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Capítulo 8


Akiro Sato

Es demasiado temprano para esta mierda.

Quizás no me tuve que quedar despierto la noche anterior, tampoco haber fumado casi un paquete de cigarrillos, tampoco tuve que haber visto películas de terror suele alterar mis nervios. Aunque amo a mi hermano lo que menos quiero es escuchar su voz, pero es obvio que no me dejaran conducir la moto en estas condiciones en donde soy más ojera que persona. Mi madre moriría de angustia antes de que pudiera montarla.

Kido sigue hablando sobre su posible futura novia que a decir verdad, ya resulta un patrón consistente en donde siempre empieza ilusionado y termina dejándolas cuando pasa más de tres meses por defectos estúpidos: Mel fue dejada porque le gustaba Star Wars, Ronan porque no soportaba las nueces y Jonas porque se cortó el cabello. Es ridículo. Mi madre y yo pensamos que es una barrera que Kido no logra superar, pero cuando se le menciona se pone a la defensiva, es algo extraño.

—Pero sabe, Marie no es tan buena en biología después de que le doy clase, sus calificaciones han empeorado y... —Marie es la nueva, lleva un mes con ella.

— ¡Kido callate! Son las 7 de la mañana y lo que menos quiero, queremos es escuchar tus quejas —dice Ryan desde el asiento delantero. Agarra la lata de energizante para darle un buen sorbo. Hago lo mismo con la bebida que me tendió apenas me vio salir de la puerta y que con gusto acepte, Ryan es de esas personas que tienen mi eterna confianza a pesar de que no es como si habláramos mucho—. Además, si eres tú el que le está dando clase, entonces es tu culpa, no de ella.

—No sé como todavía te soporto —Mi hermano gruñe, pero sé que es estupido porque, nadie puede soportar a Kido como Ryan, quizás mi madre, pero ella es por obligación y eterno amor.

—Porque tu personalidad es un asco, a nadie le caes bien.

—Estás aquí a las 7 de la mañana a pesar de que no te caigo bien, ¿qué significa eso?

—Estoy profundamente encantada con el hecho de que no le caes bien a nadie.

—Eso es malo, renacuajo.

Ryan estrecha sus ojos y sube la ceja, se ve lindo cuando hace eso.

—Una opinión de lo más ridícula de alguien que no sabe dar clase.

El auto frena en seco y por primera vez me alegro de ir a la escuela. Me bajo del auto y puedo escuchar a lo lejos como mi hermano promete volver por mi a la salida para luego seguir peleando con Ryan. Me alejo del lugar para darle un sorbo a la bebida energizante y seguir a la entrada. Mis ojos se desvían de inmediato hacia el enorme árbol donde está el chico de ayer con audífonos puestos mientras suelta una bocanada del cigarrillo de sus manos, a su lado está Joaquin, leyendo en silencio mientras se hacen compañía.

Recuerdo haber guardado la ropa del chico ayer apenas la termine de lavar, pero no esperaba conseguirlo justo al lado de Joaquin.

— ¡Hey idiota! —Mierda me había olvidado por completo que Robin existía. Mi garganta se atraganta apenas reconozco a las personas en los laterales de Robin: Jordán y Mara. Mi corazón empieza a acelerarse y mi mente se vacía por completo. Es como si pudiera sentir las cenizas secas trasladarse a mi garganta. Robin sonríe, seco y con satisfacción. El resto de las personas empiezan a moverse y cuchillar—. ¿¡Estás callado ahora!? —sonríe como si fuera jodidamente divertido—. ¿Dónde quedó tu lengua filosa o supongo que en la boca de la perra con la que estuviste?

Mis ojos siguen fijos en Mara, en su cabello castaño claro y en cómo su sonrisa es petulante mientras fija su mirada en mí penetrantes y descarados. Mi garganta arde, mis manos se aferran a mis jeans y mis músculos se contraen sobre mis hombros. Hago de todo menos ver hacia la dirección que he intentado evitar.

¿Por qué estás aquí, Akiro?

¡Corre!

¿Por qué no corres?

Muévete, maldito inutil.

