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Capítulo 7

Gabriel Durand

— ¿Has estado enamorado antes? —pregunta Joaquín a mi lado derecho mientras Austin voltea con rapidez la cabeza. Ni para ser disimulado sirve, el imbécil. Miro hacia los enormes ojos de borrego de Austin que parecen querer comunicarme algo a través de su mirada, pero volteo hacia mi comida, ignorando cualquier discusión que quiera tener.

—Nunca me he enamorado, no creo en la idea del romance —aseguró recordando lo mismo que le dije a Austin hace mucho tiempo, cuando la moda de las hormonas y el amor estaban a la vuelta. Nunca lo sentí, nunca pude pensar en un momento donde una persona solo viniera, nos conociéramos y nos enamoramos, eso nunca me pasó por la cabeza—. No me malinterpretes, no es porque el amor se extinguió de mi corazón o algo así, solo creo, que no estoy para algo como el amor.

—Eso es muy triste —revela Joaquín, como si la idea de que una persona no estuviera enamorada es lo peor del mundo.

—Puede que sea triste, pero es lo mejor.

— ¿Por qué?

Parece muy curioso el tema y en mi plato no hay nada de comida para al menos desviar el tema.

—El amor romántico que se vive a través de las parejas es el más tormentoso tipo de amor que el humano es capaz de soportar, ¿Cuántas atrocidades no se hicieron en nombre del amor?

—Que pesimista eres, Gabriel —interviene Austin, después de sorber de su gaseosa—, te recuerdo que el amor también puede ser hermoso, si le dieras una oportunidad.

Austin y yo siempre hemos estado a una distancia poco considerable cuando estamos juntos, es como si nuestros cuerpos fueran magnetos y estuviéramos rodeados el otro. No me importa en realidad porque crecí rodeado de amor y muestras de afecto masculinas de parte de mi padre, quien, aunque ahora siempre intenta darme espacio, en mi niñez era muy afectuoso. A mi padre nunca le ha parecido raro la muestra de afecto masculina porque él creció con un padre cariñoso y amigos aún más cariñosos.

— ¿Ustedes son...pareja? —pregunta Joaquín haciendo que la sonrisa de Austin se desvanezca y su cuerpo se aleje un poco. No digo nada porque para Austin aún es incomodo como podemos ser tan cercanos sin tener ningún tipo. De inmediato pone una sonrisa y se burla.

—Nadie en su sano juicio saldría con Gabriel.

—Oye —lo empujo ligeramente haciendo que ruede los ojos—, ¿Dónde quedo que el amor romántico es bonito y esa estupidez?

—Te amo, pero como se ama a un mejor amigo: bajo poco juicio y mucha estima.

— ¿Y tú, Austin? —pregunta Joaquín, ignorando nuestro diálogo para insistir con su pregunta, pero parece que Austin no se acuerda que preguntó. Joaquín repite —: ¿Te has enamorado?

—Si, yo no soy inmune al amor como Gabriel.

—No dije que nunca haya sentido amor —me defiendo—, el amor fraternal si lo he sentido.

—No hablamos de ese tipo de amor, Gabriel, cállate —Presiono mis labios en una línea fina—, ¿que fibra te ha tocado que quieres hablar del amor?

—Me...Mierda, es difícil de explicar, solo...—El timbre suena contra todo pronóstico y el atisbo de curiosidad burbujea en mi interior. ¿Eso es lo que siente Austin cuando le deja un chisme por la mitad?—. Nos vemos después.

—Espero que esté bien, porque lo quiero matar. ¿¡Cómo me deja un chisme a medias!?

—Ni me lo digas.

— ¿Qué clase te toca? —pregunta Austin—, si vuelve a tocarme con Érica me mato...

Mi vista se desvía hacia la chica de la terapia grupal ¿Cómo se llama? Tiene un uniforme de Voleibol y un semblante serio, mientras sale del lugar. Creo que puedo recordar lo que ella estaba diciendo: Mejorar, es algo bueno. Debería hablar con ella.

—Vamos a las canchas.

