Capítulo 3 pt.2
Olivia Smith.
Aparca el auto en la entrada de dos pisos y puedo ver como mi hermana se baja molesta, cerrando con demasiada fuerza la puerta principal, Emily la sigue haciendo lo mismo. Giselle y Emily siempre se han parecido, creo que es porque son las favoritas, las niñas de los ojos de dos padres que sólo habían sido hijos únicos.
Salgo intentando mantenerme calmada ante la entrada del campo de batalla, sé que no debería estar viendo mi casa de esta forma pero es difícil cuando solo he podido conseguir discusiones cuando intento expresar una opinión que no sea similar a la de mis hermanas. Apenas entré puedo descubrir el como mi hermana Emily está siendo regañada por mi padre al estar diciendo groserías, y Giselle está hablando con mi madre sobre mi. Me acerco hasta donde están para caminar hacia la cocina y tomar un vaso con agua, siempre es mejor intentar apaciguar las cosas con mis padres, antes que vivir un infierno en el lugar en el que vivo.
— Cariño ¿porque no quieres ir a la terapia grupal? —Ser el receptor de la voz dulce y suave que mi madre solo hace con Emily, hace que me sienta un poco mal por mi actitud.
—No creo que deba ir, no estoy loca.
—No creo que estes loca —Mi padre interviene en el lugar, porta esa camisa a cuadros que nunca se quita a pesar de que Gisselle le dice que parece carpintero. Entra al lugar con los brazos sobre su pecho y se pone en mi paso—. Hemos visto las referencias del lugar y parece ser un buen lugar para que empieces a hablar de los problemas.
—No tengo nada de qué hablar.
—Todos tenemos algo de lo que hablar, cariño, eso no significa que estemos mal, el hablar no es algo malo, y lamento que te haya hecho pensar eso.
—Mamá no es así, simplemente...
—Cariño —Toma mis manos haciendo que un calor se extienda en todo mi cuerpo, mi decisión flaquea, sus ojos se vuelven comprensivos—. Sé que si no quieres ir, no deberías ir, pero intentalo este fin de semana.
—Mamá...
— ¿Cual es el problema? Nunca habías tenido problemas en hacer lo que decimos con anterioridad, es por ese chico...
Aquí vamos de nuevo...
— ¡Deja a Marcus fuera de todo esto!
—No me levantes la voz jovencita —Su voz es autoritaria, lo que hace que, de inmediato, me ponga mal, como si hubiera roto una regla universal conocida por todas nosotras—. No estoy criando una mujer con ese carácter, puedes tener tus opiniones y argumentos válidos, pero si no eres capaz de decírmelo, entonces no lo tienes.
—Papá.
—No te metas en esto, Giselle.
Espera.
— ¿Por qué no? —Pregunto haciendo que los tres pares de ojos se posicionan encima de mí. La presencia no me intimida a continuar, de hecho me hace sentir como si por fin tuviera del todo su atención—. Gisselle también debería ir a terapia si ese es el caso, Jhon la dejó por lo que puedo ver y estoy segura que ya no es una fotógrafa si sigue estando aquí. Ella ya no será la primera en casarse, posiblemente sea yo porque como se ve...
Mis palabras mueren en la punta de mi boca sin darme cuenta cuando mi hermana ha decido caminar hasta el frente, poniéndose a mi altura. El nudo en mi garganta se afianza cuando sus ojos se muestran furiosos, cristalizados y con una expresión nunca antes vista. Gisselle nunca tuvo esa expresión conmigo, por Dios, soy su hermana pequeña, ella nunca me ha visto así.
Quizás me pase, pero no creo.
—Tú que vas a saber de ser la primera en casarse cuando le quitaste el novio a tu mejor amiga, eres traicionera, mentirosa y... ¡Todo lo que sabes ser es una traicionera por eso estás sola!
Lo sabe, ella lo sabe, ella lo sabe, ¿cómo se enteró? ¿cuando se enteró? ¿quién le dijo? El nudo en mi estómago se afianza y me levanto, intentando que las persona a mi alrededor dejen de parecer menos imponentes. Sus palabras destilan veneno dispuesta a matar, mi madre dice algo, mi padre también y puedo escuchar la respiración pesada de Emily, sin embargo, no dudo en decir lo que ya todos sabemos.
— ¿Y tú, Gisselle? ¡Todo lo que eres es una perra infiel!
Mi mejilla explota en dolor haciendo que apenas pueda comprender lo que pasó, se intensifica a medida que pasan los segundos, como un fuego caliente que sube por todo mi cuerpo. Mi padre sujeta a mi hermana alejando de mi, cubriendola, pero es tarde cuando me doy cuenta que mi madre viene en mi dirección.
—Déjame ver —Mi madre agarra mi mano que por inercia cubre mi mejilla, mis ojos escuecen en lágrimas sueltas no dichas, pude ver los rasgos de Emily deformarse un poco cuando le entregó la bolsa de hielo a mi madre, no capte cuando la orden salió de sus labios—. Ambas deben pedirse disculpas.
— ¿Por qué yo tengo que disculparme cuando ella fue la que me abofeteo? —refunfuño chocando la mirada de mi hermana contra la mía. Su molestia parecía haberse esfumado cuando mi padre le dio la reprimenda, pero la mía parece haberse hecho presente por el latir del hielo en mi rostro—. ¿Porque...?
— ¿Estás tan cegada que no puedes ver tus errores? —Emily intercede como si se hubiera cansado de ser espectadora.
— ¿Tú que vas a saber?
—Yo no le haría eso a mi hermana o a mis amigas, la vida no está en contra de ti, es solo que tienes culpa.
— ¡Niñas basta! Emily sube, por favor.
—No —Mi madre la mire por un momento, pero ella igual habla—: no estamos en tu contra.
Después de eso, sale disparada hacia el piso de arriba y seguida por Gisselle, no me enfoco en ninguna de las dos, pero sé que mis padres desean ir con sus amadas hijas. Permanecen a mi lado, mi padre como una presencia silenciosa y mi madre poniendo la bolsa de hielo en mi cara. Mi madre me pone en el asiento del mesón, para luego ponerme una crema antiséptica en mi rostro.
—No tenías motivo para ser tan cruel, Olivia.
—La honestidad no es crueldad —afirmó, haciendo que mi madre aplane los labios.
—La honestidad sin empatía, lo es, tú no sabes lo que tus palabras pudieron desencadenar y aún así las usaste. No creo que seas cruel, pero lo que dijiste afectó a tu hermana.
— ¿Y quien me consuela a mi? Yo fui la golpeada.
—Deja de hacerte la víctima, Olivia —Mi padre interviene y aunque no alza la voz, parece como si hubiera gritado en mis pensamientos—. No merecías ese golpe, pero tampoco tenías el derecho de hablarle así a tu hermana mayor. Tus acciones traen consecuencias.
¿Mis acciones? ¿Qué hay de sus acciones? ¿Qué hay de lo que yo sienta? Me alejo del mesón, agarro mi bolso y salgo de la casa, soltanto un portazo en mi vida. Mis padres no intentan detenerme, lo más probable que es por estar demasiados interesados en buscar a mis hermanas. Mis ojos se empañan e ignorar la punzada de mi pecho cuando camino a la parada de autobuses, saco mi teléfono para percatarme que son las 7 de la noche.
Mierda.
Me imagino las posibilidades de volver a casa, pero mi pecho se contrae al saber que básicamente estoy sola. No quiero volver a casa todavía, así que lo único que pienso es en llamarlo, siempre vendría por mi. Envío el mensaje no tarda menos de 5 minutos en ser leído y otros 2 minutos en ser contestado, afirmando que viene en camino.
Quiero verlo.
Aparca al frente de mí, con el auto de su padre y una sudadera roja que no reconozco. Mis pies se alzan y me hacen ingresar al auto, Marcus me abraza, envolviendome en su calor, en su suavidad y en su perfume achocolatado, siempre me gustó cómo olía.
Salgo de su agarre y él apoya sus manos calientes sobre mis mejillas, sus ojos se vuelven suaves cuando captan el ligero enrojecimiento en mi mejilla. Intento no decirle lo que pasó, más que soltando un: "te quería ver" "tuve una pelea con mi familia". Podía manejar el dolor en su expresión nunca el prejuicio en su mirada.
—Vamos, te llevaré a comer y luego a casa.
—No sé qué haría sin ti —Él lo considera una simple broma por eso sonríe y besa mi mano, pero el sentimiento se atrofia de mi cuerpo. ¿Qué haría sin él? ¿Qué sería sin él? No podría simplemente estar con alguien más cuando él es todo lo que quiero, todo lo que deseo, todo lo que necesito.
—No hace falta pensarlo, vamos a comer.
No hace falta pensarlo, yo no lo dejaré.
Escuchó su teléfono sonar y el desvanece el agarre en mi mano para contestar.
— ¿Hola, Gabriel?
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