Mi respiración sale tensa y la tensión de mi espalda es casi dolorosa. La lengua me pesa en mi garganta. El piso de concreto es cada vez más prominente. ¿Qué estás haciendo? ¿Por qué no corres? Sus ojos no dejan de verme, es como esa noche, es como si volviera a estar bajo reflectores calientes y luces de neón...La suave presión de la mano de alguien hace que me remueve del lugar donde estoy, es cuando capto que algunas personas se han movido para ver mejor la escenas y Robin junto a los demás se han acercado. Mi vista está borrosa, pero aún distingo los rasgos de Joaquin, él no me mira, aplana los labios en dirección a Robin, a su lado está Gabriel.

— ¿Estás muy pendiente de alguien que fue infiel hace un verano? Dime, ¿te fue infiel a ti o porque el dolor? —La voz de Joaquin suena fuerte y severa contra Robin, parpadeó con rapidez intentando mirar de nuevo hacia Mara, pero ya no me ve, su mirada está puesta en Joaquin.

La situación podría hacerme vomitar.

— ¿Quién mierda eres?

— ¿Eso es todo lo que tu cerebro puede dar? —remarca cada palabra con un aire de suficiencia. Robin puede notarlo hasta Mara puede notar cómo la mirada de Joaquin no vacila, no decae, no se contrae como lo hace cualquiera de los demás—. Se nota que no eres el más inteligente, ¿quien te dijo que podías hablar? Perdón, ¿quien te dio la suficiente autoestima para que pienses que puedes hablar?

Robin no es estupido, le gusta la sensación de molestar a alguien y que los demás le aplaudan, por eso es que retrocede cuando Joaquin intercede. Mostrar la imagen de que maltrata a alguien a ojos del resto del público solo hará que quede descartado como un matón. Es Jordan quien lo hace retroceder y se posiciona en el centro.

—No sabia que Akiro tenía nuevos amigos —dice Jordán, la voz enriquecida en arrogancia y con cierta malicia—, yo, que tú, tendría cuidado, lo unimos a nuestro grupo y lo que le hizo a la pobre de Linda fue tan fuerte que se tuvo que mudar de colegio. ¿Quién podría ser amigo de alguien como él?

—Tú lo fuiste, ¿no?

Jordan se encoge de hombros y pone una mano en el brazo de Mara y Robin para guiarlos hacia adentro haciendo que toda la entrada se llenada de parloteo. Joaquin gira su rostro y allí está de nuevo, parece el mismo, el chico tímido, el que no levanta la cabeza y el que tiene una mirada muy suave. Las demás personas solo murmuran y nos miran como si hubieran descubierto algo jugoso.

Mierda, esto es malo.

— ¿Porque mierda hiciste eso? —gruño.

Mi piel está caliente y puedo sentir como mi corazón ha disminuido en velocidad. Joaquin tiene un rostro muy gracioso cuando es sorprendido por algo

— ¿Ah? disculpa, no sabia que te iba la humillación pública.

—No te tienes que meter en mis mierdas.

—No era una mierda cualquiera —recalca—, te ibas a poner a llorar si no intervenía.

¿Lo iba a hacer? ¡Dios lo iba a hacer!

Los ojos de Joaquin parecen brillar en algo parecido al fuego, es como si volviera a mirar a Robin, pero esta vez esa mirada es dirigida hacia mi. Con razón Robin retrocedió, es espeluznante.

—Hey, no es el lugar para hablar sobre esto, es mejor dejarlo... —interviene Gabriel intentando hablar.

—Sabes que, vete a la mierda, no tuve que intervenir por alguien como tú.

Se da la vuelta y se aleja con un caminar tan despreocupado como si nunca hubiera discutido sobre algún cambio en su vida. Este hombre me va a matar.

—Iré con él —dice el Rubio de la anterior vez, pero no me lo dice a mi así que solo miro como se va tras Joaquin.

—Solo digo que deberíamos calmarnos antes de hablar —farfulla Gabriel, y casi de inmediato, lanza su brazo a mi hombro haciendo que lo mire con confusión. Mueve su nariz haciendo que su expresión se suavice. Lo quitó de encima y caminó dentro del colegio. Gabriel me sigue corriendo porque sus piernas son muy cortas para seguir mi velocidad, pero es casi ridículo porque el más alto de nosotros es Joaquin—. No tenías que haberle hablado así.

Me frenó en seco y Gabriel hace lo mismo, abro mi casillero e ignoró la irritante voz de Gabriel, que parece una mosca pegada en mi zapato. Saco la ropa de mi bolso y se la entrego haciendo que me mire raro.

—Entregársela al chico de ayer.

—No le hablo a Austin, estamos peleados, tendrás que entregarla tú.

— ¿Eres idiota?

Se encoge de hombros lo que hace que me decida que si es un idiota, guardo la ropa en mi casillero para volver a caminar hacia adentro. Me sigue de cerca, pero no vuelve a intentar a hablar conmigo en el trayecto lo cual solo hace que mis nervios se expandan.

— ¿Por qué me sigues? —pregunto después de entrar al salón de clases y ver como se ha sentado a mi lado. No responde inmediatamente, solo saca cuadernos y lápices de su bolso para después sonreír y mirar en mi dirección.

—Atrevido de tu parte pensar que te sigo.

— ¿Por qué te sientas aquí?

Sonríe petulante y un poco alzado. No tiene altura para la maldad que tiene en su cuerpo.

—Porque puedo.

Lo ignoro mientras los demás alumnos terminan entrando al salón, por lo general prefiero mantenerme callado y en silencio en las mañanas, pero mientras la aburrida clase de economía se lleva a cabo, el agotamiento empieza a volverse más agravante. Mi respiración se vuelve más acompasada a medida que la clase empieza a volverse un calmante. Muerdo el interior de mi mejilla para permanecer despierto e intento anotar algo, pero mi mente se sigue sintiendo pesada y lenta. Tengo mucho sueño, ¿por qué mierda no pude dormir anoche? Sí, las pesadillas, esas malditas pesadillas han estado empeorando, y como si no fuera poco no había café en la casa. Si la profesora dice algo más sobre... ¿de qué está hablando? No importa, la luz del sol es incómoda contra mis ojos irritados.

—Hey, despierta, ya acabo la clase.

Mi pecho se contrajo y levantó la cabeza demasiado rápido. Los ojos juguetones y brillantes de Gabriel, me irritan. Un mareo me inunda la cabeza e intentó respirar con suavidad.

— ¿En qué momento me quedé dormido? —pregunto, pero al notar el salón vacío supongo que por un buen tiempo.

—Cuando dijo algo de genética, yo tampoco le presté atención —Empieza a guardar sus cosas—. Límpiate la cara, tienes baba seca.

Llevo una mano a mi rostro y puedo sentir la baba seca en mi barbilla. Mierda. Se ríe, pero lo ignoro a medida que termino de secar, guardar y bajar la cabeza para salir del maldito salón. Cuando ambos salimos del salón me dirijo a la máquina expendedora de bebidas y presionó para agarrar la coca cola, por un momento me quedo inerte buscando su rostro en la multitud de los chicos, es extraño, aunque no habláramos, sé podría verlo en un periodo de nuestro momento porque siempre estaba cerca de la máquina expendedora.

— ¿A quién buscas, Akiro? —Está apoyado en la pared ladera con una sonrisa burlona y brazos cruzados.

— ¿No tienes a nadie más a quien molestar?

—Estoy molesto con Austin e hiciste enojar a Joaquin lo cual es extraño porque es amistoso y callado —Se endereza de la pared y camina en pasos cortos mientras el resto de los estudiantes pasan por nuestro lado. ¿Joaquin estará tan enojado conmigo? Si se veía molesto, pero joder no queria que este en la mira de Jordan y Mara, pero ahora...—. Me parece curioso tu actitud, viniste directamente para acá, pero el receso no te dará tiempo de tomar esa bebida, además te quedaste buscando a alguien.

— ¿No tienes nada mejor que hacer? —vuelvo a preguntar más irritado de lo que suelo estar.

—Estoy curioso.

—Metete tu curiosidad por donde...

—¡Gabriel! —Joaquin y el chico rubio de la otra vez, que ahora puedo deducir que es Austin, vienen corriendo tan rápido que parece que están chocando con cada estudiante posible, mientras intentan llegar a nosotros, bueno a él, gritan y mueven las manos—. ¡Corre! —Ese es Austin, el que grita, apenas llega Joaquin me agarra del brazo y el jalón es capaz de ponerme en marcha.

Gabriel es más rápido de lo que parece mientras nos alejamos de la oleada de personas mientras me jalan haciendo que ingresemos en el salón de deporte. Austin pasa seguro en la puerta y se apoya en ella, igual que Gabriel mientras ambos se tapan la boca con la mano. Joaquin pone su cuerpo detrás del mío y su mano sobre mi boca haciendo que contenga el aliento y el aroma de lavanda envuelva a mi nariz. Me congelo por el cuerpo a mi espalda, pero su calidez es demasiado reconfortante para hacer que me tense. Afuera se perciben pisadas y gritos, sin embargo no se quedan por mucho tiempo ya que se van casi al instante.

