Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 10


Paula González.

Lía no deja de besarme y yo río, besos cortos y rápidos que parecen hacerla feliz a medida que deja otros cortos besos en mis mejillas. Siempre me ha gustado verla feliz. Parece que le gusta realmente besarme. Siento su mano colarse debajo de mi camisa, pero no la detengo.

Mi celular suena, me alejo y ella se queja a regañadientes. Es una llamada de Faith. Suspiro con pesar y cuelgo.

— ¿Todo bien?

—Si, es solo que...

La llamada vuelve a ingresar a mi teléfono y descuelgo.

—Hey, Faith... —suelto, pero de inmediato me calló cuando noto la situación.

Faith murmura sobre algo rápido e inconexo que parece no tener importancia, pero permanezco en la línea mientras escucho como otras personas se vuelcan a hablar por sobre la línea. La sensación incómoda en la boca de mi estómago se afianza y de inmediato me levanto del asiento de la ventana.

—Hey, Faith, ¿Qué está pasando? —cuelgan el teléfono.

Lía se separa de mí y ambas salimos del salón. El rastreador que Faith me había dicho que colocara en mi móvil, parece de ayuda. Faith está en los basureros cerca del área común. El lugar parece estar en silencio y ambientado por unas extrañas sensación de espasmos. El lugar parece frío y el basurero siempre ha tenido un mal olor a pesar de que no hay basura, una total contradicción contra el ambiente caliente de una tarde.

Algo no anda bien. Eso es lo primero que pienso antes de escuchar el fuerte grito de Lía a mi lado.

Enfoco la vista y Faith está en el piso.

— ¡Paula!

Me despierto jadeando y transpirando. Escucho mi corazón golpear como un tambor cerca de mis oídos. Mi camisa está pegada a mi piel como una capa de pesada y humedecida extra, pesada, incómoda y asfixiante. Tengo náuseas y un mareo se apodera de la habitación. Corro al baño antes de comenzar con las arcadas y luego a vomitar.

Los sueños se han ido, es el momento de las pesadillas.

Es ese tipo de día, en donde no puedo concentrarme, en donde solo quiero irme, desaparecer, perder la puta memoria.

No puedo dejar de vomitar ni tampoco puedo detener las lágrimas que comienzan a caer. Mi cuerpo tiene espasmos y todo lo que quiero hacer es cubrir mi cuerpo bajo una manta y no volver a despertar. Dejo que todo fluya hacia el lugar indicado y cuando vuelvo a controlar mi respiración, me siento en el piso frío del baño, bajo la tapa del inodoro y vacío.

No me molesto en verme al espejo. Me lavo el rostro y hago gárgaras con enjuague bucal. Todo me sabe mal, todo me huele mal, todo está mal hoy en día.

Vuelvo a mi habitación y tomo mi celular mientras me acuesto, el reloj marca las 5:30 am. Me levanto de nuevo, y decido iniciar el día. Me baño, me cambio y salgo de mi cuarto apenas el reloj marca las 6:24 am. Mi padre ya está en la sala con un café en la mano y un periódico en ella, parece decidido a ver las noticias como algo fascinante.

—Buen día, papá.

—Hola cielo, ¿Cómo estás?

—Fue una de esas noches.

No digo nada más y mi padre no me presiona, me alejo hacia la cocina para agarrar una taza de café y tomar un poco de la misma. Mi madre baja con tableta en mano en su uniforme de secretaria mientras tiene un teléfono en la oreja, me da un beso en la mejilla y agarra la taza de café del mesón para salir de la casa.

— ¿Lograste dormir anoche? —pregunta mi padre. Dejando de lado el periodico.

—El problema nunca es dormir, es despertarme —reveló demasiado amargo como el café sin azúcar que siempre suelo beber en la mañana. Es asqueroso, pero siempre me revela que estoy despierta, que mis sentidos del gusto están activos y que mi mente tiene varias cosas que hacer.

—Eso es motivo suficiente de eso...

— ¡Ya nos despertamos! —grita mi abuelo desde la parte de arriba. Sonrió al igual que mi padre, ya que su padre siempre ha sido más enérgico de lo que ambos podemos haber sido en cualquier momento—. ¡Mi querido hijo debería venir a darnos un beso de que aún seguimos vivos!

—Me voy al colegio, buena charla.

—Paula, esto no se considera una buena charla.

—¡A mí me hizo bien! —Gritó desde la entrada. Es innecesario porque mi padre está a mi lado subiendo las escalera para saber qué está haciendo mi abuelo tan agitado por la mañana.

Me coloco los zapatos en la puerta y agarro la mochila, la coloco en mi hombro y me voy. Me alejo de la cochera y tomó la moto, me pongo el casco, enciendo y parto hacia el colegio. El viento frío de la carretera en pleno invierno hace que mi piel se eriza y mi vista se humedezca en un abrir y cerrar de ojos. Llegó hasta el edificio abierto y los pocos estudiantes que estaban en el lugar parecen querer correr hacia las aulas.

Bajo de la moto, guardé las llaves en mi bolso para después caminar hacia el aula. Reviso mi horario para recordar que tengo clase de voleibol y también tengo francés, lo cual es estúpido que vuelva a tomar la clase repetida, pero tiene sentido porque fue la única materia del curso pasado que terminé reprobando.

—Hola —dice Olivia Smith, la chica de ayer, y la que parece seguirme lo cual si la hace rara. Su cabello oscuro cubre un poco la vista, pero igual noto el chupetón en su cuello. No respondo y ella parece tensarse ante el gesto—. Escucha sobre ayer y lo que escuchaste...

— ¿Qué se supone que escuche?

Esta es la vía fácil, no tengo tiempo de escuchar los problemas de otra persona, menos un día como hoy, sobre todo una mañana como la que tuve, no quiero suponer que ella sea desagradable, aunque por lo que pude escuchar es una verdadera perra, pero diablos yo tampoco puedo ocultar el hecho de que Verónica intentó reemplazar a Amy con ella. Desvió la vista y consigo a Verónica y Amy en el mismo asiento de siempre, cerca de la puerta, pero a dos asientos fuera del mismo. Eso no justifica a Olivia, pero Verónica tampoco puede ser una santa.

—Gracias —murmura.

Abre su bolso y deja algunas cosas en el asiento.

—Bonjour cours, veuillez prendre note... —La profesora entró con demasiado ánimo y sacó mi libreta para tomar algunas notas y terminar el dibujo que estaba haciendo—. Paula, tu es là ?

—Oui professeur —suelto sin despegar los ojos del papel.

La clase empieza y suelto un bostezo. Cierro los ojos mientras la clase continua a mi alrededor.

— ¡Llama a una ambulancia! —Me escuchó gritar pero no puedo decir que en verdad lo hice.

No puedo recordarlo. ¿Estaba gritando mientras ella estaba muriendo? ¿Debí gritar? ¿Ella me abra escuchado gritar?

El cuerpo de Faith se ve pálido, pequeño y frágil, como ella nunca se vio y la imagen por un momento me descoloca, ¿Por qué se ve así? Mi mente deja de correr rápido y todo a mi alrededor se siente lento. Muy lento. Dolorosamente lento.

—¡Está muerta! —alguien grita.

La sujeto entre mis brazos: su cuerpo está frío, sus músculos sin peso ni tensión y su cuello está en una posición extraña. Sus ojos no se abren, está tranquila, impasible, parece haberse vuelto etérea.

—Faith, despierta.

Abro los ojos y me aferro a algo mientras que puedo escuchar mi respiración en mis orejas como una melodía errática y desesperada. Cierro los labios y me levanto del mesón compartido mientras escucho la alarma del timbre indicando el receso.

—Respira —Escucho a mi lado y es cuando mis sentidos vuelven a la vida, ¿en qué momento me dormí? Los ojos de Olivia están fijos en mí, dos enormes lámparas que parecen escrutar mi cuerpo. Mi mano se aferra a su brazo, y de inmediato, la suelto—. ¿Estás bien?

—Si —susurro con la garganta seca.

—No pareces estar bien, tienes la pupila dilatada.

— ¿Eso que mierda tiene que ver?

— ¿Es por Faith...? Te oí susurrar su nombre...

— ¿Y tú qué mierda vas a saber?

Olivia traga grueso, pero antes de que pueda decir algo escuchamos la pisada de personas entrando al aula, y es cuando recojo mis cosas con velocidad y salgo del aula. No sé si Olivia también salió por la misma puerta que yo o se quedó allí, solo sé que necesito salir.

Camino hasta el callejón que conecta la parte trasera del colegio, pero casi puedo inhalar el humo de cigarrillos ajenos, pero estoy demasiado concentrada en evaporar la sensación de falta de control que ignoro al chico que está apoyado sólo en la pared y sacó el paquete de cigarrillos que siempre guardo en mi bolso, casi intacto para momentos como este. Posicioné uno en mis labios y busqué el encendedor. Toco mis bolsillos y es cuando recuerdo que saque el encendedor al momento que lave el pantalón.

— ¿Necesitas fuego? —pregunta la voz del fondo, ves cuando detallo al sujeto que se acerca con encendedor en mano. Asiento, desconfiada, pero el chico no parece quejarse de mi actitud. Lo agarro, prendo, inhalo y suelto el encendedor en la palma del extraño. Su cara se me hace familiar por un momento haciendo que frunza el ceño un poco extrañada, pero no digo nada.

—Gracias.

—De nada —El extraño me mira como por cinco minutos completos hasta que chasquea la lengua y sonríe—. ¿Eres Paula de terapia grupal? Te reconozco, soy Akiro.

— ¿El que la familia lo obligó a ir? —Recuerdo porque el comentario me pareció curioso.

—Si —Se rasca un poco el cuello, pero igual sonríe—, ¿Cómo estás?

Señaló el cigarrillo y él baja la cabeza.

—He tenido mejores días.

—Espero que sí —dice. Me encogí de hombro y doy otra calada—. ¿No irás a clase?

—No —suelto el exceso de humo en cada palabra—, ¿y tú?

—No.

—Bueno —Trago el humo y lo detallo—. Por el día de hoy vamos a quedarnos en completo silencio, mientras guardamos nuestros traumas y pensamientos en el fondo de nuestra mente y solo nos hacemos compañía. ¿Te parece?

—Si, disculpa...

Chasqueo la lengua y Akiro se ha puesto rojo como un tomate.

—Silencio.

Akiro hace un gesto con la mano como una cerradura en sus labios y solo sonrió en respuesta. Cierro los ojos y dejo caer mi cabeza en la pared. Akiro no vuelve a mencionar palabra y fumamos en silencio unos dos cigarros más hasta que suena el timbre del almuerzo y me levanto del piso para caminar hacia el baño más cercano y lavarme las manos, ocultando el olor del cigarrillo.

Me alejo hasta el comedor, pero lo único que hago es terminar con un energizante. Al final del periodo entré en las canchas encontrando a mis compañeras en una fila que la profesora había colocado. Me posiciono junto a ellas y la profesora me da una mirada, pero al instante continua.

—El campeonato de verano va a ser retomado al final de este curso, competiremos contra "Los Ángeles de Madeleine", y dado nuestra rivalidad espero que sepan que tenemos que derrotarlos.

Nadie se movió y por lo que puedo notar, ninguna tenía una rivalidad particular con "Los Ángeles de Madeleine" que valiera la pena demostrar. Todas permanecemos calladas mientras la profesora daba instrucciones. Luego nos movimos hacia los vestidores y al terminar, caminamos hacia la cancha.

Después de unos ligeros calentamientos. Me posiciono junto a la red en la izquierda mientras tengo a Megan al centro y a Rita atrás. El balón toma vuelo hacia mi dirección y lo golpeo hacia el otro equipo.

Los golpes de los balones vuelven a la vida el mismo sentimiento de hace un año y medio, el cómo Faith juegan con sus palmas y da un ligero rebote en mi dirección para después hacerme volar por el aire, sus manos siempre se veían tan delicadas excepto cuando golpeaba el balón, su manipulaciones era perfecta. El golpe del balón contra mi mano, el rebote de mis pies contra el piso y el sudor se empiezan a acumular sobre mi cuerpo. El juego lleva un buen tiempo con solo dos puntos a favor del contrario. El balón pasa por mi lado y rebota en la cancha dos veces más haciendo un punto más a su favor, este termina llegando a las manos de mi compañera.

— ¿Paula estás bien? —pregunta Rina haciendo que asienta. Un mareo se apodera de mi cuerpo y las gotas de sudor baña mi cara. Restriego mi mejilla contra mi mano y es cuando noto la sangre que está en mi palma expuesta. ¿En qué momento empezó a sangrar?—. ¡Profesora, Paula está sangrando!

El nudo en mi garganta se afianza y puntos blancos se deslizan en mi visión.

— ¡Faith!

Trastabilló y pierdo por completo el equilibrio. Los brazos de alguien me sujetan con firmeza de un cuerpo que no puedo ver, la sangre sigue fluyendo de mi nariz y la profesora ha llegado demasiado exaltada, el pitido en mis orejas se vuelve mortal y el golpeteo de mi corazón acelerado se vuelve familiar contra mi cuerpo.

— ¡Por favor despierta, Faith!

— ¡Paula despierta! —Escucho la voz de mi profesora.

Recibo una sacudida, pero los puntos en mis ojos se intensifican volviendo negra mi visión, cedo ante el peso de mi cuerpo. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro