusta acariciar tu pene acuclillado frente a mi?— mi polla golpeó suavemente su pómulo y lo dejé ahí un segundo dejando que una gota de pre semen manchara su moflete—. ¿Tan ensimismado estabas en tu placer que olvidaste por qué estás de rodillas?

Negó rápidamente y sin esperarlo su lengua dio un lametón tentativo a mi erección, su lengua era cálida, solo quería enterrarme hasta las pelotas en su tentadora boca pero iríamos lento.

—Eso es precioso, lámelo un poco— di pequeñas palmadas en su cabeza y llevé mi erección hacia sus labios y lentamente pero con seguridad su lengua recorrió mi cabeza delicadamente—. A tu ritmo Sam, explora la sensación de lamer una polla, no te apresures precioso.

Sam pareció relajarse con esas palabras y se rindió totalmente a la experiencia Su lengua dibujaba pequeños círculos sobre mi glande saboreando el sabor de mi pre semen, poco a poco comenzó un vaivén suave cerrando su boca sobre la cabeza de mi pene. —Cuidado con tus dientes mi amor, toma lo que puedas, poco a poco.

—Es salado, es curioso— murmuró degustando el líquido blanquecino que escurría de mi pene—. Pero no es un mal sabor, solo extraño— aseguró antes de volver a la acción y mamar mi polla rígida.

Con confianza y a pasos lentos Sam se animó a meter tanto como pudo dentro de su cálida boca pero aún así era casi imposible para él meterse mi pene completo sin comenzar a tener arcadas, eso pareció frustrarlo.

—Shhh mi amor— acaricié su nuca—. No es necesario que lo metas todo, usa tu mano para lo que no puedes lamer, mastúrbame y chupa mi polla al mismo tiempo corazón.

—Quiero tenerlo todo adentro, quiero chuparlo bien— su voz estaba ligeramente ronca y arruinada cuando habló y eso solo me excitó muchísimo, tuve ganas de follar su boca como un poseso pero... Lento.

—Lo estás haciendo de puta madre Sam, no te exijas demasiado. Dije que iremos a tu ritmo y eso haremos.

—¿No vas a jalar de mi cabello y dirigirme?— su pregunta tenía un toque de duda inocente que quería tomar.

—No deseo nada más en este momento Sam, quiero enredar mis manos en tu cabello y tirar de él hasta obligarte a tragar mi polla y que no puedas controlar absolutamente nada, que solo puedas pensar en cuánto más profundo planeo llegar y si serás capaz de tomarlo— gruñí tomando un mechón de su cabello y jalando de él con fuerza suficiente para que Sam no pudiera negarse a seguir el movimiento de mi mano—. Pero es tu primera vez y necesito que explores tus propios deseos antes de imponer los míos.

—Pero yo quiero que impongas tus deseos— lloriqueó y mi polla se crispó.

—Ahora no Sam— conté hasta cinco mentalmente y suspiré—. Hablaremos sobre si quiero imponerme ante ti o no después, ahora dedícate a explorar mi polla.

—Mandón— murmuró y sonreí sardónicamente.

—No tienes idea de cuán mandón puedo ser precioso, y si no quieres ver ese lado de mi te sugiero que empieces a chupar mi verga como si fuera lo único que importa en tu vida Sam— me incliné hacia adelante, tomé su nuca y lo acerqué a mí besándolo en el acto de manera ruda—. No te vas a parar hasta que me haya corrido en tu cara, así que te sugiero que empieces a mamar si no quieres quedar demasiado adolorido— susurré en sus labios antes de separarme y dirigirlo de nuevo a mi pene erecto.

Un fuego que no conocía del muchacho nació ante ese comentario y comenzó a realmente intentarlo, cada vez más confiado y poco a poco rompió sus propios límites yendo cada vez más profundo.

Mierda, Sam estaba haciendo un maldito buen trabajo.

No era ni de cerca un experto, podía decir que era su primera polla en la boca y sería un cabrón negando que no me ponía extremadamente orgulloso de ser su primera mamada.

Sam se tomaba el tiempo de explorar con su lengua, trataba de llevar un ritmo y se veía concentrado como la mierda pero tan jodidamente caliente que me estaba concentrando en mi respiración para evitar correrme demasiado pronto.

Sam... Mi hombre estaba tratando a mi polla con cariño y nerviosismo. Eso me ponía más caliente que cualquier otra cosa.

