Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

004 - NIÑOS ROTOS


004

JHONY ALONSO


UN MES ANTES


Ahogado y escondido en las primeras escaleras del metro que he encontrado, trato de recuperar la respiración después de huir de la anciana y su sicario.

He gastado toda la tarde con la única intención de ayudar y se han reído de mí, igual que lo hacían los compañeros de instituto. Encima voy a perder una de las fuentes de ingreso, y yo no puedo perderlo, menos quiero sabiendo que es de las pocas cosas honradas que tengo y que me gusta. Además, no quiero depender del trabajo nocturno. Estoy harto de ser juguete.

Solo quiero a Karen y una vida normal.

¿Acaso pido demasiado?

Ya pagamos suficiente por mis malas decisiones.

Las temperaturas caen en picado mientes cuestiono lo inútil que soy. Me abrazo congelado y muerto de hambre. Intento evadirme de las penurias con una vida mejor reflejada en las caras de los ignorantes.

Si Karen estuviera aquí estaríamos disfrutando del otoño comiendo castañas asadas entre conversaciones alocadas que provocarían nuestras risas.

Karen es brillante y risueña, yo oscuro y tristón.

El tiempo de llorar término hace meses, solo me queda ser fuerte y no rendirme a la vez que sorteo los obstáculos. Sobre todo porque la rendición significa la muerte de mi hermana en manos de los monstruos de las pesadillas.

El dolor de un estómago vacío me hace odiar.

Exploro los bolsillos en búsqueda de una piadosa moneda y acabo sacando el fajo de billetes que me entregó el asesino. Los cuento de uno en uno. Creyendo que me he equivocado vuelvo a empezar.

Cincuenta, cien, quinientos, mil...

¡Tres mil!

La cantidad que me exigen semanalmente los secuestradores.

Considerando que el dinero tiene su función, vuelvo a buscar y saco el pago de la última clienta, dinero que prefiero guardar por si acaso he perdido el trabajo en el taller, en otras palabras, no tengo nada.

Solo un milagro me salvará de morir de hambre.

—¿Estás bien? —pregunta una voz tranquilizadora.

Ante mí hay un chico pelirrojo y pecoso. De unos veintisiete años. Más o menos. Su expresión denota preocupación por mí y me parece un chiste, estoy acostumbrado que los ignorantes se mantengan al margen.

—Si —desvío la mirada.

—Tú cara no dice lo mismo.

—Amorcito —lo llama una chica que me mira con repudio —Dijiste que iríamos al cine. No entiendo porque tienes que hacer esto.

¿Hacer qué?

Hoy es un día de locos. La anciana, el sicario y ahora está pareja de ignorantes en la que uno se preocupa y la otra me mira asqueada.

—Lo siento, bebé. Iremos mañana —el pelirrojo realiza un puchero que lo hace lucir como un payaso.

—Quiero ir hoy.

—Mañana y es mi última palabra.

—¡Eres un infeliz, Travis! —chilla la chica irritante para los oídos —Quédate con tu nuevo amiguito. Ni que fueras el único hombre que existe. Olvídate de que existo. Y no vuelvas a llamarme.

—Vale.

La alocada novia le cruza la cara de un guantazo y se va a pasos frenéticos. No logro comprender el suceso. Creía que no me quedaban cosas extrañas por ver. No volveré a dudarlo.

El chico se frota la zona afectada mientras se sienta a mi lado. Al poco vuelvo a ser su distracción y me sonríe, la sonrisa es tan real y despreocupada que parece que ha olvidado que lo han dejado. O quizás le da igual.

—Te acaban de dejar —le digo por si no asimila bien.

—La tercera en lo que llevamos de semana —ya, esto tiene más sentido. La chica es la típica tóxica que deja a su chico y a los minutos lo llama para volver —Sé lo que piensas. Las tres eran distintas —me vuelvo a perder —Esta última no merecía la pena. No quería ayudarte.

—No he pedido ayuda.

—¿Tienes hambre?

—No —el estómago me traiciona —Quizás un poco. No es asunto tuyo.

—Vamos a comer.

—No tengo dinero —guardo los billetes.

—Yo invito —al guiñar parece que lance un corazón produciendo mi temor.

Hay la posibilidad que no le haya afectado nada de lo que ha pasado porque es bisexual y tiene doble intenciones conmigo. Por ahí no paso. Ni loco. Una cosa es tener relaciones íntimas con mujeres de la segunda y tercera edad, otra muy distinta es hacerlo con alguien del mismo género.

¿A quién engaño?

Lo haría por Karen.