Frunce el ceño, pero no dice nada más mientras ambos caminamos hacia el lugar. Cuenta algo sobre que Netflix ha puesto una serie de maltrato y manipulación nueva basado en un manga shojo o algo relacionado, no recuerdo que haya visto tanto anime para opinar, pero me divierte un poco verlo mascullar colérico sobre algo que parece molestarlo mucho.

—...Después Takumi le dice: "por supuesto que veo a otra mujeres, pero es a ti a quien amo", y la estúpida se sonroja, en parte la entiendo porque el idiota esta muy bien dibujado, pero dos dólares de amor propio le pido, pero al parecer es... ¿Vamos a ver Voleibol?

—Si.

—No es este tu plan de conseguir más amistades, ¿verdad?

—Oye, fue un plan exitoso, tenemos a Joaquín.

— ¿Lo estás recolectando como si fueran Pokemones?

—Sería más fácil.

—No seas idiota, ¿Quién es?

Bien, no hay que ser un genio en que quizás he puesto demasiado empeño en buscar a los chicos en el colegio, sé que todos estudian en la misma escuela que yo, así que porqué no. Siempre es bueno hacer más amistades, aunque la última vez eso no resultó muy bien. Tal vez si fuera más como Austin no tendría que estar buscándolos como Pokemones. Austin no lo dice, pero se que lo destroza cada aniversario que he convivido con él desde la muerte de mi hermana y la de James, sé que le duele tanto como a mi, así es él prefiere soportar mi dolor a tener que dármelo.

Ellos me recuerdan a mi y eso es horrible porque nadie debe sufrir tanto.

—La rubia.

—Vivimos en Estados Unidos, la mitad de la gente es rubia, esfuérzate más.

—La de ojos azules, que es delantera en Voleibol.

— ¿Paula González? —frunce el ceño muy fuerte—, ¿Qué mosca te pico? Ella sería la última persona en ser tu amiga.

— ¿A qué te refieres?

Murmura bajo como si estuviera recordando algo que solo él sabe. Agarra mis hombros, empujándome para salir del lugar, lo sigo por la opresión en mi pecho que me dice que algo malo se acerca, ambos nos situamos en el pasillo y Austin se muerde el labio mientras mira hacia el suelo. Sube la vista para encontrarse con mis ojos. El tenso nerviosismo de su parte me pone ansioso.

—Tú no estabas aquí cuando paso, por... ya sabes, pero Paula tenía una mejor amiga, se llamaba Faith y... un grupo de estudiantes le propinaron una golpiza terrible, Gabriel la chica está en coma.

¡Gabriel, está muerto! Aún puedo escuchar la ronca voz de Mason en mi cabeza. Nunca le he dicho a nadie lo que pasó esa noche, no como Mason que terminó siendo hallado culpable de homicidio culposo a la edad de 15 años, por ser menor de edad, recibió pena de dos años en el reformatorio correccional de menores.

—Eso no tiene nada que ver.

—No seas imbécil, Gabriel, la chica Faith podría ser fácilmente James —La presión contra mi mandíbula se volvió dolorosa, mientras la sensación de reconocimiento sube fría contra mi torrente sanguíneo. Lo recuerdo, Austin lo recuerda porque desvía la mirada, sé que siente una pizca de culpa por hacerme recordar esto, pero tiene razón—. No quise decir eso...

— ¿Qué quisiste decir? ¿Qué seré como Mason y mataré a alguien?

—Gabriel...

—Dime.

— ¿Qué te digo? —masculla—, yo no te culpo de lo que pasó con James, lo sabes, pero, Paula no soy yo, y puede que no hayas matado a nadie y puede que su mejor amiga haya muerto en otras circunstancias, sin embargo, la presencia de ella desencadenará cosas en ti. Te lastimarás.

—Austin, sé que quieres protegerme, pero eso no evitará que conozca personas en mi vida con problemas que yo pude haber ocasionado. No siempre puedo salir impune de los actos que viví.

—Gabriel, eras un niño...

No, no lo era.

—No hablemos sobre eso, por favor.

Austin no dice nada más por un tiempo, así que igual callo, cuando escuchó un suspiro salir de sus labios, vuelvo a mirarlo. —No te acerques a ella, si ella descubre cuál es tu pasado, eso...