—Estoy cerca mi amor, estoy tan cerca de correrme Sam— gruñí cuando no quise seguir reteniendo mi orgasmo— Voy a sacar mi polla y me dejarás marcar tu cara con mi semen ¿verdad precioso?— Sam emitió un sonido de afirmación y la vibración en mi polla solo me hizo estar más cerca del borde.

La puerta fue tocada con fiereza y quise maldecir a la puta existencia. Por desgracia para Sam me corrí en el momento en el que la puerta se abrió, así que empujé duramente mis caderas hasta que Sam estuvo debajo del escritorio y mi polla hasta su garganta.

Las arcadas fueron rápidamente sofocadas con el ruido, la música que se escuchaba de fondo que sabía provenía del Club, era un jodido cabrón, no podía dejar de correrme pero tampoco podía moverme sin que Nine dedujera lo que estaba pasando.

Sam tocó repetidamente mi muslo y me giré a observar, no podía decir que no era una vista gloriosa: Sam con los ojos llorosos, los labios hinchados y rojos aún rodeando mi polla tratando de respirar sobre el reflejo nauseoso.

Acaricié su cabello en señal de perdón.

—¡Te necesitamos en el bar de Moobs, ahora! — gruñó Nine antes de dar un portazo saliendo de ahí como alma que llevaba el diablo.

—¡Mierda, mierda, mierda, perdóname precioso! — gruñí alejándome rápidamente, mi hombre comenzó a toser y respirar rápidamente saliendo debajo del escritorio.

Sus mejillas rojas y sus ojos llorosos debían ser ilegales, era una vista asombrosa.

—Uh, bueno, es un sabor... — su lengua recorrió sus labios varias veces antes de volver a hablar—. Diferente— susurró. Rápidamente limpié mi polla y sus labios con un pañuelo antes de arreglarme lo mejor que pude.

—No tenías que tragarlo perdóname precioso, lo juro que no tenía intenciones de meterte la polla hasta la garganta, quería ir a tu ritmo pero el cabrón de Nine entró y solo pude pensar en que nadie debería verte de rodillas— Sam asintió sin parecer enojado pero yo me sentía jodidamente frustrado.

Estábamos pasando un momento increíble y una vez más tenía que dejar todo botado por el club, amaba mis colores y amaba a Sam, tendría que encontrar el equilibrio entre ambos.

Me quedé congelado un segundo ante los pensamientos en mi cabeza, observé al chico frente a mí quién se encontraba acomodando sus pantalones, su camisa y su cabello tratando de verse presentable, honestamente dudaba que sirviera de algo se veía recién jodido y se veía delicioso.

—Sigo lamentando mucho haberte dejado sin la opción de escupir mi corrida— dije tratando de desviar mis pensamientos a otro lado, no necesitaba enredar de más mis pensamientos.

—Está bien Demir, no fue algo tan terrible, tu semen simplemente se deslizó por mi garganta— comentó como si no fuera la gran cosa.

—No digas eso Sam, mierda no lo digas amor— gruñí cuando sentí un tirón en mi polla— O me pondré tan duro que seré capaz de martillar jodidos clavos con mi verga.

Sam me observó un segundo antes de que una estruendosa carcajada saliera de sus bonitos labios, comenzó a reír tan alegremente que mi pecho se llenó de tanta calidez que creí que explotaría en una masa de sangre y fuegos artificiales.

—Te amo Sam— las palabras fueron dichas antes de que pudiera procesarlas, el chico quedó helado ante mi confesión y yo también, carajo realmente lo había dicho.

Mierda, que realización tan hija de puta había sido esa, amaba al jodido Samuel Thompson.

—Oh Demir— me dedicó una mirada intensa tan llena de amor y adoración que me decidí en ese momento a protegerlo de todo y todos—. También te amo— finalmente dijo y me sonrió tan puramente que mi corazón dolió.

—Te amo Samuel Jared Tho...— dudé un segundo y clavó sus ojos atónitos en los míos respirando agitadamente, él lo entendió Sam sabía que yo estaba enterado de la verdad.

—No lo digas, no lo hagas Durke, por favor— rogó al borde del llanto.

—Te amo Samuel Jared Carson— un quejido sumamente doloroso emergió de su pecho y comenzó a llorar tan atormentadamente que tuve que sostenerlo antes de que cayera al piso.

Amaba al jodido Samuel Carson, la vida hija de puta debía estar riéndose de mí.

Me había enamorado de la única persona que tenía el poder de destruirnos a todos, incluyéndome.

No nos vamos a leer pronto. 
Mina los ama <3 

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