Su alarma sonó y sin ganas se estiró a apagarla, se frotó los ojos y cuando estuvo bien despierta se dio cuenta de dónde estaba y como estaba.

Estaba en la habitación de su padre, bajo las sábanas, desnuda y a lado de ella se encontraba él, otra vez sentía ganas de vomitarle la cara y se tenía rabia a ella misma por seguir permitiendo eso, ella cada día se juraba que lo denunciaría pero cada que se le acercaba le entraba un inmenso miedo, no sabía que hacer.

Golpeada, violada, furiosa consigo misma, a punto de denunciarlo, lo mira, entra el miedo, se deja y se repite la historia.

La pobre chica estaba tan desesperada que tuvo que recurrir a meterse con un chico y pedirle que borrara cada recuerdo de la primera vez en que fue violada, tal vez era la propuesta más rara que se haya escuchado pero aún así sucedió aunque supiera que estaba mal, ahora es mejor amiga de ese chico.
Raro ¿no?
Pero las cosas se fueron dando y ahora se conocen muy bien y se apoyan, él la ve como una hermana y ella...lo ve como su confidente y su protector en cierta forma.

Acuario llegó a la escuela y no pudo pasar desapercibida como ningún otro día, pues ella al entrar a algún lugar, se lleva por completo la atención de todos.
Los chicos la desean, dicen que es la persona más sexy que han conocido.
Las chicas la envidian, dicen que es una creída sólo por tener un buen cuerpo y eso incluía a la chica Géminis.

Todos hablaban de ella como si la conocieran pero no sabían ni siquiera cuál es su color favorito.

— Mami, yo si te como esos ricos melones.— escuchó un susurro por ahí.

— Mejor sigue comiendo los melones colgados de tu madre.— se defendió con tanta rudeza que incluso el chico se puso colorado, pues sus amigos estaban presentes y habían comenzado a hacerle burla.

La chica se fue directo a su asiento, ese que se encontraba al final de la fila para no tener que soportar tanto el infierno de clases que vivía, ya que a esa altura no se escuchaba nada de lo que pudiera decir el profesor.
La clase que tenía era Biología y esa no la compartía con su mejor amigo así que estaría sola.

En el transcurso de la clase se la pasó dibujando en el cuaderno cualquier cosa que se le viniera a la mente, menos poner atención a clase, ni siquiera veía y escuchaba desde ahí, así que no le importaba, pero al término de clase el profesor le llamó la atención y pidió hablar con ella a solas.
Sabía que estaría en problemas por no estar atenta, pero nunca se dio cuenta del verdadero porque.

— Mira Acuario, seré claro...

— Dígame.— trató de responder lo más educada posible.

— Me preocupa tu actitud, he notado que no entregas trabajos, faltas a clases, no prestas atención, repruebas los exámenes y tienes una actitud muy grosera hasta con tus superiores.

— ¿Lo siento?— dijo, aunque sabía que ni un sentimiento de arrepentimiento sentía.

— Es que no se trata de eso, la directora ha estado a punto de expulsarte de aquí.

— ¿Qué?! no puede hacerme esto la maldita.— dijo enojada.

— Tiene el derecho a hacerlo y es que es lo correcto, no pareces entusiasmada en venir a estudiar.

— ¡No puedo perder mi beca por esta estupidez! ¡no me pueden echar! ustedes no saben lo importante que es para mí esa beca.— se levantó de su asiento.

— Realmente mereces perderla porque no aprovechas la oportunidad de estudiar.

— Esto no puede estar pasando, yo...yo tengo que entrar a la universidad e irme de este maldito lugar.— lágrimas comenzaban a caer por sus mejillas.

— Tranquila, sé que es difícil pero por eso mismo estoy luchando por ti.

— ¿Eh?

— Que estoy luchando para que no te expulsen de aquí y continúes estudiando.

— ¿De verdad?— se le iluminan los ojos.

— ¡Por supuesto! pero tienes que prometer que empezarás a prestar atención y subir de calificación.

— Es difícil...

— Lo sé, pero yo sé que puedes.— toma su mano y le acaricia los nudillos.

— Gracias profesor, de verdad.

— Pero...hay algo más.

— ¿Qué cosa?— lo miró.

— Todo esto me está costando hasta mi trabajo y yo necesito algún tipo de agradecimiento.

— ¿Qué..tipo de agradecimiento?

— No lo sé, dime tú...— ahora su mano viajaba por la pierna de la chica y comenzaba a darle caricias—. Muchos chicos han hablado de ti y de lo buena que eres, dándoles un trato especial a los chicos.

El hombre puso su nariz en su cuello y aspiró todo su aroma, fue ahí donde Acuario se dio cuenta de a dónde iba la cosa, así que reprimió las ganas de temblar de miedo y tomó mucha fuerza de voluntad para levantarse de ahí y salir casi corriendo sólo que el profesor fue rápido y la detuvo antes de salir.

— Sabes que no puedes huir tan fácil.— le susurró al oído—. Te lo diré una vez, si quieres conservar la beca y pasar de año, tienes que darme un trato especial o si no adiós ¿entendiste?

— S-sí...

— Tienes hasta el final de las clases para pensarlo y si decides correctamente, ya sabes dónde encontrarme, nena.— mordió el lóbulo de su oreja y después regresó a su asiento.

Acuario salió casi corriendo ahí, ahora volvía a estar enojada consigo misma y con todo el mundo, un inmenso enojo se apoderaba de todo su cuerpo y tenía que descargarlo todo ahora.

Caminó hecha una furia cuando encontró a una víctima muy fácil que le serviría de mucha ayuda para sacar su enojo.

Llegó hasta la chica y la empujó.

— ¿Y tu dinero?

— No, por favor no...Acu-a-ario.— dijo con miedo.

— No te estoy preguntando si quieres, dije que me des todo tu dinero maldita gorda, lo necesito ahora.

— No-no traigo...

— Pues a ver cómo le haces pero yo quiero que me des tu dinero ¿de acuerdo?— la acorraló a los casilleros—. Reza porque te estoy haciendo un favor, así no tendrás dinero para comprar comida y tragar como un marrano.

— ¡Oye, ya déjala!— una voz se escuchó detrás de ella y supo perfecto de quién se trataba.

Era su mejor amigo, pero la pregunta es ¿por qué defiende a esta chica?