—No soy un niño pequeño, no tengo porque ocultarme, además no es como si tuviera planes de hablar con ella hoy.

—Está bien, quizás exagere.

Austin se aleja de la cancha y yo lo sigo.

Llegamos a la salida donde el lugar está vacío, hasta que escuchamos un murmullo proveniente del baño de chicos. Austin suele meterse en muchos problemas porque el lema de vida que tiene es: necesito el chisme. Es de los chismosos que acumulan información, no que la divulgan por eso mismo me cae tan bien. Antes de que pudiera detenerlo ya se estaba adentrando en el baño e ignorándome.

Lo sigo porque al parecer esta es nuestra dinámica.

Al entrar pasa directamente al lavamanos haciendo que me quede en la puerta porque de inmediato llega un olor fuerte: ¿huele a basura? Si, agua de basura. Que mierda tan desagradable. La persona se esconde en el último cubículo ha contenido la respiración haciendo que tanto Austin como yo nos miremos.

—Bueno, le dije que en realidad no me interesaban las mujeres de esa forma, pero igual me la chupo y fue todo muy estupido —dice de repente Austin, y hace señas para que continúe hablando.

Este imbécil.

—Sí claro.

Su cara de: ¿No sabes improvisar un poco? Rueda los ojos y se agacha para ver bajo los cubículos.

—Sé que te agachas, puedo oír el cambio de peso —Sale una voz gruesa detrás del último cubículo haciendo que Austin se levante con rapidez y logrando que sus mejillas se tornaran rojas—. Metete en tus propios asuntos.

—Sé escucharon tus chillidos desde afuera...

La sutileza donde quedó.

De repente la puerta se abre mostrando a un chico muy enojado, con la cara roja y oliendo a basura, parte de su cabello estaba mojado y su ropa hecha un asco por el agua que aún desprende de su cuerpo. Sus ojos me miran y me reconocen, pero se desvían hacia Austin quien parece tan impactado como yo. Es por diferentes motivos: Austin ve al chico maltratado y sé que dentro de sí busca algo para ayudarlo, yo, veo al chico maltratado y sé que no puedo conseguir el valor de ayudarlo.

Yo no puedo ser Austin.

—Lo siento, yo... —Austin calla sin saber cómo reaccionar.

—Piérdete.

Akiro está molesto, avergonzado, yo lo estaría, pero Austin es diferente. El tipo de cariño que tiene por la humanidad es el de un salvador que ve la compasión antes que el rechazo. El molesto Akiro no parece un problema para Austin cuando él siempre parece acostumbrado al rechazo, es como un muro dispuesto a sostener las tormentas.

—Tengo ropa en mi casillero y puedo llevarte a una de las duchas del fondo —dice Austin.

— ¿Qué parte de piérdete no entiendes? —Akiro parece un chihuahua rabioso en comparación con el tamaño que tiene Austin—, metete en tus propios asuntos.

Akiro lanzó un golpe hacia la cara, pero fue esquivado por Austin..

5 años de Karate tuvieron que servir para algo.

No puedo deducir la cara que hace, pero Akiro baja el rostro avergonzado, es adorable porque todo su rostro sigue húmedo y está oliendo horrible.

—Escucha, no sé quien te hizo esto, pero puedo asegurar que no soy como ellos, déjame ayudarte.

— ¿Te crees un héroe?

—No... tanto, escucha, no tengo nada que ganar con esto, pero deseo ayudarte, déjame ayudarte.

— ¿Crees que no puedo ayudarme solo?

—Si lo creo —asegura—, pero no deseo que vayas por el colegio así solo. Te puedo dar una mano, podemos...—Me encogí de hombro y lo toma como una aceptación. Austin siempre será un maldito héroe.

Austin saca la chaqueta de su cuerpo y se la pone con suavidad cubriendo su cuerpo. Mientras camina hacia la salida.

—Puedes conseguir las cosas en mi casillero por favor, la clave es...

—Ya me la sé.

—Acosador.