— ¿¡Que mierda fue eso chicos!? —pregunta Gabriel mirando en dirección a Austin, quien se muerde el labio, pero baja la cabeza.

Joaquin deja caer su mano y se aleja unos pasos de mi, es ridículo, porque el calor de su cuerpo aún puedo sentirlo presionado contra el mío. La sensación es extraña, suave y cálida.

—Digamos que escuchamos unas mierdas feas sobre algunos de ustedes —empieza Joaquin mientras relame sus labios—, y decidimos echar agua de basura a sus cabezas. Es básicamente su culpa por hablar imprudencias al alcance de cualquiera.

— ¿Quién era? —Gabriel parece intimidante, mientras busca la mirada de Austin. Agarra el mentón de Austin y lo sube, haciendo que ambas miradas choquen. Quizás no debería estar viendo esto parece un momento íntimo entre ellos—. ¿Quién era?

—Mason.

—Mierda —lo soltó, pero se mantuvo cerca de Austin—. ¿Porque lo trajiste?

Eso fue dirigido a Joaquin quien se tensa visiblemente en los hombros.

—Ha estado a tu lado todo el día, obviamente que lo iban a agarrar.

— ¿Eso es lo mejor que se te ocurrió? —pregunta Gabriel y la sonrisa lobuna ha vuelto con una facilidad singular. Joaquin aparta la mirada mientras se cruza de brazos—. No puedo creer que le hayan echado agua de basura a Mason.

—A Mason y a Alex —dice Austin en voz baja.

— ¿Ya hablas? —Austin se encoge de hombros. Gabriel se mueve para jalarlo hacia el fondo, agarrando su mano y se ponen a hablar de algo que parece ser tenso y bajo.

— ¿Por qué me agarraste? —pregunto cuando Austin y Gabriel parecen estar lo suficientemente lejos para escuchar. Joaquin tiene rasgos afilados, pero cuando sus ojos enfocan los míos, se vuelven suaves, como si notara algo que los demás ignoran—. ¿Qué te...?

—Estuviste todos el día con Gabriel, lo sé porque es algo difícil de ocultar cuando él ha estado mandando mensajes todo el día sobre eso. Solo pensé que si te dejaba allí solo y ellos te veían te pondrías en peligro.

— ¿Pensaste en mi seguridad?

— ¿No debería? —Alza la ceja.

—No...

—Bueno —me interrumpe—, soy mejor persona que tú, puedes irte, según yo, creo que dejamos de estar en peligro.

— ¿Me estás alejando después de traerme? —Sonrió por la ironía de la situación cuando Joaquin vuelve a hacer una mueca, pero no dice nada—. Me quedaré, siempre me ha gustado la adrenalina.

—No lo parece.

Me encojo de hombros cuando al fondo puedo escuchar la voz animada de Gabriel mientras Austin dice algo más, que no logro escuchar hasta que se terminan acercando.

—Hemos decidido no tener más clase por el día de hoy, ¿quieren ir a comer afuera? —pregunta Gabriel mientras Joaquin solo asiente de forma agotadora.

Gabriel dirige su mirada a mi y sería bueno aceptar la invitación, hace mucho que no salgo con alguien, con cualquier persona. Sería bueno, me haría bien. ¿Aún iríamos a comer como lo hacía con...? El burbujeo de una verdad arrastrada se expande por todo mi cuerpo. El calor se condensa en mi estómago hasta llegar a mi garganta.

—No puedo, tengo prueba hoy, nos vemos por allí.

Joaquin hace una mueca muy visible, como si no pudiera evitar que su rostro se contrajera en una expresión, así que solo se da la vuelta y se va por la otra puerta. Austin me da una mirada de reconocimiento y se despide en una asentimiento. Gabriel se queda un poco más.

—No te duermas en clase la próxima vez, y te creeré.

Después de eso, Gabriel se va, sin embargo la opresión en mi pecho no deja de volverse más fuerte a medida que la magnitud del lugar y el calor de mi cuerpo se esparce en mi mente. Cierro los ojos y me concentro en un punto sobre mi cabeza, hasta que la comezón bajo mi piel ha desaparecido por completo.

Estoy bien.

Ya pasó.

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