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Capítulo 6

Joaquín Rodríguez.

Una laguna en carboncillo negro azulado con tizas verdes oscuro se cernía sobre mi vista, se ve profundo, oscuro y turbia. Mis bocetos estaban plagados de este tipo de dibujos a pesar que en el pizarrón me decía que tenía que dibujar un retrato, mi mente no podía apartar de mis manos la laguna. La profesora no parece muy contenta de ver la laguna en mis cuadernos de boceto de nuevo, lo noto cuando me da una mirada de poco interés.

—Es la tercera semana que no haces la tarea del club, Joaquín —dice con cierto interés, nunca fui de no hacer algo a pesar de la falta de inspiración, pero no podía concentrarme, no como antes.

Quiero descifrar porque sigo pensando en estas lagunas. Prado oscuros, flores sucias y el ambiente grisáceo.

—Lo sé.

—Si sigues así perderás todas las evaluaciones, tendremos que sacarte de las presentaciones del final del trimestre.

—No, por favor, me esforzaré...—Niega con suavidad, pero vuelve a suspirar.

No es suficiente.

—Espero un mejor desempeño para el trabajo de grado, puedes retirarte.

Agarro el cuaderno de bocetos y salgo del salón aun con la asignación plasmada en una de las hojas de mi cuaderno. En momentos como este amaría el olor del cigarrillo de Louis, quizás había desarrollado una clase de dependencia pasiva al cigarrillo que tenía que detenerse. Afuera del salón los estudiantes parecen moverse en cámara rápida, siempre apurados, siempre hablando, siempre acompañados.

Había una cosa que siempre me repetían de pequeño: estás solo, siempre solo. Es como magnético algo que desprendía desde el fondo de mi cuerpo, era distante sin necesidad de siquiera intentarlo, alejado del resto de los niños como si fuera de otro planeta y callado como si no supiera hablar. Siempre lo supe: no nací para tener amigos.

Cuando conocí a Louis con la edad de un crío y la mente estimulada por la presencia de otro, me di la oportunidad de pensar que no era un problema. Louis también era callado, alejado y reservado y nos aliamos como mejores amigos.

Después me abandonó.

Camino hasta el pasillo para encontrar el mismo lugar donde suelo comprar gaseosas. No está Akiro como la primera semana. Debe ser raro conseguir al chico que te hablo la primera semana en la misma terapia grupal que tú, pero me parece interesante.

Distingo una mata de cabello reconocible que se dirige a la máquina expendedora y me freno en el lugar, pero soy empujado hacia el costado por un grupo de chicos. Apenas miro hacia allá otra vez ya no lo veo.

En eso, lo veo de lejos, pero él no me ve.

Akiro se lleva la gaseosa a los labios y me desenfoco, parece relajado, más que la primera semana. Escucho los rumores que dicen en el pasillos de él, como todo el mundo sabía lo que había pasado. No debería estar pensando en él debido a su reputación, pero... ¿es malo si digo que me causa curiosidad? Está siempre solo, aún más que yo. Es un tipo diferente de soledad: mientras yo aparto a las personas como si fuera una laguna demasiado turbulenta para poder albergar vida externa, Akiro, es un como el humo un animal herido, pero letal, los que golpean al animal podrían volver a lastimarlo, los demás se apartan al pensar que no son tan fuerte para soportarlo.

Me alejo del lugar y camino hacia el árbol que está cerca del comedor y las mesas de afuera. Louis siempre se la pasa cerca de este punto, así que cuando mi mirada se dirige a él, ni me sorprende.

Sacó el cuaderno de bocetos y lo miró: casi no distingo nada de él, a lo mejor es por las noches de desvelos, pero no tengo a nadie a quien culpar, así que me dispongo a intentar dibujar en la distancia a Louis, pero es más conflictivo que antes. Sé lo que es anatomía, sé que puedo dibujarlo sin siquiera verlo, pero las líneas parecen deformarse a medida que las hago, se vuelven más gruesas y abstractas. No lo estoy haciendo bien, mis manos tiemblan a medida que las nuevas líneas parecen perderse. Paso la página y lo intentó de nuevo, esta vez sin verlo, he dibujado muchas veces a Louis, debería poder decir como se ve sin necesidad de verlo.

Las líneas empiezan a fluir, el perfil se vuelve más liso y mi único punto fuerte a medida que avanzaba en el dibujo siempre ha sido la anatomía y el coloreado. Me concentré tanto en eso que lo demás parece que no es tan bueno, salvo como suelo volver a mi área de inspiración en el color.

No se parece a Louis.

Louis no tiene ese tipo de mandíbula ni los ojos achinados, no... se parece a... ¿Akiro Sato? Akiro Sato. Trago grueso y cierro el bloc de dibujo. Nunca he dibujado un rostro que no sea el Louis porque sus facciones son hermosas para cualquier artista, mientras que Akiro... sí es hermoso, pero ni siquiera lo conozco tanto como para que mi mente pueda guardar un recuerdo de su rostro.

Ni siquiera está cerca para poder precisar que vi su rostro en la distancia, este lugar es recurrido por los que venden drogas y los artistas frustrados.

Mi vista se desvía del punto focal por una nueva mata de cabellos conocidos.

Ese lo conozco, es Gabriel, el chico de la terapia grupal. A su lado está un chico de cabello rubio que parece agitado y habla hasta por los codos, mientras ambos cruzan hacia otra parte del campus. Gabriel aparta la mirada del chico y sus ojos recaen en los míos, haciendo que desvié la vista de inmediato, quizás si es incomodo estar en el mismo colegio y en la misma terapia grupal.

¿Qué tan extraño es interactuar con uno de ellos?

—Hola.

Dios, está aquí.

El chico a su lado sonríe de forma extrovertida lo que me hace pensar en que es un manojo de energía apenas contenida, en cambio Gabriel, parece ser tranquilo, desinteresado y muy dispuesto a ser de los primero en hablar, es casi refrescante comparar a Gabriel con Louis, mientras que Louis siempre intenta parecer tranquilo y misterioso, pero teniendo la vida más simple que un adolescente puede tener, puedo decir que la energía de Gabriel es pacífica como un mar en calma.

—Hola.

— ¿Estás ocupado? ¿Te importa si nos sentamos contigo? —Gabriel no le importa mucho mi respuesta porque se sienta a poco metros de mi y lo sigue el chico a su lado. —Es Austin, dejaría que se presente, pero después me golpea.

Austin sonríe y alza su mano, evitando el contacto, pero su sonrisa es capaz de ser tan cálida como un abrazo.

—Soy Austin y no lo golpeo, gracias Dios por hacerme más inteligente que eso. La violencia es ridícula —Gabriel se encoge de hombros y Austin golpea su brazo con molestia, y después lo mira con exasperación divertida—. ¿Se conocen antes? disculpa, es que a veces pienso que soy su único amigo, no como que sea poco sociable es solo que...

—Austin —lo llama Gabriel.

— ¿Mmh?

—Desvarías, nos conocemos de por aquí, ¿cierto?

Asiento sin en realidad poder apartar los ojos de la dinámica de grupo que tiene Austin y Gabriel, parecen mejores amigos hablando e intentan incluir a su plática sobre lo que parece ser un nuevo manga shonen que Austin ha querido comprar desde algún tiempo y el como Gabriel parece prestar poca atención, copiando un tarea de cálculo. Me recuerda a lo que tenía con Louis, es en momentos como este que parece que deseo volver a lo que tenía con él, pero es imposible cuando ha decidido apartarme con todas sus fuerzas de su vida.

Lo busco con la mirada pero parece que ha desaparecido como si lo hubiera tragado la tierra. ¿Abra entrado a clases? ¿ya comió? ¿sigue fumando? ¿Brenda no le dirá nada por el asqueroso hábito que ha vuelto a tener?

—Parece que piensas en algo muy importante —dice de repente Gabriel apoyándose en el árbol a mi lado, no me di cuenta en qué momento se fue Austin aunque parece que fue a comprar algo al comedor, mientras que Gabriel se acercó de a poco—, ¿una novia?

—Soy gay, gracias.

— ¿Un novio, entonces?

— ¿Complejo de papá rescatador? —preguntó a su intento de platica sutil. Me recuerda a mi tía que siempre intenta meterse en mi cabeza, buscando algo para ayudarme.

—De hecho mi padre es psicólogo, crecí rodeado de psicoanálisis.

—No es lo peor que le puede pasar a un adolescente.

— ¿Qué sería lo peor?

—Crecer sin madre.

—Llevamos una a una.

Río ante lo que me quiso decir, así que no tiene mamá.

— ¿Muerta? —inquiero, porque nunca conocí a alguien que haya perdido a su madre a temprana edad. No quiero formar un vínculo a través de una pérdida, pero es extraño, reconfortante y familiar.

—Cáncer de mamá.

—Ataque al corazón fulminante, hereditario.

—Eso es jodido —Reconoce y se encoge de hombros—. La perdí cuando era muy joven, ya ni me acuerdo, no es lo peor que le puede pasar a un adolescente.

— ¿Pocas amistades?

— ¿Antecedentes penales?

—Vas ganando dos a una—Tiene antecedentes penales, debería tener miedo de lo que abra hecho, pero la curiosidad siempre me ha metido en problemas desde tiempo inmemorables así que lo dejé pasar—. Mi mejor amigo de la infancia no me habla.

—Mi mejor amigo de la infancia me metió en la cárcel.

—No juego. Has superado con creces y no sé si es bueno, al menos no eres gay.

Gabriel se río ante eso mostrando un hoyuelo en su mejilla izquierda mientras negaba con suavidad

—Soy bisexual.

—Te voy ganando.

— ¿Qué están haciendo? —pregunta Austin llegando con una bolsa de papitas fritas, un chocolate en barra y tres jugos naturales.

—Contamos nuestras desgracias a ver quien le va a peor —suelto mientras Austin se sienta a nuestro lado.

— ¿Quién va ganando?

—Gabriel.

—Nuestro mejor guerrero —Austin sonríe amplio con una sonrisa dirigida a él como un chiste interno.

—Certificado, por eso me pusieron el nombre bíblico.

El silencio que se formó fue llenado por la comida y las bebidas que tomamos. Aunque nunca fui tan amante de la fresa, la tome sin quejarme porque no es algo que me importase en lo más mínimo. Cuando el timbre sonó para impartir la nueva hora escolar, los tres nos levantamos.

—Nos vemos por ahí, Austin.

Se despide y se aleja en otra dirección. Gabriel me sigue de cerca, pero no parece querer seguir hablando así que sólo caminamos en silencio hacia nuestro destino pasando las hordas de personas a nuestro alrededor.

—Esto es por la terapia grupal —inquiero bajo y Gabriel me mira con una expresión confundida—, no le diré a nadie si eso te preocupa, no tienes que ser amable conmigo solo por eso.

—En parte si es por la terapia, pero he aprendido que la mierda es muy jodida cuando estás solo. Tengo a Austin, todos deberían tener a alguien como él.

— ¿Me vas a dar a tu mejor amigo?

—No, pero podemos ser conocidos poco a poco —Se encoge de hombros restando importancia—. Tampoco nos tenemos que casar por una simple charla, pero creo que podemos llegar a caer bien.

—Bien, seremos algo así como conocidos.

—Si, nos vemos por allí —después entra a clase.

Mierda, tengo que ir a matemáticas.

***

—Estás muy vieja para el chisme —Ella solo me mira con una sonrisa en la cara y ojeras bajo sus ojos. Término de servir la carne picada en su plato y le sirvo.

— ¿Hiciste un amigo? —vuelve a preguntar, para confirmar lo que salió de mis labios hace tan solo unos minutos.

¿Es tan difícil de creer que hice un amigo?

Sí es difícil de creer.

—Conocido.

— ¿Cómo es? —Arruga la nariz al preguntar, pero no pierde tiempo en comer.

—Un chico de mi edad —Sonríe aún más, lo cual es ridículamente escalofriante. Conozco esa sonrisa mejor de lo que parece, siempre que interactuaba con cualquier otra persona me daba esa sonrisa—, es solo un amigo.

—Obviamente —mastica un poco y traga—, no dije nada más.

—Siempre pones esa sonrisa cuando piensas que me gusta alguien.

— ¿Y no es así?

—No, por Dios, puedo tener amigos.

—Lo sé cariño, y no te quiero forzar a nada, es solo que viviste enamorado de Louis tanto tiempo...

—¡Claro que no! —digo más agudo de lo esperaba, me atraganto un poco, pero me recompongo—, Louis es mi amigo de la infancia, nos conocimos desde niños, sentía fascinación, admiración, no me gustaba.

—Claro.

Mi pecho está agitado y mis manos sudorosas, puedo sentir la adrenalina volver a correr por mi torrente sanguíneo y mi corazón volverse loco en mi tórax.

— ¿Qué?

—Nada.

—No, no me vengas con eso, dime.

—Cariño, estabas celoso de cualquier persona que hablase con Louis por más tiempo que tú, de pequeño era tierno, de grande eran celos. Entiendo que nunca hayas tenido amigos antes, pero te volviste dependiente de él y estoy muy segura que te gustaba, lo amabas.

—Los amigos se pueden amar y celar, es normal.

—A los amigos no se les imagina como tu pareja, Joaquín.

—Yo no... —Me callo y ella me mira, apartó la mirada, la madera entra en mi campo de visión y todo lo demás parece perder sustancia. ¿No? No, no es posible. Lo admiraba, me parecía genial que siendo como es él pueda superar su timidez y hablar conmigo, fue mi primer amigo, él no me gustaba, no podía—. Disfruta tu comida.

—Espera, Joaquín.

Muy tarde, porque ya me he encerrado en el cuarto y colocado los audífonos en mis orejas. No quiero pensar en que pueda ser verdad, no, nunca mire diferente a Louis, estoy muy seguro de que siempre me comporte con él como un amigo, quizás no, quizás... Me deslizo por mi teléfono hacía las fotos viejas que teníamos juntos y abro una. Me doy cuenta de inmediato: Austin no ve a Gabriel así.

¿Por qué miro a Louis como si fuera mi mundo entero?

¿Yo estaba enamorado de Louis? 


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