Sale en dirección a las duchas deportivas que hoy no tienen gente porque ya es mediodía y somos los únicos por los pasillos. No miento cuando digo que me se su clave del casillero de tantas veces que ha estado conmigo y la ha repetido hasta el cansancio por si alguna vez necesitaba algo. Sacó su ropa de repuesto del lugar y sé inmediatamente que le quedaría grande.

Bajo en la misma dirección que ellos, pasó por las puertas dobles que dan a las duchas y encuentro a Austin y Akiro en un silencio suave en los vestidores de la ducha. Austin saca un jabón líquido y un shampoo de su casillero, para luego, agarrar la ropa de mis manos y dejarla en el asiento del lugar, al lado de Akiro.

—Vamos a salir y te daremos espacio, cuando termines nos avisas.

Austin me da la vuelta y me manipula para cruzar las puertas hacia afuera del lugar. Ambos nos miramos para luego caminar hacia las escaleras que dan arriba de la duchas.

— ¿Tienes alguna idea de quién es...? —pregunto por curiosidad.

Sé que es Akiro Sato, uno de los que estuvo conmigo en terapia, pero no le he contado eso a Austin.

—Se llama Akiro Sato, era muy popular el año pasado hasta que se acostó con una chica en la fiesta de verano, siendo novio de Linda.

— ¿Quién es Linda?

—Linda se cambió de instituto este año, era perteneciente al grupo de Marcus.

— ¿Quién es Marcus?

—Sabes quien es Marcus, no seas idiota.

—Ah —masculló—, ese Marcus.

—Bueno —muerde su labio—, tengo entendido que a nadie le gusto que le rompiera el corazón a Linda, y bueno...

—Eso es una mierda, lo sabes.

—Lo sé, pero... —traga un poco y baja la cabeza.

— ¿Qué?

—Fue infiel —susurra bajo y si no estuviera tan cerca de él no podría escuchar lo que está diciendo.

—Austin. No por eso tienen que tratarlo como lo están haciendo, te recuerdo que todos nos equivocamos.

—La infidelidad no es una equivocación, es una elección.

— ¿Y para que lo ayudaste? Te la das de bueno y santo, pero tienes opiniones al respecto de las personas que ayudas.

—Tener opiniones al respecto es lo que todo ser humano tiene.

— ¿Para que lo ayudaste?

—No podía dejarlo allí.

— ¿Por qué no?

—Gabriel eres mi mejor amigo, pero no permitiré que me trates como un hipócrita.

—Te estás comportando como uno.

—Y tú lo sabes mejor que nadie, ¿no?

Puedo sentir el dolor expandirse en mi labio inferior, pero no dejo que eso me detenga cuando su mirada se clava en mi rostro. Quiero golpearlo, deseo golpearlo, pero sé que no lo haré porque Austin es mucho más fuerte que yo y eso sería patético. En su rostro se nota el cambio de semblante, pero de inmediato, voltea el rostro hacia al frente.

Una tos me hace salir del trance para ver como Akiro se está acercando hacia nosotros con la ropa demasiado grande Austin arremangada a los lados y los productos de limpieza. Austin pone una sonrisa en su rostro, suave, ligera e incómoda.

—Gracias por ayudarme —dice Akiro apenas llega.

—Disculpa si fui brusco contigo.

No puedo deducir si me lo dice a mi o a Akiro, sin embargo el segundo solo niega y aplana los labios con una sonrisa. La punzada de culpa me hace sentir como si estuviera permitiendo algo, sé que Austin tiene ciertos problemas con los infieles por su padre, pero juzgar a Akiro por chismes del pueblo es algo que no haría, porque si ese fuera el caso, él nunca me hubiera hablado.

—No, tranquilo, te devolveré la ropa mañana, gracias, me tengo que ir.

Pasa por sobre nosotros y le entrega los productos con un asentimiento. Ambos nos quedamos solos y no decimos nada, él silencio se vuelve incómodo. La campana suena iniciando el tercer periodo y aunque quisiera sentarme a hablar con él, si no voy a matemáticas volveré al mismo infierno de la vez pasada. Puedo sentir los ojos de Austin sobre mi cuerpo, pero no dice nada más mientras subo las escaleras, alejándome de él. 

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