El agujerito corre peligro y lo único que puedo hacer es rezar para que no duela. Seré el muerde almohadas, aunque con un poco de suerte tal vez me toque la posición de sopla nunca. No decepcionare. Tengo experiencia dando por detrás.



Media hora caminando nos sitúa en uno de los restaurantes más exclusivos de la ciudad famosa por su lista de reserva de dos años. Mr.Usero, el conquistador de las estrellas Michelín.

Un vistazo simple a la decoración y sabes que aquí vienes a dejarte como mínimo dos sueldos.

Travis habla con la recepcionista. Comparten la misma sonrisa de complicidad mientras que ambos me miran, provocando que me sienta más miserable y que recuerde que nunca seré apto para el mundo de la alta sociedad. Lo más cerca a lo que he llegado es siendo juguete en manos de las clientas.

Un gesto por parte de Travis y lo sigo como un perro.

Avanzando por el impresionante salón nuestra presencia resulta invisible para los que tanto les gusta hablar de los demás. Entramos en la cocina, en la parte escondida, haciendo que mi cabeza se pregunte qué clase de persona es Travis.

¿Camarero? ¿Cocinero? ¿Hijo del propietario?

La opción válida no sirve de nada. Tengo que dejar de pensar y centrarme en el principal motivo por el cual estoy aquí. Si quiere sexo, sexo le daré. A pesar de que el recuerdo me perseguirá por siempre.

Tal vez estoy exagerando. Nunca he estado con un hombre y puede ser que trabajando su cuerpo descubra un nuevo gusto. Quizás soy bisexual como él.

Saluda a cada trabajador y cruzamos unas puertas dobles más, llegando a una segunda cocina más pequeña. También dispone de un par de mesas y unos sofás.

Travis me entrega una manzana del frutero. Obedeciendo los reclamos del estómago cedo a un mordisco. Viajo a un mundo de magia. Colorido y con fuegos artificiales que explotan en cada bocado. Es la mejor manzana del mundo.

—Bruno exige la mejor calidad.

—¿Eres cocinero? —me limpio el morro con la manga.

—No, pero soy feliz cocinando. Tal vez el día de mañana pudiera trabajar en un lugar como este, aunque lo único que quiero de verdad es seguir cocinando para mis hermanos y mi pareja.

—Te ha dejado. Y te recuerdo que sé tú nombre por ella.

—Tienes razón, Jhony —¿cómo sabe mi nombre? —Olvide lo menos importante. Dar mi nombre. Soy Travis, simplemente Travis. Hablemos de comida. ¿Menú degustación o te arriesgas con algo de mi elaboración?

—Lo menos complicado.

—Ambos tienen su propia dificultad.

—Dejaré que me sorprendas.

—Mis palabras favoritas.



Travis es magistral. Se mueve por la cocina con arte y le gusta bailar mientras lo hace, al menos menear la cadera mientras conoce el lugar de cada utensilio e ingrediente. Incluso llegan cocineros de la cocina principal a recibir su aprobado.

Más que una afición lo suyo es un don. Un don que tendré la oportunidad de disfrutar sin saber el porqué. He descartado el sexo, aunque sé que espera algo de mí, ya que los ignorantes no ayudan sin recibir. Además, sabe mi nombre. Igual que el asesino.

Naciendo desde detrás de mí tengo una mala vibra.

—¿Has cenado? —pregunta Travis.

—Ni muerto como la comida de Isaac.

Esa voz. Amenazante, grave y peligrosa es la misma que tenía el asesino que no ha podido darme caza. No, no puede ser. Tragando grueso giro encontrándome un par de ojos advirtiendo de mi próxima muerte.

Sorprendido con la cercanía resbalo al retroceder. Aterrizo al suelo. Reduzco de tamaño enfrente del gigantesco asesino. Soy un ratón de campo apunto de conocer las garras afiladas del halcón. Estoy aterrado. Las piernas tiemblan e inevitablemente volveré a mojar el pantalón.

Mamá, papá. Hacedme espacio que en segundos estaré con vosotros.

—¿Te ayudo? —pregunta hostil.

—No, no y no —impacto contra la mesa de trabajo.

—¿Qué le has hecho ya? —Travis lo golpea con el trapo.

—Él me provocó y se largó. Ni que lo fuera a matar.

¿Quiénes son? ¿Qué quieren de mí?

—No tengas miedo, Jhony. Daddy siempre asusta de primeras, luego lo descubres y te das cuenta de la gran persona que es —miro los pies del asesino sin poder reaccionar —El problema es que le falta su amada. El día en que la encuentre se convertirá en un suave peluche de algodón.

—Seré todo un príncipe encantador —se burla.

