Capítulo 3
Olivia Smith
En la entrada está visible Amy, Verónica, Justin y Carter, hablando de lo que parece ser una de las fiestas de bienvenida, la de sábado. Apenas es miércoles, joder, no deberían hablar de clases o alguna otra estupidez.
—Hey, Olivia, te estoy hablando —dice Romeo.
Lo miró y sonrió intentando ocultar el hecho de que no le estaba prestando atención.
—Te estoy escuchando —digo, pero mis ojos se desvían hacia donde se está armando un alboroto Amy por algo que le dice Verónica.
—Por supuesto —dice Romeo y lo enfoco tiene una de sus cejas levantadas a la perfección—, en fin, Marcus me dijo que si vas a ir a la fiesta del sábado.
— ¿Por qué no viene él a decírmelo?
—Tenía que discutir sobre mis calificaciones con uno de mis profesores —dice una voz detrás de mí, haciendo que me sobresalte y gire el cuerpo. Marcus se posiciona delante de mí con una sonrisa descarada y manos en los bolsillos de su sudadera—. Te extrañe, amor.
— Idiota, ¿Por qué hablas con uno de los profesores si apenas es miércoles de la primera semana de clases?
—Por nada, hermosa.
Se acerca y me da un suave beso en los labios, sus labios de inmediato cogen un suave color escarlata, haciendo que mis manos intenten limpiar el color de los suyos. Pasa uno de sus brazos por mis hombros y de inmediato acapara la atención de Romeo, quien empieza a hablar del juego de Básquet del viernes pasado. Puedo sentir una mirada a mi espalda y volteo.
Verónica me está mirando, tiene el aura de peligro en su mirada, parece que en cualquier momento dirá algo o hará algo pero de repente, deja de mirarme para ver a Amy.
La sensación no debería molestarme tanto como lo hizo, pero lo hace.
El timbre de la mañana suena haciendo que Marcus me suelte y me de un beso de despedida mientras se aleja para ir a la cancha a practicar junto con Romeo. Las miradas ponzoñosas de las demás personas a mi alrededor se me clavan como balas en la piel, pero al intentar mirar no parece que haya nadie concentrado en mi. Niego la cabeza ante el pensamiento e ingresó al salón, revisó los puestos para agarrar el de la segunda esquina derecha.
Lejos de donde se sienta Verónica y Amy, pero, cerca para poder mirarlas.
Mi campo de visión se estropea cuando una chica se posiciona al lado de mi y de inmediato se acuesta, parece que está durmiendo, parte de su cabello está derramado en la silla y otro en su espalda y hombros. Debe ser nueva porque es la primera vez que la noto en esta clase.
De repente, sus ojos se abrieron y me quedé congelada ante la vista.
Son muy azules, pero radiantes como si tuvieran vida propia, sus pestañas son espesas y enmarcan sus ojos como piezas de un portarretrato. Puede fácilmente posicionarse en mi lista de ojos favoritos: quizás los de Marcus son así de bonitos...no creo, en estos ojos predomina el azul rey, uno de mis tipos de azul favorito.
— ¿Quieres una foto o por qué me miras tanto? —Su voz es ronca, como si se hubiera levantado, aunque aún sigue con la cabeza sobre sus manos—. Rara.
Mueve su cabeza hacia otro lado y es cuando siento el ardor de la vergüenza extenderse por mi rostro. ¿Me acaba de llamar rara? Perra. Ruedo los ojos y vuelvo a intentar enfocar mi atención al resto de los estudiantes para la clase de francés extracurricular.
La profesora termina entrando y nos da una sonrisa antes de enfocarse en la única cabeza que no se levantó cuando llegó.
—Pueden decirme el nombre de la chica, por favor.
—Se llama Paula González—dice uno de los chicos del fondo.
Ella no es la chica que el año pasado...
—Hé, pourquoi tu dors dans ma classe?
(Hey, ¿Por qué duermes en mi clase?)
Paula se levanta y la mira por un momento.
—Je repose mes yeux, ce n'est pas comme si je n'allais pas faire attention à lui. (Descanso la vista, no es como si no le fuera a prestar atención).
—Vous êtes français, votre accent est très riche.
(Eres francesa, tu acento es muy rico).
—Je ne suis pas désolé, j'avais un ami qui l'était.
(No lo siento, tenía una amiga que sí lo era).
—Je suis désolé à ce sujet.
(Lo siento por eso).
Parece que lo que le dijo en el francés perfecto que usó, fue suficiente para que no le dijera nada más. La profesora empezó la clase, pero mi atención se enfocó en Paula, en cómo sus dedos se curvaban contra el papel, en como la letra que la profesora pone en la pizarra la réplica a la perfección, dándole un toque aún más romántico.
Copio la tarea y las palabras que necesito mejorar en la pronunciación. Haciendo hincapié con el resaltador para las palabras cuando noto como Paula a mi lado, mira mis manos haciendo que me preocupe por la forma en que están colocadas, pero descartó la idea: tengo uñas largas, recién montadas que en mis dedos largos se ven bien.
Paula no dice nada y se va del salón.
Muerdo mi labio y salgo junto a los demás del salón. Paula llama la atención: alta, rubia, ojos muy azules y tiene ese estilo que te puede dejar sin palabras apenas te habla, es intimidante.
Un brazo se posa en mi hombro y miro el interceptor: Marcus y sus bonitos ojos verdes, sus tonificados brazos y su cabello goteante y negro, dándome cuenta que acaba de salir de bañarse.
— ¿Cómo te fue en clases, amor?
—Bien, pudo haber sido mejor, mi pronunciación es un asco.
—Puedes volver al arte, siempre se te ha dado mejor.
—La idea es hacer algo en lo que no soy buena para mejorar —Le recuerdo y él rueda los ojos.
—Eres buena en muchas cosas...
—No en francés —replicó y él lo dejó pasar.
Caminamos hasta el comedor donde la avalancha de personas se sientan en las aglomeradas mesas, unas tras otras, la mitad de los estudiantes quieren comer y chismosear, la otra mitad chismosear y no comer. Yo apenas y puedo comer una barra de granola, con jugo de manzana, lo cual es justo lo que me trae Marcus desde su bandeja.
Tomo lo que me pasa, y ambos comemos, charlando en tranquilidad. La conversación con Marcus siempre fue fácil de entablar, él escucha, es atento y parece receptivo a mis preguntas, siempre.
Pero hoy no.
Puedo ver el momento en que su atención se desvía hacia él chico que sale de la cafetería para después volver a mi por un momento.
Me quedo callada por un momento sintiendo el ardor de su acción en mi estomago. No debería darme celos esa acción, sin embargo, puedo sentir su oleada recorrer cada parte de mi sistema nervioso. Ignoro el sentimiento y agarro su mano, Marcus me mira, sonríe y me besa.
— ¿Qué pasa amor? Te quedaste callada.
—No pasa nada, solo me acuerdo que tengo clases con Madeleine.
—Tu tía es una mujer amable —recuerda—, tengo que pedirle asesorías en química.
—Si, debería irme.
—Vamos, te acompaño al salón.
Asiento para alejarme del comedor y con ellos de las miradas que aún puedo sentir en mi espalda. Esas malditas miradas que me hacen un nudo en la barriga de forma molesta. Abro la puerta de la cafetería sintiendo como unas manos se aproximan a mis hombros y reconozco el peso de Marcus en mi espalda. Marcus aparta la mirada para fijarse en el chico del fondo, haciendo que tomé su mano abruptamente.
—Cariño, ¿Por qué le sigues hablando? —declaro, mirando sobre su hombro la sombra de la figura de Gabriel Durand. Él chico conocido por vender drogas en las fiestas de la secundaria y que provocó un asesinato hace menos de un par de meses. Si Marcus sigue hablando con él su reputación como todo el estatus que representa cambiará de la noche a la mañana.
—Es mi mejor amigo, linda, solo déjame... —retengo su brazo y le lanzó una mirada dura. No quiero que esté con él, Dios me hace sentir egoísta, pero si lo ven se hundirá como todos los de su grupo.
—No vayas con él, por favor.
—Es lealtad, es mi mejor amigo, no puedo dejarlo solo, disculpa —Tira mi mano de su brazo y se aleja caminando—. Te acompaño en otro momento.
Estúpido.
Ignoro la sensación de rechazo que su acción ha provocado y giro mi cuerpo. Caminó a través de los pasillos para llegar a la oficina de mi tía Madeleine, toco la puerta con los nudillos creando un único repiqueteo en el silencio del lugar, un suave pase, hace que entre consiguiendo a mi profesor de álgebra Taylor, en el lugar. Me quedé estática por un momento analizando la situación, pero no presencié nada extraño, así que decidí continuar.
—¿Interrumpo?
—No cariño —Mi tía habla con suavidad y su mirada vuelve a la del profesor—. Taylor ya se va.
—¿A si?
—Sí.
Puedo sentir la tensión en sus miradas a pesar de que Taylor apenas me ve, se levanta, se disculpa y se va. Madeleine sonríe un poco antes de acercarse y darme un suave y reconfortante abrazo.
— ¿Dónde dejaste a tu bulldog? —pregunta, haciendo que tome asiento.
—Se está metiendo en problemas seguramente —Cruzó las piernas y me concentro en su rostro—. ¿Para que me querías aquí?
—Tus padres me mandaron como interceptora, has estado bajando tus calificaciones. ¿Quieres decirme el porqué?
—El curso pasado fue un poco pesado, en este estaré bien.
—Ok, si me lo prometes.
—Te lo prometes.
—Bien, una última cosa —Agarra uno de los vasos con agua del lugar para darle un sorbo—. Asistieras a terapia grupal con otros chicos, un grupo de autoayuda
— ¿Qué? —La idea parece estúpida, ¿para qué asistir a un grupo de autoayuda cuando estoy bien? No sufro de ansiedad, ni de depresión, no es como si no me pusiera triste, pero no hay un verdadero motivo para ir—. ¿Estas bromeando?
—No, tu hermana dio la idea y tus padres la aprobaron...
—Emily siempre...
—De hecho, fue Gisselle.
El nombre de mi hermana mayor causa un escalofrío en mi piel, haciendo que frunza el ceño con disgusto.
— ¿Gisselle? no está recorriendo Roma o algo así...
—Volvió esta mañana.
Esa mierda es horrible, con Giselle en casa todo se concentrará en ella.
—Nadie me avisó.
—Creo que arruine la sorpresa —se encoge de hombros restando importancia.
—Esto es genial.
—No te enfurruñes, pruébalo solo una vez e inténtalo, te ayudará a mejorar el ánimo. Cada día estás más sola.
—Sobrevaloras la amistad, estoy bien estando sola.
—Infravaloras las amistades —asegura—, nadie desea estar solo todo el tiempo, sentirte solo, con el paso del tiempo, solo te destruirá.
Ruedo los ojos y exhalo, cortando la conservación por la mitad. Madeleine me pasa un panfleto y lo tomo.
"líneas pérdidas para adolescentes"
Mierda.
Salgo de la oficina y meto el panfleto en mi bolso, no iré a esa mierda. El timbre del comienzo de las clases suena, haciendo que siga con mi horario escolar normal. Las clases pasaron tan rápido como absorbentes, así que para ser la primera semana de clase ya tenía tarea acumulada hasta el viernes, lo cual es un gran desastre. Apenas es miércoles y ya me siento agotada. Mi teléfono suena y en eso el timbre da por finalizada la jornada estudiantil. Salgo del salón escolar encontrándome con la avalancha de personas a mi alrededor, mi mirada se concentra en cabelleras rubias.
Amy.
Paula.
Romeo se cuela en mi vista haciendo que me acerque a él. Me sonríe, pero no dice nada mientras nos alejamos hacia la entrada principal. Caminamos lado a lado hasta llegar al estacionamiento encontrándome con la enorme camioneta aparcada que solo puede significar una cosa: mi hermana. El nudo en mi garganta se afianza mientras camino a más velocidad hacia donde están, cuando en eso, mi peor pesadilla se posa frente a mis ojos.
Verónica está hablando con Gisselle, riendo con Giselle, abrazando a Giselle.
Término de acercarme haciendo que Giselle note mi presencia y sale corriendo a abrazarme. Su abrazo es demoledor, ella siempre es cálida y suave, mientras que mi cuerpo solo permite tensarme ante el contacto.
—Giselle, ¿Qué estás haciendo aquí?
—Vine a recogerte —Pone una de sus mejores sonrisas, y Dios, quiero golpearme porque yo nunca podré verme así de bien. Mi hermana es hermosa—. He tenido un largo viaje pero...
— ¿Y Jhon?
Su sonrisa se desmorona por un momento, pero se recompone rápido, haciendo que niegue con la cabeza.
—Se quedó en Roma, no es nada importante, discusión de parejas y trabajo —Se encoge de hombros y se posiciona detrás de mí—. ¿Qué te parece si vamos a buscar a Emily y a comer helado?
—Ya nadie come helado.
—Adiós, Giselle —dice Verónica haciendo que la mire, sus ojos dejan de volverse suaves y no dice nada más mientras se despide.
—Adiós, Vero —Inclina la cabeza y me mira, camino al auto con velocidad, intentando que no pregunte—. ¿Están peleadas o algo así?
—Discusión de amigas, nada de qué preocuparse.
Me abrocho el cinturón y empieza a conducir. Mando un mensaje de texto a Marcus para avisarle que ya me fui del colegio y enciendo la radio mientras una canción de RadioHead empieza a sonar, Giselle canta bajo la canción. Quisiera poder conducir como ella, siempre ha sido buena, a mi me da ansiedad el hecho de conducir.
Llegamos en 30 minutos al Gimnasio donde entrena Emily, para estacionar y bajar.
— ¿Ya te dieron la noticia?
— ¿A qué te refieres?
—Sobre la terapia grupal, pensé que Madeleine te había dicho.
—Sí me dijo —me encogí de hombros—, pero no pienso ir.
— ¿Qué? ¿Por qué no?
—No estoy loca —Abro las puertas para encontrar a varias chicas practicando sus rutinas de gimnasia. El lugar huele a sudor, talco y es suficientemente frío para no pensar en la ola de calor de afuera—. No creo necesario ir.
—La terapia grupal no es para gente loca, es una red de apoyo para personas con tus mismos problemas, Olivia.
—No necesito una red, tengo amigas y un novio que me ayudan.
—Con ellos no puedes hablar de las cosas que vas a hablar con estas personas, te harían bien.
¿Quién dijo que necesito hablar sobre la mierda que siento? ¿Para qué..? Solo me falta un mísero año y estaré en camino a la universidad de mis sueños, donde podré empezar de nuevo, ser lo que en realidad merezco ser.
—No es tu maldito problema mis problemas, Giselle.
—Guau, dijo una grosería —dice Emily llegando a donde estamos, ya cambiada y con su bolso de práctica—, pensé que estaba prohibido, le diré a mamá.
Ruedo los ojos y salgo del lugar.
—Emily no harás tal cosa —réplica Giselle, pero Emily ya no le está prestando atención, porque se pone los cascos de los audífonos—, Emily solo está jugando, Olivia.
—Vámonos a casa ahora —suelto, subiéndome a la parte trasera de la camioneta siendo seguida por Emily quien se sube de copiloto.
—Escucha, sé que puedes estar bien todo el tiempo que quieras, pero haz esto por mí, estoy preocupada, sé que Verónica y tú no se hablan, por ende no te hablas con Amy, y no tienes más amigas, las cosas con Marcus...
— ¡No te metas en mi puta relación Gisselle! —Grito, hartándome de su intento de ser sabelotodo. Ella no sabe nada de mi vida—. ¡Yo no estoy en la tuya así que no lo hagas en la mía!
—Están gritando por sobre la música, ¿Qué mierda les pasa?
— ¡Emily vocabulario!
— ¡A mi me dices algo, pero a Olivia no! Tengo 15 años, sé lo que digo.
—Ese no es el punto.
— ¿Cuál es el punto?
—Irás a terapia grupal, Olivia —Espeta desde el asiento delantero, como si estuviera harta de escuchar mi opinión. No puede obligarme a hacer esto—. Y Emily dejará las groserías.
—No iré.
—A la mierda.
—Bien —voltea el rostro y enciende el auto—, haremos esto por las malas.
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