Daddy me engancha de la ropa levantándome de una. Aterrado lo único que logro conseguir es correr e interponer una mesa entre los dos, aún así se me dispara el pulso a medida que se acerca mientras Travis sigue cocinando.

—Tercera regla, niño. Cuando hablo siempre me das la cara y nunca te vas antes de que termine.

Trato de buscar la verdad del asunto porque, para lo que a mí respecta, me estoy metiendo en otra organización criminal y puede ser enemigo con la que ya estoy en conflicto, al menos eso explicaría el que sepan de mí.

No, otra vez no.

Despeino los rizos asustando a los pájaros. La primera fue a voluntad y gracias a mi inmadurez. Aprendí la lección. No voy a involucrarme. Pagaré la deuda pendiente, recuperaré a Karen y nos iremos lejos, muy lejos. En algún lugar del mundo donde no existan los monstruos de las pesadillas.

—Supongo que te preguntas cosas como. ¿Por qué yo? ¿Por qué me acosan estás personas? ¿Por qué ayudé a la anciana? ¿Por qué no puedo tener una vida normal? —de debajo del cuello de su jersey saca una cruz negra con la que juega —Muchas veces no comprendo la voluntad de mi Diosa. Incluso la he odiado. Aún así sé que todo es un plan orquestado del cual solo ella conoce el final.

—¿Creyente?

—Creyente no practicante —aclara con una vaga sonrisa —Jamás me encontrarás un domingo en misa, sin embargo, si lo harás cada noche en el Infierno desnudándome al ritmo de la música delante de hombres y mujeres. Algo que temo que ella no ve con buenos ojos.

—¿Eres prostituto?

—Nunca tendré sexo por dinero, aunque no menosprecio a los que se dedican a ello —hablanddo con más calma el miedo va desapareciendo. La primera impresión solo ha sido un engaño producto a mi alta imaginación —Soy stripper.

—¿No es lo mismo?

—Ni por asomo. Pueden mirarme, más no tocarme. Garantizo que nunca he follado con ningún cliente. Eso trae problemas que solo Isaac sabe lidiar. Ahora bien. No estoy aquí para hablar de mí, sino de ti. Tengo una propuesta que ofrecer y una tarjeta que entregar. ¿Estás listo para escuchar?

—Si.



—Eso es todo.

Entreabro los ojos realizando un bostezo que no pasa desapercibido para el hombre sentado al frente. Recuerdo vagamente que estaba hablando. Un discurso largo y perfecto para dormir.

Su aspecto es amenazante, pero una vez que ha pasado la sensación del asesino no es suficiente para impedir la aparición de las ovejas.

Fingiendo que no he ido a visitar el mundo de los sueños, me recoloco en la silla y retiro las lagañas cuando el olor a comida genera una sinfonía estomacal. A todos los efectos soy un impresentable. Una monja me estrangulaba con sus manos santas, así que no quiero saber de los pensamientos de Daddy. No quiero sorprenderme descubriendo los distintos métodos que emplearía para asesinarme. A pesar de no ser asesino da la impresión que cabreado puede convertirse en uno.

—¿Cuánto hace que no duermes en condiciones? —pregunta con los brazos cruzados por encima del pectoral.

—Perdón. No era mi intención —balbuceo.

—Que lamentar sea lo último que hagas en esta vida.

—¿Y pedir permiso?

—Jamás.

—Te recomiendo que no sigas todos sus consejos si no quieres terminar loco —Travis nos sirve tres abundantes raciones de ratatouille —Bon appétit, mes amours.

El primer bocado es exquisito, el segundo orgasmico y el tercero indescriptible. Si Karen estuviera aquí lo alabaría con la boca llena, en cuanto a mí, a falta de palabras las lágrimas bajan por las mejillas.

No quiero ser débil. Molesto, froto los ojos con fuerza, acción que es detenida por la sujeción de Daddy en las muñecas.

—Déjalo ir, Jhony. Déjalo ir. Solo los idiotas son incapaces de reconocer haber llorado alguna vez.

—¿Tú lloras?

—Ayer lloré, hoy lloro y mañana lloraré —se levanta de golpe atrapando tres naranjas del frutero y realiza malabares —También reí, río y reiré —las detiene en la mano izquierda —Soy hombre sin complicaciones. Sé lo que quiero. ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Y por qué? Algunos dicen que soy seguro de mí mismo, otros que tengo el ego por las nubes y muy pocos saben la verdad. No temo a la muerta, así que no tengo miedo en mostrar mis emociones para darle caza. Las lágrimas me hacen fuerte. A todos nos fortalece llorar —me lanza una naranja que cazo al vuelo —Te lo diré una vez más. Déjalo ir, Jonhy. Déjalo ir.

He olvidado cuando fue la última vez que me di un descanso para llorar, pero la honestidad de Daddy ha impedido que siga reteniendo lo que guardo. Lágrima a lágrima, libero parte de la carga que llevo soportando desde hace mucho. Tantos errores, tantos problemas. Pierdo la noción del tiempo llorando, sin embargo, al terminar me siento bien, en paz conmigo.

—Tengo que ir a trabajar —comunica Daddy tras revisar el móvil —Piensa en lo que te he comentado. Y cuando estés listo llama —recibo una tarjeta negra con una corona dorada de un lado, y del otro, un número de contacto.

Al aparcar la vista del papel me doy cuenta que ya se ha ido.

Masajeo la sien avisado de un próximo dolor de cabeza. Tengo que pensar en una propuesta que desconozco.

—¿Qué me ha dicho?

—Nada —sonríe Travis —No ha dicho nada. Cuando te has dormido ha venido a ayudarme en la cocina y te ha despertado al terminar.

—¿Por qué es tan raro?

—No es raro.

—Pero su comportamiento... Es tan... No sé cómo definirlo...

—Un niño atrapado en el cuerpo de un adulto —se sirve algo de agua y pregunta: —¿Me permites un consejo?

—¿Cuál?

—Ni lo pienses. Yo tardé un año en tomar la decisión y te prometo que unirme es lo mejor que he hecho. Llama a la reina. Esa mujer se ha pasado la vida entera ayudando a hombres como nosotros.

—¿Hombres como nosotros?

—Niños rotos.



Al final perdí el trabajo en el taller y para más catastrofe fui descubierto quedándome con las propinas, afortunadamente, de esto último solo conseguí una reprimenda y prometí no volver a hacerlo.

Por otro lado, he estado pensando en Daddy y Travis. Ambos son strippers. Después de la ida del líder, Travis explicó que hay dos más, Isaac y Luke. Un cuarteto que trabaja bajo las órdenes de Queen en el club Infierno. El club más pronunciado en boca de mis clientas nocturnas. Un rincón donde los ignorantes cumplen mayor parte de sus fantasías, pues lo único que no encontrarán es diversión en la cama, exceptuando Isaac. Tal y como dijo Daddy. Los strippers son muñecos de exposición que no pueden ser tocados.

Tras meditar con la almohada de una habitación pagada por Travis, aunque me negué y acabé perdiendo contra su insistencia, he decidido marcar el número y regresar a la mansión de la que escapé.

—¿Agua, café o té? —pregunta Queen —¿Quizás alcohol? No seas vergonzoso y pide por esa boca tuya que no muerdo.

Es tan inapropiada para su edad que le pregunto por ella por si aparenta más de lo que realmente tiene.

—¿Cuántos años tiene?

—¿De espíritu o de huesos?

—¿No es lo mismo?

—La edad de los huesos está marcada por el tiempo mientras que el espíritu depende de nosotros. Uno puede ser vieja de envoltorio y por dentro ser un alma joven, y viceversa. Entre tú y yo. Aunque parezca una locura siempre es mejor un alma joven que una veterana. Hay que vivir sin fronteras.

Ahora comprendo su personalidad teatral. Vive en un mundo de positividad contrario al que pertenezco. Cálida. De gran corazón. Quizás esa sea la razón por la que ayuda a niños rotos, también es posible que lo haga por provenir de un pasado hostil o por compensar su riqueza.

—¿Por qué la llaman Queen?

—Si prefieres puedes llamarme Magda o María Magdalena, pero mi entorno siempre ha preferido emplear Magda. Referente a Queen. Hace años que un hombre me bendijo con el título, el que es admirado por todos y que nadie conoce la identidad, y así seguirá siendo por mi parte.

—¿Quién?

—El primer pecado.

—¿El primer pecado?

—Todos los chicos ocupan un trono en el infierno según sus personalidades. Daddy es Ira, Isaac es Lujuria, Luke es Avaricia y Travis es Gula. Eso nos deja con tres vacantes. Envidia, Soberbia y Pereza. Aunque aquí estás tú para ser la pereza.

—Es ofensivo a pesar de que me encontrará durmiendo en el parque.

—Llevamos tiempo observándote.

Acosadores. Esa es la razón verdadera de que supieran mi nombre, me pregunto si también saben de mi hermana y el secuestro, de si han estado espiando mientras que me reunía con los monstruos de las pesadillas.

Nervioso, pido agua. Uso el líquido para atragantar el cuestionario. He aprendido a malas a desconfiar, es por esa razón que no debo mostrar mi vulnerabilidad, al igual que tampoco he de levantar sospechas.

—¿Conoce mi problema?

Mierda, Jhony. Que la pifias.

—No, y no preguntaré por él. Eres libre de confesar tus pecados en el momento que creas adecuado para ti. Cuando quieras hablar estaremos para escuchar. No te agobies porque aquí todos tenemos nuestros secretos.

—¿Y si no sabe el problema cómo me ayudará? Travis dijo que se encarga de solucionarnos la vida o algo así —me doy una bofetada mental —Perdón. No quise ser ofensivo.

—Te daré un hogar y un trabajo digno, te daré una familia.

—¿Hasta qué punto es digno el trabajo de stripper?

—Todas las profesiones son dignas.

Hablamos durante un rato como si fuéramos antiguos amigos que se han reencontrado después de una agotadora travesía. Me hace sentir como en casa, y admito que estoy necesitado de calor y seguridad.

He tomado mi elección. Me quedaré.

Ocuparé el trono de Pereza.



—¡Ven aquí, hijo del demonio! —grita Magda cargada de energía.

Daddy entra al poco con la vena hinchada.

—¿Tengo collar o algo? ¿A qué no? Pues no me llames como si fuera un perro.

—Instala al niño en la habitación. Tengo una cita.

—¿Una cita? —alza una ceja y sonríe burlón.

—No metas el hocico en mis asuntos, sabueso.

—Dudo que tengas una cita, pero no seré yo quién te impida vivir tus alocadas fantasías de vieja chocha y moribunda —Magda lo reprocha en mirada —Me hago cargo del niño. Lárgate dónde quieres, por mí como si no regresas.

—El día en que muera llorarás por las esquinas.

—Eso no pasará, vieja. Los ángeles sois seres inmortales.

Magda protesta en múltiples repeticiones, Daddy contraataca con un toque de agresividad hasta que se despiden civilizadamente y quedó en manos del hombre que ocupa el trono de Ira.

Alejandro me hace de guía. Muestra cada una de las salas de la planta inferior; recibidor, cocina, comedor, salón, segundo salón, gimnasio, sauna, vestuario... Hay dos puertas con cerradura inteligente que ignora.

En el jardín; piscina, jacuzzi y una zona chill out. Al fondo una puerta más pequeña que la entrada conecta directo con el bosque.

La primera y segunda planta son en su totalidad dormitorios y sus respectivos cuartos de baños, uno para cada uno, hay más habitaciones que residentes, así que solo usan las de la primera.

Evadiéndome de sus constantes y aburridas explicaciones me centro en descubrir la relación que mantiene con la jefa. La forma en que se hablan, sin respeto y con un gusto notable a las ofensas me hacen pensar en un dicho: del odio al amor hay un paso.

Daddy es joven, ella un espíritu adolescente.

—¿Magda es tú pareja?

—¿Qué? —se detiene y me mira desconcertado, creo que soy el primero que le he preguntado —Joder, claro que no. Tampoco me la he follado.

—Es que vuestra relación es...

—De máxima confianza. Y la confianza da mucho asco. Además, esa vieja cabra es igual de tarada con todos. Ya te acostumbraras a ella —abre una de las puertas de primera planta —Tú habitación, niño.

—Gracias.

Entra conmigo dándome una seguido de reglas que cumplir para garantizar que la convivencia sea sana y segura. La habitación debe mantenerse ordenada, cada semana se reparten las tareas generales de limpieza, ya que no cuentan con servicio externo que se encargue. Hay horario específico para las comidas para comer juntos, de no poder asistir hay que avisar especificando si se come afuera por si deben guardar comida. También hay horarios de ensayos. Por otro lado, queda completamente prohibida la invitaciones de amigos o similares, solo aquellos que tienen un permiso concedido por la jefa pueden acceder. Son bastante estrictos.

Toda norma tiene su correspondiente número. Sin embargo, la que ocupa el primer puesto no es mencionada.

—¿Cuál es la primera regla?

La oscuridad lo atrapa un segundo, lo suficiente para que las piernas tiemblen y me entren ganas de orinar. Da mucho miedo cuando quiere. Tengo que recordarme que no es uno de los monstruos que enfrento, sino que es mi amigo.

—Esa la dejo para mis enemigos. 


*******

¡Hola pecadoras!

Juro que intento controlar las hormonas cada vez que Daddy entra en acción, pero es que ese hombre es mi imposibles y me derrito. Mi bello estándar. 

Atten. Mikaela Wolff

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro